1

Lamentable, muy lamentable…

Lamentable, muy lamentable…

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

Después de observar el comportamiento y la actitud de los políticos y candidatos para las próximas elecciones, todo hace pensar que nos han visto la cara y que la mayoría de la población está dispuesta a que les tomen el pelo. Parece que tenemos una población boba, que le hagan lo que le hagan, está dispuesta a bajar la cabeza y aceptar que algunos políticos bribones y sinvergüenzas, se burlen del Perú en nuestras propias caras, recurriendo siempre a los pequeños espacios u omisiones en la letra de la ley.

En años recientes hemos visto a Vizcarra atacar al congreso hasta la saciedad, al punto que lo disolvió con maniobras políticas y operaciones sicosociales, para reemplazarlo en unas elecciones forzadas y apresuradas, por otro congreso de peor nivel que el anterior. Luego de eso, Vizcarra tuvo el descaro, antes de ser vacado, de ir al Congreso y descalificar a los congresistas que solicitaban su vacancia del derecho de acusarlo, pues había entre los 130, un total de 68 congresistas con procesos judiciales abiertos. El argumento era: “Si todos son inmorales y tienen deudas con la justicia, Vizcarra no podría ser sancionado políticamente por ese congreso, por sus deudas con la justicia”.

Finalmente, inmediatamente después del caso de su amigo Richard Swing y ante la avalancha de confesiones de “colaboradores eficaces” que lo acusan de coimero, fue vacado por “Incapacidad Moral Permanente”, con el voto de 105 congresistas, esto es, más del 80% de estos. La verdad es que Vizcarra nos ha mentido tanto y con tanto cinismo, que a pesar de que toda la ciudadanía lo ha oído coordinar e inducir a sus colaboradores para obstaculizar a la justicia, ahora lo está negando públicamente.

Tras las mentiras de Vizcarra en el caso Swing, ratificadas por las grabaciones hechas públicas por su secretaria, la sola negación de éste de haber recibido coimas, en contraste con los testimonios de más de cinco colaboradores eficaces (uno de ellos amigo personal y colega de gabinete), quienes saben, que si mienten y no corroboran sus afirmaciones, complican su situación penal. Vizcarra, con el mayor descaro, se paseó por todos los canales de televisión, negando las acusaciones, diciendo que tenía la frente en alto y que dejaba la presidencia sabiendo que las acusaciones eran falsas y una infamia.

Lo cierto es, que tras denostar al congreso y aprovechando un vacío en la literalidad de la ley electoral, que obliga a todos los funcionarios públicos que manejan recursos y tienen injerencia política, a renunciar seis meses antes de las elecciones (mayor razón para que se aplique al presidente), hoy decide ser candidato al parlamento con el número uno de la lista por Lima, de uno de los partidos que votó mayoritariamente por su vacancia y del cual, el candidato a la presidencia, es otro mentiroso, traidor y tránsfuga como él.

Importante tomar nota, que el caso de las coimas en el gobierno regional de Moquegua, sirvió para vacarlo de la presidencia, pero no lo inhabilita para el ejercicio de la función pública, razón por la que Vizcarra está tratando de escurrirse por cualquier rendija para alcanzar la ansiada inmunidad parlamentaria y así evadir, por ahora, tener que enfrentar la deuda que tendría con la justicia. Creo que hacen bien los que están tratando de cerrarle la opción de incorporarse al congreso, mediante una acusación constitucional por el evidente acto de obstrucción a la justicia en el caso Swing y con eso, impedir que siga burlándose de los ciudadanos de bien. (Aplicación de los artículos 99 y 100 de la Constitución del Perú).

Lo tragicómico es que, tras toda la alharaca de Vizcarra en defensa de su inocencia, cuando asistió a la comisión de fiscalización del Congreso, acusó a los congresistas de hostigarlo e insultarlo y optó por acogerse a su derecho a guardar silencio, para no auto inculparse en la investigación de los delitos que se le imputan. No hace falta decir, que una persona que se sabe limpia e inocente de las acusaciones que le hacen, defiende su honor y su buen nombre, atendiendo a todas las preguntas que deseen formularle, pues la verdad es su mejor defensa.

Más tragicómico aún, es que tras acusar a los congresistas de protegerse con la “inmunidad parlamentaria”, que por supuesto ha sido muy mal utilizada y manejada, hoy tenga como objetivo urgente, obtener “apuradito” la tan mentada inmunidad, ante la afirmación del fiscal Juárez, de tener “un caso muy sólido”.

