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Liderazgo, designaciones y enfoque

Liderazgo, designaciones y enfoque

EDITORIAL DE LAMPADIA
Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Al presidente Castillo no le va muy bien. A tres meses de su investidura sigue mostrando deficiencias para el importante cargo que le toca desempeñar. Así se comprueba a través de todas las encuestas de opinión pública. Y por supuesto en las encuestas encargadas por Lampadia.

En esta ocasión hemos investigado con Ipsos, la performance del presidente en algunos atributos esenciales para el logro de un buen gobierno. Veamos:

1. El 64% opina que Pedro Castillo no tiene el liderazgo necesario para resolver los problemas del país.

2. Solo el 28% considera que el gobierno sabe qué hacer para reactivar la economía y está tomando las medidas necesarias para aumentar la inversión y recuperar el empleo.

3. El 70% de la población afirma que Pedro Castillo no sabe elegir personas capaces e intachables para ocupar cargos importantes. Esto se refleja en todos los NSE, rangos de edad, especialmente entre los jóvenes, y género, notoriamente entre mujeres.

4. Lo mismo se aprecia en cuanto al nombramiento del ministro de Educación, un cargo clave para el desarrollo integral del país.

5. Otro tema muy sensible sobre las cualidades del presidente Castillo se refiere a la opinión de la ciudadanía sobre si el presidente dice la verdad o no.

Solo el 19% cree que siempre dice la verdad y 45% que a veces dice la verdad.

6. Más bien con respecto a la hoja de coca, siendo que el 95% termina en el narcotráfico, sorprende que solo el 24% considera que se debe erradicar los cultivos de manera decidida.

7. Sobre la evolución de la popularidad del presidente, compartimos un cuadro de las encuestas de Datum de setiembre y octubre, que muestra una caída muy fuerte de apoyo en los sectores más cercanos a Castillo, el centro, el sur y el NSE E.

Ver la Encuesta de Ipsos en:

https://www.lampadia.com/assets/uploads_documentos/0de1f-informe-encuesta-nacional-lampadia-27-de-octubre-2021-pr..pdf

Ver nuestras encuestas anteriores:

https://www.lampadia.com/assets/uploads_documentos/images/025ea-estudio-de-opinion-publica-datum-setiembre-2021-lampadia.pdf

https://www.lampadia.com/assets/uploads_documentos/ba06a-actitudes-opinio-n-pu-blica-8-de-agosto-resultados-de-intere-s.pdf

https://www.lampadia.com/assets/uploads_documentos/0f977-informe-encuesta-nacional-lampadia-25-de-setiembre-2021-vf-sma.pdf

Lampadia




La vacancia por incapacidad moral en debate

La vacancia por incapacidad moral en debate

Rodrigo Espinoza
Investigador en temas constitucionales
Para Lampadia

El pasado 19 de octubre, el Poder Ejecutivo presentó el Proyecto de Ley 474/2021-PE que, en sus términos, pretende fortalece la gobernabilidad y la confianza entre el Poder Ejecutivo y el Congreso de la República. Entre otras disposiciones, plantea modificar el artículo 113 de la Constitución Política del Estado para establecer que la Presidencia vaca por su permanente incapacidad “mental o física”, acreditada por una junta médica.

La vacancia por incapacidad moral forma parte de la denominada “Constitución histórica”. Fue introducida en la Carta de 1839 y ha permanecido sin mayores alteraciones a lo largo de los textos constitucionales. Tanto en el siglo XIX como ahora, “incapacidad moral” hace referencia a lo mismo: inconductas. Moral (del latín moralis) se refiere a costumbres, conductas. En ningún caso se pensó en algo “mental”. Prueba de ello está en los recientes diarios de debates constituyentes de 1933, 1979 y 1993, que, al parecer, el Ejecutivo no ha podido revisar.

  • Solo como ejemplo histórico del intento de uso de esta causal podemos mencionar que, en 1864, Ramón Castilla promovió una moción para declarar la incapacidad moral del presidente Juan A. Pezet considerando que “la conducta observada por el Presidente (…) prueba su incapacidad moral para ejercer el Mando Supremo de la Nación”.
  • El caso de Billinghurst, al que tanto se hace mención, es especial, pues la salida del Presidente se produjo por un golpe de Estado. Sin embargo, el manifiesto a la Nación preparado por el Congreso -que planteaba declarar la incapacidad moral- hacía referencia a inconductas, al acusársele de un “despotismo”, de haber provocado un “desgobierno” y de haber cometido un “delito contra la soberanía nacional”.

La intención de los constituyentes de 1839, al igual que la de los de 1993 fue contar con una cláusula abierta para remover al presidente en caso de inconductas. Esto es parte del sistema presidencialista y tiene sus símiles en toda América (“mal desempeño” en Argentina, “proceder de manera incompatible con la dignidad del cargo” en el Brasil, “indignidad por mala conducta” en Colombia o los “misdemeanors” en los Estados Unidos)

La preocupación que expresan algunos sectores por un posible uso arbitrario de la vacancia por incapacidad moral no tiene sustento. En los más de 180 años que tiene dicha cláusula en la Constitución, solo se ha utilizado de manera efectiva en apenas tres oportunidades: Billinghurst, Fujimori y Vizcarra. Incluso, sobre las dos primeras se podría decir que la declaratoria de incapacidad moral no fue la causa de la salida del Presidente: Billinghurst fue depuesto por un golpe de Estado y Fujimori abandonó el país sin retorno y renunció desde el exterior.

Sin duda, el proyecto que ha presentado el Ejecutivo, que busca eliminar la válvula de escape en caso el presidente incurra en inconductas, fortalecería de manera desmedida al presidente de la República e iría contra la forma de gobierno peruana. Lampadia




La Estupidez Humana

La Estupidez Humana

Jaime Spak
Para Lampadia

Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro. Albert Einstein 

Nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis. Michel de Montaigne

Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano. Goethe

Hace unos años fui invitado a un seminario sobre la Estupidez Humana, organizado por reconocidos sicoanalistas del Perú y del extranjero.

Fue un fin de semana muy interesante donde se analizó el tema de la estupidez, como elemento fundamental de nuestra sociedad.

¿Como podemos entender la estupidez en nuestra política, sin que esto se convierta en una estupidez también?

