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Desmadre logístico estatal

Desmadre logístico estatal

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 7 de agosto de 2020
Para Lampadia

Si miráramos a la pandemia como un vaso medio lleno – es decir, en sentido positivo – veríamos que hemos descubierto muchas falencias en el aparato estatal que merecen ser corregidas. Por ejemplo, hemos comprobado que el Estado es totalmente inoperante en materia de compras y contrataciones. Tanto que es incapaz de comprar cosas tan elementales como oxígeno, mascarillas, equipos médicos, tablets, y todo lo demás. Es incapaz de distribuir víveres, medicinas, ropa, etc. Ni siquiera dinero para la gente pobre puede distribuir de manera eficiente y segura. En realidad, el Estado no es capaz de comprar – ni distribuir – nada bien.

Los procedimientos actuales de compras y contrataciones son propios de los tiempos de la carreta. Los sistemas digitales basados en redes interconectadas no existen en la mentalidad de nuestras autoridades. Cada compra – y cada contratación – constituye un larguísimo proceso que siempre empieza de cero. Requerimiento, estudio de mercado, términos de referencia, concurso público, observaciones, impugnaciones, anulaciones… fracaso total.

Peor aún. Hay cerca de 4,000 Unidades Ejecutoras en el Estado… ¡4,000! ¡Cuánta plata gastada por las puras, cuántos escritorios y armarios llenos de papeles que no sirven para nada, cuántos trámites inútiles, y cuánta marmaja bajo la mesa!

Y – por cierto – cero conexiones entre las distintas Unidades Ejecutoras. Efectivamente, tan desconectadas están unas de otras que una misma mascarilla comprada a un mismo proveedor puede costar hasta 10 veces más en una Unidad Ejecutora que en otra. ¡Un escándalo!

No se trata de centralizar nuevamente las compras y contrataciones del Estado. El centralismo nunca funcionó – y nunca funcionará – sobre todo en nuestro país. Lo que hay ahora – y que sí funciona – es la tecnología digital. La Internet. Y para el caso de las compras y contrataciones, las redes interconectadas.

¿Cómo funciona eso? Pues si se requiriesen mascarillas en Ica – por dar un ejemplo – la red contendría información actualizada de todas las mascarillas compradas por todas las Unidades Ejecutoras – incluso, las compradas por otras instituciones y / o empresas privadas – con todos los detalles habidos y por haber: precios, tiempos de entrega, especificaciones técnicas, datos de los proveedores, y todo lo demás. En consecuencia, si una Unidad Ejecutora comprase mascarillas a 10 veces su valor de mercado – como ocurrió durante la pandemia –¡bingo! ¡Choros a la vista!

Por otro lado, al dispersar las gestiones administrativas en muchas Unidades Ejecutoras, el Estado desaprovecha el valor de las economías de escala… o compras conjuntas. Los casos más flagrantes a ese respecto son las compras de medicamentos. Es increíble. Cada hospital – o centro de salud – compra por su lado. ¿Resultado? Medicinas carísimas. Medicinas vencidas. Coimas por doquier. ¿Y los pacientes? Los pacientes que se pudran en las colas de amanecida. ¡Qué injusticia! ¡Qué dolor!

Ahora bien, lo que más llama la atención de todo este desmadre logístico es que no pase nada. O sea, que se anule la compra de un millón de tablets – y que un millón de niños pobres se queden sin educación virtual – y que no pase nada con los que intervinieron en la frustrada compra.

Asimismo, llama la atención que nuestras más altas autoridades no digan esta boca es mía respecto de la reforma – o transformación digital – del sistema de compras y contrataciones del Estado, el cual hace agua por todas partes.

El desmadre logístico estatal podría corregirse rápidamente si se interconectaran – entre sí – todas las Unidades Ejecutoras. Es cuestión de voluntad política… y liderazgo.

El problema es que no hay voluntad política. Y menos… liderazgo. Lampadia




La corrupción endémica y la diosa coima

La corrupción endémica y la diosa coima

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 29 de mayo de 2020
Para Lampadia

Richard Swing no se puede quejar. ¿Qué farandulero no quisiera hacerse famoso de la noche a la mañana? Además, embolsicarse S/. 175,000 para motivar – vía zoom – a los desmotivados funcionarios del Ministerio de Cultura. Y que todo esto ocurra en plena cuarentena, cuando millones de peruanos estamos impedidos de trabajar, y miles se están infectando – y muriendo – a causa del Coronavirus. ¡El tipo es un bendecido!… dirán alguno. Pero no… su bendición proviene de la diosa coima enquistada en el Estado peruano. ¡Menudo problema!

Todo lo anterior es historia conocida. Las redes sociales y los medios de comunicación… todos han dado cuenta del caso Swing, con lujo de detalles.  Y claro… la gente comenta, la gente se indigna, algunos incluso se entretienen. El hecho es que el contrato de marras quedó sin efecto. Sin embargo, la Ministra de Cultura mancó, y el Presidente Vizcarra reconoció que conoce a Swing. Incluso dijo que por haber participado en la campaña electoral de PPK, por ahí que Swing pudo haber tenido acceso a algunas instancias del gobierno. ¡Plop!

La pregunta es ¿cómo es posible que el Estado contrate a personajes como Richard Swing, por el sólo hecho de haber sido del entorno de las campañas electorales del partido del Presidente Vizcarra? ¡Qué tienen que ver los servicios de las campañas electorales con la función pública… digo yo! Bueno pues, eso que es obvio para muchos, no lo es para la inmensa mayoría de nuestras autoridades políticas. O sea, yo te apoyo en tu campaña electoral. Incluso te cobro por ello. Pero eso sí, si ganas las elecciones me tienes que dar una chamba en el Estado… o una obrita donde sea. ¡Así es la nuez!

Pues bien, el Estado está atiborrado de consultores tipo Richard Swing. La partida presupuestal encubridora de esta forma de corrupción endémica en el Estado se llama “consultorías”. Ahí se va una millonada del Presupuesto Público. Claro que hay consultorías útiles y bien justificadas… pero no me refiero a ellas.

Seamos sinceros. La verdadera razón de esta “consultivitis aguda” es la diosa coima. Haber contratado – repetidamente – a Richard Swing para los fines antes mencionados, denota corrupción. Es imposible suponer que no haya habido marmaja bajo la mesa. Además, es altamente probable que una parte de dicha marmaja esté en los bolsillos de quienes lo contrataron. Así funciona el va y viene del dinero sucio de la corrupción. El ciudadano aporta, el Estado malgasta, y una parte del dinero malgastado retorna a las manos inmundas de los funcionarios corruptos.

Pero la corrupción en el Estado tiene mil variantes más. La venta de puestos de trabajo es otra forma de corrupción muy arraigada. O sea, yo te contrato, pero me pagas tanto. En el caso del Gobierno Regional de Ica hay testimonios de funcionarios cuyos pagos los hacen directamente a la primera dama; es decir a la esposa del Gobernador… para que realice “labores sociales”. ¡Habrase visto semejante descaro moral!

