1

El Perú no está partido en dos

El Perú no está partido en dos

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Todos hablan sin mayor análisis y reflexión sobre un país dividido en dos, y hasta irreconciliablemente así. Lastimosamente, esta confusión se ha prestado para que políticos oportunistas pretendan sembrar ideas que no reflejan el verdadero sentir de los peruanos.

Cada vez que he tenido la oportunidad de expresar mi opinión al respecto, he insistido en que la bendita polarización es producto de la coyuntura electoral, impactada por la conjunción de cuatro crisis profundas: sanitaria, económica, social y política. Estas llevaron a los ciudadanos a perder la confianza en sus líderes y la confianza en el futuro, algo muy grave en medio de una crisis tan profunda.

Los siguientes cuadros muestran que los peruanos no están polarizados en cuanto a las líneas básicas de las políticas económicas, como lo demuestra un último estudio de Datum, que también compartimos líneas abajo.

Como podemos ver en el cuadro, las políticas económicas sensatas y prevalecientes en los países más desarrollados, son preferidas por los peruanos en proporciones muy importantes.

  • En una proporción de 3 a 1 los peruanos estarían en desacuerdo en que se restrinjan las importaciones.
  • Están 4 a 1 a favor de mantener los TLCs.
  • 2 a 1 en contra del control de precios.
  • Y en cuanto a los cambios de la Constitución, el 77%, en una proporción de 4 a 1, estarían en contra de una nueva Constitución.

Esperemos que nadie pretenda imponer políticas públicas que el conjunto de la población no respalde, que además serían muy dañinas para la recuperación de los ingresos y reducción de la pobreza, y que impedirían que el Estado se dedique a mejorar la calidad de los servicios públicos, la gran falla de las últimas décadas.

En este segundo cuadro, podemos ver que en esencia los jóvenes, la tienen más clara aún.

Veamos los resultados en mayor detalle:

La encuesta de Datum también incluye una pregunta sobre los indicios de alteraciones del voto o fraude, por lo que mucha gente está reclamando que se revisen todos los votos y se establezca la verdad electoral. Datum muestra que el 65% de la población y el 72% de los jóvenes de 18 a 24 años, considera que hay indicios de fraude.

Para ver toda la encuesta abra el enlace:

https://www.lampadia.com/assets/uploads_documentos/7ca63-527-0621-op-coyuntura-junio-2021-informe-edades-.pdf

Rescatemos pues, de esta encuesta un mensaje positivo, los peruanos no estamos irremediablemente divididos. Tenemos una visión común sobre temas muy importantes para nuestro desarrollo. Lo que debemos hacer es compartir más información, tener más cercanía y recordar, que en las últimas décadas hemos sido capaces de regresar desde el octavo círculo del infierno.

Nuestro país nos da muchas capacidades para superar la pobreza y alcanzar el bienestar general. Solo necesitamos entender que todos debemos ponernos al mismo lado de la mesa, siguiendo los buenos ejemplos de los países más prósperos Lampadia




Desarrollo interruptus

Desarrollo interruptus

La ruptura de nuestro desarrollo que impidió la evolución del Perú hacia la unión y la prosperidad

EDITORIAL DE LAMPADIA
Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Después de la Guerra del Pacífico, el Perú inició un largo y continuo proceso de crecimiento económico, casi ininterrumpido, hasta que en 1968 un golpe militar instaló una dictadura de izquierdista estatista y nacionalista, que desbarató nuestro desarrollo hasta entrados los años 90.

En 1980, once años después, regresó la democracia, pero esta no supo corregir el descalabro social, económico e institucional producido por la dictadura.

Lo que es peor, tanto el gobierno de Belaunde, como el de García, mantuvieron la orientación estatista de la economía y se sumaron al pésimo manejo macroeconómico y fiscal que en los años 70 instaló la gran inflación peruana, que García llevó al extremo de 7,649% en un solo año.

Casi 30 años de malas políticas económicas provocaron ‘una ruptura tectónica de nuestro desarrollo’. Mirando el siguiente gráfico, reflexionemos un momento sobre lo que eso implica en la historia de un país.

Esta ruptura se manifestó dramáticamente desde 1973 hasta inicios de los años 90.

Una desgracia que sucedió en muy pocos países. Por cierto, no ocurrió en ninguno de nuestros vecinos. Por eso, nuestro desarrollo no es comparable con el de los otros países. Una ruptura de la vida nacional, de esa profundidad y duración, que malogró la vida de varias generaciones de peruanos, establece una carga, una cicatriz, que marca el futuro del país por mucho tiempo. Entre otros impactos, si ignoramos este trauma, podemos nublar nuestra capacidad de análisis político, social, económico e institucional sobre la realidad nacional.

Registremos algunos impactos originados por esta ruptura tectónica, que muchas veces no tenemos presente:

Caída de la inversión privada

La dictadura estatista militar, pretendió reemplazar la inversión de los peruanos en todas las actividades económicas. Se estatizaron todo tipo de empresas y se crearon monstruos burocráticos dilapidadores de recursos y creadores de corrupción.

Se destruyó la economía y todas las actividades productivas. El año 1990 estábamos todos empobrecidos, 60% de la población cayó en la pobreza; las empresas más grandes no facturaban más de US$ 600 millones anuales, mientras nuestros pares ecuatorianos vendían más de US$ 1,500 millones; y el Estado, que pretendió crecer y regular nuestra vida, el año 90 solo tuvo ingresos de 3.8% de un PBI diminuto. Hoy día nos quejamos de que los ingresos del Estado solo llegan al 14% del PBI, de un PBI S/ 546,000 millones, 3.6 veces mayor que el de 1990 (comparado en soles constantes del 2007).

Nótese que el 2011, cuando empezó el retroceso de nuestra economía de mercado, por las políticas populistas y nacionalistas, los ingresos del Estado llegaron al 21% del PBI.

Hiperinflación y destrucción de la clase media y de los servicios públicos

La hiperinflación destruyó los ingresos de la clase media tradicional, dependiente, cuyos ingresos eran fijos. Esa clase media desapareció, todos cayeron en la pobreza.

Además, tuvo efectos desastrosos en los servidores públicos, en los maestros, médicos, enfermeras y policías, gente que tenía ingresos fijos y que por lo tanto, sus fuentes de vida fueron licuadas, prácticamente desaparecidas por la inflación, sin que su efecto pudiera ser compensado por aumentos salariales.

Efectivamente, a partir de mediados de la década de 1970, la dictadura militar de Velasco y Morales Bermudez nos metió en una de las mayores inflaciones de la historia de la economía mundial. Una de las mayores en dos aspectos, por su incidencia y su duración. La hiperinflación peruana descalabró a nuestra sociedad por más de 20 años y en un solo año (1990), llegó a generar un aumento de precios de 7,482%.

Nuestros funcionarios públicos, entonces muy buenos y comprometidos en su gran mayoría, tuvieron que buscar otras fuentes de ingresos, cachuelando de cualquier forma para mantener a sus familias. El propio Estado tuvo que recortar los horarios de trabajo de maestros, médicos, enfermeras y policías, para permitirles sobrevivir.

Así se destruyó la calidad de los servicios públicos. Los trabajadores perdieron su relación de exclusividad con sus labores públicas. En escencia, nos quedamos sin servidores públicos.