  • Díganme ustedes si no es una estupidez, nombrar asesor a Belmont cuando diez días antes le dijo ladrón al presidente y que su elección fue fraudulenta.
  • Díganme si nos es una estupidez, pensar que porque una persona no tiene sentencia, ya puede ejercer cualquier puesto público, en un país en donde la justicia demora 10 años en sentenciar.
  • Díganme si no es una estupidez, gobernar camuflándose debajo de un sombrero.
  • Díganme si no es una estupidez, pretender ser el dueño de la razón y pensar que con una nueva constitución se arreglaran los problemas del país.
  • Díganme si no es una estupidez, hacer una selección entre gente lumpen para que ocupen puestos importantes en la administración pública.
  • Díganme si no es una estupidez, llamar caviar a cualquier persona que no piense como uno.
  • Díganme si no es una estupidez, pensar que como el presidente es un sencillo profesor de primaria de una escuela alejada en un pueblo apartado de Cajamarca, no puede tener una agenda de perpetuarse en el poder.
  • Díganme si no es una estupidez, pensar que Guido Bellido es un referente de nuestra población, yo pensaría que es un referente de gente indecente que solo busca denigrar a su semejante,
  • Díganme si no es una estupidez, pensar que la madre de Vladimir Cerrón es una persona que puede ser una consejera sana de sus hijos y no la lideresa de una organización delictiva.
  • Díganme si no es una estupidez, que el juez del caso Los Dinámicos del Centro, no haya sido lo suficientemente diligente para que la audiencia de prisión preventiva para importantes dirigentes de Perú Libre, se haya realizado de manera presencial y no virtual. Ahora deben de utilizar recursos de la policía y recompensa por más de S/ 280,000 del erario nacional que podría ser usado en mejores fines para intentar capturarlos. Cosa que será imposible.
  • Díganme si no es una estupidez, que Evo Morales siga viniendo al Perú para seguir influyendo en los peruanos, con la legalización de la coca y el tema de la asamblea constituyente.
  • Díganme si no es una estupidez, haber nombrado al guardaespaldas de Cerrón embajador en Venezuela. Felizmente le han dado impedimento de salida del país.
  • Díganme si no es una estupidez, que el canciller no haya renunciado después de este escándalo.
  • Díganme si no es una estupidez, pretender ponerse de acuerdo con gente de ideas trasnochadas.
  • Díganme si no es una estupidez, pensar que este gobierno lograra un crecimiento del país para bajar la pobreza.
  • Díganme si no es una estupidez, pensar que todo se hace en función del pueblo y no tienen identificado a que pueblo se refieren.
  • Díganme si no es una estupidez, engañarnos con una segunda reforma agraria, cuando la inversión privada es la que ha hecho crecer la agricultura, al punto que por tercer año consecutivo el Perú es líder mundial en exportación de arándanos, cuando hace 10 años la exportación era mínima. Solo por poner un ejemplo.
  • Díganme si no es una estupidez, tener que estar escribiendo sobre la estupidez, cuando tenemos tanto por hacer, pues estamos en medio de una crisis sin precedentes, tanto económica como política.

Si Pedro Castillo quiere olvidarse de la estúpida idea de ser vacado, que se ponga a trabajar como un estadista y se olvide de Perú Libre y sus estúpidas ideas.

“Todas las personas tienen derecho a la estupidez, pero algunas aprovechan de ese privilegio”. Lampadia




Intérpretes alterados

Intérpretes alterados

CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia

Los intérpretes y traductores de Pedro Castillo –sobre todo los caviares- sufrieron un ataque de nervios cuando profirió otra pachotada en uno de sus discursos de plazuela. Ellos están ocupados persistentemente en aclarar, explicar, traducir y descifrar las necedades que, con cierta regularidad, vocifera el ocupante de Palacio de Gobierno.

Esta vez repitió lo que ya había dicho en la campaña electoral y que está contenido en las propuestas de Perú Libre, el partido de Vladimir Cerrón que lo llevó al gobierno: estatizar o nacionalizar el gas de Camisea. Ninguna novedad.

¿Por qué alarmarse entonces? Porque los caviares han intentado desde el principio hacer creer que Castillo y sus secuaces no son tan malos como realmente son, al tiempo que tratan de moderarlo, de “humalizarlo” para usar el término acuñado por Héctor Béjar.

Además, están empeñados en hacer creer a los ciudadanos que ya lograron su objetivo, que la gavilla que se ha apoderado el gobierno ha cambiado, se ha moderado y que ahora el país puede respirar tranquilo. Pero Castillo y sus secuaces los desmienten constantemente.

El ex abrupto del hombre del sombrero probablemente se explique por su interés de seguir ofreciendo ilusiones a sus seguidores, a falta de realidades que mejoren la vida de los peruanos, que en verdad parece estar empeorando por la inflación y la falta de empleo y de seguridad.

Uno de los asuntos que más le preocupa a la población, sobre todo a los más pobres, es el alza de los precios, incluyendo el del gas. Como Castillo y los ineptos que ha nombrado en los cargos públicos no tienen idea de cómo revertir esa situación, hacen lo único que saben: echarles la culpa a las empresas, sin son grandes y extranjeras mejor, y proponer la única receta que conocen, la estatización.

Por supuesto, no tienen ningún plan, ninguna propuesta, ninguna idea de cómo hacer para que más familias tengan acceso al gas natural. Salvo volver a mencionar el impracticable gasoducto del sur, una gigantesca estafa al Estado peruano perpetrada por Odebrecht (dicho sea de paso, los caviares y su fiscalía no han avanzado un milímetro en la investigación de ese latrocinio, porque involucra a sus socios y benefactores, Ollanta Humala y Nadine Heredia).

No hay que subestimar tampoco el hecho de que ellos pertenecen a un conglomerado internacional y que constantemente proponen como ejemplo a seguir el fracasado experimento boliviano, incitados incesantemente por Evo Morales y sus adeptos.

Las especulaciones sobre el presunto afán de Castillo para perjudicar a Mirtha Vásquez en su intento de obtener el voto de confianza están fuera de lugar. Primero, sería una maniobra sutil, muy difícil de anidar debajo del sombrero. Segundo, lo que diga no va a cambiar la decisión de los congresistas. Si la presencia de varios impresentables no disuade a aquellos que quieren respaldar al nuevo gabinete, una declaración más tampoco lo hará.

La intención estatizadora, sin embargo, es real, y no hay que dudar que, si logran su propósito de instaurar una asamblea constituyente e imponer una dictadura chavista, lo harán.

Mientras tanto habrá que seguir observando a la legión de caviares consternados, afligidos, agobiados, pero incansables, tratando de encontrar en un tuit que redactó algún asesor, una luz de esperanza para justificar su respaldo al gobierno comunista, en su expectativa que les abra las puertas –y no solo una rendija como hasta ahora-, para acceder masivamente a los beneficios del Estado. Lampadia




Descifrando al Perú – 2

Descifrando al Perú – 2

EDITORIAL DE LAMPADIA

Cumpliendo con nuestra Misión, seguimos contradiciendo las narrativas perversas de las izquierdas retrógradas del Perú, que solo debilitan y empobrecen a los más pobres, que dicen defender.

Misión de Lampadia

o Defender la economía de mercado, la inversión privada, el 
   desarrollo y la modernidad.

o Promover el Estado de Derecho, un sistema judicial eficiente y
   la meritocracia para los funcionarios públicos.

En el Perú, las izquierdas promueven el pos-extractivismo y el ‘buen vivir’: producir lo menos posible, solo lo indispensable, no exportar alimentos y alejarse del mundo. Una visión enferma que pretende condenarnos a la pobreza eterna. Eso sí, sus dirigencias se convertirían en los padres de la patria y distribuidores del favor público.

En junio pasado publicamos en Lampadia: La prosperidad sin precedentes del Perú, reproduciendo el trabajo de Iván Alonso e Ian Vásquez, del CATO INSTITUTE, que en 38 gráficos:

“Demuestran una notable mejoría del bienestar en amplios sectores de la población. La prosperidad ha aumentado, la desigualdad ha caído y los pobres han visto elevar su nivel de vida. Y, a diferencia de otros episodios de crecimiento en la historia del Perú, el progreso no ha estado limitado geográficamente; más bien, el sector rural, tanto como el sector urbano, se ha beneficiado, como lo ha hecho la mayor parte del interior del país, además de Lima y las ciudades de la costa”.

La semana pasada publicamos los cuadros referidos al tema de ‘ingresos y pobreza’. Ver en Lampadia: Descifrando el Perú.

Hoy publicamos nuestro infomercial sobre la ‘salud’.

Lampadia




Identidad nacional y retos constitucionales

Identidad nacional y retos constitucionales

José Luis Sardón
Magistrado del Tribunal Constitucional del Perú
y Representante Alterno del Perú ante la Comisión de Venecia
Para Lampadia

Palabras pronunciadas el jueves 21 de octubre, en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica San Pablo, de Arequipa, Perú, en el V Encuentro de Estudiantes de Derecho, “Aportes en torno al bicentenario de la República Peruana: identidad, democracia y estado de Derecho y retos constitucionales actuales”.

