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Es el turno de la ciudadanía

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 9 de agosto de 2019
Para Lampadia

Ciudadanía. Sociedad civil. Población. Llámenle como quieran. El hecho es que los ciudadanos tenemos que ser más firmes y valientes frente al Estado respecto a la lucha contra la corrupción. La consigna es ¡cero coimas! Asimismo, tenemos que ser más exigentes y rigurosos en cuanto a los servicios que el Estado está obligado a brindarnos. ¡Trato digno y eficiente! Esa es la otra consigna.

Por ejemplo, tenemos que ser mucho más exigentes con nuestras autoridades respecto a nuestro derecho al libre tránsito. El derecho a atenciones hospitalarias oportunas y de calidad para los asegurados del Sistema Integral de Salud (SIS). El derecho de obtener licencias de conducir – sin coimas de por medio – a quienes cumplamos los requisitos y aprobemos los exámenes correspondientes. Etcétera. Etcétera. Etcétera.

Digo esto porque – si bien – el Estado cuenta con sus propios organismos de control, estos no funcionan como debieran. A los hechos me remito. ¡Cómo es posible que por un problema minero – me refiero al conflicto por Tía María en Arequipa – se haya bloqueado la Carretera Panamericana Sur! Y peor aún ¡cómo es posible que un grupo de vándalos apedree a vehículos particulares, establecimientos comerciales – incluso a la Policía – sin recibir ninguna sanción!

Veamos ahora qué está pasando en Ica. Últimamente – y de manera creciente – estoy recibiendo informes y testimonios de ciudadanos iqueños que dan cuenta del severo deterioro de los servicios y atenciones de los hospitales públicos en la región. Y en particular, del Hospital Regional de Ica.

¿Qué dicen los iqueños? Pues que nuevamente hay médicos que abandonan los hospitales en horario de trabajo. Y, por ende, de nuevo las colas. De nuevo el maltrato a los pacientes. De nuevo los cupos por puestos de trabajo. De nuevo los negociados con medicinas robadas. En resumen… volvió la corrupción a los hospitales de Ica.

Pero ahí no queda la cosa. La mafia de los brevetes está de vuelta en Ica. La Dirección Regional de Transportes se ha vuelto a llenar de tramitadores. Todo Ica lo sabe. S/. 500 cuesta cada brevete. Tal cual el brevete de la hija del Congresista Segura. 100% legal. Pero eso sí… ¡sin exámenes! Ante ello uno se pregunta. ¿Y los órganos de control del Estado?

¡Es una lástima! Lo que tanto costó corregir en la gestión anterior, se ha echado a perder en cuestión de unos pocos meses. Por ello, ante la inacción de los organismos de control del Estado, y ante la evidente corrupción de Gobernadores Regionales, alcaldes, y demás funcionarios públicos, la ciudadanía tiene que participar más decididamente en desenmascarar a estos sinvergüenzas… incluso a las primeras damas. Y a los maltratadores, también. Caiga quien caiga. Y le duela a quien le duela.

Este artículo pretende marcar el derrotero del nuevo rol que nos toca a los ciudadanos de a pie.

  • Una ciudadanía participativa y exigente respecto de nuestros derechos civiles.
  • Una ciudadanía confrontacional e intransigente frente a la corrupción en el Estado.
  • Una ciudadanía consciente de que – ante la corrupción y el maltrato – nosotros tendremos que asumir el rol de control y fiscalización de nuestro propio Estado.

¡Hay que rebelarnos! Es el turno de la verdad. Es el turno de la justicia. Es el turno de la ciudadanía. Lampadia




Lecciones de Mandarín

Lecciones de Mandarín

[En su acepción de alto funcionario, como se usaba en la China]

Los gobiernos tienen que repensar cómo recompensar y motivar a los funcionarios públicos

Publicado por The Economist el 9 de agosto, 2014. Traducido por Lampadia.

Los franceses los llaman ‘hauts fonctionnaires’ [altos funcionarios], los alemanes ‘Beamte im höheren Dienst’ [funcionarios de los más altos oficios] y los británicos, un poco más económicos, los conocen como “mandarines”. Los niveles más altos de los servicios públicos son un poderoso brazo del estado. Implementan las reformas ideadas por los políticos, y diseñan los servicios públicos que van desde los sistemas de bienestar a las prisiones. En comparación a los jefes del sector privado, los burócratas que administran el sector público tienden a estar menos bien pagados, pero tienen vidas más tranquilas, con puestos de trabajo más seguros y menos presión para mejorar la productividad. Ahora los mandarines se enfrentan a cambios.

