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PISA 2018: one test to rule them all

PISA 2018: one test to rule them all

Blog Satyagraha, 03 diciembre, 2019
Publicado por César Guadalupe

El día de hoy se publicaron los resultados de la ronda 2018 del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA, sus siglas en inglés) del que participa el Perú (rondas de 2000, en 2001, y las de 2009, 2012, 2015 y 2018).

Para el caso del Perú, estos resultados básicamente muestran lo que se presenta a continuación; sin embargo, es preciso leer estos datos con mucha cautela. Por ello, luego de presentarlos, incluyo algunos elementos que me parece crucial tener en consideración.

Lectura: seguimos mejorando al mismo ritmo que hemos observado desde 2001. De hecho, parecería que entre 2015 y 2018 habría un estancamiento pero dados los atributos de PISA (que sólo se enfocó en lectura en 2000/2001, 2009, y 2018 los datos de 2015 no son muy sólidos a lo que habría que agregar la intervención hecha por el Ministerio que podría haber “inflado” esos resultados un poquito). Así, si en 2001 nos encontrábamos dos desviaciones estándar por debajo de la media de la OECD, ahora hemos reducido esa distancia a la mitad. Es decir, si seguimos a ese ritmo (que es tímido y, sin embargo, somos de los pocos países que mostramos algo así y, sobretodo de una forma sostenida a lo largo del tiempo) alcanzaríamos la media de la OECD en unos 20 años más. Nótese, que la media de la OECD está en caída (leve, pero caída al fin). Asimismo, si antes la media del Perú se encontraba debajo del nivel de desempeño más bajo que se había identificado entonces, ahora empezamos a llegar al segundo nivel de desempeño que podría ser considerado un mínimo aceptable (al decir de la propia OECD en este informe).

Estos resultados pueden observarse en el siguiente gráfico:

Puntajes medios de la OECD y del Perú en la escala combinada de lectura de PISA. 2000-2018. Las líneas horizontales marcan los límites superiores de los primeros tres niveles de desempeño definidos en 2000. Los puntos marcan el valor del estimador y las líneas los límites de los intervalos de confianza de la estimación (alpha: 0,05).

Matemáticas: Al igual que en lectura, vemos un progreso sostenido en el tiempo (aunque aquí sólo se puede tomar los datos peruanos desde 2009 y los de OECD desde 2003). Si en 2009 estábamos a poco menos de 1,5 desviaciones estándar de la media de la OECD, ahora estamos a una desviación estándar de distancia (con un promedio de la OECD también a la baja). Sin embargo, en este caso seguimos debajo del segundo nivel de desempeño que ahora la OECD considera como mínimo aceptable.

Estos resultados pueden observarse en el siguiente gráfico:

Puntajes medios de la OECD y del Perú en la escala combinada de matemáticas de PISA. 2000-2018. Las líneas horizontales marcan los límites superiores de los primeros tres niveles de desempeño definidos en 2000.  Los puntos marcan el valor del estimador y las líneas los límites de los intervalos de confianza de la estimación (alpha: 0,05).

Ciencias: Al igual que en matemáticas, vemos un progreso sostenido en el tiempo (sólo se puede tomar los datos peruanos desde 2009 y de la OECD desde 2006). Si en 2009 estábamos a poco menos de 1,5 desviaciones estándar de la media de la OECD, ahora estamos a una desviación estándar de distancia (con un promedio de la OECD también a la baja). En este caso, como en lectura, nuestra media empieza a alcanzar el segundo nivel de desempeño que ahora la OECD considera como mínimo aceptable.

Estos resultados pueden observarse en el siguiente gráfico:

Puntajes medios de la OECD y del Perú en la escala combinada de ciencias de PISA. 2000-2018. Las líneas horizontales marcan los límites superiores de los primeros tres niveles de desempeño definidos en 2000.  Los puntos marcan el valor del estimador y las líneas los límites de los intervalos de confianza de la estimación (alpha: 0,05).

Equidad: Nuevamente, el Perú aparece como uno de los países con mayores niveles de segregación escolar (las escuelas son homogéneas en términos socioeconómicos lo que impide fomentar el encuentro entre diversos y, con ello, mayor cohesión social) y donde la desventaja económica va unida a un menor desempeño en la prueba (es el país participante en PISA donde la condición socio-económica explica con mayor intensidad las variaciones en resultados). Es decir, tenemos escuelas para pobres en la que sólo hay personas pobres que logran pobres resultados. Nuestro sistema educativo no funciona para crear oportunidades para todos y asegurar algún nivel de movilidad social, más bien, reproduce las desigualdades.

