1

Tensiones tempranas del siglo asiático

Michael Auslin, en su reciente artículo para Foreign Policy nos deja ver que los recientes eventos que se suscitan en las fronteras de muchos países asiáticos cuentan la verdad del delicado estado que ostentan estas naciones, su estructura política y su sostenibilidad económica. Los principales eventos que desencadenan estas sospechas son las pretensiones de China por mantener su propio orden dentro de Hong Kong y el creciente conflicto – denominado como una pseudo-nueva Guerra Fría, por el autor – entre Japón y Corea del Sur. De este modo, países como Japón o China se preparan para un posible conflicto, y dejan de lado algunas otras prioridades que serían muchos más urgentes.

Y este no es un tema nuevo, en lo absoluto, lo que sucede es que esta clase de disyuntivas no han sido tomadas con la consideración debida dado que se tenía – y hasta cierto punto, hoy se sigue teniendo – fe en que la región, principalmente, el binomio China-Japón, liderarían el desarrollo mundial en el corto plazo. Se creía que los valores asiáticos predominarían en la época de constantes que cambios que vivimos hoy en día. Sin embargo, los datos dicen que China todavía no ha llegado al nivel de Estados Unidos dentro de la hegemonía mundial.

Tras la conmoción que trajo la elección de Trump como presidente de los Estados Unidos, empezó una guerra comercial contra China y algunos de sus aliados regionales. El primer golpe frontal del conflicto vino por parte de EEUU, que presentó un aumento del 25% de las tarifas a las importaciones chinas. Los pronósticos de crecimiento para la economía china señalan un posible crecimiento de 6.2%; sin embargo, las falencias generales y las ineficiencias de un sistema como el del Partido Comunista Chino son los mayores desafíos a vencer si es que se desea superar a los pares en el ámbito de la hegemonía mundial.

De la misma forma, el sector privado también ha expresado su beligerancia en la guerra comercial, pues muchas de las más grandes empresas del mundo, dentro de las cuales resalta Google, han optado por no ceñirse a los vaivenes del sistema chino. Por esta razón, estas empresas eligieron disminuir su presencia en el gigante asiático y en algunos otros países de la región, por preocupación ante las represalias que se pueden tomar en otros puertos.

A la sazón, se tiene una serie de conflictos que se traducen a preocupaciones en torno a la región. No está de más mencionar el caso de Corea del Norte, que se jacta de un poder militar considerable y del desarrollo de armas nucleares. También es importante considerar el frágil estado que ostentan las libertades individuales en Asia. Algunas de estas incluyen sistemas intrincados de control por parte del Estado y mayores niveles de vigilancia con tecnología – nada barata, ojo – de punta. Esto no hace más que minar la confianza que se tenía por relaciones con otros países asiáticos y reforzar una idea de mayor intrusión por parte del Estado en temas que no son prioritarios y que, muchas veces, atentan contra una idea de libertad y progreso.

Inclusive, la confianza de parte del consumidor ha disminuido; en gran parte, debido a las sospechas que se tienen al momento de brindar información privada a empresas chinas poderosas, como Huawei. Tanto es así, que el FBI alertó de las posibles consecuencias ante tales actos. Este problema podría ser una de las razones que desencadenan el desfavorable panorama que pintan los policymakers americanos, y que Auslin anota en su artículo.

En resumen, tanto China como sus pares asiáticos han de replantear su accionar para con su población, su empresariado y otros países a fin de cimentar la imagen de opulencia y potencial que quieren creer que creamos.

Se acabó el Siglo de Asia
Acosado por conflictos, economías estancadas y problemas políticos, la región ya no parece estar preparada para gobernar el mundo.

Foreign Policy
Michael Auslin
31 de Julio, 2019
Traducido y glosado por 
Lampadia

Las banderas chinas se exhiben en el parque Chaoyang en Beijing el 30 de septiembre de 2006. CHINA PHOTOS/GETTY IMAGES

La semana pasada, las fuerzas aéreas de cuatro de las principales potencias de Asia casi llegaron a los cielos sobre el Mar de Japón o el Mar del Este. Mientras Rusia y China realizaban su primera patrulla aérea conjunta, los combatientes surcoreanos dispararon más de 300 disparos de advertencia a un avión de mando y control ruso que cruzó la zona de identificación de defensa aérea de Corea del Sur. Mientras tanto, los combatientes japoneses maniobraron en caso de que territorio japonés fuera atacado.