Ha habido gran furia por parte de los contribuyentes cuando los grandes proyectos no funcionaban. El nuevo aeropuerto de Berlín lleva tres años de retraso, y se prevé que costará € 6,000 millones (8,100 millones de dólares), tres veces el estimado original. En la actualidad, los votantes y, principalmente, los políticos son especialmente intolerantes a la ineficiencia de la función pública. Un remezón es la austeridad. Otro es la tecnología, que está cambiando no sólo en cómo se brindan los servicios públicos – como en educación, con “cursos en línea, masivos y abiertos” – sino también en la forma en que se pueden medir. Las redes sociales permiten a los usuarios quejarse de los tiempos de espera de hospitales y de los resultados de las matemáticas. Quizás la mayor presión es el paso del tiempo: los trabajadores del sector privado son incrédulos acerca de por qué los funcionarios públicos deben escapar a la destrucción creativa que ha cambiado otras operaciones alrededor del mundo.

La reforma del sector público es un proyecto enorme, pero el pueblo está en el centro de ella. El gobierno es una industria de servicios, y hay un problema de talento básico. Pocos servicios públicos -Singapur es el ejemplo más claro – compiten con el sector privado por los mejores graduados. Pero en otros lugares, incluso en los departamentos de élite, como el Tesoro de EE.UU. y la Oficina de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, hay problemas (o pierden a los más ambiciosos rápidamente). Los mandarines y sus jefes políticos tienen que cambiar de táctica.

Demasiados funcionarios públicos, sobre todo en la Europa continental, se arremolinan en torno a un Gormenghast burocrático [una especie de isla para del placer para los burócratas], pero rara vez salen de él. Casi cuatro quintas partes de los altos funcionarios alemanes han estado en la administración pública durante más de dos décadas. El Estado francés, dirigido por François Hollande, es gobernado por una casta de funcionarios imposibles de remover, resistentes a la reforma. Una de las razones por las que muchos funcionarios se quedan aferrados son sus generosas ofertas de pensiones (…). Pero las estructuras de carrera también deben adaptarse.

La mayoría de los servicios públicos aún tienden a ser gerontocracias, donde la edad y la antigüedad son sinónimos. Nueva Zelanda ha desmantelado el sistema de jerarquías rígidas y de grados de pago que engendraron los gustos del flemático Sir Humphrey en la comedia de la BBC “Yes Minister”. En su lugar, se nombra a los jefes de los departamentos ministeriales, que firman contratos para cubrir objetivos específicos y pueden ser despedidos si fallan. Los funcionarios de Singapur se envían con frecuencia a empleos en el sector privado. Gran Bretaña ha nombrado a un alto funcionario de la industria petrolera para dirigir la agencia que se ocupa de los proyectos estatales de gran escala. La idea es que la experiencia del sector privado, en áreas como la gestión de contratos y negociaciones puede ayudar a evitar desastres como el aeropuerto de Berlín.

Todo esto hace un llamado a los políticos. Pero el corolario de un mejor rendimiento es una paga más alta. El director de operaciones del gobierno británico anunció esta semana que está dejando un trabajo comercial lucrativo. Singapur, que tiene un gobierno mucho más pequeño que el de los Estados Unidos, paga a sus mejores funcionarios US$ 2 millones al año. Ningún congresista republicano toleraría eso, lo cual es absurdo. El costo de los salarios más altos se compensa con el ahorro de dinero en consultores costosos para absorber proyectos fallidos.

Hay una zona en la que menos cambio sería útil. Para planificar las carreras, se necesita una estrategia a largo plazo-y la democracia arroja cambios en cada elección. En Gran Bretaña, los funcionarios de salud hablan de sucesivas “re-desorganizaciones”. Una de las razones del éxito autoritario de Singapur es que sus votantes milagrosamente siempre han elegido el partido fundado por Lee Kuan Yew desde que asumió el mando en 1959.Los votantes de otros lugares son menos complacientes. Nueva Zelanda ha tratado de contrarrestar esto incrementando los poderes de un comisionado de servicios estatales, cuyos deberes incluyen uno de “administración” duradera. Eso podría ser un modelo útil para otros lugares, sobre todo en Estados Unidos, donde también muchos puestos de responsabilidad están ocupados por nombramientos políticos (que luego toman meses para conseguir su confirmación por el Congreso). Los mandarinatos tienen sus defectos, pero alguien tiene que seguir trabajando el Leviatán.