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La narrativa anti modelo de economía de mercado

La narrativa anti modelo de economía de mercado

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Los mismos argumentos, las mismas mentiras se repiten en Colombia, Chile y Perú.

Asumiendo buena voluntad por parte de los activistas anti mercado, habría que decirles que sus ideas ya no son parte de una utopía esperanzadora, son solo un remedo de todas las ‘ideas muertas’ trajeron fracasos políticos y sociales en TODOS los países que las adoptaron.

El comunismo nunca generó bienestar. Solo generó pobreza generalizada, abuso de los derechos humanos y enriquecimiento de las satrapías que se hicieron del poder.

Mientras tanto, las ideas de las economías sociales de mercado (ESM), están coronadas por múltiples éxitos económicos, sociales, institucionales y políticos.

Para probarlo, solo basta recordar los casos de:

  • Alemania, que después de la Segunda Guerra Mundial, optó por la ESM y fue espectacularmente exitoso.
  • Singapur, que convirtió un territorio sin esperanza en un modelo de desarrollo.
  • Nueva Zelanda, donde una izquierda moderna guardó las ideologías en cajones, y le dio un gran bienestar a su población.
  • China, que después de Mao alejó la ideología comunista de su economía, afirmando que no importa de que color sea el gato, siempre que cace ratones, sacando de la pobreza a 800 millones de chinos.
  • Igual hicieron los países nórdicos sus ESM adaptadas a sus realidades.

Pero igual podemos ver de las experiencias de Chile y Perú.

  • Chile, después del fallido experimento comunista de Allende, tanto las izquierdas como las derechas, generaron un desarrollo social revolucionario con una ESM que prácticamente eliminó la pobreza extrema y mejoró sustancialmente los ingresos de todos sus habitantes.
  • Perú, le dio vuelta al fracaso de 30 años de un izquierdismo torpe que nos llevó a la condición de ‘Estado Fallido’ en 1990. Con nuestra incipiente ESM, bajamos la pobreza de 60% a 20%, disminuimos la desigualdad, mejoramos los ingresos, en mayor proporción, de los pobres y de la población rural, creamos una nueva clase media emprendedora, y generamos confianza en el futuro. Ver en Lampadia: Prosperidad sin precedentes en el Perú.

Desgraciadamente, desde el 2011 se produce una creciente ocupación del Estado por personajes de las izquierdas retrógradas, que no aprendieron nada de las experiencias propias y ajenas. Llegando el año 2020, amparados en la pandemia y ad-portas de las elecciones generales, a prácticamente sabotear nuestra ESM, para llevarnos de rodillas a recibir los peores sermones.

Así de desubicados en términos históricos y desconociendo los hechos duros, las izquierdas decimonónicas ganan terreno por ‘walk over’. Sin competencia en la batalla cultural, por la defección de las clases ilustradas y empresariales en el debate nacional, siembran confusión y hasta odios, que malogran el tejido social de países que están en la mitad del camino a la prosperidad. Momento en el que se requiere mucha claridad de ideas, para no flaquear en los avatares de la gesta del desarrollo.

Veamos la entrevista de La Tercera a Sebastián Claro, ex vicepresidente del Banco Central chileno, sobre el ataque al modelo económico y la sincronía del verbo político:

“Dicen que Chile tiene un modelo de desarrollo agotado, pero lo que proponen a cambio es un modelo que fracasó en el mundo”

La Tercera – Chile
Olga Bustamante
10, de julio, 2021
Glosado por Lampadia

Sebastian Claro, economista y ex vicepresidente del Banco Central. Foto: Andrés Pérez

El ex vicepresidente del Banco Central se pronuncia contra el juicio de que la economía chilena está asentada sobre un grupo que vive de las rentas y que requiere de un Estado que la dinamice. “Es una caricatura”, afirma y advierte que “el Estado, cuando domina la economía, también es un gran extractivista”. Agrega que pensar que éste va a ser el gran promotor de la innovación es totalmente errado y pregunta: ¿alguien cree que Cornershop hubiese salido de una oficina pública?

El ex vicepresidente del Banco Central analiza la actual discusión económica en el país, en el contexto de las propuestas presidenciales y de las definiciones de los constituyentes de la convención. Y su juicio al respecto es enfático: Los datos y las experiencias local e internacional no apoyan la idea de que la economía chilena se ha desacelerado porque acá hay un modelo agotado, en el sentido de un grupo empresarial cómodo, sentado sobre ciertas rentas, y que por lo tanto lo que tiene que pasar es que debe venir el Estado a reemplazarlo”.

Desde el estallido social y tras el resultado de la elección de constituyentes y las propuestas presidenciales, el eje de la discusión económica se ha corrido hacia un ideario más de izquierda. ¿Es así y cómo lo evalúa?

-Hay que distinguir entre problemas y soluciones. Visualizo dos temas que subyacen a la discusión económica en el país. Uno es de oportunidades, crecimiento y empleo. La economía chilena ha venido perdiendo dinamismo, con fuerza, a partir de mediados de la década pasada. Eso es una música de fondo respecto de lo que ha pasado.

Lo otro, es una demanda de mayor protección social, en el sentido de que para mucha gente la salida de la pobreza es un estado frágil y así lo mostró la Casen 2020. Eso se podría asociar también a una demanda de mayor participación, en el sentido de que la participación en la vida social y económica, para que sea efectiva y de verdad libre, requiere de ciertas seguridades.

Yo no pienso que ninguna de esas dos cosas sea una agenda de izquierda, en absoluto, por lo tanto, la discusión está más bien en la solución de esto.

¿En las soluciones a esas demandas están predominando las ideas de izquierda?

-En efecto, en ese ámbito es donde se ha instalado un mensaje erróneo. Ese mensaje dice que Chile tiene un modelo de desarrollo agotado, pero lo que nos proponen a cambio es un modelo que fracasó en el mundo. Esa es la tensión que subyace a la discusión económica hoy. Se hace el juicio de que nuestra economía es poco diversificada, poco dinámica, y que el Estado va a ser capaz de innovar, de revitalizarla. Los datos y las experiencias chilena e internacional sugieren que eso no es así. El juicio de que la economía chilena no tiene dinamismo, de que está asentada sobre un grupo de personas que viven de las rentas, y que requiere de un Estado que la dinamice, no habla con la evidencia. En el pasado, cuando el Estado tuvo un rol muy significativo en la economía chilena, era una economía mucho menos diversificada, innovadora y dinámica. Ese es el eje del debate y la solución de pensar en un Estado empresario, promotor de la innovación, como la mejora a nuestros problemas, es completamente errada.

Usted es economista de centroderecha, ¿no hay un fracaso del ideario de su sector?

