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¿Cumplirá los objetivos el gobierno de transición?

¿Cumplirá los objetivos el gobierno de transición?

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

Luego de un proceso raro, mediante el cual, quienes nunca fueron elegidos por la mayoría, se alzaron con el gobierno y el poder, la Presidencia de la República recayó en el congresista Francisco Sagasti. Esto lo menciono sólo para que tengamos claro el alcance y pretensiones que esta administración pudiera tener.

Efectivamente, el Sr. Sagasti, al asumir la presidencia mencionó tres objetivos para los ocho meses de gestión:

  1. Asegurar un proceso electoral limpio, en plazo y transparente.
  2. Enfrentar el proceso sanitario del COVID 19 de la mejor manera.
  3. Reactivar la economía nacional, tan golpeada producto de la pandemia y el pésimo manejo de la gestión de Vizcarra.

Debo resaltar que, dentro de los 130 congresistas, el Sr. Sagasti resultaba uno de los que mejor capacidad intelectual, preparación y calificaciones académicas exhibía. Del mismo modo, los tres objetivos que planteó, calzaban exactamente con lo que corresponde. En consecuencia y a pesar de todo el movimiento político previo a su designación, todos aceptamos el desenlace con la mejor disposición.

Lamentablemente, transcurrió muy poco tiempo para desdibujar el mensaje inicial.

Así, designó un gabinete progresista y monocorde, muy allegado al Partido Morado, el Ministro del Interior defenestró a 18 generales, sin causa ni motivo, en contra de la constitución y las leyes. Y, por si fuera poco, con gran soberbia, se aferró al error que le hicieron cometer, a pesar de las advertencias de “Tirios y Troyanos”. El desconcierto y agresión moral a la Policía Nacional, le va a pasar factura. Por lo pronto, ya los revoltosos olieron el miedo del gobierno y su indefensión, al punto que exigen cambio de leyes, a punta de bloqueo de carreteras y actos vandálicos, a los que este gobierno se somete.

Se observa un copamiento gradual de las diversas instancias de gobierno con gente del partido Morado y empieza la aparición del color morado en presentaciones oficiales de toda índole. Eso, ciertamente no habla de un manejo imparcial y adecuado de un proceso electoral. Esperemos se corrijan, caso contrario, el primer objetivo no se cumplirá.

Respecto al segundo objetivo, es importante mencionar que, ya se inició el proceso de vacunación en el primer mundo, que nuestros países vecinos han firmado acuerdos con distintos fabricantes de vacunas y ya tienen asegurada su atención en el primer semestre 2021, mientras tanto, en el Perú hemos perdido el tren, no hemos suscrito acuerdos con los fabricantes y lo más probable es que tengamos disponibilidad para el 2022, compitiendo sólo con Bolivia y Venezuela. Si seguimos así y a la luz del rebrote que se estará presentando luego del descontrol producto de las manifestaciones y protestas, el objetivo sanitario tampoco se estaría cumpliendo.

Finalmente, luego del pésimo comportamiento de nuestra economía durante el año 2020 (entre los peores del mundo), es razonable trabajar en una inmediata y vigorosa reactivación de la economía, pero desde el congreso nos están “torpedeando bajo la línea de flotación”, al ratificar el “retiro de fondos” de la ONP, al derogar la ley de promoción agraria que daba sustento al importante crecimiento de nuestra agroexportación y salir con una propuesta que destruiría esa actividad, no acelerar el destrabe de los dos proyectos de irrigación; Chavimochic III y Majes-Siguas II, no hacer fluir la reconstrucción con cambios en el norte e impedir la construcción de los proyectos mineros más maduros y como cereza en la torta, cinco bancadas en el congreso quieren dar pie a un referéndum para convocar a una asamblea constituyente para el 2021.

