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Paquete reactivador con Foul

Paquete reactivador con Foul

El quinto paquete reactivador aprobado por el Congreso en primera votación el 26 de noviembre (aún pendiente de segunda votación), impone cambios tributarios en las tasas del impuesto a la renta de tercera categoría y simultáneamente en la tasa del impuesto a los dividendos. Baja el impuesto a la renta, pero se compensa con el aumento del impuesto a los dividendos (personas naturales). El objetivo manifestado es incentivar la reinversión, manteniendo constante la carga tributaria (33%, considerando ambos tributos). Lamentablemente, el paquete incluye también un nuevo impuesto a los dividendos, gravando ahora a las empresas (personas jurídicas) cuando antes solo se aplicaba a las personas naturales. Esto tendrá un efecto contrario a los objetivos reactivadores de los cinco “paquetes”. 

Actualmente, el reparto de dividendos dirigido a personas jurídicas no está gravado de manera anticipada, puesto que se aplica cuando el reparto llega a las personas naturales o a las personas jurídicas no domiciliadas. El proyecto “reactivador” crea un nuevo impuesto anticipado a los dividendos aplicable a las empresas que los reciben. El proyecto de ley lo califica como un Impuesto a la Renta de tercera categoría, pero le asigna una tasa especial (la misma que grava el reparto de dividendos a personas naturales: 6.8%, 8% y 9.3% según el año correspondiente).

Sobre esto último, la preocupación del Poder Ejecutivo es evitar que las empresas operativas transfieran dividendos a empresas matrices como una estrategia para eludir el pago del impuesto a los dividendos. Es incorrecto asumir que la única razón que tiene un inversionista para trasladar dividendos de una empresa operativa a una empresa matriz es eludir el Impuesto a la Renta. Por el contrario, es perfectamente razonable y usual que un inversionista que está diversificado (o quiera estarlo) reinvierta utilidades de un negocio en otro distinto. Esto no se refiere solo al caso de empresas holding, sino que las empresas operativas pueden tener, a su vez, subsidiarias operativas.

Para ese tipo de inversionista (que no es el que “quiere eludir” el impuesto a los dividendos), sino más bien que quiere reinvertir en el país de forma diversificada, el proyecto de Ley 4007-2014-PE supone una distorsión, una “norma-contra-propósito” que afecta la eficiencia de las empresas. Es contrario a los objetivos planteados, pues generará un desincentivo para que los inversionistas reinviertan y se diversifiquen como, además, busca el Plan Nacional de Diversificación Productiva (PNDP) del Gobierno.

Adicionalmente a lo anterior, cabe mencionar que según la legislación actual, las empresas holding (cuya principal fuente de ingresos son los dividendos generados por sus inversiones), no pueden deducir para efectos tributarios gastos que no estén directamente vinculados a la reinversión de esos dividendos. Los gastos no vinculados a esa reinversión, están gravados con un impuesto de 4,1%. La razón principal por la cual existen empresas holding no es para obtener un beneficio tributario, sino para viabilizar la reinversión de utilidades de manera diversificada y eficiente.

Sería absurdo que el paquete reactivador paralice una parte importante de la reinversión de utilidades, puesto que los inversionistas diversificados preferirían, bajo las nuevas normas, repartir dividendos a los accionistas (personas naturales), en lugar de ser reinvertidos en otros negocios.

El nuevo Impuesto a los Dividendos para Personas Jurídicas, tal como está propuesto, limitará la reinversión de utilidades de una empresa operativa en otros negocios a través de sus matrices. Además, impedirá la colocación eficiente de capital, irá contra de los objetivos del PNDP, complicará innecesariamente el sistema tributario y terminará generando el efecto opuesto al que se quiere promover: reactivación económica y reinversión de utilidades.

Esperamos que el Ejecutivo y el Congreso corrijan este “lapsus” fiscalista de efectos anti-reactivadores. Lampadia




El rol de los gobiernos en la creación de clusters para el crecimiento

El rol de los gobiernos en la creación de clusters para el crecimiento

McKinsey & Company, en su publicación Insights & Publications (julio 2014), describe las últimas iniciativas para promover ecosistemas (ambientes) propicios al desarrollo de los emprendedores en start-ups.

En el Perú, el gobierno acaba de aprobar el Plan Nacional de Diversificación Productiva (PNDP). Allí se señala que se creará la ´Comisión Nacional de Diversificación Productiva´ en el Ministerio de la Producción. Esta comisión (contará con la participación del sector privado – una forma de corporativismo), identificará los sectores que tienen mayor potencial de desarrollo. Según,  el ministro del sector esta medida nos permitirá recuperar un crecimiento de 7 a 8% anual, agregándole nuevos motores productivos que sustituirían lo que nos dio la minería antes de la reducción de precios de los metales (ver publicaciones del martes 29 de julio último en El Comercio, La República, Correo, Expreso y otros).

