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“El Perú puede ser un verdadero modelo para el resto del mundo”

“El Perú puede ser un verdadero modelo para el resto del mundo”

“El Perú ha sido el país que me marcó”, nos dice Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial (BM), mientras lo entrevistamos durante una visita al distrito de Carabayllo, el domingo. “Era 1993, la época de Fujimori, y cuando subía a los cerros creían que era él y me llamaban ‘Chino’”, recuerda. Y es que el presidente del BM vivió en Carabayllo (nunca en hoteles) por largos períodos, durante 15 años.

 

Ni bien bajó del carro fue recibido efusivamente, abrazado y llenado de besos por las promotoras de salud y enfermeras que trabajaron con él. Jim Yong Kim es un médico y antropólogo estadounidense nacido en Corea del Sur, en 1959. Es el primer presidente del BM que no es banquero, financista ni político.

 

—Cuando fue nombrado presidente del BM usted estaba en Carabayllo y vuelve al cumplir un año en el cargo. ¿Por qué?

No podría venir al Perú y dejar de visitar Carabayllo. Esta es la forma en que me digo, a mí mismo y a mi equipo, que estas personas son la razón de nuestro trabajo, que no todo es financiamiento y altos niveles de política económica.

 

—En los 90, cuando el BM y el FMI celebraban medio siglo de existencia, usted protestaba en Washington. ¡Pedía que cerraran el banco…!

Sí, efectivamente. Quería que lo cerraran, pero debo decir que estoy contento de haber perdido esa pelea [risas].

 

—¿Cómo explica este cambio?

El banco de principios de los 90 era completamente diferente al actual. Antes se tenía la noción de que había que concentrarse en los fundamentos macroeconómicos y que esa era la única solución en cualquier país. Si miramos hoy a América Latina o África, veremos que la insistencia en sanear lo macroeconómico no estuvo mal y fue positivo. En los últimos cinco años, por ejemplo, no hay país africano con hiperinflación y Latinoamérica ha respondido bien a la crisis. Pero lo que no sabíamos era cómo focalizar en salud, educación, protección social, e integrar esas áreas con igualdad de género y sostenibilidad ambiental.

 

—¿Cómo logrará sus ambiciosas metas? Quiere que en 17 años no haya pobreza extrema y que la prosperidad sea compartida por el 40% más pobre.

No hay un solo plan, cada país es distinto. Lo importante es comprender que una organización sin metas claras ni plazos límites se pierde, no los hemos establecido, pues no tenemos un plan exacto de cómo llegar, no lo sabemos. Estamos obligados, sin embargo, a juntar todos los esfuerzos estratégicos y de enfoque para enfrentar los problemas. Tenemos que focalizarnos en ciertas áreas, pero hay gente pobre en todos los países. Si la meta fuera solo la extrema pobreza, nos enfocaríamos solo en aquellos lugares donde existe, pero cuando agregas la meta de potenciar la prosperidad compartida, entonces todos los lugares entran.

 

—¿Cómo se encuadra el Perú en ese foco?

En el Perú el número de personas en extrema pobreza es menor, pero hay una gran necesidad de mejorar la calidad de los servicios. Esto es algo de lo que habla a menudo el presidente Humala. El Gobierno Peruano es explícito en la noción de que no se crece para incluir, sino que se incluye para crecer. La  decisión de ser inclusivos es el punto más importante. El tema es cómo el banco puede ayudar a que se brinden mejores servicios en la selva o en las alturas. Quisiera que el BM colabore para poner en práctica un gran plan de inclusión. Somos el grupo que puede ayudar al Perú a resolver sus problemas más difíciles, porque trabajamos en 180 países y tenemos la capacidad de traer toda la experiencia de esos países, así como compartir la experiencia peruana con el mundo.

 

—Brasil atacó la extrema pobreza y los problemas subsisten. ¿Cuál es la explicación?

Es interesante ver lo que pasa en Brasil. Es un país exitoso al  haber eliminado buena parte de la pobreza extrema, pero ocurre que la gente va a querer más. Así funciona el mundo: apenas sacas a la gente de la pobreza, reclamarán.

 

—¿Por la calidad de los servicios?

