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Flor de un día

Flor de un día

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

A raíz de la muerte de Abimael Guzmán, el desquiciado creador e ideólogo de Sendero Luminoso, el grupo terrorista más sanguinario de nuestro país y definitivamente entre los más crueles y salvajes de la historia universal; todos los diarios, estaciones de radio y canales de televisión, han dedicado en un día, más tiempo e información respecto a la vesania de estos criminales, que la dedicada durante los últimos 25 años en el Perú.

El silencio cómplice de la prensa y la manipulación de la información histórica al respecto, por parte del sistema educativo peruano (capturado y controlado por la izquierda radical), ha sido tan basta, que hemos llegado al extremo de verificar que los jóvenes de menos de 30 años, hoy no tengan la menor idea de quién es Guzmán y su gente, ni cuáles fueron las acciones criminales con las que se masacró a decenas de miles de peruanos y se destruyó más de 20 mil millones de dólares de activos del Perú. Tan dramático es esto, que la semana pasada un periodista preguntaba a los jóvenes, con fotografía de Guzmán en mano, quién era la persona y uno contestó que era un congresista, otro que era un artista de telenovelas y otro que era un escritor, pero ninguno atinó a identificar al criminal que destripó y destruyó a familias y pueblos enteros.

Creo que, en lugar de atosigarnos con esa información en un solo día; toda la prensa hablada, escrita y televisiva, debería imponerse la obligación de repetir la información histórica y pasar una y otra vez las históricas imágenes de estas atrocidades, todo el tiempo y por muchos años. Es importante que los jóvenes y niños, a los que nadie les enseñó, lo aprendan y se fijen, de manera indeleble, estas imágenes en sus mentes y corazones. Que aprendan de las bestialidades que es capaz de ejecutar gente insana y fanatizada. Que les quede claro en la memoria, que esto fue terrorismo antipatriota y no un “conflicto interno”, que las más sangrientas y alevosas masacres fueron producto de un ansia de poder. Que quienes promovieron ese derramamiento de sangre, no tenían una alternativa para mejorar las condiciones de vida de nuestra ciudadanía, sino el ansia por tomar el poder y perpetuarse en él. Estas imágenes y conceptos, deben estar claros para todos, desde niños de escuela y para toda la vida, para que ellos también las puedan transmitir a las siguientes generaciones y no permitamos ser engañados y caer en ese juego, aunque vengan por una vía diferente.

La sociedad peruana ha contraído una gran deuda para con nuestros jóvenes, pues, inmediatamente después de la victoria militar, no nos ocupamos de enseñar correctamente esa parte de la historia. Lo natural hubiera sido, que los padres, los maestros de escuela y catedráticos universitarios tomaran ese desafío. Pero los padres, en su vida moderna, cargada de obligaciones y retos, no dedicaron el tiempo para enseñar a sus hijos esta realidad. Los maestros de escuela, altamente ideologizados, siguieron las consignas del SUTEP-CONARE y MOVADEF, adoctrinando a los niños, al punto que las promociones de los colegios públicos rurales, llevan los nombres del Che Guevara, de Marx, de Mao, de Malpica y de cuanto comunista ha vivido; hecho que se verifica a nivel nacional. Y en todas las universidades públicas y privadas, so pretexto de la libertad de cátedra, se ha permitido que radicales de la calaña de Béjar, adoctrinen a los estudiantes a su gusto y a base de mentiras no contrastadas por nadie.

La única manera de resarcir esta falta cometida como sociedad, es; 

  1. Que todos nos examinemos y tomemos conciencia que, efectivamente, no cumplimos con nuestra responsabilidad. 

  2. Que nos propongamos corregir esta conducta equivocada y 

  3. Que como sociedad y como individuos, asumamos el desafío de enseñar a nuestros hijos y nietos esa historia dolorosa, las ideas equivocadas y fanáticas que nos llevaron a ese punto y finalmente, las desastrosas consecuencias que la bestialización de esa gente trajo a nuestro país. 

El Perú no merece que los herederos de tamaña insania, puedan conducir los destinos de nuestra patria, puesto que ya sabemos, que no son capaces de construir una mejor sociedad, que no tienen propuestas de mejora individual y colectiva para nuestro pueblo y finalmente, sabemos también, los extremos a que pueden llevar a nuestra sociedad y el nivel de destrucción ilimitado que son capaces de generar, con tal de tomar el poder y enquistarse para siempre.

Propongo que esta sea una labor liderada por la Defensoría del Pueblo, quien debería convocar a los medios, a la academia, a la sociedad civil, a las iglesias, a la fuerza armada y policía nacional, para diseñar el plan de reeducación de nuestra sociedad y supervisar su correcta ejecución.

No podemos permitir que este “flash noticioso” sea sólo “Flor de un día”. Nuestro propósito de enmienda, debe materializarse en un trabajo real y constante para reconstruir la memoria colectiva de nuestra sociedad y mejorarla. Lampadia




Preservando la Clase Media

Preservando la Clase Media

El IPE acaba de publicar en El Comercio, la evolución y status de la Clase Media en el Perú.La clase media en el país pasó de concentrar 5.2 millones de personas en el 2004 a 13.4 millones en el 2018. Este grupo de ingresos es el más grande en territorio nacional, (…) al concentrar el 41.5% de la población nacional”.

La evolución de la clase media peruana es una de las mejores representaciones del desarrollo reciente del país.

