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Territorios liberados amenazan libertad, democracia y prosperidad

Territorios liberados amenazan libertad, democracia y prosperidad

Tiroteos, atentados, asesinatos a mansalva ganan portadas y espacios en la prensa nacional. La ferocidad y ensañamiento con los que se comenten estos homicidios nos hacen temer lo peor. Peor aún, los vínculos de la política y el narcotráfico se hacen evidentes.

Además del tema de la droga, siguen prosperando otras actividades mafiosas que van configurando un nuevo mapa del Perú. Un territorio liberado donde no se deja entrar al Estado ni al sector privado con actividades formales.

Cabe preguntarse. ¿Estamos por convertirnos en un narcoestado? ¿Estamos perdiendo el control de nuestro territorio?

Un reciente trabajo publicado por los expertos en esta materia, Jaime García y Gabriela Stöckli: “El Rol de las Instituciones del Estado en la Lucha Contra Las Drogas en los Países Productores de Hoja de Coca” (ver documento en Lampadia), nos ayuda a responder estas acuciantes preguntas.

El narcotráfico no puede entenderse como un fenómeno peruano. Hay que entenderlo en relación a los países productores (Perú, Bolivia y Colombia) y a los consumidores.

“Entre los años 2000 y 2013 la producción  potencial de cocaína en la región [Perú, Boliviay Colombia] habría decrecido de 879 a 675 toneladas métricas. Asimismo, el nivel de incautación de drogas, en los tres países, se habría incrementado de 97 a 182 toneladas”, señala el citado estudio.

“Sin duda que el impacto económico del narcotráfico también se ha reducido en la región en los últimos años, de acuerdo a los informes de monitoreo de UNODC. Para el caso de Bolivia, el valor en finca de la producción de hoja de coca en porcentaje de su PBI ha decrecido de 3% en el 2004 a 0.9% en el 2013. Similar situación ocurre con la economía de Colombia, donde ha habido una reducción sustancial de cultivos de coca y un crecimiento económico importante, permitiendo que el valor de coca como porcentaje de su PBI se reduzca de 0.3% en el 2004 a 0.2% en el 2013. En el caso del Perú, el crecimiento económico también ha permitido que se reduzca el impacto de los cultivos de coca en el PBI desde 0.44% en el 2004 a 0.25% en el 2013”.

En el caso del Perú,  la reducción se debe a una política antidrogas que  está dando resultados en algunas provincias del país. Los sorprendentes resultados de la región San Martín son un claro ejemplo de ello. Los cultivos de coca han sido sustituidos por cacao, café, palma aceitera, plátano y otros productos de exportación. Algo similar se ha producido en la provincia de Leoncio Prado (Huánuco) que abarca a todo el Alto Huallaga (Ver en Lampadia: Cae producción de coca en el Alto Huallaga).

Este éxito en aquellas zonas se basa en una estrategia integral de erradicación de cultivos ilegales y una posterior promoción de cultivos alternativos. El sobrecosto de la erradicación ha obligado a muchos agricultores a cambiar la coca por cultivos alternativos, cuyos precios internacionales aumentaron notoriamente y lograron una gran aceptación en los mercados por su excelente calidad. Asimismo, el incremento de la inversión pública traducida en mejores carreteras, colegios, sanidad, redes eléctricas y de telecomunicaciones, abarató costos y vinculó a estas zonas con mercados. Tambiénha sido clave la entrega de títulos de propiedad.

Sin embargo, el hecho de que su peso en la economía del Perú, haya disminuido de tal manera, no significa que su influencia en la política haya decaído. Por el contrario, podría decirse que en una situación de esta naturaleza, ha hecho necesaria (para los traficantes) una mayor protección “institucional”  (política, policial, judicial, etc.) para viabilizar su espacio de operación.

Un riesgo para la penetración del narcotráfico en la política  es la grave desinstitucionalización que vivimos. Todos los días aparecen, se crean o forman partidos, movimientos y organizaciones afines. A los narcos les es muy fácil tentar o llegar el poder a través de estos “vehículos”. Como señala Kevin Casas Alzamora, Secretario de Asuntos Políticos de la Organización de Estados Americanos (OEA): “si un mafioso quiere financiar a un candidato presidencial no necesita comprar una organización partidaria, puede montar una maquinaria electoral sorprendentemente frágil y con eso es competitivo electoralmente”.