Sí. Por eso en el BM nos focalizamos no solo en sacar a la gente de la pobreza, con algo tan básico como transferencias de dinero, sino en mejorar los servicios.

 

—Este año habrá cambios presupuestales en el BM alineados con sus nuevas metas. ¿Cómo afectará al Perú?

Lo bueno es que tenemos mucho más espacio para préstamos a tasas más bajas que las de China u otra fuente. Estoy muy abierto a hacer un programa mayor en el Perú, porque estoy convencido de que tiene la oportunidad de mejorar dramáticamente la calidad de los servicios y de ser un modelo para el resto del mundo.

 

— ¿Temas como la salud y la educación serían claves?

Ambos son fundamentales, pero no solo aquí. Los países con grandes ingresos tampoco han resuelto todos sus problemas en salud y educación.

 

—¿Qué se espera del Perú?

El Perú tiene un tremendo potencial comparativo porque sus porcentajes de inversión en salud y educación han sido relativamente bajos y el presidente Humala ha dejado claro que incrementará esa inversión. Me gustaría trabajar con el Perú y tratar de asegurar que el dinero invertido en salud y educación esté focalizado y sea efectivo. Una de las peores amenazas es la epidemia de construcción de hospitales. ¡A los políticos les encanta construir hospitales!

 

—En lugar de tener promotoras yendo a los hogares. ¿A esto se refiere?

¡Promotoras! Es exactamente lo que necesitamos, para brindar atención primaria y prevención. En ciertos países como en Rusia, donde hay una historia con la construcción de hospitales, van a tener problemas, pero en el Perú, donde hay las promotoras y existen iniciativas como las redes de mujeres, que incluso en los peores momentos del llamado fujishock se organizaron en cocinas comunitarias, clubes, hay un gran potencial. Eso está en el ADN del Perú. Estoy convencido de que debe aprovecharse y potenciarse ese ADN. Eso es lo que te da la mejor calidad de los servicios, al más bajo costo.

 

—¿Ve al gobierno conectado con esa perspectiva?

Estoy convencido de que el presidente Humala tiene un compromiso muy claro de mejorar estas  áreas, y Miguel Castilla es uno de los más solventes ministros de Economía de la región y del mundo. En mis reuniones con él –y hemos tenido varias– me ha impresionado la claridad con la que ve los argumentos económicos para priorizar estas inversiones.

 

— ¿Cómo enfrentará el obstáculo de la burocracia del BM y la de los países miembros?

Estamos embarcados en una reforma profunda en el grupo del Banco Mundial, con metas para reducir radicalmente el tiempo que nos toma hacer las cosas. Las burocracias se vuelven lentas de muchas maneras y por diversas razones. Hicimos un análisis y encontramos que el factor más importante de esa lentitud es atreverse a tomar riesgos.

 

— Otro gran obstáculo en el Banco Mundial ha sido la corrupción. Según un estimado conservador, solo en sobornos en las transacciones internacionales se pierde anualmente un billón de billones de dólares.

Nuestra historia para enfrentar la corrupción es relativamente reciente. En 1996 Jim Wolfenson fue el primer líder global que habló del cáncer de la corrupción. Todos los que estamos en el campo del desarrollo humano tenemos una gran deuda con Wolfenson por haber enfrentado la corrupción directamente. Hemos sido muy vigilantes en detectarla en nuestros proyectos.

 

 

 

“El Perú debería ser exportador de cultura”

 

—Su madre es una filósofa confuciana. ¿Cómo influyó en usted?

Mucho. Mi madre siempre ha sido una soñadora. Ella me introdujo a los escritos de Martin Luther King cuando era muy niño. Yo lo veía en las manifestaciones contra la guerra cuando tenía 8 o 9 años.

Ella quería poner grandes ideas en mi cabeza, pero al mismo tiempo mi padre era dentista y los dentistas son extremadamente prácticos.

En mi primer semestre, cuando regresé de Brown University, mi padre me recogió del aeropuerto

y me preguntó qué quería estudiar. Le dije que Filosofía y Ciencias Políticas y trabajar por la justicia social. Viró el carro y me dijo: “Mira, cuando termines tu residencia médica, puedes hacer lo que quieras. Ten primero una habilidad que nadie te pueda quitar. Tú eres un chino, nadie te va a dar nada: necesitas una habilidad”. Y estoy muy agradecido a mi padre porque tenía razón. Me dio una manera práctica de abordar la justicia social.