Jóvenes y adultos: una novedad de este informe es que ahora se cuenta con información del Programa Internacional para la Evaluación de Competencias de los Adultos (PIAAC en inglés). Así, la OECD presenta información que relaciona los resultados de los jóvenes de 15 años, con los resultados de la generación de 35 a 55 años en el mismo país (presumiblemente, sus padres). Como cabe esperar, los resultados de los padres se asocian al resultado de los hijos. Lo triste en el caso peruano (datos de 2017 cuando se aplicó la prueba) es que para este grupo de personas nos encontramos muy lejos del promedio de la OECD. Ciertamente, esto se puede ver con mayor detalle en el informe correspondiente publicado el mes pasado (disponible en inglés aquí), y lamentablemente corrobora lo que anticipamos con dos colegas en un breve documento que publicamos hace un año (La larga noche de la educación peruana) y muestra como los problemas educativos de un momento dado se proyectan en el tiempo de una manera muy compleja. No hay forma de subestimar la importancia que tiene para el país que la mayoría de nuestra población adulta haya tenido una experiencia educativa tan pobre y presente un nivel tan limitado de habilidades básicas.

Toda esta información debe leerse tomando en cuenta lo siguiente:

PISA se inició como una prueba que quería medir las habilidades básicas de aquéllos que estaban a punto de ingresar a la fuerza laboral (por eso, personas de 15 años) independientemente de su nivel educativo. Así, PISA debía complementar la información sobre habilidades de la fuerza laboral (población de 16 a 65 años) que en los años 90 generó la Encuesta Internacional de Alfabetismo Adulto (IALS en inglés, hoy llamada PIAAC).

Dado el nivel de cobertura de los sistemas educativos de la OECD, se decidió que la mejor forma de aproximarse a la población de 15 años (la más eficiente) era ir a las instituciones educativas. Esto funcionaba bien para la mayor parte de los países de la OECD (excepto, entonces, México) pero se traduce en una gran dificultad para decir algo sobre los sistemas educativos ya que no se toma en cuenta las diferentes trayectorias de los estudiantes. Por ejemplo, en sistemas con altos niveles de atraso escolar (como el nuestro) la muestra toma estudiantes matriculados en todos los grados de la educación secundaria y que, por lo tanto, han tenido muy diversas oportunidades de desarrollar las habilidades medidas por la prueba. Así, tan pronto PISA inició sus operaciones, muchas personas observamos que tenía profundos problemas y limitaciones de cara a decir algo relevante sobre los sistemas educativos.

Sin embargo, el tremendo éxito comunicacional de PISA tornó a esta prueba en la estrella educativa de la OECD y en un ¨producto¨ que les permitía posicionarse como los que fijaban el estándar internacional en estos menesteres. Esto era particularmente importante (para la OECD) en un contexto en el que la Asociación Internacional para la Evaluación del Logro Estudiantil (IEA en inglés), que tenía una basta experiencia en conducir estudios de este tipo (desde su fundación en 1958), llevaba a cabo estudios que no obedecen a las preocupaciones fundamentalmente económicas de la OECD, sino educativas; sin embargo, los estudios de la IEA (que tienen base curricular y se enfocan en puntos específicos de dichas trayectorias por lo que son más útiles para desarrollar políticas educativas) nunca han logrado esa presencia comunicacional por tratarse de un consorcio de investigación y no de un organismo político con mayores recursos (con seguridad la mayoría de las personas que lean este post han oído hablar de PISA y la OECD, pero no de la IEA y estudios como PIRLS, TIMSS, ICCS, etc.). Es en ese marco, en el que la OECD no sólo lanza su estudio, sino que busca deslegitimar las alternativas presentando PISA como la única forma de lograr una adecuada compatibilidad internacional. Esto, por supuesto, es absurdo ya que la validez de un enfoque se mide contra los propósitos que busca servir y dado que los propósitos son diferentes se necesita enfoques diferentes.