Los peruanos necesitamos aprender y difundir las lecciones de nuestro desarrollo social y económico, así como aquilatar las de otros países, para entender las relaciones causa-efecto que puedan marcar la dirección de nuestras futuras políticas públicas.

El Libro Blanco de la Nueva Clase Media Peruana (Lampadia – Octubre, 2013)

Efectivamente, la Nueva Clase Media peruana resume y muestra en sí misma, el gran cambio de la economía y sociedad del Perú, desde que abrazamos el desarrollo en base a la inversión privada con la Constitución de 1993; que ahora algunos despistados pretenden desbaratar.

Recogiendo nuestro desarrollo reciente, el año 2012, el HSBC publicó dos estudios en los que preveía que el Perú podría llegar a ser la economía número 26 del mundo y tener, para el 2030, 70% de la población en la categoría de clase media y 10% en ingresos altos; y para el 2050, 50% en clase media y 40% en clase alta. Ver en Lampadia: The World in 2050 y Consumer in 2050.

Para ello, el HSBC nos recomendaba dos cuidados:

  • Aprovechar nuestros recursos
  • Crecer un promedio de 5.5% anual

Como podemos apreciar de la realidad, hemos despreciado ambos consejos, yendo en contra de la mejora del bienestar general. No aprovechamos nuestros recursos y hemos malogrado el crecimiento económico.

Es muy importante corregir estos errores, consecuencia de políticas públicas equivocadas, que gracias a Dios, el Perú tiene aún la capacidad de enmendar. veamos el informa del IPE:

INFORME DE EL COMERCIO – IPE

Clase media crece en el Perú

Repunte económico. La clase media en el país pasó de concentrar 5,2 millones de personas en el 2004 a 13,4 millones en el 2018. Este grupo de ingresos es el más grande en territorio nacional

Existe un consenso acerca del impacto positivo que tiene un mayor tamaño de la clase media sobre el desarrollo económico a través de más ingresos y mayor crecimiento económico. (Foto: Archivo)

El Comercio, 01 de julio de 2019

(Informe IPE | El Comercio) 

En el 2018, la clase media, entendida como aquellas personas con ingresos diarios entre US$12,4 y US$62 (definición del Banco Mundial), fue el grupo más importante en el Perú según ingresos, al concentrar el 41,5% de la población nacional. Dicha proporción resulta más del doble de la registrada en el 2004. Con ello, la clase media en el Perú pasó de concentrar a 5,2 millones de personas en el 2004 a 13,4 millones en el 2018. Vale la pena analizar con mayor profundidad este logro tan importante en el desarrollo económico y social del Perú.

SU RELEVANCIA

Existe un consenso acerca del impacto positivo que tiene un mayor tamaño de la clase media sobre el desarrollo económico a través de más ingresos y mayor crecimiento económico. Esto se debería a que una clase media más grande está asociada con más capital humano e infraestructura, lo cual repercute en mejores políticas económicas, más democracia y menos inestabilidad política. Además, la Cepal sostiene que una mayor clase media estaría relacionada con una reducción en la desigualdad.

¿CÓMO SE DEFINE?

Actualmente, no existe consenso sobre la definición de clase media, por lo que tampoco se cuenta con una metodología única para calcularla. Por un lado, se encuentran los enfoques basados en la tenencia de activos o características de las viviendas. Por otro lado, está el enfoque monetario que considera variables como ingresos y gastos de las familias.

Este enfoque es el más empleado por los organismos internacionales debido a la facilidad de su medición, ya que permite la comparación internacional. Así, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) utilizan metodologías diferentes, pero todas muestran un aumento significativo de la clase media en América Latina.

CLASE MEDIA EN ASCENSO

Para analizar la evolución de la clase media en el Perú, el IPE utiliza el enfoque de seguridad económica elaborado por el Banco Mundial y actualizado por el BID. Esta metodología permite agrupar a los hogares de clase media que poseen un ingreso que les permite protegerse de los riesgos de caer en pobreza a lo largo del tiempo.

El rango de ingresos de las personas pertenecientes a la clase media se encontraría entre US$12,4 y US$62 per cápita por día. En contraste, el rango de ingresos del grupo de vulnerables está entre US$5 y US$12,4, y de los pobres, menor a US$5 per cápita por día. Bajo este marco conceptual, se estima que la clase media se duplicó más en los últimos 15 años en el Perú, pues pasó de concentrar al 19% de la población nacional en el 2004 al 41,5% en el 2018.

En ese sentido, este grupo de ingresos es el más grande del país, al superar al grupo de vulnerables (40%). Cabe resaltar que, en este período, la población aumentó en 3,2 millones de personas, mientras que la clase media aumentó en 8,2 millones.

Ello explica, en gran parte, por qué la población pobre (con un ingreso menor a US$5 per cápita por día) se redujo en 6,4 millones de personas.

DINÁMICA REGIONAL

El significativo incremento de la clase media esconde notables diferencias en el ámbito regional. Por un lado, Lima Metropolitana (que incluye al Callao) es la región con la mayor proporción de clase media (62%).

Sin embargo, entre el 2004 y el 2018, la mejora ha sido proporcionalmente mayor en Ica, en la cual la participación de la clase media se multiplicó 3,9 veces (55,9%), en Arequipa, 2,8 veces (55,9%) y en Moquegua, 2,4 veces (54,5%), versus una multiplicación de 1,6 veces en Lima Metropolitana.

