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Capitalismo democrático

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

“La noción más radical en el capitalismo democrático es que busca separar el poder político de la riqueza. El poder está en manos del pueblo y sus representantes electos, mientras que la riqueza está en manos de quienes poseen recursos económicos y sus agentes.

La democracia y el capitalismo son complementarios, ya que ambos asumen la agenda humana, dependen del estado de derecho, rechazan el estatus atribuido y dependen de lo que los economistas Daron Acemoglu y James Robinson llaman un “estado encadenado”.

Sin embargo, la democracia y el capitalismo también son opuestos. El capitalismo es cosmopolita, mientras que la democracia está ligada a una jurisdicción territorial.

El capitalismo significa un dólar, un voto, mientras que la democracia significa un ciudadano, un voto”.

Así presenta Martin Wolf su ensayo sobre la ‘Defensa del capitalismo democrático’. Wolf es uno de los economistas más importantes de la prensa internacional y en esta ocasión nos presenta su testimonio personal sobre las características, limitaciones y grandes capacidades del matrimonio del capitalismo y la democracia.

Wolf muestra y destaca las bondades de ese matrimonio:

“Las democracias liberales de hoy en día son las sociedades más exitosas de la historia humana, en términos de prosperidad, libertad y bienestar de sus pueblos”.

Pero su experiencia personal, como refugiado del nazismo, le hizo consciente de los riesgos políticos y económicos, que como en el Perú de estos días, puede destruir una sociedad pujante:

“Me ha hecho consciente a lo largo de mi vida de que los errores políticos pueden combinarse con desastres económicos para desencadenar la destrucción de sociedades que se creen civilizadas”.

Cualquier análisis histórico socio-político o económico, demuestra con claridad que las sociedades que abrazaron consistentemente el capitalismo y la democracia, han logrado niveles de bienestar para sus poblaciones que distan abismalmente de aquellas que los recusan o los asumen a medias.

Los peruanos necesitamos ideas claras si queremos enrumbar nuestro país hacia el desarrollo integral, económico, social e institucional. Con ese fin compartimos el análisis de Wolf, como una sólida fuente argumental en pro de la democracia y el capitalismo.

En defensa del capitalismo democrático

La unión de la economía liberal y la democracia ha traído inmensos beneficios al mundo, pero hoy enfrenta su prueba más dura en décadas. ¿Qué hay que hacer?

Martin Wolf
Principal comentarista económico del Financial Times.
Su nuevo libro es ‘La crisis del capitalismo democrático’.
Financial Times
20 de enero, 2023

En mayo de 1940, cuando los nazis invadieron los Países Bajos, mi madre, entonces de 21 años, escapó del país en un arrastrero secuestrado por su padre, un comerciante de pescado hecho a sí mismo. Su padre, uno de los nueve, pidió a toda su familia que se unieran a ellos en el viaje a Inglaterra. Ninguno lo hizo: todos fueron masacrados en el Holocausto.

Mi padre, que creció en Viena, se fue en 1937, a la edad de 27 años. Luego llegó a Inglaterra, donde vivía cuando estalló la guerra. Fue internado como un “extranjero enemigo” en Canadá. Pero regresó a Inglaterra en 1942 y conoció a mi madre en una fiesta de “bienvenida de vuelta” organizada por los padres de uno de sus amigos. Su familia inmediata también sobrevivió. Pero su familia en general, todas las cuales vivían en Polonia, también fueron masacradas, excepto por un primo, que sobrevivió por un milagro.

Mi padre había nacido en el Imperio Austrohúngaro en abril de 1910. Pocos podían haber previsto entonces las catástrofes que acontecerían en Europa durante los próximos 35 años. Esta historia no es irrelevante. Debe servir como advertencia. Me ha hecho consciente a lo largo de mi vida de que los errores políticos pueden combinarse con desastres económicos para desencadenar la destrucción de sociedades que se creen civilizadas.

Hoy, como a principios del siglo XX, vemos enormes cambios en el poder global, las crisis económicas y la erosión de democracias frágiles. Pero también vemos el surgimiento de fuerzas antidemocráticas en el corazón de la democracia, Estados Unidos. El intento de reversión de las elecciones de 2020 por parte Donald Trump y el apoyo que su partido le ha dado a sus mentiras dejan claro el peligro.

Martin Wolf de seis años (izquierda) con sus padres en 1953, 13 años después de que su madre llegara a Inglaterra para escapar de la invasión nazi de los Países Bajos.

Crecí durante la guerra fría. La defensa de la democracia liberal fue el telón de fondo político de mis años de formación. Posteriormente, especialmente como economista en el Banco Mundial, aprendí a entender el papel del capitalismo de mercado en la generación de la prosperidad de la que depende una política estable. Saludé la apertura de la economía global y la enorme contribución del capitalismo global a la reducción de la pobreza masiva, especialmente en China.

Ahora, sin embargo, la salud de la democracia está en entredicho. Según Larry Diamond de Stanford, el mundo se encuentra en una “recesión democrática”. ¿Qué tan cerca podría estar de una depresión democrática, en la que la democracia se subvierte incluso en estados donde durante mucho tiempo se pensó que era sólida? El capitalismo de mercado también ha perdido su capacidad de generar aumentos ampliamente compartidos en la prosperidad en muchos países. En una época de demagogia populista, “democracia iliberal”, autocracia personalizada y despotismo institucionalizado de China, ¿perdurará el capitalismo democrático, el matrimonio entre la democracia liberal y el capitalismo de mercado?

La democracia del sufragio universal tiene poco más de un siglo. El capitalismo es más antiguo. Pero, en su forma corporativa moderna, no es mucho más antigua.

El sistema que la democracia y el capitalismo se combinan para crear una cooperación social a través de la competencia y el consentimiento. La competencia está en el centro tanto de la economía como de la política. Pero esa competencia ocurre dentro del contexto de reglas y valores internalizados por la sociedad e incorporados en la ley.

La noción más radical en el capitalismo democrático es que busca separar el poder político de la riqueza. El poder está en manos del pueblo y sus representantes electos, mientras que la riqueza está en manos de quienes poseen recursos económicos y sus agentes.

En los Estados Unidos, los partidarios de Donald Trump violan la seguridad y entran en el Capitolio durante los disturbios del 6 de enero de 2021 © Saul Loeb / AFP / Getty Images

En Brasil, manifestantes y partidarios del expresidente Jair Bolsonaro asaltan el edificio del Congreso Nacional el 8 de enero ©Eraldo Peres / AP

La democracia y el capitalismo son complementarios, ya que ambos asumen la agencia humana, se basan en el estado de derecho, rechazan el estatus atribuido y dependen de lo que los economistas Daron Acemoglu y James Robinson llaman un “estado encadenado”. Históricamente, también, la democracia surgió de las oportunidades y luchas desencadenadas por la dinámica economía de mercado.

Sin embargo, la democracia y el capitalismo también son opuestos. El capitalismo es cosmopolita, mientras que la democracia está ligada a una jurisdicción territorial.

Capitalismo significa un dólar, un voto, mientras que democracia significa un ciudadano, un voto. Entonces, un peligro es que la riqueza compre poder en nombre del orden, convirtiendo la democracia en plutocracia. Otra es que los demagogos toman el poder en nombre del pueblo, convirtiendo la democracia en autocracia.

Las democracias liberales de hoy en día son las sociedades más exitosas de la historia de la humanidad, en términos de prosperidad, libertad y bienestar de sus pueblos. Pero también son frágiles. Descansando en el consentimiento, requieren legitimidad. Entre las fuentes más importantes de legitimidad se encuentra la prosperidad ampliamente compartida. En consecuencia, una gran parte de la razón de la erosión de la confianza en las élites ha sido un declive económico relativo a largo plazo de partes significativas de las clases trabajadoras y media, empeorado por los choques económicos, en particular la crisis financiera mundial.

El apoyo a los populistas y a las causas populistas, como el Brexit, se debe en parte al  “miedo a caer”, lo que los sociólogos llaman “ansiedad por el estatus”, entre las personas cuyas posiciones ya eran precarias.