Pero hay más. Robo de medicamentos de farmacias de hospitales públicos, para abastecer a farmacias privadas “de enfrente”. Robo de materiales y repuestos de maquinarias y equipos… sobre todo combustibles. En el Ejército y en la Policía hay mucho de eso. Coimas a diestra y siniestra en el otorgamiento de licencias y permisos… incluidos brevetes. Coimas en el otorgamiento de Títulos de Propiedad. Reembolsos de gastos de viáticos sustentados con facturas falsas. Tráfico de Títulos Académicos y Certificados de Trabajo falsos. Como dice la canción… y total corrupción hay en todos lados.

Entonces la pregunta es: ¿por qué no avanza la transformación digital del Estado, sabiendo que con ello desaparecería toda esta porquería? ¿Por qué no seguir los estupendos ejemplos de digitalización estatal de Estonia en Europa, o Uruguay en Latinoamérica?

¿Por qué no imponer la meritocracia en el Estado, y el respeto irrestricto a la carrera pública, para que los funcionarios de carrera permanezcan en sus puestos, a pesar de los cambios presidenciales, ministeriales, regionales, y municipales? ¿Por qué no seguir el gran ejemplo del Banco Central de Reserva (BCR) en estos menesteres?

Damas y caballeros. Con ustedes… la corrupción endémica y la diosa coima. Lampadia




El mundo de los datos

El mundo de los datos

El uso extensivo y creciente de datos en la toma de decisiones de las organizaciones es un tema del cual nos hemos extendido en anteriores oportunidades (ver Lampadia: Los datos: uno de los activos más valiosos de la empresa), haciendo hincapié en cómo hoy en día, gracias  a tecnologías como el big data y la IA, se ha podido gatillar la transformación digital de las empresas, descubrir nuevos mercados y hacer del uso de los datos algo transversal a todas las áreas corporativas.

Pero lo cierto es que el mundo de los datos trasciende al aspecto empresarial, y hoy en día varios expertos se han aventurado a hablar de una “economía de datos” como una suerte de repositorio de información que se va alimentando de todos los procesos que involucran directa e indirectamente la actividad humana.

Desde los aspectos biológicos del cuerpo humano que permiten la existencia de la “huella móvil” (ver Lampadia: La Biometría del comportamiento) en los artículos electrónicos hasta la cuantificación de ciertos procesos físicos que no son tan notorios a la vista, como la depreciación o desgaste de la maquinaria.  Toda esta información en el mundo avanzado ya se encuentra, gracias al Internet de las Cosas (IoT), siendo recopilado por diversas plataformas en tiempo real generando un mundo de réplica paralelo al nuestro.

Pero, ¿qué implicancias tiene esta economía suprafísica para el mundo real y qué tan útil le puede ser no solo a las empresas sino también a la misma sociedad civil y gobiernos?

Estas dos preguntas son abordadas en un reciente artículo publicado por The Economist que compartimos líneas abajo.

El aporte de The Economist a resaltar a nuestro parecer se centra en cómo este mundo de datos podría fomentar un debate geopolítico entre los países. Iniciativas recientes como las de la UE (ver Lampadia: ¿Una solución de mercado a la alta concentración en la industria tecnológica?) que permiten la libre difusión de datos entre empresas, configurando un “mercado único digital” debería ser sopesada en los distintos continentes, puesto que es una iniciativa que fomenta una mayor competencia en los mercados, situando en primer plano al consumidor. Lampadia

La economía de los datos
Un diluvio de datos está dando lugar a una nueva economía

Ludwig Siegele pregunta cómo funcionará

The Economist
22 de febrero, 2020
Traducido y comentado por Lampadia

Un ejército de doppelgangers está invadiendo el mundo. Primero fueron las copias digitales de motores de aviones, turbinas eólicas y otros equipos pesados. Ahora los fantasmas electrónicos de cosas cada vez más pequeñas se unen en el reino virtual, desde cepillos de dientes y semáforos hasta tiendas y fábricas enteras. Incluso los humanos han comenzado a desarrollar estos alter egos. En EEUU, la Liga Nacional de Fútbol planea diseñar un avatar electrónico para cada jugador.

Estos “gemelos digitales”, como los llaman los geeks, son mucho más que réplicas del original. Piense en ellos más como sombras que, gracias a una multitud de sensores y conectividad inalámbrica, están íntimamente vinculadas a su ser físico y cada día producen océanos de datos. Si algo sucede en el mundo real, se refleja rápidamente en este reino de la sombra. Algunos gemelos digitales ya vienen con las leyes de la naturaleza programadas. Funcionan como una base de datos de todo lo que le ha sucedido al original. Esto hace posible mirar hacia su futuro. Los entrenadores deportivos, por ejemplo, podrán ejecutar simulaciones, predecir cuándo un atleta podría lesionarse y ajustar las rutinas de entrenamiento para evitar problemas.

Los gemelos digitales son solo una parte de un vasto cambio en la economía mundial. Ellos pueblan lo que David Gelernter de la Universidad de Yale pronosticó hace mucho tiempo como “mundos espejo”: una nueva dimensión de la vida humana basada y alimentada por datos. Año tras año, cada vez más partes del reino físico se representan y simulan en el mundo virtual, una inversión de la teoría de Platón de que los objetos del mundo real son solo copias imperfectas de su verdadero ser en el reino espiritual. La aparición de estos mundos espejo provocará una economía distinta. Este desarrollo requerirá nuevos mercados, instituciones, infraestructura, negocios e incluso arreglos geopolíticos. Son las promesas y las trampas de la nueva “economía de datos” lo que será el foco de este informe especial.

Los mundos espejo no son meras representaciones matemáticas de los reales. También le dan un nuevo significado al adagio de que el conocimiento es poder. Cada vez más, las copias digitales cobran vida propia y actúan en el mundo físico. Se pueden utilizar para optimizar todo, desde la acústica de un auricular hasta una red ferroviaria nacional completa. Permitirán todo tipo de algoritmos de inteligencia artificial (IA) para reconocer objetos y caras, comprender el habla e incluso distinguir olores. Y hacen posibles nuevos modelos de negocio: ¿por qué comprar equipos pesados si su desgaste se puede medir en detalle y, por lo tanto, se puede alquilar por minutos?

Un buen lugar para comenzar a analizar cualquier economía es midiéndola. Todavía no se ha desarrollado una metodología sólida, pero la economía de datos ya es grande. Statistics Canada, una agencia gubernamental, el año pasado intentó estimar el valor de los datos del país (sus acciones más software relacionado y propiedad intelectual en el campo). El resultado fue entre c$ 157,000 millones y c$ 218,000 millones (US$ 118,000 millones y US$ 164,000 millones). Si ese número es cercano, un gran “si”, el valor de todos los datos en EEUU, cuyo PBI es 12 veces mayor que el de Canadá, podría ascender entre US$ 1.42 a 2 trillones, lo que representaría casi el 5% de las existencias privadas de capital de EEUU.