Lo más triste es que entre la ciudadanía, un alto porcentaje de la prensa y algunos “opinólogos” y comentaristas políticos formadores de opinión, no resalten tanto cinismo y dejen pasar por agua tibia todos estos hechos que, en el caso de otros personajes políticos, no se les ha permitido.

Sería lamentable, muy lamentable, que en las elecciones de abril 2021 se permita que esta gente sin valores, sin vergüenza y sin honor, tenga siquiera la opción de ser elegida.

Después no nos quejemos de la forma como el Perú se destruye. Lampadia




Por una revolución moral

Por una revolución moral

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 9 de octubre de 2020
Para Lampadia

Voy a referirme nuevamente al caso de las conversaciones – totalmente comprometedoras – entre el presidente Vizcarra y sus secretarias, y las contrataciones – totalmente injustificadas – de Richard Swing, y ¡sabe Dios cuántos amigos y colaboradores más! Y lo hago porque – como muchos peruanos – considero que está muy mal que el Estado malgaste nuestros impuestos de una manera tan irresponsable.

Está claro que para el presidente no está mal que el Estado contrate a ese tipo de gente para ese tipo de servicios. Me refiero a personajes como Richard Swing, y a servicios como charlas motivacionales para funcionarios del Ministerio de Cultura… en plena pandemia. – Si muchos lo hacen ¿por qué no lo podría hacer yo? – más o menos así respondió el presidente a la pregunta que le hizo una periodista en un canal de televisión. Pero lo peor vino después, cuando con total desparpajo agregó – ¡qué tanto! si sólo se trató de S/. 175,400… es algo completamente intrascendente – ahondando así su desfachatez en cuanto al manejo de fondos públicos.

¡Está clarísimo! El clientelismo político tampoco es un problema para el presidente Vizcarra. Para él no está mal contratar a personajes sin más mérito que el sólo hecho de ser amigo, familiar, militante del partido de gobierno, o colaborador en campañas electorales previas. Y tampoco le parece mal gastar la plata del Estado – léase de los contribuyentes – en servicios que no sirven para nada.

¡Qué problema! ¿Con qué autoridad moral – el presidente Vizcarra – podrá combatir el clientelismo político en las demás dependencias estatales? – Si el presidente lo hace ¿por qué no lo voy a poder hacer yo? – retrucarán muchos alcaldes, gobernadores, ministros, congresistas, jueces, y mil funcionarios públicos más.

En el nombre de la moral y la eficiencia en el gasto público el presidente debió ser el primero en marcar la diferencia; pero no. El presidente actuó como uno más del montón. El clientelismo político es un acto inmoral… aunque muchos lo hagan. Por otro lado, el mal uso de recursos públicos constituye una falta grave… aunque muchos – también – lo hagan.

Son – precisamente – actitudes como la del presidente Vizcarra lo que me lleva a plantear una revolución moral para el bienestar de la población y el progreso del Perú. Una revolución moral que rescate – de las cenizas – los valores de la verdad, la justicia, el bien, y la vida. Una revolución que remueva las consciencias de nuestras autoridades para que entiendan lo que es vivir en un Estado de Derecho; lo que es el principio de igualdad ante la ley; y lo que implica que el Estado esté para servir a la población… y no para servirse de ella.

Una revolución moral que consolide los conceptos de eficiencia y transparencia en la gestión pública. Que enaltezca los valores de la puntualidad y la austeridad en el Estado. Que respete la carrera pública y la meritocracia en todas las dependencias estatales. Y que refuerce los conceptos de ciudadanía, dignidad, seguridad, libertad, responsabilidad, propiedad, etcétera.

En fin… una vez más debe quedarnos claro que del Estado – tal como está – no debemos esperar nada. El Estado está tomado por la mediocridad y la corrupción. En consecuencia, de allí no va a venir la revolución moral. El Poder Judicial no se va a corregir a sí mismo. El Congreso, menos. Y del Poder ejecutivo – si para el presidente Vizcarra no está mal lo de Richard Swing – ¡qué podemos esperar!

La revolución moral tendrá que nacer de la ciudadanía. Mejor dicho, de cada uno de nosotros. ¡No queda otra!