No es sorprendente, entonces que una característica de las campañas de demagógicas exitosas sea la nostalgia. Esta es la razón por la que “Make America Great Again” de Trump (mi énfasis) fue un eslogan brillante. Es por eso que Take Back Control “, el lema del Brexit, estuvo tan bien dirigido a las personas que sentían que habían estado perdiendo el control sobre sus medios de vida, su estatus e incluso su país.

Brillantes lemas de campaña populistas incluyeron “Make America Great Again” de Donald Trump. © Zach Gibson/Getty Images

. . .  y el slogan Brexit ‘Take Back Control’ apoyado por Boris Johnson © Andrew Parsons/Shutterstock

Muchas fuerzas a más largo plazo han socavado la posición económica y social de la clase trabajadora de las democracias de altos ingresos.

La desindustrialización, la ralentización del crecimiento de la productividad, el impacto desequilibrado de las nuevas tecnologías en la demanda de mano de obra y el fin del monopolio occidental del saber hacer industrial eran todos más o menos inevitables. Pero eran poderosos.

Trump se quejó de que “los países se están aprovechando de nosotros… Lo han estado haciendo durante muchos, muchos años, y queremos terminarlo”. Es muy fácil culpar de los problemas propios a extraños engañosos, especialmente de los extranjeros.

Sin embargo, a pesar del enfoque en el, el comercio internacional ha tenido un impacto relativamente pequeño, aunque concentrado, en las economías. De hecho, muchos de los países con los niveles de bienestar más altos tienen economías pequeñas y muy abiertas: Dinamarca es un ejemplo. La capacidad del capital para moverse libremente era sin duda más importante que el comercio. Más importante que ninguno de los dos fue el fracaso en ayudar los perdedores domésticos del cambio económico radical.

[Lamentablemente, incluso análisis brillantes como el de Wolf, adolecen de falta de perspectiva global. El comercio internacional de las ultimas décadas ha tenido un inmenso impacto favorable en la reducción de la pobreza en los países emergentes, incluyendo a China y por supuesto al Perú].

Sin embargo, un problema genuino ha sido el surgimiento de un capitalismo rentista, en el que una proporción relativamente pequeña de la población ha capturado las rentas (ingresos muy superiores a los necesarios para inducirlos a prestar sus servicios) de la economía y ha utilizado estos recursos para dar forma a los sistemas político y legal en su favor. Un aspecto significativo de esto ha sido el aumento del poder y la escala de las finanzas, así como una notable disminución de la competencia en partes importantes de la economía, incluido el sector de la tecnología.

La crisis financiera provocó un gran impacto económico a corto plazo y luego una gran pérdida de producción en relación con las tendencias previas a la crisis: en el Reino Unido, por ejemplo, el PIB per cápita fue más del 30 por ciento más bajo en 2021 de lo que habría sido si las tendencias previas a la crisis hubieran continuado; en los Estados Unidos, fue un 21 por ciento más bajo.

Sobre todo, la crisis y el subsiguiente rescate de las instituciones que se cree que la causaron fueron indicadores claros de la incompetencia de la élite, incluso de la mala conducta. La crisis también fue seguida por un doloroso ajuste fiscal estructural. Seguramente muchos votantes sintieron, que era hora de un cambio. ¿Por qué no probar con Trump o Brexit?

La variante demagógica del autoritarismo surge del mayoritarismo electoral llevado a sus límites. El líder del gobierno utiliza su poder para suprimir las instituciones independientes y la oposición y luego emerger como un gobernante absoluto, como han hecho Recep Tayyip Erdoğan, Viktor Orbán y Vladimir Putin.

Vladimir Putin en un colegio electoral durante el referéndum constitucional ruso de 2020 © Russian Look / Zuma Press / eyevine

El presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, preside una reunión del partido en Ankara en 2021 © Mustafa Kamaci / Agencia Anadolu / Getty Images

¿Podría esto también ser relevante para las democracias liberales establecidas? Ciertas cepas de populismo pueden permitir tal desarrollo. Todos los populistas son hostiles a las élites. Pero algunos también son anti pluralistas. Como argumenta Jan-Werner Müller de Princeton, los populistas anti pluralistas creen que solo hay un pueblo, el pueblo “real”, y que ellos y solo ellos lo representan o incluso lo encarnan en su propia persona. Esto cambia suavemente la proposición de que el poder debe concentrarse en sus manos.

La energía detrás del populismo no puede ser ignorada, y mucho menos reprimida. En su lugar, hay que aprovecharla. Los políticos comprometidos con la democracia liberal deben responder a la desconfianza generalizada de las élites no rindiéndose ante ellas, sino haciéndose confiables, una vez más. Esto es lo que Franklin Delano Roosevelt logró en la década de 1930, al combinar las ideas innovadoras y la competencia de personas como Frances Perkins, la secretaria de trabajo que sentó las bases del sistema de seguridad social de los Estados Unidos, con una retórica arrolladora contra lo que él llamó “gobernar administrando bien el dinero – government by organised money“. La renovación exitosa también es posible ahora.

Mi tesis subyacente es que es imposible mantener una democracia de sufragio universal con una economía de mercado si la primera no parece abierta a la influencia, y la segunda no sirve a los intereses, de la gente en general. Esto, a su vez, exige una respuesta política arraigada no en la política destructiva de la identidad, sino en el bienestar de todos los ciudadanos, es decir, un compromiso con las oportunidades económicas y la seguridad básica para todos.

Basándose en el propio Roosevelt, los objetivos de política interna deberían ser crecientes estándares de vida ampliamente compartidos y sostenibles, buenos trabajos para aquellos que pueden trabajar, igualdad de oportunidades, seguridad para aquellos que lo necesitan y poner fin a los ” privilegios especiales” para unos pocos.

Franklin D Roosevelt firma la Declaración de Filadelfia en la Casa Blanca en 1944 © Alamy

Es posible hacerlo mejor de lo que hemos estado haciendo en todos estos aspectos.

Es posible, por ejemplo, limitar la inestabilidad macroeconómica reduciendo la dependencia de la demanda impulsada por la deuda y haciendo que el sistema financiero sea más sólido.

Un paso obvio es eliminar la deducibilidad fiscal de los intereses.

También es posible que la política haga más para promover y difundir la innovación y la inversión.

Una vez más, parece cada vez más factible combinar el cambio a las energías renovables con el crecimiento económico sostenido, aunque ha faltado la ambición política necesaria.

Algunos argumentan en contra de tal búsqueda de crecimiento económico, con el fin de protegernos del calentamiento global. Pero el “descrecimiento”, como se llama, no es ni una condición necesaria ni suficiente para abordar los problemas ambientales: no es suficiente, porque dejaría las emisiones demasiado altas. No es necesario, porque las mejores soluciones son tecnológicas. Además, la eliminación del crecimiento no se acordaría democráticamente. Solo una tiranía podría hacerlo.

Sería un grave error poner fin a la apertura económica: el comercio sigue siendo un contribuyente esencial a la prosperidad de todos los países, especialmente los más pequeños y pobres, pero también los más grandes. La autosuficiencia es una ilusión. La forma de hacer que la globalización funcione mejor políticamente es, en cambio, ayudar a los lugares y a las personas afectadas por el cambio económico, sean cuales sean sus causas.

El crecimiento sigue siendo esencial. También lo es el estado de bienestar, que tiene sentido económico y social. Puede asegurar los riesgos que el sector privado no asegurará. Diseñado adecuadamente, puede ofrecer a todos una ventaja y así promover la igualdad de oportunidades. Es una forma eficiente de difundir el consumo a lo largo de toda la vida, ayudando a las personas cuando son jóvenes (como niños, estudiantes y padres jóvenes) y mayores (como jubilados), mientras las graba en sus años medios más prósperos.

Algunos argumentan que el ‘ingreso básico universal’ mejoraría el estado de bienestar. Pero el gasto adicional, por definición, iría a aquellos que no son los que más merecedores de ayuda. Sería mucho mejor utilizar los escasos recursos fiscales para mejorar el nivel de bienestar para aquellos que lo necesitan y, lo que es más importante, subvencionar el empleo y mejorar los servicios públicos esenciales para todos.

El privilegio sigue siendo un problema.

