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¿Tiempo pasado fue mejor?

Jaime Spak
Para Lampadia

El año en que nací la población de Perú era solo de 7.6 millones de habitantes, la esperanza de vida al nacer era solo de 43 años, y la población mundial llegaba a los 3,000 millones.

La vida en el Perú en la década de los 60 fue tranquila, pero siempre con los avatares de conflictos políticos.

En las elecciones de 1962, un golpe militar impidió el ascenso al poder del Apra.

El 18 de Julio de ese año, se depuso al presidente Prado, se le envió al frontón y unos días después se fue a Paris a residir.

Querían evitar que Víctor Raúl Haya de la Torre asuma el poder, sin embargo, quien dirigió el golpe, el general Pérez Godoy resulto peor que la enfermedad.

Teóricamente el gobierno militar iba a durar solo un año, pero a los pocos meses, Pérez Godoy fue derrocado por Nicolas Lynch, y se realizaron nuevas elecciones en el mes de junio de 1963, saliendo elegido Fernando Belaunde.

Les hago este recuento pues en la década del 50 el PBI creció a un promedio de 5.2% y en la década del 60 el crecimiento fue mayor, llegando a casi el 6%.

Es decir, con poca población y con un crecimiento sostenido, la clase media peruana creció y fuimos testigos de un país mejor alimentado y con mejor educación.

El aumento de la población ha ido en proporción inversa a la calidad de nuestros políticos.

Cuando éramos menos peruanos, los políticos eran de gran calidad, ahora que tenemos una población cuatro veces mayor, la calidad de los políticos es diez veces peor.

¿Podemos comparar a políticos como Haya de la Torre, Belaunde, Prialé, Bedoya, Cornejo Chávez, del Prado, Barrantes con Cerrón, Bermejo, Bellido, Pasión Dávila, ¿y tantos otros que están procesados o fugados?

Imposible, no resiste el menor análisis.

A partir del golpe de Velasco, se inició la gran crisis en el Perú.

De no haber existido el golpe de Velasco, el Perú hubiera seguido creciendo.

Haciendo una analogía deportiva, la clasificación del Perú al mundial de México 70, se logró pues se conjugaron varios factores.

Jugadores bien alimentados, estabilidad económica, dirigentes capaces y un comando técnico de primer nivel que lograron el objetivo, a pesar que en el grupo estaba una potencia mundial como Argentina.

Los políticos de aquella época de todas las tendencias eran personas respetadas, inteligentes y honestas.

Si nos saltamos a la garrocha 55 años, nos encontramos con la terrible crisis que vivimos a partir del 2016 con el gobierno de PPK.

En estos 55 años, nuestra memoria nos indica que hemos vivido de crisis en crisis.

Hemos sobrevivido, a uno de los grupos terroristas más salvaje de la historia, y a un primer gobierno de García que fue el peor de la historia republicana.

Salvo el primer gobierno de Fujimori, donde gracias a una decisión política se luchó frontalmente con la hiperinflación y el terrorismo, los demás gobiernos incluyendo el segundo de García estuvieron plagados de corrupción.

Cuando menciono al primer gobierno de García, como el peor de la historia, no puedo dejar de mencionar el catastrófico gobierno de Castillo.

Tiene el triste récord de ser el segundo peor.

Y lo es porque duro poco.

En solo 17 meses, desfilaron los ministros más mediocres que uno se puede imaginar.

Nos ha dejado la herencia de gente lumpen en el congreso.

Pero lo peor es que este seudo profesor, ingreso sin ningún plan de gobierno y solo con las garras afiladas para esquilmar al estado.

Lo que nos estamos enterando ahora y lo que seguirá saliendo a luz en las próximas semanas, nos seguirá poniendo los pelos de punta.

Entonces regresamos a la pregunta de este artículo:

¿El tiempo pasado fue mejor?

La respuesta es contundente, por supuesto que sí.

Tenemos un congreso podrido, donde salvo honrosas excepciones la gran mayoría no tiene la menor intención de legislar en favor del Perú, sino en favor de sus mezquinos intereses.

El escándalo de los mocha sueldos debe de ser analizado a profundidad.

Los mediocres congresistas han contratado a gente con la condición que les retribuyan el 10% de los sueldos y el 50% de los bonos que reciben por escolaridad, por gratificación, etc.

Eso nunca se había visto.

Es probable que antes esto se veía de una manera esporádica, pero ahora es común.

En los pasillos del congreso todos son testigos que esto es común.

Ya hemos tocado fondo.

Debemos de rescatar los valores del pasado.

Es urgente.

Lo único que esperamos es que el tiempo que se quede en el poder Dina Boluarte, no caiga en la tentación de hacer cosas turbias.

Tenemos buenos ministros y como lo exprese en una columna anterior, la presidente tiene una oportunidad de oro de incentivar la inversión privada, para que podamos decir que estamos regresando por el camino del bienestar. Lampadia




Los cadáveres del Cusco

Fausto Salinas Lovón
Para Lampadia

Todas las ciudades tienen cadáveres urbanos que yacen en medio de ellas, inertes, mudos testigos de la inepcia estatal, de la angurria privada, de la corrupción o simplemente de la estupidez.

La ciudad del Cusco, no es la excepción. Al contrario, debe ser una de las ciudades que más cadáveres urbanos tiene y que, año a año agrega más a su larga lista.

  • En la década de los 80´s el grupo León Rupp adquirió una céntrica propiedad, a tres cuadras de la Plaza de Armas, para instalar un hotel más de su cadena. La quiebra de ese grupo y la desgracia de León Rupp convirtieron esa instalación en el primer cadáver urbano del Cusco. Hoy, 40 años después, la edificación a medio construir y los fierros corroídos siguen ahí yacentes, en manos de otro grupo económico, afeando el paisaje urbano.
  • A finales de los 90s, la Sociedad de Beneficencia Pública del Cusco concesionó el Hotel de Turistas del Cusco, la mejor instalación hotelera de la ciudad a una subsidiaria del grupo Consettur, el monopolio que controla el ascenso vehicular a Machupicchu. Más de dos décadas después ese hotel no existe, sus instalaciones han sido destruidas y sus ambientes del primer nivel, en el mejor de los casos sirven para fiestas informales o ferias de poca monta. La ambición de empresarios sin conocimientos hoteleros de alta gama y la incapacidad de funcionarios locales y alcaldes, exhiben este otro cadáver urbano a una cuadra de la Plaza de Armas.

Este siglo, dos proyectos se vislumbraban como señales alentadoras de las inversiones en la ciudad. Un hotel que iba a ser operado bajo la marca de la cadena Sheraton, en la Calle Saphy y un Centro Comercial del grupo Aventura Mall en las áreas no utilizadas de la Estación Ferroviaria de Wanchaq, en el borde sur del Centro Histórico de la ciudad. La impericia de los constructores del primer proyecto los llevó a un entredicho con las autoridades culturales y municipales, que no se resuelve hasta el día de hoy, ni modificando el proyecto, ni demoliendo lo edificado. La construcción, a medias, yace cubierta por arpilleras a dos cuadras de la Plaza de Armas de la ciudad.

