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El temor como constante en la justicia

El temor como constante en la justicia

Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Exclusivo para Lampadia

En la dictadura de Velasco, luego de que el Poder Judicial fuera intervenido y desarmado con el apoyo de connotados juristas con Héctor Cornejo Chávez, los jueces no contuvieron las deportaciones, las detenciones arbitrarias, las confiscaciones, ni la apropiación de los medios de comunicación. El temor a las botas fue evidente.

En los años 80 y principios de los 90, muchos terroristas subversivos de Sendero Luminoso y del MRTA fueron liberados por ”falta de pruebas”,  eufemismo con el cual se justificaba el temor de muchos jueces frente a las amenazas de muerte de los subversivos, sus sicarios y sus grupos de apoyo. Varios jueces y fiscales cuentan entre las víctimas de la insania criminal de los subversivos.

Ese mismo temor obligó al Estado a instalar jueces sin rostro y tribunales especiales para superar el temor y juzgar a terroristas.

Años después, cuando concluyó la emergencia política aquella justicia especial ad hoc, fue puesta en tela de juicio en foros internacionales y surgió ya también el temor a las sentencias condenatorias frente al Estado Peruano por infracciones a los derechos humanos, lo cual llevó a desmantelar el sistema sumario y retomar el juzgamiento de este tipo de delitos a los jueces comunes.

En los 90s también, los jueces no admitieron amparos contra destituciones arbitrarias o interferencias de poderes por temor al régimen de turno, siendo los casos de activismo judicial la excepción y no la regla.

Sicarios, narcotraficantes, secuestradores y otros delincuentes pasaron entonces a ser las nuevas amenazas de los jueces. El temor a sus represalias y los no pocos casos de jueces asesinados, le ha costado al Perú muchas liberaciones, seguramente también por “falta de pruebas” de estos delincuentes que han vuelto a las calles a delinquir. 

El temor aparece entonces como una constante en la labor judicial. Como una suerte de telón de fondo que explica, por lo menos en parte, la debilidad de un poder del Estado cuyo rol debiera estar por encima y a pesar del temor a cualquier poder institucional o fáctico. Decimos “en parte” porque esta reflexión no puede caer en el simplismo de reducir el problema judicial a esta variable. La corrupción, la incompetencia, la falta de recursos, la interferencia política, son entre otros, factores que definen el perfil de nuestra justicia, pero no es de ellos que nos ocupamos hoy.

Hoy, lamentablemente, el temor sigue siendo una variable presente en la administración de justicia. El temor frente a la incorrección política de las decisiones judiciales. El temor frente al sentido y la dirección de la opinión pública. El temor a contradecir los lugares comunes de la política y desentonar con los propósitos políticos de turno, está llevando a qué ya no sea la “falta de pruebas” el eufemismo justificatorio de las decisiones judiciales, sino a algo peor como las condenas por indicios y las encarcelaciones por supuestos, deducciones e interpretaciones, que dejan presos a quienes no deben y no sentencian a quienes deben.

La justicia no puede temer. Solo debiera temer a no cumplir con la Constitución y las leyes. Lampadia




¿Cuáles son las mejores ciudades para vivir?

El índice de habitabilidad global del Economist Intelligence Unit (EIU) ha evaluado a 140 ciudades del mundo y ha hecho un ranking de las mejores ciudades para vivir, considerando factores como la estabilidad, salud, educación, infraestructura, cultura, medioambiente y costo de vida. Estamos incorporando este índice a nuestra biblioteca virtual: Índices y estadísticas

Los que encabezan la lista tienden a ser ciudades de los países más ricos. Melbourne de Australia (un caso de reconversión extraordinario), mantiene el primer lugar por sexto año consecutivo (ver el gráfico líneas abajo), y seis de las diez primeras ciudades están en Australia o Canadá. Pero Sydney, la ciudad más grande de Australia, cae fuera de los diez primeros, debido a los temores sobre el terrorismo.

Fuente: http://mustseeplaces.eu

Damasco es la ciudad con el puntaje más bajo del ranking, con una calificación de solo 30.2 sobre 100, debido a la guerra civil de Siria y la lucha con ISIS. Kiev, la única ciudad europea entre las diez ciudades con ranking más bajo, tiene una baja estabilidad debido a la invasión rusa de Ucrania.

Fuente: EIU, Liveability Ranking 2016

Según el EIU, lo llamativo del último año es el aumento de la inestabilidad global, que ha provocado una caída en la puntuación de casi una quinta parte de las 140 ciudades estudiadas. Diez de estas ciudades se encuentran en Europa occidental, entre ellas sobresale París, que ha sufrido varios ataques terroristas. Algunas ciudades de Estados Unidos, incluyendo Atlanta, San Francisco y Chicago también han caído en el ranking después de los picos de los disturbios civiles.

El impacto de la disminución de la estabilidad es más evidente cuando se comparan resultados de los últimos cinco años. En general, la puntuación media global ha caído 74.8% en los últimos cinco años, y una cuarta parte de este descenso ha ocurrido en el último año. El debilitamiento de la estabilidad ha sido un factor clave en la conducción de este descenso.

Según el EIU, “Los actos violentos de terrorismo han sido reportados en muchos países, entre ellos Turquía, Australia, Bangladesh, Pakistán, Francia, Bélgica y los EE.UU. Este ha sido un año marcado por el terrorismo, sin duda. Aunque no es un fenómeno nuevo, su frecuencia y  propagación se han incrementado notablemente y se destacan más en el último año.”