-No hablo como representante de ningún ideario político, sino simplemente como economista. Los datos dan cuenta de una economía más dinámica de lo que se cree. Si bien el cobre representa un porcentaje muy grande de las exportaciones, parte importante de eso es un efecto precio en la actualidad y en la última década. Tanto así, que la actividad minera creció cerca de cero en los últimos 15 años y la economía es más diversificada de lo que se dice.

Segundo: las exportaciones como porcentaje del PIB en Chile, de cerca de un tercio, no son muy diferentes de países como Nueva Zelanda, 27%; Israel, 28%; y Finlandia, 36%. [En el Perú son de aproximadamente 20%] Por tanto, el estancamiento de las exportaciones en el último tiempo da cuenta de un fenómeno global. Tercero, se pierde de vista que la inversión extranjera es un sustituto de las exportaciones y la inversión extranjera de empresas chilenas es muy sustantiva. Como porcentaje del PIB, Chile está dentro de los 10 primeros países de la OCDE, superando a Alemania, Israel y Finlandia. Eso también da cuenta de sectores ligados a los servicios que han logrado innovar.

Por último, hay una ola de emprendimiento que se ve no solo en los datos, sino que también en los estudiantes, que más que emplearse quieren ser emprendedores. Por lo tanto, hay una cierta caricatura de una economía chilena poco dinámica.

Sin embargo, la expansión del PIB se trancó hace ya un buen rato.

-Podemos discutir por qué Chile ha crecido poco en los últimos años, pero la caricatura de que esta es una economía sentada, pasmada y que el Estado será el que impulsará la innovación, no tiene evidencia.

Si es una caricatura, como dice, ¿por qué el crecimiento ha sido tan bajo y por qué la desigualdad sigue tan alta?

-Ha habido un estancamiento de la productividad y una caída muy fuerte de la inversión. Esta llegó a representar cerca del 27% del PIB y hoy está en el 20%, lo que es muy bajo. Obedece a múltiples factores, pero uno de ellos es que a la preocupación medioambiental y de las comunidades, que es muy legítima, no se le ha logrado dar una institucionalidad adecuada. En Canadá, Australia, etc., también existe esa preocupación, pero han construido una institucionalidad más robusta y predecible para efectos de los proyectos de inversión. En Chile el Estado no ha sido capaz de construir esa institucionalidad. No es un problema de estándar, es cómo, dado un estándar, aseguramos que las grandes inversiones puedan hacerse en un tiempo y con costos predecibles. Hoy hacer inversiones grandes en Chile es muy incierto y caro por los plazos y permisos involucrados. Esto también afecta la productividad, porque es justo en aquellos sectores en que el país tiene ventajas donde es difícil invertir. ¿Hace cuántos años no se amplían autopistas interurbanas o se construyen grandes obras de riego?

Pero un sector no menor de la Convención Constituyente y los precandidatos presidenciales del bloque PC-FA consideran que el actual modelo se basa en una economía extractivista y de poco valor agregado, y que por eso ya se agotó y debe cambiarse.

-Eso no es cierto. Hay un sector minero que representa cerca del 10% del PIB, no el 50%. [En el Perú la minería representa también el 10% del PBI] Hace varias décadas la minería representaba el 90% de las exportaciones. Por eso hago el punto sobre la inversión extranjera chilena afuera, ya que da cuenta de un sector servicios más dinámico y desafiado por nuevas tecnologías. Entonces, acá se construye esta frase de una economía extractivista, cuyo concepto fundamental apunta a un modelo basado en la captura de rentas.

¿Y eso tampoco es así?

-No hay evidencia de eso, pero incluso, si así fuera, metámosle más competencia y no un Estado que va a bloquear la competencia. El Estado, cuando domina la economía, también es un gran extractivista. Así como el control de la política por parte de los negocios es muy negativa para el desarrollo y la innovación, porque propicia que las leyes se hagan en favor de los incumbentes, también es muy negativo que el Estado se haga cargo de los negocios, porque también es extractivista y quienes viven del Estado tienen incentivos a hacerse de las rentas y a reelegirse. Por lo tanto, si hay un juicio respecto de rentas excesivas que no se compiten, lo que falta es más competencia y más apertura, y no un Estado que tome un rol que finalmente también va a ser capturado.

Los promotores de este otro modelo de desarrollo hablan de una política industrial moderna y no del tipo de la CEPAL en los 60.

-Lo que plantean no es muy distinto a las ideas de la Cepal de esa época. Hablan de guiar la innovación, de una política industrial donde el sector público define, a través de una agencia, los sectores a privilegiar. ¿Alguien cree que Cornershop hubiese salido de una oficina pública? Es un rol que ha fracasado mayoritariamente en el mundo.

El otro gran tema que se ha instalado es la necesidad de elevar la carga tributaria para allegar los recursos que el Estado requiere y como política redistributiva.

-Efectivamente hay una necesidad de allegar recursos, pero el gran problema de querer redistribuir en exceso a partir de los impuestos, es que eso genere una distorsión que termine afectando el crecimiento y el empleo. Redistribuir a partir de gastos y transferencias es más eficaz.

Pero buena parte de los precandidatos presidenciales lo ha planteado, y Jadue propone subir hasta 10 puntos del PIB en el próximo gobierno. ¿Es factible?

-Lo que conocemos de los programas de los candidatos en la materia es mucho titular y poco contenido. Además, percibo cierto voluntarismo en el sentido de que se manifiesta como algo fácil recaudar en poco tiempo y con poco efecto. Y la experiencia es que es difícil, por varias razones. Por ejemplo, en las exenciones, cuando se discuten en detalle, los candidatos empiezan a decir ‘mira esta no, porque es muy complicada políticamente’. Entonces, no es algo fácil y así con varios otros de los cambios que se plantean, como royalty, impuesto a los super ricos y la disminución de la evasión. Y si estos esfuerzos de mayor recaudación tienen como consecuencia que la economía seguirá creciendo muchos años bajo el 2%, las demandas sociales no se van a solucionar.

Ramón López, de la candidatura de Jadue, puso de ejemplo a Dinamarca que subió cerca de 12 puntos del PIB su carga tributaria en pocos años. ¿Es suficiente referencia?

-Ese es un argumento muy frágil, por dos razones. No se pueden sacar grandes conclusiones de un caso en particular sin controlar todas sus particularidades. En la mayoría de los países los aumentos tributarios son mucho más suaves, porque son difíciles de hacer y no son inocuos. Dos, la gran diferencia entre la recaudación tributaria chilena y la de países OCDE está en un menor impuesto a las personas. Sobre todo las personas de ingresos medianos en Chile, pagan pocos impuestos versus Europa, y esa discusión hoy no existe, porque nadie encontraría viable políticamente decir que habrá un aumento de impuestos a la clase media. Así, veo candidaturas promoviendo con mucho voluntarismo soluciones fáciles para los problemas, y eso me preocupa por la frustración que se puede generar.