Si la cantidad de datos generados en todo el mundo es una guía, esta nueva economía está creciendo rápidamente. El primer genoma humano (tres gigabytes de datos, que casi llena un DVD) fue secuenciado hace 17 años; en abril, 23andMe, una empresa que ofrece pruebas genéticas, reclamó más de 10 millones de clientes. Los últimos vehículos autónomos producen hasta 30 terabytes por cada ocho horas de conducción (o unos 6,400 dvds). IDC, una firma de investigación de mercado, estima que el mundo generará alrededor de 90 zettabytes (19 trillones de dvds) este año y el próximo, más que todos los datos producidos desde la llegada de las computadoras.

Sin embargo, aún más llamativo que el rápido crecimiento de la economía de datos son las tensiones y las compensaciones que produce. Tome su economía. De alguna manera, los datos son un recurso natural, al igual que el petróleo, que se puede poseer y comercializar (este periódico llamó a los datos el “recurso más valioso del mundo” en 2017). Pero los datos también tienen características de un bien público, que deberían utilizarse lo más ampliamente posible para maximizar la creación de riqueza. Se deben crear nuevas instituciones para reflejar esta tensión, como fue el caso de la propiedad intelectual.

La infraestructura de la economía de datos también se divide entre dos polos. Actualmente, se compone principalmente de grandes centros de datos repletos de servidores donde los datos se almacenan y procesan. Sin embargo, dicha centralización tiene inconvenientes, sobre todo porque consume grandes cantidades de energía y crea riesgos de privacidad. Ya está en marcha un contramovimiento descentralizador: se procesan más datos en el “borde”, más cerca de donde se recopilan.

Las empresas también se enfrentan a una inversión digital. Muchas empresas quieren usar datos para infundir sus aplicaciones corporativas con IA. Han construido repositorios centrales como los “lagos de datos”, que contienen todo tipo de información digital. Sin embargo, estos sistemas tienen un uso limitado si una empresa y sus empleados carecen de las habilidades requeridas, se niegan a creer los datos o incluso a compartirlos internamente.

Finalmente, la geopolítica de los datos tampoco será simple. Los gigantes en línea, en particular, han asumido que la economía de datos será un asunto global, y que las cosas digitales fluirán hacia donde el procesamiento se realiza mejor por razones técnicas y de costos. Sin embargo, los gobiernos afirman cada vez más su “soberanía digital”, exigiendo que los datos no salgan de su país de origen. Lampadia




Obras y programas superfluos

Obras y programas superfluos

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 29 de noviembre de 2019
Para Lampadia

El Estado gasta una millonada en obras y programas superfluos. Estamos llenos de obras – inconclusas y abandonadas – que no sirven para nada. Son incontables las carreteras, puentes, hospitales, escuelas, mercados, reservorios, canales, redes de agua y otras obras de infraestructura que se encuentran dispersas por todo el país, y que no brindan – ni remotamente – los servicios para los cuales fueron concebidos.

Ante tal nivel de ineptitud e incompetencia cabe preguntarse ¿acaso hubo alguna sanción ejemplarizadora? Lamentablemente, la respuesta es no. En la mayoría de los casos, la impunidad fue la regla general. El gasto público vano, estéril e improductivo no conlleva ninguna responsabilidad. Así es la nuez en el aparato estatal.

Pero no solo las obras inconclusas constituyen gastos superfluos del Estado. También lo son las obras sobredimensionadas que están – también – desperdigadas por todo el país. Edificaciones administrativas enormes como los denominados Palacios Regionales y Municipales. La colosal sede del Gobierno Regional de Moquegua es uno de ellos. Y el paralelepípedo Palacio Municipal de Marcona, otro.

Pero hay muchos más. Monumentos ridículos como el de la Maca en la Plaza de Armas de Huayre en Junín. El Parque del Árbitro de Fútbol en Tumbes. Los monumentos a la Ojota y al Sombrero en Chivay y Celendín, respectivamente. El enorme cóndor que el inefable Gobernador de Arequipa (Elmer Cáceres Llica) está montando en la entrada de la Variante de Uchumayo en Arequipa. Y la lista de esperpentos continúa.

Eso en cuanto a obras de infraestructura superfluas. Pero ¿qué decir de los programas y burocracias superfluas? Por ejemplo, Proinversión. ¿Cuánto cuesta Proinversión? S/. 200 millones al año… y hasta más. ¿Cuántos contratos de concesión firmó Proinversión en lo que va del 2019? Naca la pirinaca. Conclusión y reflexión ¿para qué mantener a Proinversión si no sirve para nada, y cuesta un ojo de la cara?

Y así por el estilo. El Estado está lleno de programas que cuestan un montón de plata y que no brindan ningún servicio útil para la población. Incluso, muchos programas estatales no solo nos brindan ningún servicio útil, sino que – peor aún – nos maltratan. Hay programas sociales cuyos presupuestos burocráticos son tan altos que exceden a los presupuestos asistenciales. O sea, más se gasta en burocracias administrativas que en ayuda social efectiva. ¡Habrase visto semejantes sinsentido!

El gasto público debe orientarse – principalmente – a los siguientes 4 servicios básicos: (1) Agua e Infraestructura, (2) Salud y Medio Ambiente, (3) Educación, Deporte, Cultura y Ciencia, y (4) Seguridad Jurídica y Seguridad Ciudadana. Y punto. Pero con eficiencia. Nada de gastos superfluos.

No hay derecho que la burocracia estatal haya crecido tanto – y siga creciendo – como viene ocurriendo desde hace más de una década. Por eso no hay plata para nada. Todo se lo lleva la burocracia superflua, detrás de la cual se esconde la corrupción y la inoperancia estatal.

Hay que disminuir el gasto en burocracia administrativa. La mayor parte del presupuesto estatal debe gastarse en maestros, médicos y enfermeras, policías y militares, y jueces y fiscales. Y – por supuesto – en obras de infraestructura de servicios públicos: carreteras, hospitales, escuelas, etc.

Simplificación administrativa y transformación digital del Estado. Menos burocracia administrativa. Mejores servidores públicos. Cero firmas, ceros sellos, cero colas y cero coimas. ¡Así sea! Lampadia




“e-peru.com” contra la corrupción e inoperancia del Estado

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 26 de abril de 2019
Para Lampadia

La “p” minúscula y la “u” sin acento son cosas de la internet. En todo caso, son cuestiones de forma. En el fondo, lo que queremos es la transformación digital del Estado. Un Estado más electrónico. Más interconectado. Más “on-line”. Un Estado más rápido. Más austero. Más servicial.

Es cuestión de decisión política. Estamos en plena era digital. La “Internet de las Cosas” – “Internet of Things” (IoT) por sus siglas en inglés. – está con nosotros para quedarse, y para evolucionar a ritmo vertiginoso. Nuestra juventud está recontra involucrada en ella. Tenemos comercio electrónico y comunicaciones virtuales por todos lados. Tenemos criptomonedas, vehículos sin conductor, sistemas de reconocimiento facial, cirugía humana por internet, robótica, drones, y mil otras aplicaciones digitales más.