Durante el Gobierno de Ollanta Humala, el primer abanderado de la izquierda nacional de este Siglo, se demolió el centenario Hospital Antonio Lorena, para edificar en su lugar uno nuevo. La obra fue encomendada a una de las empresas patrocinadas por Lula desde el Cartel de Sao Paolo, la Constructora OAS, cuyos ejecutivos han declarado ante los jueces que pagaron coimas a las autoridades del partido de Humala para recibir la obra. La construcción quedó a medias desde el 2015 y hoy es un esperpento urbano que ninguno de los gobernadores regionales que han sucedido ha tenido la capacidad de resolver. Los pacientes de ese hospital, llamado “Hospital de los Pobres”, se atienden en unas barracas provisionales, esperando que algún día el Hospital vuelva a atender.

En las últimas gestiones descentralizadas, la Municipalidad del Cusco, sin razón ni sentido de prioridad, desmanteló la centenaria Avenida Pardo para remodelarla. El alcalde Boluarte, apreciado amigo, pero mal gestor, ya se fue y dejó la obra inconclusa, estrangulando la circulación en el centro de la ciudad que tenía a esa Avenida como un paso obligado.

El Gobernador Regional Benavente, tan cercano a Vizcarra, Sagasti y Castillo, rápido en felicitar la elección del corrupto sindicalista de Chota, terminó su gestión dejando paralizada, ralentizada por lo menos, la Vía Expresa que conduce al Aeropuerto de la ciudad. Dejó el cadáver urbano en la entrada de la ciudad, para que los visitantes y turistas sean testigos de la inepcia estatal regional.

Lamentablemente, no son los únicos cadáveres que exhibe el Cusco.

El antiguo local del Festival de la Cerveza Cusqueña, tal vez el terreno más grande del centro de la ciudad, yace también allí inerte. Una mitad fue adquirida con visión y buen criterio por Ricardo Ruiz Caro para edificar el Museo del Tahuantinsuyo. Sus sucesores, encarpetaron el proyecto y el local está abandonado, para usos marginales. La otra mitad fue adquirida por una de las empresas del minero cusqueño Guido Del Castillo Echegaray. A su muerte, es un terreno más sin uso ni destino.

Machupicchu, la joya del turismo nacional, si sus autoridades, la burocracia cultural y los ciudadanos no cambian de actitud, puede ser el próximo cadáver regional, asesinado por mano propia. (Ver La muerte de Machupicchu en Lampadia).

Felizmente la Maravilla del Mundo se resiste a morir. Su majestuosidad aún opaca las vicisitudes que el turista pasa para llegar a visitarla, pero cada vez es más difícil esconder un modelo de gestión deficiente y un entorno que se precariza a diario.

El Aeropuerto Velasco Astete será el próximo cadáver urbano si se permite su cierre para entregar todo el monopolio del acceso aéreo a un solo operador en el nuevo Aeropuerto de Chinchero, que no tiene nuevas vías de acceso a la ciudad. Dejará de ser una alternativa para conectar el Cusco al mundo y será, como los otros cadáveres urbanos, un bodrio urbano lleno de locales públicos, testigo de la voracidad de burócratas y empresarios que lotizarán en mil pedazos el actual aeropuerto, dejarán algunas macetas para hacernos creer que lo convirtieron en un parque y desconectarán el Cusco del mundo, a vista y paciencia de todos.

Una ciudad que fabrica cadáveres urbanos no es un imperio (como creen muchos políticos e intelectuales cusqueños), es una ciudad sin futuro. Puede estar orgullosa hasta el hartazgo de su pasado, pero es una ciudad sin futuro e incluso, sin presente.

Felizmente, a diferencia de los cadáveres humanos que no resucitan, los cadáveres urbanos pueden convertirse en obras, oportunidades, empleos, inversiones, progreso y futuro si las autoridades no cobran coimas para resucitarlos, si los agitadores no los convierten en blanco de sus protestas y si los empresarios ven en ellas oportunidades para hacer negocios y generar oportunidades y no para el saqueo mercantilista que asfixia nuestro país, de Tacna a Tumbes.

El Cusco, mejor dicho, los cusqueños, que están prestos a celebrar su día jubilar, en lugar de entonar himnos y consignas, en lugar de danzar y beber, en lugar de protestar y oponerse, deberíamos reflexionar cómo es que nos estamos convirtiendo en el más grande cementerio urbano del país y qué debemos hacer para cambiar. Este me parece el mejor homenaje a la ciudad. Lampadia




“Narrativa” y “Etiqueta”, la estrategia

Por: José Luis Gil
Peú21, 8 de Junio del 2023

Ellos no apuestan por la democracia para dirigir un país, sino, por la conspiración, la manipulación, el control y hasta el abuso.

En los últimos 30 años, la estrategia del uso de la “narrativa” (historias ficticias) o el “etiquetado” (apodo o nombre agraviante para el adversario) por parte de la izquierda radical y la progresía, ha sido tan potente, eficaz y devastador, que lograron traerse abajo gobiernos y acceder a la presidencia sin haber ganado elecciones como el caso de Sagasti, o con el uso de las traiciones como el caso de Vizcarra. Además, no debemos olvidar la manera flagrante de relativizar los crímenes de su aliada política Susana Villarán o Fernandini, entre otros. O el silencio sepulcral cuando se trata de corruptos de izquierda de los gobiernos regionales o municipales. Y es aquí donde entran a tallar la “narrativas”, las “etiquetas”, porque el ruido y el odio que generan, son suficientes para ocultar sus corruptelas o desastres políticos.

El bloqueo de partidos políticos como el Apra o el fujimorismo, “etiquetándolos” como “organizaciones criminales” con el único propósito de sabotear el legítimo derecho que tiene de participar en elecciones libres es una muestra de la “narrativa”. Esto no significa que no se hayan cometido actos de corrupción, no; se trata del “arte” que tienen de convertir presuntos delitos individuales, en acciones criminales colectivas. A la luz de la incapacidad de los fiscales de probar sus acusaciones, van quedando más dudas que certezas sobre los monstruos que se pretendieron presentar ante la población, y que hoy no pueden lograr ni una sola condena. Las fuertes sospechas sobre el sesgo ideológico de fiscales comprometidos construyen hoy una certeza con poco espacio para rebatirla.

La maquinaria comunicacional que pusieron en marcha impregnó en la mente de muchos ciudadanos, frases como “aprofujimontesinismo”, o “fujiaprismo”, “fujicerronismo”, “terruqueo” (creado por RMP y AAR), “facho”, “ultraderecha” y hasta “Dina asesina”, logrando una permanente actitud hostil y violenta de la población, para conducirlos a una toma del poder de facto. Está claro, pues, que ellos no apuestan por la democracia para dirigir un país, sino, por la conspiración, la manipulación, el control y hasta el abuso. No pasarán.

Finalmente, usar la palabra “facho” para atacar a los contrincantes, demuestra carencia de argumentos y una supina ignorancia respecto a las características del fascismo cuya naturaleza es totalmente contraria a las ideas de libertad. No permitamos que las “narrativas” aplasten el espíritu de los libertarios, de todas las tendencias democráticas no proterrorista ni de radicales de izquierda. Hagamos un gran frente de unidad y reconstruyamos el país, con historias reales, con respeto y con decencia. Sí se puede.




La OCDE, una vez más

Por: Maite Vizcarra
El Comercio, 8 de Junio del 2023

“El Perú, el gobierno de Dina Boluarte y los sucesivos gobiernos que han de venir, deben trazar acciones de acuerdo con esa sucesión de metas y tareas que, si bien recaen en el ámbito de los actores públicos, requieren de un ‘partnership’ potente con el sector privado”.

