1

No nos olvidemos que se viene un nuevo mundo

No nos olvidemos que se viene un nuevo mundo

En Lampadia hemos hablado mucho sobre la ‘Cuarta Revolución Industrial’. Lamentablemente, la clase dirigente de nuestro país no ha recogido este contenido; excepto durante pocos días, mientras fue adoptado como el tema del año por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) de Davos en febrero pasado.

Incluso es probable que durante la campaña electoral, en la que supuestamente todos hablamos del futuro, ni siquiera se haya mencionado . Como hemos titulado, esta revolución no es una especulación intelectual, sino una realidad que terminará transformando sustancialmente el empleo, las empresas, la educación, la salud, los gobiernos y la vida de todas las sociedades del mundo. No mañana, ¡HOY!

Nosotros seguiremos insistiendo tercamente en analizar este tema y sus implicancias para las acciones de gobierno y, por ahora, llamando la atención de nuestros líderes cada cierto tiempo. A ver si algún día los encontramos en el largo plazo.

El siguiente artículo del WEF, nos trae un buen análisis del tema. Recomendamos su lectura.

¿Está el cambio tecnológico creando una nueva economía global?

 

https://weforum-assets-production.s3-eu-west-1.amazonaws.com/article/image/large_je7_Vl3Du7b_ohroU4Xg4pMuqC-KfByBMiSlaVc337c.jpg

Revolución del robot… nuevas tecnologías cambiarán radicalmente la naturaleza del trabajo en todas las industrias Imagen: REUTERS / Srdjan Zivulovic

 

Escrito por Jennifer Blanke

Publicado por World Economic Forum

19 de enero de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

 

Nuestras vidas están cambiando radicalmente por el cambio tecnológico, con la cuarta revolución industrial que está transformando la economía como nunca antes.

La velocidad sin precedentes, así como la amplitud y la profundidad de los cambios desatados por las nuevas tecnologías digitales, robótica y 3D, está teniendo un gran impacto en lo que producimos y hacemos, cómo y dónde lo hacemos y en la forma en que trabajamos. Y mientras que la transformación se dará de diferentes maneras en las partes avanzadas y en desarrollo del mundo, ningún país o mercado estará libre de la marea del cambio.

Para apreciar los cambios, existen dos aspectos interrelacionados de la economía que son particularmente ilustrativos: el crecimiento y la productividad, por un lado, y el empleo en el otro.

Como destaca el Foro Económico Mundial anualmente en el Informe de Competitividad Global, la productividad es el determinante más importante de crecimiento a largo plazo. Sin embargo, el crecimiento de la productividad se ha estancado en todo el mundo, sobre todo desde la gran recesión, poniendo en tela de juicio nuestra capacidad para proporcionar crecientes niveles de vida a los ciudadanos del mundo. Si bien los argumentos abundan en cuanto a por qué ha habido una desaceleración de la productividad, una cuestión importante es la forma en que la cuarta revolución industrial la impulsará en los próximos años.

En teoría, la aplicación de nuevas tecnologías a los problemas existentes debería mejorar la eficiencia y la productividad. Las innovaciones tecnológicas tienden a elevar la productividad del trabajo al permitir que la fuerza de trabajo existente produzca más con menos, mediante la sustitución de los trabajadores existentes con la tecnología (con una obvia desventaja), y también acomodando nuevos productos y procesos que abrirán paso a nuevas fuentes de crecimiento.

Sin embargo, existe un gran debate sobre la probable magnitud del impacto. Por un lado, expertos como Robert Gordon, de la Universidad de Northwestern, creen que ya se han hecho las contribuciones más importantes de la revolución digital, y que el impacto en la productividad de la revolución tecnológica actual casi ha terminado. Eso sería preocupante, sobre todo dada la actual desaceleración.

Por otro lado, los “optimistas” tecnológicos como Eric Schmidt, presidente de Google, creen que el mundo ha llegado a un punto de inflexión y en breve experimentará un crecimiento más rápido y un importante aumento de la productividad.

