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La nueva Contraloría

La nueva Contraloría

Jaime de Althaus
Para
Lampadia

Como ha señalado Lampadia, la designación del candidato del gobierno a ocupar la plaza de Contralor General de la República, debió venir acompañada de un marco de referencia para su gestión. Esta vez no se trata solo de elegir a un buen contralor.  Se trata de elegir a uno que pueda llevar a cabo la reforma de la Contraloría. ¿Es Nelson Shack el hombre idóneo para esa tarea?

El clamor por la reforma de la Contraloría es sonoro. Hemos sido testigos de los desmanes que esa institución ha ocasionado recientemente a propósito de la concesión de Chinchero. Quedó claro que la Contraloría no está en capacidad de pronunciarse sobre proyectos complejos y puede ocasionar mucho daño económico al país. Sin duda el aeropuerto de Chinchero costará ahora bastante más y demorará más tiempo que si hubiésemos continuado con la adenda.

Pero el daño que hace la Contraloría a la gestión del Estado va mas allá de eso, es estructural. La mayor parte de su labor se concentra controlar la legalidad del gasto, especializándose en detectar cualquier incumplimiento normativo por más formal o menudo que sea. Y dado que la normatividad es compleja, farragosa y con frecuencia contradictoria, pues es casi imposible no cometer alguna clase de incumplimiento, con lo cual los funcionarios terminan denunciados, muchas veces penalmente, por razones absurdas y formalismos ridículos.

La primera consecuencia de esto es que la innovación, la creatividad, están penalizadas. El Estado se convierte en una tumba híper-burocrática. La segunda consecuencia es que todo se demora y cuesta mucho más, porque nadie está seguro de lo que está haciendo ypor lo tanto no toma decisiones, por temor a las consecuencias. Un efecto secundario de esto es que los funcionarios, ante el pedido de un contratista, en lugar de decidir, recurren alarbitraje pese a que saben que el contratista tiene razón, simplemente por temor a que aceptar el pedido del contratista sea motivo de cuestionamiento por razones irrisorias con consecuencias eventualmente penales. El resultado es tiempo y dinero que se pierden. Y la tercera consecuencia es que mientras la Contraloría se centra en perseguir nimiedades de los funcionarios honestos, deja pasar los robos de los corruptos. Al final, la Contraloría no sirve para detectar la corrupción sino para acusar a los honestos.

Gustavo Beramendi ha recordado que, según el informe de gestión de los últimos seis años de la propia Contraloría, cerca de 70 mil funcionarios fueron acusados de cometer alrededor de 200 mil irregularidades que los harían responsables civil, penal o administrativamente. Nada de eso sirvió para reducir la corrupción, y la gran mayor parte de esos casos fueron archivados por los fiscales o jueces por su inconsistencia.

El resultado final es que la Contraloría ocasiona al Estado peruano muchas más pérdidas económicas que beneficios. Lo que se pierde en términos de tiempo, costos y acciones que dejan de hacerse, suma una cifra mucho mayor que lo que se previene.

¿Cómo cambiar esta situación? Lo primero es simplificar radicalmente la normatividad a la que está sujeta la acción del Estado, para que los funcionarios no caigan en las trampas de la telaraña legal. Lo segundo es, como lo ha señalado Lampadia, acusar menos e introducir mecanismos de transparencia y rendición de cuentas que consideren publicar en la web todos los costos y gastos ejecutados en cada proyecto de inversión y en el gasto corriente. Lo tercero es acotar con precisión el ámbito de observación de la Contraloría de modo que no ataque las decisiones técnicas de los funcionarios.

Y hay un cuarto tema, fundamental, que ha sido desarrollado por el propio Nelson Shack en un borrador de documento que él escribió reseñando las conclusiones de un taller regional de intercambio de experiencias en la implementación de auditorías de desempeño en América Latina y el Caribe realizado en Lima el 13 y 14 de Agosto de 2015.