El Perú ratificó ayer su voluntad de continuar el proceso para ser parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). La entrega de un memorándum expresando tal interés fue calificado por el presidente del Consejo de Ministros, Alberto Otárola, como un hecho histórico para la gobernabilidad peruana, dado que nuestro país se encauzará en una serie de esfuerzos institucionales que demandarán decisiones a nivel de gobierno que –siendo optimistas– le permitirán al país definir un rumbo de futuro más claro, pese a todo.

En concreto, ¿cómo podría beneficiar a la gente de a pie el ingreso a ese club de campeones de la prosperidad? Si miramos a los países latinoamericanos que lograron su admisión –Chile, Costa Rica, Colombia y México– se constata que esas naciones se caracterizan por una institucionalidad –un mix de reglas, consensos e instrumentos– moderna, que echa mano de la innovación digital para mejorar la vida de los ciudadanos, siendo ellos el centro de cualquier tipo de política pública. Incluyendo las de carácter económico, obviamente.

De ahí que, entre las acciones que el país debe empezar a desplegar pronto, se encuentren las de digitalización, gobernabilidad, crecimiento inclusivo, comercio exterior abierto, entre otras. Hay que destacar que, para todo efecto práctico, haber ratificado la voluntad de ser parte de la OCDE, con todos los ajustes que ello implique, nos da cierta certeza que definitivamente es del agrado de ‘tirios y troyanos’.

¿Y cómo se concreta el logro de tremendo reto? Tal y como se suele hacer en cualquier tipo de proyecto de alta envergadura, la palabra clave aquí es “hoja de ruta”. Esto quiere decir que el Perú, el gobierno de Dina Boluarte y los sucesivos gobiernos que han de venir, deben trazar acciones de acuerdo con esa sucesión de metas y tareas que, si bien recaen en el ámbito de los actores públicos, requieren de un ‘partnership’ potente con el sector privado.

En promedio, los países latinoamericanos que lograron esta meta lo hicieron en un lapso de entre tres y siete años. En ese tiempo, lo que la OCDE le solicita al equipo aspirante es que muestre su estrategia desplegada en hitos temporales, una hoja de ruta para consolidar su pase. El proceso de adhesión supone una reingeniería profunda que, si bien no garantiza nuestro ingreso al club, sí puede ayudarnos fuertemente a volver a poner la mira en lo realmente importante.

Y es que ingresar al club de la prosperidad supone también suscribir ciertas premisas. Por ejemplo, los países seleccionados hablan de un “crecimiento compartido” que supone armonizar el aporte y los roles entre el sector público y el privado. Eso implica reconocer que le corresponde al Estado un rol promotor –tipo un “inversionista ángel”–, mientras que al privado le correspondería uno de emprendedor.

Cabe aquí preguntarse quién y cómo se gestionará la mencionada hoja de ruta. Todo parece indicar que nuestro reingreso al cauce de la OCDE va a requerir de un ‘campeón’ que pueda coordinar eficientemente entre el sector público –que se ha mantenido ralentizado– y el privado –que ha venido avanzando–, poniendo el énfasis en lograr más acciones efectivas usando más digitalización, por ejemplo.

Tal vez por ello ese ‘champion’ debería ser también una entidad del sector privado que aglutine a emprendedores –individuales o colectivos– y cuente con un claro norte apuntando hacia el futuro.




Una impostura del siglo XXI

Alejandro Deustua
7 de junio de 2023
Para Lampadia

Entre agosto de 2000 y mayo de 2023 cuando los presidentes del Brasil convocaron a sendas cumbres presidenciales suramericanas, el sistema internacional había transitado del escenario unipolar hacia otro de multipolaridad indefinida mientras el consenso liberal sobre órdenes democrático-representativo y economías de mercado retrocedía allí donde éste se había arraigado. Esos cambios no han sido extraños a los regímenes de cooperación política y económica en Suramérica.

Salvo el incierto proceso abierto en la cumbre de Brasilia de mayo último, todos los mecanismos de cooperación regionales de ese período (la Comunidad Suramericana de Naciones, el UNASUR -que involucró un Consejo de Defensa Suramericano-) y PROSUR han fracasado.

Ello ha ocurrido a pesar de la precaria subsistencia de organismos de integración (la Comunidad Andina, el Mercosur, la Alianza del Pacífico) caracterizados por su mala performance (comercio intrarregional por debajo del 10%), mucha normativa (el caso de los dos primeros) y hasta sabotaje ejercido por sus propios miembros (México y Colombia en el caso de la Alianza).

¿A qué se debe el fracaso progresivo de la cooperación plurilateral suramericana y la reiteración en ese empeño con parámetros de probada falta de éxito?

Probablemente a que el interés nacional en ese tipo de cooperación no sea en este siglo tan intenso como se declara, a la subordinación del mismo a la tradición bilateral, a las estridencias de la diplomacia declarativa siempre predispuesta a la “gran estrategia” carente de voluntad y poder para llevarla a cabo y a características sui generis de los Estados suramericanos.

Entre estas últimas sobresalen la inconsistencia de los Estados suramericanos en la realización de intereses proclamados y a la prevalencia del interés interno sobre el externo. Y, por tanto, al predominio del capricho de gobiernos débiles y volátiles sobre los requerimientos del Estado, así como a ciertas perversidades como la irracionalidad ideológica y la corrupción.

De este último caso ha sido víctima el promisorio programa de integración física concertado en la primera cumbre suramericana del 2000: el IIRSA. A pesar del concurso del financiamiento multilateral ese programa fue absorbido por instrumentos intensivos en corrupción organizada en entidades estatales (el Bndes brasileño, p.e.) por autoridades y empresas locales que terminaron derruyendo gobiernos (el clamoroso caso del Perú). Sobre el particular es inaceptable que, mientras ex-presidentes peruanos están en la cárcel por ello, la matriz brasileña de corrupción que tuvo como jefe político al actual promotor de una nueva experiencia de cooperación regional, no haya dado siquiera las explicaciones del caso.

De otro lado, la irracionalidad ideológica y su predisposición hegemónica (el socialismo del siglo XXI) se ha mostrado en todo su esplendor en el caso de UNASUR. Establecido en 2008 a iniciativa de presidentes democráticos liberales, el UNASUR fue contundentemente absorbido por la influencia política de Chávez y potenciada por alianzas de vocación confrontacional e intervencionista al punto de promover la suspensión de la participación de Perú, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay en 2018 (luego se agregarían Ecuador y Uruguay en 2019 y 2020).

El retorno de Brasil y Colombia a esos fueros es hoy sólo convergente con el inaceptable intento de legitimación de Maduro por el anfitrión Lula y la increíble pretensión del presidente brasileño de alterar la realidad de la dictadura venezolana describiéndola como una falsa narrativa fabricada por terceros.

En este punto Lula se ha disociado de la evidencia. Es decir, de las acusaciones de crímenes contra la humanidad imputados por órganos de la ONU al gobierno de Maduro, del desconocimiento de las elecciones venezolanas del 2019 por la OEA y el Grupo de Lima, de la destrucción de la economía venezolana (una contracción de 75% del PBI entre 2014 y 2020) y de la emigración de 7 millones de sus ciudadanos que dan cuenta de ello.

Esa claudicación (frente a la cual la delegación del Perú guardó silencio) muestra la clamorosa carencia de valores compartidos reales dentro del UNASAUR. Y también la vigencia de intereses contradictorios: su propósito de mayor democracia y autonomía, sólo ha logrado economías de dependencia diversificada a la que China -un socio buscado y preferido- ha contribuido notablemente.