El caso de los maestros es muy significativo. Sin posibilidades de tener ingresos dignos en la labor magisterial, tuvieron que recurrir a la acción gremial para arrancarle, por la fuerza, algunos aumentos al Estado. Tuvieron que politizar su acción gremial y cayeron en manos de extremistas, tan es así que hasta hoy el Sutep (en sus estatutos), adscribe a la lucha de clases en vez de tener un compromiso educativo.

Destrucción de la clase política

Se dice que Fujimori destruyó a los partidos políticos. Pero en verdad, en los 80s, durante los diez años de democracia después de la dictadura militar, Acción Popular, el Apra y los demás partidos políticos, lo hicieron muy mal en lo económico, social y en seguridad, y llegaron muy desprestigiados al año 90, donde dos personajes ajenos a la política (MVLl y AFF) se disputaron la presidencia.

Fujimori desconoció la importancia de reconstruir los partidos y ayudó a profundizar su crisis, y ya en el siglo XXI arrancamos con Toledo, otro personaje ajeno a la tradición partidaria.

Confusión de académicos, periodistas y analistas

Como indicamos líneas arriba, si no tenemos presente esta ruptura de la vida nacional en nuestro análisis político, social, económico e institucional, podemos caer en el error del inmediatismo y de plantear atajos y saltos al vacío.

En general, no somos conscientes que nuestra historia, con esa brutal ruptura de nuestra vida ciudadana, nos marca y nos limita para ver nuestra situación con perspectiva histórica y en comparación con otros países. Recuperarse de 30 años de errores graves no es fácil.

Empezamos a hacerlo desde 1993, con la nueva Constitución:

  • Que permitió el regreso de la inversión privada.
  • Que permitió eliminar la inflación, ese horrible impuesto a los pobres. Hace años tenemos una inflación que no pasa de 3% anual.
  • Que ayudó a bajar la pobreza de 60% de la población el año 90 a 20% el 2019.
  • Que permitió que recuperáramos el crecimiento de la economía. Entre 1993 y 1997 crecimos 7.5% anual, proceso que lamentablemente se interrumpió en 1998 con el innecesario corte de la cadena de pagos y la consecuente recesión, que solo superamos hacia el 2004. Luego recuperamos el crecimiento alto y sostenido superando el 6.5% anual hasta que el 2011 empezamos nuevamente con el desaliento de la inversión privada. Llegando el 2019 a un paupérrimo crecimiento de 2.16%.

Sin embargo, hasta ahora no recuperamos la calidad de los servicios públicos. Nuestras instituciones dejan mucho que desear y nuestros indicadores sociales no llegan a los niveles de desarrollo que el Perú tiene capacidad de lograr por la abundancia de nuestros recursos naturales y capacidad de trabajo y creatividad de nuestra población, que ha mostrado altos niveles de longanimidad, o perseverancia y constancia de ánimo en situaciones de adversidad. La longanimidad, a diferencia de la resiliencia, que es un concepto de la física, conlleva benignidad, clemencia y generosidad.

¿Qué pasa con los académicos, periodistas y analistas que opinan sobre la situación del Perú?

Que en buena medida nos juzgan como si nunca hubiéramos interrumpido nuestro desarrollo. No se dan cuenta que tenemos que seguir con la gesta del desarrollo continuo para cerrar las brechas económicas, sociales e institucionales, que todavía no podemos superar. No se dan cuenta que recuperar nuestro potencial productivo y de generación de empleo toma mucho tiempo. Las inversiones importantes, las de largo aliento, toman mucho tiempo en consolidarse y en sacar al país de la economía especulativa y mercantilista que se desarrollo hasta 1990.

Por eso no sorprende que varios analistas pierdan la perspectiva y nos comparen con Colombia y Chile, que nunca tuvieron que empezar de nuevo su desarrollo.

Por eso molesta que no entiendan que tenemos procesos inconclusos y que tenemos que aprender a sumar. No podemos empezar de nuevo cada cierto tiempo, tenemos que corregir y avanzar.

Esta trampa de desconectar nuestros períodos históricos va más allá de los últimos 50 años. Permítanme invocar un mejor análisis, citando al historiador Mario Arce Espinoza, director de la Biblioteca Municipal de Arequipa, cuando dice de Víctor Andrés Belaunde Diez Canseco: “Para Belaunde, el Perú es resultado de una continuidad, de un proceso que se ha gestado en el tiempo. En este territorio se han asentado culturas preincas, incaicas, sociedad colonial y la república. Todos esos sistemas de gobierno y culturas nos han enriquecido y formado la peruanidad”.

El Perú es muy grande, no nos equivoquemos con visiones parciales, y no caigamos en los mismos errores, una y otra vez. Lampadia




¿Biden o Trump?

¿Biden o Trump?

En los próximos días se decidirá quién tomará las riendas del gobierno de EEUU en los próximos 4 años, si prevalecerá el candidato republicano Donald Trump o si ascenderá el demócrata Joe Biden, dos personajes políticos totalmente antagónicos tanto en sus propuestas como en su forma de ver el mundo.

The Economist – como es costumbre días antes de las elecciones en EEUU – finalmente ha dado su veredicto, asegurando que su voto iría por Biden. Con un reciente artículo titulado “Por qué tiene que ser Biden”, el popular medio británico ataca por todos los flancos a la administración Trump, desde su constante desprecio y falta de enraizamiento con los votantes demócratas – que exacerbó un conflicto histórico en la sociedad estadounidense hacia niveles insostenibles que tuvieron como punto de ebullición la revuelta del movimiento Black Live Matters el presente año – hasta por su pésima gestión en la pandemia del covid 19, siendo EEUU un país que lo tenía todo para enfrentarla exitosamente (tecnología médica, connotados científicos, etc) pero que resaltó por estar entre los peores en el mundo.

También The Economist dedica algunos versos a su performance económico, que si bien coincidimos con que fue exitoso en un inicio por la enorme reduccion de impuestos a las ganancias e ingresos que acometió Trump – lo cual impulsó el crecimiento económico llevando al pleno empleo al país americano (ver Lampadia: Economista predice crecimiento de EEUU) – se perturba con la guerra comercial iniciada con China, la cual ha llevado al mundo a un escenario de desglobalización y contracción del comercio nunca antes visto en la historia que además difícilmente podrá ser reversado en los próximos años (ver Lampadia: El búmeran de Trump). Este último hecho al Peru, como economía pequeña y abierta, le afecta en el mediano y largo plazo a través de sus exportaciones tanto tradicionales como no tradicionales, al resentirse la demanda de ambos países y desarticularse varias de las cadenas de valor en las que nuestro país se encuentra inmerso.

Ello aunado a que Biden se muestra más receptivo con nuestra región con por ejemplo el reubicación de empresas estadounidense desde China (ver Lampadia: El ascenso de Joe Biden en EEUU), un imperativo que podría servirnos de punto de apoyo en la reactivación económica por el lado de la inversión, hace que también demos nuestro visto bueno a Biden frente a Trump.