Esta situación se agrava en las regiones y provincias. Casas indica: ”la descentralización política [proceso que se ha dado de forma acelerada y descuidada], cualesquiera sean sus virtudes, crea un problema complicado… para un mafioso es mucho más barato y menos visible comprar a un alcalde [o Gobernador, Jefe de Ronderos, Jueces y Policías] que comprar a una autoridad nacional”.

Esta debilidad institucional es aprovechada por los propios narcos y las otras organizaciones delictivas dedicadas a la tala y minería ilegales, el contrabando, etc., pues todas ellas requieren de territorios liberados para operar sin contratiempos.

Como señalan García y Stöckli, “el narcotráfico impacta social, ambiental, política y económicamente a la sociedad en la cual se desenvuelve, teniendo como campo de acción territorios en los cuales el alcance y densidad del Estado son mínimos”.

“Según un informe realizado por las Naciones Unidas, en el caso peruano, los distritos en los cuales se cultiva hoja de coca, el Índice de Desarrollo Humano es menor que el promedio nacional (0.312 versus 0.498). (…) a pesar de los altos ingresos monetarios que supone el cultivo de la coca, no se ha acortado la brecha de desarrollo entre los distritos donde existe cultivo de hoja de coca y  aquellos en los cuales se encuentra ausente”, sostienen los investigadores.

Es allí donde el narco campea, se desarrolla e influye. Toma el control de las municipalidades, fiscalías, rondas, cortes distritales y provinciales. Cuando los llamados “clanes familiares” progresan van tomando Gobernaciones regionales. Existen varios indicios de ello y algunas acusaciones bien fundamentadas de cómo en distintas regiones (Ucayali, Huánuco, Ancash, Amazonas y otras), personajes vinculados al narcotráfico controlarían el poder. De allí a seguir infiltrando congresistas existe un paso. 

Los narcos no solo toman el control de las zonas de producción, sino también de lugares clave por los que embarcan la droga. Los puertos son objetivos clave. Las incautaciones de cocaína en el puerto del Callao, en las que se ha descubierto que algunos estibadores son parte de mafias, constata de que el sistema de “bolsas de trabajo” permite a los remanentes del personal de Enapu controlar quienes cargan y descargan los buques y abrir las puertas al descontrol.

Todavía pareciéramos lejos de ser un narcoestado en el aspecto nacional, pero ya existen lo que podríamos llamar “narco regiones o narco distritos”. El Estado está obligado a investigar con gran dedicación la realidad de cada localidad, a comunicar a los ciudadanos la verdadera situación de cada una, los indicios serios sobre la penetración silenciosa de esta plaga y combatirlos con inteligentemente.Hasta ahora, ni siquiera se ha aprobado en el Congreso la norma que permita derribar las avionetas (20 por día), que entran y salen de nuestro territorio llenas de coca.

Un tema fundamental es el de “seguir el dinero” (follow the money), como nos recomendó el general Óscar Naranjo de Colombia en el último Cade. Ver en Lampadia: Sin buena policía no hay estado de derecho).

Ya tenemos suficientes evidencias, síntomas y presunciones, como para asumirla lucha contra el narcotráfico y las otras actividades ilegales, como una de las mayores prioridades del Estado. 

¡Tenemos que recuperar el control de nuestro territorio hasta en el más pequeño espacio de la Nación! Lampadia

 




Cárteles globalizan y controlan la venta de cocaína

Cárteles globalizan y controlan la venta de cocaína

La captura del capo del cartel de Sinaloa, “Chapo Guzmán”, pone en evidencia lo extendido que se halla el negocio de la droga en el mundo y la capacidad económica que genera. Como demuestra el reciente libro de Roberto Saviano, un kilo de droga puede pasar de costar mil a 182 mil euros, dependiendo del año y del lugar en que se venda. La inmensa fortuna que genera corrompe, pero sobre todo deja un reguero de muerte y destrucción en todo el planeta. 