Independientemente de los efectos concretos en las medidas tradicionales de la productividad y el crecimiento, la medición inadecuada es un problema. Los Ubers y Airbnbs del mundo están proporcionando ganancias de eficiencia y productividad. Sin embargo, muchos de los beneficios de estas nuevas actividades no se contabilizan en el cálculo del PBI, de la misma manera que el trabajo doméstico privado y cuidado de los niños son ignorados.

En otras palabras, estamos produciendo y consumiendo cada vez mucho más valor que lo que miden nuestros indicadores económicos. Esto sugiere que necesitamos una nueva forma de medir la producción y la productividad, ya que no estamos teniendo en cuenta el valor que se está produciendo en la economía.

Esto puede ser visto como parte integral del debate “más allá del PBI”, que argumenta que el PBI no es simplemente una medida suficiente de progreso de la sociedad. Es especialmente importante revisar las cifras de crecimiento y productividad tradicionales, ya que la mayoría de estos nuevos aumentos de la productividad se lograrán de una manera que hacen que nuestro mundo sea más sostenible con el medio ambiente. De hecho, los ejemplos citados anteriormente son emblemáticos del nuevo “consumo colaborativo” donde hacemos un mejor uso de los productos existentes en lugar de simplemente producir más “cosas”, que si bien es bueno para las estadísticas del PBI, no es necesariamente lo es para el planeta.

 

Y mientras que las discusiones de la productividad y su medición siguen siendo algo teóricas, nada puede ser más concreto que el potencial impacto en lo que es posiblemente lo más fundamental en valor económico: un empleo remunerado.

A lo largo de los años, la tecnología ha reemplazado el esfuerzo humano y aunque es bueno para el crecimiento de la productividad (como se mencionó anteriormente) y el crecimiento global, es perjudicial para los trabajadores que pierden su empleo. Y esto ya no es sólo acerca de los trabajos repetitivos de fábrica: nuevas tecnologías de cómputo y robótica ahora amenazan muchas profesiones que parecían “territorio seguro”, tales como contadores, taxistas y asistentes legales.

Dada la velocidad y la amplitud de los cambios, es evidente que las nuevas tecnologías van a cambiar radicalmente la naturaleza del trabajo en todas las industrias y ocupaciones. Y como la automatización reemplazará inevitablemente la mano de obra en la provisión de bienes y servicios existentes, la cuestión principal es cuánto tiempo va a tomar y hasta dónde va a llegar. Un reciente estudio estimó que el 47% del empleo total en los EEUU está en riesgo en la próxima década o dos.

 

La innovación tecnológica siempre destruye algunos puestos de trabajo y los reemplaza a su vez por otros nuevos, en una actividad diferente y, posiblemente, en un lugar diferente. Mientras que la innovación tecnológica sigue avanzando, se puede esperar que las actividades de baja calificación sean reemplazadas progresivamente por tareas que requieren creatividad e inteligencia social. Y a medida que el mercado de trabajo es cada vez más segregado en segmentos de” habilidades bajas / salario bajo ” y ” habilidades altas / salario alto “, las tensiones sociales, inevitablemente subirán.

Ya hemos visto un aumento de la desigualdad en la mayoría de países de la OCDE en las últimas décadas, e instituciones como el FMI y la OCDE estan cuantificando el grado en que esta desigualdad está obstaculizando el crecimiento y el desarrollo.

Estudios, trabajo, jubilación – QEPD

Teniendo en cuenta que la dislocación será significativa y que la transición entre los puestos de trabajo antiguos y los nuevos tomará tiempo, la cuestión principal es qué hacer para promover resultados más positivos y gestionar mejor a los atrapados en la transición. En un ambiente de trabajo que evoluciona tan rápidamente, la capacidad de anticiparse a las necesidades futuras en términos del conocimiento y las habilidades necesarias para la adaptación se vuelve cada vez más crítica.