Tal vez el ejemplo más llamativo de privilegio en nuestros tiempos ha sido el tratamiento de los miembros de la familia Sackler que gerencian Purdue Pharma. Tienen una gran responsabilidad por la prescripción masiva de opioides en los EE. UU., probablemente el peor escándalo relacionado con las drogas desde las guerras del opio del Reino Unido contra China en el siglo XIX. Sin embargo, caminan libres, a pesar de que 374,000 personas están en prisión por delitos de drogas en los EE. UU. La ley tiene que ser igual para todos. Eso requiere una separación mucho mayor de la riqueza de la política.

Residentes estadounidenses que perdieron seres queridos en la manifestación epidémica de opioides en Washington en 2020 para pedir cargos penales contra la familia © Sackler Michael Nigro / Pacific Press / Alamy

Hay muchas otras áreas de reforma necesaria:

hacer que la política de competencia sea más efectiva;
hacer que el sistema tributario sea más eficiente y justo;
y limitar la corrupción.

Necesitamos financiación pública de los partidos políticos. Deberíamos considerar impuestos sobre la riqueza o impuestos más pesados sobre legados, para ayudar a financiar lo que la gente del estado necesitará.

A largo plazo, la competencia democrática ha dado mejores resultados, en términos de prosperidad y libertad, que el despotismo.

Si Xi Jinping estuviera en una elección competitiva, ¿Mantendría su poder absoluto? Sin embargo, también debemos hacer que la democracia en sí funcione mejor. Uno tiene que reconocer, sobre todo, que la democracia solo funciona si la lealtad a la propia sociedad anula la lealtad a la propia. En una democracia que funciona, la legitimidad de aquellos con los que uno no está de acuerdo debe ser reconocida.

También tenemos que fortalecer nuestras democracias reforzando el patriotismo cívico, mejorando y descentralizando la gobernanza, y disminuyendo el papel del dinero en la política. Debemos hacer que el gobierno sea más responsable. También debemos tener medios de comunicación que apoyen la democracia en lugar de socavarla. Solo con tales reformas hay esperanza de restaurar la salud vigorosa del capitalismo democrático.

La humanidad se enfrenta a muchos desafíos compartidos: mantener la prosperidad; gestionar las pandemias; ofrecer seguridad cibernética; contener la proliferación nuclear; evitar la guerra entre las grandes potencias; y preservar los bienes comunes globales.

Entonces, ¿cómo debería encajar el capitalismo democrático en el mundo? Las democracias liberales necesitan preservar la vitalidad de su propio sistema, mientras gestionan sus relaciones con el resto del mundo, para preservar la paz, la prosperidad y el planeta.

La relación debe ser de cooeración, pcompetencia, coexistencia y, cuando sea esencial, confrontación calibrada. Un desafío particularmente grande será gestionar la relación con China. Pero no puede ni debe ser un conflicto. Nadie ganaría con eso. La guerra de Rusia contra Ucrania es sin duda una catástrofe suficiente.

Entonces, ¿qué hay que hacer?

En primer lugar, fortalecer la cooperación entre las democracias y los valores democráticos, incluso promoviendo activamente la renovación de los sistemas fallidos.

En segundo lugar, evitar lo que el politólogo Graham Allison ha llamado la “Trampa de Tucídides”, la tendencia a la sospecha mutua entre los poderes emergentes y establecidos para generar conflicto.

En tercer lugar, promover la interdependencia mutuamente beneficiosa.

Por último, cooperar en objetivos compartidos. Un primer paso obvio es abrir un intenso diálogo con China sobre los caminos a seguir para las relaciones gestionadas.

En este nuevo mundo, las democracias establecidas necesitan protegerse a sí mismas y a sus valores, reconociendo al mismo tiempo que no pueden gobernar el mundo como lo hicieron una vez. Su participación en la población mundial y las perspectivas económicas está en declive irreversible. Esto debe ser reconocido.

Debemos reconocer la fragilidad del capitalismo democrático incluso en los países donde nacieron y han mantenido una democracia ejemplar. Pero no debemos reconocer menos su valor duradero. Lo hemos heredado de las luchas de nuestros predecesores. Debemos reformarlo y protegerlo para nuestros descendientes. En gran parte, el éxito depende de la probidad y la sabiduría de sus élites. Solo si se revive la confianza, la legitimidad del sistema se protegerá contra sus depredadores, que no solo están fuera, sino también, por desgracia, dentro. Lampadia




Nuestro principal desafío

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

Hay dos formas de reducir las diferencias económicas y sociales en nuestras poblaciones:

  • La que usan los populistas sin imaginación, mediante dictaduras comunistas, con las cuales igualas hacia abajo (todos iguales, salvo la cúpula gobernante) o
  • Mediante la educación, con la que los ciudadanos salen del atraso y reducen las desigualdades, en la medida de nuestros mejores deseos, a base de conocimiento y creación de valor.

La rueda ya se inventó y el proceso de transformación, a través de la educación, ya está en marcha en el mundo, por lo que me valdré de la brillante descripción de los ejemplos analizados por Andrés Oppenheimer en su libro ¡Basta de historias!

La gran diferencia entre nuestra experiencia educativa y la de países tan exitosos como Finlandia, Singapur, China, India y USA, por mencionar sólo algunos, está en la calidad de los maestros y en el enfoque que se le da a la educación, dos batallas que vamos perdiendo. Esto nos ocurre por no haber puesto el tema educativo en el centro de nuestro interés, ni haberle dado la importancia superlativa que le corresponde.

Así, los países mencionados, tienen un especial cuidado en la selección de los maestros escolares. En Finlandia, para ser maestro de aula en primaria, se requiere no sólo una licenciatura, sino de una maestría. Se puede ser maestro auxiliar con sólo la licenciatura, éste acompaña al maestro principal en el aula y apoya a los que tienen dificultades, sin interrumpir el dictado de la clase. En adición, cuentan con un maestro, que además de maestría tiene gran experiencia, quien está fuera del aula y apoya a los alumnos con clases privadas, para que no se retrasen.

Para su ingreso a la universidad, sólo se admite al 10% de los mejor calificados, en la carrera de educación. La expectativa de ingresos de un maestro al graduarse, es equivalente a la de un ingeniero, médico o administrador y, el status social que le corresponde, equivale al de un diplomático. Es altamente respetado, pues tiene a su cargo la formación del activo más preciado de su país, los niños.

Una de las conclusiones en esos países y, que debiéramos adoptar de inmediato, es que nuestro esfuerzo se debe concentrar en la etapa inicial:

  • Adecuada nutrición de la madre gestante.
  • Alimentación y control de anemia del niño, especialmente durante sus tres primeros años.
  • Simultáneamente, enseñanza pre escolar y estimulación temprana del niño, teniendo en cuenta que en esa etapa se desarrolla el cerebro y el niño absorbe como esponja gran conocimiento y vivencias.

Los estudios y experiencias demuestran, que ese es el dinero mejor invertido dentro de todas las etapas educativas, incluyendo la universitaria.

Es claro que los escolares, deben de contar con aulas decentes, servicios higiénicos con agua y desagüe, energía eléctrica y de ser posible, conectividad a internet, que espero podamos lograr pronto. Lo que más nos distancia de los países con mejor educación, es el tiempo dedicado a estudiar, pues mientras el año escolar tiene 243 días en Japón y promedia entre 200 y 180 días en Holanda, Tailandia y USA. En los países latinoamericanos está alrededor de 160 días o menos. Además, mientras los niños chinos estudian entre 12 y 14 horas por día, en Latinoamérica fluctúa entre 5 y 8 horas por día.

Hay ciertos mitos que debemos desterrar. En el Perú, desde el magisterio se reclama que se debe aplicar en educación un 6% del PBI. A pesar de todas sus deficiencias, en muchos países de Latinoamérica se invierte 5% del PBI, mientras en Singapur, uno de los países con mejores resultados en educación en el mundo, se usa el 3% de su PBI en esta tarea. Lo que demuestra que, no es sólo cuestión de cantidad de dinero, sino de un buen uso del mismo.

