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Los miedos infundados por las nuevas tecnologías

Los miedos infundados por las nuevas tecnologías

Los temores acerca de los posibles impactos negativos futuros de las tecnologías nacidas en el seno de la 4ta Revolución Industrial (4IR) siguen emergiendo entre los opinólogos alrededor del mundo desarrollado. El argumento más citado que tiene ver con el desempleo masivo que se producirían en los sectores primarios y secundarios de la economía producto de los avances de la inteligencia artificial y la robótica no solo no se condice con la evidencia, sino que se alimentan del desconocimiento de la naturaleza de tales tecnologías y de la creación de nuevas ocupaciones que están suscitando en los sectores terciarios (ver Lampadia: Automatización demandará nuevos empleos y habilidades). Pero también se debe a un factor de incertidumbre acerca de la evolución que podría desencadenarse al interior de ellas.

Por otra parte, lo que no discuten dichos opinólogos es que este patrón de pesimismo frente al avance de las tecnologías ya se ha repetido innumerables veces en la historia. Esto lo resume muy bien un reciente artículo publicado por The Economist, y que compartimos líneas abajo, en el que se hace un breve recuento de cómo dicho pesimismo surgió en su momento también en la Revolución Industrial con el surgimiento de las máquinas y posteriormente en la edad contemporánea con la creación de los automóviles, por mencionar las tecnologías más representativas. Todos estos sucesos fueron precedidos por una preocupación de la sociedad tal cual hoy, pero con el pasar del tiempo dio paso a debates que produjeron soluciones conjuntas que inhibieron cualquier intento de que dichas tecnologías “pisotearan” la dignidad de las personas como usualmente se pretende hacer creer.

En ese sentido, creemos, como deja entrever The Economist en el presente artículo, que esta misma sucesión de hechos podría pasar también con las tecnologías de la 4IR, lo cual debería levantar de una vez por todas las preocupaciones infundadas, pero sobretodo satanizaciones que muchas veces se hacen de estas tecnología que eventualmente pueden conllevar a que se hagan políticas públicas que atentan contra las libertades económicas, ya sea regulando la creación de bienes o imponiendo cargas absurdas y sin ningún sustento técnico. Lampadia

Tecnología y sociedad
Pesimismo vs progreso

Las preocupaciones contemporáneas sobre el impacto de la tecnología son parte de un patrón histórico
18 de diciembre, 2019
The Economist
Traducido y comentado por
Lampadia

Más rápido, más barato, mejor: la tecnología es un campo en el que muchas personas confían para ofrecer una visión de un futuro mejor. Pero a medida que comienza la década de 2020, el optimismo es escaso. Las nuevas tecnologías que dominaron la última década parecen empeorar las cosas. Se suponía que las redes sociales unirían a las personas. En la primavera árabe de 2011 fueron aclamadas como una fuerza liberadora. Hoy son más conocidos por invadir la privacidad, difundir propaganda y socavar la democracia. El comercio electrónico, el transporte y la economía de los conciertos pueden ser convenientes, pero están acusados de pagar menos a los trabajadores, exacerbar la desigualdad y obstruir las calles con vehículos. A los padres les preocupa que los teléfonos inteligentes hayan convertido a sus hijos en zombis adictos a la pantalla.

Las tecnologías que se espera dominen la nueva década también parecen arrojar una sombra oscura. La inteligencia artificial (en adelante, IA) puede afianzar prejuicios, amenazar su trabajo y apuntalar a gobernantes autoritarios. El 5G está en el corazón de la guerra comercial sino-estadounidense. Los autos autónomos todavía no funcionan, pero logran matar a las personas de todos modos. Las encuestas muestran que las empresas de Internet ahora son menos confiables que la industria bancaria. En el momento en que los bancos se esfuerzan por renombrarse como empresas tecnológicas, los gigantes del Internet se han convertido en los nuevos bancos, transformándose de imanes de talento a parias. Incluso sus empleados están en revuelta.

El New York Times resume la oscuridad invasora. “Un ambiente de pesimismo”, escribe, ha desplazado “la idea del progreso inevitable nacido en las revoluciones científicas e industriales”. Excepto que esas palabras son de un artículo publicado en 1979. En aquel entonces, el periódico se preocupó que la ansiedad fuera “alimentada por crecientes dudas sobre la capacidad de la sociedad para controlar las fuerzas aparentemente desbocadas de la tecnología “.

El ánimo sombrío de hoy se centra en los teléfonos inteligentes y las redes sociales, que despegaron hace una década. Sin embargo, antes ha surgido la preocupación de que la humanidad haya dado un giro tecnológico erróneo o de que determinadas tecnologías puedan estar haciendo más daño que bien. En la década de 1970, el desánimo fue provocado por las preocupaciones sobre la sobrepoblación, el daño ambiental y la perspectiva de la inmolación nuclear. La década de 1920 fue testigo de una reacción violenta contra los automóviles, que anteriormente se había visto como una respuesta milagrosa a la aflicción de los vehículos tirados por caballos, que llenaron las calles de ruido y estiércol, y causaron congestión y accidentes. Y la plaga de la industrialización fue denunciada en el siglo XIX por los luditas, los románticos y los socialistas, quienes se preocuparon (con buena razón) por el desplazamiento de artesanos calificados, el despojo del campo y el sufrimiento de las manos de las fábricas que trabajaban en las fábricas de humo.

