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Una nueva epidemia se cierne sobre occidente

Una nueva epidemia se cierne sobre occidente

Como comentamos la semana pasada a raíz del retiro de la película ‘Lo que el viento se llevó’ de la cartelera de HBO, el lado occidental del mundo está sufriendo la imposición de una nueva suerte de inquisición que pretende regimentar lo ‘políticamente correcto’, incluso mediante la violencia.

Así como la Unión Soviética reescribió la historia de la Rusia, hoy los nuevos fanatismos pretenden reescribir la historia de occidente.

Tenemos que reaccionar ante esta nueva enfermedad que solo lleva a la supresión de la libertad, la mayor desgracia social imaginable.

La nueva revolución cultural

Fundación para el Progreso – Chile
Axel Kaiser
Publicado en Diario Financiero
18.06.2020

Harald Uhlig, destacado profesor de la Universidad de Chicago y editor del Journal of Political Economy, ha sido expulsado de su puesto en la revista en medio de un escándalo que llegó hasta la presidencia de la American Economic Association. ¿La razón? Uhlig cuestionó la idea de “Black Lives Matter” de abolir las policías en Estados Unidos.

Poco antes, la película “Lo que el viento se llevó” había sido eliminada temporalmente de la cartelera de HBO Max por su supuesto contenido racista. Hace unos días, la cerveza Colonial en Australia era retirada de distribución porque su nombre podía ser interpretado como ofensivo por grupos descendientes de nativos.

“Diversos grupos tienen incentivos para jamás asumir responsabilidad por su propia existencia y culpar a otros de que los agravian; si dejan de declararse víctimas, su estatus se derrumba”

Paralelamente, se tumbaban decenas de estatuas en diversos países, entre ellas, de Cristóbal Colón por ser el origen de todos los males de América, de Mahatma Gandhi por comentarios ofensivos hacia los africanos, de soldados confederados, de filántropos, etc. También se atacaba la estatua de Winston Churchill, bajo acusaciones de racismo y se amenazaba a la autora de Harry Potter J.K Rowling de que no se seguirán produciendo películas de sus libros, por afirmar que el sexo biológico existe.

Estos son tan solo unos pocos ejemplos de la ola de fanatismo religioso que sacude a occidente, sumergiéndolo con rapidez en lo que el filósofo Roger Scruton denominó “una nueva era de oscuridad”. Se trata de una neoinquisición, como la he llamado en un libro reciente analizando en profundidad el fenómeno, que no acepta el diálogo racional como la fórmula para aproximarse a la verdad, porque abraza dogmas de fe cuyo cuestionamiento está prohibido.

El origen intelectual de este impulso purgatorio se encuentra en académicos y pensadores de izquierda cuya visión es que occidente sería una civilización opresiva creada en beneficio del hombre blanco heterosexual para marginar a todos los demás grupos. Estas ideas, repetidas por décadas desde las facultades de humanidades, han logrado alcanzar un punto de inflexión en que han transformado nuestra cultura, desde una basada en la dignidad del individuo, a una fundada en el victimismo tribal.

Si en las culturas del honor el heroísmo era la fuente de reconocimiento social, en las culturas del victimismo, explican los sociólogos Bradley Campbell y Jason Manning, ese estatus lo confiere la condición de víctima. Como consecuencia, alegar que se es oprimido por el orden social del hombre blanco se convierte en una fuente de credibilidad moral, de reconocimiento colectivo y de justificación para demandar todo tipo de ventajas y reparaciones de modo de corregir la supuesta opresión. Por ello, los diversos grupos, añaden los sociólogos, tienen todos los incentivos para jamás asumir responsabilidad por su propia existencia y culpar siempre a otros de que los agravian, pues en el minuto en que dejan de declararse víctimas, su estatus se derrumba.

Es esta ideología, según la cual occidente es una construcción opresiva y donde los diversos discursos y estructuras sociales servirían a los dominadores, la que se encuentra detrás de la purga y censura que lleva adelante la neoinquisición. Se trata, en definitiva, de un colapso de la esfera pública como espacio de diálogo racional y del triunfo del irracionalismo que Karl Popper denunció como consustancial a los movimientos totalitarios del siglo XX. Lo peor es que casi todos se han contagiado de sus premisas, derrumbando así los diques que contenían esta nueva revolución cultural.




Pro-capitalismo no es lo mismo que pro-empresa

Desde mediados del siglo XX, las izquierdas europeas y sus colas latinoamericanas han ido recreando la historia, creando `relatos’ que ensalzaban, ocultaban y hasta defendían atrocidades como los genocidios de Stalin en Rusia y Mao en China. Se puso al comunismo y el socialismo en los altares, se le dio patente de corso a la dictadura castrista en Cuba. Recientemente, se hizo lo mismo con el régimen de Chávez en Venezuela y con los aprontes del socialismo del siglo XXI. Veamos la siguiente cita:

En los años setenta tuvo lugar un extraordinario fenómeno de confusión política y delirio intelectual que llevó a un sector importante de la inteligencia francesa a apoyar y mitificar a Mao y a su “revolución cultural” al mismo tiempo que, en China, los guardias rojos hacían pasar por las horcas caudinas a profesores, investigadores, científicos, artistas, periodistas, escritores, promotores culturales (…) la milenaria sociedad experimentó una orgía de violencia e histeria colectiva de la que resultaron cerca de 20 millones de muertos”.