El objetivo en el caso de “e-peru.com” es cero papeles en el Estado. Cero copias certificadas. Cero sellos y firmas de puño y letra. Cero colas interminables. Y – lo más importante de todo – cero coimas.

El ejemplo a seguir es la lejana Estonia. Un sufrido país que formó parte de la Unión Soviética, y que – liberado del yugo comunista – emprendió un extraordinario proceso de desarrollo y modernización basado en la democracia política, la economía de mercado, y la transformación digital del Estado.

Hoy Estonia es la sociedad digital más desarrollada del mundo. Desde su nacimiento, los bebitos reciben su e-identidad, y a partir de allí toda la tramitología de los estonios es digital. La salud, la educación, los registros civiles, los títulos de propiedad, todas las licencias y permisos, la creación de empresas, las elecciones políticas… ¡todo es digital! Incluso los procesos judiciales, y las compras y contrataciones del Estado.

Obviamente, han desarrollado tecnologías de avanzada – muy seguras – para contrarrestar los hackeos informáticos. Sí pues, la corrupción y la criminalidad están en todas partes. ¡Hasta en el ciberespacio! Pero lo cierto y concreto es que – a pesar de ello – no existe tecnología más confiable y efectiva para combatir la corrupción, y mejorar la competitividad de un país, que la digitalización del Estado.

En el Gobierno Regional de Ica – durante la gestión anterior – avanzamos mucho a este respecto. Digitalizamos los trámites documentarios, lo cual nos permitió reducir los tiempos de atención a los ciudadanos. Digitalizamos la gestión hospitalaria. Gracias a ello – y al orden y disciplina que impusimos – eliminamos las colas para consultas externas, y mejoramos mucho el servicio a los pacientes. Asimismo, digitalizamos la tramitación de las licencias de conducir, con lo cual desarticulamos las mafias de los brevetes. Realmente fue una experiencia muy aleccionadora y gratificante.

El problema es que la actual gestión regional está desandando todo lo avanzado en esta materia. Obvio. A la corrupción no le conviene la digitalización. Los corruptos medran del maltrato. Las colas son su botín. La digitalización detecta a los médicos que abandonan los hospitales en horario de trabajo. Las cámaras de video registran a los que desaprueban los exámenes de manejo. La digitalización señala a los malos funcionarios que demoran – a propósito – los trámites burocráticos.

Moraleja: La transformación digital del Estado es muy buena para los ciudadanos. Pero muy mala para los funcionarios corruptos e inoperantes. Así es el tema. Por ello, para combatir la corrupción e inoperancia del Estado ¡vamos con “e-peru.com”! Lampadia




Trabajemos de la mano de la tecnología

Trabajemos de la mano de la tecnología

Históricamente hemos sufrido miedos sobre los avances tecnológicos. Un ejemplo es el invento del automóvil, que permitió limpiar las ciudades de la contaminación producida por los desechos de los caballos. Mientras que este invento eliminó muchos tipos de empleos, trajo muchos beneficios y facilitó el transporte en eficiencia, confort y distancia. Además, creó cuantiosos nuevos trabajos en manufactura y servicios, estableciendo además el paradigma de la producción en serie o masiva. Así como la de Henry Ford, muchas innovaciones visionarias son disruptivas y crean discontinuidades inimaginables, como se explica en su dicho: “Si le hubiera preguntado a la gente qué querían, me habrían dicho que un caballo más rápido”.

Si un trabajo es rutinario o mecánico, puede hacerlo una máquina. La tecnología eliminará muchos trabajos y creará disrupciones en casi todas las industrias. Esa es la verdad. Se teme que con la cuarta revolución industrial’, se producirán impactos disruptivos del empleo en todos los niveles educativos, de una profundidad y amplitud no antes vista. Ver en Lampadia: Organizaciones Exponenciales (I).

Sin embargo, como afirma el análisis del Banco Mundial, que publicamos líneas abajo, “A largo plazo, la innovación tecnológica generará mayores ingresos y calidad de vida. Incluso a la luz de los desafíos provocados por la Cuarta Revolución Industrial, esta predicción es alcanzable para toda la población y no solo para unos pocos privilegiados, pero solo si las instituciones públicas promueven la igualdad de oportunidades, generan un sistema educativo que favorece las habilidades flexibles y la creatividad, y usa políticas de redistribución para compartir el producto de ganancias tecnológicas. Con las instituciones públicas adecuadas, en lugar de enfurecerse o competir contra la máquina, podemos trabajar con las máquinas hacia un mejor futuro.”

Quizás la enseñanza más importante es que el sistema educativo necesita una revisión. Por el momento, el sistema está generando el tipo de trabajadores que necesitábamos hace 50 años. Estamos entrenando personas para que seamos buenos en cosas donde las máquinas son mejores, lo cual es un gran error. Necesitamos curiosidad intelectual, resolución de problemas, trabajo en grupo, creatividad y autodirección, muy, muy diferentes tipos de habilidades. Necesitamos aprender cómo educar y capacitar a las personas para que sean intelectualmente flexibles, para poder cambiar con el tiempo a medida que cambian los requisitos.

Uno de los puntos clave en los empleos del futuro son las habilidades blandas. Las habilidades blandas serán muy cotizadas en el futuro venidero, especialmente con el avance de la automatización y la cuarta revolución industrial. Se complementarán con las habilidades duras, que son las exigencias profesionales de un trabajo y conocimientos más académicos o cognitivos que, cada vez más, están al alcance de una tecla.

El libro ‘The Rise of the Robots’ de Martin Ford, reseñado en Lampadia en: El inexorable ascenso de los robots, refleja la creciente ansiedad sobre el posible impacto negativo de la automatización en el empleo, desde la fabricación hasta los servicios profesionales. El subtítulo de la edición del Reino Unido advierte sobre “la amenaza del desempleo masivo” y, la edición de EEUU, prevé “un futuro sin empleo”.

No podemos quedarnos con el miedo a los cambios y dejar que nublen nuestro criterio. La opción estratégica del Perú debe ser apostar por la tecnología. Tenemos que asumir el cambio con la mayor ambición posible. Solo así sacaremos el mayor provecho para crear mayor bienestar para los ciudadanos. Lampadia

El futuro del trabajo: Compitamos con (no en contra de) las máquinas

Lay Lian Chuah, Norman V. Loayza, y Achim D. Schmillen
Briefs de investigación y política
Publicado por el Banco Mundial de Malasia
Agosto de 2018
Traducido y glosado por Lampadia

¿Acaso la revolución en las tecnologías digitales y de la información nos hará obsoletos?
¿Se perderán trabajos y nunca se reemplazarán?
¿Bajarán los salarios a niveles insostenibles?

La historia, la teoría económica y la evidencia sugieren que, a largo plazo, tales temores están fuera de lugar. Sin embargo, en el corto y mediano plazo, la disrupción puede ser grave para ciertos tipos de trabajo, lugares y poblaciones.