OTROSÍ DIGO: Todo parece indicar que habrá que agregar al prontuariado Martín Alberto Vizcarra Cornejo el cargo de miembro de la mafia – y coimero – del club de la construcción. Un presidente más… una autoridad más… una raya más al tigre. ¡Terrible!

OTROSÍ DIGO: Por favor… que no insista en decir que su prioridad es la lucha contra la corrupción. Lampadia




Cuadrando el absurdo

Cuadrando el absurdo

César Azabache Caracciolo
Para Lampadia

Creo que es importante poner las reglas que explican que el caso Cisneros pueda ser considerado un delito en el formato más claro posible.

Voy a ensayar entonces un esquema:

  1. Hablemos primero de montos de dinero.  Los delitos deberían de alguna manera diferenciarse atendiendo a las sumas que involucran.  Desde fuera de “la caja” que forma la academia el dinero siempre es un indicador de relevancia. Pero en el estado actual de las cosas la comunidad legal no acepta aún establecer esas diferencias en casos sobre corrupción.  La comunidad está muy lejos de ese punto. En consecuencia, nos guste o no, un soborno por S/ 20 es tan soborno como el de US$ 30 millones.  Habrá diferencias prácticas, como el nivel de prioridad que un fiscal asigna a un caso y a otro en su agenda de trabajo.  Pero los dos casos seguirán siendo casos sobre sobornos.  Claro, el sistema no imagina que un presidente de la república, es solo un ejemplo, se involucre en una bagatela.  Pero como vemos, pasa.  Y las reglas legales no tienen una forma de resolver esa paradoja inesperada.  Eso cambiará algún día, sin duda.  Pero aún estamos lejos de ese día.  Y no parece que el caso Swing ofrezca una plataforma moral suficientemente sólida para “partir las aguas” a partir de aquí.
  2. Favorecer a los amigos o a los amigos de los amigos o de los jefes echando mano de posiciones de influencia es la expresión más clara de clientelismo.  La construcción por cierto no es legal.  Es social.  Corresponde a los casos en que los roles se distribuyen por razones basadas en preferencias subjetivas cuando corresponde emplear razones reglamentadas.  Pues bien, el clientelismo se convierte en delito cuando compromete el patrimonio del Estado.  El nombre del delito varía de varias maneras en función al listado de personas que intervienen en la historia y sus posiciones de autoridad:  tenemos casos de negociación incompatible, cuando el favor lo hace un personaje competente para concederlo; patrocinio infiel cuando el favor se le pide a otro y tráfico de influencias, especialmente cuando el gestor es un particular especialmente relacionado con quien sea competente.  Pero las reglas existen.
  3. Con lo que sin duda tenemos que tener cuidado es con el uso de las reglas sobre el delito por colusión.  La colusión funciona en casos en que se comete un fraude en un concurso público o en un procedimiento de elección semejante.  El fraude viola las reglas de la competencia ante el Estado.  Por eso hay que tener cuidado.  En el caso Swing no encuentro competencia alguna.  No veo necesidad en estos contratos y, honestamente, no veo un verdadero servicio que se le haya prestado a nadie.  Por colusión una dependencia pública puede elegir a A aunque sus servicios sean idénticos a los de B y sin embargo sus precios sean mas altos.  Pero en el esquema de la regla, A y B son potenciales prestadores de servicios reales, no falsos proveedores.
  4. No encuentro que el señor Cisneros pueda presentarse a sí mismo como un verdadero motivador profesional.  Si es así sus contratos no corresponden a un entorno de competencia defraudada.  Temo que corresponden mas bien a un caso de completa simulación: una coartada inventada para crear una apariencia que encubra la salida del dinero que se le entregó.  Si acierto, entonces esto en verdad adquiere la forma de un caso de peculado encubierto:  Coger dinero del Estado para un particular simulando que se le paga por un servicio que en verdad no existe.  Más o menos lo mismo que hace un cajero cuando inventa un vale para sustraer dinero de los fondos a su cargo.
  5. Entonces posiblemente en el camino habrá que cambiar las reglas de referencia que se están empleando.
  6. Pena posible si se trata, como creo, de un caso por peculado encubierto:  8 a 12 años, si no hay agravantes por uso de fondos sociales.  Nada leve.
  7. Esto, por cierto, al margen de la interferencia y la eliminación de evidencias, cuya aplicación depende de confirmar que alguien en Palacio de Gobierno pidió u ordenó que estos contratos se firmaran.