En suma, en vísperas de la definición del ganador de las elecciones estadounidenses, consideramos que el mundo occidental necesita una renovación en su política exterior, comercial y económica. Si bien Biden coquetea con políticas económicas que pueden ser consideradas represivas desde el liberalismo clásico, al lado de Trump en el ámbito comercial y exterior, se asemeja más al ideal que creemos debería tener EEUU hacia el mundo tanto desarrollado como en vías de desarrollo, del cual nuestro país es parte. Esperaremos atentos a los resultados de estos comicios. Lampadia


Elección de EEUU
Por qué tiene que ser Biden

Donald Trump ha profanado los valores que hacen de EEUU un faro para el mundo

The Economist
29 de octubre, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

El país que eligió a Donald Trump en 2016 estaba descontento y dividido. El país al que pide reelegirlo está más descontento y más dividido. Después de casi cuatro años de su liderazgo, la política está aún más enojada de lo que estaba y el partidismo aún menos limitado. La vida cotidiana es consumida por una pandemia que ha registrado casi 230,000 muertes en medio de disputas, burlas y mentiras. Mucho de eso es obra de Trump, y su victoria del 3 de noviembre lo respaldaría todo.

Joe Biden no es una cura milagrosa para lo que aflige a EEUU. Pero es un buen hombre que devolvería la estabilidad y la cortesía a la Casa Blanca. Está equipado para comenzar la larga y difícil tarea de reconstruir un país fracturado. Por eso, si tuviéramos una votación, sería para Joe.

Rey Donald

Trump se ha quedado corto menos en su papel como jefe del gobierno de EEUU que como jefe de estado. Él y su administración pueden reclamar su parte de victorias y pérdidas políticas, al igual que las administraciones antes que ellos. Pero como guardián de los valores de EEUU, la conciencia de la nación y la voz de EEUU en el mundo, lamentablemente no ha podido estar a la altura de la tarea.

Sin el covid-19, las políticas de Trump bien podrían haberle ganado un segundo mandato. Su historial en casa incluye recortes de impuestos, desregulación y el nombramiento de jueces conservadores. Antes de la pandemia, los salarios de la cuarta parte más pobre de los trabajadores crecían un 4.7% anual. La confianza de las pequeñas empresas estuvo cerca de un pico en 30 años. Al restringir la inmigración, les dio a sus votantes lo que querían. En el extranjero, su enfoque disruptivo ha traído un cambio bienvenido. EEUU ha golpeado al Estado Islámico y ha negociado acuerdos de paz entre Israel y un trío de países musulmanes. Algunos aliados de la OTAN por fin están gastando más en defensa. El gobierno de China sabe que la Casa Blanca ahora lo reconoce como un adversario formidable.

Este recuento contiene muchas objeciones. Los recortes de impuestos fueron regresivos. Parte de la desregulación fue perjudicial, especialmente para el medio ambiente. El intento de reforma del sistema de salud ha sido un desastre. Los funcionarios de inmigración separaron cruelmente a los niños migrantes de sus padres y los límites a los nuevos participantes agotarán la vitalidad de EEUU. En los problemas difíciles, en Corea del Norte e Irán, y en traer la paz al Medio Oriente, a Trump no le ha ido mejor que a la clase dirigente de Washington a quien le encanta ridiculizar.

Sin embargo, nuestra disputa más importante con Trump es por algo más fundamental. En los últimos cuatro años, ha profanado repetidamente los valores, principios y prácticas que hicieron de EEUU un refugio para su propia gente y un faro para el mundo. Aquellos que acusan a Biden de lo mismo o peor deberían detenerse y pensar. Aquellos que desprecian despreocupadamente el acoso y las mentiras de Trump como si fueran tantos tuits ignoran el daño que ha causado.

Comienza con la cultura democrática de EEUU. La política tribal es anterior a Trump. El presentador de “The Apprentice” lo aprovechó para llevarse de la sala verde a la Casa Blanca. Sin embargo, mientras que los presidentes más recientes han considerado que el partidismo tóxico es malo para EEUU, Trump lo hizo central en su oficina. Nunca ha buscado representar a la mayoría de los estadounidenses que no votaron por él. Frente a un torrente de protestas pacíficas tras el asesinato de George Floyd, su instinto no era curar, sino representarlo como una orgía de saqueos y violencia de izquierda, parte de un patrón de avivar la tensión racial. Hoy, el 40% del electorado cree que el otro lado no solo está equivocado, sino que es malvado.

La característica más sorprendente de la presidencia de Trump es su desprecio por la verdad. Todos los políticos prevaricaron, pero su administración le ha dado a EEUU “hechos alternativos”. Nada de lo que dice Trump puede creerse, incluidas sus afirmaciones de que Biden es corrupto. Sus porristas en el Partido Republicano se sienten obligados a defenderlo a pesar de todo, como lo hicieron en un juicio político que, salvo un voto, siguió las líneas del partido.

El partidismo y la mentira socavan las normas y las instituciones. Eso puede sonar quisquilloso- a los votantes de Trump, después de todo, como su disposición a ofender. Pero el sistema estadounidense de controles y equilibrios sufre. Este presidente pide que sus oponentes sean encerrados; usa el Departamento de Justicia para llevar a cabo venganzas; conmuta las penas de simpatizantes condenados por delitos graves; le da a su familia puestos de trabajo en la Casa Blanca; y ofrece protección a gobiernos extranjeros a cambio de ensuciar a un rival. Cuando un presidente pone en duda la integridad de una elección solo porque podría ayudarlo a ganar, socava la democracia que ha jurado defender.

El partidismo y la mentira también socavan la política. Mire al covid-19. Trump tuvo la oportunidad de unir a su país en torno a una respuesta bien organizada y ganar la reelección gracias a ella, como lo han hecho otros líderes. En cambio, vio a los gobernadores demócratas como rivales o chivos expiatorios. Él amordazó y menospreció a las instituciones de clase mundial de EEUU, como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Como tantas veces, se burló de la ciencia, incluso de las máscaras. Y, incapaz de ver más allá de su propia reelección, ha seguido tergiversando la verdad evidente sobre la epidemia y sus consecuencias. EEUU tiene muchos de los mejores científicos del mundo. También tiene una de las tasas de mortalidad por covid-19 más altas del mundo.

Trump ha tratado a los aliados de EEUU con la misma mezquindad. Las alianzas magnifican la influencia de EEUU en el mundo. Los más cercanos se forjaron durante las guerras y, una vez deshechos, no se pueden volver a armar fácilmente en tiempos de paz. Cuando los países que han luchado junto a EEUU miran su liderazgo, luchan por reconocer el lugar que admiran.

Eso importa. Los estadounidenses son propensos tanto a sobrestimar como a subestimar la influencia que tienen en el mundo. El poder militar estadounidense por sí solo no puede transformar países extranjeros, como lo demostraron las largas guerras en Afganistán e Irak. Sin embargo, los ideales estadounidenses realmente sirven de ejemplo para otras democracias y para las personas que viven en estados que persiguen a sus ciudadanos. Trump cree que los ideales son para tontos. Los gobiernos de China y Rusia siempre han visto la retórica estadounidense sobre la libertad como una cobertura cínica para la creencia de que el poder es correcto. Trágicamente, bajo Trump se han confirmado sus sospechas.