Aléjese, y en cada uno de estos casos históricos, la decepción surgió de una mezcla de esperanzas no realizadas y consecuencias imprevistas. La tecnología desata las fuerzas de la destrucción creativa, por lo que es natural que conduzca a la ansiedad; para cualquier tecnología, sus inconvenientes a veces parecen ser mayores que sus beneficios. Cuando esto sucede con varias tecnologías a la vez, como hoy, el resultado es un sentido más amplio de tecnopesimismo.

Sin embargo, ese pesimismo puede ser exagerado. Con demasiada frecuencia, las personas se centran en los inconvenientes de una nueva tecnología y dan por sentado sus beneficios. Las preocupaciones sobre el tiempo frente a la pantalla deben compararse con los beneficios mucho más sustanciales de la comunicación ubicua y el acceso instantáneo a la información y el entretenimiento que los teléfonos inteligentes hacen posible. Otro peligro es que los esfuerzos de el ludita para evitar los costos a corto plazo asociados con una nueva tecnología terminarán negando el acceso a sus beneficios a largo plazo, algo que Carl Benedikt Frey, un académico de Oxford, llama una “trampa tecnológica”. El temor de que los robots roben los trabajos de las personas puede llevar a los políticos a grabarlos, por ejemplo, para desalentar su uso. Sin embargo, a la larga, los países que deseen mantener su nivel de vida a medida que su fuerza laboral envejezca y se reduzca necesitarán más robots, no menos.

Eso apunta a otra lección, que es que el remedio a los problemas relacionados con la tecnología a menudo involucra más tecnología. Las bolsas de aire y otras mejoras en las características de seguridad, por ejemplo, significan que en EEUU las muertes en accidentes automovilísticos por cada mil millones de millas recorridas han disminuido de alrededor de 240 en la década de 1920 a alrededor de 12 en la actualidad. La IA se está aplicando como parte del esfuerzo para detener el flujo de material extremista en las redes sociales. El último ejemplo es el cambio climático. Es difícil imaginar una solución que no dependa en parte de las innovaciones en energía limpia, captura de carbono y almacenamiento de energía.

La lección más importante es sobre la tecnología misma. Cualquier tecnología poderosa puede usarse para bien o para mal. Internet difunde la comprensión, pero también es donde los videos de personas decapitadas se vuelven virales. La biotecnología puede aumentar el rendimiento de los cultivos y curar enfermedades, pero igualmente podría conducir a armas mortales.

La tecnología en sí misma no tiene agencia: son las elecciones que las personas hacen al respecto las que dan forma al mundo. Por lo tanto, el techlash es un paso necesario en la adopción de nuevas tecnologías importantes. En el mejor de los casos, ayuda a enmarcar cómo la sociedad acepta las innovaciones e impone reglas y políticas que limitan su potencial destructivo (cinturones de seguridad, convertidores catalíticos y regulaciones de tráfico), acomoda el cambio (escolarización universal como respuesta a la industrialización) o inicia un trade-off (entre la conveniencia del transporte y la protección de los trabajadores). Un escepticismo saludable significa que estas preguntas se resuelven mediante un amplio debate, no por una camarilla de tecnólogos.

Enciende el motor moral

Quizás la verdadera fuente de ansiedad no sea la tecnología en sí misma, sino las crecientes dudas sobre la capacidad de las sociedades para mantener este debate y encontrar buenas respuestas. En ese sentido, el tecnopesimismo es un síntoma del pesimismo político. Sin embargo, hay algo perversamente tranquilizador sobre esto: un debate sombrío es mucho mejor que ningún debate. Y la historia todavía defiende, en general, el optimismo. La transformación tecnológica desde la Revolución Industrial ha ayudado a frenar los males antiguos, desde la mortalidad infantil hasta el hambre y la ignorancia. Sí, el planeta se está calentando y la resistencia a los antibióticos se está extendiendo. Pero la solución a tales problemas requiere el despliegue de más tecnología, no menos. Entonces, a medida que transcurre la década, deje a un lado la penumbra por un momento. Estar vivo en la década de 2020 obsesionada por la tecnología es estar entre las personas más afortunadas que jamás hayan vivido. Lampadia




¿Se ha malogrado el libre comercio?

Continuando con nuestro seguimiento de la campaña “Open Future” realizado por The Economist, queremos compartir el debate sobre la realidad del libre comercio y la necesidad de apoyar con medidas efectivas a los perdedores del comercio y la globalización.

Lamentablemente, los países más ricos como EEUU y los europeos, donde la globalización alentó la movilidad internacional del trabajo, o la deslocalización del empleo a países emergentes, empezando por China, más la crisis financiera del 2008/9 y la revolución tecnológica que reduce la demanda de empleo, han originado, entre los más ricos, la aparición de un neo populismo político en Europa y EEUU.

Este aumento de la tendencia populista, que responde a situaciones internas de los más desarrollados, está restando legitimidad y aprobación a los beneficios del libre comercio y la globalización. El aumento del apoyo al populismo de derecha y de izquierda en las democracias occidentales ya está alterando la historia, transformando la política y representando una amenaza para las democracias más prestigiosas.

Donald Trump fomentó una ola de populismo que lo llevó a la Casa Blanca. Lo mismo sucedió en el Reino Unido, donde los populistas lograron el voto por el Brexit. El éxito de la Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán) en las elecciones  alemanas muestra que el populismo se queda en Europa (ver en Lampadia: Gran Bretaña al límite, Alemania en veremos). Al parecer, los votantes están hartos de las elites tradicionales y de la política dominante y prefieren ir con movimientos que creen que escucharán sus preocupaciones.