Las regiones con menor porcentaje de clase media son Huancavelica, Apurímac, Amazonas Cajamarca. En estas regiones, el porcentaje de la clase media resulta menor al 20%. Huancavelica es la más baja al cierre del 2018 (11,1%) y la que menos aumentó desde el 2004.

Cabe mencionar que existe una importante diferencia entre Cajamarca y Apurímac en cuanto al incremento de su clase media. En Cajamarca, el ritmo de crecimiento de la clase media fue mayor al promedio nacional entre el 2004 y el 2009, año en el que llegó hasta 13,4%.

Sin embargo, desde entonces, se desaceleró fuertemente y solo aumentó hasta 17,8% en el 2018. En contraste, el Perú pasó de 30% en el 2009 a 41,5% en el 2018.

En el caso de Apurímac, el porcentaje de la clase media se mantuvo alrededor del 6% durante 2004-2009, desde el 2010 ha tenido una tendencia positiva y cerró en 16% el 2018.El incremento de la clase media durante los últimos 15 años suma 8,2 millones de personas.

En este período, en todas las regiones se redujo la pobreza, lo cual significó un incremento de la población vulnerable y, en mayor medida, de la clase media.

En ese sentido, en 15 de las 25 regiones, el incremento de la clase media superó el incremento de los vulnerables. Más aun, en Lima Metropolitana, Arequipa, Ica y Moquegua, solo se produjo un aumento de la clase media, mientras que los grupos de pobreza y vulnerables se redujeron.

BALANCE

El crecimiento económico de los últimos años se ha traducido en un notable incremento de la clase media. Dicho incremento, además, se ha producido en todas las regiones y, en más de la mitad, el incremento de la clase media superó el incremento de la población vulnerable.

Esto es importante porque indica la consolidación de la clase media en el país, sobre todo en las regiones costeras. Asimismo, el mayor incremento de la población vulnerable en algunas regiones de la sierra y la selva, debería centrar los esfuerzos de políticas públicas hacia dichas zonas para que logren convertirse en clase media, y no regresen a la pobreza. Lampadia




La Economía: La ciencia marginada del Perú

¿Cómo está percibida la profesión de economista en la sociedad peruana? ¿Es de aquellas carreras tradicionales- como medicina, derecho o ingeniería- que otrora otorgaran no solo un alto sustento económico sino también un reconocido status y/o prominencia social? ¿Hay suficiente mercado para la aplicación tanto de las herramientas teóricas como empíricas de la ciencia económica?

Todas estas preguntas fueron abordadas recientemente en un interesante artículo escrito por el investigador y catedrático del Departamento de Economía de la Universidad de Piura, Gabriel Natividad, publicado en el blog latinoamericano de economía y política, Foro Económico (ver artículo líneas abajo). La idea central del mencionado artículo es relevar el hecho que, en la actualidad, los economistas, en particular, los académicos e investigadores aplicados, se encuentran frente a un país que les ha dado la espalda para una plena aplicación de su ciencia.

Por ejemplo, los fondos públicos destinados a promover la investigación en las distintas áreas de la ciencia y la tecnología no consideran a la economía como una ciencia lo suficientemente útil como para ser benefactora de los programas de apoyo gubernamental que otorgan. Por ende, no es de sorprender la poca producción de papers o artículos académicos asociados a la economía en nuestro país comparada a de la de nuestros pares regionales. Veamos.

Por otra parte, muchos CEO y altos funcionarios públicos consideran a la profesión un tanto trivial, más asociada a la erudición, y con poca praxis en sus ámbitos de trabajo. Esto ha colaborado a que muchos de los que alguna vez fueran los fervientes defensores de su aplicación para la resolución de problemas de índole nacional, provenientes ya sea de universidades de prestigio y/o prominentes centros de estudio, terminen por recurrir a las tan criticadas consultorías, que, en la mayoría de las veces, terminan empolvándose junto a innumerables montículos de papeles en algún rincón de una oficina de una entidad pública o privada. Como es de esperarse, esta “fuga” de capital humano también ha incidido de alguna manera en una baja calidad de las publicaciones en economía, medidas por ejemplo, por un bajo número de citaciones por artículo publicado de nuestros think tanks a nivel mundial – salvo honrosas excepciones – con respecto a otras instituciones de similar índole en nuestra región. Veamos:

Este conjunto de factores que subsisten en parte por frustración de estos profesionales pero también por una completa ignorancia por parte de la sociedad peruana acerca de la utilidad de la teoría y del método provisto por la ciencia económica para generar desarrollo en los países, genera que los salarios de tales ocupaciones, como son las de investigador y catedrático, no sean competitivos. Ello, finalmente, obliga a que muchos egresados de la profesión se dediquen a labores para las cuales no fueron formados, ya sea en el sector privado o el sector público, cuando, como bien señala el profesor Natividad, en otros países más avanzados como EEUU y Chile, la tendencia es a acaparar más este tipo de habilidades provistas por la economía en varios ámbitos de la actividad privada, lo cual incluye los denominados think tanks liberales. La experiencia a la luz de nuestro país y  de dichos países más avanzados muestra que sin un buen diagnóstico económico, sin un buen engarzamiento de la economía con la política y el estado de derecho, sin un acuerdo general de fuerzas con un rumbo económico claro, el resultado es un desarrollo desordenado. Es pues la falta de producción científica en economía, engarzada a frontales lineamientos políticos, una de las causantes de este desarrollo desordenado que caracteriza a nuestro país. Síntomas de dicho fenómeno es que pese a los avances en el ámbito macroeconómico, aún se observa una situación de fragilidad institucional, una enorme informalidad y una falta de gobernanza a nivel nacional.