Otra característica de los países con mejores resultados académicos y desempeño profesional de sus graduados, es que ellos se han abierto al uso del idioma inglés. Esto ocurrió con Singapur, quien lo adoptó como idioma oficial, la India, país donde sus estudiantes hablan inglés y en general en toda Europa. Finlandia, por ejemplo, un país que tiene un idioma complicado y una población reducida, 5.3 millones de habitantes, por cuestión de costos optó por no traducir las películas y dibujos animados americanos con los que se entretienen sus niños, así que todos hablan perfecto inglés y sin acento. En China, los niños desde tercero de primaria ya hablan inglés, mientras en muchas universidades latinoamericanas, la gran mayoría no lo habla.

Un elemento distintivo e importante de los países con mejor educación, es que han internacionalizado su educación. En primera instancia, un alto porcentaje de niños de primaria han tenido un viaje guiado al extranjero, promovido por el Estado y a lo largo de los estudios escolares y universitarios, se les impulsa a conocer y convivir con otras culturas y ver cómo se hacen las cosas en países del primer mundo. Un dato importante es la humildad en estos países, quienes tienen siempre la angustia de estarse retrasando en términos educativos y de investigación universitaria. Se inclinan mayoritariamente por las ciencias, tecnología, computación y medicina, antes que, por las ciencias sociales o humanidades, contrario a lo que ocurre en Latinoamérica.

En el ranking de las universidades del mundo, los 9 o 10 primeros puestos los ocupan universidades americanas, les siguen algunas chinas, japonesas, australianas e israelíes, pero ninguna latinoamericana. Además, casi todos los países exitosos en educación, tienen muchas universidades americanas y europeas, de primer nivel, operando a cabalidad, dictando cursos en inglés con los mismos programas que en sus localidades de origen y otorgando los mismos grados y títulos de sus facultades de origen. Los rectores de las universidades de los países mejor rankeados, son seleccionados por concurso internacional y el funcionamiento de las mismas, es evaluado por un comité de especialistas internacionales contratados al efecto. Impensable en el Perú. Con el avance de las comunicaciones y la posibilidad de dictado de clases virtuales, no hay razón para que las universidades peruanas, no se enganchen a las mejores del mundo.

La innovación es un tema fundamental, estimulado por el Estado y las empresas. Las investigaciones científica y tecnológica son requeridas por empresas, para la solución de problemas específicos de su interés.

¿Qué podemos hacer en el Perú?

Lo primero es abrir la competencia de profesionales de primer nivel, ingenieros, médicos, tecnólogos de información y comunicaciones, diseñadores y profesionales con alto conocimiento de matemáticas, física, química y biología, para que enseñen en los colegios. La primera condición para enseñar una materia, no es sólo que la conozcan, sino que les apasione y puedan generar ilusión al transmitirla y enseñarla. No puede ser que la educación escolar esté en manos de profesores que no conocen las materias, no les guste y no tengan siquiera las habilidades verbales para comunicarlas adecuadamente.

En segundo lugar, no pretender que todos deban ingresar a la universidad a estudiar lo que sea. El secreto de los países que nos aventajan, es que ponen cuotas máximas de alumnos admitidos y requisitos mínimos para su admisión. Obviamente, quienes no están aptos para una carrera universitaria, son canalizados a una profesión técnica especializada, en lo que se denomina “Escuelas Vocacionales” y son consideradas “las joyas de la corona”, pues proveen de técnicos de primer nivel que complementan o compiten en ciertos campos con profesionales universitarios. Finalmente, las escuelas técnicas, donde se promueven lo que les llaman “manos pensantes”, donde se califican para 80 oficios distintos, desde mecánicos de automóviles y electricistas, hasta masajistas, cosmetólogos y peluqueros. Todo esto, teniendo un muy alto manejo de la autoestima de los estudiantes y un gran aprecio por la capacitación obtenida, en contacto permanente con el mercado.

En esencia, debemos olvidar ese paradigma de que todos deben ser universitarios. Es fundamental controlar la oferta futura de profesionales para garantizar calidad y remuneración de ellos a futuro. Debemos promover la investigación e innovación ligada a la industria y actividad comercial en nuestro mercado. Debemos orientar a los niños a las ciencia, tecnología e ingeniería.

Oppenheimer comenta que en la China, cada año ingresan a la universidad 1´242,000 estudiantes de ingeniería, 16,300 de historia y 1,520 de filosofía, proporciones absolutamente inversas a las de Latinoamérica, y ciertamente el Perú.

Cambiar esta tendencia, es nuestro principal desafío. Lampadia




La tiranía del resentimiento

Fausto Salinas Lovón
Para Lampadia

Siempre somos víctimas de las tiranías. Los peruanos no somos la excepción. Esta vez somos víctimas de la tiranía del resentimiento.

A los políticos y partidos que buscan elecciones para mejorar su cuota de poder o recuperarla (Partido Morado, Juntos por el Perú, Perú Libre, Patria Roja, Perú Primero),

A los sindicatos y gremios que buscan su tajada en el poder (CGTP, SUTEP, Federaciones Agrarias, Frentes de Defensa, etc.),

A los periodistas que le sirven de caja de resonancia evitando llamar a los actos de terrorismo como lo que son.

Se le unen algunos miles de peruanos resentidos, que sirven, especialmente en el sur y en la sierra, de engañosa base social de las protestas y los actos violentos que vemos en nuestro país desde el 08 de diciembre pasado.

Resentido es aquel que “se siente maltratado por la sociedad, por la suerte o por la vida en general y muestra una actitud de constante enfado hacia los demás”.

Se trata entonces de una percepción y no de una realidad. No se trata de cómo está esa persona sino cómo se siente. La realidad puede haber mejorado o mejorar, sin que mejore la percepción de esa realidad. El resentido seguirá ahí, sintiéndose maltratado por la sociedad, el Estado, la vida o el otro, aunque su realidad, como en efecto ha sucedido entre 1990 y 2019, haya mejorado en general para todos desde que se derrotó la subversión, se contuvo la hiperinflación, se generó inversión y empleo y se crearon oportunidades.

Para el resentido lo que importa es lo que él siente, no la realidad de lo que sucede. Para el resentido no importa que el Estado tenga recursos que antes no tenía y le dé a él o su familia Bono, Pensión 65, Beca 18, Juntos, SIS o educación gratuita. Lo que importa es que él, pese a todo lo que recibe, “se siente maltratado”.

Para el resentido no importa que gracias al turismo el dejó de ser jornalero agrario sin remuneración y beneficios, comenzó a ganar en dólares, se hizo brichero y se viste con ropa de marca. Lo que él siente es que la suerte y la vida lo maltratan, incluido el turista que le da el pan de cada día, pero al cual permite que los insulten, agredan y espanten.

Para el resentido no importa que hubo quienes no pudimos comenzar una carrera en San Marcos porque las huelgas duraban 11 meses y ahora esa universidad funciona en plazos, horarios y ciclos casi regulares. Lo que importa es que él está resentido con la vida, con la educación. Lo que importa no es su realidad, sino su enfado.

Todo este resentimiento ha salido a la calle y se ha vuelto violento. Está obviamente azuzado, instigado y alentado. El odio, la ira, el enfurecimiento, la hostilidad han pasado a primer plano. No es una revolución, no es siquiera un movimiento ciudadano, mucho menos el surgimiento de un movimiento popular único.

No hay conceptos, mucho menos propuestas. No hay ideas, ni siquiera ocurrencias, sólo slogans, consignas, frustraciones que se lanzan como piedras. Es simplemente una tiranía, como todas, minoritaria pero cruel, violenta, hostil, que usa el terror, el miedo como arma. Es la tiranía de unos cuantos contra el Perú.

Quienes son los llamados a enfrentarla no la entienden así, la quieren explicar desde la política (porque les conviene) para convertir los resentimientos en votos. Hay que verla desde la psicología, desde la antropología. No se trata de más bonos, de más presupuesto, de más obras o de publicidad. Mucho menos se trata de tanta tolerancia e inacción. Se trata de un sentimiento, que se convirtió en resentimiento.

La tiranía de su resentimiento no puede imponerse sobre el país y su futuro. Lo que ellos perciban y como se sientan sirve, importa, debe ser estudiado y comprendido, pero no es desde ese resentimiento que se va decidir el destino del país. El país tiene que estar por encima de la tiranía de unos miles de compatriotas que sienten que la vida, la sociedad o la historia los han maltratado.