La propuesta, en esencia, consiste en reorientar la labor de la Contraloría de las auditorías de cumplimiento de normas a las auditorías de gestión o de evaluación de desempeño de las entidades. Según se vio en ese taller, en los países desarrollados los organismos de Control dedican el 90% de su actividad a las auditorías de desempeño. Según la Organización Internacional de las Entidades Fiscalizadoras Superiores (INTOSAI, por sus siglas en inglés), hay tres tipos de auditoría:

1. Auditoría Financiera, para ver  si la información financiera de una entidad se presenta en conformidad con el marco regulatorio aplicable, examinando si la información financiera está libre de representaciones erróneas debidas a fraude.

2. Auditoría de Cumplimiento, para determinar si las actividades, operaciones financieras e información cumplen, en todos los aspectos significantes, con las regulaciones o autoridades que rigen a la entidad auditada.

3. Auditoría de Desempeño, para ver si las intervenciones, programas e instituciones se desempeñan en conformidad con los principios de economía, eficiencia y eficacia, y si existen áreas de mejora. Su objetivo es  proporcionar recomendaciones de mejora

Lo interesante de la auditoría de desempeño es que no busca identificar desviaciones ni responsables a los que sancionar o acusar, sino ver si la entidad está alcanzando resultados y dar recomendaciones para mejorar la calidad de las intervenciones y la eficiencia de los procesos. No es “policía” sino “asesora”. Iría de la mano con el presupuesto por resultados que el ministerio de Economía está intentando generalizar en el Estado peruano. Permitiría consolidarlo. En ese sentido, la estructura de incentivos es totalmente diferente: no la sanción ni la cárcel como castigo, sino más o menos presupuesto para la entidad según los resultados obtenidos, premios a las soluciones innovadoras, rendición de cuentas ante el Congreso y ante la opinión pública y la sociedad civil. Esto supone que el propio Congreso reoriente su labor de fiscalización a la eficiencia y resultados de la gestión de las entidades del Ejecutivo más que solo a los casos de corrupción, lo que a su vez implica una capacitación de los parlamentarios en ese nuevo tipo de fiscalización.

Es decir, este tipo de auditoría se preocuparía de ver si el Estado está haciendo bien las cosas, si está agregando valor a la sociedad o no, premiando los logros. Pero eso requiere un tipo de personal completamente diferente. Ya no solo contadores públicos, sino equipos  multidisciplinarios compuestos también por administradores, economistas, sociólogos, ingenieros, abogados, estadísticos, etc., según corresponda. Lo que supone una reestructuración completa del personal de la Contraloría. Es la tarea que tendría que llevar a cabo Nelson Shack si es nombrado ContralorLampadia

 




Desenfoque político del partido de PPK

Ante el nombramiento de los nuevos directores del BCRP, Elmer Cuba, Rafael Rey y José Chlimper, por parte del Congreso, la primera declaración del Presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski (la que salía de su propio seno), fue positiva, seria y aprobatoria de los nombramientos. Por ejemplo, sobre Chlimper, dijo: “que está muy calificado para ese cargo”.

Posteriormente, el Presidente fue cambiando de posición, presumiblemente por la música que sus adláteres le tocan al oído. Sin embargo, en su última apreciación del tema, el Presidente, como corresponde, puso los paños fríos, declarando que “estamos haciendo una tormenta en un gotero”.

Fuente: Redes y Poder

Lamentablemente, su primer Vice-Presidente, Martín Vizcarra, sigue echando carbón a la hoguera. Luego de las palabras finales de PPK, Vizcarra volvió a cuestionar la elección de Chlimper al BCRP: “porque carece de independencia política”.