Propongámonos pues cambiar el chip a los empresarios y a los políticos para que este engarzamiento entre la economía y la política se dé. En Lampadia, lo hacemos brindando evidencia provista por la economía y la estadística, no solo para concientizar a nuestra clase dirigente y a los jóvenes de que construir una sociedad más libre nos llevará al desarrollo, sino también para convencer a la sociedad peruana de que ambas herramientas metodológicas son sumamente útiles para demostrar la idoneidad de una política pública.

Pero hacen falta más iniciativas. No podemos seguir permitiendo que nuestro capital humano más capacitado en la ciencia económica no termine dedicándose a labores que, por falta de incentivos salariales, contribuyen fervientemente con el desarrollo de nuestro país. Lampadia

Economía en el Perú: ¿la ciencia deprimente?

Gabriel Natividad
Blog Foro Económico
15 de marzo, 2019
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losado por Lampadia

Es fácil toparse con críticos de la ciencia económica y de la profesión del economista hoy en día. Se dice, por ejemplo, que los gurús económicos han profetizado diez de las últimas cinco recesiones. Se cuenta también en broma sobre un líder soviético durante la guerra fría que se sentía orgulloso al ver desfilar en la parada militar, luego de los misiles, tanques y otras armas devastadoras, a un grupo de hombres desgarbados ensimismados en sus propios pensamientos: “Son economistas” – decía el líder– “y cuán grande es el daño pueden hacer”. En inglés, se llama a la Economía the dismal science, la ciencia deprimente.

Peligro real y presente

No es broma: la desconfianza en la Economía como ciencia es real y presente. Por ejemplo, en un frente local como el peruano, el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (CONCYTEC) no considera a la Economía ni a sus ramas afines (e.g., Finanzas) como áreas válidas del saber para los (limitados) programas estatales de apoyo a la investigación científica. Que los economistas se las arreglen solos, piensan quizás las autoridades peruanas. Y así, los casi doscientos cincuenta años de desarrollo sistemático de conocimientos acerca de las preferencias y dotaciones iniciales que llevan al intercambio de bienes y servicios en la sociedad se descartan como insuficientes, incluso inútiles. En estos lares, se considera a la ciencia económica casi como una ocupación superficial.

Incluso en el ámbito académico peruano, muchos no creen tanto en la ciencia económica como parece que deberían. Por un lado, los estudiantes universitarios de Economía llevan cursos y se ilusionan momentáneamente con los modelos y la evidencia empírica. Pero en sus últimos semestres, algunos dejan ese aprendizaje de lado para “aprender desde cero”, dicen, la realidad de los mercados en el sector privado o en oficinas estatales. Además, varios de los alumnos académicamente más talentosos no cifran sus esperanzas en el poder de la ciencia económica para cambiar el mundo, y no aspiran a estudios de doctorado, evitando la carrera académica, que además paga poco y no brinda prominencia social en el Perú. Por otro lado, varios de los grandes maestros de Economía en el medio local, luego de estudios en programas doctorales en el extranjero – a veces sin terminar la tesis –  prefieren volcar su aprendizaje científico en la consultoría o en elaborar proyectos para entidades internacionales, sin profundizar sistemáticamente en la naturaleza y causas de situación económica peruana y en cómo contribuir a mejorarla.

Si sus adeptos no creen mucho en ella, basta solo imaginar la actitud de los antagonistas de la ciencia económica.

Las críticas de ese lado son de método y sustancia. En cuanto al método, un número significativo de académicos posmodernistas en áreas como la antropología, la filosofía, la literatura y las nuevas ramas de interés como los estudios de género tienen como premisa la ausencia de una verdad objetiva y la invalidez de una lógica analítica que conduzca de un enunciado a otro. Su ocupación central es la interpretación como base de la ciencia, lo cual es peligroso, ya que la interpretación aguanta todo si no viene respaldada por una derivación formal o por evidencia creíble. Si no hay realidad, no puede haber interpretación. En cuanto a la sustancia, estos pensadores antagónicos ven a la Economía como un instrumento más de opresión que divide a la sociedad y beneficia a unos pocos a costa de todo el resto, señalándola como cómplice de la perpetuación de una explotación heredada de antaño.

Síntomas generalizados

Esas críticas no son nuevas. Es más, en un abuso reduccionista, la situación actual respecto a la ciencia económica se podría explicar económicamente. Podríamos ver, en la pugna de las ciencias, un equilibrio en el que algunas fuerzas llevan a un segmento de la sociedad a defender la existencia de una ciencia que estudie las relaciones materiales con miras al bienestar y riqueza, y otras fuerzas llevan a cuestionar el valor de esa ciencia y a atacarla o marginalizarla, según se equilibren los incentivos y preferencias de distintos artífices.

¿Pero es acaso esta valoración cuestionada de la Economía una disquisición meramente académica? ¿O tiene consecuencias concretas y determinantes para la sociedad?