Buenos días. Agradezco a la Facultad de Derecho de la Universidad Católica San Pablo, organizadora del V Encuentro de Estudiantes de Derecho, por su cordial invitación a estar aquí con ustedes. Es un gusto para mí participar en esta reunión académica organizada en mi tierra, Arequipa, que está siempre presente en mi corazón.

Esta reunión se realiza cuando el Perú celebra doscientos años de vida republicana. Por esto, busca dilucidar la relación entre identidad, democracia y estado de Derecho, y los retos constitucionales que ella plantea. Estando en Arequipa, quisiera tomar el toro por las astas y concentrarme en lo primero y lo último de este asunto: la identidad nacional y los retos constitucionales.

En el Perú, la inquietud por la identidad nacional es un fenómeno recurrente. En los 1970s, se debatió mucho al respecto. Sin embargo, tales indagaciones no llevaron a nada. Pensaría, más bien, que solo sirvieron para generar enfrentamientos y división entre los peruanos, y para descarrilar la atención pública de preocupaciones más conducentes.

En los 1980s, el historiador italiano Ruggiero Romano visitó Lima, invitado por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP). En contra de lo que acaso esperaban sus anfitriones, aconsejó que dejáramos de preguntarnos por la identidad nacional. Cuanto más traten de definir la identidad peruana, dijo, más alejados estarán de encontrarla. Búsquenla, en todo caso, en los aspectos más prosaicos de la vida, como la cocina —añadió.

La Constitución de 1993 fue alumbrada bajo ese enfoque práctico. Aunque no se despojó del todo de los ímpetus románticos de su predecesora, es más sobria desde su Preámbulo. Tiene solo 206 artículos, mientras que la Constitución de 1979 tuvo 307. Comentando esto, el politólogo Giovanni Sartori dijo, alguna vez, que le ponía “los pelos de punta”.

El efecto positivo de la Constitución de 1993 sobre el proceso de desarrollo peruano es innegable, pero hubiese sido mayor si se la hubiera sido aplicado más fielmente. El 2002, por ejemplo, en la sentencia expedida en el caso Sindicato Telefónica, el Tribunal Constitucional restituyó la estabilidad laboral absoluta, apelando a una argumentación especiosa.

Como ha acreditado ampliamente el economista Miguel Jaramillo, a partir de ese momento el número de contratos a plazo indefinido quedó congelado. Desde entonces, solo se incrementó el número de contratos a plazo fijo. Por ello, su estudio se titula “Los efectos desprotectores de la protección del empleo: el impacto de la reforma del contrato laboral del 2001”.

Las siguientes conformaciones del Tribunal Constitucional no han corregido si no agravado el problema. El año pasado, tumbó el régimen MYPE, que era una excepción a la regla de la estabilidad laboral. Solo dos magistrados hicimos notar que el artículo 59 de la Constitución le daba sustento. En ese caso, el demandante, ay, fue el Colegio de Abogados de Arequipa.

Al permitir una mejor asignación de los recursos productivos, el régimen MYPE fue una de las explicaciones del crecimiento pro-pobre experimentado en el Perú. Como demostró un estudio elaborado por Hugo Ñopo, entre el 2007 y el 2016, el gasto real per cápita creció en todos los hogares peruanos, pero creció más en los percentiles pobres que en los ricos.

Así, la Constitución no ha sido aplicada siempre fielmente. Pero no solo ello. En sus 28 años de vida, ha tenido 24 reformas. La más controversial es también del 2002: el lanzamiento de gobiernos regionales en Departamentos. Debido a ella, el Perú tiene gobiernos regionales, pero no regiones, ya que la creación de estas fue rechazada en el referéndum de 2005.

Evidentemente, no debía ponerse la carreta por delante de los bueyes: primero debieron crearse las regiones; luego, los gobiernos regionales. En su texto original —redactado por nuestro querido paisano Juan Guillermo Carpio Muñoz—, la Constitución establecía que las regiones debían ser creadas de abajo hacia arriba, no impuestas de arriba hacia abajo. Era lo sensato.

Los gobiernos regionales derivaron de un razonamiento esquemático simplista. Ellos no tienen el arraigo histórico de los gobiernos locales. Consecuentemente, la curva de aprendizaje que están siguiendo, respecto del uso de recursos públicos, es una penosamente abierta. El país paga un alto costo por ello, en términos no solo económicos sino también políticos.

A pesar de sentencias constitucionales no siempre fieles a su texto y de reformas constitucionales no siempre bien pensadas, la Constitución ha tenido resultados positivos. La economía peruana de 2019 fue tres veces y medio la de 1993. Consecuentemente, la pobreza se redujo a un récord histórico de 20%. Además, en la medida que la Constitución se aplicó con fidelidad, se redujo también la desigualdad.

Como alguna vez hizo notar el economista Richard Webb, el despegue económico peruano falsea la hipótesis de “la campana de Kuznetz”, según la cual la desigualdad aumenta necesariamente al pasarse del subdesarrollo al desarrollo —especialmente, cuando se lo hace aceleradamente. En el Perú, bajo el régimen constitucional económico, no ocurrió ello.

La Constitución ha logrado todo esto porque ha afirmado la libertad económica, que es el mejor predictor de crecimiento que se conoce. En los índices de libertad económica, el Perú ha obtenido muy altos puntajes en componentes como la estabilidad monetaria y la apertura comercial. Los fundamentos institucionales de ambos están en normas constitucionales.

No todo el esquema constitucional ha sido apropiado, sin embargo. El 2020 fue nuestro annus horribilis. El COVID-19 fue enfrentado con una cuarentena tan drástica como inútil: el Perú ha tenido el número más alto de muertos por COVID-19 por millón de habitantes del mundo. Al 10 de octubre, 5,982, mientras que el promedio mundial es de apenas 616. Tenemos casi diez veces el promedio mundial.

Al mismo tiempo, la economía se contrajo 12%, volviendo al tamaño que tenía cinco años atrás. Además, la reducción de la actividad económica afectó a todos, pero más a los más pobres. Como ha señalado el Instituto Peruano de Economía (IPE), la pobreza regresó a los niveles que tenía diez años atrás. El 2020, el tamaño de la economía fue el de 2015, pero el porcentaje de peruanos bajo la línea de la pobreza fue el de 2010.

Las políticas públicas que han llevado a esta situación tienen responsables que deben ser identificados. Sin embargo, también debe entenderse que fueron gestadas bajo una estructura política inadecuada. Esta contribuyó, en alguna medida, a ello. Así, si hay algo que reformar en la Constitución no es el régimen económico sino la estructura del Estado; esto es, el sistema de gobierno y el de representación.

A través de una adecuada disposición de las reglas de juego político, una buena estructura del Estado debe ponernos a salvo de políticas púbicas desastrosas, y de actores políticos que —con la coartada de la lucha contra una pandemia— avancen una agenda ideológica extraña. La democracia constitucional, en suma, debe vacunarnos contra el virus del populismo.

Nuestro sistema de gobierno es una mezcla abigarrada de presidencialismo y parlamentarismo. Las funciones del presidente de la República son no solo de jefe de Estado sino también de jefe de gobierno; además, es elegido directamente por el pueblo. Esto no ocurre ni siquiera en los Estados Unidos, cuna del presidencialismo, donde esta elección pasa por un Colegio Electoral. Es, pues, semi-directa.

Por otro lado, desde 1848, aquí el Congreso puede censurar a los ministros de Estado, al estilo de los sistemas parlamentarios europeos. Dados los excesos en los que se incurrió en el ejercicio de esta facultad, antes del largo paréntesis al proceso constitucional del gobierno militar (1968-1980), las últimas dos Constituciones introdujeron normas que buscaban un mayor equilibrio entre los poderes elegidos.