 

— Además de ser especialista en salud, usted es antropólogo. Quería preguntarle sobre la importancia de la herencia cultural. El Perú es uno de los seis países del mundo que es cuna de civilización; sin embargo, estamos en el último lugar comparándonos con países de igual tradición. ¿Encuentra esto relevante para el desarrollo?

Corea, donde nací, exporta mucha cultura y se ha orientado deliberadamente a convertirse en exportadora de su cultura. El Perú tiene una impresionante y maravillosa cultura ancestral y debería hacer lo mismo. Pienso que el Perú debe invertir en industrias culturales.

El Perú tiene oro, cobre y tantos minerales. ¿Pero qué va a pasar en diez, quince o veinte años? Los coreanos han desarrollado habilidades en los idiomas, el cine, la música, en industrias culturales que son las industrias del futuro. La “maldición de los recursos naturales” es que los países que los tienen no sienten la urgencia de desarrollar otros ‘clusters’. Corea del Sur tiene pocas riquezas naturales, todo quedó en el norte, entonces había urgencia por agregar valor. Los países con recursos naturales han sido los peores en reducir la pobreza. El Perú tiene que evitar la maldición de los recursos naturales. La cultura es una de las maneras de hacerlo.

 

 

 

Tuberculosis e inclusión: recuerdos de Carabayllo

En 1993 Jim Yong Kim vino al Perú a trabajar en un proyecto de lucha contra la tuberculosis de Partners in Health (PIH), una organización que fundó con Paul Farmer, otro experto.

Fue una experiencia pionera mundialmente, que mejoró los índices de curación de la tuberculosis resistente. La sede estaba en Carabayllo.

 

— ¿Qué lecciones le dejó su experiencia en Carabayllo?

Solo mirando la epidemia de tuberculosis puedes ver cuál es la situación para la gente pobre, en gran medida una enfermedad de la pobreza. Cuando vinimos al Perú, sabíamos que había mucha tuberculosis y habíamos oído que aquí estaba el mejor programa en América Latina. Por eso nos sorprendió encontrar tantos casos de tuberculosis resistente tipo MDR. Tuvimos una reunión Paul Farmer, Jaime Bayona y nuestras promotoras de salud, y ellas preguntaban ¿qué vamos a hacer?

¡Tenemos cincuenta casos! El Gobierno del Perú nos decía que si tratábamos un solo caso, nos expulsarían del país. No querían que interviniéramos. Paul era en ese momento –literalmente– la única persona que había tratado MDR en un país de bajos ingresos, el único especialista en el mundo. Y ellas le dijeron a Paul: “Estamos asustadas, ¿y tú?”. Él les dijo, nunca me voy a olvidar:

“Claro que estoy asustado. Pero estamos aquí y nuestra misión es la justicia social, y aquí están estos pacientes que nos necesitan”. Yo me dije en ese momento: este es un proyecto que puede cambiar la calidad de servicios que se debe ofrecer a la gente pobre.

 

— ¿Qué hicieron?

Paul decía “tratemos a diez pacientes”. Y yo le decía “podemos hacer de esto algo mucho más grande”. Existía la noción de que los pobres no merecen el tratamiento. Se asumía que la gente rica tiene una clase de tratamiento y los pobres otro, y por eso hacerse cargo de la gente más pobre, asegurar el buen tratamiento, que tengan comida, un lugar donde vivir, gente apoyándolos a lo largo de un tratamiento difícil, hacer todo eso es, en gran medida, un test para las sociedades. Si puedes hacer eso, puedes hacer todo para tu sociedad y para el mundo. Empezamos en 1994, obtuvimos fondos de la Fundación Gates en el 2000 y creo que el Perú sigue siendo el único país del mundo que ofrece tratamiento completo en TB-MDR para toda la población. Aún se puede mejorar mucho y hay mucho trabajo por delante, pero el presidente Humala puede enviar una señal importante a su propia gente y al resto del mundo continuando su compromiso de luchar contra la TB.

 

 

Publicado por El Comercio, 2 de julio del 2013