Luego de esa experiencia bufa, PROSUR, que pretendió en 2019 reemplazar al UNASUR, no fue sino un último estertor de la experiencia cooperativa regional cuya ofrenda folclórica proporción el RUNASUR.

Quebrado el consenso liberal en la región y arraigada una nueva ola populista en el área, al amparo del interés brasileño de organizar el espacio suramericano a su manera como base de su proyección externa (práctica funcional al intento de mediación en el conflicto de Ucrania y en la potenciación de los BRICS), la reciente cumbre de Brasilia ha prescindido de toda referencia a las nociones del mercado libre en economía y de representatividad en la democracia como factores aglutinantes esenciales en el área. Al respecto, no es exagerado concluir que Suramérica está retornando a la era del “pluralismo ideológico”.

Sin embargo, si en ese escenario se logra contener el afán de predominio geopolítico de la potencia subregional y el empuje ideológico colombo-venezolano (al que otros ya están sumados) y si el foro regional logra identificar problemas específicos del área y modos concretos de solucionarlos, nuestros países no estarían encaramándose necesariamente en nueva ficción de cohesión suramericana.

Ello, sin embargo, será insuficiente para revertir el manifiesto declive del peso estratégico de Suramérica en el mundo reflejado en la disminución de su participación en el mercado global (de 8.4% en 1950 a 5.4% hoy en el PBI mundial).

El proceso de recuperación de ese valor perdido depende hoy mucho más del esfuerzo de cada uno de nuestros países y quizás de los mecanismos de integración establecidos si éstos se proponen potenciarlos asumiendo con seriedad objetivos elementales de largo plazo (p.e. lograr niveles comercio intrarregional más cercanos al 40% asiático) en un contexto global innovado por una nueva era tecnológica que generará más asimetría y competencia interregional y un sistema internacional en que la multipolaridad no implica menor conflictividad. Lampadia




Liderazgo fuerte

Fernando Rospigliosi
CONTROVERSIAS
Para Lampadia

Para salir adelante en situaciones críticas, las naciones requieren liderazgos fuertes. El historiador británico Ian Kershaw analiza en un reciente libro el desempeño de una docena de líderes europeos, incluyendo no solo a los constructores sino también a los nefastos como Lenin, Stalin y Adolfo Hitler. (“Personalidad y poder: Forjadores y destructores de la Europa moderna”, 2022).

Entre los líderes democráticos estudiados por Kershaw, están Winston Churchill, Charles de Gaulle, Konrad Adenauer, Margaret Thatcher y Helmut Kohl. Todos ellos tienen como característica común haber ejercido un liderazgo férreo en momentos decisivos para sus países.

Son conocidos los liderazgos enérgicos de Winston Churchill y Margaret Thatcher, la Dama de Hierro, en Gran Bretaña.

En Francia, Charles de Gaulle encabezó el Gobierno después de la liberación y, luego de algunos años en el retiro, retomó el mando para resolver la crisis de la Cuarta República y solucionar la guerra de Argelia. Finalmente, resistió con éxito la asonada de mayo de 1968.

Es famoso su imponente liderazgo, que Kershaw resume así: “Su estilo de gobierno se caracterizó por un elevado ritmo de trabajo y una atenta capacidad de escucha y de comprensión de los detalles, lo que, unido al minucioso examen de los argumentos de los ministros y a su extraordinaria memoria, contribuyó a consolidar su autoritarismo instintivo.”

La Alemania de la postguerra tuvo la suerte de contar con un líder de la talla de Konrad Adenauer, un católico conservador que fue alcalde de Colonia hasta que Hitler se hizo del poder y lo destituyó. Después de la guerra, gracias a su formidable liderazgo, el país en ruinas pudo levantarse y reconstruirse, superando su reciente pasado dominado por el nazismo.

Kershaw anota que Adenauer tenía “una tendencia inequívocamente autoritaria. Ya en su época de Colonia mostró rasgos de dictador. Sus adversarios de la izquierda lo llamaban el «Mussolini alemán» o «Duce de Colonia»”.

Y añade, “Creía en el gobierno democrático. Pero, a su juicio, la democracia había que dirigirla, guiarla, manejarla. (…) El carácter de la incipiente democracia alemana occidental llevaba el sello de la personalidad autoritaria de Adenauer. (…) Adenauer combinaba la determinación ideológica con una gran sagacidad táctica, y gestionó las restricciones del sistema democrático con una perspicaz mezcla de manipulación política, seguridad en sí mismo y dirección autoritaria.”

Otro líder alemán que afrontó momentos cruciales para su país fue Helmut Kohl, que estaba al frente cuando se produjo la caída del muro de Berlín y tuvo que lidiar con la reunificación, cosa que no estaba definida en ese momento. Él fue canciller de Alemania Occidental entre 1982 y 1990, y de la Alemania unificada entre 1990 y 1998, más tiempo que nadie desde Bismark.

Según Kershaw, su estilo era “cada vez más autoritario, se basaba muchísimo en las lealtades personales (…) la forma de gobernar de Kohl: una singular combinación de un estilo casi autoritario en la toma de decisiones.”

El punto es que esos líderes marcaron la diferencia entre el éxito y el fracaso en sus países, pues “en el desarrollo de la historia, el liderazgo no ha sido puramente circunstancial, sino un elemento clave.”

En estos casos se trata de líderes que condujeron a sus naciones en el marco de la democracia, pero tuvieron que recurrir a métodos extraordinarios para sacarlas adelante en el contexto de gravísimas amenazas: “al menos algunos de los líderes democráticos más sobresalientes del siglo XX eran por temperamento autocráticos, y que en determinadas circunstancias sus tendencias autoritarias fueron incluso ventajosas. En ciertos momentos críticos, especialmente en la guerra, los procesos políticos lentos y a menudo laboriosos son por lo general inadecuados. Entre los casos abordados aquí, Churchill, De Gaulle y Thatcher tuvieron que tomar decisiones rápidas que, por su propia naturaleza, se saltaban los procedimientos democráticos completos.”

Por supuesto, lo que los diferencia de los dictadores es que no se perpetuaron el poder: “En última instancia, este es el test de los dirigentes democráticos: ¿Están dispuestos a irse si son derrotados o ya no cuentan con el favor de la gente? Los líderes democráticos aquí evaluados se mostraron reacios a dejar el poder. Pero llegado el momento, se fueron… en paz.”

Cómo es obvio, la ausencia de liderazgo en el Perú es una de las principales razones por las que se vive, desde hace años, en una crisis permanente. Lampadia




El caviar nunca debe gobernar

A propósito del reciente intercambio de opiniones sobre los llamados ‘caviares’, estamos rescatando un artículo de Juan Isenrich de hace tres años que sostiene “que un caviar nunca debe gobernar. Los resultados serán desastrosos para cualquier país, pero en especial para un país como el nuestro que necesita aumentar la producción, crear empleo y riqueza. Los caviares traen consigo el colapso de la inversión, la caída de la producción de bienes y servicios y del empleo, así como el aumento de la pobreza, la escasez, la inflación y la delincuencia”.

Efectivamente, quién sabe si el mayor problema de los caviares en el Perú, es que creen promueven más Estado, porque buena parte de ellos, viven del Estado. No creen en la creación de riqueza y como dice Llosa, no saben crear riqueza. 