En Lampadia hemos señalado varias veces que esto es un tremendo error puesto que el Perú tiene una ´Reserva Productiva´ inmensa, sustentada en recursos naturales abundantes y diversos aún no explotados. Estos recursos pueden compensar cualquier caída de precios y generar riqueza sin mayor demora para enfrentar los déficits sociales y económicos que cada día son más injustos, innecesarios y absurdos y, más aún, en un país que “tiene un Gigantesco Potencial de Desarrollo”, como ha indicado Julio Velarde, Presidente del Banco Central de Reserva.

A continuación, presentamos una traducción adaptación y compendio del artículo indicado realizado por Lampadia. En él se plantea criterios para realizar desarrollos productivos, que ojalá permitan una reflexión adecuada sobre la capacidad de los gobiernos, especialmente los centrales, para tener éxito en el intento:

Adaptación, compendio y traducción del artículo de McKinsey:

“Muchos gobiernos de países industrializados tratan de impulsar la actividad en emprendimientos y start-ups que creen trabajo y crecimiento económico. Hasta qué punto pueden hacerlo los gobiernos, es incierto. (…) “La innovación en la forma de start-ups tiende a ocurrir, mayormente, en grandes áreas metropolitanas.

“(…) Para florecer, la actividad emprendedora requiere una cierta concentración de: talento, infraestructuras, capital y redes, que son los factores de éxito de los ecosistemas para start-ups. (…) [El foco de los gobiernos municipales] puede estar en resolver los cuellos de botella y restricciones que inhiben un vibrante ecosistema de start-ups, en lugar de elegir a los ganadores apoyando investigación en sectores de negocios específicos.

“(…) Los tomadores de decisiones de los gobiernos municipales deben identificar y enfrentar los cuellos de botella de los ecosistemas de start-ups. (…) Un método usado recientemente por el alcalde y el gobierno municipal de Berlín.

“Las ciudades que más destacan por sus vibrantes ecosistemas para start-ups son Berlín, Londres, Nueva York y Tel Aviv. (…) Estas ciudades enfrentan retos similares (…). Las políticas exitosas tienen que cumplir dos requisitos:

· La habilidad de mantener el ritmo del ambiente de los start ups, que es muy volátil.

· La habilidad para tener éxito en un entorno de múltiples ´stakeholders´ o el involucramiento de varios estamentos e intereses.

“(…) Hemos encontrado [McKinsey], que las unidades que están ubicadas en las oficinas de los propios alcaldes  son una forma efectiva y práctica de lograr estos dos requerimientos.

“(…) Los gobiernos pueden identificar los obstáculos oportunamente, resolver los problemas y corregir el curso. (…) Los más exitosos comparten varias características importantes: un destacado líder con un probado récord de haber producido resultados, acceso directo a los niveles superiores de liderazgo, personal talentoso con excelentes capacidades de comunicación y de resolución de problemas, y la habilidad para usar poderes sutiles para influenciar en los ministerios.

Cómo formar una unidad para la formación de start-ups [según McKinsey]

– Contratando el talento correcto

– Conduciendo ´laboratorios de entrega´ [de start-ups]
que inyecten ideas y que traduzcan las estrategias de alto nivel en planes detallados de implementación.

– Enfocándose en la obtención de éxitos tempranos y corrigiendo sus acciones frecuentemente

La presión por resultados es muy fuerte, dado el volátil ambiente de los start-ups y la impaciencia de los involucrados [stakeholders]. (…)  Berlín realizó una competencia de start-ups entre los estudiantes universitarios para promover el espíritu emprendedor entre los graduados.
(…) Pero los encargados de fijar las políticas deben ser realistas. Los start-ups son un blanco móvil, por lo tanto, las ciudades no alcanzarán los resultados esperados al primer intento.

(…) Un buen ejemplo es la iniciativa de ´Open Data´ de la ciudad de Nueva York.

[McKinsey concluye que:] “mientras la competencia por inversiones y por  talento emprendedor alcanza proporciones globales, el apoyo municipal para los nacientes clusters de emprendedores se hace indispensable, especialmente, en las áreas metropolitanas más grandes (…).”

Los autores Julian Kirchherr y Gundbert Scherf, son consultores de la oficina de McKinsey en Berlín, dirigida por Katrin Suder.