Uno de los grandes problemas es que, como afirmó Wolf en Polarización entre ‘perdedores’ y élites, durante mucho tiempo,  “los proyectos de la elite de derecha han sido bajar las tasas marginales de impuestos, inmigración liberal, globalización, cortar costosos ‘programas de ayuda social’, mercados laborales desregulados y buscar la maximización del valor para el accionista. (…) En el proceso, las élites se han desprendido de las lealtades y preocupaciones nacionales, formando en su lugar una súper-elite global. No es difícil ver por qué la gente común, en particular hombres nativos, se sienten alienados. Son perdedores, al menos relativamente; no comparten por igual las ganancias. Se sienten usados y abusados. Después de la crisis financiera y la lenta recuperación en los niveles de vida, ven a las elites como incompetentes y depredadoras. La sorpresa no es que muchos estén enojados, sino que no lo estén todos.”

Veamos el debate realizado por The Economist:

Mercados abiertos
Lo que los gobiernos pueden hacer por los perdedores del libre comercio

Jared Bernstein
The Economist
Open Future
22 de mayo de 2018
Traducido por Lampadia

Jared Bernstein es miembro senior del Center on Budget and Policy Priorities. Anteriormente, fue economista jefe y asesor económico del vicepresidente Joe Biden y director ejecutivo de la Fuerza de Tarea de la Casa Blanca para la clase media.

Cuando me uní al Economic Policy Institute a principios de la década de 1990, estábamos entre los únicos economistas que documentaban cómo ciertos grupos de trabajadores y sus comunidades se veían cada vez más desplazados por el libre comercio. Los sindicatos eran nuestros aliados, pero desde el centro, de izquierda a derecha, fuimos castigados como proteccionistas que no entendieron los fundamentos de la ventaja comparativa. En ese momento, el consenso de élite era que todos se beneficiaban del libre comercio, y cualquier “costo de transición” era rápido y sin complicaciones. Nuestros crecientes déficits comerciales no fueron más que evidencia de la voluntad de otros países de prestarnos, por lo que podríamos felizmente consumir más de lo que producimos.

Quienes apoyaban la globalización no le hicieron ningún favor a la globalización al ignorar a los perdedores

De hecho, ayudaron a entregarnos al presidente Donald Trump. La historia ha demostrado repetidamente que una forma confiable de alimentar la política nacionalista, insular y populista es ignorar las desventajas de un cambio económico perturbador.

Ahora que finalmente estamos más “despiertos” con respecto a las desventajas del comercio, ¿cómo podemos ayudar a los que quedan atrás? La agenda política debe guiarse por una frase recientemente ofrecida por el presidente francés Emmanuel Macron: “protección, no proteccionismo”.

En esencia, los trabajadores desplazados de empleos de alto valor agregado necesitan que se les reemplace su ingreso, y, por razones culturales, políticas y de dignidad, debe ser a través del trabajo. Eso no implica recuperar empleos que se pierden, pero sí requiere que la política vaya más allá de las intervenciones solo de oferta, como capacitación o apoyo educativo. Específicamente, necesitamos un programa donde el gobierno cree empleos en lugares donde hay muy pocas oportunidades de empleo.

La respuesta típica de un economista es la movilidad: las familias deben ir donde están los trabajos, lo que en Estados Unidos tiende a significar moverse del corazón a algún lugar donde se pueda obtener un café con leche de soya en cualquier esquina. De hecho, la investigación muestra que dicha movilidad ha estado disminuyendo durante mucho tiempo, lo que significa que las políticas necesitarán traer empleos a los trabajadores.

Esto podría tomar la forma de empleos públicos o privados (con un subsidio salarial) en infraestructura, incluida la infraestructura ambientalmente sostenible: aislamiento, instalaciones renovables, modernización de edificios públicos, incluidas las escuelas públicas (que realmente necesitan la ayuda). Los trabajos de servicio técnico también serán importantes en este espacio, como los técnicos de atención médica. Estas posiciones a menudo requerirán un nuevo entrenamiento. El modelo de aprendizaje, recibir un salario mientras aprende, es algo natural para esta población.

La historia ha demostrado repetidamente que una manera confiable de alimentar una política nacionalista, insular y populista es ignorar los inconvenientes de un cambio económico disruptivo.

Los trabajos subsidiados, sin embargo, a menudo pagan muy poco a los trabajadores de mediana edad, incluso asumiendo un cónyuge que trabaja. Esto requiere mayores beneficios salariales que vayan más allá de nuestros insignificantes programas de “asistencia para el ajuste al comercio, TAA” (los trabajadores manufactureros desplazados se refieren a TAA como “seguro funerario”).

Para administrar sus costos, es necesario que los trabajos subsidiados tengan un límite de tiempo. Incluso un programa generoso del tipo que se está discutiendo raramente respaldará puestos durante más de un par de años. Por lo tanto, es necesario que haya un componente de inversión para ayudar a generar una actividad económica duradera del sector privado.

Una solución potencial interesante puede ser la de las “zonas de oportunidad” (OZ). Creado en el plan impositivo de 2017, las OZ crean un incentivo fiscal para que los inversionistas comprometan las ganancias de capital de los fondos que deben invertir en lugares rezagados. Las políticas de inversiones no han sido especialmente inspiradoras, pero las OZ están diseñadas para incentivar un capital más paciente, que es lo que se necesita para lograr una diferencia duradera. El programa está en pañales, pero las preocupaciones iniciales de que las reducciones de impuestos se destinen a las áreas de aburguesamiento, en lugar de lugares que realmente necesitan la ayuda, no parecen haber sido mitigadas.