El encuentro sin precedentes fue solo un recordatorio más de los riesgos que amenazan la paz en el Indo-Pacífico, y que el “siglo asiático”, alguna vez destacado por escritores como Kishore Mahbubani y Martin Jacques, está terminando mucho más rápido de lo que cualquiera podría haber predicho. Desde una economía china que se desacelera dramáticamente hasta enfrentamientos por la democracia en Hong Kong y una nueva guerra fría entre Japón y Corea del Sur, el dinamismo que se suponía que impulsaría a la región hacia un futuro glorioso parece estar desmoronándose.

La turbulencia geopolítica de Asia lleva mucho tiempo en desarrollo. De hecho, las debilidades de la región fueron ignoradas durante décadas por aquellos seguros de que China dominaría el mundo, que la región comenzaría a manifestar un sentido compartido de “valores asiáticos”, que la influencia de los Estados Unidos estaba disminuyendo, y que el El futuro global se determinaría más en Beijing y Nueva Delhi que en Washington. Pero debajo de las nuevas y brillantes ciudades de la región, las bases de su ascenso ya estaban empezando a resquebrajarse.

Entra un terremoto. La guerra comercial del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con Beijing, que incluye aranceles del 25 por ciento sobre casi la mitad de las exportaciones de China a los Estados Unidos, aceleró el declive económico de China. La tasa de crecimiento del país en el último trimestre fue la más lenta en casi tres décadas, desde que su economía despegó a principios de la década de 1990. Incluso si se puede confiar en la cifra de crecimiento del 6,2 por ciento, revela no solo el efecto de las acciones comerciales de Trump, sino también la debilidad general de una economía en la que una reforma significativa se ha estancado y las ineficiencias son tan frecuentes como siempre.

Las exportaciones chinas a Estados Unidos se han derrumbado. Sus exportaciones al resto del mundo también se han reducido. Mientras tanto, docenas de compañías importantes, desde Google hasta Dell, están reduciendo o eliminando su producción en China, exacerbando la desaceleración y remodelando las cadenas de suministro globales. Peor para el futuro económico de China, tal vez, es un informe reciente de que la deuda total del país, de corporaciones, hogares y el gobierno, ahora supera el 300 por ciento del PIB, y gran parte está atrapada en transacciones opacas y complicadas que podrían convertirse en una bomba de tiempo.

No es solo China la que enfrenta dificultades económicas.

En las naciones desarrolladas, como Corea del Sur y Japón, la lentitud continúa a pesar de años de reforma, mientras que el crecimiento al rojo vivo de la India se ha reducido a la mitad en los últimos años, lo que plantea dudas sobre cuánto más puede desarrollar una clase media. Tales temores también prevalecen en todo el sudeste asiático.

La economía es solo parte del problema. Los continuos intentos de China de exprimir a las democracias de Hong Kong y Taiwán revelan cuán débil es realmente la débil estabilidad política en la región. En Hong Kong, siete semanas de protestas contra China y por la democracia se acercan peligrosamente a obligar a Beijing a decidir si interviene o no. Si despliega tropas para restablecer el orden, podría provocar los enfrentamientos más sangrientos desde la Plaza de Tiananmen hace 30 años.

Incluso las democracias en Asia navegan en aguas peligrosas. Japón y Corea del Sur están peligrosamente cerca de una ruptura completa de relaciones, gracias a la continua presión de Seúl por los reclamos de la Segunda Guerra Mundial a través de sus tribunales. Tokio ha respondido cortando el suministro de productos químicos críticos para la industria electrónica de Corea. A fines de 2018, Japón afirmó que un barco naval de Corea del Sur activó su radar de control de incendios en un avión de patrulla japonés, casi precipitando una crisis militar. Mientras tanto, Vietnam se enfrenta a China por la exploración de petróleo en el Mar del Sur de China, con buques marítimos que se ensombrecen e intimidan mutuamente.

