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Nasa anuncia descubrimiento de un sistema solar con 7 planetas

La semana pasada, los científicos que trabajan con telescopios en el Observatorio Europeo Austral y la NASA anunciaron un nuevo descubrimiento: Un sistema completo de planetas de tamaño de la tierra al que han llamado Trappist-1. Si eso no es suficiente, el equipo afirma que las mediciones de densidad de los planetas indican que seis de ellos son rocosos como la Tierra.

Y eso es sólo el comienzo. Tres de los planetas se encuentran en la “zona habitable de la estrella”. ¿Qué es eso? La zona habitable (también conocida como la zona “goldilocks”) es la región que rodea a una estrella en la que teóricamente podría existir agua líquida. Esto significa que los tres mundos extraterrestres pueden tener océanos enteros de agua, aumentando dramáticamente la posibilidad de vida. 

El científico Michaël Gillon, de la Universidad de Liège en Bélgica, señala que este sistema solar tiene el mayor número de planetas del tamaño de la Tierra jamás encontrado y el mayor número de mundos que podrían preservar agua líquida: “¡Este es un increíble sistema planetario – no sólo porque hemos encontrado tantos planetas, sino porque todos son sorprendentemente similares en tamaño a la Tierra!”

Su compañero, Amaury Triaud de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido, señala que “la energía de estrellas dwarf como TRAPPIST-1 es mucho más débil que la de nuestro Sol. Los planetas tendrían que estar en órbitas mucho más cercanas de lo que vemos en el Sistema Solar si hay agua superficial. Afortunadamente, parece que este tipo de configuración compacta es justo lo que vemos alrededor de TRAPPIST-1.  es del nuevo sistema TRAPPIST-1:

Compartimos algunas imágenes del nuevo sistema TRAPPIST-1:

Una alineación de planetas en la órbita más cercana a la estrella. Se cree que Trappist-1e, f y g tienen la mejor oportunidad de albergar vida.
Fuente: NASA, Caltech

 

Este diagrama compara los tamaños de los planetas recién descubiertos alrededor de la estrella roja Trappist-1 con las lunas de Júpiter y nuestro sistema solar. Todos los planetas encontrados alrededor de Trappist-1 son de un tamaño similar al de la Tierra. Fuente: NASA, Caltech
Este diagrama compara los tamaños de los planetas recién descubiertos alrededor de la estrella roja Trappist-1 con las lunas de Júpiter y nuestro sistema solar. Todos los planetas encontrados alrededor de Trappist-1 son de un tamaño similar al de la Tierra. Fuente: NASA, Caltech

 

La concepción de este artista imagina lo que podría haber en la superficie de Trappist-1f. El planeta orbita en la zona habitable y es de tamaño de la Tierra y probablemente rocoso como nuestro mundo. Un lado del planeta podría estar cubierto por un océano que podría incluso albergar vida.
Fuente: NASA, Caltech

 

Según la NASA, Si tuviéramos un telescopio notablemente poderoso que pudiera ver directamente el sistema Trappist-1 desde la Tierra, podríamos ver algo como esta representación de un artística. Fuente: NASA, Caltech

 

La interpretación de este artista muestra lo que Trappist-1 y los otros planetas en su sistema podrían parecer desde una posición ventajosa justo encima de uno de los siete planetas del tamaño de la Tierra en el sistema. Fuente: NASA, Caltech

Lampadia




El milagro más grande de todos los tiempos es el universo

El milagro más grande de todos los tiempos es el universo

Algo lejos de nuestros análisis cotidianos, en Lampadia queremos compartir en esta ocasión la presentación de hombres de ciencia sobre los determinantes de vida en el planeta tierra y sus disquisiciones sobre las probabilidades de que las leyes de la física que gobiernan el universo se hayan dado por casualidad y no por diseño. El video y la transcripción, que adjuntamos, nos presentan una visión y observaciones muy reveladoras sobre el pensamiento científico acerca de la vida y el universo que podrían sustentar la existencia de un ‘gran diseñador’ o ‘creador’, propiamente, la existencia de Dios.

¿Por qué estamos aquí? Los últimos avances del análisis científico nos dicen que las probabilidades que sea solo por azar son bajísimas, prácticamente cero. Por lo tanto, ¿es la ciencia la mayor amenaza a la idea de un creador superior o es, en realidad, su mayor sustento? El escritor y conferencista, Eric Metaxas, de la Universidad Prager, plantea esta eterna e interesante pregunta y muestra unas respuestas aún más interesantes.

https://www.youtube.com/watch?v=NCLKAcxZDBc

 

¿Argumenta la Ciencia a favor o en contra de la existencia de Dios?

Publicado por Pager University el 9 de febrero 2015.

Video transcrito y traducido por Lampadia.

En 1966, la revista Time publicó una carátula preguntando: “¿Ha muerto Dios?”. La portada reflejaba el hecho que muchas personas habían aceptado la narrativa cultural que Dios es obsoleto, que a medida que la ciencia avanza, hay menos necesidad de un Dios para explicar el universo. Resulta, sin embargo, que los rumores de la muerte de Dios fueron prematuros. De hecho, tal vez los mejores argumentos para su existencia provienen de la ciencia misma.