Ya las leyes sobre ONP, incorporación de trabajadores CAS al sector público como permanentes, destruir la agroexportación y poner trabas a la inversión minera, es suficiente para que no se pueda reactivar la economía al nivel requerido, por más que el MEF piense que su “Bala de Oro” para reactivar, es la inversión pública.  Pero la propuesta de una asamblea constituyente (no propuestas de modificaciones parciales), nos lleva a una absoluta incertidumbre, pues tal cambio lleva a la revisión de toda la legislación en todos los ámbitos de la actividad, deberes y derechos, condiciones y estabilidad de las inversiones, relación entre las instituciones, sólo por mencionar algunos efectos.

Bajo esas circunstancias, estaríamos provocando una paralización total de las inversiones, hasta tener una clara visión del Perú como país y como destino de inversiones, ya que, entre otras cosas, tienen la mirada puesta en los convenios de estabilidad jurídica, necesario para las inversiones de larga maduración. Ya las agencias clasificadoras de riesgo, aunque no han hecho reducción a nuestra clasificación, sí nos están poniendo bajo observación e indicando tendencia negativa y están advirtiendo que las ideas que hay sobre el tablero, no son buenas y que no ofrecen buen pronóstico. Si persistimos en eso, estaremos espantando las inversiones y estaremos asegurando, cuando menos, otro quinquenio perdido, con lo cual, el tercer objetivo propuesto, tampoco se cumpliría.

Pero, entre otras cosas, al margen de no estar trabajando adecuadamente los tres objetivos propuestos, ahora quieren reformar la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, como si un gobierno de transición tuviera el mandato y el tiempo suficiente para esa tarea.

¿Dios mío, qué pecado hemos cometido para que tengamos este Calvario? Lampadia




Epidemia social y pandemia sanitaria

Epidemia social y pandemia sanitaria

Ernesto Bustamante
Exjefe del Instituto Nacional de Salud
Para Lampadia

El año 2020 el mundo sufre los embates de la pandemia de Covid-19, enfermedad causada por el coronavirus SARS-CoV-2. Hacia fines de agosto 2020 se ha detectado en el mundo casi 25 millones de infectados y Covid-19 ha causado más de 830 mil muertos. Para muchos esta pandemia es la madre de todas las epidemias. Pero ¿es así en realidad? ¿es esta la peor pandemia que ha sufrido la humanidad? ¿habrá fin de esta pandemia?

El Ébola en 2014 mató a 11,000 personas del África occidental y a muy pocos en otros continentes. El virus del Ébola mata al 50% de los que infecta, pero esa alta tasa de letalidad lo hace precisamente poco contagioso y las epidemias de Ébola son menos difíciles de contener.

En los dos últimos milenios ha habido varios ataques epidémicos de peste bubónica. Esta enfermedad es producida por una bacteria (Yersinia pestis) que infecta a pulgas que a su vez infestan a ratas. Las pulgas bloquean el estómago de las ratas infestadas y estas, hambrientas, muerden a humanos repetidamente, regurgitando sangre con bacterias, lo que provoca la transmisión rata-hombre. Pero hay una forma neumónica de la peste que puede ser transmitida de humano a humano mediante gotículas de saliva o moco. Por ello, erradicar las ratas o las pulgas (lo que sería, en todo caso sumamente difícil) nunca pudo ser una solución.

La peste acompaña al hombre desde hace decenas de miles de años pues se ha encontrado ADN de la bacteria en restos humanos prehistóricos. Se ha descrito tres grandes plagas recientes de peste bubónica: a) La plaga de Justiniano, que impactó el imperio Bizantino entre 541 y 549 y afectó Asia, Europa y África; b) La plaga medieval, que se inició en China en 1331 y mató la mitad de su población extendiéndose luego a Europa donde entre 1347 y 1353 mató la tercera parte de la población europea; c) La peste del siglo XIX que se inició en China en 1855 y mató a 12 millones solo en India. Hoy la peste bubónica es curable con antibióticos, pero a pesar de ello es endémica en ciertos países (entre ellos, Congo, Madagascar y Perú). En 2018 hubo en Lambayeque casos de peste tanto en formas septicémicas como neumónica.