Lampadia




Pregunta: ¿el Estado está luchando contra la corrupción?

Pregunta: ¿el Estado está luchando contra la corrupción?

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 2 de octubre de 2020
Para Lampadia

NO. En los hechos, el Estado NO está luchando contra la corrupción. A la corrupción hay que enfrentarla de hecho; no de palabra. Por ejemplo, haber nombrado oficialmente el 2019 Año de la Lucha Contra la Corrupción e Impunidad, no significó nada. Nada de nada. Asimismo, cada vez que el presidente Vizcarra dice que la prioridad de su gestión es la lucha contra la corrupción, miente. Los hechos lo desmienten.

Su participación en los casos de Richard Swing, y sus secretarias, y sus amigos, lo dice todo. El Poder Judicial, tampoco está luchando contra la corrupción. La igualdad ante la ley es una quimera en ese poder del Estado. La ley es para el que paga. El Congreso de la República, menos. Ni este, ni el anterior Congreso lucharon – en los hechos – contra la corrupción.

Por otro lado, la corrupción está encarnada en muchos alcaldes y gobernadores regionales. Incluso, la Policía también está metida en la colada. Repito – salvo honrosas y contadas excepciones – nuestras autoridades no están luchando contra la corrupción. Al contrario, la corrupción está enquistada en muchas de ellas.

Entonces ¿qué hacer? Me refiero a nosotros, los ciudadanos. Pues… ni modo. A tomar al toro por las astas y luchar contra la corrupción… desde la ciudadanía. No queda otra. Porque de parte del Estado – ya sabemos – no debemos esperar nada concreto a este respecto.

Entonces, dado que el Estado NO va a combatir la corrupción… ¡nosotros mismos somos! Nótese que no debemos recurrir a la Policía, a la Fiscalía, o al Poder Judicial. Lamentablemente, las instituciones supuestamente encargadas de prevenir y sancionar la corrupción no son de fiar. Ante ello, la lucha la debemos hacer – en conjunto – con la prensa. Los corruptos le tiemblan a la publicidad y al “qué dirán”. ¡Ahí está su punto débil!

  • Desenmascaremos pues – ante la prensa – a aquellos funcionarios que pretendan pagos indebidos… léase, coimas.
  • Desenmascaremos a los inspectores municipales que chantajeen a los ciudadanos… sobre todo a los microempresarios.
  • Desenmascaremos a los policías que exijan pagos por lo bajo a conductores de vehículos para dejarlos circular.
  • Desenmascaremos a los médicos de hospitales públicos que deriven a sus pacientes a consultorios particulares.
  • Desenmascaremos a los maestros que cobren a sus alumnos para aprobarlos en sus cursos.
  • Desenmascaremos a los corruptos – ante la prensa – vengan de donde vengan, y caiga quien caiga.

Por otro lado, debemos organizarnos – como sociedad civil – para planificar nuestra lucha contra la corrupción. Obviamente, debemos estar preparados para defendernos de los corruptos, porque – de hecho – van a contratacar. Para ello – para recabar denuncias ciudadanas por corrupción de funcionarios – existe la Asociación Cívica por el Perú (www.civica.pe), donde estamos integrando un sistema de denuncias en líneas. La idea – obviamente – es ser lo más objetivos posible. Ideal será aportar grabaciones o videos que sustenten las denuncias. Pero si no, bastará con describir bien las denuncias para darlas a conocer.

Como se dice coloquialmente… “es lo que hay”. Sí pues… qué mala suerte que tengamos que luchar contra la corrupción desde la ciudadanía – en vez de confrontarla desde el Estado – pero “es lo que hay”. En ese sentido, hay que hacernos la idea de que no sólo la lucha contra la corrupción tendrá que ser librada desde la ciudadanía, sino – también – otras luchas como la inoperancia del Estado y el sobredimensionamiento de este… y todo lo demás.

El hecho es que debemos rebelarnos frente al Estado corrupto y maltratador. Recordemos. El Estado existe en base a los tributos que pagamos los ciudadanos. En consecuencia, el Estado está para servirnos. No para servirse de la ciudadanía.

¡Llegó la hora de comprarnos este pleito! Lampadia




¿No se puede… o no nos conviene?