Cada día se hace más evidente que PPK estaría rodeado por gente que tiene otras agendas, no las del gobierno ‘de todos los peruanos’, sino la de las elecciones del 2021. Esto parece muy claro en el caso de los dos vicepresidentes, Martín Vizcarra y Mercedes Aráoz, que junto con los reciclados voceros políticos del partido, Bruce y Sheput, impiden todos los días la convergencia de las fuerzas políticas afines a la economía de mercado. Concretamente, con Fuerza Popular, que ya ha demostrado varias veces su vocación por apoyar el gobierno de PPK. Tampoco se pueden obviar las intervenciones de los halcones de Fuerza Popular, como las de Becerril.

Pero más allá de las posiciones de uno u otro partido en la compulsa política, están las necesidades del país. Que el crecimiento de la economía traiga de regreso la solidez de la caja del Estado para enfrentar las mejoras en educación, salud e infraestructuras y la agenda de reformas, que por ahora parece estar invernando, ante un gobierno que a sus 100 días parece seguir en campaña o en una desenfocada confrontación política con el partido mayoritario del Congreso.

Como dijimos hace 2 semanas, (Coyuntura política y deseable evolución), los ciudadanos optamos –el 10 de abril- por un enfoque de gobierno pro-mercado y pro-reformas modernizantes y de mejora social. Después del deterioro del partido de gobierno y de la pérdida de confianza de ciudadanos y empresarios en el gobierno de PPK, se hace más evidente la necesidad de converger en una suerte de ‘Alianza por el Bicentenario’, en la que las principales fuerzas políticas sean PPK y FP.

Si esta ambiciosa propuesta se hace difícil de manejar, por lo menos debemos exigir que no se sigan abriendo las brechas entre PPK y FP pues, eventualmente, harán inmanejable la gestión de un gobierno exitoso. Vayamos pues singularizando a los halcones de ambas fuerzas que no están jugando el partido del Perú.

El caso de Martín Vizcarra es clamoroso, para afirmar su agenda política personal, habría llevado al Presidente PPK a preferir un disparatado proyecto ferroviario pro-Bolivia, antes que permitir el proyecto peruano que no conllevaba ningún costo, tenía un impacto ambiental mínimo y ofrecía una infraestructura vital para regiones muy importantes para el desarrollo. Asumimos que, además, con este entuerto, se debe haber deteriorado la relación del Perú con China, que el Presidente PPK había declarado como “muy importante”, al punto de marcarla con su primera visita de Estado y el acompañamiento de una delegación que hacían presumir otro desarrollo.

Volviendo al caso de los directores de BCRP, las declaraciones de su Presidente, Julio Velarde, debieron ser suficientes para pasar la página: “El señor Chlimper ya ha sido directores antes, el señor Rey, como otras veces ha sucedido, no es experto en el tema monetario. Si hay alguna pregunta con respecto a que pueda cambiar la política monetaria, esa inquietud no tiene fundamento alguno. ¿Qué peligro puede haber? Ni que fuera una marioneta. Ellos reúnen los requisitos. El señor Chlimper está dejando la direcicón de uno de los bancos más importantes del país”.

Por su lado, el viernes pasado (4 de noviembre), el propio José Chlimper, dio una entrevista televisiva al programa de ‘Redes y Poder’ que conduce Alfonso Baella, en la que aclaró en detalle la estructura del Directorio del BCRP (ya fue director por cinco años), la dinámica de su conducción, reiteró que no manipuló ningún USB, comunicó su alejamiento de la representación política al exterior del partido FP y, mostró su visión de la agenda del país para los próximos años. Sugerimos ver la entrevista que incluimos líneas abajo, por considerarla de interés nacional.

Aprovechamos para reiterar nuestra invocación por la convergencia de las fuerzas políticas pro-mercado y pro-reformas modernizantes y de mejora social. ¡Ahora o Nunca!  Lampadia  




BCR: ‘Isla de Excelencia’ pero no ‘Isla Lejana’

En general hay un buen nivel de consenso sobre la calidad del BCRP (Banco Central de Reserva del Perú) desde la promulgación de la Constitución de 1993 y de su nueva ley orgánica. Desde entonces, ha presidido una de las mayores batallas de la economía peruana, aplacar y eliminar la hiperinflación, el peor flagelo económico que generan los gobiernos ignorantes e irresponsables.