 34 millones de peruanos estamos por encima de la percepción, el encono y el resentimiento de unos cuantos. Esa tiranía es minoritaria. No es la cara, ni el rostro de nuestro país. Tenemos que derrotarla. Lampadia




Los problemas del sistema de reparto

Jaime de Althaus
Más y Mejores Pensiones
Lampadia

La situación creada en Francia por los paros contra la reforma pensionaria propuesta por el presidente Macron, que eleva la edad de jubilación de 62 a 64 años, muestra claramente las limitaciones y debilidades del sistema de reparto, que ni siquiera en un país rico es fiscalmente sostenible.

Macron propone esa reforma por la sencilla razón de que, con una población que envejece y que es cada vez más longeva, una proporción cada vez menor de los trabajadores activos debe solventar las pensiones de una proporción cada vez mayor de adultos jubilados. Y eso no es viable. El resultado es que las pensiones tienen que ser financiadas por proporciones crecientes del presupuesto público, lo que también tiene un límite.

El sistema de reparto consiste en que los empleados aportan todos los meses un porcentaje de su sueldo a un fondo común administrado por el Estado. Sus aportes se diluyen en ese fondo común. Lo que ocurre es que las pensiones de los jubilados se pagan con lo que aportan los trabajadores activos. Pero llega un momento en que eso no alcanza, porque los jubilados son cada vez más y viven más años, y entonces debe pagárseles con dinero del tesoro público, obtenido por tributación general. Cada vez se destina más a los pensionistas y menos a otras necesidades y funciones que debe atender el Estado. Llega un momento en que las pensiones ya no son financiables ni por el Estado.

Por eso la mayor parte de países de Europa se han visto obligados a subir la edad de jubilación a 65 o 67 años. Y aquí viene el segundo problema del sistema de reparto: la resistencia política. El caso más notorio es precisamente Francia, con paros multitudinarios contra una subida solo a 64 años. Todos quieren jubilarse lo más tempranamente posible.

En cambio, un sistema de cuentas de capitalización individuales no tiene ni el problema financiero fiscal ni el político.

No genera contingencia fiscal alguna porque es un sistema privado en el que los ciudadanos aportan a sus cuentas individuales en fondos privados que invierten en valores y acciones que generan rentabilidad. Si una persona aporta 100, al cabo de 30 años esos 100 se convierten en 600 con la rentabilidad histórica de 6% que hemos tenido en el Perú.

Las pensiones que recibe el jubilado no vienen de los aportes de los que están trabajando, sino del dinero que él mismo aportó y ahorró, multiplicado por 6 en este caso. No hay peligro alguno para el fisco, ni dinero del presupuesto para pagar pensiones.

Por eso mismo, tampoco existe el problema político de tener que subir la edad de jubilación, porque las pensiones no dependen del fisco. Y hay otras ventajas: los fondos privados de pensiones generan un ahorro nacional que se invierte en proyectos públicos y privados financiando el desarrollo nacional. Ahorro nacional que el Perú nunca había tenido.

Lo que tenemos que hacer en nuestro país es una reforma que permita que todos los ciudadanos a partir de los 18 años puedan abrir una cuenta de capitalización propia en un fondo que le asegure rentabilidad, para tener tranquilidad en su vejez. Esa es la reforma que vamos a proponer. Lampadia




Las reformas deben atender a la historia

Por Carlos Hakansson, Constitucionalista
Diario Correo, 09 de febrero de 2023

La propuesta de reforma constitucional para modificar el artículo 117 CP y ampliar las causales de acusación presidencial puede terminar con consecuencias contraproducentes al sistema político. No olvidemos lo auspiciosas que fueron las propuestas de no reelección parlamentaria y abolición a su garantía de inmunidad. Hoy tenemos una mayoría de representantes sin experiencia y que pueden ser “empapelados” penalmente para detenerlos si son incómodos al poder.

El blindaje presidencial que conocemos data desde la Constitución de 1839 con la finalidad de procurar su estabilidad política, luego se incorporó el Consejo de Ministros y la interpelación (Constitución de 1860) para trasladar la responsabilidad política en su gabinete. El propósito era conservar la estabilidad del Jefe de Estado en su mandato y que pueda cambiar ministros para superar las crisis políticas, que no son pocas. En la actualidad, se ha consolidado la percepción ciudadana que la corrupción alcanzó la jefatura de Estado (cinco expresidentes en la mira fiscal), pero las reformas propuestas no consideran la razón histórica de la presencia de instituciones que datan del siglo XIX.

En el Perú, un presidente de la República sin blindaje producirá mayor inestabilidad; por eso, ampliar las causales de acusación a casos de corrupción, terrorismo y narcotráfico no sólo mella la presidencia como institución sino la honorabilidad de su titular cuando también personifica la nación. La causal de vacancia por incapacidad moral permanente existe para eso, alude cualquier conducta impropia en ejercicio del cargo sin tener que tipificarla en la norma constitucional que no es un código penal.




“Esclavismo” del siglo XXI

Por José Luis Gil
Perú21, 09 de febrero de 2023

“Todas las evidencias muestran que quienes organizan y dirigen las algaradas no han apelado a la conciencia ciudadana, sino a métodos de manipulación violenta y al mercenarismo”

A todas luces va quedando en evidencia que los impulsores del “socialismo del siglo XXI”, en realidad, son capaces de recurrir a lo que sea para lograr sus objetivos, aunque esto signifique retroceder más de un siglo e imponer un nuevo “esclavismo del siglo XXI”. La razón de nuestra afirmación salta a la vista todos los días gracias a la modernidad y al espíritu aventurero de ciudadanos armados con sus cámaras de foto y video. También lo hacen los azuzadores, violentistas, recaudadores, promotores u operadores perniciosos, quienes graban por puro narcisismo sus actos ilícitos (o para intimidar a los demás) y pavonearse con esos mendrugos de “poder” sin ningún remordimiento.

Es el caso de Giuliana Katherine Bustamante Lainez, quien se hace llamar ‘la Mariscala’ o la ‘camarada Giuliana’ o ‘dirigente nacional’, vinculada con la senderista Rocío Leandro Melgar (a) ‘camarada Cusi’ (detenida en Ayacucho), ha logrado llamar la atención en redes por su procacidad, y deja al descubierto su talante dictatorial y enfermizo. La violenta dama es solo la punta del iceberg de la estructura de poder oculta y siniestra, que hoy “domina” a manifestantes en diversos lugares del país. El video que Giuliana Bustamante propaló el martes pasado, muestra el trato esclavizante que le da a exhaustos ciudadanos de provincias en las precarias concentraciones en el centro de Lima. En la publicación se aprecia la mansedumbre de quienes la escuchan vociferar que “se les ha pagado para que luchen”, obedeciéndole sin reclamo alguno. Violentos contra las fuerzas del orden, sumisos ante sus patrocinadores dictatoriales.

Todas las evidencias muestran que quienes organizan y dirigen las algaradas no han apelado a la conciencia ciudadana, sino a métodos de manipulación violenta y al mercenarismo, abriendo espacio al nuevo “esclavismo” del siglo XXI, que los obliga a “luchar” dirigidos por gente que no conocen y por motivos que ignoran. Los peruanos de bien debemos rechazar esta forma retrógrada, degradante e inhumana de promover protestas para llegar al socialismo. No olvidemos que de la esclavitud al asesinato a mansalva no se está lejos, mucho menos si no obedecen. Así fue antes en la historia, así puede ser ahora. Por eso, el “esclavismo del siglo XXI” promovido por quienes propugnan el socialismo del siglo XXI, no pasará. ¡Sí se puede!




Dos años

Por Martín Santiváñez, Doctor en Derecho
Diario Correo, 09 de febrero de 2023

Fue hace casi dos años que me debatía entre la vida y la muerte. Pocos han tenido ese privilegio, el ver ante sí la posibilidad real, casi inmediata, de ser derrotados en la lucha contra el ángel de la muerte. La vida se transforma entonces en una película que examinas con supremo interés, porque eres el protagonista, y las grandes preguntas se agolpan en tu mente, buscas las respuestas, ensayas las excusas, dejas el piloto automático y te pones a pensar.