Sin embargo, este equilibrio ha resultado elusivo. La Constitución de 1993 señala que los ministros no solo deben plantear cuestión de confianza al inicio de su gestión, sino que pueden hacerlo también más adelante. En el caso Cuestión de Confianza (Exp. 0006-2018-PI/TC), por unanimidad, el Tribunal Constitucional precisó que ello podía hacerse solo sobre “políticas que su gestión requiera”.

Empero, por mayoría, el propio Tribunal Constitucional, en el caso Disolución del Congreso (Exp. 0006-2019-CC/TC), admitió no solo que se planteara cuestión de confianza sobre una atribución exclusiva del Congreso, sino que se admitiera su denegación fáctica. En el voto singular que emití entonces —coincidiendo con otros dos colegas—, opiné que ello vacía de contenido al principio de separación de poderes.

El telón de fondo del enfrentamiento entre poderes elegidos estuvo dado por el resultado de las elecciones generales de 2016. Como se recordará, en la primera vuelta, Fuerza Popular obtuvo 57% del Congreso; sin embargo, en la segunda, la presidencia de la República la consiguió Pedro Pablo Kuczynski, cuyo partido (PPK) tenía solo 16% del Congreso. Esto nos puso en trayectoria de colisión.

Para evitar que esto se repita necesitamos un sistema de partidos. En su dimensión orgánica, la democracia constitucional puede definirse como la alternancia ordenada de partidos en el poder. Gracias a ello, se supera la visión de corto plazo en los actores políticos. Quienes están en el poder saben que en la elección siguiente pueden pasar a la oposición, pero en la subsiguiente pueden volver al poder.

La democracia constitucional así definida contribuye a que todos sean medidos con una misma vara por la justicia, puesto ello se convierte en interés común. De esa manera, surge y se va fortaleciendo en el tiempo el estado de Derecho. Este es no solo el ideal al que apunta todo orden constitucional sino también el componente clave de la libertad económica. Esta no llega a dar nunca todos sus frutos sin él.

La formación de un sistema de partidos no puede hacerse por decreto, pero sí inducirse con reglas apropiadas. La fragmentación partidaria puede ser desalentada con reglas antitransfuguismo como las que contuvo la reforma del Reglamento del Congreso de 2016. Lamentablemente, también con mi voto en contra, el Tribunal Constitucional tumbó dicha reforma.

Sin embargo, para contar con un sistema de partidos, más importante todavía es el sistema de representación. La fragmentación partidaria está asociada a la representación proporcional; la consolidación, a la representación de mayorías, basada en la elección de los congresistas en distritos electorales pequeños, en los que se elijan no más de tres representantes.

En el Perú, la fragmentación legislativa está claramente asociada a la introducción de la representación proporcional en 1963, por el Decreto Ley 14250. Ella es una de las explicaciones al paréntesis constitucional más largo de nuestra historia, al que ya nos referimos (1968-1980). Lamentablemente, ha sido mantenida por las Constituciones y leyes electorales siguientes.

La elección de los congresistas en distritos electorales uni, bi o trinominales introduciría incentivos contrarios a la dispersión de los partidos políticos. Más importante aún, posibilitaría una rendición de cuentas más clara, al acercar a los representantes a la ciudadanía. No es casual que este sistema sea utilizado en las democracias más asentadas de países grandes, en los que no hay mecanismos alternativos de rendición de cuentas.

Complementariamente, debe repensarse nuestro calendario electoral. Si se quiere mantener la elección simultánea del Congreso y el Ejecutivo, el mandato debiera ser de solo cuatro años, como en Argentina, Brasil, Colombia, Chile o Ecuador. Mayor frecuencia en las elecciones significa mayor control ciudadano sobre el proceso político.

Mejor sería introducir elecciones escalonadas, como las de los Estados Unidos. Allí el mandato presidencial es de cuatro años, pero el de los representantes es solo de dos. El de los senadores es de seis, pero renovándose por tercios cada dos años. Así, se combinan oportunidades de cambio débil (cuando se renuevan todos los diputados y un tercio de los senadores) y de cambio fuerte (cuando además se renueva la presidencia).

Este calendario, en todo caso, proscribe las oportunidades de cambio total, que existen en las elecciones simultáneas. Evidentemente, es muy riesgoso que se pueda cambiar no solo al Ejecutivo sino también al íntegro del Congreso cada cinco años. Ello aleja las posibilidades de desarrollar la eficiencia adaptativa de la que habló el Premio Nobel de Economía Douglass S. North. Esta deriva de combinar el cambio y la continuidad.

Un calendario electoral escalonado requiere la reintroducción del Senado. El expresidente de la República Martín Vizcarra lo propuso como una de sus reformas políticas, pero terminó haciendo campaña contra ella, en la idea de que la prioridad era impedir cualquier posibilidad de reelección de los congresistas. Parece que prestó oídos a alguna tuitera, que debiera pensar más.

Un informe de la Comisión de Venecia —preparado para la Organización de Estados Americanos (OEA)— señala que no es lo mismo establecer límites a la reelección para un cargo ejecutivo individual que para integrar un colegiado sin funciones ejecutivas como el Congreso. En Estados Unidos, algunos estados solo permiten tres elecciones a la Casa de Representantes y dos al Senado, pero la regla es que se permite la reelección.

El Senado, además, permitiría combinar diferentes circunscripciones electorales y criterios de representación. Podrían elegirse proporcionalmente seis senadores en seis macrorregiones: Norte, Sur, Centro, Oriente, Lima-Norte y Lima-Sur. Estas circunscripciones senatoriales nos pondrían en rumbo de corregir la situación de los gobiernos regionales en Departamentos.

El Senado, en fin, debiera actuar solo como cámara de revisión, no tener iniciativa legislativa. Además, debiera encargarse de la elección de las personas que ocupan cargos fundamentales en la administración pública, en la administración de justicia, en las fuerzas armadas y en la representación diplomática. El Senado no debió nunca ser suprimido sino perfeccionado.

Evidentemente, hay reformas constitucionales pendientes. Sin embargo, estas deben ser puntuales. Sería lamentable que se instrumentalice la necesidad de estas reformas para pretender una refundación de la República. Uno no puede pretender siquiera borrar su pasado; más bien, debe abrazarlo como suyo, con todos sus errores y aciertos.

La inquietud por la identidad nacional no debe volver a instaurarse en el debate público peruano, por más que venga alentada por vientos globales. Qué paradójico: la inquietud por la identidad nacional es hoy un fenómeno global. Francis Fukuyama ha dedicado un sendo volumen a explicarlo: Identidad: La demanda de dignidad y las políticas del resentimiento. Los peruanos debemos resistir esas malas tendencias.

Como ha señalado hace pocos días Alonso Cueto, por pelear “la batalla del pasado”, “por perdernos en las divisiones bizantinas, [podemos] no atende[r] los problemas inmediatos”. Tenemos, pues, que canalizar adecuadamente los actuales ímpetus reformistas, separando la paja del trigo, lo bueno de lo malo de nuestro orden constitucional, sin descarrilar la promesa de la vida peruana de la que habló Basadre.

Concluyo con Alonso:

Si alguien quiere seguir peleando la guerra de la conquista, pues adelante. Pero sin estos traumas recurrentes, afirmándonos por nosotros mismos y no por oposición a otros, nos irá mejor, incluso bien.

Muchas gracias.

Lampadia




Ladrones y bandidos asalariados

Ladrones y bandidos asalariados

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 22 de octubre de 2021
Para Lampadia

El Estado peruano está lleno de ladrones y bandidos asalariados. La detención del Gobernador Regional de Arequipa – Elmer Cáceres Llica – la semana pasada, constituye una raya más al tigre. Efectivamente, la mayoría de Gobernadores Regionales son tal para cual. Tanto que 19 de los 24 Gobernadores actualmente en funciones, están siendo investigados por corrupción. Y decenas de ex Gobernadores están presos y / o fugados.