En esta nueva ronda de PISA no sólo se insiste terca y absurdamente en ello, sino que también se fuerzan textos para afirmar que PISA es la mejor manera de medir uno de los indicadores de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Nótese que los textos que se fuerzan, claramente hablan de la necesidad de incluir varias aproximaciones y, en general, favorecen la medición de aprendizajes en puntos específicos de la trayectoria escolar, no de acuerdo a edades (véase el indicador 4.1.1 en la p. 24 de este documento).

Esta forma de proceder da cuenta de un propósito político detrás de PISA y que, crecientemente, ha adquirido más importancia dejando de lado la propia robustez del estudio. La búsqueda de hegemonía e influencia es, hoy, más importante que la rigurosidad en PISA y eso debe quedarnos muy claro. PISA no es un estudio, es un instrumento político.

Si bien la información dada por PISA es muy limitada para definir algo que sea relevante para las políticas educativas (por su mirada cerrada sobre algunas habilidades, por no tomar en cuenta trayectorias educativas, etc.), era útil con esas limitaciones. Su utilidad consistía básicamente en lo siguiente: (i) nos permitía compararnos con los países de la OECD, (ii) nos permitía ver como esa comparación varía en el tiempo (si nos acercamos o nos alejamos), y (iii) permitía ver disparidades en el desempeño de los estudiantes dentro del país y constatar si somos más o menos equitativos que otros. Sin embargo, desde 2015 se han sumado algunos problemas adicionales que comprometen esa utilidad.

Listemos algunos de esos problemas:

  1. desde 2015 el tratamiento de la no respuesta ha cambiado (antes se consideraba que una pregunta no respondida era errada, ahora se trata como omitida o no aplicada), esto es muy importante para países como el nuestro;
  2. los procedimientos sicométricos usados (el modelo, la manera como se calibra la dificultad de las preguntas, la manera como se identifica problemas de comportamiento diferencial de los dichas preguntas) han variado;

Estos cambios, como ha sido mostrados por Rivas y Scasso (ver documento aquí) han afectado de modo marcado a los países latinoamericanos y fuerza a reprocesar toda la información anterior a 2015 para que sea realmente comparable. Lamentablemente, por disponibilidad de información los autores sólo han trabajado con información de 2006 en adelante. Siguiendo sus resultados, es posible afirmar con total certeza que si los datos de Perú en 2001 se hubiesen procesado de acuerdo a los cambios de 2015, no hubiesen sido tan malos y, por lo tanto, el ritmo de mejora observado sería más tímido que el que se muestra en los gráficos antes presentados.

Por si esto fuera poco, en 2018 se introdujeron algunos cambios adicionales muy importantes:

  1. se ha cambiado la definición de “lectura” de modo que ahora se mide algo distinto que antes; además, se ha incluido en la medición algo que no puede ser usado para comparaciones internacionales: una medida de fluidez, que es dependiente de las características del idioma (por ejemplo, si la oración se estructura siguiendo la pauta Sujeto-Verbo-Objeto o si el verbo va al final; si hay mayor o menor grado de transparencia ortográfica; si hay más palabras monosilábicas -debido a que la lengua es tonal- y la forma como se aglomeran palabras, etc.)
  2. desde 2018 se usa una administración adaptativa de la prueba basada en computadoras habiéndose abandonado la aplicación en papel.

Es decir, en un sentido estricto de las cosas, los datos de PISA de 2000 a 2012 son una cosa, los de 2015 otra, y los de 2018 una tercera. Es decir, la serie histórica de datos es, básicamente, inutilizable.

A lo anterior se suma que la alta visibilidad e impacto mediático de PISA ha llevado a varios países a malas prácticas. Por ejemplo, Colombia tiene un programa de entrenamiento para la prueba (ver acá), Escocia hace campañas de motivación para el desempeño (ver acá), el Ministerio peruano intervino (al parecer no con mucho éxito) en la muestra de 2015 afectando al motivación y la preparación de los estudiantes; entre otros ejemplos que podrían incluir las “anomalías” que llevaron a la OECD a no publicar los resultados españoles en lectura este año. En todos estos casos, se corre el riesgo que la muestre deja de ser lo que debe ser: una buena representación de la población bajo estudio con lo que los datos que arroja el estudio terminan siendo, simplemente, inservibles.