Si esta agenda suena como que se está renunciando al empleo manufacturero, permítanme enfáticamente corregir eso. En primer lugar, existe la necesidad de una comisión independiente para analizar lo que es realista en términos de preservar o expandir nuestro sector industrial. Si bien la mayoría de los empleos perdidos no regresan, ¿podría la política de inversiones crear la oportunidad para que los Estados Unidos reclamen participación de mercado en nuevas industrias, como la producción de baterías? ¿Podríamos expandir nuestro programa existente de Asociación de Manufactura para ayudar a nuestros pequeños fabricantes a crecer, conectándolos con las cadenas de suministro globales?

La agenda política debe guiarse por “protección, no proteccionismo”

Si tu respuesta a esto es “no elegimos ganadores”, entonces:

a) te equivocas (mira nuestro código de impuestos),

b) estás atrapado en el viejo pensamiento que nos metió en este lío en primer lugar, y

c) veamos qué se le ocurre a una comisión no partidaria liderada por eruditos sin pulgares en la balanza.

Finalmente, debemos reconocer que los déficits comerciales están lejos de ser benignos. Esto no significa que no debamos seguir el comercio equilibrado. Significa -y nótese que este punto de vista es sostenido cada vez más por los economistas de la corriente principal- que deberíamos presionar rigurosamente a los países que manejan sus monedas para aumentar sus superávits comerciales y nuestros déficits.

La venerable teoría de la ventaja comparativa nunca argumentó que el comercio creara solo ganadores. Por el contrario, argumentaba de manera correcta y poderosa que el aumento del comercio podría generar suficientes beneficios como para que los ganadores pudieran compensar a los perdedores y salir adelante. Pero es una teoría económica, desprovista de política.

Si queremos ayudar a la globalización, será mejor que empecemos a ayudar a los perjudicados por ella.

En el caso estadounidense, no es simplemente que los ganadores no hayan podido compensar a los perdedores. Es mucho peor: han utilizado sus ganancias en nuestro sistema político para jugar a comprar políticos y políticas para proteger y aumentar sus ganancias a expensas de los perdedores.

Dado ese modelo, no sorprende que los que están en el lado equivocado de la globalización lo rechacen, o que surja algún carismático, falso populista para representar sus reclamos legítimos. En otras palabras, si queremos ayudar a la globalización, será mejor que empecemos a ayudar a los perjudicados por ella.

The Economist organizó recientemente (7 de mayo) un debate en línea sobre si el sistema de comercio mundial está roto. En una próxima entrega presentaremos el debate y sus comentarios. Lampadia




¿Cuándo seremos reemplazados por las máquinas?

¿Cuándo seremos reemplazados por las máquinas?

Por primera vez podemos apreciar un cronograma de la eventual sustitución de empleos y labores de los seres humanos por las máquinas gobernadas por Inteligencia Artificial, la cual continúa transformando nuestras actividades diarias, a nivel profesional y personal. Está progresando con un ritmo tan acelerado que incluso sus desarrolladores están sorprendidos. Las cosas que hemos visto en películas de ciencia ficción están llegando y tenemos que estar preparados.

En Lampadia hemos analizado ampliamente distintas innovaciones emergentes, las tecnologías, las tendencias y las disrupciones que vienen ocurriendo en el mundo con la llegada de la Cuarta Revolución Industrial.  Ver en Lampadia: Una explicación integral sobre el desarrollo de la Inteligencia Artificial y Sobre los riesgos de la Inteligencia Artificial.

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Fuente:  nobbot.com

Esta vez queremos centrarnos en la inteligencia artificial, que por sí sola tiene el potencial de revolucionar todos los sectores. Su aplicación parece mucho más relevante en la actualidad, en que se está haciendo más hincapié en la automatización de los empleos. Las tecnologías de automatización como el aprendizaje de máquinas y la robótica juegan un papel cada vez más importante en la vida cotidiana, su efecto potencial en el lugar de trabajo se ha convertido en un foco importante de investigación y preocupación pública. Ver en Lampadia: El futuro del empleo con Robots e Inteligencia Artificial (II).

Recientemente, investigadores de la Universidad de Oxford y la Universidad de Yale escribieron un estudio titulado “¿Cuándo es que la Inteligencia Artificial superará el rendimiento humano?”, en el que predicen que la inteligencia artificial superará el rendimiento humano en la mayoría de las tareas en los próximos 25 años. Afirman que la IA transformará el transporte, la salud, la ciencia, las finanzas y la seguridad ciudadana. “Para adaptar la política pública, debemos anticipar mejor estos avances”, afirman.

Los investigadores predicen que la IA superará a los humanos en muchas actividades en los próximos 10 años, como traducir idiomas, escribir ensayos de la escuela secundaria y conducir un camión. Sin ir demasiado lejos, la inteligencia artificial también será mejor que los seres humanos en el trabajo de retail, la escritura de un libro bestseller y en realizar cirujías.

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Los investigadores creen que hay un 50% de probabilidad de que IA supere a los humanos en todas las tareas en 45 años, y de automatizar todos los trabajos humanos en 120 años. La investigadora principal, Katja Grace, y sus colegas encontraron que las tareas que son más probables en automatizarse dentro de los próximos 10 años eran tareas mecánicas. La traducción lingüística podría superar el rendimiento humano para 2024 y los robots podrían escribir mejores ensayos a nivel de escuela secundaria que los humanos en 2026.

Las tareas más complejas y creativas, como escribir libros y realizar matemáticas de alto nivel, tomarán más tiempo. En última instancia, los investigadores encontraron que la IA podría automatizar todas las tareas humanas para el año 2051 y todos los trabajos humanos en 2136.

¿Cómo afectará esto en el empleo?