Y lo mismo ocurre en muchos Ministerios, Municipalidades y demás instituciones públicas de nuestro país. Así las cosas, se podría decir que la corrupción en el Estado peruano es horizontal. Es decir, atraviesa transversalmente a todas las instituciones públicas… salvo honrosas y muy escasas excepciones.

Sin embargo, la corrupción pública es también vertical. O sea, está presente en todos los escalafones del aparato estatal… de rey a paje. Efectivamente, la corrupción está enquistada en las más altas esferas del Estado: Presidentes, Ministros, Congresistas, Gobernadores, Alcaldes, Jueces y Fiscales, altos mandos de las Fuerzas Armadas y Policiales, etc. Pero – como no podía ser de otra forma – ha percolado hacia abajo, infestando todos los niveles jerárquicos del Estado… desde las cabezas hasta los pies. Es decir, de manera vertical.

Es precisamente la corrupción de los mandos medios y bajos la que más incide directamente en el maltrato a la población. Ejemplos…

  • los médicos que abandonan los hospitales y – por ende – a sus pacientes.
  • ¿Cuántos funcionarios maltratan a los ciudadanos arrojándolos a la pobreza, impotencia y desesperanza?
  • Los coimeros que trafican con los brevetes… los cuales – dicho sea de paso – están en todos los Gobiernos Regionales, no sólo en Junín, incluso en Lima.
  • Los que venden cargos públicos como si fueran de su propiedad… otra práctica generalizada en el Estado.
  • ¿Cómo calificar a los que ingresan a trabajar en el Sector Público con certificados de estudios falsos?
  • ¿Cómo llamar a los “diezmeros” que negocian con las obras públicas?
  • ¿Y los que rinden cuentas de viáticos con facturas falsas?

¿Acaso no son – todos – unos reverendos ladrones y bandidos asalariados?

Sí pues… estamos llenos de funcionarios públicos de esa calaña. Qué vacía resulta la expresión que dice – ningún funcionario público está para ser servido, sino para servir –. A ese respecto – valgan verdades – hay autoridades honestas y serviciales que merecen nuestro reconocimiento y gratitud. Pero no me estoy refiriendo a ellos. Me estoy refiriendo a los ladrones y bandidos asalariados.

  • Aquellos – como Vladimir Cerrón y su organización criminal – que dicen que gobiernan para el pueblo y con el pueblo, pero que a la hora de la hora sólo saben chantajear y saquear al pueblo.
  • Aquellos – como los del Hospital Regional de Ica –que vociferan ser “purito corazón” pero que – en realidad – son “purita corrupción”.
  • Esos que dicen – estamos para servir, y no para ser servidos – pero coimean a diestra y siniestra para recuperar sus gastos de campaña… y – ¿cuándo no? – para embolsicarse unos cuantos milloncitos más.
  • Aquellos que dicen ser – un gobierno con rostro humano – pero en la práctica resultan ser – un gobierno con rostro de los militantes del partido –.

¡Mucho cuidado con esos lobos disfrazados de cucufatos! Felizmente – en ese sentido – las cosas están cambiando. La ciudadanía empoderada – con la destacada participación de cierta prensa valiente y responsable – está poniendo en su sitio a los peces gordos de la corrupción en nuestro país… presidentes, ministros, jueces, fiscales, congresistas, empresarios, y todos los demás.

Ahora falta que funcionarios corruptos – de menor jerarquía – reciban también su merecido. No serán los peces gordos que salen en primeras planas… pero – igual – son unas lacras.

CONCLUSIÓN: La regionalización fracasó. En realidad, el Estado fracasó, excepto los Organismos Constitucionales Autónomos, tipo Banco Central de Reserva (BCR), Superintendencia de Banca y Seguros (SBS) y otros organismos autónomos más.

PROPUESTA:

  • Quitarle a los Gobiernos Regionales las competencias en Salud, Educación e Infraestructura.
  • Quitarle a los Gobiernos Locales (Municipalidades) las competencias en Vivienda, Limpieza Pública, Agua Potable e Infraestructura.
  • Incluso, quitarle las competencias a los Ministerios fallidos de Salud, Educación, y Transportes y Comunicaciones y crear Organismos Autónomos, altamente especializados en las principales carencias de los peruanos: Agua, Vivienda, Infraestructura, Salud y Educación.

¡No a la tiranía – o despotismo – de Estado! ¡No a la corrupción! ¡Fuera los ladrones y bandidos asalariados! Lampadia




La política en el Perú

La política en el Perú

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

Distintos grupos políticos, unos desde el Congreso y otros desde el gobierno, se han enfrascado en una discusión respecto a la cuestión de confianza y la vacancia presidencial por incapacidad moral, digna de mejor causa. Resulta grotesca la forma como, algunos abogados pontifican sobre el tema de la cuestión de confianza, argumentando que “de acuerdo a la Constitución vigente, esta facultad es ilimitada”. Esto es absolutamente falso. Cualquier niño de colegio que ha estudiado Álgebra Booleana o lógica, cosa que debieran aprender todos los abogados antes de graduarse, podría explicarles que, si el poder Ejecutivo no puede observar las modificaciones constitucionales emanadas del Congreso, es evidente que el Ejecutivo no puede hacer cuestión de confianza sobre las propuestas de modificación constitucional. Igualmente, si la Constitución reserva para ciertos organismos, funciones exclusivas y excluyentes, y ya me provoca “dibujarles las bolitas”, que demuestran que, una disyunción es excluir, es estar fuera del ámbito de intervención, dicho de otro modo, significa que no les compete y, consecuentemente, no tienen vela en ese entierro.

Por otro lado, hay quienes argumentan equivocadamente que las dificultades y fricciones entre los poderes del Estado, se deben a que nuestro sistema político es de un “presidencialismo-parlamentarizado o híbrido” y, en consecuencia, el hecho que el parlamento cuente con una serie de mecanismos que permiten control político y limitan el manejo del Ejecutivo, se convierte en la fuente de tensión y conflicto de poderes.

La verdad es que, no sólo nos hemos pasado algunos lustros manoseando la constitución, interpretándola de cualquier manera (con prevalencia de carga política circunstancial y no de racionalidad), destruyendo a los partidos y la posibilidad de hacer carrera política (prohibiendo la reelección parlamentaria) o permitiendo que se pueda multiplicar el número de bancadas, más allá de aquellas que se instalaron como producto de las elecciones, que el congresista sea “dueño” de su escaño y no el partido elegido. ¿Cómo podemos responsabilizar a los partidos, si los congresistas, una vez elegidos, pueden hacer lo que quieran, al margen de su partido? Lo que tenemos es, ciertamente, producto de una terrible inmadurez de nuestros electores, de los elegidos y de los “especialistas” que han promovido irresponsablemente cambios a los contrapesos diseñados.

Hoy, lo más inmaduro es pretender que alguien que ganó la presidencia de la república por menos de 0.25% de la población electoral, pretenda conducirse como si hubiese ganado con una supermayoría. Cuando un candidato y su partido se presentan a elecciones, proponen un plan de gobierno, pero este será de aplicación, en tanto los resultados electorales lo permitan.  No corresponde que, en un resultado tan reñido, el elegido pretenda gobernar sin atender la voz de sus “pares”, quienes merecen todo el respeto por sus opiniones y propuestas. El presidente debe, además, entender y asumir, que la composición del Congreso es la que le permitirá o no, los grados de libertad para la aplicación de su plan original, o si, de lo contrario, tendrá que adecuar su Plan de Gobierno a las nuevas circunstancias.