Los conflictos en la región también amenazan la seguridad en todo el mundo. A pesar de tres rondas de cumbres presidenciales, Corea del Norte sigue siendo un estado con capacidad nuclear que también participa en ofensivas en línea en todo el mundo. La batalla global por las libertades civiles también se inclina hacia un mayor control estatal, en parte a través de la perfección de los sistemas de vigilancia de alta tecnología de China que está ansioso por exportar, incluso a las democracias occidentales. Muchos creen que Huawei, entre otras compañías chinas, es un riesgo de seguridad para cualquier nación que adopte su tecnología. Y el FBI advirtió que China es la mayor amenaza de espionaje para Estados Unidos, en los campus, en Washington y en las grandes corporaciones.

Los encargados de la formulación de políticas de EEUU apostaron que la modernización económica y el ascenso pacífico de China conducirán a una era de prosperidad y cooperación global, vinculando las economías avanzadas de Asia con los consumidores de Estados Unidos, Europa y otros lugares. Eso estuvo mal. Del mismo modo, años de intentos de acercar a los aliados de Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, han fracasado. Es hora de una reconsideración del futuro de Asia. Lampadia




El mundo pasa a una fase confrontacional

Las debilidades de liderazgo de las grandes potencias, llevan a la humanidad de las amenazas y juegos de palabras a escenarios de confrontación comercial y hasta bélica, que están dañando severamente las perspectivas de crecimiento económico de mediano plazo, con especial incidencia en los países emergentes, como el Perú.

Los líderes de EEUU, China y Rusia, condenan al mundo a importantes retrocesos:

  • En EEUU, Donald Trump tomó por asalto el partido republicano y alcanzó la presidencia profiriendo una serie de amenazas sobre enfrentamientos comerciales con China y México, y de políticas radicales sobre las migraciones.

Muchos quisieron pensar que todo quedaría en los discursos, pero entrado en su segundo año de gobierno, Trump está llevando a cabo todas sus amenazas. (Ver en Lampadia: Trump desata dañina ‘Guerra Comercial).

  • En China, si bien Xi Jinping planteó hace un año en el World Economic Forum, en Davos, la defensa del libre comercio, este año ha mostrado una muy importante involución política, al modificar la constitución china y asumir poderes dictatoriales sin límite de tiempo, contrariando los cuidados del fundador de la nueva China, Deng Xiaoping, con el afán de no repetir los excesos de Mao. (Ver en Lampadia: Xi Jinping transita hacia el poder eterno).
     
  • En Rusia, como explicó Timothy Garton Ash en uno de sus artículos (La doctrina del resentimiento), en 1994, en una reunión internacional, un desconocido Vladimir Putin, al que Garton Ash describió como “un hombre fornido y de baja estatura, con cara de ratón”, explicó que Rusia había abandonado parte de su población en países que no controlaba y que por lo tanto debían rewconquistar. Poco a poco, Putin ha tomado el poder absoluto, está rearmando a Rusia, a invadido países extranjeros y ha sido un factor determinante en el deterioro del conflicto en Siria.
“Nuestra relación con Rusia está peor que nunca, y eso incluye a la Guerra Fría. 
No hay razón para esto.” Fuente: Cuenta oficial de Twitter de Donald Trump

 

“Rusia promete derribar todos y cada uno de los misiles contra Siria. Prepárate, Rusia, porque lo que vendrán serán [misiles] bonitos, nuevos e inteligentes. ¡No deberías ser socios de un animal que mata con gas a su gente y lo disfruta!”. Fuente: Cuenta oficial de Twitter de Donald Trump

Además del deterioro de liderazgo de las tres potencias, es especialmente notoria la caída del Reino Unido en una trampa política de aislamiento (Brexit), y de abandono de las banderas del libre comercio; así como el advenimiento de otros liderazgos populistas en Europa.

La excepción que confirma la regla, la representan los iluminados liderazgos de Angela Merkel en Alemania (lamentablemente debilitado después de las últimas elecciones), Emmanuel Macron en Francia y de Narendra Modi en la India.