¿No se puede… o no nos conviene?

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 20 de septiembre de 2020
Para Lampadi
a

Decir que hay peruanos – informales – que no pagan impuestos, no es cierto. Todos los peruanos contribuimos tributariamente al erario nacional. No importa la edad, profesión, condición económica, o lugar de nacimiento. Todo peruano que compra un paquete de galletas o un balón de gas; todo peruano que echa gasolina – o petróleo – a su moto, carro, o camión; todo peruano que usa un celular, enciende un foco de luz en su casa, o se toma una cerveza, paga impuestos.

Claro que hay informalidad – y evasión tributaria – pero no al 100%. Es imposible que un peruano pueda sobrevivir sin adquirir un bien o un servicio que haya evadido todos los mecanismos recaudadores del Impuesto General a las Ventas (IGV) de la SUNAT. No hay forma.

Entonces, como contribuyentes que somos, y en contraprestación por los impuestos que le pagamos al Estado, los peruanos tenemos el derecho – y el deber – de exigirle buenos servicios de agua, limpieza pública, salud, educación, seguridad, justicia… en fin, todo lo que el Estado – supuestamente – debe brindarnos. Incluso, infraestructura como carreteras, hospitales, escuelas, etc. Si no ¿para qué están los municipios, los gobiernos regionales, los ministerios, la policía, y el poder judicial… entre otros?

Aclarado el punto de que el Estado está para servirnos – porque de nosotros sale el cuero para las correas – debemos ser mucho más exigentes en cuanto a la eficiencia y moralidad en el Estado. No puede ser que – con nuestros impuestos, y en plena pandemia – el Estado haya contratado a Richard Swing… “para motivar a funcionarios del Ministerio de Cultura”. Por sólo mencionar un caso emblemático del pésimo uso de nuestros impuestos por parte del Estado.

Porque – como sabemos – el Estado está atiborrado de amigos, cuñados, familiares, y recomendados de miles de autoridades que utilizan al Estado para favorecer a personajes que no sirven para nada; y – peor aún – que no tienen ningún mérito académico, profesional, laboral… más allá de ser amigo – o allegado – de la autoridad que los contrata. ¡Habiendo tanta gente capaz y honesta!

El hecho es que más o menos desde el 2005 – y está documentado en las cuentas del Ministerio de Economía y Finanzas – el gasto del Estado en contrataciones administrativas, consultorías, y todo lo demás – fuera de los ámbitos de Salud, Educación, Seguridad, y Justicia – ha subido de S/. 5,000 millones anuales, a cerca de S/. 35,000 millones por año. O sea ¡7 veces! Incluso, el 2020 – el año en curso… el año de la pandemia – el presupuesto público en esas partidas es el más elevado de toda la serie. ¡No hay derecho que malgasten así nuestros impuestos!

Pero ahí no acaba la cosa. ¿Qué proponen algunos políticos para cubrir el déficit fiscal que – obviamente – se ha disparado ante la brutal caída de la recaudación tributaria, producto de la cuarentena? ¡Aumentad los impuestos!

La pregunta es ¿acaso no hay espacio para reducir algunos gastos en el Estado… tipo Richard Swing? ¿Porqué nadie habla de ello? Incluso – ¡qué desconcertante! – muchos economistas y académicos plantean lo mismo: “hay que subir los impuestos… no queda otra”.

Pues a mi me parece una falta de respeto hacia los contribuyentes – que como expliqué al comienzo de esta nota – somos todos. Me parece una gran irresponsabilidad no tocar el tema de la súper burocratización del Estado durante los últimos 15 años. Me parece pésimo que el presupuesto público del próximo año – 2021 – no contemple ningún ajuste burocrático en dependencias estatales que están por las puras… y que nos cuestan un montón de plata.

“No se puede” dicen algunos políticos cuando se le toca el tema. ¡Falso! La respuesta que no se atreven a decir es “no nos conviene”. Lampadia




Tríos de Pathos II

Tríos de Pathos II

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 11 de setiembre de 2020
Para Lampadia

Lo de II se debe a que en abril del 2017 escribí un artículo en Lampadia titulado “Trío de Pathos. En aquel artículo me refería a los congresistas por Ica – Segura, Oliva y Elías – cada cual más patético que el otro, en su accionar ante la epidemia de Dengue que sacudió a Ica en aquel entonces. En este artículo quisiera referirme a otros dos tríos… igualmente patéticos. El trío Richard Swing, Karem Roca y Miriam Morales. Y el trío Vizcarra, Merino y Alarcón.

