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¿A dónde va la política peruana?

¿A dónde va la política peruana?

“Nosotros debemos dejar que el trabajo, el conocimiento, la tecnología, la gerencia y el capital desaten su dinamismo, dejemos que todas las fuentes de riqueza se propaguen y dejemos que todo el pueblo goce, justamente, más frutos del desarrollo”. ¿Es esta la declaración de las autoridades peruanas, sobre su visión de cómo lograr el bienestar de todos los peruanos? Lamentablemente, ¡NO!

Es la declaración del Tercer Plenario del Partido Comunista Chino, de noviembre pasado: “We should let labour, knowledge, technology, management and capital unleash their dynamism, let all sources of wealth spread and let all people enjoy more fruits of development fairly”.

Así se sigue haciendo política en el país donde no importa el color de los gatos, mientras sigan comiendo ratones. Así es como la China sacó de la pobreza a 600 millones de chinos y se convirtió en una gran potencia global, llevando su PBI per cápita de menos de US$ 250 el año 1975 a US$ 9,300 (ajustados a precios de paridad) el 2012. Así es como líderes racionales, orientados al desarrollo más que a la politiquería, enfocados en lo que hace la diferencia para los pobres, dirigen e inspiran a su gente.

Para los críticos que descuentan los avances económicos chinos por su sistema político, tomen nota que la reforma china acaba de liberar la formación de ´Organizaciones Sociales´ (ONG?) y plantear un sistema judicial separado del control administrativo del Estado, también avanzan en el frente político.

¿Qué pasa en el Perú?- ¿En que andamos?

Hace pocos días, cuando despedimos el año 2013 dijimos Se acabó la canasta de errores. Ahora solo queda hacerla bien. Lamentablemente, parece que la canasta tiene doble fondo, pues para cerrar el año, el Presidente Humala profundizó su ataque a la inversión privada, esta vez en relación a los medios de comunicación. No se quiere entender que la operación Correo-El Comercio fue una acción defensiva de la familia Agois, ante un ataque desleal y traicionero por parte de Mohme, que no se hubiera avergonzado de “concentrar” medios en provincias.

Qué lástima que la política peruana no asuma, de una vez por todas, el juego del desarrollo. Gobierno y oposición andan en lo mismo, los juegos de poder. Ya se acercan las elecciones regionales, locales y nacionales, y como van las cosas es muy probable que sigamos en la trampa política electorera, caracterizada por Vargas Llosa como: “lo prototípico de una elección tercermundista es que en ella todo parece estar en cuestión y volver a fojas cero, desde la naturaleza misma de las instituciones hasta la política económica y las relaciones entre el poder y la sociedad. Todo puede revertirse de acuerdo al resultado electoral y, en consecuencia, el país retroceder de golpe, perdiendo de la noche a la mañana todo lo ganado a lo largo de años o seguir perseverando infinitamente en el error. Por eso, lo característico del subdesarrollo es vivir saltando, más hacia atrás que hacia delante, o en el mismo sitio, sin avanzar”.

Cómo dicen los chinos, no importa el color del gato, o cómo podríamos decir nosotros, no importa si la orientación de la política es de derecha o de izquierda, siempre y cuando, esté orientada al desarrollo integral, en lo económico, social e institucional, y que busque ser duradero y sostenible.

Las políticas públicas orientadas a estimular la creación de riqueza, como lo manda el artículo 59 de nuestra Constitución, pueden ser más o menos orientadas a lo económico o lo social, de inspiración derechista o izquierdista, con mayor o menor inversión en los temas sociales, pero no deben desalentar la inversión privada, principal responsable del crecimiento de la economía, a su vez, fuente de la propia creación de riqueza. Ver 90-90-90, las medidas del Perú.

Esto se puede ilustrar con una ´curva normal´, que en su área central concentra una probabilidad de ocurrencia de 68%. Esto mismo podría aplicarse a la política peruana, que sin importar el color, tendría altas probabilidades de éxito si se concentra en generar desarrollo. De lo contrario, si se pierde el foco, y se descuidan los lineamientos de una buena gobernanza, las probabilidades de lograr el bienestar general disminuyen sustancialmente.

Nuestros gobernantes y líderes políticos tienen importantes responsabilidades que cumplir, es hora de ponerse a tono, el Perú no puede desperdiciar su gran oportunidad de desarrollo y bienestar para todos.




¡Qué soledad que produce viajar al pasado!

¡Qué soledad que produce viajar al pasado!

En un artículo que destila pesimismo por el futuro del Perú (El fin del ciclo político, La Primera), Alberto Adrianzén se lamenta por el escenario que se configura para las próximas elecciones, pero, en realidad, los lamentos no tienen que ver con el Perú, sino con la creciente orfandad y aislamiento político de la izquierda. Según Adrianzén los próximos comicios significarán “el cierre de un ciclo político y el inicio de otro que tiene como características principales la imposición de un consenso nacional que excluye a las fuerzas progresistas y de cambio y la consolidación de un continuismo y de un bloque en el poder que no quiere cambiar el orden político, económico, social y cultural”.