Pero la humanidad está siendo arrastrada a zonas de conflicto, con la inminencia de un enfrentamiento bélico entre EEUU y Rusia en Siria.

En relación a los enfrentamientos comerciales, países como el Perú, y el resto de los países de las américas, mañana y pasado en Lima, debemos alzar la voz en defensa de la globalización y el libre comercio.

Para tener más información sobre los enfrentamientos comerciales, compartimos líneas abajo, el artículo de The Economist sobre la ‘guerra comercial’.     

Comienza una guerra comercial entre EEUU y China

Golpe por Golpe 

Los dos países amenazan con caer a una secuencia de represalias de ojo por ojo

 

 

 

 

 

 

The Economist
7 de abril, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Los aranceles están en peligro de convertirse en una guerra comercial. El 3 de abril, Estados Unidos publicó una lista de unos 1,300 productos chinos que propone imponerles aranceles del 25%. Un día después, China produjo su propia lista, que abarca 106 categorías. “Como dice el refrán chino, es muy cortés intercambiar”, dijo la embajada china en Washington, DC.

Según el Peterson Institute for International Economics, un grupo de expertos, la lista de Estados Unidos cubre productos chinos por un valor de US$ 46 mil millones en 2017 (9% de las exportaciones totales de bienes de ese año a Estados Unidos; según el gráfico). China cubre bienes estadounidenses por valor de alrededor de US$ 50 mil millones en 2017 (38% de las exportaciones). Las sumas fueron suficientes para mover los mercados el 4 de abril, aunque el índice S&P 500 pronto recuperó el terreno perdido.

Las listas de ambos países son, por ahora, no más que amenazas. En los próximos dos meses, la lista de EEUU estará abierta a consulta pública (no hay un plazo para que las tarifas entren en vigencia). China ha dicho que esperará a la movida de Estados Unidos. Todavía hay una posibilidad de que las dos partes elijan un acuerdo sobre una guerra comercial. Aunque la lista de Estados Unidos fue elaborada en respuesta al supuesto robo de propiedad intelectual de firmas estadounidenses por parte de China, Trump considera que el déficit comercial con China es una afrenta independiente. Los aranceles aún podrían evitarse si China acepta comprar más productos estadounidenses.

Pero a esta escaramuza le siguen otras. El 23 de marzo, Estados Unidos impuso aranceles al acero y al aluminio de algunos países, incluida China. Eso provocó aranceles que cubren alrededor de US$ 3 mil millones de las exportaciones estadounidenses a China. Se esperan más represalias, ya que los chinos reaccionaron al separar los aranceles estadounidenses en productos como paneles solares y lavadoras.

Los historiadores del comercio tienen una ventaja sobre aquellos que estudian guerras de tipo militar. Cada parte en un conflicto comercial expone en detalle los productos que se verán afectados. Eso hace que sea más fácil analizar sus estrategias.

Los aranceles de Trump sobre el acero y el aluminio resultan bastante crudos. Son un intento de proteger una sola industria al bloquear la competencia extranjera, guiados por la creencia errónea de que esto la fortalecerá. Por el contrario, las represalias de China y las últimas amenazas estadounidenses sobre la propiedad intelectual son más sofisticadas. En lugar de engreir a una industria, están destinadas a empujar a un socio comercial a cambiar su comportamiento. Son medios, no fines.

La lista estadounidense de esta semana está diseñada para afectar a productos que se benefician de la política industrial de China, incluido su plan “Made in China 2025” para dominar ciertos sectores estratégicos. A la vista están productos como robots industriales, motores para vehículos eléctricos y semiconductores. (Al menos 90 productos, que incluyen piezas de aviones y automóviles, no registraron exportaciones chinas a Estados Unidos en 2017 y pueden considerarse como un ataque preventivo).