“La autonomía del Banco Central también se juega en la responsabilidad fiscal”

Los objetivos y autonomía del Banco Central (BC) serán parte de la discusión constitucional y presidencial. ¿Se requieren cambios importantes al respecto?

-No. Lo que la Constitución dice del BC, más lo que establece su Ley Orgánica, han permitido tener una institución que ha hecho bien su trabajo en base a sus objetivos, y que ha contribuido a la estabilidad macroeconómica de Chile. Nadie podría cuestionar eso. Y hay dos dimensiones de la autonomía. Una es la legal o constitucional, donde lo fundamental es que la autonomía descanse en objetivos acotados y observables, en una rendición de cuentas de esos objetivos y en la independencia de sus autoridades para cumplirlos. Si se pretende ampliar los objetivos del BC a cuestiones que van más allá de lo que puede cumplir dados sus instrumentos, y se abre la posibilidad de un juicio político a los consejeros, esa es una combinación que pone en riesgo, abiertamente, la autonomía del BC.

Lo segundo es que la autonomía del BC, no en términos legales, sino que, en términos prácticos, también se juega en la responsabilidad fiscal. El rol del BC no puede entenderse sino fruto de la autonomía legal, pero además de la responsabilidad fiscal con que ha actuado la política en Chile por varias décadas. Si la Constitución o el quehacer de la política pública terminan minando esa solvencia fiscal, lo que vemos en muchos países es que, de facto, el quehacer de la política monetaria se modifica. Una situación fiscal frágil genera más volatilidad en las tasas de largo plazo, más temor a dejar flotar el tipo de cambio y, por tanto, más dificultad para el BC de manejar su política de corto plazo. Por eso la discusión constitucional debe promover la estabilidad macroeconómica y ello exige sustentabilidad de las cuentas fiscales.

¿Por qué el BC no puede sumar otros objetivos explícitos como el crecimiento o el empleo, como lo hace, por ejemplo, la Reserva Federal de EE.UU.?

-El BC de Chile tiene una política monetaria orientada a la estabilidad de precios en el mediano plazo y eso le permite compatibilizar los objetivos de empleo y de actividad, con el objetivo de inflación. Pero son objetivos de empleo y de actividad en el ciclo económico. Ningún BC tiene herramientas para afectar el crecimiento de largo plazo.

¿Eso significa que aunque no sea explícito, el BC de Chile vela por el crecimiento económico y por el empleo?

-El BC ha aceptado en varias ocasiones desviaciones, en algunos casos importantes, de la inflación, para suavizar el ciclo económico. Y compatibilizar esas dos cosas es, precisamente, el arte de la política monetaria. Así está manifestado por el BC en una serie de documentos y es lo que hacen también los principales bancos centrales del mundo.

El economista Nicolás Grau, del FA, señaló que “al BC se le ha pasado un poco la mano en la independencia que tiene respecto a los intereses del país en general”, cuestionando su política cambiaria, ya que tiene impacto en la estrategia de desarrollo de Chile…

-Esa lógica da cuenta de poca confianza en lo que significan los contrapesos institucionales o la independencia del BC. Por eso digo que es importante que al BC se le pongan objetivos claros. La discusión de hoy de los bancos centrales en el mundo no dice relación con la diversificación de las exportaciones. Además, la política cambiaria, como en la mayoría de los bancos centrales del mundo, es un instrumento que el BC debe tener para efectos de cumplir con sus objetivos.

¿Al ser parte del instrumental para cumplir con su mandato, la debe definir él?

-Así es, al igual que el manejo de la tasa de interés y de las operaciones de crédito. La mirada alternativa, donde se declara autonomía, pero se le exigen determinadas decisiones de política, no respeta esa autonomía. Lampadia




Las malas políticas hicieron toda la diferencia

Las malas políticas hicieron toda la diferencia

Recogido de las redes sociales
Editado y comentado por Lampadia

¡LOS HECHOS HABLAN!
Los errores económicos los pagan los pobres

A pesar de la confusión ideológica que se ha sembrado en ambos países, es inocultable que las políticas públicas aplicadas por Chile desde 1975, produjeron una mejora sustancial en las condiciones de vida de los chilenos.

En los años 70, mientras Chile abrazó la economía de mercado, el Perú se sumergió en políticas socialistas que terminaron llevando al país -hacia el año 1990-, a la condición de ‘Estado Fallido’. Entonces, la pobreza superaba el 60% de la población, el Estado recaudaba 3.8% de un PBI miserable, y las empresas peruanas más grandes facturaban US$ 600 millones anuales, mientras las ecuatorianas, lo hacían en más de US$ 1,500 millones.

Desde los años 90, el Perú adoptó la ‘Economía Social de Mercado’, que le permitió a Alemania recuperarse del desastre de la Segunda Guerra Mundial a la condición de una gran potencia internacional, que le ofrece a sus ciudadanos las mejores condiciones de vida del planeta.

Con nuestra incipiente economía de mercado, logramos en pocos años, recuperar el crecimiento económico, bajar la pobreza a 20%, bajar la desigualdad, mejorar los ingresos de todos los peruanos, incluyendo especialmente los del sector rural, y mejorar todos los indicadores sociales. Ver en Lampadia: La prosperidad sin precedentes del Perú.

Lamentablemente, desde el 2011, empezamos un proceso regresivo de las políticas públicas que producen prosperidad. Aun así el 2020, no solo teníamos excelentes indicadores macroeconómicos, también manteníamos un potencial de desarrollo muy auspicioso.

Así no les guste a las izquierdas retrógradas de la región, el objetivo principal de un país pobre o en proceso de desarrollo es eliminar la pobreza. Y eso se consigue desarrollando capacidades productivas de la mano de la inversión privada, y de un Estado eficiente en el manejo de los servicios públicos.

En el Perú, el sector privado cumplió gran parte de su rol: invertir, generar empleo y mantener finanzas públicas superhabitarias. Lo que no se supo hacer, fue batallar con los gobiernos de turno para exigirles un buen manejo de los servicios públicos y luchar contra la corrupción.

Por eso, la perfomance del Estado fue clamorosa. Ineficiencia, corrupción y falta de luces para crear una visión positiva de futuro fueron sus lastres.

Hoy que se quiere curar nuestros problemas sociales con los remedios que los causan, tenemos que ponernos al frente para completar nuestra gestión, sin complejos de culpa. Tenemos que seguir invirtiendo, generando empleo, recursos públicos, y si es preciso, enfrentarnos con los gobiernos, nacionales y subnacionales, para defender a los pobres de la ineficiencia y corrupción en el Estado.

Tenemos que completar la gran tarea del desarrollo integral, económico, social e institucional. Nos cueste lo que nos cueste.