Según el Diccionario de la Real Academia Española, Pathos es un vocablo griego que significa “estado de ánimo, pasión, emoción, sufrimiento”. Y Patético – que viene de Pathos – significa “que es capaz de mover y agitar el ánimo (de la población) infundiéndole afectos vehementes, y con particularidad, dolor, tristeza o melancolía”.

Hecha la explicación, vayamos al tema. Las contrataciones de los amigos del presidente Vizcarra son patéticas. No hay derecho que – estando el país como está – se permitan ese tipo de contrataciones. Además, lo de Richard Swing no es anecdótico como dijo – muy suelta de huesos – la exministra Gloria Montenegro; obviamente, para salvarle el pellejo a su jefe. No… el Estado peruano está atiborrado de “Richard Swing´s”. Y de eso se trata; de parar el pernicioso clientelismo político que constituye una práctica “muy normal” en casi todas las dependencias del Estado peruano. Empezando – como se ha podido apreciar – por la propia presidencia de la república.

Ahora bien; tan patéticos como las contrataciones en sí, son los audios que dominan los titulares periodísticos de estos días en el país. ¡Qué decepción! ¡Claro que dichas grabaciones fueron ilegales! ¡Claro que una vacancia presidencial sólo debe proceder luego de un debido proceso! Pero ese no es el tema. El tema es que tenemos a un presidente tratando de ocultar la verdad respecto del número de visitas que el infame Richard Swing hizo – realmente – a Palacio de Gobierno.

Pero ahí no acaba la cosa. Lejos de asumir con entereza la gravedad de la situación, y reconocer sus faltas y tratar de corregirlas, el presidente salió – una vez más – a pechar al Congreso con su cara dura diciendo: “si me quieren vacar, aquí estoy con la frente en alto y la consciencia tranquila”.

¿Consciencia tranquila? No le creo. No puede ser que el presidente esté con la consciencia tranquila. De ser así, su caso sería indefendible. No puede ser que no sienta ningún remordimiento por el hecho de mentir acerca de las visitas – a palacio – de su amigo Richard Swing.

Por otro lado, tener que soportar a personajes tan cuestionados como Edgar Alarcón y Manuel Merino – ambos Congresistas de la República – rasgándose las vestiduras y propiciando una vacancia presidencial… ¡no hay derecho!

Es evidente. Estamos ante políticos que se aprovechan de sus cargos públicos para lograr beneficios personales. Afán de protagonismo… a tope. La pandemia, la crisis económica, los peruanos… les importamos un bledo.

Lo que han creado esos políticos irresponsables es un tremendo sentimiento de odio en la población hacia nuestras autoridades, y – en general – hacia la política en nuestro país. Han acentuado el dolor, tristeza y melancolía de los peruanos. En el sentido etimológico de la palabra (Pathos) han creado un ambiente patético. Es decir, han creado un monstruo.

Así está – pues – la situación. A ese respecto, considero que no debemos quedarnos callados frente al comportamiento patético de algunos malos políticos. Es hora de hablar, de escribir, de hacer bulla. Estos artículos me permiten transparentar mi experiencia – apasionante y fascinante – de haber estado inmerso en la política peruana. Concretamente, en el Gobierno Regional de Ica. Gracias a ello puedo dar fe de que el clientelismo político en nuestro país es real, pernicioso, y muchos lo consideran “muy normal”. Lo vi en Ica y lo combatí con todas mis fuerzas. Y le dimos de alma. Tenemos que terminar con esa lacra – del clientelismo político – si queremos salir del hoyo en el que nos encontramos. Insisto… nuestra crisis es moral.

¡Vivan los buenos funcionarios públicos… que los hay, y en gran cantidad! ¡Viva la política buena… que todavía queda! ¡Viva la democracia… que practica la tolerancia y respeta la discrepancia! ¡Viva la libertad de prensa y opinión… que nos permite opinar y criticar – como en este caso – a los tríos de Pathos! Lampadia




La corrupción endémica y la diosa coima

La corrupción endémica y la diosa coima

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 29 de mayo de 2020
Para Lampadia

Richard Swing no se puede quejar. ¿Qué farandulero no quisiera hacerse famoso de la noche a la mañana? Además, embolsicarse S/. 175,000 para motivar – vía zoom – a los desmotivados funcionarios del Ministerio de Cultura. Y que todo esto ocurra en plena cuarentena, cuando millones de peruanos estamos impedidos de trabajar, y miles se están infectando – y muriendo – a causa del Coronavirus. ¡El tipo es un bendecido!… dirán alguno. Pero no… su bendición proviene de la diosa coima enquistada en el Estado peruano. ¡Menudo problema!