Concuerdo con que, en nuestro sistema político, no corresponde que el Congreso le tenga que dar un voto de confianza a un nuevo gabinete, pero sí debe haber filtros adecuados y condiciones claras y rígidas que aseguren la idoneidad personal, trayectoria profesional, legal, moral y ética, para que alguien pueda acceder a ser ministro o altos cargos del Estado. Obviamente, no debe haber ninguna posibilidad de conflicto de intereses. El propuesto no debe tener litigios con el Estado, en los que sea o haya sido acusado o abogado, así como tampoco debe tener conflictos de tipo comercial. Obviamente, si se censurara a un ministro por haber evadido ese control, eso no puede ser motivo de conflicto entre poderes, pues es de suponer, que ambos poderes actúan en defensa de los intereses de Estado.

Las buenas relaciones entre los poderes del Estado, se logran por dos caminos.  Bien porque la elección del presidente se ve también reflejada en una mayoría de su partido en el Congreso o cuando menos, el establecimiento de una correlación de fuerzas que lo apoyan dentro del Congreso, o porque el presidente comprende que, sin tener un respaldo de las mayorías en el Congreso, él debe adecuar su plan de gobierno a esas circunstancias.

Ya John F. Kennedy en la década de los 60s del siglo pasado decía: “Se puede ganar con la mitad, pero no se puede gobernar con la mitad en contra”.

Si un gobernante no tiene la sensatez suficiente para entender, que no lo han elegido Rey sino presidente, que es un servidor del pueblo debidamente representado por el Congreso, que está sometido a la Constitución y las leyes, y que las líneas maestras de su gobierno deben reflejar necesariamente las propuestas e ideas políticas de la mayoría amalgamada en ese conjunto de partidos representados en el Congreso, debe saber que es pasible de vacancia, sea por incapacidad intelectual (porque no es capaz de comprender la realidad) o mental (porque es idiota) o simplemente, ha equivocado su situación.

No es justo que un país tenga que pagar las consecuencias de tener de presidente, a alguien mentalmente incapaz. Lampadia




Delegación sería traición

Delegación sería traición

Fausto Salinas Lovón
Para Lampadia

¿Te imaginas si para colocar tu perfil en LinkedIn tendrías que previamente pagar una detracción a la SUNAT?, ¿Si antes de hacer una reserva por Airbnb tendrías que llenar un formulario en el Banco de la Nación?, si antes de suscribirte a NETFLIX o Spotify tendrías que llenar un formulario aprobador por SUNAT, exhibir RUC y pagar una percepción? o, si antes de comprar en Ali Express, Amazon tendrías que pasar por SUNAT a que te sellen el formulario y declares para que, por que y de donde compras?

¿Te imaginas si todo esto también se repitiera cuando hagas un pedido de delivery al mercado de tu barrio?, ¿te imaginas al repartidor convertido en agente de retención, cobrándote el impuesto y haciéndote llenar el formulario cada vez que te trae un pollo a la brasa? ¿Cómo verías al chofer de Uber, haciéndote llenar un formulario antes de bajar del taxi para que detraigas el IGV?

Nada de esto te lo imaginas tu. Crees que por fin hemos llegado a un mundo sin papeles, sin formularios, sin colas. Crees que la pandemia logró un boom de interacción digital que ha agilizado la interacción comercial y simplificado las cosas a las personas y reducido mucho los costos.

Sin embargo, lo que tu no has pensado es qué desde hace años, los estados y no solo los que son gobernados por la izquierda, están buscando más dinero. Hace años buscan cobrarles impuestos a las multinacionales que te brindan estos servicios: Facebook, LinkedIn, Airbnb, Amazon, Uber, Netflix, Spotify, entre otros. El apetito de recursos nunca termina. Y, como no es factible cobrarles impuestos a empresas que no tienen domicilio en el Perú y la solución peruana siempre le carga la responsabilidad al ciudadano, te lo cobrarán a ti, al consumidor.

¿No me crees?

Te doy algunas razones:

  • La presión tributaria en el Perú no supera el 14% del PBI (aunque es mucho mayor para el formal y el gran contribuyente que paga 1 de cada 3 soles que gana y 1 de cada 5 soles que consume).
  • La recaudación del IGV es la principal fuente tributaria del Estado. De lejos. Un impuesto a las grandes fortunas no cambia esto.
  • Juntos por el Perú, el partido de la señora Mendoza que nunca debe haber pagado IGV, propone que la presión tributaria suba al 18% del PBI.
  • Sólo subiendo el IGV o gravando a más productos con este impuesto es posible acercarse a esta meta.

Si el pedido de Pedro Francke, el ministro de Verónika en el gabinete, de tener facultades legislativas, planteado por primera vez el 22 de setiembre y repetido hace algunos días, con el pretexto de “simplificar la tributación”, “gravar a las grandes fortunas” o “hacer una reforma tributaria justa” tiene acogida por el Congreso, les habremos dado a los representantes del 4.4% [i]del padrón electoral, la posibilidad de arruinar la economía del 100% de los peruanos. Vía delegación podrían, sin ningún rubor, cambiar en 180° el esquema económico de todos los peruanos, gravándonos con más impuestos, tributos, tasas, multas, sanciones y trámites. Habrían conseguido a través de una ley de delegación, lo que las urnas electorales les negó en dos elecciones:2016 y 2021.

¿Podría el Congreso, por decisión mayoritaria, conceder a quienes no representan ni la mayoría ni los intereses del país, la facultad de arruinar la economía del resto de los peruanos?

Yo particularmente creo que no. Eso sería una traición. La delegación de facultades sería una traición.

Si hay algo que hacer en materia tributaria es dejar de seguirnos persiguiendo a los mismos contribuyentes. Vayan por sus socios, amigos de la izquierda que están en el desgobierno.

  • Cobren a los dinámicos de las regiones,
  • a las empresas fantasmas que se crean para ganar licitaciones que ustedes mismos les otorgan.
  • Vayan al Vraem, cobren a sus financistas.  
  • Cobren a los mineros ilegales y sus fortunas escandalosas.
  • Vayan a Tacna, Juliaca y Puno, sus principales bastiones y cobren a sus electores.

Y, sobre todo, no dilapiden los recursos que los formales contribuimos en el país.

Y si hay algo que legislar, que lo sometan al Congreso y que este lo debata y apruebe, si corresponde al bien de todos los peruanos. Lampadia

[i] Juntos por el Perú. Resultado electoral 2021: 1´090,000 votantes. 4.4% padrón electoral.




A dos años del estallido social

A dos años del estallido social

La narrativa de las izquierdas chilenas es muy parecida a la ensayada por nuestras izquierdas en el Perú. Ambos se basan en la negación de los crecientes procesos de profundización del bienestar general, en la creación de mitos (especialmente en relación a la desigualdad) y en propuestas refundacionales, de tierra arrasada, que hace mucho daño a los pobres que dicen defender.

Detrás del cortinaje de estas improntas politiqueras, está la búsqueda del poder para instalar gobiernos extra nacionales, de orientación continental, alejados de los procesos de desarrollo del mundo moderno. Ver en Lampadia: La gran condena – Dejar a los pobres desconectados del mundo moderno.

Veamos líneas abajo, el artículo de Pablo Paniagua, de la Fundación para el Progreso de Chile, que nos ayuda a entender las trampas políticas diseñadas por las izquierdas menos modernas del mundo.