Cuatro años más de un presidente históricamente malo como Trump profundizarían todos estos daños, y más. En 2016, los votantes estadounidenses no sabían a quién estaban recibiendo. Ahora lo hacen. Estarían votando por la división y mintiendo. Apoyarían el pisoteo de las normas y el encogimiento de las instituciones nacionales a feudos personales. Estarían marcando el comienzo de un cambio climático que amenaza no solo a tierras lejanas, sino también a Florida, California y el corazón de EEUU. Estarían señalando que el campeón de la libertad y la democracia para todos debería ser solo otro gran país lanzando su peso. La reelección pondría un sello democrático a todo el daño que ha hecho Trump.

Presidente Joe

Por lo tanto, el listón para que Biden sea una mejora no es alto. Lo borra fácilmente. Mucho de lo que al ala izquierda del Partido Demócrata no le gustó de él en las primarias (que es un centrista, un institucionalista, un constructor de consenso) lo convierte en un anti-Trump muy adecuado para reparar algunos de los daños de los últimos cuatro. años. Biden no podrá poner fin a la amarga animosidad que se ha estado acumulando durante décadas en Estados Unidos. Pero podría comenzar a trazar un camino hacia la reconciliación.

Aunque sus políticas están a la izquierda de las administraciones anteriores, no es un revolucionario. Su promesa de “reconstruir mejor” valdría entre 2 trillones y 3 trillones de dólares, como parte de un impulso al gasto anual de aproximadamente el 3% del PBI. Su incremento de impuestos a las empresas y los ricos sería significativo, pero no punitivo. Buscaría reconstruir la infraestructura decrépita de EEUU, dar más a la salud y la educación y permitir más inmigración. Su política de cambio climático invertiría en investigación y tecnología para impulsar el empleo. Es un administrador competente y un creyente en el proceso. Escucha los consejos de los expertos, incluso cuando son inconvenientes. Es un multilateralista: menos conflictivo que Trump, pero más propositivo.

A los republicanos vacilantes les preocupa que Biden, viejo y débil, sea un caballo de Troya para la extrema izquierda. Es cierto que el ala radical de su partido se está moviendo, pero él y Kamala Harris, su elección a la vicepresidencia, han demostrado en la campaña que pueden mantenerlo bajo control. Por lo general, se podría recomendar a los votantes que restringieran a la izquierda asegurándose de que el Senado permaneciera en manos republicanas. No esta vez. Una gran victoria para los demócratas se sumaría a la preponderancia de los centristas moderados sobre los radicales en el Congreso al incorporar a senadores como Steve Bullock en Montana o Barbara Bollier en Kansas. No vería una sacudida a la izquierda de ninguno de ellos.

Una contundente victoria demócrata también beneficiaría a los republicanos. Eso se debe a que una contienda cerrada los tentaría a adoptar tácticas divisivas y de polarización racial, un callejón sin salida en un país que se está volviendo más diverso. Como argumentan los republicanos anti-Trump, el trumpismo está moralmente en bancarrota. Su partido necesita un renacimiento. Trump debe ser rechazado rotundamente.

En esta elección, EEUU se enfrenta a una elección fatídica. Está en juego la naturaleza de su democracia. Un camino conduce a un gobierno personalizado y rebelde, dominado por un jefe de estado que desprecia la decencia y la verdad. El otro conduce a algo mejor, algo más fiel a lo que este periódico ve como los valores que originalmente hicieron de EEUU una inspiración en todo el mundo.

En su primer mandato, Trump ha sido un presidente destructivo. Comenzaría su segundo afirmado en todos sus peores instintos. Biden es su antítesis. Si fuera elegido, el éxito no estaría garantizado, ¿cómo podría ser? Pero entraría en la Casa Blanca con la promesa del regalo más preciado que las democracias pueden otorgar: la renovación. Lampadia




Las primeras políticas económicas de Alberto Fernández

Las primeras políticas económicas de Alberto Fernández

Estabilizar la economía argentina es un reto que el presidente Fernández se ha propuesto enfrentar en el plazo inmediato, sin embargo, con medidas equivocadas a nuestro parecer, dado el accionar que ha tomado en la línea de política fiscal y monetaria en el primer mes que viene gobernando.

Un reciente artículo publicado por The Economist, que compartimos líneas abajo, incide sobre cómo la administración de Fernández persiste en controles de precios que son fundamentales en la asignación de recursos en una economía como son los salarios y el tipo de cambio. Lo que es peor, en el frente monetario, se ha convenido por seguir expandiendo la oferta de dinero con la justificación de incentivar el consumo, a la vez que se utiliza para financiar el creciente déficit presupuestario.

Un país como Argentina que enrumba hacia la hiperinflación -el año pasado la inflación fue del 54% anual, la más alta en casi tres décadas – esta estrategia no haría más que consolidar un suicidio económico que propendería más indigencia y pobreza en los próximos meses.

Finalmente consideramos que en el frente fiscal también se visualizan errores de política. En vez de darle respiro a la economía de la excesiva carga fiscal de la cual es víctima, además considerada entre las más altas en el mundo, se persiste en aumentar impuestos a las exportaciones agrícolas. A la par se propone hacer frente al pago del principal adicional pedido por el gobierno de Macri al FMI – de US$ 11,000 millones – lo cual hace menos creíble el honrar la deuda pública hacia los inversionistas tenedores de bonos.

En ese sentido, persistimos que la única salida para el problema económico de Argentina es un plan de ajuste (ver Lampadia: Un análisis del plan económico de Fernández), reflejado fundamentalmente en una liberalización de precios y corte de la emisión monetaria. Si bien esto tendría un impacto negativo en el corto plazo como todo programa de shock, en el mediano y largo plazo aliviaría sobremanera a una economía que sigue enferma por la persistencia de políticas populistas en las últimas 7 décadas de su historia. Lampadia

El nuevo gobierno de Argentina se enfrenta a la economía
Los peronistas son confusos sobre sus planes a largo plazo

The Economist
18 de enero, 2020
Traducido y comentado por Lampadia

Hace un mes que Alberto Fernández asumió el cargo de Mauricio Macri como presidente de Argentina y, contrariamente a lo que se pronostica, el cielo sobre la Pampa aún no se ha derrumbado. Después de haber heredado una situación económica grave, que incluía lo que Fernández, un peronista, llamó un “incumplimiento virtual” de las deudas del país, su gobierno ha comenzado haciendo más o menos lo que dijo que haría. Adoptando casi el enfoque opuesto a su predecesor, ha presentado una política fiscal dura y una política monetaria laxa y aún no ha dicho mucho sobre cómo manejará la deuda. Los controles de cambio y precios, y la calma del verano del sur, se han combinado para comprar el tiempo del nuevo equipo. ¿Pero lo usarán sabiamente?

Intentaba ganar tiempo para reformar una economía enferma que puso a Macri en problemas. Un conservador de libre mercado, acumuló deuda para financiar un ajuste fiscal gradual hasta que los inversores se asustaron, lo que provocó una carrera por el peso y obligó al gobierno a los brazos del FMI. La economía cayó en recesión, la inflación aumentó al 54% el año pasado y Macri perdió las elecciones presidenciales. El primer objetivo del nuevo equipo, según Martín Guzmán, el ministro de economía, es “detener la caída”.

