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Las incertidumbres sobre la economía global

Estamos en días futboleros, la esperanza y la alegría nos embargan, pero los tiempos no son fáciles. Hace pocos días explicamos el riesgo que significa para nosotros, tener tres autócratas como los más importantes líderes globales, Putin, Xi Jinping y Trump. (Ver en Lampadia: El ‘americano feo’ desestabiliza las relaciones económicas del mundo).

Una de las razones más importante que explica la involución de la política global, es justamente el impacto de la revolución tecnológica en los ingresos y en la productividad en los países más ricos, donde, por ignorancia o facilismo, que ha devenido en la ola populista que está destruyendo las estructuras económicas globales.

Líneas abajo compartimos el artículo, del brillante analista económico del Financial Times, Martin Wolf, que se mete de lleno en las incertidumbres alrededor de las interacciones entre tecnología, ingresos y productividad. De paso, Wolf destaca algo que en el Perú debemos aquilatar en su debida medida, la importancia del aumento de la productividad como determinante de la mejora del bienestar.  

La larga espera por el resurgimiento de la productividad

La mejora en los estándares de vida depende casi completamente de una mayor producción por trabajador.

Martin Wolf
Financial Times
12 de junio, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

“La era de las computadoras se ve en todas partes menos en las estadísticas de productividad”. Hoy podríamos repetir esta famosa declaración de 1987 de Robert Solow, el Premio Nobel que fundó la teoría moderna del crecimiento, sustituyendo “tecnología” por “computadora”.

Vivimos en una época de un cambio tecnológico emocionante, pero nuestras cuentas nacionales nos dicen que la productividad está casi estancada. ¿Es la ralentización o la innovación una ilusión? Si no, ¿qué podría explicar el enigma?

Si la ralentización es verdadera, importa. Como argumentó Paul Krugman, otro Premio Nobel: “La productividad no lo es todo, pero a la larga lo es casi todo”. Las mejoras en los niveles de vida dependen casi por completo del aumento del producto por trabajador.

La desaceleración de la productividad es una explicación importante del estancamiento de los ingresos reales y de la presión por austeridad fiscal en los países de altos ingresos. Gene Grossman de Princeton y tres coautores incluso sostienen que la marcada desaceleración en el crecimiento de los ingresos per cápita también explica la disminución de la participación del trabajo en el ingreso nacional en los países ricos.

Ningún economista ha hecho más para promover las revolucionarias implicancias de la tecnología de la información que Erik Brynjolfsson, del MIT. Sobre todo en libros con la coautoría con Andrew McAfee, también del MIT. Pero, en un interesante artículo reciente con dos coautores, él también reconoce la “paradoja de la productividad”. El documento no se aleja de la creencia en el poder transformador de los recientes avances tecnológicos, particularmente de la inteligencia artificial. Por el contrario, lo enfatiza, especialmente en el reconocimiento de imágenes traducciones. Sin embargo, admite que la desaceleración de la productividad es real.

Esto parece reflejar inversiones débiles y, sobre todo, un crecimiento decreciente de la “productividad total de factores” (PTF), una medida del producto por input de capital y de trabajo (ajustado por calidad). La PTF es una medida de innovación, de la capacidad de producir un producto más valioso con las cantidades de insumos dados. Sin innovación, la creciente prosperidad de los últimos dos siglos habría sido imposible. En verdad, la innovación, no la productividad, es casi todo.

También deberíamos centrar nuestra atención en los Estados Unidos, ya que este gran país ha estado impulsando la frontera de la innovación hacia el exterior desde finales del siglo XIX. Un estudio realizado por Nicholas Crafts de la Universidad de Warwick y Terence Mills de Loughborough muestra una disminución en el crecimiento tendencial de la PTF en EEUU desde un poco más del 1.5 % anual a principios de los años setenta hasta el 0.9 % más reciente. Otros, notablemente Robert Gordon de Northwestern University, en su obra maestra The Rise and Fall of American Growth, llegan a conclusiones similares sobre la reciente desaceleración, a partir del análisis de periodos de tiempo más largos. (Ver cuadros.)  

Una posible explicación es la mala medición. Es, y siempre ha sido, difícil medir el impacto de las nuevas tecnologías, particularmente ahora cuando muchos servicios son gratuitos y muchos se brindan, de manera invisible, desde fuera de EEUU. Sin embargo, es difícil aceptar que la medición de repente se volvió más difícil en 2005, cuando comenzó la desaceleración de la productividad en los Estados Unidos.

Además, incluso cuando se tienen en cuenta las posibles malas mediciones, en un estudio de David Byrne de la Reserva Federal y Dan Sichel de Wellesley College, el resultado es aumentar el crecimiento de la PTF en el sector tecnológico, pero disminuirlo en los demás, con efectos insignificantes en el conjunto de la economía. Una mala medición no es la explicación.