El BCRP actual es el ancla de la estabilidad macroeconómica del Perú, base de la gran recuperación de la economía y progreso social que permitió que nos alejáramos del ‘Estado Fallido’ de 1990 y que 25 años después tengamos un país con la capacidad y el potencial para llegar al desarrollo integral y la superación de la pobreza.

Muchas veces se ha calificado adecuadamente al BCRP como una ‘isla de excelencia’, pero curiosamente, en el reciente debate sobre el nombramiento de los directores del Banco por parte del Congreso, muchos personajes parecen haberse equivocado de isla y creen que el BCRP debe ser una especie de ‘isla alejada’ del país real, en el que solo se pueda respirar teorías y normas monetarias.

El personal del BCRP es altamente especializado y algo importante de entender es que su Directorio es, precisamente, su conexión con el mundo real, siempre ha necesitado y tenido, como ahora, directores de experiencias variadas, de gran capacidad profesional y personal y, con un compromiso por los temas nacionales.

En consecuencia, nuestro primer aporte a la discusión que se está desarrollando, es que el Directorio del BCRP tiene que estar absolutamente conectado al país en términos de su situación económica y social. Para ello, lo ideal, es tener directores que puedan interpretar la realidad del país sin el sesgo profesional de los economistas y menos de especialistas en teoría monetaria. Por ello, la nueva composición del directorio nos parece muy buena. Todos sus miembros son profesionales que pueden complementar sus puntos de vista con experiencias importantes, tanto en el Estado como en el mundo empresarial y académico y, con fojas de servicio muy sólidas, que solo pueden ser observadas por la segazón de la política. Además, a diferencia de otras instituciones del país, la representación del Banco la ejerce su presidente y no se tiene a los directores dando sus versiones personales.

Los siete miembros del nuevo directorio tienen cualidades sobradas para conformar un excelente equipo de trabajo que exprese la calidad del aporte de cada un de ellos. Los cuatro nombrados por el ejecutivo y los tres nombrados por el Congreso conforman un directorio de primer nivel.

Es evidente que por razones políticas se pretende ahora armar una gresca alimentada por todo tipo de comentarios sin fundamento. Elmer Cuba es un magnífico economista con vocación cívica. Rafael Rey ha probado de sobra ser una persona seria, capaz y transparente, que tiene un evidente compromiso con los temas nacionales. Es, sin lugar a dudas una persona que suma.

En el caso de José Chlimper, hasta antes del accidente del ‘audio’ tenia una foja de servicios al país impecable en sus distintos roles, como empresario, Presidente de IPAE, ministro, director del BCRP (hace cinco años) y político. Ésta puede ser contrastada por la orientación de sus ideas políticas, pero nunca por la calidad de sus actos. Para juzgar el tema del USB, un tema que él aclaró, sería interesante preguntarse ¿cuál hubiera sido la reacción mediática si José Chlimper no hubiera sido Secretario de Fuerza Popular y, más bien, hubiera sido el Secretario del Partido de Peruanos por el Kambio (PPK)? ¿Hubieran los medios esgrimido los mismos argumentos? ¿No hubieran validado su prestigio personal y dudado de la autoría de una maniobra indebida?

Los tres directores nombrados por el Congreso han entrado a la vida política, pero no como una fuente de vida y acceso a posiciones de poder, sino fundamentalmente, como actos de compromiso cívico, sin que en el proceso perdieran su naturaleza de profesionales independientes y con pensamiento crítico.

Invocamos pues, más calma y responsabilidad para opinar sobre el nuevo directorio del BCRP. Por nuestra parte, lo saludamos con entusiasmo. Lampadia