La encuesta sugiere que las máquinas serían capaces de doblar la ropa con éxito en 2021. Así que, si uno trabaja en una lavandería, ¿es hora de cambiar de empleo? Tal vez no. Las máquinas que pueden doblar la ropa ya existen: los roboticistas de la Universidad de California, Berkeley, ya han desarrollado un robot que puede doblar cuidadosamente las toallas, jeans y camisetas.

Al robot se demoró casi 19 minutos en recoger, inspeccionar y doblar una sola toalla en 2010, en 2012 podía doblar un par de jeans en cinco minutos y una camiseta en poco más de seis minutos. Pero a pesar de este progreso, todavía pasará bastante tiempo antes de que los robots como este sean capaces de reemplazar a los seres humanos.

Actualmente muchos empleos están siendo automatizados sin que nos demos cuenta. Por ejemplo, a medida que más gente compra en línea, la IA en forma de bots y algoritmos puede estar reemplazando otros roles en el retail. Actualmente, muchas transacciones que ahora hacemos en línea son en gran parte automatizadas, lo cual es producto del IA.

Sin embargo, es probable que empleos que requieren habilidades físicas y de comunicación complejas demoren más en ser reemplazados. Quizás los trabajos más difíciles para las máquinas son los que a los humanos también les toman años de entrenamiento para sobresalir, ya que implican una toma de decisión intuitiva, entornos físicos complejos o pensamiento abstracto; temas que las computadoras todavía no tienen.

Los expertos predicen que los robots no reemplazarán a los cirujanos hasta alrededor de 2053, y que podría tomarles 43 años antes de que las máquinas estén compitiendo con los matemáticos en las revistas académicas. También predicen que las computadoras de IA podrían estar produciendo bestsellers para el New York Times en 2049.

En realidad, las computadoras ya están experimentando en este campo. Google ha estado entrenando su IA en novelas románticas y artículos de noticias en un intento de ayudarlo a escribir más creativamente, y un bot llamado Benjamin puede escribir pequeños guiones de ciencia ficción cinematográfica, pero todavía no tienen mucho sentido. Automated Insights, una consultora de software y Big Data, ha creado algoritmos que producen millones de noticias personalizadas, finanzas y artículos deportivos para compañías como Reuters y Associated Press.

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Huge Benjamin, de Google

Adam Smith, director de operaciones de Automated Insights, dice que esta tecnología pretende complementar, en lugar de reemplazar, la experiencia humana. “El periodismo automatizado está creando contenido que no habría existido antes, pero los humanos todavía necesitan agregar contexto a esas historias”.

Sin embargo, estas historias se producen de acuerdo con una fórmula, en la que la información se extrae de grandes conjuntos de datos y se conecta a plantillas. La producción de novelas de ficción probablemente todavía está a décadas de distancia. Los intentos de usar máquinas para jugar con el lenguaje de formas creativas suelen dar como resultado muchas tonterías.

El informe tiene como objetivo ser un recordatorio de que el mundo está en la cúspide de un cambio radical: “No creo que haya ninguna tarea que los humanos puedan hacer que IA sea incapaz de llevar a cabo”.

Nunca es demasiado pronto para prepararse para el futuro. Para prepararse para los avances de la automatización de mañana, primero debemos comprender las tecnologías y la automatización, que es lo que Lampadia quiere hacer mediante su biblioteca virtual de Revolución Tecnológica. Pero los desafíos más grandes son la fuerza de trabajo y los cambios organizacionales que los líderes tendrán que poner en marcha en el proceso de adaptación a la automatización.

Debemos entender  que las actividades que son más susceptibles a la automatización podrían proporcionar una oportunidad única para repensar cómo los trabajadores se comprometen con sus trabajos y cómo las plataformas digitales de trabajo pueden conectar mejor a individuos, equipos y proyectos.

Aprovechemos estas ventajas para desarrollar e innovar para el beneficio de todos nosotros. Lampadia

 




¿Renta básica universal para un mundo sin empleos?

A partir del 2017, Finlandia se convertirá en el primer país europeo en aplicar un plan piloto mediante el cual los ciudadanos, empleados o no, recibirán una ‘renta básica mensual’. El piloto se llevará a cabo con 2,000 personas desempleadas, seleccionadas al azar, ellas recibirán 560 € mensuales en lugar de sus actuales pagos de seguridad social.

La renta se seguirá pagando incluso si encuentran trabajo o, más sorprendente para algunos, incluso si deciden no buscar trabajo. El experimento durará dos años y tiene como objetivo reducir los altos niveles de desempleo, producto de los impactos de la automatización.

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Según un estudio de la Universidad de Oxford (citado en el artículo de El País de España, compartido líneas abajo), el 57% de la fuerza de trabajo humana en los países de la OCDE está en riesgo de desaparecer por la automatización y los avances tecnológicos. “Tenemos la necesidad de integrar a toda la gente desocupada en nuestra sociedad y en lugar de subsidios por desempleo, la renta básica suena como una buena idea”, afirma una investigadora del estudio.

En Lampadia, ya anunciamos que los robots y las computadoras “inteligentes” podrían reemplazar hasta la mitad de la fuerza laboral de Estados Unidos en la próxima década o dos, basándonos en un informe de Bloomberg, publicado en 2015. El informe cita otro estudio de la Universidad de Oxford que identificó más de 700 ocupaciones en riesgo de automatización informática. Ver en Lampadia: El futuro del empleo con Robots e ‘Inteligencia Artificial’. En el artículo reseñamos el libro de Martin Ford (The rise of the robots) que sugiere que “una reestructuración fundamental de nuestras reglas económicas” puede ser necesaria para mitigar el impacto del avance de la robótica y la automatización. Él propone una renta básica mínima garantizada – o “Dividendos de Ciudadanos” – como un paliativo al desempleo.