Finalmente, ciertas visiones de la Educación sumadas a los bajos niveles de competencias para leer este tipo de informes han llevado a mucha gente a priorizar la observación de los rankings de países (que es lo primero que presenta la propia OECD) como si eso diera alguna información relevante (si el conjunto de participantes varía en el tiempo, los rankings son básicamente inútiles más allá de la torpeza de fijarse en los resultados como si fuese una carrera de caballos y no preguntarse por el significado de éstos); así el (no) diálogo nacional sobre los resultados peruanos en PISA ha estado marcado por ser los últimos, o penúltimos, cuando esa posición relativa no da ninguna información que tenga algún significado.

Creo que estos son los puntos básicos que todos deberíamos conocer sobre esta nueva entrega de PISA. Sinceramente, debo insistir en que ya es tiempo de salirnos de esta prueba que no nos dice gran cosa y buscar alternativas (que existen) que son más ricas en cuanto a la información que nos pueden dar y que, sobretodo, no tienen la carga política (en el mal sentido de la palabra) ni los efectos perversos sobre la política y prácticas educativas que tiene PISA.




Think tank chileno entre los 100 mejores del mundo

Recientemente, se publicó el informe “2018 Global Go To Think Tanks Index Report”, el cual tiene como principal objetivo destacar el perfil, desempeño y el impacto de los think tanks a nivel mundial, ubicándolos en un ranking construido en función de diversos atributos que van desde su capacidad para ejercer el liderazgo en temas de especial relevancia para la política doméstica de su país, hasta su capacidad para desarrollar nuevas ideas o paradigmas que pueden tener especial trascendencia para la política pública.

A continuación la distribución de think tanks por región geográfica en porcentaje y en número:

El año pasado fue especialmente importante para el Centro de Estudios Públicos (CEP) -think tank liberal de origen chileno- ya que el mencionado informe lo ubicó en el puesto 95 entre los mejores think tanks en el ranking global, destacando como una de las 3 únicas instituciones de América Latina y el Caribe que se ubican por debajo del puesto 100. Asimismo, ocupó el primer lugar entre los think tanks chilenos, en el listado que no incluye a los think tanks norteamericanos y sexto lugar global, en el listado que solo incluye think tanks latinoamericanos.

Así, el estudio destaca sus atributos en las siguientes categorías:

¿Qué pueden aprender los think tanks peruanos de este caso de éxito?

En primer lugar, si hacemos un contraste con el caso peruano, se encuentra que no solo no se visualizan think tanks en el ranking global sino que además, a nivel de América Latina y el Caribe, muchos países – incluido Chile – nos llevan la delantera.

Así el ranking de países latinoamericanos es liderado por think tanks provenientes de Brazil, Colombia, Argentina y Chile – en el que se incluye a CEP – y es a partir del puesto 16, con GRADE, que empiezan a visualizarse los casos peruanos, sin destacarse ningún think tank de corte liberal o libertario.

El Perú tiene pendiente la formación de think tanks fuertes de corte libertario. Sobre los existentes, lo que deberían hacer es recoger este tipo de estudios y ver en donde se concentran sus principales falencias y oportunidades de mejora, siguiendo por ejemplo, las puntuaciones de las principales categorías como las anteriormente mencionadas, tomando como ejemplo a think tanks exitosos como el CEP.

Es fundamental que tengamos más y mejores aportes de nuestros think tanks, porque son espacios en donde se discute de forma rigurosa y académica, la mejor manera de hacer política pública, una necesidad que nos urge tener como país.

En un contexto de fragilidad institucional en nuestras entidades públicas y falta de sensatez por parte de nuestra clase dirigente, lo que necesitamos es más debate técnico en torno a futuras propuestas de política. Los think tanks pueden lograr este cometido. Lampadia

Compartimos a continuación el estudio 2018 Global Go To Think Tank Index Report, en el que se puede ver a detalle el ranking de los think tanks por categorías, sub-categorías y regiones geográficas, además de la metodología empleada.

Asimismo, compartimos la nota emitida por el CEP (ver artículo líneas abajo) acerca de su posicionamiento entre los 100 mejores think tanks del mundo.

CEP entre los 100 mejores think tanks del mundo

Ocupa el lugar 95, según el ranking 2018 “Global Go To Think Tanks” de la Universidad de Pennsylvania y es sexto a nivel latinoamericano.