Fundación para el Progreso – Chile
Pablo Paniagua
Publicado en El Mostrador
14.10.2021

Durante estos días se cumplen ya dos años desde el estallido social iniciado el 18 de octubre del 2019, y del cual todavía estamos viviendo sus repercusiones en distintos aspectos, como lo político, lo constitucional, y así como también sus consecuencias en materia de violencia y destrucción del espacio público. A dos años del 18-O se ha derramado una marea de tinta al respecto y muchos intelectuales han tratado de analizar el fenómeno desde distintas perspectivas, pero muy pocos desde la economía política y con la evidencia en la mano. De esta forma, no se ha puesto un verdadero énfasis en los aspectos económicos del malestar y en la evidencia empírica que cuestiona la mayoría de los lugares comunes en torno al 18-O. Para subsanar estas deficiencias y estos vacíos en el debate público, es que he contribuido con el libro titulado: Atrofia: Nuestra encrucijada y el desafío de la modernización (Paniagua, 2021).

A pesar de aquel derrame de tinta y de los análisis hechos para explicar el estallido, pocos han puesto énfasis en el real proceso de deterioro del bienestar social y económico que han experimentado muchos chilenos en los últimos años. Esto es lamentable, ya que es probable que el malestar y la furia que se desbordaron en octubre del 2019 estén relacionados con este proceso de deterioro del bienestar económico y social en Chile. En esta columna examinaremos dos elementos claves y contrastantes del debate en torno al estallido: primero, cuestionaré y pondré en duda una de las tesis más conocidas –y uno de los mitos más errados– respecto al malestar social: que el origen de la crisis se encuentra en la desigualdad económica. Segundo, trataré de presentar una tesis alternativa relacionada con una crisis relativa de bienestar, producto de la atrofia de nuestra modernización y una desaceleración económica sin precedentes.

1. El mito: la desigualdad económica lacerante

La tesis más mencionada después del 18-O, es que Chile sería el país más desigual de Latinoamérica y uno de los más desiguales del mundo, en donde la desigualdad económica sería tan brutal y lacerante, que condujo a muchos chilenos a revelarse violentamente contra un sistema que exacerbaba y profundizaba dicha desigualdad. Esta tesis es falsa por varios motivos.

Primero, si vemos la evolución de la desigualdad económica en Chile, podemos ver que, desde 1990 en adelante, muchos de los índices de desigualdad han disminuido bajo distintas mediciones. Tanto el coeficiente de Gini como el coeficiente de Palma han disminuido durante el proceso de modernización capitalista chileno, como se puede ver en la Tabla 1 abajo. Existen bastantes estudios y evidencia empírica respecto a la desigualdad económica en Chile que demuestran que dicha desigualdad y la concentración de la riqueza no han aumentado significativamente en estos últimos 30 años, sino que más bien estas han disminuido, mejorando la mayoría de los índices de desigualdad respecto a aquellos de los años 80 del pasado siglo (ECLAC, 2017; Flores, et al., 2019; Larrañaga, 2016; PNUD, 2017, 2019; Sapelli, 2016; Paniagua, 2021; Peña, 2020; Urzúa, 2018).

Segundo, un estudio realizado por el exministro de Hacienda Rodrigo Valdés (2018), señala que el modelo chileno en realidad ha mejorado las oportunidades económicas y el bienestar de manera transversal, mejorando sobre todo la situación de aquellos menos favorecidos. Valdés estimó que el 10% más pobre de la población subió sus ingresos entre 1990 y 2015 en un 439%, el 20% más pobre de la población en un 437%, mientras que el 10% más rico lo hizo solo en un 208%. Es decir, el bienestar económico en Chile mejoró para todos los sectores sociales (la torta se ensanchó para todos), pero además se repartió sobremanera hacia los sectores medios y más pobres del país. Esto también se ve reflejado en los índices de movilidad social, los cuales evidencian que Chile tenía una alta movilidad social intergeneracional en relación con el resto del mundo (OCDE, 2018).

Tercero, a nivel comparado dentro de Latinoamérica, podemos ver que Chile se ubica hoy dentro del promedio de desigualdad de la región, mostrando una disminución de la desigualdad y pasando de ser uno de los países más desiguales de la región a inicios de los años 90, a estar hoy dentro de la media regional de desigualdad (CEDLAS, 2020; ECLAC, 2016; Amarante, et al., 2016). Así, si uno examina la evidencia en torno a los niveles de desigualdad de la región, podemos ver que Chile no es necesariamente más desigual que Brasil, Paraguay, Colombia, Bolivia o Ecuador, pero sí más desigual que Argentina y Uruguay. De esta manera, si fuera por la desigualdad económica y de ingresos, el continente entero tendría que estar sumido en las llamas y en revueltas violentas contra dicha desigualdad.

En síntesis, la evidencia histórica de distintos estudios, realizados por diversos autores con distintos métodos estadísticos y comparativos, pareciera indicar realmente una sola cosa: una lenta pero sostenida reducción de la desigualdad económica y de ingresos en Chile desde 1990, lo que hace que el país esté hoy dentro del promedio de desigualdad regional; es decir, ni muy mal, ni muy bien en materia de desigualdad. Todo esto señala que es absolutamente errado creer que Chile es el país más desigual de la región o del mundo, y que sería la desigualdad el motivo fundamental de nuestra crisis actual (para más detalles consultar aquí). En simple y como ya lo advertía Voltaire: “No es la desigualdad la verdadera tragedia, sino la dependencia”.

2. La realidad: una crisis de bienestar relativa

Ahora, visto que el mito más polémico en torno al estallido social queda refutado por la evidencia, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿qué podría explicar entonces las causas subyacentes a nuestra crisis social? Una vez despojados de aquellos falsos argumentos con relación al malestar, podemos poner finalmente foco en la evidencia económica que sugiere que el estallido social de octubre del 2019 estuvo fuertemente relacionado con un importante deterioro del bienestar social y económico de los chilenos.

Debemos señalar que el fenómeno de octubre ocurre paralelo a la peor década de desempeño económico que ha tenido Chile en los últimos treinta años. La época dorada de nuestro crecimiento económico (1990-1999) ocurrió hace ya más de dos décadas, y el país lleva ya años creciendo muy por debajo de lo necesario para sustentar un proceso modernizador. El promedio de crecimiento económico anual hasta el 2012 fue de un 5,2% y desde entonces ha disminuido sostenidamente. De hecho, esta última década (2010-2019) ha sido el decenio con el peor crecimiento económico promedio (3,3%) desde la década de los 70 del siglo pasado (2,5%); una desaceleración económica considerable. Todo esto queda en evidencia en la Tabla 2 abajo.

Así las cosas, podemos advertir una contradicción profunda en la modernización chilena: un acelerado proceso de modernización que duró aproximadamente 20-25 años (1985-2011), seguido de un profundo proceso de atrofia de nuestra modernización y de una marcada desaceleración económica. De hecho, los datos muestran que, mientras en la década de los noventa del siglo XX Chile crecía a más del doble que la economía mundial (2,2 veces el crecimiento de la economía mundial), luego, los siguientes quince años (2000-2015), el país sacó el pie del acelerador económico y empezó a crecer solo un 70% más rápido que el resto del mundo; finalmente, para el periodo 2015-2021 bajamos otro escalón más, creciendo apenas a la mitad que la economía mundial (solo 0,6 veces el crecimiento mundial) (ver análisis aquí). En simple, en tres décadas pasamos de ser los “jaguares de Latinoamérica” –con un proceso de modernización acelerado sin precedentes– a ser un país chato, polarizado y atrofiado, que crece apenas a la mitad de velocidad que el resto del mundo. Es difícil creer que nuestra crisis no tenga relación directa con esta crisis relativa de bienestar.

Dicho proceso de desaceleración económica evidenciado en la última década se hace aún más evidente y marcado cuando comparamos, no solo el desempeño entre distintas décadas, sino también durante periodos económicos específicos, que nos permiten medir en el tiempo y capturar mejor la desaceleración ocurrida en distintos periodos de nuestra modernización. Esto se puede observar con más detalle en la Tabla 3 abajo.