Lampadia

Ilustración del impacto relativo de las políticas públicas en el nivel de pobreza: Perú – Chile

En 1975

  • Perú y Chile tenían el mismo ingreso per cápita, aproximadamente US$ 3,850.
  • Dada nuestra mayor población, el PBI del Perú era de US$ 59,000 millones vs. US$ 41,000 millones el de Chile

En 2020, 45 años después

  • El ingreso per cápita de Chile era 2.7 veces el de los peruanos: US$ 14,050 el de Chile vs. US$ 5,685 el nuestro.
  • Hoy Chile genera un PBI de US$ 268,000 millones y el Perú de US$ 187,000 millones (pos Covid).
  • La población de Chile es de 18 millones y la de Perú de 33 millones.

Ver abajo cuándo retrocedimos y cuándo avanzamos.

¿Qué tipo de políticas económicas tuvimos cuando retrocedimos y cuando avanzamos?

Los pobres pagan los errores de los malos gobiernos
Consecuencias del menor desarrollo

1. Pobreza: 32.5% en Perú vs. 12% en Chile

Hemos dejado a 7 millones de personas en situación de pobreza por el manejo del país en estos 45 años.

2. Clase media vulnerable: Perú 47% vs. Chile 24%

Población con ingreso familiar mensual de hasta US$ 1,000.

3. Clase media consolidada: Perú 11% vs. Chile 60%

Población con ingreso familiar mensual entre US$ 1,000 y US$ 5,000.

4. Clase “acomodada”: Perú 0.1% vs. Chile 4%

Población con ingreso familiar mensual superior a los US$ 5,000.

Hay que revisar los datos, informarse, y sacar conclusiones respecto a cuándo perdimos el paso y porqué. Con ello, es fácil concluir qué funciona y qué no funciona.

La diferencia entre un gobierno acertado y otro errado es ENORME y repercute en millones de personas, especialmente en los más pobres.

Fuente: Banco Mundial

Fuente: Banco Mundial

Lampadia




Todo el planeta observa crisis en Corea del Norte

Desde el final de la Guerra Fría, hemos podido retroceder el reloj que indicaba el riesgo de una guerra nuclear. Luego de las continuas y desquiciadas acciones de Kim Jong-un, el dictador de Corea del Norte, para sorpresa e incredulidad de toda la humanidad, este riesgo se presenta en nuestras caras, como dice The Economist, “solo un tonto dejaría de alarmarse”.

En nuestro afán de permitir que nuestros lectores tengan una buena representación de nuestra realidad, incluyendo los desarrollos y eventos externos al país, creemos necesario compartir las alarmantes noticias alrededor de la crisis de Corea del Norte, que ha reabierto el riesgo de una confrontación nuclear.

El siguiente artículo de The Economist, plantea al respecto una perspectiva importante:

Podría ocurrir
Cómo evitar una guerra nuclear con Corea del Norte

No hay buenas opciones para frenar Kim Jong-un. Pero terminar en una guerra sería lo peor

The Economist
5 de agosto de 2017
Traducido y glosado por
Lampadia

Es absurdo que Corea del Norte cause tantos problemas. No es exactamente una superpotencia. Su economía es sólo una cincuentava parte de su primo capitalista democrático, Corea del Sur. Los estadounidenses gastan en sus mascotas el doble de su PBI total. Sin embargo, la dictadura regresiva de Kim Jong-un, con su descaro nuclear, ha atraído la atención de todo el mundo, inclusive el del presidente de Estados Unidos. El 28 de julio probó un misil balístico intercontinental que podría llegar a Los Ángeles. En poco tiempo, será capaz de montar ojivas nucleares en tales misiles, como ya puede hacerlo en misiles dirigidos a Corea del Sur y Japón. Quien está a cargo de este aterrador arsenal es un hombre que fue educado como un semidiós y no se preocupa por la vida humana. En su gigantesco gulag, ha sido testigo de la muerte de inocentes golpeados con martillos. La semana pasada, su Ministerio de Asuntos Exteriores prometió que, si se amenaza la “dignidad suprema” del régimen, “aniquilará preventivamente” a los países que la amenazan con todos los medios “incluidos los nucleares”. Sólo un tonto dejaría de alarmarse.

Lo que podría suceder si hubiera otra guerra de Corea

Sin embargo, el peligro más grave no es que un lado de repente intente devastar al otro. Es que ambos lados calculen mal y que un espiral de acciones lleve a una catástrofe que nadie quiere. [Cualquier error de cálculo, o incluso una falla de los mecanismos de información; como las que se dieron durante la Guerra Fría, que pudieron ser superadas; podría llevar a EEUU y Corea del Norte a una guerra nuclear]The Economist enumera algunas de las posibles consecuencias. Estas incluyen:

  • Para Corea del Norte, la destrucción de su régimen y la muerte de cientos de miles de personas.
  • Para Corea del Sur, la destrucción de Seúl, una ciudad de 10 millones de habitantes y que se encuentra al alcance de 1,000 piezas de artillería convencionales de Corea del Norte.
  • Para Estados Unidos, la posibilidad de un ataque nuclear a una de sus guarniciones en Asia Oriental o incluso en una ciudad americana.
  • Y no olvidemos el peligro de un enfrentamiento armado entre EEUU y China, el vecino de Corea del Norte y aliado a regañadientes.
  • Los efectos económicos de otra guerra de Corea también serían horribles.

Donald Trump ha prometido que impedirá que Corea del Norte perfeccione una ojiva nuclear que pueda amenazar al continente americano, twitteando que “¡No va a suceder!”. Algunos expertos sugieren derribar futuros misiles de prueba en las plataformas de lanzamiento o, más improbablemente, en el aire. Otros sugieren usar la fuerza para derrocar el régimen o hacer ataques preventivos para destruir el arsenal nuclear de Kim antes de que tenga la oportunidad de usarlo.

Sin embargo, es precisamente esta clase de acción militar la que arriesga una escalada ruinosa. Las bombas y los lanzadores de misiles de Kim están esparcidos y bien escondidos. Las fuerzas armadas de Estados Unidos, a pesar de todo, no pueden neutralizar de manera fiable la amenaza nuclear norcoreana antes de que Kim tenga la oportunidad de tomar represalias. La tarea sería difícil incluso si el Pentágono tuviera buena inteligencia sobre Corea del Norte; no la tiene. La única justificación para un ataque preventivo sería prevenir un ataque nuclear inminente contra EEUU o contra uno de sus aliados.