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia 

Republicado
Juan Llosa Isenrich
Publicado originalmente por Lampadia el 4 de noviembre de 2020

Hay que reconocer que los caviares más notorios de nuestra sociedad han alcanzado posiciones de gestión, influencia y poder dentro del Estado. Se han esforzado por años en hacer notar y hacer valer sus habilidades y conocimientos en diversas materias, tales como la educación, la salud, la filosofía, la sociología, la economía y en muchas otras ramas de las ciencias sociales.

Pero ahora aspiran a más.  Y también nos quieren gobernar poniendo en práctica sus ideas socialistas.

Debemos hacer un esfuerzo para tratar de entender cuál es la causa por la que cuando un caviar gobierna todo sale mal. No parece ser una maldición de dios; debe haber razones para ello. 

Si bien en la Unión Soviética no se les llamó caviares a aquellos que tomaron el poder aprovechándose del desorden al final de la primera guerra mundial, fueron sus líderes con la misma mentalidad quienes hicieron la revolución rusa. Felizmente este experimento ya colapsó, luego de un caos en la producción y por el atropello sistemático de los más elementales derechos individuales. Hoy, con la experiencia vivida, podemos afirmar que no tenían ninguna opción de tener éxito.

La revolución china socialista también fracasó, a pesar de la voluntad de Mao y de los importantes esfuerzos desplegados por sus seguidores. Millones de personas murieron en el experimento y la pobreza de la población no se redujo durante todo el proceso.

Muchos otros países socialistas en Asia y en Europa también fracasaron. Hasta los disciplinados, cultos, expertos y comunitarios alemanes de la República Democrática Alemana sucumbieron a las limitaciones de la producción de bienes y servicios y a la ausencia de las mínimas libertades individuales.

Quedan 2 gobiernos socialistas en el mundo y son Cuba y Venezuela. Seguro que por ahí hay algún otro. Su fracaso es solo cuestión de tiempo. Mejor dicho, ya fracasaron, pero nadie logra botarlos a patadas del poder por su incapacidad para producir, reducir la pobreza y mejorar la vida de sus ciudadanos.

Todos estos países que eran socialistas y que han adoptado economías de mercado libre, ahora progresan a alta velocidad. China está por convertirse en la primera potencia mundial, ya es el primer exportador, su tasa de crecimiento anual es extraordinaria y sacaron a cientos de millones de personas de la pobreza.

El caviar es una persona que tiene un candado mental. Este candado instalado misteriosamente en su sistema cognitivo determina que le resulte imposible siquiera analizar algunos aspectos fundamentales de la sociedad humana y de las motivaciones de los individuos.

El caviar no puede entender lo que es una economía de libre mercado, tampoco comprende cual es la importancia de los emprendedores para crear la riqueza de un país. Le resulta imposible listar los derechos individuales de un ciudadano, sin confundirse con temas como el derecho a la educación, al agua potable, a la salud, al internet, etc.

El caviar está convencido de que el gobierno puede crear riqueza para el progreso de la sociedad. Cree firmemente que los funcionarios públicos tienen la voluntad, la motivación, el coraje y que pueden desplegar el esfuerzo suficiente para crear empresas eficientes y competitivas.

El caviar generalmente es una persona con un cociente intelectual alto, ha estudiado una carrera profesional con esmero y con éxito, es un individuo sensible. No hay ninguna razón para menospreciarlo. Es una tragedia que tenga instalado este candado mental, del cual no es consciente. El caviar puede ser un excelente artista, un muy buen sacerdote, un gran programador de computadoras, y muchas otras cosas más.

Pero los caviares nunca deben gobernar.

Cuando lo hacen cometen errores graves y destruyen el tejido productivo de la sociedad. Lo hacen sin querer, involuntariamente, al tomar decisiones que afectan al país sin haber entendido asuntos básicos como qué es una economía de mercado, cómo los consumidores votan todos los días al elegir libremente los productos que consumen y cuál es la importancia de los emprendedores para crear la riqueza de la nación, quienes con voluntad férrea, coraje e innovación  dedican todos sus esfuerzos para servir a los ciudadanos y están permanentemente motivados a hacerlo, ya que de ello dependen sus ganancias e ingresos.

Las políticas y decisiones gubernamentales de los caviares, en los importantes temas de la creación de la riqueza, abastecimiento y servicio a los ciudadanos, desarrollo de la producción, de la innovación, se basan en conceptos totalmente errados y, como consecuencia de ello, los resultados de estas políticas y estas decisiones serán desastrosos para la sociedad.

Soy un convencido de que la mayoría de los caviares son personas con buenas intenciones. Muchos proceden de familias acomodadas y por ello han tenido las mejores oportunidades para educarse. Si ellos pudieran elegir, no serían caviares. El candado cognitivo no lo escogieron ellos, se los instalaron sin pedirles permiso.

Un ambiente familiar donde todas las necesidades básicas están resueltas, con ingresos familiares estables, comida, seguridad, vestido y afecto, es un campo fértil para la instalación del candado mental.

El jefe de familia, empleado de una empresa o funcionario público, que no vive día a día los retos a los que se enfrentan las empresas, no le transmitirá a sus hijos la motivación suficiente para interesarse en ellas y en el mercado.

Cuando la educación es dogmática en una institución religiosa contribuye a la instalación del candado cognitivo. El enfoque de esta institución no es el desarrollo de sus alumnos para competir en un mercado libre, produciendo bienes y servicios cada día con mayor calidad y menor costo, más bien le dará la mayor prioridad a inculcar los valores de justicia, igualdad, compasión, caridad y apoyo social.

Los programas educativos diseñados por el gobierno, contienen poco sobre el desarrollo de la producción y sus dificultades. Muestran a la sociedad como una maquinaria en funcionamiento automático, donde los principales líderes son los gobernantes.  No se analizan las dificultades que existen para crear riqueza, para crear empresas y para producir. Los héroes son únicamente aquellos que de alguna forma murieron en una guerra. Los líderes de la creación de riqueza y empleo quedan en el olvido dentro del contenido escolar y universitario.

Aquel joven que tuvo el privilegio de recibir toda esta educación familiar, escolar y universitaria, es muy posible que termine siendo un caviar y que, involuntariamente, tenga instalado un candado mental que le impida entender la realidad productiva del país y vislumbrar los caminos que hay que seguir para aumentar la producción, el empleo y en general la riqueza de la nación.

Es difícil para un caviar abrir su candado mental. Él ha tenido éxito en todos sus estudios y trabajos, su ambiente familiar y de los amigos lo felicitan por ello y lo impulsan a seguir adelante. Él se siente un triunfador y está convencido de que tiene mucho que aportar para el desarrollo del país y va por más. No tiene motivación alguna para romper su candado, si ni siquiera sabe que lo tiene.

No tiene los incentivos para emprender el duro camino de estudiar en profundidad cómo se desarrollaron otras naciones y cuáles son las verdaderas motivaciones de los ciudadanos, para lo que yo le recomendaría, con mucho cariño porque el país lo necesita lúcido, que dedique todo un año a estudiar cuidadosamente lo escrito por el inglés Adam Smith en el siglo 18 sobre el desarrollo económico en Inglaterra y, también, a la rusa nacionalizada norteamericana Ayn Rand en el siglo 20 sobre la ética del capitalismo, al que llamó el ideal desconocido. 