Todas las partes interesadas – empresas, gobiernos, la sociedad y los individuos – tendrán que trabajar juntos para ajustar los sistemas de educación y formación que pueden re-entrenar y mejorar las habilidades de los trabajadores continuamente. El modelo tradicional de estudios-trabajo-jubilación simplemente no funcionará nunca más. Esto será particularmente importante si estamos entrando en una era en la que los trabajos se están volviendo obsoletos mucho más rápido de lo que se crean nuevos. [Esta afirmación, en cuanto a las jubilaciones, hace sentido en países donde el empleo en empresas es la fuente primordial de ingresos, y las planillas y/o los impuestos a la renta son las fuentes de financiamiento de las pensiones. Pero en una realidad como la que se avizora, en la que los trabajadores tendrán múltiples empleos, muchos de ellos independientes, se tendría que pesar en financiar las pensiones mediante los impuestos indirectos. Por ejemplo: el IGV, como ha propuesto Lampadia para ahorros previsionales en cuentas individuales]. 

¿Saltarán hacia adelante los países en desarrollo – o se quedarán atrás?

Por último, es importante reflexionar sobre lo que esto podría significar para los países en desarrollo. Dado que muchas de las últimas fases de la revolución industrial aún no han alcanzado a muchos de los ciudadanos del mundo (todavía no tienen acceso a electricidad, tractores, etc.), la cuarta revolución industrial caracteriza sobre todo lo que está ocurriendo en el mundo más avanzado (y de cierta medida en las economías de ingresos medios).

En las últimas décadas, aunque se ha producido un aumento de la desigualdad dentro de los países [más ricos], la desigualdad entre los países disminuyó significativamente a medida que los países en desarrollo comenzaron a ponerse al día. ¿Se estaría arriesgando el avance de ‘ponerse al día’ que hemos visto hasta la fecha en términos de ingreso, habilidades, infraestructura, finanzas, etc? O por el contrario, ¿serán estas tecnologías y cambios aprovechados para lograr un desarrollo más rápido y ‘ponerse al día’ saltando etapas? [Ver artículo de Tony Blair sobre el impacto tecnológico en el África].

El homo economicus del mañana

Es difícil responder a estas preguntas, pero se requerirá una gran cantidad de análisis mientras las economías avanzadas enfrentan sus propios retos. No es sólo un imperativo moral asegurarse que las zonas menos desarrolladas del mundo no se queden atrás; tal escenario también supondría un riesgo para la estabilidad global a través de canales como la desigualdad global, los flujos migratorios e incluso las relaciones geopolíticas y de seguridad.

En última instancia, los países en desarrollo tienen que cerrar la mayor brecha, pero también pueden beneficiarse de aprender de los errores de las economías avanzadas, saltando poco a poco hacia un futuro más próspero y tecnológicamente avanzado. El éxito homo economicus del mañana será sin duda diferente al actual: será muy creativo y adaptativo, tendrá muchos puestos de trabajo donde tecnologías inimaginables apoyarán su extrema eficacia, y probablemente no tendrá, ni usará un auto para ir a trabajar, en el caso de que tenga una oficina física. El mundo será profundamente alterado por la cuarta revolución industrial. Ahora es el momento para asegurarse de que se cambie para mejor.

Lampadia




Otra mirada al raudo cambio tecnológico

Otra mirada al raudo cambio tecnológico

Todo el mundo pontifica sobre la velocidad y ritmo de cambio tecnológico que vemos todos los días, como un fenómeno nuevo, único. Sin embargo, Robert Gordon, en su libro: “El Auge y la Caída del crecimiento estadounidense”, según John Kay del Financial Times, nos afirma que el siglo del gran cambio se dio de 1870 a 1970, en que pasamos de la tracción animal al automóvil y el avión, los antibióticos, las vacunas, el servicio de agua doméstica y la televisión a colores.

Interesante planteamiento que por lo menos nos inyecta un poco de humildad.

Otro aporte parecido, esta vez desde las redes sociales, es un supuesto diálogo entre un ‘Millennial’ y un adulto mayor: El joven alardea de todos los avances que usa su generación y que los mayores no pudieron gozar. Ante ello, el mayor le dice: “tienes toda la razón, nosotros no teníamos nada de lo que tienen ustedes, pero nosotros inventamos todo eso para ustedes. ¿Qué están haciendo hoy los jóvenes para quienes vengan después?

Un mensaje sutil y elegante. Lampadia

Prepárense para el amanecer de un segundo siglo especial

Escrito por John Kay

Financial Times

1 de marzo de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

La tesis del libro magistral de Robert Gordon “El Auge y la Caída del crecimiento estadounidense” contrasta fuertemente con el optimismo tecnológico que burbujea en Silicon Valley. El argumento es que entre los años entre 1870 y 1970 fueron el “siglo especial”.