Han impulsado rápidamente un paquete de emergencia de medidas principalmente fiscales. Estos incluyen aumentos de impuestos sobre las exportaciones agrícolas y los viajes al extranjero, y una congelación de seis meses de muchos precios, salarios y pensiones. El impacto en los argentinos más pobres se ha atenuado con pagos adicionales. Según la Fundación Capital, una consultora en Buenos Aires, las medidas se suman a una restricción fiscal de alrededor del 1,5% del PBI. Si se implementan completamente, equilibrarían los libros antes de los pagos de la deuda este año.

Esto ha sido compensado por una opaca política monetaria. El banco central ha dicho que su intención es mantener tasas de interés reales positivas y evitar préstamos “excesivos” al gobierno. En la práctica, el banco está impulsando las tasas de interés hacia territorio negativo y es “la imprenta del gobierno”, como lo expresa un economista que trabajó para una administración peronista anterior. Los funcionarios piensan que esta expansión monetaria revivirá el consumo y, por lo tanto, la economía. Confían en los controles de precios para mitigar su impacto inflacionario. Los críticos creen que simplemente ampliará la brecha entre la tasa de cambio oficial de 60 pesos por dólar y la tasa de libre mercado (en 77 esta semana). Esto impulsará la inflación.

Tanto Fernández como sus funcionarios insisten en que Argentina quiere pagar sus deudas (a diferencia de 2001, cuando los peronistas aplaudieron el incumplimiento) pero que necesita más tiempo para hacerlo. Eso es ampliamente aceptado por sus acreedores. Se espera que una misión del FMI visite Buenos Aires en las próximas semanas. Guzmán, un estudioso de las crisis de la deuda sin experiencia en el mercado financiero o el gobierno, dice que quiere un acuerdo con los tenedores de bonos por $ 100,000 millones para fines de marzo.

El tiempo es la esencia. Si el gobierno se mueve rápidamente, los bonos seguirán en manos de inversionistas institucionales en lugar de fondos de buitres litigiosos, señala Héctor Torres, quien era el director de Argentina en el directorio del FMI. Con el propio FMI, el gobierno probablemente buscará un nuevo acuerdo de reserva para extender los US$ 43,000 millones que debe pagar en 2022-23. Ha evitado retirar US$ 11,000 millones pendientes del préstamo del FMI de Macri. Eso es un error, argumenta Torres, ya que el dinero podría hacer que sea más fácil llegar a un acuerdo con los tenedores de bonos. Sería arrojar dinero bueno después del malo, reconoce el nuevo equipo de gobierno.

“Estamos navegando por un pasaje estrecho”, según Guzmán. Falta una tabla para el otro lado del corredor. A menos que sean estrictamente temporales, los controles crearán grandes distorsiones del tipo que se acumuló bajo Cristina Fernández de Kirchner, la poderosa vicepresidenta, que ocupó el cargo principal de 2007 a 2015. El gobierno aún no ha vinculado sus medidas de emergencia a un plan macroeconómico. Esto puede deberse a que Fernández, un moderado pragmático, debe negociar no solo con los acreedores sino también con su vicepresidenta, una populista de izquierda.

Su postura es, pues, ambigua. Por un lado, ha subrayado acertadamente que Argentina necesita aumentar sus exportaciones, y ha pedido un consenso nacional sobre un plan a largo plazo. Por otro lado, en referencia al FMI, arremetió contra “recetas que siempre han fallado”. De hecho, siempre han fallado solo en Argentina, que siempre ha querido jugar según sus propias reglas. “El mundo, desafortunadamente, es real”, como lo expresó el escritor Jorge Luis Borges. Es tarea de Fernández persuadir a los argentinos de eso. Lampadia




Trump, Macron y la pobreza del liberalismo

Project Syndicate
22 de enero, 2019
Kishore Mahbubani
Singapur
Glosado por Lampadia

Desde DAVOS – Ningún liberal occidental discreparía en que la elección de Donald Trump fue un desastre para la sociedad norteamericana, mientras que la de Emmanuel Macron fue un triunfo para la sociedad francesa. En verdad, tal vez sea exactamente al revés, por más hereje que suene.

La primera pregunta para hacerse es por qué la gente participa en protestas callejeras violentas en París, pero no en Washington. Yo personalmente he experimentado esas protestas de París, y el olor a gas lacrimógeno en los Campos Elíseos me recordó los disturbios étnicos que me tocó vivir en Singapur en 1964. ¿Y por qué protestan los Chalecos Amarillos? Para muchos, al menos en un principio, es porque no creían que a Macron le importara, o entendiera, su padecimiento.

Macron intenta implementar una reforma macroeconómica sensata. Los incrementos propuestos en los impuestos al combustible diésel habrían reducido los déficits presupuestarios de Francia y ayudado a reducir sus emisiones de dióxido de carbono.

Su esperanza era que una posición fiscal más sólida hiciera crecer la confianza y la inversión en la economía francesa como para que el 50% inferior de la sociedad terminara beneficiándose. Pero para que la gente tolere un sufrimiento a corto plazo a cambio de un beneficio a largo plazo, debe confiar en su líder. Y Macron, al parecer, ha perdido la confianza de gran parte de ese 50% inferior.

Por el contrario, Trump conserva la confianza de la mitad inferior de la sociedad estadounidense, o al menos de la porción blanca de esa mitad. A primera vista, esto parece extraño y paradójico: el multimillonario Trump está socialmente mucho más alejado del 50% inferior que Macron de la clase media. Pero cuando Trump ataca al establishment liberal y conservador de Estados Unidos, se lo ve como si estuviera desahogando la furia de los menos acomodados hacia una elite que ha ignorado su padecimiento. Su elección, por lo tanto, puede haber tenido un efecto catártico en el 50% inferior, lo que puede explicar la falta de protestas callejeras en Washington u otras ciudades importantes de Estados Unidos.

Y estos norteamericanos tienen muchos motivos para estar furiosos. Como señal más evidente, Estados Unidos es la única sociedad desarrollada importante donde el ingreso promedio de la mitad inferior no sólo se ha estancado, sino que ha caído marcadamente, como ha documentado Danny Quah de la Universidad Nacional de Singapur. Aún más preocupante, el ingreso promedio del 1% superior de la población fue 138 veces superior al del 50% inferior en 2010, comparado con 41 veces más alto en 1980.

No existe una explicación única sobre por qué la desigualdad en Estados Unidos se ha disparado mientras que los intereses económicos del 50% inferior de la sociedad se han ignorado. Pero podemos obtener por lo menos una respuesta parcial si analizamos los dos principios de justicia que articuló el filósofo John Rawls de Harvard en su famoso libro Teoría de la justicia:

  • El primer principio enfatiza que cada persona debería tener “un derecho igual a la libertad más amplia”
  • El segundo dice que las desigualdades sociales y económicas han de ser conformadas de modo tal que sean “ventajosas para todos”.

El hecho innegable es que los liberales occidentales han enfatizado el primer principio por sobre el segundo, tanto en la teoría como en la práctica, priorizando la libertad individual y preocupándose mucho menos por la desigualdad. Creen que mientras haya elecciones y la gente pueda votar libre y equitativamente, están dadas las condiciones para una estabilidad social. Por lo tanto, se deduce que quienes fracasan económicamente lo hacen por incompetencia personal, no por las condiciones sociales.

