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Las increíbles declaraciones del Ministro de Trabajo

Las increíbles declaraciones del Ministro de Trabajo

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Si no supiéramos que es el ministro de trabajo el que habla, tomaríamos a broma lo que dice. Ni le haríamos caso. Pero como es el ministro de Trabajo, y entonces no queda sino preguntarnos qué espera el gobierno para cambiarlo.

La entrevista que acaba de dar, en Gestión (27-9-18) se titula: “Yo discrepo de que exista una rigidez laboral en el Perú”. Es una afirmación que dejaríamos pasar porque no valdría la pena perder el tiempo contestándola, si no fuera –repetimos- porque quien la afirma es el ministro de trabajo. Es imposible que no sepa que hay una sentencia del Tribunal Constitucional del año 2001 que interpreta el artículo 27 de la Constitución en el sentido de que no basta la indemnización para proteger adecuadamente a un trabajador del despido, sino que es posible la reposición en el puesto de trabajo. Y que esa es la razón por la que muchas empresas no contratan de manera indefinida a sus trabajadores sino solo con contratos temporales, que también tienen un límite en el tiempo. Pues nadie se arriesga a no poder reducir personal cuando bajan las ventas.

El laboralista Jorge Toyama explica que es más fácil liquidar a una empresa que despedir a un trabajador, debido a la rigidez de la regulación laboral. “El Perú es uno de los pocos países donde existe reposición, indemnización por daños y perjuicios, seguros de desempleos y CTS juntos. Es necesario una reforma”, dijo en la SNI.

El ministro da algunos argumentos, pero incomprensibles. Pues solo con galimatías se puede negar o minimizar lo evidente. En realidad, no argumenta. Palabrea, dice cosas sin sentido. Discrepa de que haya rigidez laboral, porque:

“no es un tema que debe ser visto únicamente desde la óptica de la economía. No creo en los reduccionismos económicos. La óptica de analizar las relaciones de trabajo tiene que ir de la mano con los criterios valorativos, los criterios de la mejor manera de pensar una solución política a esos problemas complejos”.

¿Ud. entendió algo? ¿Qué tienen que ver los criterios valorativos con la solución política? ¿De qué está hablando? Y si una empresa no toma decisiones racionales desde el punto de vista económico, no sobrevive. Obviamente no contrataría trabajadores formalmente si ante una reducción de la demanda, de las ventas, de aquello que produce, no puede reducir el número de dichos trabajadores. Por el contrario, si tuviera flexibilidad y pudiera crecer y contratar sin temor, a la larga habría más demanda de trabajadores y los salarios subirían solo por esa razón.

Quizá lo que está diciendo es que, si queremos flexibilizar, hay que ver la manera política de hacerlo.  ¡Ojalá fuera! Su siguiente respuesta da una pista algo más clara. Dice:

“La estabilidad no solo debe ser vista como un sobrecosto, ni el seguro social o las contribuciones que paga un empleador… Enfocarlas únicamente como un sobrecosto es perder de vista que son sistemas de protección”.

Nos vamos acercado. Allí quizá delata su clientela. Pues la estabilidad laboral absoluta implícita en la sentencia del TC es un mecanismo de protección, sí, a los relativamente pocos que tienen contrato indefinido de trabajo, a quienes el ministro ha defendido como abogado privado. Pero, en esa misma medida, condena a la desprotección a la mayoría de trabajadores que no pueden acceder a un contrato formal de trabajo. Y no solo por eso, por supuesto. La gran mayor parte de las micro y pequeñas empresas, que es donde está gran parte del empleo también, no puede contratar formalmente ni siquiera a plazo fijo porque el salario mínimo es muy alto en comparación al salario promedio nacional y es aún más alto que los ingresos de muchísimos informales. Suena bonito defender un salario mínimo alto, se consigue aplausos de la galería y de los sectores protegidos, pero es sumamente irresponsable porque se expulsa a las grandes mayorías a la informalidad sin derechos, al reino de la explotación pura.

El ministro en buena cuenta defiende la explotación en este mercado de trabajo rígido y normativamente oneroso. Y lo hace enarbolando la protección de los trabajadores. ¿Cuándo vamos a acabar con esta hipocresía cínica que solo sirve para mantener a las mayorías en el estancamiento y la indefensión?