Todo lo anterior es historia conocida. Las redes sociales y los medios de comunicación… todos han dado cuenta del caso Swing, con lujo de detalles.  Y claro… la gente comenta, la gente se indigna, algunos incluso se entretienen. El hecho es que el contrato de marras quedó sin efecto. Sin embargo, la Ministra de Cultura mancó, y el Presidente Vizcarra reconoció que conoce a Swing. Incluso dijo que por haber participado en la campaña electoral de PPK, por ahí que Swing pudo haber tenido acceso a algunas instancias del gobierno. ¡Plop!

La pregunta es ¿cómo es posible que el Estado contrate a personajes como Richard Swing, por el sólo hecho de haber sido del entorno de las campañas electorales del partido del Presidente Vizcarra? ¡Qué tienen que ver los servicios de las campañas electorales con la función pública… digo yo! Bueno pues, eso que es obvio para muchos, no lo es para la inmensa mayoría de nuestras autoridades políticas. O sea, yo te apoyo en tu campaña electoral. Incluso te cobro por ello. Pero eso sí, si ganas las elecciones me tienes que dar una chamba en el Estado… o una obrita donde sea. ¡Así es la nuez!

Pues bien, el Estado está atiborrado de consultores tipo Richard Swing. La partida presupuestal encubridora de esta forma de corrupción endémica en el Estado se llama “consultorías”. Ahí se va una millonada del Presupuesto Público. Claro que hay consultorías útiles y bien justificadas… pero no me refiero a ellas.

Seamos sinceros. La verdadera razón de esta “consultivitis aguda” es la diosa coima. Haber contratado – repetidamente – a Richard Swing para los fines antes mencionados, denota corrupción. Es imposible suponer que no haya habido marmaja bajo la mesa. Además, es altamente probable que una parte de dicha marmaja esté en los bolsillos de quienes lo contrataron. Así funciona el va y viene del dinero sucio de la corrupción. El ciudadano aporta, el Estado malgasta, y una parte del dinero malgastado retorna a las manos inmundas de los funcionarios corruptos.

Pero la corrupción en el Estado tiene mil variantes más. La venta de puestos de trabajo es otra forma de corrupción muy arraigada. O sea, yo te contrato, pero me pagas tanto. En el caso del Gobierno Regional de Ica hay testimonios de funcionarios cuyos pagos los hacen directamente a la primera dama; es decir a la esposa del Gobernador… para que realice “labores sociales”. ¡Habrase visto semejante descaro moral!

Pero hay más. Robo de medicamentos de farmacias de hospitales públicos, para abastecer a farmacias privadas “de enfrente”. Robo de materiales y repuestos de maquinarias y equipos… sobre todo combustibles. En el Ejército y en la Policía hay mucho de eso. Coimas a diestra y siniestra en el otorgamiento de licencias y permisos… incluidos brevetes. Coimas en el otorgamiento de Títulos de Propiedad. Reembolsos de gastos de viáticos sustentados con facturas falsas. Tráfico de Títulos Académicos y Certificados de Trabajo falsos. Como dice la canción… y total corrupción hay en todos lados.

Entonces la pregunta es: ¿por qué no avanza la transformación digital del Estado, sabiendo que con ello desaparecería toda esta porquería? ¿Por qué no seguir los estupendos ejemplos de digitalización estatal de Estonia en Europa, o Uruguay en Latinoamérica?

¿Por qué no imponer la meritocracia en el Estado, y el respeto irrestricto a la carrera pública, para que los funcionarios de carrera permanezcan en sus puestos, a pesar de los cambios presidenciales, ministeriales, regionales, y municipales? ¿Por qué no seguir el gran ejemplo del Banco Central de Reserva (BCR) en estos menesteres?

Damas y caballeros. Con ustedes… la corrupción endémica y la diosa coima. Lampadia