Eso puede parecer justo en los ojos de Trump. Pero los burócratas que elaboran la política de protección comercial enfrentan una disyuntiva entre golpear al otro país y proteger a sus propios consumidores. Incluso antes del último anuncio, algunos productos ofensivos habían sido eliminados de la lista de Estados Unidos después de que los analistas del gobierno los identificaron como “susceptibles de causar disrupciones a la economía de EEUU.” O “sujetos a restricciones legales o administrativas”. La elección final tuvo en cuenta la disponibilidad de sustitutos de otros lugares. Los analistas de Goldman Sachs, un banco, estiman que de los productos propuestos para las tarifas, solo alrededor del 20% de las importaciones de EEUU en 2017 provino de China (la proporción es más alta para LED, televisores e impresoras y fotocopiadoras).

El elemento sorpresa

Algunas partes de la estrategia de Estados Unidos fueron inesperadas. Minimizar las disrupciones en las empresas sugeriría aranceles sobre productos terminados en lugar de sus insumos. Algunas empresas pueden no darse cuenta de que sus proveedores están comprando productos chinos, por lo que los costos más altos para los bienes intermedios podrían viajar a lo largo de las cadenas de suministro en formas impredecibles. Las piezas más caras podrían hacer que los fabricantes estadounidenses sean menos competitivos que los rivales extranjeros. Sin embargo, aunque las dos líneas arancelarias más importantes por valor en la lista de Estados Unidos eran los televisores en pantalla a color y los vehículos de pasajeros, los productos de consumo representaron menos del 20% de las importaciones afectadas.

¿Qué hay de China? En respuesta a los aranceles de Estados Unidos sobre el acero y el aluminio, colocó aranceles sobre los tubos de hierro y acero, tuberías y perfiles huecos valorizados en US$ 2 millones, y residuos de aluminio de US$ 1.2 mil millones. Esto hizo eco de la respuesta de Canadá a la tarifa estadounidense de Smoot-Hawley de 1930, cuando aumentó los aranceles sobre los huevos como represalia por que Estados Unidos hizo lo mismo. Douglas Irwin de Dartmouth College informa que el número de huevos que Canadá exportó a Estados Unidos cayó en un 40% entre 1929 y 1932. Pero el número que fue en la otra dirección se desplomó en un 99%. Tal represalia de ojo por ojo tiene la intención de demostrar que las barreras comerciales hacen que las industrias sean más débiles, no más fuertes.

La lista que China publicó el 4 de abril es aún más audaz. No hace ningún esfuerzo para cumplir con las normas de la Organización Mundial del Comercio, y apunta a puntos de presión en la democracia de Estados Unidos, incluyendo industrias con lobbys poderosos, como aviones y soja, así como productos de estados políticamente sensibles. Wisconsin es el hogar tanto de Paul Ryan, el presidente de la Cámara de Representantes, como de una parte considerable de los exportadores de arándano americano. Mitch McConnell, el líder republicano del Senado, representa a Kentucky, hogar de los exportadores de bourbon de Estados Unidos. Ambos productos están incluidos en la amenaza arancelaria de US$ 50 mil millones de China.

Tales métodos han funcionado antes. En 2003, cuando la Unión Europea amenazó con aplicar aranceles a los productos estadounidenses, incluidas las naranjas, en represalia por las tarifas de George W. Bush para el acero europeo, Bush cedió. (Florida, un estado crucial, es el hogar de muchos cultivadores de naranjas). Los pronunciamientos de Trump no sugieren que esté listo para demandar paz. Tampoco parece estar consciente de los riesgos del fracaso. Lampadia




¿Más macetas y menos estacionamientos?

Pareciera que las autoridades peruanas intentan solucionar un problema distorsionando la realidad con otro. Quieren un distrito sin estacionamientos para una ciudad sin transporte público organizado. Quitan estacionamientos de vías públicas y pretenden remplazarlo con uno subterráneo que cuesta más. Este atropello de reformas que está ocurriendo en los distritos de Miraflores y San Isidro parece ser una pantalla al verdadero ‘negociazo’: la empresa privada de estacionamientos Los Portales.

Desde hace unos meses, sin consulta ni información alguna, han empezado a aparecer decenas de macetas que impiden el uso del espacio como estacionamiento para los residentes y trabajadores que transitan diariamente estos distritos. Su raciocinio pareciera tener una noble causa: “un gran plan de urbanismo”, distritos modernos y con conciencia medio ambientalista.