Plan de Diversificación Productiva y sus diagnósticos equivocados

Plan de Diversificación Productiva y sus diagnósticos equivocados

Es importante analizar los supuestos y las premisas en los que se basa el Plan de Diversificación Productiva (PDP), ya que la visión y percepción de los procesos que ha estado viviendo el Perú resultan esenciales para realizar el diagnóstico adecuado para la elaboración de las recomendaciones de política.

Así por ejemplo, encontramos que en la página 27 del ambicioso PDP se menciona: “(…) la evolución de la economía es menos notable cuando se consideran las variables que mejor reflejan el bienestar de los ciudadanos. Tal es el caso de la productividad del trabajo, el empleo y la distribución de ingresos, accesos y oportunidades”, para lo cual se cita al libro publicado por Ghezzi y Gallardo.Sin embargo creemos que la realidad es otra.

Estas mejoras tan pronunciadas en los ingresos reales solo serían viables gracias a mejoras en la productividad. (ver: No es chorreo, son manantes)

Nadie niega que en la foto, la productividad del empleo aún es baja, sobre todo cuando nos comparamos con Chile o México. Sin embargo, en términos de la evolución de esta variable (“la película”),la tasa promedio de crecimiento de la productividad fue de 2.3%. Lo que se ha visto es que a partir de la segunda mitad de la década del 2000, cuando las reformas empezaron a madurar y las inversiones  privadas (83% del total) y públicas alcanzaron niveles record llegando al 26% del PBI (2013), impulsando el crecimiento de productividad, que el Perú lideró en  Latinoamérica (que en conjunto decreció en 0.3%). Además, superamos el promedio de todos los países emergentes, que en el periodo 2005-2011 solo mejoraron su productividad a un ritmo de 1.6% anual (ver: La productividad del Perú en tres tiempos). Cabe señalar que de acuerdo al BBVA, la productividad de nuestro país explicó poco más del 40% del crecimiento promedio del PBI en la última década (ver: BBVA Research destaca crecimiento de la productividad en Perú).

En cuanto al empleo, el panorama también ha sido muy alentador. Entre el 2001 y 2012, se crearon 5.6 millones de empleos adecuados (un crecimiento de 112%), con lo cual se elevó a 10.7 millones. Es decir, el 66% de la PEA (Población Económica Activa), que hace 10 solo alcanzaba al 40%. (Ver: Buena chamba crece 112%).

Tanto las mejoras de la productividad como el incremento en el empleo adecuado, han sido consecuencia de la mayor inversión privada registrada durante la década pasada, que fue el principal motor del crecimiento. El Ex Ministro, Luis Carranza, recordó hace poco que en el año 2000 solo 18 empresas exportaban más de US$ 50 millones al año, y todas pertenecían al sector extractivo. Por el contrario, al 2013 el Perú ya tiene 99 empresas que exportan más de US$ 50 millones y al menos la mitad no tiene nada que ver con el sector extractivo. Asimismo, las exportaciones agrícolas se han multiplicado por 20 en este periodo, la metal-mecánica ha crecido 10 veces y las ganancias sectoriales de productividad está siendo liderada por el agro (y no por la minería). Esto refleja un dinamismo transformador de la economía que ha permitido generar bienestar sostenible en los peruanos, aumentando el empleo y la productividad del trabajo. Sin mencionar los avances sociales como el hecho de haber sido el único país en superar las Metas del Milenio, dos años antes de su plazo.

Insistimos en que el Perú cuenta con claras ventajas para generar industrias sostenibles en torno a la minería, el sector forestal, la transformación petroquímica, la pesca, las agroindustrias, la energía y el turismo, sin descartar otras que puedan ser identificadas y desarrolladas por los propios empresarios. Por ello, las políticas se deberían pensar sobre la base de los limitantes al crecimiento regional, y dirigido a alcanzar el potencial productivo de los sectores donde tenemos ventajas.

Ronald Hartwell, uno de los más prestigiosos historiadores económicos -conocido por sus trabajos sobre el proceso  de industrialización inglés-, señalaba que la acumulación de capital es una de las características esenciales de los procesos de desarrollo productivo. Por ello, una agresiva política de atracción de inversiones (para lo cual debe mejorarse el clima de inversión), es fundamental para alcanzar nuestro pleno potencial. En esta línea, una rápida forma de estimular una alta tasa de formación de capital donde tenemos ventajas es estimulando la inversión nacional y extrajera.

La experiencia nos enseña que una política industrial moderna debe buscar aumentar la competitividad mirando al mundo, sin elegir “ganadores” ex-ante (o ex-post, según estudios de escritorio) e incentivando de forma inteligente la acumulación de capital en torno a los sectores con mayor potencial.Lampadia