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El punto importante es ver si a través de un mecanismo de ingreso de libre disponibilidad ni rendición de cuentas, se puede promover que los ciudadanos que no tengan empleos tradicionales, empiecen a encontrar otras ocupaciones. Estas pueden ser desde pequeños negocios hasta actividades deportivas o culturales. La idea es que la alta productividad que generaría la ‘cuarta revolución industrial’, permita generar suficientes recursos para financiar programas de este tipo, para que todos los ciudadanos encuentre un sentido de propósito en actividades no tradicionales.

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Más allá de las especulaciones más extremas, es muy claro que la propensión de los diversos sectores de la economía por crear empleo serán sustancialmente disminuidos, y la creación de una renta básica universal o un ‘dividendo o bono ciudadano’ empiezan a ser una realidad en Finlandia, por más que sea tan solo un experimento.

El Perú sufre de muchas brechas y atrasos. En la medida que no seamos capaces de cerrarlas o acortarlas sustancialmente en un plazo corto, podremos quedar desplazados de la vida pos revolución tecnológica. Esto significa que si los peruanos entendemos esta amenaza en su debida proporción, debiéramos nuclearnos alrededor de nuestras agendas pendientes para estar preparados ante este cambio sustancial en nuestras vidas. No cerremos los ojos y cosechemos las oportunidades que esta nueva realidad trae a los pueblos responsables. Lampadia

Finlandia, laboratorio mundial de la ‘renta básica universal’

El país nórdico será el primer país del mundo en experimentar en 2017 esta forma de retribución

El País de España
29 de Diciembre de 2016
Glosado por
Lampadia

La automatización de la fuerza laboral crece a toda velocidad en el siglo XXI. Y la primera consecuencia es dramática: pérdida de empleos tradicionales que ahora, por un coste laboral cero, son desempeñados por máquinas, como por ejemplo los lavacoches o los camareros que toman la orden en un restaurante. Finlandia ha decidido empezar a prepararse para el futuro, experimentando con nuevas redes de seguridad. El país nórdico será en 2017 el laboratorio mundial de lo que se ha bautizado como la renta básica universal. Es decir, recibir una cantidad de dinero al mes porque sí. Se tenga empleo o no. En un programa piloto que durará dos años, 2,000 ciudadanos recibirán a partir de enero 560 euros al mes solo por existir.

“Para revolucionar algo tan grande, tan tradicional y tan fundamental como son las retribuciones hay que experimentar primero”, señala Roope Mokka, cofundador de Demos Helsinki, el primer think tank independiente de los países nórdicos. En un país calvinista en el que la cultura de la responsabilidad se respira en cada esquina, esta remuneración adicional es vista por expertos, políticos y ciudadanos no como un regalo, sino como una oportunidad para engrasar la economía y animar a la población a iniciar negocios, explica este joven finlandés durante una mesa redonda en Slush, un evento que congrega cada año a centenares de start-ups, compañías e inversores mundiales y que se ha convertido en un acontecimiento clave para la economía finlandesa que hoy por hoy continúa luchando por salir de una profunda recesión.

Pero aún con un horizonte difícil —la Comisión Europea le augura un crecimiento del 0.9% del PIB para el año que viene—, el Gobierno conservador finlandés es pionero mundial en implantar la renta básica. “Los análisis más fiables tardarán en llegar al menos seis años más”, predice el experto. En Oakland (EE UU) serán mil familias las que recibirán 500 euros mensuales y Utretch, en Países Bajos, experimentará también ésta fórmula en 2017. Eso sí, Finlandia es de los pocos países en la Unión Europea (UE) que no goza de un salario mínimo interprofesional, al igual que los países escandinavos. Su PIB per cápita, en cambio, es de los más altos de la Unión incluso en tiempos convulsos: 38,200 euros en 2015 (año en el que el déficit alcanzó el 2,8% del PIB) frente a los 23,200 de España, según la página web datosmacro.

Empleos más caros

Para que la idea de renta básica que a muchos les puede parecer utópica se convierta en realidad lo que se necesita es financiación. El experto sostiene que lo primero que las empresas y los Gobiernos deberían hacer es asegurar que “los trabajos se paguen caro”, además de llevar a cabo una reforma en el sistema impositivo que grave aún más a las rentas altas. “La propiedad inutilizada, bienes, deficiencia energética, edificios… hay muchas cosas a las que se le pueden aplicar más impuestos”, enumera Mokka de forma improvisada aunque con un gran conocimiento de lo que habla.

Un estudio de la Universidad de Oxford, de enero  2016, muestra que el 57% de la fuerza de trabajo humana en los países de la OCDE está en riesgo de desaparecer por la automatización y los avances tecnológicos. “Tenemos la necesidad de integrar a toda la gente desocupada en nuestra sociedad y en lugar de subsidios por desempleo, la renta básica suena como una buena idea”, defiende Juhana Aunesluoma, director de investigación de estudios europeos en la Universidad de Helsinki desde una sala en el Ministerio de Exteriores. Algo que no le pareció a Suiza el pasado junio cuando rechazó mediante referéndum esta iniciativa.