Esta caída tan brusca se puede observar claramente en el gráfico inferior:

Lamentablemente, más allá del terrorismo que está destruyendo la paz global, la multiplicación de los actos de violencia están creando una nueva suerte de cultura de la violencia. Es como si la cotidianidad de la violencia estuviera haciendo viable que cualquier individuo, afectado en su naturaleza personal, e inspirado en temas políticos, religiosos, raciales, o étnicos, pueda desarrollar un acto de violencia contra ciudadanos inocentes sin que le importe su propia vida. Ver en Lampadia: ISIS, terrorismo y violencia, nos alejan de la paz.

Este parece ser un momento que reclama una reacción global, que permita empecemos a hilvanar una estrategia efectiva para coordinar esfuerzos que contrarresten la amenaza de ISIS, los impactos negativos de la ola migratoria y los peores desarrollos políticos extremistas. Este esfuerzo debería dar tranquilidad y esperanza a los ciudadanos del mundo libre. 

Lampadia




Crecimiento Económico y Criminalidad

Crecimiento Económico y Criminalidad

Continuando con el enriquecimiento de nuestra sección ‘El Estado del Siglo XXI’, publicamos a continuación el análisis de Carlos Zoe, especialista y oficial a cargo de tan importante tema para la calidad de vida de nuestros ciudadanos.

 

Carlos Zoe Vásquez Ganoza

Director General de Política Criminal y Penitenciaria

Secretario Técnico de la Comisión Espacial de Implementación del Código Procesal Penal

El crecimiento económico de los últimos veinte años ha determinado dos cosas importantes para la sociedad peruana: la primera, que el desempleo, uno de los principales problemas del Estado en las últimas dos décadas, dejó de serlo desde el año 2011; el segundo, que el sitial dejado por el desempleo ha sido cubierto por la delincuencia, principal problema que determina hoy en día la agenda social, económica y política del país.

La delincuencia siempre ha estado presente en el Estado Peruano, incluso con tasas mayores a las que hoy vivimos. Sin embargo, para el ciudadano peruano de los años ochenta, por ejemplo, antes de preocuparse por ser la próxima víctima de un delito, andaba en busca de algún empleo que lo interceptara. Hoy, más allá de la desigualdad que aun existe, no cabe duda que la población económicamente activa tiene más posibilidades de ingresar al mercado laboral y, con ello, generar recursos. La conclusión es obvia: ahora sí tengo temor de ser la próxima víctima.

¿Pero conoce realmente el peruano qué tipo de delincuencia existe? La respuesta no es simple, pero tratare de explicarla: el único indicador mundial que mide los crecimientos o variaciones de la delincuencia en un país son las tasas de victimización. Estas se obtienen de unas encuestas que se hace al ciudadano y que se componen de dos elementos: el primero de ellos de carácter objetivo, por la cual se le pregunta si ha sido víctima de un delito en los últimos 6 o 12 meses, dependiendo de la encuesta; el segundo, de carácter subjetivo, por la cual se le pregunta si tiene temor de ser la próxima víctima o si se siente inseguro en la ciudad en que vive.

En el Perú, quien realiza la encuesta de victimización es el INEI, a través de la Encuesta Nacional de Programas Estratégicos – ENAPRES, que se realiza sobre un poco más de cincuenta mil hogares en todo el Perú. Según esta encuesta, para el año 2011 la tasa de victimización llegó a 40%; esto es, que 4 de cada 10 peruanos había sido víctima de un delito. Tres años más tarde, para el 2014, esta misma encuesta nos dice que la tasa se ha reducido en diez puntos porcentuales y que hoy estamos en un 30% de victimización.

Quien escucha al INEI, a través del ENAPRES, decir que la criminalidad en el Perú ha bajado descartará de plano los resultados de dicha encuesta por considerar que no se ajusta a la realidad. Esto se explica con las tasas de percepción o temor, que lejos de bajar se han mantenido alrededor de los 80%, es decir, que 8 de cada 10 peruanos se siente inseguro en este país, así que no le venga a decir que se ha reducido la delincuencia.

Pero, con todo lo que ello significa para el ciudadano, le tengo que decir que INEI tiene razón, la criminalidad ha reducido 10 puntos porcentuales, lo que no significa que deje de ser un problema y un gran problema. Si traducimos en números grandes qué significa esto de las tasas de victimización, el ciudadano se dará con ésta respuesta: alrededor de cinco millones de peruanos son víctimas de un delito, y he ahí porqué el peruano aún se siente inseguro y no cree para nada que se haya reducido la criminalidad.

Pero si realmente se ha reducido la criminalidad, por qué todos nos sentimos inseguros. La respuesta es que, si bien la criminalidad se ha reducido, cada día los delitos que sí se cometen son más violentos. Según cifras del Comité Estadístico Interinstitucional de la Criminalidad – CEIC, donde confluyen las áreas estadísticas del INEI, Poder Judicial, Ministerio Público, Ministerio del Interior, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y el  Instituto Nacional Penitenciario, la tasa de homicidios en el Perú se ha incrementado: hemos pasado de 1,617 homicidios en el año 2011 a 2,076 en el 2014.  De estos últimos, más del 50% se ha producido con armas de fuego, en espacios públicos o privados.

Hoy, no cabe duda que la criminalidad es el principal problema que el próximo gobierno va a tener que priorizar en su agenda frente a la comunidad. Hoy sabemos que los delitos, que son muchos – más allá de la reducción de tasas de los últimos cuatro años -, son cada día más violentos. L