Este mal desempeño económico coincide además con el fin del ciclo del “boom de los commodities” (2000-2015 aproximadamente) que sostenía el crecimiento de la mayoría de los países de América Latina. No por nada, el fin del boom económico en el continente coincide precisamente con el hecho de que en el 2018-2019 hubiera cerca de una decena de países latinoamericanos (tanto de derecha como de izquierda) con protestas y manifestaciones violentas. Es difícil creer que lo ocurrido en Chile no sea también parte de una convergencia natural a dicho proceso de deterioro del bienestar ocurrido en el continente.

En conclusión, nuestra crisis social pareciera ser el producto de una atrofia de nuestra modernización; una nefasta mezcla entre: 1) una fuerte desaceleración económica y salarial; 2) una grave desilusión producto del fin de la meritocracia y la expansión del bienestar relativo; y, finalmente, 3) un persistente deterioro de la confianza en las empresas nacionales y en el sistema educacional (los miserables abusos y falsas promesas).

Así, más que ser una crisis o derrumbe del supuesto “modelo neoliberal”, lo que estamos experimentando es una atrofia de la modernización: un fuerte agotamiento de nuestro fugaz progreso y las lamentables repercusiones de nuestra incapacidad de generar un rápido bienestar social generalizado. Con todo, el verdadero desafío de esta década pareciera estar entonces ya delineado. ¿Haremos oídos sordos a la evidencia? Lampadia




Descifrando el Perú

Descifrando el Perú

EDITORIAL DE LAMPADIA

Todas las izquierdas y con mayor desparpajo el gobierno de Perú Libre, han construido sus narrativas sobre la base de desinformación, medias verdades y mentiras abiertas. Así es como se viene atacando a nuestra economía social de mercado que, si bien no tuvo tiempo de resolver todos nuestros problemas sociales, generó grandes mejoras para la mayor parte de los peruanos.

En junio pasado publicamos en Lampadia: La prosperidad sin precedentes del Perú, reproduciendo el trabajo de Iván Alonso e Ian Vásquez, del CATO INSTITUTE, que en 38 gráficos:

“Demuestran una notable mejoría del bienestar en amplios sectores de la población. La prosperidad ha aumentado, la desigualdad ha caído y los pobres han visto elevar su nivel de vida. Y, a diferencia de otros episodios de crecimiento en la historia del Perú, el progreso no ha estado limitado geográficamente; más bien, el sector rural, tanto como el sector urbano, se ha beneficiado, como lo ha hecho la mayor parte del interior del país, además de Lima y las ciudades de la costa”.

Esta información contradice factualmente todas las narrativas anti sistema difundidas en el Perú durante los últimos 10 años, con las que se pretende instalar nuevamente la ideología de las izquierdas retrógradas que ya fracasaron en el Perú y el resto del mundo.

Los peruanos que defendemos la democracia y la economía de mercado, necesitamos información veraz sobre nuestra realidad. Con este propósito estamos llevando el artículo citado a infografías. Hoy presentamos la primera:

Sugerimos apreciar y compartir el gráfico. Lampadia
 

 




El Sendero Equivocado

El Sendero Equivocado

Jaime Spak
Para Lampadia

Cuando escuchamos o leemos la palabra sendero, se nos eriza la piel e inmediatamente la asociamos a Sendero Luminoso [Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso (PCP-SL)].

Nos produce una sensación de angustia e indignación, pero esta vez es necesario usarla por los motivos que a continuación voy a exponer.

Para que un país pueda crecer, se requiere que todas las instituciones puedan transitar por el sendero correcto.

No hay fórmulas mágicas para el crecimiento, está demostrado que cada año en que el PBI crece por encima de un 5 %, la pobreza se reduce en un porcentaje significativo.

Sin embargo, crecer por encima del 5%, no se logrará sino hay un trabajo coordinado entre todas las fuerzas vivas del país.

Empecemos por el gobierno, ¿ustedes creen que la inversión privada se sentirá segura si persisten con la idea de la asamblea constituyente?

Hemos escuchado hasta el cansancio a la mayoría de los termocéfalos de Perú Libre, indicar que es necesaria una nueva constitución, pero no he escuchado a nadie que diga cuáles serán los beneficios para el país que se convoque a una asamblea constituyente.

Probablemente no tienen ninguna idea clara de los beneficios, y seguirán azuzando a la población con esas ideas trasnochadas y arcaicas.

Ustedes creen que el país crecerá si el presidente persiste en convocar a ministros totalmente cuestionados, empezando por el ministro del interior, que en su primera semana pretende legalizar todos los cultivos de coca.

Convertir al Perú en un narco estado no se le puede permitir a nadie, tratar de validar la ley en donde los sembríos de coca son legales, sin importar si el 95% de ellos se convierten en cocaína.

Este sujeto es más peligroso que Bellido y con eso lo digo todo.

Cómo puede crecer un país, si el gobierno no entiende que ganó solo por un 0.19% de los votos, es decir casi la mitad de la población votó en contra.

Cómo puede crecer un país si el presidente de Indecopi es la persona menos preparada y muy cuestionada.

Cómo puede crecer un país si el presidente de Essalud es un impresentable.

Cómo puede crecer un país si pretenden copar las mas importantes instituciones públicas con la peor gente.

Cómo puede crecer un país si la madre del secretario general del partido que gobierna, una profesora universitaria, que es un lobo con piel de cordero, se le descubre e inmoviliza cuentas por mas de 1.5 millones de soles.

Cómo puede crecer un país si antes de los primeros 100 días, el partido de gobierno le da la espalda al presidente e indica que no le dará el voto de confianza a su misma gente.

“Con amigos así, quién necesita enemigos “.

Cómo puede crecer un país si los congresistas de Perú Libre, persisten en indicar que los empresarios y medios de comunicación son enemigos del pueblo.

Cómo puede crecer un país si el gobierno no entiende que la empresa privada es la que impulsa el crecimiento del país.

Acaso se han olvidado de la gran cantidad de empresarios que empezaron siendo informales, algunos ambulantes, hoy en día son dueños de grandes empresas.

Cómo puede crecer un país si cada semana los señores de Perú Libre, nos petardean con tuits o comunicados que amenazan la estabilidad del país.

Cómo puede crecer un país si el presidente nombra como asesor a Ricardo Belmont.

Cómo puede crecer un país si acaba de volver a reconocer a la dictadura venezolana y nombra embajador en ese país a un investigado por la fiscalía, que pretendió cobrar un cheque por varios cientos de miles de soles de Vladimir Cerrón y que indica que su mayor mérito es que es un comerciante y estudiante de abogacía.

Es un desprestigio para la diplomacia peruana, el solo hecho de promover su candidatura, después del rechazo de Panamá.

No tiene ningún mérito para ser embajador.

La gente de Perú Libre esta siguiendo el sendero equivocado con el único afán de generar caos e incertidumbre y una lucha de clases para que justifiquen algún acto extremista.

Tenemos que abrir muy bien los ojos y evitar que este sendero equivocado por el cual transitan dirigentes, ministros, congresistas y miembros de Perú Libre, se convierta en un nuevo sendero luminoso.

La generación que tiene hoy día entre 20 y 35 años no vivió los terribles años en donde el estado tuvo que enfrentarse a Sendero Luminoso, con más de 70,000 muertos.

Esto debemos evitar que regrese a toda costa.

No nos queda mas que esperar que la señora presidenta del consejo de ministros haga las correcciones necesarias antes de solicitar el voto de confianza del congreso y nos diga que vamos a transitar por el sendero de la tranquilidad y del crecimiento.

El tiempo se nos está acabando, cada mes o año de incertidumbre política, implica un deterioro en el PBI y de paso un aumento en la pobreza.

Después no nos quejemos que nuestros vecinos crecen a pasos agigantados mientras que el Perú transita por el sendero de la incertidumbre. Lampadia