Pensar, ¡qué peligroso negocio! Lo pequeño se convierte en absurdo y lo grande emerge con todo su poder, con todo su esplendor. No hay hombre que no sea grande y pequeño a la vez. El que no piensa, el que actúa por instinto, ese vive como un zombie. Recuerdo, entonces, el poema de Gonzalez Prada: “Para verme con los muertos, ya no voy al camposanto. Busco plazas, no desiertos, para verme con los muertos. ¡Corazones hay tan yertos! ¡Almas hay que hieden tanto! Para verme con los muertos, ya no voy al camposanto”. Hay vivos que están como muertes y flotan siguiendo el rumbo de los acontecimientos, la corriente los arrastra sin remedio y no son capaces de reaccionar.

Tenemos que remar mar adentro y contra la corriente. Varias lecciones me dejó la pandemia del COVID. La más importante es que vale la pena pensar, reflexionar, cuestionarse todo si hace falta. Y volver a empezar. Es un ejercicio difícil, un deporte mental extremo, de altísimo riesgo. Pero nos fortalece, nos permite mirar el futuro con confianza, sabiendo cuales son las verdaderas prioridades, lo que de verdad importa. ¿No es acaso eso lo que nos hace felices en vida?




Elementos de la insurrección

Alejandro Deustua
7 de febrero de 2022
Para Lampadia

Las masivas protestas sociales que, en 2015, 2019 y 2021 agravaron, en Brasil, las causas de la destitución de una Jefe de Estado (Rousseff) y contribuyeron, en Colombia y Chile, al triunfo de electoral de las izquierdas (Petro y Boric), tuvieron como sentimiento dominante un gran malestar económico. Pero ello ocurrió en escenarios políticos bien heterogéneos.  Por tanto, si en el Perú la semejanza sectorial es contribuyente al cambio político, esa causa económica no debiera ser determinante de la naturaleza de ese cambio.

En efecto, en Brasil éste se expresó en un ciclo político (la destitución de Rousseff -heredera de Lula- y el cuestionamiento de Temer, trajo a Bolsonaro cuyo radicalismo conservador devolvió el poder a Luis Inacio da Silva).

En Colombia, se quebró una secuencia histórica con el acceso al poder del primer presidente de izquierda que ha producido la alteración bien incierta del escenario de seguridad (guerrilla y narcotráfico) y de producción del primer commodity (el petróleo).

Y en Chile, un joven e inexperto participante de las protestas ha terminado en La Moneda insistiendo en una refundación constitucional.

Si a nivel regional estos resultados han alterado el equilibrio en el área, hoy marcada por el predomino de gobiernos de izquierda con tendencia injerencista, el Perú podría no agregarse a esa nueva “marea rosa” regional. Ello dependerá de la dimensión de la especificidad nacional, del nivel del control que se despliegue para superar la crisis y de la adecuada definición de la misma. 

Lamentablemente en el Perú el desborde social parece mayor que en los vecinos, la capacidad de establecer el orden parece menor mientras la confusión nubla la respuesta gubernamental -y hasta la percepción no pública- de la crisis. 

En relación a esta última, la perplejidad sobre la legitimidad de la protesta se grafica en las encuestas. Aunque la discrepancia de la opinión recogida puede estar ligada a la naturaleza del encuestador, del encuestado y al tipo de pregunta realizada, existe contradicción entre las que reportan el nivel de apoyo a la protesta (60% según el IEP en diciembre) y la declaración del perjuicio económico que afrontan los trabajadores y las pymes (95% según IPSOS-Lampadia en enero). Si la encuesta del IEP se hubiera realizado cuando el impacto económico fue más visible muy probablemente el resultado del IEP se parecería más a la de IPSOS. Quizás las encuestadoras podrían coordinar el momento en que realizan sus encuestas.

De otro lado, la confusión en el sector público sobre el diagnóstico de la crisis sigue latente. Así, mientras la presidente Boluarte declaró, según el New York Times, que la protesta es violenta, generada por grupos radicales con agenda política y económica y que ésta parece vinculada al narcotráfico, la minería ilegal y el contrabando, la Canciller Gervasi sostuvo, según el mismo diario, que “está segura” de que ello será probado pronto (NYT, 2 de febrero).

Tales matices de diagnóstico pueden debatirse al interior del gobierno, pero de ninguna manera hacerse en público. Y menos cuando hasta el New York Times parece dispuesto a incrementar el impacto de la aparente descoordinación.

Por lo demás, frente al silencio del Estado sobre la definición la naturaleza de la crisis, aparecen en el escenario mediático diferentes teorías que desean brindar racionalidad a las protestas y a la violencia extrema empleada.

Uno diría que éstas se basan en una plataforma que Gramsci podría haber suscrito: frente al fracaso inmediato de la revolución violenta, ésta debe ser política y sostenida mediante la infiltración del Estado hasta su derrumbe.

Pero luego surgen las diferencias. Según unos, lo que confrontamos no es otra cosa que la tesis senderista de Guzmán quien sostuvo que la derrota militar de la agrupación terrorista fue sólo “un recodo en el camino” de una guerra política y del conflicto con las instituciones.  Esta tesis sigue confiando en la militancia (p.e. la del Movadef).

A esta propuesta ha seguido una de menor publicidad (la “revolución molecular disipada” en una de sus denominaciones), según la cual los movimientos sociales beligerantes sin líderes precisos y de heterogénea composición, pero con algún grado de coordinación, derruirán al Estado. Esta tesis parece más bien anarquista.

Al respecto, es de esperar que lo que quede de las instituciones peruanas de inteligencia peruanas derruidas por Castillo, puedan dilucidar el marco de referencia político con que el Estado confronta el desafío actual.

Y también establecer el escenario estratégico y táctico que ha descrito la presidente Boluarte. Por ejemplo, actuando contra la participación de los agentes del narcotráfico que en el Perú operan en un vasto territorio cocalero de 84 mil has. de sembríos de los cuales el VRAEM (el origen del financiamiento de la insurrección) representa 32.1 mil has.  A mayor información, el gobierno podría establecer que de esa zona y de San Gabán (zona cocalera de Puno) parten los derivados coca y la cocaína que son transportadas a Bolivia donde se reelaboran y reexportan al Brasil y otros destinos vecinales y extrarregionales. Esa cadena parece hoy parcialmente afectada.

Además, el gobierno podría recordar que el flujo del contrabando entre el norte de Chile, Bolivia y Puno (la frontera más porosa del Perú) tiene un valor anual en Puno de US$ 234 millones de un total de US$ 591 millones según la SUNAT. Ese total implica, además, a Tacna, Callao y la frontera con Colombia. Es más, el comercio ilegal que tiene como destino Juliaca, es operado por cuatro estamentos, uno de ellos fuertemente armado (la famosa “culebra”) y que parece una fuente segura de financiamiento de oscuros líderes de movimientos sociales locales.

De otro lado, no debiera ser complicado para el gobierno definir el monto del financiamiento de la insurrección que proviene de la minería ilegal en Madre de Dios. Para sus operadores es fácil sitiar la capital de esa región, como viene ocurriendo, si los mineros ilegales artesanales representan el 91% de la producción de oro de la zona que aproxima a contrabandistas peruanos y bolivianos.

Y si el gobierno estuviera dispuesto a precisar y suprimir estas fuentes de financiamiento insurreccional también podría evaluar las “contribuciones” que se extraen de las comunidades campesinas para sostener las movilizaciones.

La disposición a confrontar esta problemática en sus fuentes implica, por cierto, la disposición excepcional a ejecutar proyectos sociales que aún aguardan el buen uso de miles de millones de soles no realizados en el pasado período fiscal. Y también que el gobierno se comprometa a solucionar los problemas de salud, educación y alimentación que aquejan a los ciudadanos en pobreza y pobreza extrema cuya desatención es la mayor en el país. Lampadia




Filosofía, Política y Economía

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Para variar, la Fundación para el Progreso de Chile, nos alerta sobre una deficiencia académica e intelectual que limita el enfoque en la prosperidad sin sesgos ideológicos perturbadores:

“De hecho, el problema de la ceguera intelectual de los economistas (entre otros) y la falta de diálogo ponderado entre las ciencias y las humanidades —que hizo tanto daño en la Europa continental durante el siglo XX de cara a los totalitarismos socialistas y fascistas—, fue advertido por el premio Nobel de Economía F.A. Hayek, cuando señaló:

«Nadie puede ser un gran economista si es solo un economista, e incluso estoy tentado de agregar que el economista que es solo un economista probablemente se convierta, no solo en una molestia, si no que en un verdadero peligro»

Dichas advertencias de Hayek son hoy más relevantes que nunca de cara a la profunda polarización y ceguera ideológica de muchos académicos y de elites intelectuales”.