Aventuro una respuesta: basta mirar las calles de la gran Lima para notar los grandes atrasos materiales patentes en nuestra sociedad. Sí, hay autopistas, hay movimiento, y autos nuevos, y carteles luminosos por todos lados. Pero si uno se fija con detenimiento, puede llegar a la conclusión general de que el peruano todavía no se ha tomado en serio su comportamiento económico. Los ejemplos sobran, pero basten algunos para darse una idea. Infraestructura limitada. Baja penetración financiera. Poco apalancamiento. Inversión subóptima. Alto riesgo moral y selección adversa. Poco valor de la palabra dada. Trabajo a medias, muchas veces indisciplinado. Desobediencia a las reglas básicas de convivencia, como en el tránsito vehicular. Tramitología. Inmediatez en el consumo. Poca cultura de ahorro. Deshonestidad en los reportes tributarios y financieros. Escasísima base tributaria. Excesivas trabas para los pocos que funcionan en la formalidad. Morosidad e incumplimiento en el pago de arbitrios y servicios básicos. Crimen económico y corrupción a toda escala. Lentitud en la provisión de bienes públicos. Entrampamiento.

Progreso real desde 1992

No todo es negativo: el Perú ha progresado enormemente desde 1992, y la Constitución Política de 1993 ha sido un mecanismo crucial para ese progreso. (El aniversario número 25 de su promulgación pasó desapercibido aquí, dada la orientación marcadamente adversa del Poder Ejecutivo actual). Pero también es verdad que el Perú se venía deteriorando enormemente desde octubre de 1968, por lo cual el contrafactual válido hoy es: ¿dónde debería estar económicamente el Perú? ¿Qué nos falta?

El Perú debería estar mucho más desarrollado económicamente de lo que está hoy, y en parte la culpa es de los economistas. Sin un buen diagnóstico económico, sin un buen engarzamiento de la economía con la política y el estado de derecho, sin un acuerdo general de fuerzas con un rumbo económico claro, el resultado es el desarrollo desordenado que nos envuelve hoy. El rezago de la profesión económica en el Perú contrasta fuertemente con países como Estados Unidos o incluso nuestro vecino del sur, Chile. Existe evidencia sobre cómo la profesión económica va expandiéndose a más ámbitos del accionar privado en sociedades desarrolladas. Poco de ello observamos en el Perú.

Aquí los empresarios e inversionistas de gran escala, amparados por una estabilidad jurídica de la inversión garantizada por el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), un marco jurídico habilitado en el Perú en 1993 que es visto como imposible de romper hoy en día, a pesar de la debilidad institucional y política del país, no necesitan complicarse mucho la vida en pensar qué hará el próximo Presidente o cuánto oscilará el péndulo político. Así, con los economistas por un lado y los empresarios por otro, nadie dedica suficientes energías y análisis al diagnóstico certero que hace falta antes de hacer propuestas útiles.

Salir del subdesarrollo: pensar y querer

En mi opinión, la gran responsabilidad olvidada de los economistas en décadas recientes ha sido la falta de fomento de una cultura microeconómica en la población peruana. Una cultura que sea útil para entender la realidad y que sirva como estímulo para sentar bases más sólidas de esfuerzo, disciplina y aspiración ordenada a un mayor crecimiento. En otras palabras, el engarce proverbial entre inteligencia y voluntad. Al final del día, la teoría económica es meramente una visión del mundo, y las fuerzas de oferta y demanda son una forma de organizar ideas. Pero la necesidad humana es real; el mundo material es real; las preferencias y dotaciones iniciales de todos los peruanos son reales. Y el talento de millones de peruanos es real, aunque frágil si no se cultiva y aprovecha sabiamente.

Contamos con los elementos suficientes para confrontar más seriamente la economía que nos rodea. Con prudencia y decisión, se podrá dar pasos firmes para un Perú más unido, con menos desigualdad y más bienestar para todos. No hacerlo sería deprimente. Lampadia




Para el desarrollo de una sociedad más integra y transparente

José Luis Sardón
Magistrado del Tribunal Constitucional del Perú
Presentación en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC),
Monterrico, 23 de octubre de 2018

Buenas tardes,

Agradezco a los organizadores de este evento la invitación a estar aquí con ustedes, para analizar el rol de la universidad en la formación ética de sus alumnos, para conseguir el desarrollo de una sociedad más íntegra y transparente.

Es un honor compartir esta mesa con el doctor Luis Bustamante Belaunde, quien es una de las personas que ha hecho un aporte más significativo al desarrollo de la educación superior en el país.

La cuestión que nos convoca es de gran actualidad y, al mismo tiempo, de gran dificultad.  La sociedad peruana viene siendo sacudida desde sus cimientos por el cruento enfrentamiento entre dos sectores políticos que se descalifican moralmente unos a otros.

Evidentemente, no me corresponde terciar en este enfrentamiento, pero sí comentar que el estado de Derecho supone la igualdad ante la ley.  Por tanto, tiene que utilizarse una sola vara para medir a unos y otros.

Legal y moralmente, los estándares de conducta a exigirse a tirios y troyanos deben ser los mismos.  La sociedad que reclama el título del evento —más íntegra y transparente— no puede ser fruto sino de un trato igual a todos sus miembros.

Nada resulta más desintegrador socialmente que la concesión de privilegios a base de simpatías ideológicas o políticas, siguiéndose consciente o inconscientemente el conocido apotegma del Mariscal Oscar R. Benavides:

Para mis amigos, todo; para mis enemigos, la ley.

A mi criterio, el rol que le corresponde a la universidad, en la formación ética de sus estudiantes, empieza, en todo caso, por explicar el carácter subsidiario del orden legal en relación al orden moral.

Las normas legales son solo una prótesis que trata de reemplazar articulaciones sociales defectuosas.  Si las normas morales o sociales fueran suficientemente observadas por los ciudadanos, no serían necesarias las normas legales o estatales.