¿Se puede forzar o sobornar a Kim para que renuncie a sus ambiciones nucleares? Vale la pena intentarlo, pero hay pocas posibilidades que suceda. En 1994, el presidente Bill Clinton consiguió un acuerdo con el que Kim Jong Il (el padre del actual déspota) acordó dejar de producir la materia prima para bombas nucleares a cambio de una enorme inyección de ayuda económica. Kim tomó el dinero y la ayuda técnica, pero inmediatamente comenzó a hacer trampa. En 2005 también fracasó otro acuerdo por la misma razón. El Kim más joven, como su padre, ve las armas nucleares como la única manera de garantizar la supervivencia de su régimen. Es difícil imaginar las circunstancias que puedan llevarlo a renunciar, voluntariamente, a lo que él llama su “preciosa espada de la justicia”.

Si la acción militar es imprudente y la diplomacia es insuficiente, la única opción que queda es disuadir y contener a Kim. Trump debe dejar claro (en un discurso con guion, no con un tweet o por medio de su Secretario de Estado), que Estados Unidos no está a punto de iniciar una guerra, ni nuclear ni convencional. Sin embargo, debe reafirmar que un ataque nuclear de Corea del Norte a Estados Unidos o a uno de sus aliados, será igualado inmediatamente. Kim se preocupa por él mismo. Goza de una vida como si fuera una deidad disoluta, viviendo en un palacio y con el poder de matar o acostar a cualquiera de sus súbditos. Si fuera a desatar un ataque nuclear, perdería sus lujos y su vida. Y a sus compinches también. Eso significa que puede ser disuadido.

Para contener a Kim, Estados Unidos y sus aliados deben aplicar una presión que no pueda ser mal interpretada como una declaración de guerra. Deben incrementar las sanciones económicas, no sólo contra el régimen norcoreano sino también contra las empresas chinas con las que comercian o manejan su dinero. Estados Unidos debería extender formalmente su garantía nuclear a Corea del Sur y Japón e impulsar defensas de misiles que protejan a ambos países. Esto ayudaría a garantizar que ellos no construyan armas nucleares. EEUU debe convencer a los surcoreanos que sufrirán mucho si estalla la guerra y que no actuará sin consultarles. China está harta del régimen de Kim, pero teme que, si este se derrumba, esto significaría una Corea reunificada con tropas estadounidenses en la frontera de China. La administración de Trump debe garantizar que esto no suceda y tratar de persuadir a China de que, a largo plazo, es mejor tener un vecino unido y próspero que un país pobre, violento e impredecible.

Todos mantengan la calma

Todas las opciones para tratar con Corea del Norte son malas. Aunque EEUU no debe reconocerla como una potencia nuclear legítima, debe basar su política en la realidad de que ya es ilegítima. Kim puede apostar que sus armas nucleares le dan la libertad de comportarse de manera más provocativa, tal vez patrocinando el terrorismo en el Sur. También puede vender armas a otros regímenes crueles o a grupos terroristas. El mundo debe hacer lo posible para frustrar tales complots, aunque se tengan dudas sobre la posibilidad de tener éxito.

Vale la pena recordar que EEUU ya ha estado en esta situación antes. Cuando Stalin y Mao construyeron sus primeras bombas atómicas, algunos en Occidente instaron a detenerlos con ataques preventivos. Afortunadamente, prevalecieron las cabezas más frías. Desde entonces, la lógica de la disuasión ha asegurado que estas armas terribles no se hayan usado nunca. Algún día, quizás por un golpe de estado o por un levantamiento popular, los norcoreanos se libren de su repulsivo líder y la península se reúna como una democracia, tal como logró Alemania. Hasta entonces, el mundo debe mantener la calma y contener al Kim. Lampadia




A 50 años de su partida, extrañamos a Churchill

A 50 años de su partida, extrañamos a Churchill

Este año se conmemoran 50 años de la muerte de Winston Churchill (1874-1965) y 75 de que asumiera el cargo que lo inmortalizara: el de Primer Ministro de la Gran Bretaña asediada por los Nazis (1939-1945). A pesar, de que Churchill es identificado como profundamente británico, él se definía a sí mismo como “an English-Speaking union” (una unión de anglo parlantes, pero que también puede significar un sindicato anglófono), debido a que era hijo del Lord Randolph Churchill y la millonaria norteamericana Jennie Jerome. Sus orígenes, su formación, sus experiencias vitales y su trayectoria profesional de alguna u otra manera lo fueron preparando para ser el hombre providencial que guiara a su nación (y al mundo), en uno de los momentos más excepcionales de la historia de la humanidad: la Segunda Guerra Mundial. Parafraseándolo, se podría decir que “nunca en el campo del conflicto humano, tanta gente le debió tanto a una sola persona” (la cita original es “a tan pocos” y está referida a la heroica actuación de los pilotos de la Real Fuerza Aérea en la batalla de Inglaterra). 

Como a todos los niños de su posición fue enviado a estudiar a un internado, el prestigioso colegio de Harrow, en dónde fue profundamente infeliz. Odiaba los estudios y se destacó como un rebelde, pero estupendo ensayista y el mejor esgrimista de su clase. Luego ingresó,  tras tres intentos, al Royal Military College de Sandhurst. Allí se hizo oficial de caballería y fue enviado al Virreinato de la India. Se hizo de fama como corresponsal de guerra, cubriendo la independencia cubana (1895), y las campañas británicas en la India (1897), el Sudán (1898) y Sudáfrica durante la Guerra de los Boer (1899). A los 26 años escribía para varios diarios y era autor de cinco libros dedicados a sus experiencias. Esta tarea lo ayudó a reflexionar y profundizar sobre el difícil arte de la guerra y el papel del Imperio Británico en el mundo.

Luego de escapar de los Boer en Sudáfrica, ingresó a la Cámara de los Comunes. Así empezó una carrera política que duraría 60 años. Pronto destacó como un filudo polemista, por su inteligencia y don de mando. Ocupó distintos cargos hasta que llegó a ser Lord del Almirantazgo. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Churchill promovió la utilización de tanques para romper la guerra en las trincheras, pero su iniciativa de abrir el frente de los Dardanelos terminó en un desastre, lo que le valió el apodo del “carnicero de Galípoli”. A manera de redención, renunció a sus cargos políticos y decidió servir en el frente como comandante del 6° Batallón de Fusileros Escoses. Llevando a la práctica una de sus frases célebres “el éxito no es definitivo, el fracaso no es fatídico. Lo que cuenta es el valor para continuar”, al poco tiempo volvióal Gobierno.