Puede que su apodo venga de “chaparro”, pero Joaquín “El Chapo” Guzmán, ha levantado un  negocio criminal de un tamaño colosal. Detenido, por las autoridades mexicanas el 22 de febrero último en un modesto hotel, Guzmán figura entre los diez hombres más ricos del mundo según la lista elaborada por Forbes. Su organización (el Cartel de Sinaloa), de acuerdo a la DEA, tendría presencia en unos 50 países ubicados en los cinco continentes. Esta organización supera con creces a la urdida por el mítico Pablo Escobar.

Uno de esos países es el Perú. A partir del 2000, los cárteles mexicanos comenzaron a fijarse en nuestro país, como principal fuente de cocaína. Con el plan Colombia en marcha (que debió incluir a Perú y Bolivia), el país de la cumbia, se había convertido en un proveedor de alto riesgo. La presencia de estas organizaciones en nuestro país, empezó a sentirse inmediatamente.

A lo largo de la primera década del siglo XXI, año a año, el número de hectáreas cultivadas con hoja de coca creció vertiginosamente. De 38 mil hectáreas registradas en el año 2000, se llegó a 61 mil en el 2010. Pero lo que es peor, además, la productividad fue en aumento. Sí antes se producía una tonelada de hoja por hectárea se pasó a 2 y luego a casi 3.

Otro aspecto que varió sustancialmente, fue que el Perú de ser un productor de hoja y pasta básica pasó a ser un elaborador de cocaína. En la actualidad, el Perú es el principal productor  de cocaína del mundo. De acuerdo a UNODC, el Perú fabrica unas 325 toneladas de cocaína al año, muy por encima de Colombia que llega a 270.

A pesar de esta realidad, en el Perú, todavía se hace muy poco para golpear al narcotráfico. Una prueba de ello son las estadísticas de incautación de cocaína. Solo 24 toneladas de las 325 se confiscaron el 2011 (ver mapa 1). Si se tiene en cuenta que entre 5 y 6 toneladas se quedan en el país para consumo interno, en realidad 190 estarían saliendo de nuestras fronteras.

Carteles como los de Sinaloa,  se encargan de adquirir y exportar esta droga a todo el orbe. Son estas organizaciones las que conformaron un mercado mundial de cocaína. Con la globalización, el tráfico de drogas también se ha hecho mundial. Como señala The Economist: “En los últimos años la policía ha incautado la droga en casi todos los países del mundo (ver mapa 1). A pesar de su popularidad muestra signos de que su consumo empieza disminuir en algunos países ricos, aunque los mercados emergentes como Brasil están desarrollando un gusto por la droga cada vez mayor”.

En su último libro, Roberto Saviano (autor del extraordinario Gomorra), llamado Cero-Cero-Cero  (término que se utiliza para denominar a la cocaína de mayor calidad), asegura que “La coca no te adormece como la heroína. ‘Es la droga performativa’, la que permite hacerlo todo, superar la timidez, comunicarte con los demás. Es la respuesta a la sociedad líquida de Zygmunt Bauman, a la falta de límites, a la sociedad competitiva. Al llegar al cerebro la coca estimula dos neurotransmisores clave: la dopamina y la noradrenalina. El primero te convierte en el centro de la fiesta, en un ser más ingenioso. El segundo te pone más alerta, te das cuenta de todo. Con la coca todo son luces y brillos hasta que se corta la electricidad y llega la penumbra”.

Este efecto es el que lleva a que millones de personas en el mundo busquen consumirla. Los cárteles y las organizaciones delictivas de cinco continentes están allí para proveerla y recoger y lavar las multimillonarias ganancias que dejan. A su paso queda un reguero de muerte. En México, solo en los últimos cinco años murieron 80 mil personas. Y, además, corrompen de la peor forma a funcionarios e instituciones públicas y privadas. Jueces, fiscales, policías y la banca privada están seriamente comprometidas en con el narcotráfico en muchos lugares del planeta. Lampadia.