La sífilis es una enfermedad infecciosa de transmisión sexual, originaria de América que llegó a Europa luego de la conquista. La primera epidemia europea de sífilis se originó en 1494 en Nápoles luego de una invasión de tropas francesas. Esta enfermedad es tratable hoy con antibióticos y se previene con condones y control de la promiscuidad. Pero no hay vacuna contra la sífilis. Según la OMS, en 2015 había 45 millones de sifilíticos en el mundo, de los que seis millones de casos eran nuevos y mató a más de 100 mil personas.

La viruela (llamada Smallpox en inglés, para distinguirla de la Great Pox, como entonces llamaban a la sífilis) fue una enfermedad causada por un virus que mataba al 30% de los que infectaba, causando gran sufrimiento en los que sobrevivían. No obstante, era fácil prevenir contagiarse pues la enfermedad solo infectaba a otros luego que aparecían los síntomas (y estos eran distinguibles y evidentes). Hubo grandes epidemias de viruela en Europa y -luego de la llegada de los europeos- también en América (lo que precisamente facilitó la conquista).

Las primeras vacunas contra la viruela se ensayaron en China en 1500. Fue precisamente gracias a la vacunación universal y al hecho de que no existe reservorio animal para este virus, que el último caso de viruela en el planeta ocurrió en 1977. Hoy ni siquiera se vacuna contra la viruela, lo que hace a su virus (y variantes posibles) como utilizable en guerra biológica, pues la población joven no tiene inmunidad contra la viruela.

En 1918 apareció una variedad del virus de la influenza (o gripe; no confundir con el resfrío común). Esta pandemia (mal llamada gripe española) mató entre 50 a 100 millones de personas en el mundo; más que durante cuatro años de la primera guerra mundial). Sin embargo, no fue la última pandemia de gripe. Hubo otras. La llamada gripe de Hong Kong mató en 1968 a un millón de personas en todo el mundo (100,000 de ellas, en los EEUU).

Muchas de estas pandemias tuvieron dos aristas: la social y la sanitaria. En épocas en que lo sanitario no era muy sofisticado, más impactaba el pánico, el miedo e imperaba la brujería, el creer en curas milagrosas. Hoy, en cambio, el pánico persiste, y el uso de las curas milagrosas es parecido, pero es aminorado en las sociedades donde la epidemia se logra controlar sanitariamente y reducir a niveles “aceptables”. Ayuda también a paliar la epidemia social el saber, o creer, que hay una vacuna en camino. No obstante, en esta época de comunicaciones instantáneas y masivas se requiere un nivel de control sanitario mínimo. No es aceptable para las sociedades convivir con diez mil contagios por día y menos cuando la gente conoce las cifras locales e internacionales.

Existen siete variedades de coronavirus humanos: cuatro producen el 30% de los resfríos comunes; en 2003 apareció el SARS-1; en 2012 el MERS; y en 2019 el SARS-CoV-2. Nunca se pudo lograr una vacuna eficaz contra ninguno de los seis coronavirus anteriores al de hoy.

El brote de SARS-1 en 2002 solo causó 8,098 contagios en el mundo. El virus desapareció pues se aisló a los pacientes antes que pudiesen contagiar y propagar la enfermedad. El infectado solo contagiaba recién desde unos días después de la aparición de síntomas. Para entonces el infectado contagioso ya estaba en cama; es decir, había hecho autocuarentena.

Esa es precisamente una diferencia destacable respecto de la forma como infecta y contagia el SARS-CoV-2. El coronavirus del 2019 empieza a contagiar a otros, o es capaz de hacerlo, desde que infecta; mientras que la enfermedad, si aparece, recién se manifiesta varios días después. Es precisamente por ello que es tan importante detectar tempranamente al infectado: para que no tenga capacidad de propagar la enfermedad, contagiando mientras uno se siente bien; pues una vez detectado, este y sus contactos -sea los inmediatos o los rastreados- deben ser aislados.

La forma de identificar al infectado (aún sin que tenga síntomas) es detectando la presencia o ausencia del ácido nucleico (ARN) viral. No hay otra forma. Detectar anticuerpos sintetizados contra el virus es un método que identifica tarde al infectado -pues ya tuvo oportunidad de contagiar a varios otros- y corresponde a una estrategia de detección que se ha usado equivocadamente en el Perú desde el inicio de la pandemia.