Seguramente que Angela Merkel, nacida y educada en la Alemania comunista lo hizo en su oportunidad, al igual que Deng Xiaoping y los principales dirigentes del partido comunista chino, los líderes rusos, polacos, etc. y quién sabe hasta Alan García en su largo exilio en Europa. Este tema debería formar parte del contenido de todos los estudios universitarios.

Pero insisto en que un caviar nunca debe gobernar. Los resultados serán desastrosos para cualquier país, pero en especial para un país como el nuestro que necesita aumentar la producción, crear empleo y riqueza. Los caviares traen consigo el colapso de la inversión, la caída de la producción de bienes y servicios y del empleo, así como el aumento de la pobreza, la escasez, la inflación y la delincuencia. Lampadia




Visión del Perú

Por: Jaime de Althaus
El Comercio, 3 de Junio del 2023

“Está en ejecución en nuestro país el puerto de Chancay, una inversión de más de US$3.000 millones que convierte al Perú en un país eje en el comercio intercontinental”.

Nuestro país carece de una visión de futuro, digamos al 2050, que oriente la mirada de los peruanos y sirva de base común a los programas de los partidos políticos o de los candidatos presidenciales. Una visión compartida ayudaría mucho a retomar el crecimiento acelerado que necesitamos para volver a reducir la pobreza y renovar la esperanza en un país viable para todos.

Hay determinadas actividades y proyectos que contienen una proyección de muy largo plazo y que en sí mismos señalan claramente un norte. Es cuestión de reconocerlo y comenzar por allí.

Uno de ellos es la minería en general, y la de cobre y litio en particular, dos minerales que tendrán gran demanda porque son componentes claves de las energías renovables hacia las que transita el planeta. El Perú puede convertirse en un jugador global si desarrolla su potencial como proveedor de esas materias y, más aún, si construye un clúster de industrias y servicios que provea de insumos a esa minería y también una industria de procesamiento de esos minerales, en lo que resulte posible y rentable.

Lo interesante es que simultánea y casi milagrosamente, gracias a la visión de algunos peruanos, está en ejecución en nuestro país el puerto de Chancay, una inversión de más de US$3.000 millones que convierte al Perú en un país eje en el comercio intercontinental, reafirmando nuestra vocación de integración al mundo vía el libre comercio, haciéndola aún más rentable gracias al hecho de que los productos que vengan de Asia o de América del Norte llegarán más baratos porque vendrán en megabarcos sin escalas intermedias, y los productos que exporte el Perú tendrán mayor competitividad –es decir, se podrán vender más barato en los mercados de destino– por la misma razón.

Entonces, el puerto de Chancay también contiene en sí mismo una visión del futuro del Perú. Nos hace más integrados al mundo, y con ventaja. Lo extraordinario es que ambos proyectos, el minero que mencionábamos arriba y el megapuerto de Chancay, se complementan y potencian mutuamente, porque será interesante y rentable establecer, en el gran parque industrial que se construirá anexo al puerto, industrias que aprovechen parte de cobre y el litio que produciremos para la fabricación, por ejemplo, de baterías o de carros eléctricos para la exportación, acaso con un régimen tributario especial sobre todo los primeros años, al estilo de una zona franca. U otras industrias de distinto tipo.

Pues, si el Perú va a jugar un papel estratégico en la transición energética global, también puede aprovechar ese rol para avanzar en otros encadenamientos vinculados.

Para no hablar del desarrollo vial que demandará la operación del puerto y las posibilidades de exportación de la aún embrionaria industria forestal desde Pucallpa o la agroexportación del norte, y otras, que se volverían aún más rentables.

Un puerto, entonces, que tiene implícitos un plan macrorregional de desarrollo infraestructural y productivo, un salto industrial exportador y un posicionamiento geopolítico internacional.

La propia ciudad de Chancay se transformaría en una ciudad moderna con gran cantidad de oportunidades de trabajo y de negocios, vinculadas a la operación del puerto y del parque logístico e industrial.

Por supuesto, el turismo en todas sus variantes forma parte de esta visión de un país que recibe al mundo. Y con claridad respecto de esta hoja de ruta nacional será más fácil orientar la oferta de la educación básica y superior.

En general, tener clara una visión del Perú a largo plazo ayudará a la gobernabilidad de nuestro país, porque discutiríamos sobre la base de un acuerdo general previo. Sabremos hacia dónde vamos.




“Miente y miente que algo queda”

Por: Juan Fernando Correa
Perú21, 3 de Junio del 2023

“El argumento que usan para sustentar la mentira como verdad son los larguísimos procesos judiciales entre empresas y Estado por las discrepancias sobre interpretaciones que hace la Sunat a los resultados financieros de las empresas y el monto de impuestos a pagar”.

Una de las mentiras más repetidas por los enemigos de la economía de mercado es que las grandes empresas en el Perú no pagan impuestos. Es uno de los componentes centrales de la trama Destruir al Monstruo: “Tú eres pobre por culpa del neoliberalismo y de las grandes empresas, que son abusivas y no pagan impuestos y para terminar con ellos necesitamos una nueva Constitución”.

Cualquier persona o entidad que sostenga que las empresas no pagan impuestos miente descaradamente. Pero como decía Goebbles, el ministro de Propaganda de Hitler, después de muchas mentiras algo queda. Y en efecto, a muchísimos peruanos le ha quedado esa mentira grabada en la mente y están convencidos de que las empresas no pagan impuestos.

El argumento que usan para sustentar la mentira como verdad son los larguísimos procesos judiciales entre empresas y Estado por las discrepancias sobre interpretaciones que hace la Sunat a los resultados financieros de las empresas y el monto de impuestos a pagar.

Los montos en disputa son relevantes, pero no superan el 2% del total de los impuestos pagados por las empresas en los últimos 20 años. Solo en el año 2022 las empresas pagaron setenta mil millones de soles en impuesto a la renta, lo que representó el 51% de los ingresos internos recaudados por la Sunat.

Por lo tanto, tenemos que eliminar esa mentira de la mente de los peruanos. No podemos dejar que los destructores del país sigan esgrimiendo esa mentira y debemos dejar claro, a todo nivel, que las empresas sí pagan impuestos y que los beneficios no les llegan a las personas porque el problema es que el Estado no funciona.




Las élites

Por: César Campos Rodríguez
Expreso, 4 de Junio del 2023

Es moneda común entre sociólogos y politólogos académicos aludir a “las élites” económicas, políticas y sociales como actores de un proceso donde su voz y participación –el calificativo lo sugiere– tienen un lugar de privilegio e imperio.

“Las élites” han sido enunciadas en dos recientes artículos y una entrevista del diario El Comercio por profesionales de esta rama. Mauricio Zavaleta dice: “…el fin de la presidencia de (Pedro) Castillo fue asumido por un sector importante de las élites –políticas, mediáticas y empresariales– como el retorno a la normalidad cuando, en términos reales, ha involucrado una forma alternativa de deterioro institucional” (EC 28/05, “Así muere la democracia”).

Por su parte, Martín Tanaka escribe: “Más adelante, con las revelaciones del caso Lava Jato y los CNM audios en el 2016 y 2017, que afectaron al conjunto de la élite política nacional y regional, tanto a la izquierda como a la derecha, así como a actores del sistema judicial… la animadversión frente al activismo judicial se hizo bastante extendida” (EC 30/05, “El anticaviarismo como categoría política”). Y Alberto Vergara declara: “Es un buen momento para decirle a las élites económicas del Perú que se están equivocando al estar felices con el gobierno de (Dina) Boluarte” (EC, 28/05).