Lejos de eso, reincide. Afirma: “En el Perú no existe la estabilidad absoluta”. Lea por favor la sentencia del TC. Pero lo increíble es lo que agrega:

“Lo que yo creo es que la estabilidad es un problema dentro de un conjunto de problemas del mercado de trabajo”

¡Bravo! Reconoce que es problema, aunque uno más dentro de un conjunto de problemas. Sería un buen comienzo para empezar a trabajar si no fuera porque lo que agrega a continuación revela que no ha entendido nada. ¿Cuáles son para él esos otros problemas?:

“Uno de ellos es el exceso de la contratación temporal, y el otro es la debilidad de la libertad sindical”

¡Pero si esos dos problemas son justamente consecuencia del primero, de la sentencia del TC del 2001! Esto ya lo demostró hasta la saciedad Miguel Jaramillo. A partir de ese año se produce un salto dramático en el incremento del número de contratos fijos y una caída igualmente dramática en el número de contratos indefinidos o permanentes, de modo que ahora, estos últimos, cuya cantidad era algo superior a la de contratos temporales, en la actualidad alcanza casi al ¡80%!

Por supuesto, los negacionistas argumentaron que la contratación temporal venía subiendo desde 1991, pero Jaramillo demostró con este gráfico que dicha contratación, que estaba en niveles muy bajos, creció naturalmente luego de las reformas de 1991, que abrieron nuevas modalidades contractuales, pero luego de 1996 la contratación temporal se estanca en alrededor del 50 por ciento, e incluso ya empezaba a bajar, hasta que se da la sentencia oscurantista del 2001, cuyo efecto es abrupto e innegable para cualquiera que tenga honestidad intelectual.

Menos aún se quiere reconocer que la expansión desmedida de los contratos a plazo fijo afecta la tasa de sindicalización, porque los empleados temporales son mucho menos proclives a inscribirse en un sindicato. Esa sentencia, pues, ha ayudado a precarizar aún más el trabajo y la propia sindicalización.

Por eso, lo inteligente de parte de la CGTP y de sus abogados como el ministro Sánchez, sería procurar el cambio de esa sentencia para incrementar la proporción de contratos permanentes y ampliar por esa vía la base sindical en el país, que hoy es ridículamente baja, apenas algo más de 5% en el sector privado. Si el ministro quiere abogar realmente por la sindicalización y por el empleo adecuado con derechos, pues debe liderar la reinterpretación adecuada del artículo 27 de la Constitución y proponer un conjunto de reformas que ayuden a flexibilizar el mercado laboral de modo que haya más trabajo formal mejor remunerado para todos y que podamos proteger al trabajador, no al puesto de trabajo.

En una economía crecientemente liderada por la cuarta revolución industrial, en permanente evolución tecnológica, no se puede defender los puestos de trabajo, que pueden quedar obsoletos más temprano que tarde a la vez que aparecen nuevos puestos y funciones. De lo que se trata es de proteger al trabajador para que pueda pasar de un trabajo a otro reciclándose y capacitándose permanentemente y pueda sostenerse durante los meses de desempleo. En una economía dinámica y flexible habría mucha más inversión y mucho más empleo y, por lo tanto, salarios mucho más altos.

Estas son, en realidad, verdades de Perogrullo, salvo para el ministro de Trabajo. Por eso hay que repetirlas una y otra vez porque sigue prevaleciendo la frivolidad facilista de escudarse en palabras vacías de contenido para defender un statu quo que frena al país y excluye a la mayor parte de peruanos del derecho a crecer en empleos formales cada vez mejor remunerados, y que solo beneficia a los abogados que viven de él porque ni siquiera es bueno para los trabajadores “protegidos” por ese régimen, que hoy estarían percibiendo ingresos bastante mayores y participando en estructuras sindicales más amplias si tuviéramos un mercado laboral dúctil y expansivo.

No podemos seguir eternamente escamoteando la realidad solo para defender posiciones personales, en perjuicio del desarrollo económico y social del país. ¿Hasta cuándo vamos a seguir en este juego irresponsable? ¿Cuándo vamos a hablar con la verdad y tomar las decisiones que de ella se desprendan? Lampadia




“Estoy a favor de reglas fuertes de contratación solo en ciertas industrias”

“Estoy a favor de reglas fuertes de contratación solo en ciertas industrias”

Gestión, 24 de octubre del 2014

ENTREVISTA: Richard Baldwin, profesor de Economía Internacional del MIT

Por: Luis Fernando Alegría

El gurú explicó que la regulación laboral debe apuntar a reducir las asimetrías de poder entre empleados y empresas. Remarcó su recomendación de desarrollar clúster de servicios mineros en Perú.

Hace un año visitó Lima y dijo que tenemos potencial para desarrollar un clúster de servicios alrededor de la minería. ¿Todavía lo ve así?

La idea de un clúster de servicios alrededor de la minería es casi impecable. Lo que debes preguntarte es si va a haber empleo para las personas que saben cómo manejar la industria minera, mercadearla, financiarla, los ingenieros, infraestructura, logística, etcétera.