En el período de transición, se necesitan políticas para facilitar la flexibilidad y la movilidad del mercado laboral, introducir y fortalecer las redes de seguridad y protección social y mejorar la educación y las capacitaciones.

 

El miedo: ¿nos estamos quedando sin trabajos?

Existe un creciente temor de que los avances recientes en tecnologías como la inteligencia artificial (IA) y la robótica lleven a la sustitución total de trabajadores humanos por máquinas y una era de desempleo masivo e incluso una mayor desigualdad de ingresos.

  • La revista estadounidense Mother Jones informa: “Las máquinas inteligentes probablemente no nos maten a todos, pero definitivamente nos quitarán nuestros trabajos y antes de lo que piensas”.
  • El periódico británico The Guardian argumenta, “La tecnología está vaciando a la clase media y creando una economía bifurcada”.
  • El Global Times de China señala: “No es del todo descabellado suponer que, bajo el dominio de los robots, los humanos se verían obligados a suplicar alimentos ya que no tienen ningún trabajo para hacer”.

Al menos desde la Primera Revolución Industrial en la década de 1750, los trabajos y los medios de subsistencia de los trabajadores se han visto amenazados por las máquinas que pueden reemplazarlos. Frente a esta amenaza, los luditas se organizaron para destruir maquinaria de tejido en Inglaterra a principios del siglo XIX. Más recientemente, los taxistas de París, Ciudad de México y Bogotá han bloqueado las calles y, a veces han recurrido a la violencia, para protestar contra el advenimiento de los servicios de viaje compartido con tecnología como Uber. Perder nuestros trabajos porque nos hemos quedado obsoletos puede ser uno de nuestros mayores temores, y por buenas razones: la pérdida de empleo tiene efectos negativos significativos y duraderos sobre el empleo futuro, las ganancias, el consumo, la salud e incluso la esperanza de vida. Para algunas personas, las tasas de mortalidad en el año posterior a la pérdida del empleo son hasta un 100% más altas (Sullivan y von Wachter 2009).

Estas preocupaciones han sido repetidas y estudiadas en economía. En su ensayo profético sobre las “Posibilidades económicas para nuestros nietos”, Keynes (1930) predijo el declive del empleo frente a las tecnologías modernas y lo denominó el “desempleo tecnológico”. Leontief (1983) se preguntó si los trabajadores seguirían “el mismo camino que los caballos”, reemplazados por máquinas.

En Estados Unidos y otros países desarrollados, el crecimiento del empleo ha seguido una forma de ‘U’ en las últimas décadas, aumentando para los trabajadores de baja y alta capacitación, pero disminuyendo para los trabajadores de capacidades medias, como los trabajadores de fábrica y administrativos (Autor, Katz y Kearney 2006; Goos y Manning 2007; Autor 2015b). Esto ha resultado en la polarización del empleo y los salarios. Mientras que otras tendencias como el cambio climático, el cambio demográfico y la globalización también han afectado el empleo, un estudio de los Estados Unidos encontró que los condados (jurisdicciones por debajo del nivel estatal) más “expuestos” a los robots han perdido más empleos que otros (Acemoglu y Restrepo 2017). También hay cierta evidencia de crecimiento del empleo en forma de ‘U’ para muchos países en desarrollo. Sin embargo, para este grupo de países, la evidencia general sobre la relación entre el crecimiento del empleo y la distribución de habilidades es más tentativa y mixta. Si bien la relación ha sido en forma de U para países tan diversos como Malasia, Polonia y Turquía, los patrones para China y una variedad de otros países en desarrollo han sido diferentes (figura 1). Esta diversidad probablemente esté relacionada con la interacción entre las condiciones del mercado laboral local, incluida la distribución de habilidades y las tecnologías que se adoptan.

El pasado del trabajo: ¿hemos estado aquí antes?

Una forma de estructurar la historia económica de los países desarrollados en los últimos 250 años es referirse a tres revoluciones industriales pasadas que ocurrieron en los años 1760, 1890 y 1970. A su vez, estas revoluciones pueden caracterizarse por la innovación tecnológica que las impulsó. Por lo tanto:

  • La Primera Revolución Industrial usó máquinas de vapor y fábricas para mecanizar la producción;
  • La segunda utilizó electricidad, petróleo y líneas de ensamblaje para generar producción industrial;
  • La tercera utilizó electrónica y tecnología de la información para automatizar la producción.

Las tres revoluciones industriales pasadas llevaron a grandes mejoras en la productividad. Esto, a su vez, elevó el bienestar en los países desarrollados a niveles inimaginables, tanto en términos de nivel de vida material como de ocio (desde la década de 1950, el promedio de horas por trabajador ha estado cayendo entre los países de la OCDE). En la actualidad, el nivel de vida y el ocio en los países en desarrollo van muy por detrás de los países desarrollados. Por lo tanto, los efectos del crecimiento futuro de la productividad sobre el bienestar pueden ser incluso más beneficiosos en los países en desarrollo que en los desarrollados.

Sin embargo, el aumento de la productividad toma tiempo en materializarse. En el caso de la electricidad, el auge de la productividad se produjo solo en la década de 1920, más de 30 años después de la electrificación de fábrica. Brynjolfsson, Rock y Syverson (2018) sostienen que lo mismo ha sucedido con las tecnologías de la información y las comunicaciones, que comenzaron en la década de 1970, pero solo en la década de 2000 han producido un notable aumento de la productividad. En 1987, Solow dijo, “Se puede ver la era de la informática en todas partes, pero en las estadísticas de productividad”. Esta pausa de productividad es común para la mayoría de las tecnologías, pero es particularmente pronunciada para tecnologías de propósito general como la máquina de vapor, electricidad, computadoras y el Internet. Usarlos de manera efectiva requiere una transformación del proceso de producción que puede llevar años, así como una inversión sustancial sin un beneficio inmediato.

Todas las revoluciones industriales han amenazado la transformación económica y al empleo. En los últimos 250 años, sin embargo, la innovación tecnológica no ha producido un desempleo masivo (Gordon 2016). Un bien específico, un tipo de trabajo, o incluso un sector en la economía puede disminuir e incluso desaparecer con la llegada de las nuevas tecnologías. Sin embargo, lo que es cierto para un sector, producto o trabajo no ha sido cierto para la economía en general (Autor 2015b).

El ejemplo de la agricultura en los países desarrollados es instructivo. En Estados Unidos, entre 1900 y 2000, la agricultura pasó de ser el principal empleador en la economía, con el 41 % de todos los empleos, a emplear solo el 2 % de los trabajadores, según datos del Departamento de Agricultura de EEUU. Durante este siglo, las ganancias de productividad permitieron que la agricultura alimentara a una población creciente con menos trabajadores, mientras que el aumento de nuevas actividades económicas creó puestos de trabajo y oportunidades mejor remunerados en las ciudades para todos los trabajadores. En los países en desarrollo, la agricultura todavía desempeña un papel relativamente importante. Sin embargo, incluso dentro de este grupo de países, su participación en el empleo general ha sido lento pero secular. Entre los países de ingresos bajos y medianos, el empleo en la agricultura como porcentaje del empleo total disminuyó del 53% al 32 % entre 1991 y 2016, según los Indicadores del Desarrollo Mundial del Banco Mundial.