En ese caso, además, tampoco serían necesarias las personas ni las instituciones dedicadas a aplicarlas, incluyendo a policías, fiscales, jueces e incluso al Tribunal Constitucional.

Esta idea está muy bien explicada en el célebre ensayo 51 de El Federalista, escrito por el principal autor de la Constitución de los Estados Unidos de América, James Madison.  Allí leemos:

Si los hombres fueran ángeles, ningún gobierno sería necesario.

Sin embargo, luego de explicar la necesidad del gobierno, Madison pasa a explicar la necesidad del principio de separación de poderes como mecanismo de control del propio gobierno.

El gobierno es necesario porque hay que controlar a los hombres, pero la separación de poderes también lo es porque el propio gobierno también está a cargo de hombres de carne y hueso.

Por tanto, como decía aun antes Montestiqueu, resulta necesario distribuir las funciones de gobierno entre tres diferentes poderes del Estado:

para que no podamos abusar del poder, es necesario que, por la disposición de las cosas, el poder detenga al poder.

Ahora bien, cuando el principio de separación de poderes no está bien diseñado o aplicado, las instituciones estatales pueden terminar no ayudando sino complicando aún más las cosas.

Seguramente, este es el caso actual.  En cierta medida, la crispación actual del escenario político y de la sociedad peruana es consecuencia de reglas de juego político mal diseñadas o implementadas.

Si se revisan tanto series de tiempo como cortes transversales de política comparada, resulta claro que la situación política configurada por las elecciones generales peruanas de 2016 fue insólita.

En dichas elecciones, el pueblo le entregó 56% de los asientos del Congreso a un partido político determinado.  Empero, pocas semanas después, le dio la Presidencia de la República al líder de otro, que había obtenido apenas 17% de dichos asientos.

Nunca antes había ocurrido algo parecido, ni en el Perú ni en el mundo.

En Europa, casi todos los países tienen sistemas de gobierno parlamentarios, en los que el pueblo elige al Parlamento y éste al gobierno.  Por tanto, allí es imposible que un partido con 17% de los asientos del Parlamento tenga a su líder como jefe de gobierno.

En países presidencialistas como los Estados Unidos, el presidente puede no tener mayoría en el Congreso, pero suele quedar muy cerca de tenerla. Jamás ha ocurrido que el partido de gobierno tenga menos de una quinta parte del Congreso.

Adicionalmente, a mitad de período presidencial, se tiene allí renovación total de una de las cámaras legislativas y un tercio de la otra.  El pueblo puede resolver, entonces, cualquier impasse que podría existir entre los dos poderes elegidos.

En el Perú, en cambio, ocurre que no hay renovación del Congreso a la mitad del período presidencial. Aquí las elecciones para el Congreso y la Presidencia de la República se realizan el mismo día, así que son perfectamente simultáneas.

Ciertamente, en las tres elecciones generales previas a la de 2016 el presidente de la República no obtuvo mayoría en el Congreso.  Sin embargo, en ninguna de ellas quedó tan lejos de tenerla.

El 2001, el partido de Alejandro Toledo obtuvo una primera mayoría relativa, con 38% de los asientos.  Los partidos políticos de Alan García y Ollanta Humala consiguieron, por su parte, 30% y 36% respectivamente del Congreso. 

En promedio, en los quince años anteriores, el partido de gobierno consiguió 35% de los asientos del Congreso —esto es, el doble de lo que obtuvo el partido de gobierno en las elecciones generales de 2016.

El antecedente más claro de lo ocurrido el 2016 sucedió en 1990.  En las elecciones generales de ese año, obtuvo la Presidencia de la República el líder de un partido que tenía apenas 21% de los asientos congresales.  Ya sabemos cómo terminó.

La Constitución de 1993 incluye ciertas reglas de juego que ayudarían a que el desenlace esta vez fuera diferente, pero algunas han sido objeto de una reglamentación impugnada ante el Tribunal Constitucional.  Por tanto, no puedo adelantar opinión.

En todo caso, a consecuencia de estar ingresando a terrenos desconocidos, la tensión política es máxima.  La universidad debe ayudar a tomar conciencia de ello y a tener presente la importancia de la continuidad del proceso democrático.

Torsten Person y Guido Tabellini acuñaron el concepto de capital democrático, para explicar que la democracia sí contribuye al desarrollo de los países, siempre y cuando logre ser estable.  Lo que está ahora en juego, pues, trasciende la política.

Dada esta situación, la universidad debiera exigir el mayor sentido de responsabilidad a todos los actores políticos. Esto más importante todavía dado que el espacio público ya es dominado —para bien y para mal— por las redes sociales.

Adam Smith explicó que la formación del capital es fruto no solo de la laboriosidad sino también de la parsimonia.  Seguramente, lo mismo es aplicable para la formación del capital democrático que tanto requerimos.

La parsimonia, dice la Real Academia de la Lengua, es:

1. Lentitud y sosiego en el modo de hablar o de obrar; flema, frialdad de ánimo.

(…)

3. Circunspección, templanza.

Confío en que esta universidad logrará transmitir la relevancia de esta actitud.

Muchas gracias.




De la calle y las redes a las Políticas de Estado

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

En su Mensaje a la Nación, el presidente Martín Vizcarra ha hecho bien en recurrir a la figura del referéndum para acelerar la reforma judicial, pero ha hecho muy mal al recurrir a dicha figura para la reforma política, concretamente, para los muy importantes asuntos de la bicameralidad, la reelección de los congresistas y el financiamiento privado de los partidos políticos.