Conozco y guardo respeto a Zavaleta y Tanaka (aunque éste último deja ver en tiempos recientes sesgos irreconocibles frente a su antigua ponderación y objetividad). Vergara me parece el Pablo Macera de nuestra época, admirado por una frase feliz y preelaborada con la cual el desaparecido historiador (hombre de exabruptos y extravagancias, según lo describe Mario Vargas Llosa en su autobiografía “El pez en el agua”) solía encandilar durante los años 80 del siglo pasado a la prensa izquierdista. Cabe recordar que cuando Macera abrazó al fujimorismo y calzó una curul parlamentaria en su nombre, esa misma prensa pasó a ignorarlo y hasta vilipendiarlo.

En todo caso, cuestiono el absolutismo con que se pretende dar por sentada qué es “élite” y quiénes la conforman, en el espejo de viejas estratificaciones. Me sorprende de manera ingrata cómo se soslaya el enorme peso específico del cual hoy gozan los poderes fácticos amparados en la informalidad y por ciertas ONG globalistas.

¿O no es verdad que las agendas informales y populistas doblegaron en el Congreso al aparentemente invencible sistema financiero, perforando el sistema previsional privado? ¿Dónde estuvo la influencia económica, política y mediática de los grandes bancos para impedir –como lo podrían haber logrado décadas atrás– contra sus intereses en las AFP?

¿Y acaso no son las ONG caviares las “élites” que han gobernado las instancias públicas de la educación, salud, justicia, seguridad interna, sistema electoral, cultura y demás desde los inicios del presente siglo? ¿No hemos visto a sus capitostes ser reverenciados por la mayoría de los medios de comunicación y convertida su palabra en sentencia bíblica?

El concepto “élite” debe ser revisado y actualizado en una sociedad cuyos ejes de poder se atomizaron y hoy reposan sobre dinámicas tremendamente impredecibles.




Gallina que come huevo…

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

Si me preguntaran cuáles fueron los principales errores económicos del gobierno de Alberto Fujimori, yo diría inmediatamente:

  1. No haber privatizado PetroPerú y 
  2. No haber privatizado la gestión de los servicios de agua y desagüe a nivel nacional.

Nos ocuparemos del primero.

La explicación salta a la vista, más allá de lo narrado tan claramente por Carlos Paredes Lanatta, en su libro La tragedia de las empresas sin dueño. Hoy, tres años después del término de su gestión, encontramos que se continúan profundizando los errores, las “metidas de pata” y muchas “metidas de mano”, especialmente durante el período de 16 meses de Castillo en la presidencia.

Lo inevitable viene siendo soportar no solo la pesada carga de una mala gestión, sino de una muy mala inversión, tal como el “proyecto de modernización de la refinaría de Talara”, así llamado por el gobierno de Humala y promovido por Humberto Campodónico, para engañar a toda la ciudadanía del Perú.

Un proyecto que ha demandado US$6 mil millones, pues claramente se trató de una nueva refinería y no de una modernización para desulfurar los combustibles, tal como se hizo en la refinería de La Pampilla con una inversión de US$800 millones.

Los resultados de la mala gestión del Estado en las empresas públicas, saltan a la vista. Tras los retrasos y sobrecostos de un proyecto a todas luces innecesario y no rentable, hoy tenemos una empresa pública descapitalizada, a pesar que ha sido necesario que el fisco le inyecte S/ 4,000 millones de capital y le preste US$ 500 millones. No obstante, sigue con dificultades financieras, y sus problemas de liquidez y solvencia, sólo se superan porque los que pagamos impuestos debemos sufragar los errores de sus gestores. Debemos recordar, que hemos construido una refinería en un país que no tiene reservas de petróleo y no ha fomentado las exploraciones requeridas para alimentar la refinería.

Debemos recordar también, que PetroPerú tiene a su cargo el Oleoducto Norperuano (ONP), infraestructura crítica para justificar exploraciones en la selva, y que a lo largo de más de medio siglo de existencia, no ha recibido el mantenimiento adecuado, no se han hecho las mejoras tecnológicas que permitan un ONP eficiente a costos competitivos, y que es permanentemente atacado por los moradores de las zonas que recorre.

Dicho eso, debemos tener presente que PetroPerú tendrá que invertir aproximadamente US$ 1,500 millones en mantener el ONP y modernizarlo.

En su defecto, deberá ejecutar el plan de cierre de su operación, lo que significa un monto similar, esto es US$ 1,500 millones para desmontar y remediar completamente las áreas impactadas que hoy ocupa, eliminando cualquier pasivo ambiental, incluyendo los residuos de los derrames producidos por propios o extraños. Eso sí, si se opta por esta última alternativa, ya no habrá forma de convocar nuevas inversiones en exploración en la región.

No debemos olvidar, que PetroPerú es una empresa sobreendeudada por construir un elefante blanco como Talara, al que se le está permitiendo operar por 18 meses sin contar con todos los permisos (como a ninguna empresa en el mundo). Que tiene una gran deuda que honrar, y que enfrenta el dilema de modernizar o retirar el ONP y, en estas circunstancias, hay en el país quienes quieren cargarle más problemas.

Ahora resulta que un grupo de iluminados de Perú Libre y Bloque Magisterial (gente que por supuesto jamás ha hecho empresa, ni ha asumido responsabilidades empresariales), quiere que PetroPerú entre a un proceso de “integración vertical”, y para eso se está entrometiendo en la gestión de Perupetro y los procesos de licitación de los lotes cuyos contratos están venciendo.

Independientemente de que, este es un cambio de rumbo estatizante de la actividad petrolera, operar campos petroleros es una actividad de riesgo que requiere experiencia profesional de técnicos y organización, con los que PetroPerú no cuenta desde hace décadas. No los tiene para los lotes de la selva, mucho menos para explotar pozos en plataformas marinas. Es seguro, que PetroPerú requerirá de nuestros impuestos para solventar los déficits que se seguirán generando. Lo más grave, es que el Estado peruano, lejos de destinar nuestros impuestos a cumplir su rol fundamental de atender a las poblaciones más necesitadas en educación, salud y seguridad, los “licuará” en una aventura empresarial de riesgo, claramente no controlado.

La evidencia empírica nos muestra que el Estado, además de estar infiltrado por la corrupción, actúa con gran ineficiencia, y por eso los resultados económicos que reportan sus empresas, han traído como consecuencia una seria rebaja de su calificación de riesgo, a pesar de contar con el respaldo implícito del Estado peruano.

Lo que preocupa más, es que la gente pensante del gobierno (técnicos del MEF), entiende que PetroPerú no debe embarcarse en esta mala aventura, pero hay gente en otro sector del ejecutivo que, en contra de la opinión del MEF, está “empujando” la idea de tal integración vertical. No sólo eso, sino que, en el Congreso, particularmente algunos niños de AP (cuya bancada preside la Comisión de Energía y Minas), está jugando todas sus cartas para lograr este despropósito, y nadie lo está deteniendo.

Ya nos “pasaron por la huacha” la elección del Defensor del Pueblo (ahora le han puesto la puntería al Procurador General del Estado), han negociado a nuestras espaldas dejar sin efecto la censura de cuatro “niños” de Acción Popular (coincidentemente impulsores del despropósito petrolero), están destruyendo el mercado energético manipulando la ley de electricidad, y ahora, quieren embarcarnos en un tremendo despropósito empresarial en PetroPerú.