Sin embargo, no había ninguna duda cuando China se sumó a la Organización Mundial de Comercio en 2001 de que lo que vendría después era una “destrucción creativa” en las economías desarrolladas, con los consiguientes millones de pérdidas de empleo. Las elites de esas economías –ya sea en Estados Unidos, Francia u otra parte- tenían la responsabilidad de ayudar a quienes estaban perdiendo sus empleos. Pero esa ayuda no era inminente.

La teoría macroeconómica convencional sigue siendo sólida. La política de Trump de tener déficits presupuestarios más grandes en los buenos tiempos traerá sufrimiento después, mientras que las políticas económicas de Macron terminarán dando resultados si los franceses son pacientes. Pero Macron claramente no cuenta con la confianza del 50% inferior de la sociedad, mientras que Trump sí.

Por esta razón, los liberales pueden haber cometido un error estratégico al centrar su furia en el propio Trump. Por el contrario, deberían preguntarse por qué gran parte del 50% inferior confía en él (y hasta puede reelegirlo). Y si fueran honestos, los liberales admitirían que efectivamente ellos han desilusionado a la mitad inferior de la sociedad.

Si los liberales quieren derrotar a Trump, existe un único camino: recuperar la confianza de los votantes que conforman gran parte de su base. Esto les exigirá reestructurar sus sociedades de manera que el crecimiento económico beneficie a la mitad inferior más que al 1% superior. En teoría, esto se puede lograr fácilmente. En la práctica, sin embargo, los grandes intereses creados invariablemente intentarán bloquear la reforma. La opción para los liberales es clara: pueden sentirse bien condenando a Trump, o pueden hacer el bien atacando los intereses de la elite que contribuyó a su elección.

Si los liberales pueden hacer esto último, la elección de Trump sería vista por los historiadores futuros como una llamada de atención necesaria, mientras que la de Macron simplemente creó la ilusión de que todo estaba bien. Esos historiadores luego podrían concluir que la elección de Trump, en definitiva, fue mejor para la sociedad norteamericana de lo que la de Macron fue para Francia. Lampadia




Otro planteamiento para reformar la ciencia económica

Otro planteamiento para reformar la ciencia económica

A fines del año pasado (y coincidiendo con el 500 aniversario de las Tesis de Lutero en las que desacreditaba la doctrina papal), un grupo de estudiantes y profesores de Economía de la prestigiosa London School of Economics difundió, con un gran alarde, un listado de 33 ‘tesis’ para reformar la disciplina económica.

Al igual que hizo Lutero con su manifiesto, clavándolo, según cuenta la tradición, a las puertas de la iglesia del Palacio de Wittenberg; este grupo de académicos de economía clavaron sus tesis a las puertas de esa prestigiosa universidad, celebrando posteriormente un acto en el University College de Londres, en el que explicaron y debatieron el conjunto de sus propuestas. Parlamentarios y economistas, junto a un grupo de estudiantes que forman parte de Rethinking Economics, aportan una serie de clichés llamativos sobre distintos aspectos de la economía, que, en realidad, en su gran mayoría, no aportan nada nuevo, como:

  • La economía no puede separarse de las políticas públicas
  • La distribución de la riqueza y el ingreso son fundamentales
  • La economía no está libre de juicios de valor
  • La economía no puede sobrevivir sin acoger elementos del mundo natural
  • Los recursos no renovables no son infinitos
  • La economía no puede ignorar la ecología
  • Los mercados resultan de interacciones entre organizaciones públicas y privadas
  • Las instituciones modelan los mercados
  • Las políticas económicas no son de aplicación universal
  • Las decisiones de las personas no son ‘perfectamente racionales’
  • Pequeñas diferencias de suerte o circunstancias pueden producir resultados muy diferentes para personas similares

Y así continua con verdades de Perogrullo, y hasta generalizaciones temerarias, como que los mercados muestran una tendencia a incrementar la desigualdad. Critican los conflictos vinculados a juicios de valor, pero abundan en ellos.

Para complementar el análisis de esta propuesta, ver la crítica de Jorge Baca Campodónico (ex ministro de economía), publicada en Expreso bajo el título La Reformas del Modelo Económico Neoliberal.  

Este tipo de aportes oportunistas para la presencia mediática se multiplican todos los días, aprovechando la instantánea difusión de los medios y redes, adictos a la llamada ‘sociedad del espectáculo’.

En lo que sí tienen razón los imitadores de Lutero, es en la necesidad de promover el pensamiento crítico. Justo lo que necesitamos para no dejarnos llevar por aventureros. Lampadia

33 tesis para una reforma de la disciplina de la economía

EL MUNDO SE ENFRENTA A POBREZA, DESIGUALDAD, CRISIS ECOLÓGICA E INESTABILIDAD FINANCIERA…

Rethinking Economics & The New Weather Institute
Clavado en la puerta del London School of Economics (al estilo de Martín Lutero)
12 de diciembre, 2017
Glosado por Lampadia

Nos preocupa que la economía esté haciendo mucho menos de lo que podría para proporcionar intuiciones que ayuden a resolver estos problemas. Esto sucede por tres razones:

Primero, en el seno de la economía se ha desarrollado un insano monopolio intelectual. La perspectiva neoclásica domina de modo abrumador la enseñanza, la investigación, la asesoría política y el debate público. Muchas otras perspectivas que podrían proporcionar intuiciones valiosas se marginan y excluyen. Y esto no tiene que ver con que una teoría sea mejor que otra sino con la noción de que el progreso científico sólo avanza por medio del debate. En el seno de la economía, este debate ha fenecido.

Segundo, aunque la economía neoclásica ha realizado un aporte histórico y todavía es útil, hay enormes posibilidades de mejora, debate y aprendizaje desde otras disciplinas y perspectivas.

Tercero, la corriente principal de la economía parece haberse vuelto incapaz de autocorregirse, desarrollándose más como fe que como ciencia. Con excesiva frecuencia, cuando las teorías y la evidencia llegan a entrar en conflicto, son las teorías las que se han mantenido y la evidencia la que se ha descartado.

Proponemos estas Tesis como desafío al insano monopolio intelectual de la corriente principal de la economía. Son ejemplos éstos de las fallas en las teorías de la corriente principal, de las intuiciones que tienen que ofrecer las perspectivas alternativas y de las formas en que un enfoque más pluralista puede ayudar a la economía a hacerse más eficaz y democrática. Esta es una afirmación de que es posible una mejor economía y, una invitación al debate.

FINALIDAD DE LA ECONOMÍA

1. La finalidad de la economía la ha de decidir la sociedad. Ningún objetivo de la economía puede separarse de las políticas. Los indicadores de éxito representan elecciones de políticas.

2. La distribución de la riqueza y la renta son fundamentales para la realidad económica y así deberían serlo en la teoría económica.

3. La economía no está exenta de valores y los economistas deberían mostrarse transparentes acerca de los juicios de valor que hacen. Esto se aplica especialmente a esos juicios de valor que pueden no ser visibles para un ojo inexperto. 

4. Las políticas no ‘nivelan’ el campo de juego, pero lo inclinan en una dirección. Nos hace falta una discusión más explícita de qué género de economía queremos y cómo alcanzarla.

EL MUNDO NATURAL

5. La naturaleza de la economía es que se trata de un subconjunto de la naturaleza, y de las sociedades en que surge. No existe como entidad independiente. Las instituciones sociales y los sistemas ecológicos son, por tanto, centrales y no externos a su funcionamiento.