“(…) mientras esto ocurría en el gigante asiático, en Francia, eminentes intelectuales, como Sartre, Simone de Beauvoir, Roland Barthes, Michel Foucault, Alain Peyrefitte (…) presentaban la “revolución cultural” como un movimiento purificador, que pondría fin al estalinismo y purgaría al comunismo de burocratización y dogmatismo e instalaría la sociedad comunista libre y sin clases”.

(De: La batalla de un hombre solo, El País, España, del ‘buen’ Mario Vargas Llosa).

De igual manera, en los temas económicos se crearon también una seria de relatos y mitos que han venido alimentando las mentes de varias generaciones, fundamentalmente, en el mundo occidental. En oriente, desde el despegue de Japón, el de los tigres asiáticos, las enseñanzas de Lee Kuan Yew en Singapur y el ‘gato’ de Deng Xiaoping, el Asia se alejó, en gran medida, del quehacer ideológico y se dedicó a crear riqueza y disminuir la pobreza.

En el caso de Europa, los relatos anti capitalistas se multiplicaron y penetraron en buena parte de la sociedad, por la gran diferencia en competitividad entre las innovadoras empresas americanas y las sobre reguladas empresas europeas. La opción por las distintas formas de socialismo en Europa creó estados omnipresentes y grandes, dentro de la concepción del ‘estado de bienestar’, hoy herido y enfermo. Veamos el siguiente video y su transcripción, en que el Director de Pre-grado de Economía de la Universidad de Harvard, diluye tres mitos sobre el capitalismo: (Transcripción, traducción y subtítulos hechos por Lampadia).

El video ha sido producido por Learn Liberty, un proyecto del Institute for Humane Studies (Instituto para estudios humanos): http://www.learnliberty.org/.

Si nos fijamos en la historia del mundo, una gran parte de las mejoras en la calidad de vida han llegado porque las empresas privadas han creado nuevos productos, han dado trabajo a la gente, han generado beneficios que han ayudad a las personas a salir de la pobreza y permitirles vivir vidas exitosas y productivas con estándares de vida razonable. Podemos tener mucho más de eso, y tener efectos beneficiosos en todo el mundo si damos un paso atrás en la regulación excesiva y tenemos un sistema mucho más capitalista.

Mi nombre es Jeff Miron y yo soy Director de Pregrado en el Departamento de Economía de la Universidad de Harvard. Quiero hablar de tres mitos sobre el capitalismo.

El primero es que ser pro-capitalismo no es lo mismo que ser pro-empresarial.

Nada podría estar más lejos de la verdad. El punto del capitalismo es asegurarse que las empresas tengan que competir intensamente entre sí y eso beneficia a los consumidores. No es bueno para los negocios per se porque tienen que trabajar muy duro, muchas empresas entienden esto y odian el capitalismo. Ellos constantemente tratan de conseguir que el gobierno instaure diferentes reglas, restricciones, regulaciones que les ayuden, pero no son del interés de los consumidores. Así que el pro-capitalismo es bueno para los consumidores. Es a ellos a quienes, en última instancia, están tratando de ayudar.

Un segundo mito es que el capitalismo genera una distribución injusta de los ingresos.

Lo que el verdadero capitalismo hace es premiar a las personas que son productivas, las personas que trabajan muchas horas, las personas que tienen mucho talento. La gente que viene con buenas ideas, obtiene grandes recompensas gracias al capitalismo y las personas que no hacen ese tipo de cosas obtienen menos. El único punto negativo que podría ser preocupante es que algunas personas no son capaces de ganar mucho por su cuenta y algunas personas razonables apoyan cierto gasto anti-pobreza. Pero eso es completamente diferente a interferir con el capitalismo. La regulación de los precios, la limitación de cantidades, la imposición de todo tipo de cosas sobre las empresas, los que hacen que la economía sea menos productiva, nos brindan un pastel más pequeño. Y hacen que sea aún más difícil para nosotros operar programas que ayuden a aquellos que son menos afortunados.

El tercer mito es que el capitalismo fue el responsable de la reciente crisis financiera y la recesión.

Que, de nuevo, es casi exactamente lo opuesto a la realidad.

En primer lugar, nadie intelectualmente honesto piensa que tuvimos un grave capitalismo salvaje antes de la crisis, antes de que ocurriera la acumulación de sub-primes de alto riesgo, antes de que tuviéramos todo el problema del sector inmobiliario. Tuvimos enormes intervenciones gubernamentales que subvencionan riesgos, enormes intervenciones gubernamentales que alentaron e invirtieron en exceso en viviendas. Si uno trata de sacar conclusiones, parece sugerir mucho más claramente que interferir con el capitalismo genera crisis financieras, genera las recesiones. Porque lo que hemos experimentado estaba directamente relacionado con los incentivos para la ascensión de riesgos excesivos, los incentivos a la inversión excesiva de viviendas que fueron creados por el gobierno. El sector privado respondió a esos incentivos, así que, por supuesto, el sector privado no puede ser completamente absuelto de estar involucrado. Pero en el sentido de provocar la crisis, fue la mala política de gobierno la que lo causó, no que el sector privado o el capitalismo lo hicieron por sí mismos. Más importante aún, siempre que el gobierno hace bailouts a quienes tomaron riesgos excesivos, anima a la gente a hacerlo de nuevo en el futuro. Y nosotros fuimos, por desgracia, en esa dirección a través del TARP y a través de todas las políticas de la Reserva Federal, que ayudaron a los tomadores de riesgo y a Wall Street a no tener que pagar el precio real de todos los riesgos excesivos en que participaron.

Lampadia