Alejado de los cargos políticos importantes en la década de los 30 fue uno de los pocos que se alarmó con el ascenso de Hitler en Alemania. Fue uno de los primeros en advertir de la carrera armamentista de los nazis y las ambiciones expansionistas de los fascistas italianos de Mussolini. Solicitó reforzar la armada y el ejército, pero nadie le hizo caso. Pronto los temores de Churchill se hicieron realidad con los desplazamientos de tropas alemanas que anexaron Austria. La poca firmeza de Francia y de Inglaterra ante este suceso, desencadenarían la guerra. Chamberlain, el primer ministro británico, viaja a conversar con y Hitler y propone la política de “appeasement” (apaciguamiento), falla de liderazgo a la que en Lampadia hemos llamado el “síndrome de Chamberlain”. Fue entonces, que Churchill reprochó a Chamberlain con su célebre premonición: “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra… elegisteis el deshonor y tendréis la guerra”.

Meses después, Hitler invadiría Polonia y a Inglaterra y Francia no les quedaría otro remedio que declarar la guerra.  Fue entonces, en medio de la desesperación por el rápido avance de los alemanes que tomaron Noruega, Suecia, Bélgica y rompieron las líneas francesas que Chamberlain se ve obligado a renunciar.  El Rey, entonces, convoca a Churchill para que forme un nuevo gobierno. Desde entonces Churchill se erigió en el líder de una nación asediada por una de las maquinarias militares mejor preparadas de la historia y en uno de los mejores líderes de la humanidad. Su acumen, su capacidad de mando, su tesón, su fe inquebrantable en la victoria y su ejemplo salvaron al imperio y al mundo en su hora más difícil. 

El 13 de mayo de 1940, en la Casa de los Comunes, Churchill pronunció su famosa frase:

“I have nothing to offer but blood, toil, tears and sweat.” (Solo tengo para ofrecerles sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor).

Entendió que sin el concurso de la URSS y de los Estados Unidos no podrían vencer y estrechó  alianzas con ambos. Cuando la victoria final estuvo cerca, empezó a delinear el mundo de la postguerra en una serie de encuentros con Roosevelt y Stalin. Esperaba preservar el papel del imperio británico, pero solo pudo contemplar como emergían dos nuevas potencias. Rápidamente, en 1946, como lo hiciera con el nazismo, advirtió el peligro que representaba para la democracia mundial el comunismo soviético: “Desde Stettin en el Báltico hasta Trieste en el Adriático, una cortina de acero ha descendido a través del continente. Detrás de esa cortina están las capitales de la Europa Central y Oriental tales como Varsovia, Berlín, Praga, Viena, Budapest, Belgrado, Bucarest y Sofía. Todas estas ciudades y las poblaciones alrededor de ellas han caído bajo la esfera de la Unión Soviética”.

Posteriormente, en el momento cumbre de su carrera, solo meses después de la rendición de Alemania, Churchill perdió el cargo de primer ministro. El pueblo inglés en una decisión que aún se presta a múltiples análisis no lo reeligió. Entonces, al viejo bulldog, como le llamaban no le quedó otra cosa que aceptar los hechos, pero volvería a ser Primer Ministro de 1951 a 1955, tratando de evitar el desmembramiento del Imperio, pero ya estábamos en otro mundo.

En su vida recibió múltiples reconocimientos, entre los que destacan, “Ciudadano Honorario de EEUU” y el Premio Nobel de Literatura de 1953. Murió en 1965. Se organizó un gran funeral de Estado en su honor y líderes de todo el mundo llegaron a rendirle honores a uno de los hombres más brillantes de la historia. La democracia y el bienestar que hoy gozamos no serían los mismos sin Churchill.

Sobre la democracia y socialismo nos dejó unos asertos que mantienen toda su vigencia:

“La democracia es la peor forma de gobierno, excepto por todas las demás”.

“El socialismo es una filosofía del fracaso, el credo de la ignorancia, y el evangelio de la envidia, su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”.

Líderes como él son los que se necesitan en este mundo, que transita en lo que ya se ha calificado como una suerte de guerra mundial de baja intensidad. Lampadia




Fantasmas de la gran transformación y cuentas por pagar

Fantasmas de la gran transformación y cuentas por pagar

Por Enrique Bernales

(El Comercio, 10 de Noviembre del 2014)

En “Hamlet”, Shakespeare recrea a los fantasmas; son las sombras y voces de espectros que hacen conocer las vilezas de los reyes Claudio y Gertrudis. La tesis subyacente es que, aunque pase el tiempo, la maldad o el error no tienen el premio del olvido. El recuerdo de la equivocación, del engaño, de la mentira o del crimen persiguen; las sombras de un pasado tormentoso suelen crear alucinaciones que amenazan con supuestas revelaciones sobre verdades de pecados ocultos.

Freud tampoco cree en los fantasmas, pero admite que los recuerdos van al subconsciente. Allí anidan, sometidos a una censura, que solo permite que afloren los buenos recuerdos. Pero cuando la censura afloja y surgen elementos que estimulan las vivencias que se quieren olvidar, comienzan las perturbaciones que se convierten en cuentas por pagar. La literatura ha popularizado a esos espectros del pasado que inquietan el presente. A ellos también se refieren muchas historias políticas. No debiera extrañarnos, pues los fantasmas suelen tener a muchos políticos entre sus víctimas predilectas. El Perú ilustra bien de esas presencias fantasmagóricas que asustan con denuncias que a veces no son más que simples venganzas por odios, rencores, envidias y fanfarronadas de quienes podríamos llamar “portafantasmas”. Hacen daño porque los ayuda el rumor y la sospecha, pero el fin que los anima no es la verdad, sino saldar cuentas y animosidades de un pasado denso, y lleno de oscuridades.

Ahora bien, ¿cuáles son las historias fantasmales que aquejan a la organización y dirigencia política que nos gobierna actualmente?

Mi hipótesis es que esas presencias inoportunas están ligadas al período en que organizar al Partido Nacionalista significó un intento por volver a armar el rompecabezas de aquella izquierda posterior a la Segunda Guerra Mundial, que tenía como espacio la guerra fría, la descolonización de África y las corrientes socialistas democráticas intentando un diálogo con las posiciones marxistas-leninistas, el cual no arribó nunca a buen puerto. Pero ese espacio estalló al desaparecer la Unión Soviética, amén de otros factores concurrentes, como la aceleración de la revolución científico-tecnológica, la recuperación de la economía liberal, las mayores exigencias por derechos humanos y libertades, más democracia, globalización. En fin, el pragmatismo chino para ganar presencia mundial en el mercado.

La carencia de referentes internacionales forzó a los nacionalistas a mirar con ojos complacientes al chavismo y en el plano interno a tomar como bandera la lucha contra la exclusión y la pobreza subsistente en el país pese al crecimiento de la economía. Surgió así el proyecto de la gran transformación y la opción por una línea política antisistema. El proyecto, aunque frágil en sus referentes externos e internos, adquirió popularidad. Incluir, acortar desigualdades y combatir la pobreza no son ni pueden ser temas desdeñables, pero los planteamientos y programas de la gran transformación fueron más allá. En las elecciones en primera vuelta del 2006 y el 2011, los nacionalistas no alcanzaron el tercio electoral. Para lograrlo, en el 2011 Ollanta Humala cambió la tesis antisistema para suscribir el compromiso de la hoja de ruta. Con ella, ganó la elección y se convirtió en presidente, pero también comenzaron los problemas de las cuentas pendientes con el pasado.