Esta es una manera de recoger los gritos de las calles y de las redes: “que se vayan todos” y de quitarle el cuerpo a la necesidad de liderazgo, puesto que debemos estimar que, en un referéndum, se eliminaría la reelección de congresistas, condenando al Perú a no poder construir una buena clase política. Además, con seguridad, nos quedaríamos sin senado, una institución muy buena para la buena gobernanza y dejaríamos que, a falta de financiamiento privado (transparente) de los partidos políticos, este lo provean las mafias y platas negras. 

El grito de las calles y de las redes “Que se vayan todos” retumba en nuestros oídos, pero no debe obnubilar nuestros sentidos ni turbar nuestro criterio. Una reflexión adecuada debería llevarnos a plantear el tema de otra manera: ‘¿Qué se vayan todos? O ¿Qué vengan todos?’

Cómo publiqué en el diario La Primera, en agosto del 2005, el grito ‘que se vayan todos, es:

Una reacción y reclamo que pueden parecer naturales a muchos, dada la gran frustración (…) y sobre todo ver como se comporta nuestra desaprensiva clase política.

Sin embargo, el ‘que se vayan todos’ es un salto al vacío, que más allá de las reacciones hepáticas – por más entendibles que éstas puedan ser, no es otra cosa que una gran irresponsabilidad, falta de análisis y de visión para enfrentar los problemas, por más grandes que estos sean.

(…) nuestro problema actual es que estamos atravesando una profunda crisis de confianza. De que otra manera puede calificarse el que el prestigio de todas las instituciones públicas nacionales, esté por los suelos; el que toda la clase política tenga niveles de desaprobación tan altos; (…) el que el 87% de nuestros jóvenes esté pensando en abandonar su patria en búsqueda del bienestar.

(…) Hace pocos días leyendo una entrevista al argentino Felipe Noguera, encontré una muchísimo mejor respuesta: ‘Que vengan todos’.

(…) La gravedad de la crisis llama a la participación ciudadana, especialmente a nuestras reservas morales, (…).

Cuidado con apresurarnos y seguir pensando en que es hora de ‘Que se vayan todos’. Es hora de que ‘Vengan todos’.

No, Señor Presidente Vizcarra, la reforma política debe ser liderada por las autoridades políticas. Los pastores van detrás de la grey, pero los líderes marcan el camino.

Los muy importantes temas de la reforma política requieren un concienzudo análisis y largos debates en todas las instancias de nuestra nacionalidad. No tenemos que acelerar el paso, como en el caso de la reforma judicial. Este ordenamiento tendrá recién efecto para las elecciones generales del 2021.

Detrás del tema de la reelección de los congresistas está la reforma de los partidos políticos, que es donde está el fondo de nuestras debilidades actuales. Para provocar debate y dar un ejemplo de nuestras opciones, permítanme compartir algunos alcances de mi artículo Hacia un nuevo sistema de partidos políticos del 22 de agosto, 2013:

(…) un país que no tiene partidos políticos que ejerzan una auténtica representación nacional, tanto en aspectos regionales como nacionales, está condenado a sufrir un liderazgo político de muy corto plazo y, por lo tanto, impredecible, populista, electorero y carente de propuestas estructuradas de gobierno.

Los vicios y malas prácticas políticas de un sistema así tienden a perennizarse y hacen muy difícil que el sistema pueda reestructurarse a sí mismo.

(…) A continuación deseo presentar una propuesta provocadora, que puede parecer irrealizable o utópica, una simulación institucional, como una ayuda para salir del molde actual e, imaginar una reforma que ofrezca una solución efectiva. La idea sería crear un nuevo diseño institucional en cuanto a la estructura, orientación y fortaleza de nuevos partidos políticos para que estos se constituyan en auténticos representantes de la sociedad peruana, con raíces en todas las regiones y que representen la visión de desarrollo de los ciudadanos, proyectada al bienestar de sus propios hijos, por su enfoque en el largo plazo.

[Algo similar se hizo en Alemania después de la guerra y en Brasil, al final de su última dictadura militar].

Propuesta para el Rediseño del Sistema de Partidos Políticos

  1. Se anulan todas las inscripciones partidarias en el Jurado Nacional de Elecciones para efecto de los futuros procesos electorales.
  2. Se crean dos nuevos partidos políticos, uno de Centro-Izquierda, el Partido Rojo, y otro de Centro-Derecha, el Partido Blanco, los colores de la Bandera Nacional, para que juntos representen el conjunto de nuestra nacionalidad.
  3. Se establece el financiamiento del Estado para ambos partidos, en la misma proporción. Cuando estos partidos sean operativos, contarán con un presupuesto anual por el equivalente de UD$ 25´000,000, cada uno.
  4. Dichos presupuestos deberán sustentar actividades partidarias muy intensas en todo el territorio nacional, congresos, foros, debates, visitas de formación y capacitación de líderes, etc.
  5. Las asignaciones presupuestales estarán sujetas a todos los controles establecidos para los pliegos estatales.
  6. Se establecerá un período de un año para promover la inscripción de los ciudadanos en ambos partidos, fomentando una atracción especial hacia los jóvenes.
  7. Terminado el período de inscripción, se organizarán los procesos de elecciones internas en ambos partidos a nivel nacional y regional. Estas serán reguladas y desarrolladas por el Jurado Nacional de Elecciones y la ONPE.
  8. Una vez elegidos sus dirigentes, ellos procederán a dar contenido ideológico y programático a sus partidos.
  9. Los nuevos partidos tendrán una exclusividad de diez años para participar en todos los procesos electorales, nacionales, regionales y locales.
  10. Después de diez años se abrirán las inscripciones para nuevos partidos que cuenten con planillas del 10% de ciudadanos hábiles para votar, debidamente auditadas por las autoridades correspondientes.
  11. Luego de diez años, los presupuestos de los partidos, a cargo del Estado, serán en proporción a sus niveles de votación nacional.
  12. Solo saliéndonos del molde podemos aquilatar la brecha entre nuestra realidad actual y un sistema que responda a la naturaleza de nuestras  necesidades. 