6. La economía no puede sobrevivir o prosperar sin insumos del mundo natural, o sin los muchos sistemas de soporte vital que proporciona la naturaleza. Depende de un flujo continuo de energía y material y actúa en el seno de una biosfera de delicado equilibrio. Una teoría económica que trate el mundo natural como algo externo a su modelo no puede comprender plenamente de qué modo la degradación del mundo natural puede dañar sus propias perspectivas.

7. La economía debe reconocer que la disponibilidad de energía y recursos no renovables, no es infinita, y el uso de estas reservas altera los equilibrios de energía agregada del planeta, ocasionando consecuencias tales como los trastornos climáticos.

8. No se puede ignorar la retroalimentación entre la economía y la ecología. Ignorarla hasta la fecha ha conducido a una economía global que opera ya fuera de los umbrales de viabilidad de la ecología que la alberga, pero requiere mayor crecimiento para funcionar. Pero la economía ha de anclarse en las constricciones objetivas de la ecología del planeta.

INSTITUCIONES Y MERCADOS

9. Todos los mercados están creados y configurados por las leyes, las costumbres y las culturas y se ven influidos por lo que hacen y por lo que no hacen los gobiernos.

10. Los mercados son resultado de las interacciones entre diferentes tipos de organismos públicos y privados (además de las del sector voluntario y la sociedad civil). Habría que dedicarle más estudio al modo en que se organizan en realidad estos organismos y a la manera en que funcionan y podrían funcionar las interrelaciones entre ellas.

11. Los mercados son también más complejos y menos previsibles de lo que puede implicarse de las simples relaciones de oferta y demanda. La economía necesita una comprensión más profunda de cómo se comportan los mercados, y podría aprender de la ciencia de sistemas complejos, tal como se emplea en la física, la biología y la informática. 

12. Las instituciones dan forma a los mercados e influyen en el comportamiento de los agentes económicos. La economía debe considerar por tanto las instituciones como parte central de su modelo.

13. Puesto que diferentes enfoques económicos tienen diferentes instituciones, una política que funciona bien en una economía puede funcionar mal en otra. Por esta razón, entre muchas otras, resulta improbable que sea de ayuda proponer un conjunto universalmente aplicable de políticas económicas que se base únicamente en la teoría económica abstracta.

TRABAJO Y CAPITAL

14. Se puede mostrar que salarios, beneficios y retornos sobre activos dependen de un amplio abanico de factores, entre ellos el poder relativo de trabajadores, empresas y propietarios de activos, y no simplemente de su aporte relativo a la producción. La economía necesita una comprensión más amplia de estos factores con el fin de informar mejor sobre aquellas elecciones que afectan a la porción de renta recibida por los distintos grupos de la sociedad.

NATURALEZA DE LA TOMA DE DECISIONES

15. Error, sesgo, reconocimiento de patrones, aprendizaje, interacción social y contexto son todas influencias importantes sobre el comportamiento que no están reconocidas en la teoría económica. La corriente principal de la economía necesita, así pues, una comprensión más amplia del comportamiento humano y puede aprender de la sociología, psicología, filosofía y otras escuelas de pensamiento. 

16. La gente no es perfecta y no es posible la toma de decisiones económicas ‘perfectamente racionales’. Toda decisión económica que tenga algo que ver con el futuro implica algún grado de incertidumbre no cuantificable y requiere, por tanto, tener juicio. La corriente principal de la teoría económica y la práctica han de reconocer el papel de la incertidumbre.

DESIGUALDAD

17. En una economía de mercado, la gente que dispone de las mismas capacidades, preferencias y dotes no tiende a acabar con el mismo nivel de riqueza, sujeta sólo a una variación aleatoria. Los efectos de pequeñas diferencias en la suerte o las circunstancias pueden llevar aparejados resultados enormemente diferentes para gente semejante.

18. Los mercados muestran a menudo una tendencia a una desigualdad creciente. A su vez, las sociedades desiguales se desempeñan peor en toda una serie de indicadores de bienestar social. La corriente principal de la teoría económica podría hacer mucho más por comprender de qué modo y por qué sucede esto, y de qué forma puede evitarse.

19. La proposición según la cual a medida que un país se hace más rico, la desigualdad debe inevitablemente aumentar antes de que caiga, se ha demostrado falsa. Cualquier combinación de crecimiento del PIB y desigualdad es posible.

CRECIMIENTO DEL PIB, INNOVACIÓN Y DEUDA

20. El crecimiento es una opción política, tanto como económica. Si elegimos perseguir el ‘crecimiento’, entonces las preguntas – ‘¿crecimiento de qué, por qué, para quién, durante cuánto tiempo y cuánto es suficiente?’ – deben responderse de modo explícito o implícito.

21. La innovación no es externa a la economía, es parte inherente de la actividad económica. Nuestra comprensión del crecimiento del PIB puede mejorar si contemplamos la innovación como algo que sucede en un ecosistema en desequilibrio en constante evolución, configurado por el diseño de los mercados y por las interacciones entre todos los agentes en su seno.

22. La innovación tiene a la vez un ritmo y un rumbo. El debate sobre el ‘rumbo’ de la innovación requiere comprender la ‘finalidad’ del diseño de políticas.

23. La deuda privada también influye profundamente en el ritmo con que crece la economía, y sin embargo queda excluida de la teoría económica. La creación de deuda se suma a la demanda financiada por el crédito, y afecta tanto a los mercados de bienes como al de activos. No se pueden separar las finanzas y la economía.

DINERO, BANCOS Y CRISIS

24. La mayoría de la nueva moneda que circula en la economía la crean los bancos comerciales cada vez que realizan un nuevo préstamo.

25. La forma en que se crea el dinero afecta a la distribución de la riqueza en el seno de la sociedad. Por consiguiente, el método de creación del dinero debería entenderse como una cuestión política, no simplemente técnica.

26. Puesto que los bancos crean dinero y deuda, son agentes importantes en la economía. Y se les debería incluir en los modelos macroeconómicos. Los modelos económicos que no incluyen a los bancos no podrán predecir las crisis bancarias. 

27. La economía necesita una comprensión mejor de cómo se pueden crear internamente la inestabilidad y las crisis en el seno de los mercados, en lugar de tratarlas como ‘shocks’ que afectan a los mercados desde fuera.

28. La financiación tiene dos dimensiones: las finanzas cortoplacistas y especulativas, y el financiamiento la economía real. Los dos problemas han de estudiarse conjuntamente.

ENSEÑANZA DE LA ECONOMÍA

29. Una buena formación en economía tiene que ofrecer una pluralidad de enfoques teóricos a sus estudiantes. Ello debería incluir no sólo la historia y filosofía del pensamiento económico sino también un amplio abanico de perspectivas actuales, tales como las institucionales, austriacas, marxistas, pos-keynesianas, feministas, ecologistas, y complejidad.

30. La economía misma no debería ser un monopolio. Los cursos interdisciplinarios son claves para comprender las realidades económicas de las crisis financieras, la pobreza y el cambio climático. La política, la sociología, la psicología y las ciencias ambientales deben integrarse, por tanto, en el programa académico, sin que se las trate como adiciones inferiores a la teoría económica existente.

31. No debería enseñarse economía como un estudio neutral en valores de modelos e individuos. Los economistas tienen que estar versados en ética y política, así como ser capaces de involucrarse de modo significativo con la opinión pública.