Nota de Prensa
CEP (Centro de Estudios Públicos)
enero, 2019
Glosado por Lampadia

El Centro de Estudios Públicos (CEP) se ubica entre los mejores think tanks del mundo, de acuerdo a la investigación del Programa de Think Tanks y Sociedad Civil de la Universidad de Pennsylvania (TTCSP), que se dio a conocer el 31 de enero de 2019. A nivel global clasificó en el lugar 95.

Brookings Institute, de Estados Unidos, ha ocupado el primer lugar en el mundo entre los think tanks desde 2008 y lo hace nuevamente este año, seguido de Bruegel de Bélgica y Chatam House de Inglaterra. El estudio contempla 8,162 centros de estudios de todos los continentes y se realiza desde el 2006. El CEP ocupa el primer lugar entre los think tanks chilenos, en el listado que no incluye a los think tanks norteamericanos, ubicándose en el lugar 107, seguido en el 109 por LyD .

A nivel de la región Centro y Sudamérica, la Fundación Getulio Vargas de Brasil, Fedesarrollo de Colombia y el Centro Brasileiro de Relaćoes Internacionais se ubicaron en los tres primeros puestos. En este ranking, el CEP es 6°; seguido de Cieplan (12), la Fundación Chile 21 (23) Libertad y Desarrollo (28), la Fundación Jaime Guzmán (19) y la Fundación para el Progreso (76). 

De acuerdo a las categorías que establece el ranking, el CEP se destaca en los siguientes lugares a nivel mundial:

El “Global Go To Think Tanks” es la principal base de datos de think tanks globales y tiene como objetivo destacar el perfil, desempeño y el impacto de estas instituciones, además de crear una red transnacional e interdisciplinaria de centros de políticas públicas de excelencia. Su creador, James McGann, PhD, director del Programa de Think Tanks y Sociedad Civil de la Universidad de Pennsylvania, destaca su importancia al señalar que “en un mundo repleto de tweets y citas, frecuentemente superficiales y cargadas políticamente, es fundamental saber dónde encontrar propuestas que muestren la complejidad de los asuntos de política pública”. Lampadia




Destrabemos nuestro crecimiento

Destrabemos nuestro crecimiento

El Perú sigue cayendo en el ranking del ‘Doing Business’ desde su pico en el puesto 34 hasta su el puesto 58 de este año. En el último año, Perú ha caído 2 puestos más en el ranking, lo que indica, como todos sabemos, que cada vez es más difícil hacer negocios en el país.

El Banco Mundial publica anualmente su informe sobre el clima de negocios. El informe ‘Doing Business 2017’ evalúa la facilidad para hacer negocios en 190 países considerando 11 factores: obtener electricidad (en términos de fiabilidad, precios y transparencia), manejo de permisos de construcción, comercio transfronterizo, pago de impuestos, protección de los inversionistas minoritarios, registro de propiedades, obtención de crédito, resolución de insolvencia, cumplimiento de contratos, regulación del mercado laboral y requisitos para comenzar un negocio.

La importancia de este indicador es que brinda luces sobre la economía informal, la importancia de los negocios y los derechos de propiedad; mostrando una realidad de nuestro país que también puede verse en el mundo como un obstáculo: el alto costo de montar un negocio, que implica perjudicar a los más pobres y que genera informalidad en la economía.

En el ranking total, Nueva Zelanda aparece en la primera posición, seguida por Singapur, Dinamarca, Corea del Sur, Hong Kong, EEUU, Reino Unido y Noruega. Completan el Top 10, Georgia y Suecia. Además, el informe alaba que economías en todas las regiones estén implementando reformas que facilitan hacer negocios. Europa y Asia Central continúan siendo las regiones con la mayor proporción de países donde se ha implementado al menos una reforma – el 79% de ellos ha implementado al menos una reforma regulatoria, seguido de Asia del Sur y el África Subsahariana.

A nivel de América Latina, el Perú se ubica en la tercera posición, por debajo de México y Chile, que se ubican el puesto 49 y 55, respectivamente, desplazando a Colombia (59) al cuarto lugar. México mantuvo el primer lugar en América Latina y subió cinco puestos (del 44 al 49).

Nota: Chile no está incluido en el cuadro (2ndo a nivel America Latina) porque será recalculado por el Banco Mundial tras escándalo por metodología.

Por lo tanto, el Perú todavía permanece en el tercio superior de las economías más atractivas para hacer negocios, a pesar de haber recibido choques severos, como el Fenómeno El Niño Costero, y el escándalo de corrupción originado desde Brasil.