No hay vacuna contra Covid-19, aún no. Lo que hay es casi 200 candidatos a ser vacuna, Si se demuestra su eficacia (que debiera ser mayor de 50%) y ausencia de efectos adversos severos, esta podrá ser una alternativa viable. Pero vacuna no hay, no todavía.

Mientras tanto, el objetivo de una estrategia sanitaria debe ser disminuir la cantidad de nuevos contagios a un nivel que sea socialmente aceptable. Digamos 100 a 200 casos nuevos por semana a nivel nacional (en vez de los 10,000 casos nuevos por día que tenemos hoy). Ello se puede lograr mediante tácticas focalizadas de muestreo masivo con pruebas moleculares que detecten infectados antes que hayan contagiado a muchos. Estos detectados deberán ser aislados en sus domicilios -con sus familiares- por 15 días dándoseles apoyo alimentario. Se debe aislar también a sus contactos más recientes, a los que bien se puede rastrear mediante simples preguntas (no necesariamente con tecnología digital).

Solo con un nivel de “normalidad” como la descrita (100 a 200 nuevos contagios por semana) la epidemia social se podrá controlar en el Perú, mientras esperamos los meses o años que deban transcurrir hasta que tengamos acceso a una vacuna eficaz y segura, que pueda controlar la epidemia sanitaria. Es precisamente la epidemia social -exacerbada por la destrucción de la economía y el cambio de los planes de vida de muchos- la que ocasiona angustia extrema y que en algunos lleva a la abierta irresponsabilidad.

No es que estas personas desconozcan que hay que usar mascarilla, mantener distancia social y hacer aseo frecuente de manos. No es que se necesite armar campañas de comunicación multimillonarias explicando lo que ya conocen hasta los niños de cinco años de edad. No es con arrestos policiales o con enormes multas.

La angustia producto de la epidemia social hará fútiles estos esfuerzos. Hay que combatir la epidemia social construyendo una realidad sanitaria aceptable, que permita la reactivación de la economía, a costa de muy pocas bajas, mientras esperamos la vacuna. Lampadia




El sector privado tiene que ser mucho más proactivo

Entrevista de Lampadia
Liliana Rojas-Suárez
Directora de la Iniciativa Latinoamericana: Center for Global Development

Para Liliana Rojas-Suárez, la única forma de reactivar la economía es mejorar la confianza en que la situación se va a manejar de la mejor manera posible. La crisis es fiscal. El gobierno tiene que compensar a la gente con bonos, transferencias directas, no con moratorias o controles de tasas de interés, medidas que distorsionen el sector privado y financiero y que pueden afectar el acceso a financiamiento externo, que es vital. Debería planificarse un segundo bono, pues para los pequeños los mecanismos de garantías a los bancos no funcionan.

Pero se necesita que el sector privado sea mucho más proactivo, que comparta la carga. Debe plantearse qué hacer para ayudar al país a salir del problema, por su propio bien. Podría proponer un plan de recuperación, un listado de proyectos de inversión. El Perú no tiene cultura de reuniones público-privadas, pero esa no debería ser una restricción para el sector privado, no necesita la convocatoria. 

“No veo sentido de unidad, como ayudo. Sólo veo críticas”.

Añade que el proceso electoral será positivo si los partidos confluyen hacia lo que la gente demanda: inversiones en salud, resolver la informalidad. La gente se formaliza cuando siente el beneficio de la formalidad. Con los bonos la gente ha visto los beneficios de formalización digital. Hay que construir sobre esos beneficios.




Cambiemos de libreto

Cambiemos de libreto

Gonzalo Prialé
Presidente de IIG
Para Lampadia

Hay varios mantras que llenan el ambiente en torno a la pandemia y los resultados alcanzados por el gobierno hasta el momento en salud y en economía.