Debo decir que Humala ha sido leal con el país en el cumplimiento de la hoja de ruta, aunque los resultados no sean totalmente satisfactorios. Pero es inocultable que esta corrección sin brillos ha venido acompañada de problemas provenientes más del frente interno partidario y sus entornos, que por un rechazo al gobierno proveniente de las algaradas opositoras en el Congreso.

El problema radica principalmente en la aparición de espectros provenientes de los días de la gran transformación, que nunca terminaron de aceptar un cambio de proyecto político que los dejaba fuera del poder. La ambigüedad en las relaciones con el gobierno del señor Nicolás Maduro puede ser un recuerdo fantasmagórico de los tiempos del chavismo. Pero ¿no son acaso fantasmas de un pasado que se resiste a desaparecer, los compromisos aparentemente acordados con la minería ilegal de Madre de Dios, y los favores concedidos a las dirigencias cocaleras que se excedieron en sus cargos y se relacionaron con el narcotráfico? ¿Son fantasmas de un pasado que se desea no hubiera existido nunca, los Belaunde Lossio, los López Meneses, los Santos, los Chanduví real o fictamente vinculados a las etapas iniciales a la gran transformación?

El tema es que en los tiempos en que la legitimidad partidaria se obtenía con una identificación antisistema muchas cosas que ahora no lo son parecían permisibles. En verdad, no se puede olvidar el pasado, pero sí deslindar tajantemente con él. Tal vez ese sea el paso que falta para que el gobierno, o el Partido Nacionalista, se libre de esos molestos fantasmas. Eso no significa pagar deudas y menos darle patente de convivencia a los espectros del pasado.




Paralelismos con 1937

Paralelismos con 1937

Los riesgos de no evitar o asumir “nuevas realidades”

Por Robert J. Shiller, Premio Nobel de Economía 2013, Profesor de Economía en la Universidad de Yale. Autor del libro: Irrational Exuberance, que en su segunda edición predijo el colapso de la burbuja inmobiliaria que originó la última crisis financiera global.

Publicado por Project Syndicate el 11 de setiembre del 2014

Traducido del inglés por Carlos Manzano

Comentario de Lampadia:

El planteamiento de Shiller sobre el tratamiento de tema de Rusia, es muy atractivo en teoría, pero la experiencia histórica nos muestra que ante ciertos acontecimientos hay que actuar con visión y liderazgo, o “acumen” como se diría en EEUU (perspicacia, sagacidad y agudeza). Los pedidos de negociaciones diplomáticas o de apaciguamiento como los de Neville Chamberlain con Hitler en el Reino Unido en 1938 o  de Javier Pérez de Cuellar con Saddam Hussein en Iraq antes de la Primera Guerra del Golfo, solo le dieron a los agresores, espacios y licencias para avanzar o prepararse en la línea de sus indeseables designios.

En cuanto la reacción de los pueblos, ante un cambio significativo en el ritmo de crecimiento de la economía, cuando se empieza a percibir que puede convertirse en la “nueva realidad”, también tenemos ejemplos más recientes de los llamados “inconformes”, y de las protestas en el deslucido Brasil, después de un par de gobiernos socialistas (a puertas de un mundial de futbol en su propia casa).

Como hemos advertido en Lampadia (ver: La situación no está para tafetanes, se requieren acciones inmediatas), si en el Perú, el gobierno no reacciona pronto alentando de nuevo la inversión en proyectos mineros o energéticos de envergadura o viabiliza la ejecución de las concesiones más importantes, entre la parálisis de la inversión privada y el calendario político que se viene, podemos terminar con una inflexión de largo plazo que, en medio de un proceso electoral de casi dos años) puede ser aprovechado para desestabilizar el desarrollo potencial del país. ¡Este escenario  debe ser evitado con absoluta decisión!

Artículo de Schiller:       

NEW HAVEN – La depresión que siguió al desplome del mercado de valores en 1929 cobró un cariz peor ocho años después y la recuperación llegó sólo con el enorme estímulo económico proporcionado por la segunda guerra mundial, conflicto que costó más de sesenta millones de vidas. Cuando por fin llegó la recuperación, gran parte de Europa y Asia estaba en ruinas.

La actual situación mundial no es ni mucho menos tan espantosa, pero hay paralelismos, en particular con 1937. Ahora, como entonces, la decepción de la población se ha prolongado durante mucho tiempo y muchos están desesperados. Están empezando a temer más por su futuro económico a largo plazo y semejantes temores pueden tener consecuencias graves.

Por ejemplo, las repercusiones de la crisis financiera de 2008 en las economías ucraniana y rusa podrían ser la causa última de la reciente guerra en esa zona. Según el Fondo Monetario Internacional, tanto Ucrania como Rusia experimentaron un crecimiento espectacular de 2002 a 2007; en esos cinco años, el PIB real por habitante aumentó un 52 por ciento en Ucrania y un 46 por ciento en Rusia. Eso ya es historia: el año pasado, el aumento del PIB real por habitante ascendió sólo al 0,2 por ciento en Ucrania y a sólo el 1,3 por ciento en Rusia. El descontento provocado por semejante decepción puede ayudar a explicar la irritación de los separatistas ucranianos, el descontento de los rusos y la decisión por parte del Presidente de Rusia, Vladimir Putin, de anexionarse a Crimea y apoyar a los separatistas.

Hay un nombre para la desesperación que ha estado impulsando el descontento –y no sólo en Rusia y en Ucrania– desde la crisis financiera. Es el de “nueva normalidad,” que se refiere a las reducidas perspectivas de crecimiento económico a largo plazo, término popularizado por Bill Gross, fundador de la gigantesca gestora de bonos PIMCO.

También entonces, la desesperación sentida después de 1937 propició la aparición de términos nuevos similares. “Estancamiento perdurable”, referido a un malestar económico a largo plazo, es un ejemplo. La palabra “secular” procede del latín saeculum, que significa una generación o un siglo. La palabra “estancamiento” sugiere un pantano, que entraña un caldo de cultivo de peligros virulentos. A finales del decenio de 1930, había también preocupación por el descontento en Europa, que ya había impulsado el ascenso de Adolf Hitler y Benito Mussolini.