Aunque los efectos positivos en el sector laboral de las últimas tres revoluciones industriales se materializaron a largo plazo, hubo un período prolongado en el que los salarios y el empleo disminuyeron o permanecieron estancados a pesar de que se adoptaron nuevas tecnologías y aumentó la productividad. Allen (2009) apodó a este período “la pausa de Engels”, después de los ensayos de Friedrich Engels sobre la clase obrera británica. La “pausa de Engels” duró casi 80 años después del comienzo de la Primera Revolución Industrial y unos 40 años después de la Segunda. Causó trastornos en el trabajo y disturbios sociales (como lo ilustraron con perspicacia las historias de Charles Dickens) y, posiblemente, incluso revoluciones políticas, como las que recorrieron Europa en la década de 1840.

El futuro del trabajo: ¿esta vez es diferente?

Ninguna Revolución Industrial tiene exactamente los mismos efectos en el mercado laboral que las anteriores. Los avances en la inteligencia artificial, la robótica y otras tecnologías han llevado a afirmar que estamos en la cúspide de una nueva era de la máquina que eclipsará las anteriores olas de automatización en términos de escala, velocidad y alcance de la disrupción que causa. Una característica definitoria de la Cuarta Revolución Industrial parece ser que, aunque anteriormente la tecnología podía realizar tareas manuales y cognitivas de rutina, en la revolución informática y digital actual, las máquinas también pueden realizar algunas tareas no rutinarias que hasta ahora estaban reservadas para los humanos: la aplicación de lógica e información para proporcionar una amplia gama de productos y servicios, desde manufactura y transporte automatizados hasta contabilidad y decisiones judiciales (Brynjolfsson y McAfee 2011, 2014).

La disrupción causada por la Cuarta Revolución Industrial parece ser particularmente palpable en los países desarrollados, pero también hay signos crecientes de ello en el mundo en desarrollo. En los últimos años, en Filipinas, por ejemplo, la industria de subcontratación de procesos comerciales se ha convertido en un importante sector de actividad económica y fuente de empleos bien remunerados, que emplea a más de un millón de personas. Sin embargo, algunas empresas de la industria han invertido recientemente en tecnología y, por ejemplo, han comenzado a reemplazar a los agentes de call center por chatbots con sistemas de inteligencia artificial. Si bien el impacto del cambio tecnológico es, por el momento, más evidente en la subcontratación comercial “poco orientada a procesos”, relativamente poco calificada, existen temores generalizados de impactos más generales en el mediano plazo.

Esto no significa que las máquinas reemplazarán a todos los trabajadores o que los salarios se desplomarán en todos los ámbitos. Las computadoras basadas en inteligencia artificial son notablemente eficaces en la realización de tareas específicas en lugar de replicar la inteligencia humana. Los primeros intentos de imitar a los humanos en la década de 1970 descarrilaron a la IA durante décadas. Por el contrario, el éxito reciente de la IA se ha basado en un enfoque algorítmico que utiliza redes neuronales y aprendizaje profundo para tareas bien definidas y limitadas. Es probable que la contribución humana siga siendo el ingrediente crucial: el “anillo tórico”, como lo llama Autor (2015b). A través de esta ilustración y sus reflexiones sobre la paradoja de Polanyi (“Nuestro conocimiento tácito de cómo funciona el mundo a menudo excede nuestro entendimiento explícito”), Autor (2015a, 2015b) ha enfatizado la fuerte complementariedad entre las máquinas y los humanos.

La sustitución de mano de obra por máquinas lleva tiempo y depende de circunstancias específicas de un contexto dado. Las innovaciones tecnológicas tienden a ocurrir en los países desarrollados, y su adopción en los países en desarrollo generalmente ocurre con un retraso de tiempo. Generalmente, la mano de obra es mucho más barata en los países en desarrollo que en los desarrollados. Esto ralentiza aún más el ritmo relativo de adopción de nuevas tecnologías en los países en desarrollo, lo que implica que en muchas de ellas las preocupaciones sobre las implicaciones de la Tercera Revolución Industrial siguen pareciendo más urgentes que las relativas a la Cuarta. Sin embargo, incluso los bajos costos de mano de obra no detienen por completo la adopción de tecnología. Por ejemplo, Top Glove de Malasia es uno de los fabricantes de guantes de goma más grandes del mundo, con aproximadamente una cuarta parte de la participación de mercado global. Como los salarios en Malasia han aumentado gradualmente en los últimos 25 años, la empresa ha seguido siendo competitiva mediante la sustitución gradual de la mano de obra extranjera por la doméstica. Sin embargo, como varios factores han aumentado aún más el costo relativo de la mano de obra, la compañía ahora está buscando automatizar cada vez más.

Un marco para evaluar el impacto de la innovación tecnológica en el empleo y los salarios

Acemoglu y Autor (2011) y Acemoglu y Restrepo (2018) brindan un marco útil para evaluar los efectos laborales y salariales de la innovación tecnológica. De acuerdo con este marco, en términos generales hay dos tipos de innovaciones: tecnologías habilitantes y tecnologías de reemplazo.

  • Las tecnologías habilitantes amplían la productividad del trabajo y conducen a un mayor empleo y salarios. Los ejemplos modernos son el diseño asistido por computadora (CAT) y el software estadístico para el análisis económico y social.
  • Las tecnologías de reemplazo, por el contrario, sustituyen al trabajo, haciendo que los trabajadores sean menos útiles y bajando sus salarios. Ejemplos modernos son robots industriales para manufactura de automóviles y software para contabilidad e informes fiscales.

El efecto directo de reemplazar las tecnologías es negativo en los salarios y el empleo. Sin embargo, estas tecnologías aún pueden tener un efecto positivo en dos formas principales.

  • Primero, las nuevas tecnologías pueden generar tareas complementarias. En Estados Unidos, por ejemplo, después de que se introdujeron cajeros automáticos (ATM) hace 40 años, el número de cajeros de banco, lejos de reducirse, se duplicó; la función de los cajeros se volvió más orientada al servicio y a la información (Bessen 2015).
  • En segundo lugar, los efectos de productividad pueden ser lo suficientemente grandes como para crear riqueza y generar demanda para otros trabajos (por ejemplo, en turismo y hospitalidad).

La caracterización de las tecnologías habilitadoras y reemplazantes depende no solo de las propiedades técnicas de las innovaciones sino también de las habilidades de los trabajadores y las condiciones del mercado laboral donde se implementan. La misma tecnología puede reemplazar a los trabajadores en algunos casos y brindarles nuevas oportunidades en otros: aquellos bien preparados con habilidades complementarias se beneficiarían más de las innovaciones tecnológicas. Por lo tanto, un desafío importante para los responsables de las políticas, las instituciones educativas y los hogares es identificar estas habilidades complementarias para el futuro trabajo. Las condiciones del mercado laboral, por su parte, pueden afectar la forma en que las innovaciones afectan el empleo y los salarios. Los mercados laborales rígidos tenderían a ajustarse al perder la mano de obra, mientras que los mercados laborales más flexibles se ajustarían mediante reducciones salariales. Los mercados de trabajo flexibles también pueden inducir la reasignación y la movilidad de los trabajadores frente a las conmociones tecnológicas, mitigando los efectos negativos tanto en el empleo como en los salarios. Identificar las principales fuentes de fricción en los mercados laborales rígidos (fricciones reglamentarias y de comportamiento) puede orientar las reformas de política.