Asimismo, respecto del 2017, Perú bajó dos posiciones en el ranking global. Esto se debe a que el Banco Mundial realizó un ajuste al ranking del 2017, de manera de hacerlo comparable con el del 2018.

Por subíndices, se observa que el Perú cayó sólo en uno: “obtención de crédito”. Además, mejoró en el resto de indicadores: “protección de los inversionistas minoritarios”, “registro de propiedades”, “cumplimiento de contratos”, “manejo de permisos de construcción”, “obtención de electricidad”, “resolución de la insolvencia”, “comercio fronterizo”, “apertura de un negocio” y “pago de impuestos”.

¿Qué se necesita para iniciar un negocio en el Perú? A nivel mundial, el Perú se sitúa en el puesto 58 en el ranking de 190 economías. Según los datos recogidos por Doing Business, iniciar un negocio requiere de 7 procedimientos, toma 26.5 días y cuesta 10% del ingreso per cápita.

Críticas al Indicador Doing Business

El mes pasado, el economista en jefe del Banco Mundial, Paul Romer, cuestionó la metodología detrás de la clasificación y acusó de motivos políticos. La controversia se centró en Chile, cuya clasificación cayó de 34 en 2014 a 57 en 2018, pero Romer sugirió que la caída se acentuó por los cambios en la metodología.

Romer dijo que sospechaba de manipulación política. La clasificación general de Chile ha oscilado entre 25 y 57 desde 2006, bajando en los períodos en que la presidenta del Partido Socialista, Michelle Bachelet, era presidenta, y ascendiendo cuando el líder conservador Sebastián Piñera estaba al mando. Posteriormente, sin embargo, Romer se retractó de sus comentarios y dijo que no tenía la intención de atribuir motivos políticos o sugerir que hubo manipulación.

El Banco Mundial recalculará los rankings de los últimos cuatro años para “ver cuáles habrían sido las clasificaciones sin los cambios en la metodología”. Esto también podría influir en las clasificaciones de otros países. Sin embargo, otros funcionarios del Banco Mundial han defendido los cambios en la metodología como fundamentalmente sólidos. En un comunicado oficial, el Banco dijo que solo revisaría el ranking de Chile.

¿Qué debemos hacer para mejorar?

En un comunicado, el MEF aseguró que su estrategia de crecimiento está orientada hacia una mayor formalización empresarial, a través de una reducción significativa de sobre costos y barreras a la entrada a la formalidad en el ámbito:

“(i) Financiero: reducción de costos de financiamiento y mayor oferta de fondos prestables para pequeñas empresas (FORPRO, factoring, entre otros);

(ii) Permisos y procedimientos para invertir; y,

(iii) Tributario: menor costo de cumplimiento, uso de factura electrónica, registro de transacciones y rentas no declaradas anteriormente, entre otros”.

“Justamente, éstas son las áreas en las que el Doing Business plantea los desafíos para la economía peruana, y se espera una mejora en estos indicadores, en la medida que se despliegue la estrategia de crecimiento”, agregó.

Lamentablemente, el gobierno de PPK, perdió la oportunidad de recuperar y marcar la línea de un gobierno pro inversión y crecimiento; de hacer y comunicar el balance negativo de los cinco años del gobierno anterior; de renovar los cuadros de gobierno (mantuvo hasta un 39% de los viceministros del régimen anterior); y, tal vez lo más importante, perdió la oportunidad de comunicar a la población las relaciones causa-efecto de las políticas públicas que nos empobrecieron, que frenaron la inversión, y que ideologizaron la gestión del Estado, versus aquellas que nos ofrecen mayor crecimiento, menor pobreza, menor desigualdad, mejores servicios públicos y mayor cohesión social.

El gobierno está teniendo tremendas dificultades para poder destrabar proyectos, las APP (Asociaciones Público Privadas) están prácticamente paralizadas así como Iniciativas Privadas. Ni el gobierno anterior, ni este, aprovecharon la sugerencia de Lampadia para armar equipos ad hoc que destrabaran los proyectos. Ver: Destrabemos megaproyectos para recuperar el crecimiento.

Esperamos que estas reflexiones sirvan para lograr el éxito de nuestra economía, destrabar la inversión y los proyectos y tomar medidas correctivas para lograr el impostergable crecimiento económico. Lampadia




¿Cuáles son los países más ricos del mundo?