Pero los Gobiernos —especialmente los del sur de Europa— están hasta cierto punto “obsesionados”, dice Mokka, con llegar al pleno empleo en detrimento de la búsqueda de alternativas para que el dinero entre en los hogares (y en el sistema) y para que los desempleados por la automatización del trabajo se mantengan ocupados y reinviertan su tiempo. Lampadia




No nos olvidemos que se viene un nuevo mundo

No nos olvidemos que se viene un nuevo mundo

En Lampadia hemos hablado mucho sobre la ‘Cuarta Revolución Industrial’. Lamentablemente, la clase dirigente de nuestro país no ha recogido este contenido; excepto durante pocos días, mientras fue adoptado como el tema del año por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) de Davos en febrero pasado.

Incluso es probable que durante la campaña electoral, en la que supuestamente todos hablamos del futuro, ni siquiera se haya mencionado . Como hemos titulado, esta revolución no es una especulación intelectual, sino una realidad que terminará transformando sustancialmente el empleo, las empresas, la educación, la salud, los gobiernos y la vida de todas las sociedades del mundo. No mañana, ¡HOY!

Nosotros seguiremos insistiendo tercamente en analizar este tema y sus implicancias para las acciones de gobierno y, por ahora, llamando la atención de nuestros líderes cada cierto tiempo. A ver si algún día los encontramos en el largo plazo.

El siguiente artículo del WEF, nos trae un buen análisis del tema. Recomendamos su lectura.

¿Está el cambio tecnológico creando una nueva economía global?

 

https://weforum-assets-production.s3-eu-west-1.amazonaws.com/article/image/large_je7_Vl3Du7b_ohroU4Xg4pMuqC-KfByBMiSlaVc337c.jpg

Revolución del robot… nuevas tecnologías cambiarán radicalmente la naturaleza del trabajo en todas las industrias Imagen: REUTERS / Srdjan Zivulovic

 

Escrito por Jennifer Blanke

Publicado por World Economic Forum

19 de enero de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

 

Nuestras vidas están cambiando radicalmente por el cambio tecnológico, con la cuarta revolución industrial que está transformando la economía como nunca antes.

La velocidad sin precedentes, así como la amplitud y la profundidad de los cambios desatados por las nuevas tecnologías digitales, robótica y 3D, está teniendo un gran impacto en lo que producimos y hacemos, cómo y dónde lo hacemos y en la forma en que trabajamos. Y mientras que la transformación se dará de diferentes maneras en las partes avanzadas y en desarrollo del mundo, ningún país o mercado estará libre de la marea del cambio.

Para apreciar los cambios, existen dos aspectos interrelacionados de la economía que son particularmente ilustrativos: el crecimiento y la productividad, por un lado, y el empleo en el otro.

Como destaca el Foro Económico Mundial anualmente en el Informe de Competitividad Global, la productividad es el determinante más importante de crecimiento a largo plazo. Sin embargo, el crecimiento de la productividad se ha estancado en todo el mundo, sobre todo desde la gran recesión, poniendo en tela de juicio nuestra capacidad para proporcionar crecientes niveles de vida a los ciudadanos del mundo. Si bien los argumentos abundan en cuanto a por qué ha habido una desaceleración de la productividad, una cuestión importante es la forma en que la cuarta revolución industrial la impulsará en los próximos años.

En teoría, la aplicación de nuevas tecnologías a los problemas existentes debería mejorar la eficiencia y la productividad. Las innovaciones tecnológicas tienden a elevar la productividad del trabajo al permitir que la fuerza de trabajo existente produzca más con menos, mediante la sustitución de los trabajadores existentes con la tecnología (con una obvia desventaja), y también acomodando nuevos productos y procesos que abrirán paso a nuevas fuentes de crecimiento.

Sin embargo, existe un gran debate sobre la probable magnitud del impacto. Por un lado, expertos como Robert Gordon, de la Universidad de Northwestern, creen que ya se han hecho las contribuciones más importantes de la revolución digital, y que el impacto en la productividad de la revolución tecnológica actual casi ha terminado. Eso sería preocupante, sobre todo dada la actual desaceleración.

Por otro lado, los “optimistas” tecnológicos como Eric Schmidt, presidente de Google, creen que el mundo ha llegado a un punto de inflexión y en breve experimentará un crecimiento más rápido y un importante aumento de la productividad.

Independientemente de los efectos concretos en las medidas tradicionales de la productividad y el crecimiento, la medición inadecuada es un problema. Los Ubers y Airbnbs del mundo están proporcionando ganancias de eficiencia y productividad. Sin embargo, muchos de los beneficios de estas nuevas actividades no se contabilizan en el cálculo del PBI, de la misma manera que el trabajo doméstico privado y cuidado de los niños son ignorados.

En otras palabras, estamos produciendo y consumiendo cada vez mucho más valor que lo que miden nuestros indicadores económicos. Esto sugiere que necesitamos una nueva forma de medir la producción y la productividad, ya que no estamos teniendo en cuenta el valor que se está produciendo en la economía.

Esto puede ser visto como parte integral del debate “más allá del PBI”, que argumenta que el PBI no es simplemente una medida suficiente de progreso de la sociedad. Es especialmente importante revisar las cifras de crecimiento y productividad tradicionales, ya que la mayoría de estos nuevos aumentos de la productividad se lograrán de una manera que hacen que nuestro mundo sea más sostenible con el medio ambiente. De hecho, los ejemplos citados anteriormente son emblemáticos del nuevo “consumo colaborativo” donde hacemos un mejor uso de los productos existentes en lugar de simplemente producir más “cosas”, que si bien es bueno para las estadísticas del PBI, no es necesariamente lo es para el planeta.

 

Y mientras que las discusiones de la productividad y su medición siguen siendo algo teóricas, nada puede ser más concreto que el potencial impacto en lo que es posiblemente lo más fundamental en valor económico: un empleo remunerado.