La respuesta es que sí, porque al final tenemos siete mil millones de personas en el mundo y la próxima generación va a haber más gente con riqueza. Eso significa que van a necesitar más commodities de alguno u otro tipo. Alguien tiene que sacarlos del suelo y va a haber un gran negocio relacionado a eso: extraerlos, enviarlos, financiarlos, etcétera. No creo que esa lógica vaya a cambiar.

¿La oferta minera podrá seguir al ritmo de la demanda?

También, la actividad minera se va a volver más difícil. No hay duda de que ya extrajimos lo más accesible, y eso aumenta la demanda por gente con habilidades técnicas que pueda hacer todo el proceso. De todas maneras, no veo que la industria minera deje de ser fuente de empleo en los próximos 20 o 30 años.

Usted también se ha referido a la importancia de la geografía en las cadenas globales de valor. ¿Cree que América Latina (y el Perú) puede formar un clúster de ese tipo?

No tendría muchas esperanzas en eso por la geografía peruana. No solo es un país relativamente pequeño, sino que está alejado incluso de los países vecinos, que también son pequeños. No podrías pensar en Santiago, Lima, Quito y la costa oeste de Colombia. Están demasiado alejados, así que no lo veo como clúster.

Creo que tienen que adaptar su estrategia industrial al hecho de que nunca van a estar tan cerca de 100 millones de consumidores, como pasa en Asia o Europa Central. Es una realidad que va a cambiar los tipos de productos en los que pueden ser competitivos. Por eso, creo que participar en agregar valor en los servicios dentro de las cadenas globales de valor es una buena idea, porque la distancia no es un factor preponderante.

¿Cómo debe ser el mercado laboral que acompañe un cambio de este tipo?

Cuando tienes ciertos tipos de empresa, donde hay gran asimetría entre el poder del trabajador y la firma, el sistema político reacciona creando protección para el empleado, para rebalancear el poder. Eso puede ser bueno en ciertas industrias, donde el Gobierno es el empleador, por ejemplo, o en la industria minera donde tienes pocas y enormes empresas; y los trabajadores requieren cierto tipo de protección.

Cuando extiendes eso al resto de la economía (hoteles, restaurantes, bancos, etc.), donde no hay esta asimetría de poderes, entonces tienes contratos que no son apropiados para ellos. Estoy a favor de las reglas fuertes de contratación en ciertas industrias, en ciertos sectores, pero no son buenas para la economía en su conjunto.

¿Hacia dónde debe apuntar la legislación laboral?

Creo que hay una diferencia entre proteger el trabajo y a los trabajadores. En el sur de Europa suelen proteger el empleo y al norte protegen a los trabajadores. Estoy de acuerdo con que el objetivo de la economía es ayudar a la gente, pero ¿cómo hacerlo?

Creo que no se debe proteger los empleos mientras puedas proteger al trabajador. Mi idea es que se debe proteger a los trabajadores, no puestos de trabajo específicos. La idea es que, si pierdes tu empleo, el Estado te ayude a recapacitarte y reinsertarte; para transitar a los empleos que el sector privado esté creando.

¿Percibe sobrerregulación laboral en el Perú?

Ustedes están en una situación en la que la gente con contratos rígidos son una minoría. Probablemente, sea importante que no se metan en una situación de dos tipos de contratos, que se enganchan. Creo que la clave es que si la regulación es alta o baja está bien. La diferencia es la que crea dos sistemas paralelos, lo que es especialmente nocivo para las personas jóvenes.

“No hay primer jugador en servicios offshore en español”

Todavía hay sectores productivos que, a nivel mundial, no han sido explotados y ofrecen una ventaja importante para quien emprenda en ellos. Esa es la percepción de Richard Baldwin, profesor de Economía Internacional en el Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales y de Desarrollo de Ginebra.

El gurú, en su visita a Lima, sostuvo que hoy en día no hay un primer jugador en el sector de servicios offshore ofrecidos en español. “Uno se da cuenta de que India ha hecho esto con los servicios en inglés, pero nadie lo ha hecho en español”, dijo a Gestión.

¿Por qué es tan importante hacer el primer movimiento? Desde la óptica de Baldwin, quien da el primer paso tiene una ventaja clave debido a que ‘activa’ y pone en marcha todo un clúster alrededor de la actividad.

¿Esto puede ser una oportunidad para Perú? El experto opinó que sí. La razón -explicó- es que el español es nuestra lengua materna y, cuando se trata de servicios, las distancias físicas no son relevantes.