“Por fortuna ante esta realidad, existe una vía de escape y una alternativa interdisciplinaria que bien podría subsanar, en parte, dichos aspectos negativos que la sobre-especialización miope de las ciencias sociales ha llevado: nos referimos al PPE. El termino PPE se refiere a la unión entre Philosphy, Politics and Economics como campo de estudio”.

En el Perú hemos visto con gran decepción y angustia, como las más prestigiosas universidades han caído en la oscuridad de esas ideologías que limitan y tuercen los caminos de la prosperidad. Me refiero especialmente a la PUCP, pero también, desgraciadamente, a la Universidad del Pacífico, a la UNI, mi alma mater, y recientemente a la UPC, entre otras.

Esta situación es especialmente grave, pues más allá de las falencias académicas que crea, impregna al resto de la sociedad, empezando por la prensa, con las ideas contrarias a la visión de desarrollo que necesitamos los peruanos para convertir en realidad nuestro gran potencial de progreso.

No podemos pues, seguir desentendiéndonos del devenir de nuestras universidades.

PPE
Filosofía, Política y Economía unidas jamás serán vencidas

Fundación para el Progreso – Chile
Pablo Paniagua
Publicado en La Tercera
01.02.2023

Mucha gente no se dedica ni a la economía, ni a la ciencia política, ni a la producción de conocimiento en la academiMuca a veces tiene miedo de acercarse a las ciencias sociales y a la filosofía. En particular, hay un gran temor de parte de los ciudadanos de acercarse al pensamiento económico —porque se le considera muy técnico o numérico— y a la filosofía —porque se le considera muy abstracta y alejada de la realidad—.

Esto es muy dañino para la sociedad, ya que el conocimiento económico y filosófico debería ser una parte fundamental de toda sociedad culta, libre y próspera.

Por otra parte, aquellos cientistas sociales que están ya involucrados en la investigación y en la producción de conocimiento –ya sea escribiendo papers académicos o libros— se han visto cada vez más ensimismados por la sobre-especialización de las ciencias sociales, a tal punto de que hoy tenemos economistas que se vanaglorian de saber solo de “microeconomía aplicada” y de cientistas sociales que están felices solo de saber de “comportamiento electoral”. De esta manera, debido a la intensa división del conocimiento y la tiranía del paper, tenemos economistas que no tienen idea de política y democracia, cientistas políticos que no tienen idea de economía, y filósofos que viven en mundos ideales e imaginaros sin entender que existen rectas presupuestarias.

Con ambos fenómenos –la distancia entre ciencias sociales y la ciudadanía, por un lado, y la especialización excesiva de algunas de estas disciplinas, por otro–, la economía y la política se han alejado paulatinamente de las humanidades, ignorando la relevancia de la economía política y su relación con la filosofía moral, la ética, las instituciones políticas y con lo social en su conjunto.

Dicha visión empobrecida, que no reconoce la riqueza que encierran las ciencias sociales y su relación con el pensamiento humanista, se ha hecho evidente en Chile en las últimas décadas, elemento que ha contribuido a una falta de diálogo ponderado y nos ha conducido a profundos conflictos sociales y polarización.

De hecho, el problema de la ceguera intelectual de los economistas (entre otros) y la falta de diálogo ponderado entre las ciencias y las humanidades —que hizo tanto daño en la Europa continental durante el siglo XX de cara a los totalitarismos socialistas y fascistas—, fue advertido por el premio Nobel de Economía F.A. Hayek, cuando señaló: «nadie puede ser un gran economista si es solo un economista, e incluso estoy tentado de agregar que el economista que es solo un economista probablemente se convierta, no solo en una molestia, si no que en un verdadero peligro». Dichas advertencias de Hayek son hoy más relevantes que nunca de cara a la profunda polarización y ceguera ideológica de muchos académicos y de elites intelectuales.

Por fortuna ante esta realidad, existe una vía de escape y una alternativa interdisciplinaria que bien podría subsanar, en parte, dichos aspectos negativos que la sobre-especialización miope de las ciencias sociales ha llevado: nos referimos al PPE. El termino PPE se refiere a la unión entre Philosphy, Politics and Economics como campo de estudio. PPE entonces es la unión o convergencia de estas tres disciplinas bajo un solo marco general de análisis para poder entender los fenómenos sociales, políticos y económicos contemporáneos cada vez más complejos y entrelazados. En simple, el PPE cree que Filosofía, Política y Economía unidas jamás serán vencidas a la hora de ayudarnos a iluminar nuestras problemáticas públicas y sociales.

El PPE como campo de estudio interdisciplinario nace en la Universidad de Oxford en 1920, en donde era conocido en sus inicios como ‘Modern Greats’. El PPE nació de la convicción de que el estudio del humanismo de Occidente y de las grandes obras modernas del pensamiento económico, político y filosófico podían transformar la vida intelectual y la actitud cívica de los estudiantes y, por lo tanto, contribuir a mejorar el nivel político y socioeconómico de la sociedad en general. Dicho de otra forma, el PPE que nace en Oxford buscaba rescatar una vieja tradición del Reino Unido, aquella tradición del humanismo y de la filosofía moral que se consolida en la Ilustración Escocesa de David Hume, Adam Smith y Adam Ferguson y que después permea en el pensamiento inglés de pensadores como John Stuart Mill, Isaiah Berlin y Michel Oakeshott, entre otros.

Cabe recordar que la economía, la sociología y la ciencia política son ciencias sociales que nacieron unidas de las reflexiones filosóficas y políticas de estudiosos interdisciplinarios de las sociedades comerciales tales como Adam Smith, Max Weber y Nicolás Maquiavelo. Los grandes pensadores políticos y económicos fueron, sobre todo, también grandes filósofos y sociólogos comprometidos con en el debate público. Esta visión interdisciplinaria establece que las disciplinas de la política y la economía están indisolublemente unidas y que no es posible comprender adecuadamente los procesos políticos sin explorar el contexto económico en el que opera la política y viceversa.

De cara a esta realidad es que el PPE, como programa de estudio, cobra tanta vitalidad y relevancia hoy. De hecho, es tal el valor y el interés del PPE hoy, que las mayorías de las universidades más prestigiosas de Inglaterra y las Ivy League en Estados Unidos ofrecen estudios en la intersección entere filosofía, política y economía.

El objetivo del PPE es el estudio y la comprensión de las estructuras políticas y los principios filosóficos, morales y económicos que sustentan a una sociedad moderna. Es decir, el PPE busca ser un puente analítico entre las humanidades y el pensamiento humanista de occidente, por un lado, y la técnica y las ciencias sociales por el otro, para ayudarnos a responder la trascendental pregunta: ¿cuáles son los fundamentos éticos, políticos y económicos de una sociedad próspera y pacífica? El PPE tiene sus raíces entonces en la visión de que para comprender los fenómenos sociales complejos de hoy uno debe abordarlos desde varias direcciones disciplinarias y marcos analíticos complementarios. Es decir, distintas luces y focos, proyectados al mismo tiempo, ayudan a iluminar mejor los problemas humanos.

Ahora bien, cabe preguntarse: ¿Qué aporta cada una de estas tres disciplinas al PPE?

(1) Primero, el estudio de la filosofía dota a los estudiantes de meta-herramientas y actitudes o formas de pensar, como la capacidad de razonar con rigor y lógica, y facilita la reflexión ética de las dinámicas políticas y económicas. Estudiar filosofía desarrolla entonces el rigor analítico, y el pensamiento crítico y lógico, promoviendo así la mesura y la argumentación racional.

