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El hábito del sombrero

El hábito del sombrero

MIENTRAS TODO SUCEDE
Milagros Leiva
Para Lampadia

Pedro Castillo Terrones nunca usó sombrero hasta que comenzó la segunda vuelta. Hoy no se lo saca ni para ir al baño, literalmente. Cuenta su entorno que tampoco se lo saca en las reuniones de los Consejos de Ministros. No se lo saca en los aviones, en las cenas, en ninguna aparición pública y es tanta la confusión que hasta un periodista argentino lo ha confundido con un mariachi. Su cerebro nunca descansa de esa prenda que hoy se ha convertido en un símbolo de su gobierno. En efecto estamos en el gobierno del Sombrero y no habría mayor problema si debajo de esa prenda popular tuviéramos a un presidente con metas tan claras y tan definidas que no duda en comunicárselas al pueblo peruano. ¿Deben ser las personas juzgadas por su apariencia, por cómo se visten? Yo creo que no. ¡El hábito no hace al monje!, el problema es cuando el monje solo usa el hábito para ser reconocido como tal.

Cuenta la historia que sobre el forro de su abrigo de Brooks Brothers el presidente Abraham Lincoln hizo bordar: One Country, one destiny (un país, un destino). Un hombre que enfrentó la Gran Depresión con un talento innato para comunicar, así era Roosevelt quien dejó un legado tan grade en Estados Unidos que todos los gobernantes que lo sucedieron jamás han dejado de mencionarlo. Castillo todavía no borda nada en su sombrero. ¿Pero qué frase elegiría? ¿Divide y reinarás? ¿Salvo el poder todo es ilusión? ¿El hijo del pueblo que quiso, pero no supo? ¿No soy comunista, pero parezco? De saque ha demostrado ser un gobernante silente. No da mensajes a la Nación explicando al pueblo sus desafíos, a cambio lee discursos, pero cuando se sale del libreto el enredo es tan bochornoso que hasta vergüenza da.

¿Castillo es una gran incógnita? No necesariamente. Entre idas y venidas, está demostrando que la izquierda unida también puede ser vencida por la ineficacia y mediocridad puesta al servicio de la Nación. El amiguismo ha sido tan burdo en el nombramiento de puestos claves que sorprende le enorme incapacidad para convocar al talento. Varios líderes de izquierda hoy aseguran con un paternalismo desbocado que a Castillo hay que comprenderlo y hasta perdonarlo. Que es un maestro rural, que no tiene experiencia alguna en gestión y sí en reclamos, pero que lo cívico es esperar a que aprenda. El problema es que la crisis y la enorme incertidumbre y crispación no resiste aprendizaje de largo aliento; peor cuando se observa que en su gobierno existe básicamente un desgobierno.

¿Qué conejos han salido hasta hoy de este sombrero político? Un primer ministro que osa enfrentarlo, un líder del partido que a la primera le corrige la plana en un tuit y varios ministros que balbucean explicaciones diversas de la ineficacia ante una prensa incrédula. ¿Qué otros conejos saldrán? Peor aún: ¿podrá el sombrero protegerlo de la tormenta judicial que se avecina?

La Fiscalía ya fijó posición: Perú Libre es una organización criminal que entre otras cosas lavó dinero para financiar la campaña. ¿Castillo sabía de los fondos? ¿Se sacará el sombrero para contar la verdad? ¿Tendrá un conejo de la suerte o la colaboración de algún eficaz terminará por despeinarlo? Lampadia