Una segunda posibilidad es que una menor competencia y la onerosa captura de rentas hayan disipado las ganancias potenciales. Así tenemos islas de innovación y gran riqueza, pero una economía débil. Varios investigadores tienen argumentos en estas líneas. Esto incluso puede ser una explicación parcial. Pero sería asombroso que solo los monopolios impidieran que las tecnologías innovadoras aporten beneficios de productividad a las economías abiertas de hoy.

Una tercera posibilidad es que las nuevas tecnologías simplemente no son lo que se dice que son, particularmente en comparación con la amplia gama de transformaciones de finales del siglo XIX y principios del siglo XX: agua potable, electricidad, motor de combustión interna, vuelo, petróleo y productos químicos.

Todo eso lo tomamos por sentado, pero cambiaron todo, a diferencia de las tecnologías recientes que pueden no haberlo hecho. La inteligencia artificial puede ser una tecnología revolucionaria de propósito general, pero, hace un siglo varias tecnologías llegaron al mismo tiempo. Una visión complementaria es que ahora el progreso es más difícil: se necesitan más investigadores para avanzar en la tecnología que antes (aunque también podemos emplear a más investigadores). 

La última posibilidad -y lo que afirma el artículo de Brynjolfsson y sus coautores- es que esta es la calma antes de una tormenta. Sostiene que la misma pausa de productividad ocurrió con la electricidad en la década de 1920. Se necesita tiempo para que nuevas tecnologías de utilidad general, transformen la economía.

Hoy, la IA está en sus primeras etapas. Pronto cambiará todo, argumentan. Esto es consistente con el hallazgo de Profs Crafts and Mills de que la performance de la productividad pasada, es un pobre predictor del desempeño futuro.

Cuando observo en la economía moderna, el peso de los sectores de servicios intensivos en mano de obra, como la salud, la educación y la atención de niños y ancianos, concluyo que la transformación tecnológica será lenta. Si estoy equivocado, será disruptivo. Por el momento, sin embargo, tenemos lo peor de ambos mundos: una disrupción significativa con casi el estancamiento de los ingresos promedio.

Aún no sabemos si el futuro será lento o disruptivo. Pero nuestras sociedades se basan en una promesa implícita de crecimiento. Si la opción es entre un menor incremento de los ingresos y el avance disruptivo, debemos esperar lo último y hacer todo lo posible para gestionar las consecuencias. Lampadia




Las vías de desarrollo del Perú

Las vías de desarrollo del Perú

El Perú, como lo indican los resultados de la primera vuelta de las elecciones, elegirá un presidente pro-mercado el 5 de junio. A pesar que la carrera política antes de las elecciones de junio será dura, la posibilidad de se hagan cambios importantes en el panorama económico ha sido aniquilada. Ambos candidatos, Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski, son partidarios de políticas de libre mercado y se espera que permanezcan en línea con el desarrollo económico del Perú que se basa en las políticas liberales.

Este potencial económico del país también se reflejó en los datos de actividad económica de febrero, que registraron una notable expansión del 6.0% respecto al mismo mes del año pasado. Además, el IPE presentó recientemente  su primera propuesta de políticas públicas sobre el crecimiento y desarrollo del país, titulado “Desarrollo Perú”, el cual propone medidas para mantener el desarrollo sostenido del país, una prioridad para asegurar el crecimiento del país y de esa forma generar mejores empleos.

Fuente: arqhys.com

El informe plantea que el progreso y la mejora del bienestar recién han sido notables desde la década de 1990, principalmente debido a la adopción de medidas de estabilización macroeconómica (por medio de un régimen cambiario más flexible, disciplina fiscal y baja deuda pública), además de reformas estructurales como la liberalización financiera, del comercio y regulaciones del mercado. Ver en Lampadia: Aumentar la productividad para acelerar el crecimiento.

Después, se analiza la productividad total de factores, que es la relación entre la producción final y los insumos o recursos utilizados en el proceso productivo. Un aumento de la productividad significa que se está produciendo más con los mismos recursos. Para ilustrar la productividad en la historia peruana, el IPE utilizó una estimación de Bruno Seminario, profesor de la Universidad del Pacífico, publicada en su último libro “El Desarrollo de la Economía Peruana en la Era Moderna”. 

Esta estimación permite observar que el principal periodo de retroceso de la productividad ocurrió entre 1975 y 1992, periodo durante el cual se sufrió la crisis de la deuda, el terrorismo y la hiperinflación. Luego de esto, la primera generación de reformas estructurales permitió el rebote de la productividad en 1993 y su crecimiento sostenido desde 2001 hasta el 2012. Así, recién en el 2006 se superó la productividad de 1975.