¿Qué políticas se necesitan? ¿Qué pueden hacer los países?

Hoy en día, más personas están empleadas que nunca. A la larga, se crearán nuevas tareas y nuevos puestos de trabajo que son difíciles de imaginar ahora (de la misma manera que incluso el observador más conocedor e imaginativo de principios del siglo XX no habría adivinado cómo se emplearían los trabajadores que abandonan la agricultura en las siguientes décadas). Al mismo tiempo, muchos de los avances tecnológicos actuales amplían la desigualdad. Los retornos a las tareas que complementan las nuevas tecnologías han crecido de manera espectacular, pero muchos puestos de trabajo de capacidades bajas y medianas corren el riesgo de ser reemplazados por la automatización. La perspectiva de una “pausa de Engels” se avecina en el horizonte. Esto plantea la pregunta de cómo mitigar, si no evitar, los efectos negativos del cambio tecnológico.

El cambio tecnológico promete enormes ganancias en productividad y bienestar. Por lo tanto, las políticas “neo-luditas” que apuntan a detener o retrasar la Cuarta Revolución Industrial parecen equivocadas. En cambio, la principal pregunta de política es cómo maximizar los beneficios sociales potenciales del cambio tecnológico. Esto requiere políticas que faciliten la flexibilidad y la movilidad del mercado laboral, introduzcan y fortalezcan las redes de seguridad y protección social, y mejoren la educación y la capacitación.

Las políticas que hacen que el trabajo sea excesivamente costoso inducen la adopción de tecnologías que reemplazan la mano de obra. La reforma del mercado laboral debería estar dirigida a facilitar la flexibilidad y la movilidad laboral, incluida la migración internacional. La evidencia reciente para Estados Unidos, por ejemplo, sugiere que la inmigración reduce los efectos negativos del cambio tecnológico para los trabajadores nativos en el extremo inferior de la distribución salarial. Esto se debe a que una afluencia de inmigrantes especializados en tareas manuales atenúa la degradación de los empleos de los trabajadores nativos y los salarios inducidos por el cambio tecnológico (Basso, Peri y Rahman, 2017). Lograr que el entorno empresarial sea adecuado para que las empresas inviertan y contraten trabajadores y reducir las fallas del mercado que obstaculizan las nuevas empresas, de manera similar, puede ayudar a capturar los beneficios del cambio tecnológico. El principio de política no debe ser proteger los empleos que se vuelven obsoletos e improductivos debido a los cambios tecnológicos sino a proteger a las personas (como ejemplifica el enfoque de flexiseguridad del mercado laboral danés, Banco Mundial 2013).

Un mercado laboral más dinámico requiere una mejor protección social para ser tanto factible como deseable. Las redes de seguridad, incluidas las transferencias de efectivo a los pobres y desempleados, son esenciales para apoyar a los trabajadores (y sus familias) que pueden verse desplazados o reemplazados cuando se implementan nuevas tecnologías. La evidencia de todo el mundo muestra que las redes de seguridad bien diseñadas contribuyen de manera sustancial a la lucha contra la pobreza y la desigualdad, tanto en el largo plazo como en el ajuste a grandes shocks tecnológicos (Banco Mundial 2013, 2018).

No menos importante, la reforma educativa -enfatizando habilidades científicas, matemáticas y de comunicación, así como también habilidades blandas como perseverancia, flexibilidad, creatividad, adaptabilidad y trabajo en equipo- es crucial para desarrollar las habilidades complementarias que los trabajadores necesitan para beneficiarse de todo tipo de máquinas y tecnologías. Complementar la educación con políticas activas del mercado de trabajo, capacitación laboral y otras oportunidades para el aprendizaje permanente puede alentar a los trabajadores a mantenerse comprometidos y continuar participando en los cambiantes mercados laborales (Card, Kluve y Weber 2018, OCDE 2017).

Tener las habilidades adecuadas puede transformar las tecnologías de “reemplazo” en tecnologías “habilitantes” para los trabajadores. El “movimiento de la escuela secundaria” en los Estados Unidos a principios del siglo XX (que ordenó y facilitó la estancia de los niños en la escuela hasta los 16 años) fue una gran inversión que preparó a varias generaciones para beneficiarse de la transformación estructural de la agricultura y la Revolución industrial. Más recientemente, la participación de la fuerza de trabajo de China con educación secundaria superior aumentó de 6 % a 29 % de 1980 a 2015. En paralelo, la proporción de la fuerza de trabajo del país con educación terciaria aumentó del 1 % a más del 12 %, mientras que la participación del empleo en el sector privado aumentó de prácticamente cero en 1978 a más del 83 % en 2014. Las mejoras resultantes en el capital humano y una asignación más eficiente del trabajo facilitaron la adaptación tecnológica efectiva y la transformación económica. Se puede considerar un factor clave detrás del éxito económico de China desde 1978 (Li et al., 2017).

El principio fundamental que subyace a estas políticas es que las tecnologías y los mercados no producen resultados; las personas y las instituciones lo hacen. La comparación con la riqueza de recursos naturales es informativa: dependiendo de las instituciones públicas, puede conducir a un aumento sustancial del bienestar social o al desperdicio y las ganancias plutocráticas.

Conclusión: compita con (no en contra de) las máquinas

El ensayo de Keynes sobre las “Posibilidades económicas para nuestros nietos” fue optimista, una voz de esperanza, ya que la economía mundial estaba a punto de sumergirse en la Gran Depresión. Predijo que el desempleo tecnológico sería un fenómeno temporal. A largo plazo, la innovación tecnológica generará mayores ingresos y calidad de vida, incluido más ocio. Incluso a la luz de los desafíos provocados por la Cuarta Revolución Industrial, esta predicción es alcanzable para toda la población y no solo para unos pocos privilegiados, pero solo si las instituciones públicas promueven la igualdad de oportunidades, generan un sistema educativo que favorece las habilidades flexibles y la creatividad, y usa políticas de redistribución para compartir el producto de ganancias tecnológicas. Con las instituciones públicas adecuadas, en lugar de enfurecerse o competir contra la máquina, podemos trabajar con las máquinas hacia un mejor futuro. Lampadia




Impulsando la transformación digital en el país

Ayer se inició el primer CADE Digital, un foro en Perú para impulsar la transformación digital en el país y que reúne a los líderes empresariales del sector público y la academia. En este evento, llamado “PERÚ DIGITAL (R)EVOLUCIONA” se compartió la visión y la experiencia de organizaciones líderes, nacionales e internacionales.