Aquí está la historia: el mismo año que la revista Time presentó su famosa carátula, el astrónomo Carl Sagan anunció que había dos criterios necesarios para que un planeta pueda tener vida: el tipo de estrella (sol) correcta y un planeta a la distancia adecuada de ella. Dado que hay más o menos octillones de planetas en el universo (un 1 seguido de 24 ceros) tendrían que haber alrededor un septillón de planetas (un 1 seguido de 21 ceros) capaces de tener vida.

Con probabilidades tan espectaculares, los científicos se mostraron optimistas de que la búsqueda de inteligencia extraterrestre, conocida por sus iniciales SETI (el acrónimo del inglés “Search for Extra Terrestrial Intelligence”), un ambicioso proyecto puesto en marcha en la década de 1960, seguro encontraría resultados pronto. Con una vasta red telescópica de radio, los científicos escucharon señales que se asemejaran a la inteligencia codificada. Pero a medida que pasaban los años, el silencio del universo fue ensordecedor.

A partir de 2014, los investigadores han descubierto precisamente bubkis, nada, nada de nada, es decir, cero seguido de un número infinito de ceros. ¿Qué pasó? A medida que aumentaba nuestro conocimiento del universo, se hizo evidente que había, de hecho, mucho más factores necesarios para que exista vida (más aún vida inteligente) de lo que supuso Sagan. Sus dos parámetros crecieron a 10, después 20 y luego 50, lo que significaba que, en consecuencia, el número de planetas potencialmente con vida disminuyó. El número se redujo a unos pocos miles de planetas y siguió cayendo en picada.

Incluso los defensores de SETI reconocieron el problema. Peter Schenkel escribió en 2006 un artículo para Skeptical Inquirer, una revista que afirma enérgicamente el ateísmo: “A la luz de los nuevos hallazgos y puntos de vista, debemos admitir en silencio que las primeras estimaciones ya no pueden ser sostenibles”.

Hoy en día hay más de 200 parámetros conocidos que son necesarios para tener vida en un planeta, cada uno de los cuales debe cumplirse perfectamente, o todo se desmorona. Por ejemplo, sin un planeta tan masivo y rico en gravedad como Júpiter que esté cerca para atraer a los asteroides, la Tierra sería más como un tablero de dardos interestelar que la orbe verde que realmente es.

En pocas palabras, las probabilidades en contra de la vida en el universo son sorprendentes; sin embargo, aquí estamos, no sólo existimos, sino hablamos de existir. ¿Qué puede dar cuenta de ello? ¿Puede cada uno de esos parámetros ser tan perfecto por accidente? ¿En qué punto es posible admitir que es la misma ciencia la que sugiere que no podemos ser el resultado de fuerzas aleatorias? ¿No requiere menos fe para asumir que una inteligencia superior creó estas condiciones perfectas para que nuestro planeta tenga vida en vez de creer que hemos vencido unas probabilidades inconcebibles?

Pero espera, hay más. Este perfecto balance necesario para tener vida en un planeta no es nada comparado con el balance necesario para que el universo exista en primer lugar. Por ejemplo, los astrofísicos ahora ya saben que los valores de las cuatro fuerzas fundamentales: la gravedad, la fuerza electromagnética y las fuerzas nucleares fuertes y débiles se determinaron en menos de una millonésima de segundo después del Big Bang. Si se llegara a alterar cualquiera de estos cuatro valores ligeramente, el universo tal como lo conocemos, no podría existir.

Por ejemplo, si la relación entre la fuerza nuclear fuerte y la fuerza electromagnética hubiera sido reducida por la fracción más pequeña que la fracción más pequeña inconcebible, entonces las estrellas no podrían haberse formado en lo absoluto. Multiplique ese sencillo parámetro a todas las demás condiciones necesarias y las probabilidades en contra de que exista un universo son tan astronómicamente pequeñas que la idea de que todo “simplemente pasó” desafía el sentido común. Sería como tirar una moneda y obtener cara 10 trillones de veces seguidas. No lo creo.

Fred Hoyle, el astrónomo que acuñó el término “Big Bang”, dijo que su ateísmo fue sacudido enormemente por estos acontecimientos. Uno de los más renombrados físicos teóricos del mundo, Paul Davis, ha dicho que la apariencia de diseño es abrumadora. Incluso el fallecido Christopher Hitchens, uno de los defensores más agresivos del ateísmo, reconoció que “sin duda el argumento de un balance tan específico es el argumento más poderoso del otro lado”. El profesor de Matemáticas de la Universidad de Oxford, Dr. John Lennox, dijo que “cuanto más llegamos a conocer nuestro universo, la hipótesis de que hay un creador gana más credibilidad como la mejor explicación de por qué estamos aquí”.

El milagro más grande de todos los tiempos es el universo. Es el milagro de todos los milagros, que ineludiblemente apunta a algo o alguien más allá de sí mismo.