El más repetido por tirios y troyanos es el que entona que tenemos que ver el vaso medio lleno y ser “propositivos”.  Pero los contagios se producen porque hay un virus en el ambiente, y la economía está semiparalizada por las trabas del gobierno para que el sector formal reanude sus actividades, no porque pecamos de pesimistas.

Ver el vaso medio lleno o medio vacío no cambia la realidad ni el estado de las cosas. Los problemas deben enfrentarse con realismo y pragmatismo a partir de los hechos y corrigiendo los errores, dejando de lado la carga ideológica estatista del gobierno.

Una pandemia inesperada de tamaña magnitud requiere adoptar medidas nunca antes vistas y utilizar el criterio de ensayo y error. No hay nada de malo en hacerlo. El problema surge cuando los errores se presentan una y otra vez, no se reconocen, y se cae en un círculo vicioso de errores sucesivos.

Un segundo mantra, es culpar al Estado incompetente, en abandono por décadas, e incapaz de implementar medidas o comprar insumos a tiempo y sin corrupción, de todo lo que no se está logrando o sale mal durante el combate a la pandemia, tanto en salud como en economía. Este mantra no lo repite la gente, sino el presidente y sus ministros.

¿Pero quién es el Estado?  En el tema de la gestión pública el Estado viene a ser un ente inasible, abstracto. Durante la cuarentena se ha impuesto una nueva teoría de la gestión pública donde los únicos responsables de lo que sale mal son unos funcionarios sin rostro, mejor conocidos como “el Estado”. Los miembros del Ejecutivo dicen que no hay forma de lograr que el Estado ande, y no responden por la falta de resultados, sencillamente culpan de todo al inservible Estado.

En abril la economía decreció 40% y solo en Lima más de 2.3 millones de personas se han quedado sin empleo. Esto es brutal, y si no se corrige la política de reactivación de la economía puede llegar a ponerse peor.

Tras conocerse las cifras de abril, el gobierno anunció medidas que repiten el error de entregar recursos a los gobiernos locales y regionales para que, en esta ocasión, implementen el programa Arranca Perú con 6,400 millones de soles, para generar empleo temporal masivo en pequeñas obras de mantenimiento de vías y otras. Los gobiernos locales fracasaron rotundamente en las pequeñas obras de la Reconstrucción con Cambios (RCC) y en algo tan sencillo como la distribución de canastas de víveres a los más pobres. No se puede racionalmente esperar mejores resultados ahora.

Por razones mayormente ideológicas, el gobierno apuesta por reactivar pequeñas obras públicas, que el Estado del que tanto hablan no logró ejecutar a tiempo y sin corrupción en años anteriores y durante el presente gobierno. ¿Si antes no se pudo, porqué ahora sí se podría en medio de tamaña crisis y con el mismo Estado de siempre?

Se firmará un convenio de gobierno a gobierno para un paquete de obras de la RCC en el Norte, con participación de los gobiernos locales y regionales, y empresas medianas de la zona. No es lo mismo hacer escenarios deportivos e instalaciones en Lima Metropolitana para unos juegos deportivos, que enfrentar la debilidad institucional y la tramitología del Estado a nivel subnacional.   Ojalá que la RCC empiece a funcionar ahora, pero no será tan sencillo.

Las grandes APP, entretanto, enfrentan una carrera de obstáculos y se chocan con protocolos exigentes y costosos, que el gobierno (no el Estado) no quiere reconocer. Y así como al sector formal se le exige que tramite una serie de permisos creados, y que siga pagando planillas, aunque no venda un centavo, a los concesionarios de las APP se les quiere obligar a que asuman los costos de reanudar las obras con protocolos de distanciamiento social y control de contagios.

La pandemia va a pasar tarde o temprano porque adquiriremos la inmunidad de rebaño, y aparecerá la vacuna o el tratamiento. Pero la economía está en peligro mortal y el país sin futuro. Es urgentísimo cambiar el libreto del encierro interminable y la reactivación económica en cámara lenta plagada de obstáculos al sector formal.

Hay que abrirle paso a la inversión privada, dejar de martirizar al sector formal, simplificar trámites y reanudar todas las actividades de una vez. Lampadia