A lo largo de los años, la tecnología ha reemplazado el esfuerzo humano y aunque es bueno para el crecimiento de la productividad (como se mencionó anteriormente) y el crecimiento global, es perjudicial para los trabajadores que pierden su empleo. Y esto ya no es sólo acerca de los trabajos repetitivos de fábrica: nuevas tecnologías de cómputo y robótica ahora amenazan muchas profesiones que parecían “territorio seguro”, tales como contadores, taxistas y asistentes legales.

Dada la velocidad y la amplitud de los cambios, es evidente que las nuevas tecnologías van a cambiar radicalmente la naturaleza del trabajo en todas las industrias y ocupaciones. Y como la automatización reemplazará inevitablemente la mano de obra en la provisión de bienes y servicios existentes, la cuestión principal es cuánto tiempo va a tomar y hasta dónde va a llegar. Un reciente estudio estimó que el 47% del empleo total en los EEUU está en riesgo en la próxima década o dos.

 

La innovación tecnológica siempre destruye algunos puestos de trabajo y los reemplaza a su vez por otros nuevos, en una actividad diferente y, posiblemente, en un lugar diferente. Mientras que la innovación tecnológica sigue avanzando, se puede esperar que las actividades de baja calificación sean reemplazadas progresivamente por tareas que requieren creatividad e inteligencia social. Y a medida que el mercado de trabajo es cada vez más segregado en segmentos de” habilidades bajas / salario bajo ” y ” habilidades altas / salario alto “, las tensiones sociales, inevitablemente subirán.

Ya hemos visto un aumento de la desigualdad en la mayoría de países de la OCDE en las últimas décadas, e instituciones como el FMI y la OCDE estan cuantificando el grado en que esta desigualdad está obstaculizando el crecimiento y el desarrollo.

Estudios, trabajo, jubilación – QEPD

Teniendo en cuenta que la dislocación será significativa y que la transición entre los puestos de trabajo antiguos y los nuevos tomará tiempo, la cuestión principal es qué hacer para promover resultados más positivos y gestionar mejor a los atrapados en la transición. En un ambiente de trabajo que evoluciona tan rápidamente, la capacidad de anticiparse a las necesidades futuras en términos del conocimiento y las habilidades necesarias para la adaptación se vuelve cada vez más crítica.

Todas las partes interesadas – empresas, gobiernos, la sociedad y los individuos – tendrán que trabajar juntos para ajustar los sistemas de educación y formación que pueden re-entrenar y mejorar las habilidades de los trabajadores continuamente. El modelo tradicional de estudios-trabajo-jubilación simplemente no funcionará nunca más. Esto será particularmente importante si estamos entrando en una era en la que los trabajos se están volviendo obsoletos mucho más rápido de lo que se crean nuevos. [Esta afirmación, en cuanto a las jubilaciones, hace sentido en países donde el empleo en empresas es la fuente primordial de ingresos, y las planillas y/o los impuestos a la renta son las fuentes de financiamiento de las pensiones. Pero en una realidad como la que se avizora, en la que los trabajadores tendrán múltiples empleos, muchos de ellos independientes, se tendría que pesar en financiar las pensiones mediante los impuestos indirectos. Por ejemplo: el IGV, como ha propuesto Lampadia para ahorros previsionales en cuentas individuales]. 

¿Saltarán hacia adelante los países en desarrollo – o se quedarán atrás?

Por último, es importante reflexionar sobre lo que esto podría significar para los países en desarrollo. Dado que muchas de las últimas fases de la revolución industrial aún no han alcanzado a muchos de los ciudadanos del mundo (todavía no tienen acceso a electricidad, tractores, etc.), la cuarta revolución industrial caracteriza sobre todo lo que está ocurriendo en el mundo más avanzado (y de cierta medida en las economías de ingresos medios).

En las últimas décadas, aunque se ha producido un aumento de la desigualdad dentro de los países [más ricos], la desigualdad entre los países disminuyó significativamente a medida que los países en desarrollo comenzaron a ponerse al día. ¿Se estaría arriesgando el avance de ‘ponerse al día’ que hemos visto hasta la fecha en términos de ingreso, habilidades, infraestructura, finanzas, etc? O por el contrario, ¿serán estas tecnologías y cambios aprovechados para lograr un desarrollo más rápido y ‘ponerse al día’ saltando etapas? [Ver artículo de Tony Blair sobre el impacto tecnológico en el África].

El homo economicus del mañana

Es difícil responder a estas preguntas, pero se requerirá una gran cantidad de análisis mientras las economías avanzadas enfrentan sus propios retos. No es sólo un imperativo moral asegurarse que las zonas menos desarrolladas del mundo no se queden atrás; tal escenario también supondría un riesgo para la estabilidad global a través de canales como la desigualdad global, los flujos migratorios e incluso las relaciones geopolíticas y de seguridad.

En última instancia, los países en desarrollo tienen que cerrar la mayor brecha, pero también pueden beneficiarse de aprender de los errores de las economías avanzadas, saltando poco a poco hacia un futuro más próspero y tecnológicamente avanzado. El éxito homo economicus del mañana será sin duda diferente al actual: será muy creativo y adaptativo, tendrá muchos puestos de trabajo donde tecnologías inimaginables apoyarán su extrema eficacia, y probablemente no tendrá, ni usará un auto para ir a trabajar, en el caso de que tenga una oficina física. El mundo será profundamente alterado por la cuarta revolución industrial. Ahora es el momento para asegurarse de que se cambie para mejor.

Lampadia