El otro término que de repente adquirió prominencia hacia 1937 fue “infraconsumismo”: la teoría de que las personas temerosas pueden querer ahorrar demasiado para futuros tiempos difíciles. Además, la cantidad de ahorro que las personas desean excede las oportunidades de inversión disponibles. A consecuencia de ello, el deseo de ahorrar no aumentará el ahorro agregado para la creación de nuevas empresas, construir y vender nuevos edificios y demás. Aunque los inversores pueden hacer que suban los precios de los activos de capital existentes, sus intentos de ahorrar no hacen sino desacelerar la economía.

Los de “estancamiento perdurable” e “infraconsumismo” son términos que revelan un pesimismo subyacente, que, al disuadir del ahorro, no sólo intensifica la debilidad de una economía, sino que, además, engendra ira, intolerancia y posible violencia.

En su magnum opus Las consecuencias  morales del crecimiento económicoBenjamin M. Friedman mostró muchos ejemplos de que el declinar del crecimiento económico ha originado –con lapsos variables y a veces largos– intolerancia, nacionalismo agresivo y guerra. Concluyó que “el valor de un aumento del nivel de vida estriba no sólo en las mejoras concretas que aporta a la vida de las personas, sino también en cómo moldea el carácter social, político y en última instancia moral de un pueblo”.

Habrá quienes duden de la importancia del crecimiento económico. Tal vez – dicen muchos– seamos demasiado ambiciosos y deberíamos disfrutar de una mayor calidad de vida con mayor ocio. Puede que tengan razón.

Pero la verdadera cuestión es el amor propio y los procesos de comparación social que el psicólogo Leon Festinger observó como rasgo humano universal. Aunque muchos lo negarán, siempre estamos comparándonos con otros y abrigando la esperanza de subir por la escala social. Las personas nunca estarán contentas con nuevas oportunidades de ocio, si parecen indicar su fracaso respecto de otros.

La esperanza de que el crecimiento económico fomente la paz y la tolerancia se basa en la tendencia de las personas a compararse no sólo con otras en el presente, sino también con lo que recuerdan de personas –incluidas ellas mismas– en el pasado. Según Friedmann, “evidentemente, nada puede permitir a la mayoría de la población tener una situación económico mejor que la de todos los demás, pero sí que es posible que la mayoría de las personas tengan una situación económica mejor que la que tenían y eso es lo que significa el crecimiento económico”.

El aspecto negativo de las sanciones impuestas a Rusia por su comportamiento en la Ucrania oriental es el de que pueden producir una recesión en toda Europa y fuera de ella. Así, habrá en el mundo rusos, ucranianos y europeos descontentos, cuya sensación de confianza y su apoyo a las instituciones democráticas pacíficas se debilitarán.

Si bien algunos tipos de sanciones contra la agresión internacional parecen necesarias, no debemos olvidar los riesgos relacionados con medidas extremas o penalizadoras. Sería muy deseable llegar a un acuerdo para poner fin a las sanciones, integrar a Rusia (y a Ucrania) más plenamente en la economía mundial y acompañar esas medidas con políticas económicas expansionistas. Para resolver el conflicto actual, es necesario al menos eso.




La Primera Guerra Mundial y la Paz en el Mundo

La Primera Guerra Mundial y la Paz en el Mundo

Esta mañana (4 de agosto de 2014), se celebraron importantes ceremonias para conmemorar el inicio de la Primera Guerra Mundial que empezó el 28 de julio de 1914 con el intento de invasión de Serbia por parte del Imperio Austro-Húngaro. El detonante del conflicto se produjo un mes antes en Sarajevo, con el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria. Un episodio particular que provocó que se desatara una guerra que involucró a casi toda Europa y luegose extendiera por todo el mundo.

La ceremonia oficial se desarrolló en Lieja, Bélgica, con la asistencia de los 28 Estados de la Unión Europea y la otra en Glasgow, Reino Unido. Después de esta última, según el Financial Times, David Cameron (Primer Ministro Británico) declaró: “Habían en juego, importantes principios. Europa no podía ser dominada por ninguna potencia, los países más pequeños tienen derecho a existir y ser independientes, y estos problemas, aún nos confrontan estos días (…)”.

El siglo XXfue una gran frustración para la humanidad, que venía de la llamada “gran paz europea”, con el inicio de esta espantosa guerra (La Gran Guerra) y no recuperamosla paz hasta la caída del Muro de Berlín y la implosión del Imperio Soviético (1989-1991). Entre tanto tuvimos la Segunda Guerra Mundial, la guerra de Corea y la de Vietnam. El mundo pasó por los genocidios de Hitler, de Stalin (purgas que habrían llegado a 40 millones de rusos), de Mao (el mayor asesino del siglo XX, que habría sido responsable de la muerte de más de 60 millones de chinos), de las perversidades de Pol Pot y, de tantos otros horribles crímenes en varios países africanos como el genocidio en Ruanda. Un siglo con el que la humanidad no se puede sentir orgullosa, notoriamente así, los europeos. Posteriormente, en la última década del siglo, en el medio de Europa, se desató la terrible guerra de los yugoeslavos.

Probablemente, el siglo fue salvado por la acción y el ejemplo de personajes que no podemos dejar de mencionar, como Rosa Parks, Martin Luther King, Alexander Dubcek, Lech Walesa, el Papa Juan Pablo II, Boris Gorbachov, Margaret Thatcher, Ronald Reagan, el ciudadano desconocido de Tiananmen y sobre todo Nelson Mandela.

Cien años después de la Gran Guerra, la humanidad no aprende.Otra vez tenemos conflictos y matanzas inaceptables en medio mundo. Entre otros, en Europa, en Ucrania, Rusia pretende imponer su expansionismo. Assad en Siria masacra a su propia población. En Sudan del Sur se matan unos a otros. En Gaza tenemos otro horrible episodio de este interminable conflicto entre Israel y Palestina.

A raíz de este último conflicto, Ricardo Lagos, ex presidente chileno, contó hace un par de días, en una entrevista en El País de España, una anécdota de una reunión internacional que se llamó “Madrid + 20”, donde, “20 años después de los acuerdos de la Organización de Seguridad [ONU], se juntaron palestinos e israelíes. (…) Un americano que estuvo en ambas reuniones dijo: ´20 años atrás no veíamos la luz al final del túnel. Hoy todos sabemos cuál es la luz al final del túnel.Dos Estados con fronteras reconocidas por los dos Estados. El único problema es que ahora no podemos encontrar donde está el túnel´”.

Lo que está pasando con Rusia, Siria, y el Medio Oriente no es broma, cualquiera de estos conflictos puede terminar en el quiebre de la paz mundial. Lamentablemente el liderazgo global deja mucho que desear (ver en Lampadia: La caída de nuestros líderes es una tragedia). Esperemos que podamos superar esta etapa y que, finalmente, podamos construir un siglo mejor que el anterior. Los seres humanos de todo el planeta, tenemos tareas mucho más importantes que afrontar.Lampadia