Este momento de nuestra vida nacional reclama audacia con liderazgo. Lampadia




Crecimiento Económico y Criminalidad

Crecimiento Económico y Criminalidad

Continuando con el enriquecimiento de nuestra sección ‘El Estado del Siglo XXI’, publicamos a continuación el análisis de Carlos Zoe, especialista y oficial a cargo de tan importante tema para la calidad de vida de nuestros ciudadanos.

 

Carlos Zoe Vásquez Ganoza

Director General de Política Criminal y Penitenciaria

Secretario Técnico de la Comisión Espacial de Implementación del Código Procesal Penal

El crecimiento económico de los últimos veinte años ha determinado dos cosas importantes para la sociedad peruana: la primera, que el desempleo, uno de los principales problemas del Estado en las últimas dos décadas, dejó de serlo desde el año 2011; el segundo, que el sitial dejado por el desempleo ha sido cubierto por la delincuencia, principal problema que determina hoy en día la agenda social, económica y política del país.

La delincuencia siempre ha estado presente en el Estado Peruano, incluso con tasas mayores a las que hoy vivimos. Sin embargo, para el ciudadano peruano de los años ochenta, por ejemplo, antes de preocuparse por ser la próxima víctima de un delito, andaba en busca de algún empleo que lo interceptara. Hoy, más allá de la desigualdad que aun existe, no cabe duda que la población económicamente activa tiene más posibilidades de ingresar al mercado laboral y, con ello, generar recursos. La conclusión es obvia: ahora sí tengo temor de ser la próxima víctima.

¿Pero conoce realmente el peruano qué tipo de delincuencia existe? La respuesta no es simple, pero tratare de explicarla: el único indicador mundial que mide los crecimientos o variaciones de la delincuencia en un país son las tasas de victimización. Estas se obtienen de unas encuestas que se hace al ciudadano y que se componen de dos elementos: el primero de ellos de carácter objetivo, por la cual se le pregunta si ha sido víctima de un delito en los últimos 6 o 12 meses, dependiendo de la encuesta; el segundo, de carácter subjetivo, por la cual se le pregunta si tiene temor de ser la próxima víctima o si se siente inseguro en la ciudad en que vive.

En el Perú, quien realiza la encuesta de victimización es el INEI, a través de la Encuesta Nacional de Programas Estratégicos – ENAPRES, que se realiza sobre un poco más de cincuenta mil hogares en todo el Perú. Según esta encuesta, para el año 2011 la tasa de victimización llegó a 40%; esto es, que 4 de cada 10 peruanos había sido víctima de un delito. Tres años más tarde, para el 2014, esta misma encuesta nos dice que la tasa se ha reducido en diez puntos porcentuales y que hoy estamos en un 30% de victimización.

Quien escucha al INEI, a través del ENAPRES, decir que la criminalidad en el Perú ha bajado descartará de plano los resultados de dicha encuesta por considerar que no se ajusta a la realidad. Esto se explica con las tasas de percepción o temor, que lejos de bajar se han mantenido alrededor de los 80%, es decir, que 8 de cada 10 peruanos se siente inseguro en este país, así que no le venga a decir que se ha reducido la delincuencia.

Pero, con todo lo que ello significa para el ciudadano, le tengo que decir que INEI tiene razón, la criminalidad ha reducido 10 puntos porcentuales, lo que no significa que deje de ser un problema y un gran problema. Si traducimos en números grandes qué significa esto de las tasas de victimización, el ciudadano se dará con ésta respuesta: alrededor de cinco millones de peruanos son víctimas de un delito, y he ahí porqué el peruano aún se siente inseguro y no cree para nada que se haya reducido la criminalidad.

Pero si realmente se ha reducido la criminalidad, por qué todos nos sentimos inseguros. La respuesta es que, si bien la criminalidad se ha reducido, cada día los delitos que sí se cometen son más violentos. Según cifras del Comité Estadístico Interinstitucional de la Criminalidad – CEIC, donde confluyen las áreas estadísticas del INEI, Poder Judicial, Ministerio Público, Ministerio del Interior, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y el  Instituto Nacional Penitenciario, la tasa de homicidios en el Perú se ha incrementado: hemos pasado de 1,617 homicidios en el año 2011 a 2,076 en el 2014.  De estos últimos, más del 50% se ha producido con armas de fuego, en espacios públicos o privados.

Hoy, no cabe duda que la criminalidad es el principal problema que el próximo gobierno va a tener que priorizar en su agenda frente a la comunidad. Hoy sabemos que los delitos, que son muchos – más allá de la reducción de tasas de los últimos cuatro años -, son cada día más violentos. L