Recientemente el Global Finance Magazine publicó la lista de los países más ricos del mundo, basada en información del Fondo Monetario Internacional. La lista de los 30 países más ricos está compuesta mayormente por naciones pequeñas.

¿Cómo se calcula la riqueza de un país? Mediante el PBI o Producto Bruto Interno, que a su vez, se calcula en base al valor de todos los bienes y servicios producidos por un  país, expresado en dólares internacionales, en función de la paridad del poder adquisitivo (PPA) per cápita.

Como ilustración, la cifra comparable del Perú es de $ 13,019 (al 2016).

Entre los resultados más interesantes tenemos que los países pequeños ocupan los 12 primeros lugares del ranking.

Singapur, en el puesto 4, un modelo de desarrollo que hemos presentado varias veces en Lampadia, una ciudad-estado que destaca en cuanto a meritocracia, Estado de Derecho, gobernanza y economía globalizada. Ver en Lampadia: 10 razones que explican el éxito de Singapur, Singapur piensa y planea su futuro y El verdadero modelo de Singapur.

Otro país interesante a analizar es Noruega. Como el principal productor de petróleo y gas de Europa Occidental. Un país que en el Perú, los profesores de economía de la PUCP calificarían como primario exportador, tiene uno de los mejores niveles de vida del planeta, pues supo maximizar su producción primaria para convertirla en desarrollo integral. Ver en Lampadia: Exitoso modelo que aprovecha sus RRNN.

Una de las relaciones más interesantes que se pueden observar es la del binomio de globalización y riqueza, la cual muestra la relación directa que existe entre el grado de apertura de los países al mundo con su crecimiento económico.

Como se puede ver en el gráfico superior, de los 10 países, 8 aparecen dentro de los más ricos del mundo, según el Índice de Globalización 2017 (IG), que desde hace muchos años realiza el think tank suizo KOF Swiss Economic Institute. En el tope está Holanda, con un indicador de globalización de 92.8. Lo siguen Irlanda (92.1), Bélgica (91.7), Austria (90.1), Suiza (88.8), Dinamarca (88.4), Suecia (88), Reino Unido (87.3), Francia (87.2) y Hungría (86.6).

El estudio calcula cuán “globalizado” es un país a partir de una combinación de datos estadísticos: económicos (grado de apertura comercial y de inversiones extranjeras), social (turismo internacional y proporción de inmigrantes) y político (participación en organismos internacionales y tratados con otros países).

Y es que el libre comercio, la más clara expresión de la globalización económica de las últimas décadas, produjo grandes avances de la humanidad en términos de reducción de la pobreza y de la desigualdad globales, la mortalidad infantil, el aumento de la esperanza de vida, la emergencia de una clase media global y el crecimiento de la población mundial al doble de lo que fue hace pocas décadas, con mejor calidad de vida, salud e ingresos. Ver en Lampadia: El libre comercio benefició a los países emergentes.

En palabras de Bjorn Lomborg (Director del Concenso de Copenhague), “Los beneficios del libre comercio, siendo muy importantes, no son tan obvios. Los consumidores obtienen una variedad mayor de bienes a menor precio: se estima que el estadounidense de clase media típico deriva del comercio internacional un 29% de su poder adquisitivo; es decir, puede comprar un 29% más con cada dólar que si no hubiera comercio internacional. El efecto es aún mayor (62%) para el decil más pobre de los consumidores estadounidenses. (…) La oposición al libre comercio ignora la interconexión del mundo en que vivimos. Según un informe de la ONU publicado en 2013, un 80% del comercio internacional se produce a lo largo de las cadenas de suministro de las empresas transnacionales.”

Este tema es especialmente relevante para el Perú, pues, para empezar, acá  algunos despistados políticos y economistas están en contra  con la apertura comercial. Ver en Lampadia: Porqué el populismo le está ganando a los liberales.

En América Latina y el Caribe, el más globalizado es Chile, que ocupa el puesto 40° a nivel mundial. Lo siguen Uruguay (55º), República Dominicana (59º), Perú (60º) y Panamá (62º).

Los resultados son claros: a medida que los países suben en el nivel de globalización, también crece su riqueza. Debemos prepararnos para defender el libre comercio y la globalización para proteger el crecimiento económico y la superación de la pobreza de los países emergentes como el Perú. Lampadia