Alguien nacido cuando Benjamin Disraeli fue primer ministro y que vivió para ver a Edward Heath en Downing Street [la casa de gobierno del Reino Unido] fue testigo de como el transporte pasó de los caballos a autos y aviones. Nacido cuando los servicios médicos eran en gran medida inútiles, habría visto el descubrimiento de curas para la mayoría de las enfermedades infecciosas y experimentado la introducción de la luz eléctrica, agua corriente en los domicilios y la televisión a color.

Los últimos 50 años, según Gordon, han sido “deslumbrantes, pero decepcionantes”. Estamos deslumbrados porque nuestra atención se centra en los avances de entretenimiento, comunicaciones y tecnología de la información. La decepción es en la parte estadística: el crecimiento de la productividad se ha desacelerado. Y mirando más allá del ámbito de las TI, argumenta, no se han producido avances en materiales, tecnologías de combustible o la producción de alimentos y distribución comparables a los del siglo especial.

El Boeing 747 voló por primera vez en 1969 y los jets jumbo de hoy son reconociblemente similares. Al parecer, los grandes medicamentos de mayor éxito ya habían sido descubiertos. Mientras que la productividad de Estados Unidos disfrutó de una racha en la década de 1990, cuando las innovaciones digitales transformaron nuestras vidas, es improbable que el siglo especial se repita. Dado que la población que está envejeciendo y tenemos un sistema educativo inadecuado, no deberíamos esperar un aumento significativo en los niveles de vida de Estados Unidos.

Los avances en la introducción de la robótica en las actividades de servicio es “extremadamente lento”, observa el profesor Gordon. Amazon emplea recolectores de productos; los conductores de entrega todavía cargan y descargan sus camiones manualmente. A pesar de su escepticismo sobre los autos sin conductor, les pregunta a los pasajeros lo que realmente van a hacer con el tiempo que no tienen que pasar detrás del volante. Su escepticismo, sin duda, se ha agravado por un accidente reciente relacionado con uno de los autos sin conductor de Google.

Sin embargo, si es que parece no haber sucedido mucho, quizás sea porque vemos que mucho está aún por llegar. No se requiere un gran esfuerzo de imaginación para visualizar máquinas que descarguen barriles de cerveza o que organicen estanterías en los supermercados. Y si confiamos en robots para que nos hagan cirugías, ¿por qué no ofrecerían pedicuras o cortes el cabello mientras que mano de obra humana se vuelve más cara y las maquinas más baratas? Tal vez el progreso del futuro radica en la aplicación de las TI para hacer cosas que a primera vista no parecen tener mucho que ver.

Estas oportunidades son de dos tipos. Actualmente, las computadoras pueden sustituir a los operarios humanos en tareas repetitivas bien definidas. Los ejemplos incluyen agentes de propiedad computarizados, un robot-asesor como gestor de cartera y un médico digital. Muchas ocupaciones tradicionales de la clase media serán eliminadas de esta manera.

El desarrollo más sutil, y tal vez más profundo, será la capacidad del procesamiento digital para ayudar al descubrimiento de las cosas que van a formar la base de las nuevas tecnologías. La secuenciación de genes y grandes volúmenes de datos son propensos a dar forma al futuro de la medicina. Los avances en la tecnología de baterías están avanzando a pasos agigantados gracias a las capacidades analíticas de los investigadores de hoy en día. Si el mundo se cableó en el “siglo especial”, tal vez en el siguiente, se convierta en inalámbrico.

Y no hay que subestimar la cada vez mayor velocidad en que se adoptan las innovaciones. Benjamin Franklin descubrió la electricidad en 1752 y el auto de Richard Trevithick, el ‘Puffing Devil’, salió a las calles de Cornualles en 1801. Pero fue sólo hacia el final del siglo especial que la electricidad y los automóviles estuvieron disponibles para la mayoría de los hogares. El primer teléfono inteligente fue vendido en 2007 y hoy en día se usan 1,500 millones.

Los límites del crecimiento de la productividad se establecen sólo por los límites de la inventiva humana.