Me parece que aquí hay un juego peligroso entre el ejecutivo y el congreso, y que debemos levantar nuestra voz de protesta para detenerlo. Si esto continúa así, no habrá forma de financiar sanamente las tareas fundamentales del Estado, y los más pobres sufrirán las consecuencias, pues mientras tanto, seguiremos generando un déficit fiscal muy difícil de controlar y que compromete nuestra estabilidad futura y el control de la inflación, que es el impuesto a los más pobres.

Estamos advertidos, gallina que come huevo, aunque le quemen el pico. Lampadia




Juguemos el partido de fondo

Es el momento de activar la guerra cultural

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Aunque muchos aún no lo vean, se están alineando los astros para que los que creemos en el crecimiento económico, la economía de mercado, la naturaleza emprendedora de los peruanos y en la democracia, nos pongamos al frente, izando las banderas de la prosperidad que nuestro país, con su pletórica geografía, nos ofrece para emprender el camino del bienestar general.

60 años de idas y venidas

    • A mediados de los años 60, mientras los futuros tigres del Asia optaban por abrir sus economías, promover la inversión y la educación, los latinoamericanos, y notoriamente así el Perú, optamos por seguir las MUY equivocadas ideas de Raúl Prebisch y la Cepal, como la sustitución de importaciones y el desarrollo hacia adentro. Ideas que nos aislaron del resto del mundo. Resultó ser que los asiáticos tuvieron un gran desarrollo y nosotros nos empobrecimos.

Se decía que la tecnología sería cada día más cara y nuestros productos básicos más baratos. Pero fue al revés, la tecnología es cada día más barata y nuestros productos básicos, como los minerales y las frutas y hortalizas, son cada día más valiosos.

La apuesta del desarrollo era ir hacia afuera y no hacia adentro.

    • A pesar de todas las evidencias de éxitos y fracasos, buena parte de la política latinoamericana sigue sin entender algo tan elemental. Y así ha sido nuestra historia desde los 60s.

Belaunde I desayunaba con el verbo de la Cepal, los militares dictadores, con Velasco a la cabeza, no se diga, llevaron todo al extremo y destruyeron nuestras oportunidades de progreso. Belaunde II no se atrevió a corregir nada y García I, volvió a exacerbar las políticas cepalinas re-equivocadas.

Fujimori gobernó a contra mano de sus propuestas políticas, y la dura prueba de la realidad, tocamos fondo, lo llevó a rodearse de gente consecuente y valerosa que supo corregir la estructura del país, abrir la economía y permitir que la capacidad y empuje de los peruanos rescate al Perú de ser un ‘Estado Fallido’, para que, con el marco de la Constitución de 1993, a fines de la primera década del nuevo siglo, rascáramos la ilusión de la prosperidad.

    • Desde el 2011 volvimos a aflojar, y excepto por el interregno reparador del gobierno de García II, volvimos a abrir el aliento falaz del nacionalismo, el populismo y el voluntarismo político, versus hacer crecer el espacio de desarrollo del espíritu emprendedor de los peruanos.
    • Todavía hoy, el 95% de nuestros políticos no entiende que el futuro de prosperidad de los peruanos está en la promoción del crecimiento económico, que solo puede sustentarse sosteniblemente y hacerlo con gran efectividad, en nuestro sector externo, en nuestras exportaciones de bienes y servicios, como los minerales, las frutas y hortalizas, la madera, nuestra pesca y el turismo.

Justamente las actividades económicas atacadas por los enemigos del Perú, desde el 2011.

Punto de quiebre social

Gracias a la naturaleza de los peruanos, no hemos caído en los cantos de sirena del socialismo del siglo XXI, el hartazgo actual es por el empobrecimiento de un país que tiene todas las capacidades para prosperar.

  • Hemos pasado de crecer 7 a 8% por año a 2% y menos aún.
  • Hemos pasado de una inflación anual menor a 3%, a una que no atinamos a controlar.
  • Hemos pasado de generar empleos para todos nuestros jóvenes, a no poder darles empleos adecuados.
  • Hemos pasado de multiplicar las empresas exportadoras, a perder muchas de ellas.
  • Hemos pasado de desarrollar grandes proyectos de inversión privada y de infraestructuras, a no poder arrancar otros.
  • Hemos pasado de atraer a nuestros hijos de regreso, a ponerlos en situación de potenciales emigrantes.
  • Hemos pasado de haber recuperado la confianza en el futuro, a perder el norte y la confianza en nuestros líderes.

Hace escasamente seis meses, dolidos de ese empobrecimiento, los peruanos fuimos convocados para destruir nuestras instalaciones de transporte, nuestras comisarías, y fiscalías; fuimos convocados para impedir el trabajo de los ciudadanos, a atacar a nuestras fuerzas del orden y a destruir la imagen del Perú como un país que respeta los contratos, las inversiones y la libertad individual.

Pero, repito, gracias a nuestra naturaleza industriosa y humana, los peruanos rechazamos la violencia y reasumimos el reto del trabajo y el cuidado de nuestros hijos.

La ayuda del entorno mediático y político

En los últimos meses se han manifestado una serie de procesos que nos ayudan a dar sustento técnico y moral al punto de quiebre social, e impulsar el relanzamiento de nuestro desarrollo integral, económico, social e institucional.

  1. El informe del Banco Mundial que afirma que el crecimiento económico de la primera década del siglo XXI fue inclusivo, redujo la pobreza de 60 a 20%, redujo la desigualdad y se debió en un 85% al crecimiento de la economía.
  2. El resultado de la Encuesta Nacional de Hogares del INEI, que demuestra que los ingresos reales de los habitantes del Perú rural, entre el 2011 y el 2022, aumentaron notoriamente, y en mucho mayor medida que para el conjunto del país.
  3. El documento técnico-económico de Lant Pritchett, que demuestra que El crecimiento económico es suficiente – Y solo el crecimiento económico es suficiente, destacando que:

    Ningún país tiene un PBI per cápita alto,
    con bajos indicadores de bienestar, y

    Ningún país tiene indicadores de bienestar altos
    con un bajo PBI per cápita.

  4. El resultado de la elección del Consejo Constitucional en Chile, que rescata la importancia del orden y de la economía de mercado para el progreso de nuestros vecinos.
  5. El rechazo de las izquierdas alrededor del Mar Mediterráneo, en Grecia, Italia y España.
  6. El abrazo a Nicolás Maduro, el dictador y genocida venezolano, por parte de Lula da Silva, el presidente de Brasil, demostrando que las nuestras izquierdas regionales son la misma mugre.
  7. Los desequilibrados ataques de los presidentes de México y Colombia al Perú, demostrando una agenda política continental abiertamente anti peruana.

Llamado a la ACCIÓN

Como indiqué hace un par de semanas “Es hora de poner Toda la carne en el asador”.

Es el momento en que los peruanos de buena voluntad, conocedores del gran potencial de desarrollo de nuestro país, y comprometidos con el bienestar general, salgamos de nuestros cuarteles de invierno y llevemos la antorcha de la buena nueva sobre como el Perú puede aprovechar su fabulosa geografía y la pujante naturaleza de nuestra gente, para apuntar a un futuro de prosperidad común.

Hagamos una campaña informativa sobre nuestra realidad, nuestro potencial de desarrollo y sobre la importancia del crecimiento económico, para alcanzar las metas que soñaron nuestros mejores hijos. ¡Viva el Perú!!!

Lampadia