La primera charla fue de Mariano Zegarra, socio líder de Advisory de KPMG, con el tema: “La transformación digital es ahora”. La transformación digital en el Perú es urgente e importante, el desafío principal pasa por el cambio cultural y la tasa de adopción. Por lo tanto, las compañías peruanas deben incorporar no solo talento millennial, sino también miembros del directorio con perfil digital.

¿Cómo empezar con la transformación digital? Para Zegarra, el foco debe ser siempre el cliente. Este tema se expandió en la segunda charla dirigida por Enrique Ortegón, Director General de Salesforce en Latinoamérica, quien habló del Comportamiento y expectativas de los clientes de hoy y las nuevas maneras de conectar con ellos.

La innovación digital está sacudiendo las industrias, cambiando el poder de las marcas a los consumidores, cambiando el valor de los jugadores tradicionales a los insurgentes digitales y colocando al consumidor como protagonista de todo este proceso de cambio.

Los dispositivos móviles, las redes sociales, la digitalización y la adopción de la nube han cambiado fundamentalmente la forma en que los consumidores compran y usan productos y servicios en todo el mundo. Y los consumidores están haciendo que las compañías trabajen más para ganar su interés. El éxito de la transformación digital dependerá del éxito de las empresas de consumo para innovar y mantener la confianza de sus consumidores.

La verdad es que, como afirma Ortegón, la tecnología digital ha transformado los hábitos de los consumidores. Los dispositivos móviles, las aplicaciones, el aprendizaje automático, la automatización y mucho más permiten a los clientes obtener lo que quieren casi exactamente en el momento en que lo necesitan.

Además, estas nuevas tecnologías digitales han causado un cambio en las expectativas de los clientes, lo que resulta en un nuevo tipo de comprador moderno. Está constantemente conectada, es nativa de los smartphones y conoce lo que puede hacer con la tecnología.

Por lo tanto, la tecnología digital requiere que reconsideremos cómo interactuar con los clientes:

  • Para los equipos de ventas B2B, lo primero digital significa reemplazar las llamadas por ventas sociales. Sus clientes ya están activos en las redes sociales y ahí es donde debe estar. En lugar de esperar a que el cliente lo contacte, tendrá que comunicarse con ellos, establecer una relación y ayudar a educarlos. Puede hacerlo compartiendo contenido relevante y su experiencia como parte de una solución a su problema.
  • Para los equipos de marketing, lo primero digital significa reducir su gasto en actividades de marketing sin conexión, como correo directo, vallas publicitarias y anuncios de televisión. Sus clientes quieren y esperan mensajes altamente personalizados, que solo pueden lograrse a través de una estrategia de marketing basada en Big Data. Ahora, necesitan utilizar canales digitales como el correo electrónico, las redes sociales y web para rastrear los gustos y preferencias de los usuarios.
  • En el caso del servicio al cliente, lo digital no es solo ser reactivo sino de ser proactivo en la forma de ayudar a sus clientes, que utilizan una amplia gama de canales para buscar asistencia. Los medios sociales, los foros y las comunidades son ahora parte del ecosistema de servicio al cliente.

Y es que, en la era de los mercados hipercompetitivos, son los clientes quienes tienen el poder. Si bien la mayoría de los clientes ya no exhiben la lealtad de marca tradicional, son leales a la marca que brinda la mejor experiencia. En un estudio reciente citado por Ortegón, el 80% de los clientes indicaron que prefieren las empresas que ofrecen experiencias personalizadas y que los clientes que encuentran experiencias personalizadas muy atractivas tienen 10 veces más probabilidades de ser el cliente más valioso de una marca. Muchas marcas ya entienden que no pueden competir únicamente en productos o servicios, pero para seguir siendo competitivas, deben competir en la experiencia del cliente. Las campañas de amplia base, que solían ser el estándar para la estrategia de segmentación de marketing, ahora se están convirtiendo en experiencias individualizadas basadas en las necesidades y preferencias de los clientes. En este momento, el cliente final es el rey y las empresas que no se dan cuenta de esto se quedarán atrás de la competencia.

Por eso, uno de los motivos por lo cual la transformación digital toma una representatividad e importancia cada vez mayor, es justamente el hecho de que las experiencias digitales y multicanales están consolidándose como requisito para los consumidores cada vez más conectados, informados y empoderados. Es por eso, también, que las estrategias para mejorar la experiencia del cliente están entre los principales elementos de la transformación digital.

Con iniciativas de transformación digital, las empresas consiguen saber más sobre cada cliente, cómo se comporta y cuál es su jornada, además de vender más y mejor. En el final, es posible agregar valor para consumidores y generar resultados para el negocio. Lampadia




La transformación digital: Migrando hacia las redes

La transformación digital: Migrando hacia las redes

En Lampadia hemos enfatizado en muchas ocasiones los distintos aspectos y consecuencias de la Revolución Tecnológica en los sectores económicos, sociales y políticos del mundo, además de su impacto en el Perú y cómo debemos prepararnos para aprovecharla al máximo.

Es por eso que consideramos que la reciente presentación “La Transformación Digital: Ahora es el momento” del Director General Unidad de Consumo de Telefónica en Perú, Michael Duncan, en el último CADE Ejecutivos 2015, es especialmente importante y relevante en la coyuntura actual. 

Como afirma Duncan, “vivimos en medio de una revolución digital sin precedentes”. El mundo es cada vez más cambiante y requiere de una adaptación constante, innovadora y disruptiva. Por eso, la transformación digital es crucial para la adaptación de los negocios al nuevo entorno digital que requiere un nuevo uso de la tecnología disponible.

Esto trae consigo grandes oportunidades para aprovechar la ventaja competitiva de los emprendedores que sepan desenvolverse. Es por eso que los peruanos debemos mantenernos actualizados y preparados para el despliegue de las potencialidades de las tecnologías emergentes y tomar conciencia de esta realidad que trae la ‘tercera revolución industrial’ que ya está entre nosotros. Ver en Lampadia: La Tercera Revolución Industrial. Eso implica repensar nuestras prioridades y cambiar la velocidad en que diseñamos políticas públicas y las llevamos a la práctica.

Como muestra la presentación, el Perú sigue atrasado en la digitalización comparado con el resto de América Latina, quedándose en el puesto 90. Nos queda mucho por hacer y no podemos perder el tren de la transformación digital. 

En palabras del historiador israelí, Yuvah Noah Harari: “Países que, como China, perdieron el tren de la Revolución Industrial, 150 años más tarde han conseguido recuperar el terreno perdido, en gran medida, en términos económicos, gracias a la mano de obra barata. Esta vez, quienes pierdan el tren no tendrán una segunda oportunidad. Hoy en día, si un país, un grupo de personas, se queda descolgado, no tendrá una segunda oportunidad, en particular porque la mano de obra barata no tendrá ninguna relevancia.”

“¡Ahora es el momento actuar!” Lampadia

Ver la presentación completa aquí:

La Transformación Digital: Ahora es el momento