Miraflores

Fuente: Carlos Soto

Pero, en una ciudad de casi 9 millones de personas; con un parque automotor que continúa aumentando (hubo un crecimiento de 100,000 nuevas unidades en 2016 y cerró el año en 2.6 millones de vehículos) y un transporte público que deja mucho por desear, esto es un caos. Y es que, dada la escasez de estacionamientos en San Isidro y Miraflores, pareciera que lo que los alcaldes de estos distritos realmente desean es promocionar a Los Portales, forzando a los vehículos a estacionarse en sus estacionamientos (algunos recientemente inaugurados).

SDFDSF Foto: Carlos Soto

Fuente: Carlos Soto

¿En algún momento se han puesto a pensar en el perjuicio que le están ocasionando a los residentes y negocios que se encuentran en la zona y que han apostado por pertenecer al distrito? ¿Se han puesto a pensar en las facilidades para alguna embarazada, con hijos pequeños, ancianos o persona con discapacidad? ¿En la gente que maneja de otros distritos para venir a trabajar y que ahora será obligada a pagar un mayor monto por estacionar? En el caso de Miraflores, por ejemplo, Los Portales ha establecido una tarifa de S/0.12 el minuto o S/7.20 la hora, dos soles más que el promedio en las playas aledañas, las cuales también dicen estar siendo perjudicadas.

Por donde se le mire no tiene ninguna intención de mejora y beneficio para los vecinos que conforman sus distritos, sino todo lo contrario, se convierte en una excusa perfecta para el negocio redondo de unos cuantos, camuflada en el tristemente célebre discurso de urbanismo. Y Los Portales no duda en abusar de sus servicios, aumentando los costos por hora en distintas zonas y la penalidad por pérdidas de Ticket de Ingreso, algo que los usuarios ya se han quejado en las redes sociales por su precio exorbitante.

Fuente: Facebook

Y es que Los Portales es casi un monopolista que controla la cantidad de producción y el precio. Su competencia, Central Parking, casi ni figura en los estacionamientos de las zonas más concurridas de Lima. Uno pensaría que, dado el exorbitante monto que cobra por hora, al menos mantendría un servicio impecable. Pero no es así. Los baños, como se ve líneas abajo, dejan mucho que desear (en sus múltiples localidades). Están rotos y sucios. ¿Este es el servicio que nos ofrecen?

Locales de Av. Álvarez Calderón 180 y Av. Camino Real Nro. 348

Hay que apreciar además el tipo de cambio que ofrece a sus clientes. Como se puede apreciar en la siguiente foto, cuando el tipo de cambio ya superaba los 3 soles por dólar, Los Portales seguía y, sigue, dando una cotización abusiva.

http://www.lampadia.comhttps://www.lampadia.com/assets/uploads_images/images/2015/1424968850_b.jpg

Su mal servicio no se limita a estos servicios, sino también a su sistema de cobro. En algunas localidades, como el Óvalo Gutiérrez, ya ni siquiera ponen personal para el cobro del estacionamiento a la salida del cine de noche. En vez, fuerzan a los carros a hacer una larga fila para pagar, creando smog en un lugar cerrado y sin un sistema de ventilación apropiado, que es dañino para la salud de los clientes.

Algo muy llamativo de estos desarrollos es que los alcaldes simplemente los imponen en contra de los ciudadanos. Lo mismo pasa en San Isidro con los cambistas, que al prohibir sus operaciones, los ciudadanos ven encarecidas sus negociaciones de divisas en los bancos. También se ha prohibido el lavado de carros en la vía pública. En esencia, se está creando un ambiente menos pueblerino y más frío. Antes tenías tu cambista, la comodidad de estacionar donde necesitabas y el joven que lavaba tu carro.

Queda claro, entonces, que existe un grave problema con el abuso de poder de los alcaldes y de empresas como Los Portales, al contar con el protagonismo de estacionamientos en Lima y generando mayor incomodidad y problemas a los ciudadanos. Además, la conducta de las autoridades que permiten y facilitan estas “reformas” muestra que, lamentablemente, el bienestar de todos los ciudadanos no está dentro de sus objetivos. Lampadia