32. Concentrarse abrumadoramente en la estadística y los modelos cuantitativos puede acabar cegando a los economistas frente a otras formas de pensar. Habría que apoyar a los estudiantes para explorar otros enfoques metodológicos, entre ellos la investigación cualitativa, la entrevista, el trabajo de campo y la argumentación teórica.

33. Por encima de todo, la economía ha de hacer más por alentar el pensamiento crítico y no premiar simplemente la memorización de teorías y la aplicación práctica de modelos. Hay que animar a los estudiantes a comparar, contrastar y combinar teorías, y a aplicarlas críticamente a estudios en profundidad del mundo real. Lampadia




Brasil: Del Cielo al infierno en la vida del PT

Brasil: Del Cielo al infierno en la vida del PT

Comentario de Lampadia

Cuando Lula accedió al poder liderando al PT (Partido de los Trabajadores) después de tres intentos, logró amainar la desconfianza nombrando funcionarios reputados y predecibles en el ministerio de Finanzas y en el Banco Central. Luego de la mano del súper ciclo de los commodities corrió la ola de la abundancia hasta convertirse en lo que Tim O’Neill, de Goldman Sachs, llamó los BRIC (Brasil, Rusia, India y China), a los que luego se agregó Sudáfrica (BRICS). 

De ellos solo siguen en pie India y China (BRICS). Brasil pensó que había llegado al Olimpo y que solo tenía que regalar más dinero a los pobres en un asistencialismo desenfrenado (ver en Lampadia: Luces y sombras de la visita de Lula al Perú). La verdad es que Brasil cayó en importantes desbalances económicos que se hicieron insostenibles por el cambio en las condiciones de la economía global, en una soberbia desmedida y en circuitos de corrupción que terminaron por arrasar toda la confianza de los brasileños, que así pasaron rápidamente del Cielo al conocido infierno de las políticas económicas del empobrecimiento.

Curiosamente, contrario a los días de su inauguración, el gobierno del PT, se juega sus últimas cartas de la mano de nombramientos que solo acrecientan, esta vez, la desconfianza en la recuperación de su economía. Ver el siguiente artículo de The Economist sobre la renuncia del Ministro de Finanzas. Lampadia

La preocupante renuncia de Levy, Ministro de Finanzas

The Economist

Diciembre, 2015

Traducido y Glosado por Lampadia

Cuando Levy (a la izquierda de la foto) tomó el ministerio de finanzas hace un año, se enfrentaba a un reto imposible. Tenía que cerrar un enorme déficit presupuestal, evitar la perdida del rating de grado de inversión y revertir el fuerte intervencionismo en la economía que practicó su jefe, Dilma Rousseff, durante su primer período como presidente (2011 – 2014). Para hacer las cosas más difíciles, Brasil estaba cayendo en la peor recesión en décadas. Un inmenso escándalo de coimas destruyó la credibilidad del partido de gobierno, el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT). La aprobación de Rousseff ha caído desde entonces a un solo dígito y enfrenta un proceso de destitución por romper las leyes de la contabilidad presupuestaria. Muchos otros ministros hubieran tirado la toalla mucho antes, pero Levy duró hasta este diciembre, cuando renunció y fue reemplazado por Nelson Barbosa (a la derecha de la foto).

Este cambio puede convertir una situación terrible en algo aún peor. Sugiere que Levy habría perdido la discusión interna en el gobierno sobre si la austeridad es la cura para la enferma economía brasileña, y la perdió, no porque el remedio era malo, sino porque era políticamente inmanejable.

Levy y su equipo hicieron ‘todo lo que se les pidió’, le dijo a un periodista horas antes de hacer pública su renuncia. Sería más cierto decir que trató valientemente, pero falló. Apodado ‘manos de tijeras’ después de su primer puesto como oficial del tesoro entre 2003 y 2006, se las arregló para cortar gastos discrecionales en 2015 por 70,000 millones de reales (unos US$ 18 mil millones). Sin embargo, sin la cooperación del Congreso, que no tiene ningún interés de ayudar a un presidente poco popular, solo pudo hacer poco con el 90% del gasto. El pasado 16 de diciembre, Fitch fue la segunda agencia de crédito en degradar la deuda brasileña a la categoría de ‘basura’.

La tarea de Levy se hizo más dura con la recesión, pues se espera que en 2015 el PBI caiga en 3.5%, colapsando los ingresos tributarios. El déficit presupuestal pasará de un altísimo 6.5% del año pasado a uno aún mayor de 9.5% para el 2015. Levy argumentó que sólo con un programa de austeridad se podía recuperar la confianza de los inversionistas, controlar la inflación y evitar alzas adicionales de los tipos de interés.

Rousseff solo le creía a medias. Su compromiso con la austeridad se debilitó más por el avance de la propuesta de destitución de su mandato en el Congreso en diciembre. Para sobrevivir tiene que coquetear con el ala izquierda de su base, que imputa las políticas de Levy como neoliberales descorazonadas y que exigen más gasto fiscal para impulsar la economía. 

Esto explica la opción por Barbosa. A pesar de que él dejó el primer gobierno de Rousseff en 2013 y se volvió crítico del gasto descontrolado, y de su ocultamiento, se le ve más manejable que su antecesor. Él fue instrumental en la formulación de una nueva matriz económica de estímulos monetarios y fiscales diseñados para reiniciar el crecimiento después de la crisis financiera global. Rousseff la adoptó durante su primer mandato, pero la llevó más allá de lo previsto. Barbosa también promovió una propuesta desastrosa para el presupuesto del 2016 que incorporaba un alto déficit fiscal primario (antes del pago de intereses), que gatilló la degradación del rating del crédito brasileño por Standard & Poor’s en setiembre pasado. La propuesta fue cambiada posteriormente a instancias de Levy, pero ya no se pudo reversar la degradación crediticia.

Ahora que Barbosa tiene el cargo de Levy, promete continuar sus políticas: “Nuestro mayor reto es fiscal”, indicó en una conferencia de prensa luego de su nombramiento. Los mercados no están tan seguros. Tanto el real como la bolsa de Sao Paulo cayeron con la noticia de la renuncia de Levy.

Incluso si Barbosa es sincero, las reformas fiscales son improbables hasta que el drama de la destitución se supere en los próximos meses. La prioridad uno, dos y tres es derrotar contundentemente la propuesta de destitución, dice un congresista del PT. Efectivamente, la propuesta ha servido como un tónico para los desmoralizados seguidores de Rousseff. Por primera vez en el 2015, las demostraciones públicas a favor del gobierno fueron mayores que las de los opositores. Solo después de derrotar a los ‘hambrientos por un golpe’, dicen los seguidores del PT, puede el gobierno volver a enfrentar el déficit fiscal y a gobernar el país, acompañado con un reenergizado base Congreso.

La pregunta es si Rousseff tendrá la energía para superar los problemas fiscales de Brasil, o si será arrastrada a mayores grados de irresponsabilidad. Los augurios no son promisorios. El nombramiento de Barbosa parece un intento de mediar entre la ortodoxia de Levy y las demandas de las bases izquierdistas. No parece tener más probabilidades de éxito que las anteriores maquinaciones fallidas de la presidenta. L