Según el IPE, “en los últimos 25 años, el crecimiento de la productividad peruana ha sido mayor que el del resto de la Alianza del Pacífico, y segunda en el mundo”, lo cual explica el gran crecimiento de la década pasada. Esto se puede observar en el gráfico inferior, el cual muestra un desagregado del crecimiento del Perú en los últimos 50 años, y se ve claramente que la zona gris (la productividad) es la mayor contribución al crecimiento. 

Lo más importante es notar como el crecimiento económico experimentado por el país fue compartido entre sus habitantes. Desde el año 2000, casi una cuarta parte de la población ha logrado salir de la pobreza. A lo largo del país, los hogares de menores ingresos se han beneficiado más del crecimiento que el promedio nacional.

Asimismo, la desigualdad cayó significativamente en el mismo periodo, con uno de los ritmos más rápidos de la región: 12.6% frente a un promedio regional de 5.3%. Ver en Lampadia: Confirmado: solo con crecimiento económico se supera la pobreza y Al menos 80% de la reducción de la pobreza es por el crecimiento.

El Banco Mundial también lo confirmó, afirmando que “el crecimiento económico fue el principal impulsor de la reducción de la pobreza y la desigualdad a través de un mejorado ingreso laboral más que por medio de políticas de redistribución, que solo explican 15% de la reducción de la pobreza.” Ver en Lampadia: Perú: Crecimiento disminuye la Desigualdad.

El principal componente del crecimiento de la economía es la inversión privada y, como se observa en el gráfico inferior, es mucho mayor a la pública. Sin embargo, gran parte del debate nacional se centra en esta última, cuando debería hacerlo en la privada, que ha representado (en promedio durante el periodo de 1990 – 2014) 16.3% del PBI, mientras que la pública tan solo un 4.4%. Solo en 2015, la privada fue de 19.9% y la pública de 5.8%.

Mientras que la tendencia hasta el 2012 fue al alza, hubo dos momentos claros de caídas antes del 2014. Uno fue en el 2009, fácilmente explicado por la crisis financiera mundial del mismo año. El otro fue en el 2011, año electoral de gran incertidumbre política y el desastre de la suspensión del proyecto minero Conga en Cajamarca, en el cual no sólo se perdió la inversión de US$ 4,000 millones, sino que generó un efecto domino negativo y paulatino en toda la economía peruana y fomentando el discurso anti-minero que solo ahuyenta la inversión extranjera, la cual, en casi 20 años, ha significado en promedio 4.2% del PBI.

Existe una clara relación entre la confianza empresarial y el desempeño de la inversión privada, el crecimiento y el bienestar. En los últimos años, ambos han ido cayendo, reflejando el mal manejo del gobierno. En Lampadia ya veníamos afirmando esto desde hace mucho y se ha analizado que en el 2011, coincidiendo con el inicio del gobierno de la inclusión, se han producido dos puntos de inflexión muy graves, tanto en aspectos sociales como económicos. Ver en Lampadia: En el 2011 se dio el Punto de Inflexión de nuestro Desarrollo.

Para poder retomar recuperar el crecimiento económico,el principal camino para la reducción de la pobreza, la generación de empleo y la recaudación fiscal(fuente de la acción redistributiva del Estado) es necesario hacer varias reformas estructurales. Según el IPE, los principales limitantes a la creación y desarrollo de negocios son la Ineficiencia del Estado, la rígida legislación laboral y la corrupción.

Con respecto a la Ineficiencia del Estado, uno de los temas más importantes especialmente en la coyuntura actual, se afirma que la gobernabilidad en el Perú es la más baja de la Alianza del Pacífico, y volvió a retroceder en 2014.

La segunda vuelta electoral entre Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski se presenta como una extraordinaria oportunidad para que todos vivamos una lección de civismo y un período de aprendizaje y reflexión sobre propuestas serias que nos permitan ponderar las políticas públicas que pueden terminar de llevarnos al desarrollo integral. Aquellas que necesitamos emprender para ocupar nuestro espacio entre los mejores países de la tierra. Ver en el editorial de Lampadia: El 67% de los peruanos votaron por construir sobre lo avanzado

Ambos candidatos a la segunda vuelta electoral se distinguen por ser esencialmente propositivos. Como explicamos en nuestro editorial, se nos presenta una gran oportunidad de llevar la contienda de la segunda vuelta a un nivel en que podamos tener un período de aprendizaje de los ciudadanos, si en vez de trifulcas y acusaciones mutuas, contrastamos propuestas, análisis causa-efecto de las alternativas políticas públicas y revisamos nuestra realidad sin apasionamiento político o ideológico. “Si construimos sobre lo avanzado”. Lampadia