(2) Segundo, el estudio de la política nos acerca tanto a la reflexión de lo público, como a las instituciones políticas que gobiernan la sociedad y que ayudan a resolver problemas de acción colectiva. La política permite comprender el rol de la acción colectiva, el rol de la gobernanza y la distribución y los contrapesos del poder. Esto ayuda a entender mejor la historia, el debate público y el acontecer político de un país convulsionado como el nuestro.

(3) Tercero, estudiar economía política se considera vital porque todas las decisiones políticas o legales se relacionan con asuntos económicos y estas determinan el funcionamiento de los mercados y, posteriormente, los eventos macroeconómicos como el progreso. La economía permite apreciar los problemas de coordinación en la sociedad y el rol de los mercados bien regulados en resolver la escases y promover la generación de bienestar. En síntesis, la economía otorga herramientas para comprender: qué instituciones son necesarias para generar prosperidad y cómo los derechos de propiedad y los incentivos afectan el funcionamiento de organizaciones vitales como las empresas, la sociedad civil y el Estado.

Al ver el aporte clave y complementario de estas tres disciplinas nos resulta evidente el cómo el PPE es una valiosa alternativa educacional y analítica para poder salir de nuestras trincheras ideológicas y poder comprender mejor los fundamentos éticos, económicos y políticos de una sociedad pluralista y próspera para las futuras décadas. Resulta extraño que, mientras en el mundo anglosajón el PPE lleva casi 100 años desarrollándose, en el mundo hispanohablante hasta hora casi ni existan centros o programas dedicados al PPE. Por fortuna, esto comienza a cambiar en Chile gracias a esfuerzos de distintas universidades como, por ejemplo, la Universidad del Desarrollo y su Centro Faro UDD.

“Están naciendo programas de PPE precisamente para enfrentar estos riesgos, que han precipitado a muchos a la arrogancia intelectual, a la polarización, y, finalmente, a desmontar los fundamentos de las sociedades democráticas y libres”.

¡Enhorabuena que aterrice el PPE en Chile! Lampadia




“Tiene que convocarse una legislatura extraordinaria”

Por: Pablo Bustamante Pardo 
El Tiempo de Piura, 8 de Febrero del 2023

Tiene que buscarse una solución para las elecciones generales anticipadas, yo creo que una opción es hacer una legislatura extraordinaria; de tal manera que se pueda generar un proceso más rápido y no esperar hasta agosto para iniciarlo.

Tiene que convocarse y hay que generar presión pública para que cada congresista tenga un voto sustentado. Creo que hay que jugar por ahí o plantear un procedimiento extraordinario dada la situación. yo no soy abogado pero esto se ha hecho muchas veces y podría resultar.

Por supuesto, debe Insistirse también en la necesidad de abrir la cancha para que puedan entrar nuevos participantes ante una eventual elección congresal y para las reformas mínimas que se requieren para mejorar el sistema electoral.




La desigualdad disminuye gracias al trabajo y la inversión

Por: Asociación de Contribuyentes
Perú21, 8 de Febrero del 2023

En los ultimos cinco años la tendencia de la inversión pública es a la baja. Sin inversión pública en servicios mo hay oportunidades y no disminuye la desigualdad

Desde hace varios días viene circulando un Infor- me de Desigualdad Global 2022 que posiciona al Perú como una de las naciones más desiguales a nivel in- ternacional. Sin embargo, según David Tuesta estos datos revelarían que el es- tudioviene siendo utilizado conel objetivode “justificar falsas narrativas”. Enton- ces, ¿es cierto que somos un país desigual o existe cierto sesgo al interpretar esta información?

Si bien es cierto, existe desigualdad en Perú; esto se debe a que no todos los peruanos cuentan con las mismas oportunidades para atenderse en hospi- tales o contar con un plan educativo de calidad, en- tre otros servicios, y esto es problema del Estado y cuánto y cómo invierte el dinero de los contribuyentes. Desde hace algunos días,

diversos medios y líderes de opinión vienen circulando el Informe de Desigualdad Global 2022, elaborado por el Laboratorio de Desigualdad Mundial (World Inequality Lab-WIL inequality) durante el año anterior, con el objetivo de difundir la situación de la brecha de desigualdad de nuestro país en comparación con 175 naciones.

Pese a que este estudio recopiló datos de cada uno de los países evaluados y posicionóa Perú entre los primeros puestos del ranking, un informedel Instituto Peruano de Economía (IPE) reveló que las cifras utilizadas para representar la situación actual y brechas de desigualdad en al menos 135 naciones corresponden al 2020. Es decir, no son cifras recientes que permitan repre- sentar la realidad nacional de estas economias. Por ese mo- tivo, no es posible asegurar que Perú ocupe los primeros lugares en desigualdad social a nivel internacional.

Sobre ello, el exministro de Economía, David Tuesta, afirmó que, a diferencia de lo que señala este informe, Perú sí está creciendo progresivamente. Esto permite que sus ciudadanos cuenten con mayores oportunidades y que la brecha de desigualdad sea cada vez menor.

 

Los datos se basan en datos primarios obtenidos de encuestas de hogares de los organismos de estadística del gobierno y los departamentos del país del Banco Mundial

El economista se apoyó en las cifras publicadas por el Banco Mundial, las cuales desmienten las afirmaciones de quienes aseguran que nuestro país promueve la desigualdad. Además, estos datos revelarían que el estudio viene siendo utilizado con el objetivo de “justificar falsas narrativas”. Pese a que Tuesta señaló que los investigadores detrás del Informe de Desigualdad Global 2022 son muy respetables, comentó que “ellos mismos reconocen la limitación de sus estimaciones”.

 

Fuente: MEF-SIAF




Hablemos claro

Por: Alfonso Bustamante Canny
Perú21, 8 de Febrero del 2023

“La cortina de humo del cambio de Constitución esconde lo imperdonable: que teniendo la plata, los gobiernos no la hayan invertido en aliviar la pobreza, privando a los ciudadanos de servicios básicos”.

La violencia desatada luego del fallido golpe de Estado de Castillo no es más que una estrategia perversa del comunismo radical para perpetuarse en el poder, quien manipula con mentiras a los desvalidos y utiliza su frustración para colocarlos como carne de cañón en protestas desenfocadas y violentas.

El radicalismo nacional es apoyado por jefes de Estado comunistas de la región, y se alía con el crimen organizado y el terrorismo para crear caos y destrucción en el sistema productivo peruano. Son estos los responsables de las más de 50 muertes en los desmanes violentos de las últimas semanas.

Su retórica ha calado a fondo. Miles de confundidos manifestantes demuestran su frustración y rabia ‘engañados’ de que el cambio de Constitución será la píldora mágica para aliviar sus evidentes carencias. La verdadera protesta nacional debe ser contra la inacción del gobierno central y los gobiernos subnacionales, exigiendo la ejecución de los programas de infraestructura social, salud y educación.

Urge atender las verdaderas causas de la frustración de los ciudadanos más postergados. La cortina de humo del cambio de Constitución esconde lo imperdonable: que teniendo la plata, los gobiernos no la hayan invertido en aliviar la pobreza, privando a los ciudadanos de servicios básicos, a vivir sin dignidad y sin futuro.

Hay que desenmascarar a los conocidos extremistas. Ellos viven del engaño, la violencia y de generar miseria y odio para hacerse con el poder. Poder absoluto como a ellos les gusta.

Basta de contemplaciones con los extremistas, como si se tratara de algún pariente atrofiado a quien se le concede desatinos y agresiones. ¿Estarían pidiendo adelanto de elecciones si el vicepresidente hubiese sido Cerrón o Bermejo? Seguramente quien insinuara un recorte del periodo gubernamental sería acusado de golpista y antidemocrático.

Pero el tema central es la viabilidad del Perú como Estado y como nación. Y para ello, debemos preguntarnos si es que el sistema electoral actual logra representar en la presidencia la verdadera opción popular. La evidencia del último cuarto de siglo nos dice que no. Urge entonces revisar la valla electoral y el financiamiento de partidos. No pueden llegar 18 opciones presidencialistas, a lo sumo, debieran ser cinco. Así el balance con el Legislativo sería más equilibrado y el Ejecutivo tendría un soporte en el Congreso.

El presidente elegido debe tener respaldo popular y congresal para poder gobernar, por ello se requiere tener partidos políticos sólidos. Ahí queda una tarea pendiente.