En todo caso, una primera aclaración de fondo. Adrianzén debería recordar que el Perú es una democracia con uno de los mejores estándares latinoamericanos y si el modelo económico y social continúa no es por “un bloque de poder”, “los poderes fácticos” u otras entelequias, sino por el voto popular que se expresa ya en tres elecciones nacionales ininterrumpidas, mientras avanzamos hacia un cuarto proceso electoral.

Poniendo las cosas en su sitio, vale reflexionar sobre el pesimismo de la izquierda. Adrianzén habla de “la imposición de un consenso nacional”.  Obviamente se refiere al consenso que, respaldado por el voto popular, se ha creado alrededor de la Constitución del 93 y el modelo económico y social vigente, pero, ¿por qué habla de imposición o es un pretexto vacío? Luego de la caída del fujimorato se han sucedido tres gobiernos constitucionales y, al margen de las críticas electoreras a la actual Carta Política y al modelo, las tres administraciones han ratificado el marco constitucional y la economía de mercado, los resultados están a la vista: campeones del crecimiento en América Latina, campeones en reducción de pobreza y campeones mundiales en conseguir anticipadamente los Objetivos del Milenio. Y, a pesar de nuestras recurrentes crisis políticas, con una democracia que se consolida hacia su cuarto proceso electoral sin interrupciones, es obvio que se siga fortaleciendo nuestro consenso por la democracia y la economía de mercado. Sin embargo, la izquierda se resiste y se autoexcluye de la nueva realidad.

La izquierda se excluye de los nuevos consensos, porque no cree en la economía de mercado y todas sus críticas al supuesto “modelo primario exportador”, ignoran que nuestra manufactura se ha multiplicado por siete de cara a los mercados mundiales, en realidad, buscan desempolvar del desván las viejas recetas estatistas del modelo de sustitución de importaciones que ahora están hundiendo a Venezuela y Argentina. Su incapacidad de sumarse a los nuevos consensos revela la raíz intolerante de una izquierda que cierra los ojos antes hechos colosales: por ejemplo, la conversión de la China y el Vietnam comunistas en pujantes economías de mercados y el surgimiento de los antes llamados países subdesarrollados, ahora emergentes, que avanzan hacia una convergencia en bienestar con las naciones más desarrolladas.

La mayoría de los peruanos, por el contrario, en vez de pesimismo destila optimismo. ¿Por qué? Porque que pese a los problemas de nuestra democracia, como la crisis de los partidos políticos, el descrédito del Ejecutivo, el Parlamento, el Poder Judicial y otros, a pesar del divorcio creciente entre la política y la economía, el Perú sigue sorprendiendo al mundo, reduciendo la pobreza y la desigualdad y, sobre todo, consolidando su democracia. ¿Cómo entender semejante hazaña nacional? Aunque parezca mentira la respuesta está en lo que la izquierda pretende ignorar, negándose ante las cifras, las estadísticas y los elogios del planeta entero. Si alguien niega la realidadpara construir otra con el fin de justificar un discurso político, entonces, no resulta extraño que se aísle y se enajene, hablando de cosas que solo él observa. Algo parecido le pasa a la izquierda peruana que ha decidido viajar al pasado antes que imaginar el futuro, para el cual, evidentemente, no tienen ninguna oferta. Y, no nos alegramos de esta situación, pues estamos convencidos que el Perú necesita una izquierda moderna, que no llega a nacer, quizás porque la izquierda tradicional la ahoga cada vez que saca la cabeza.




Miente, Que Algo Queda

Miente, Que Algo Queda

La izquierda y los negacionistas, aquellos que se la pasan predicando en contra de loslogros económicos y sociales alcanzados por el Perú luego de incorporarse a la economía de mercado, el comercio internacional y haber permitido el regreso de la inversión privada a las regiones, insiste en su prédica contra el camino al bienestar que estamos recorriendo. Semejante posición, de alguna manera,es darles las espaldas a los pobres, por privilegiar intereses políticos. La izquierda no solo se enfrentaasí al 70% de peruanos que votó contra la llamada Gran Transformación, sino a todos los organismos multilaterales y a las propias Naciones Unidas (ONU, BM, BID, CEPAL, FMI y otros).

Pero qué nos dicen el planeta y sus organismos internacionales:

Para no quedar solo en palabras, veamos unas cifras que ya hemos publicado en Lampadia, que nos muestran la gran diferencia entre el Perú que sufría de las políticas que la izquierda quiere restaurar, y el Perú reciente del crecimiento y la nueva clase media:

La verdad, sorprende el empecinamiento con el que la izquierda y sus adláteres se multiplican en los ataques. Es como si creyeran que están a punto de perder la guerra y llegan a extremos de decir “fuera Castilla” o que “es un topo del gobierno anterior”. Tal vez no les falte razón, en lo de perder la guerra, porque a pesar de todos los problemas internacionales y de la falta de claridad del liderazgo gubernamental, la economía peruana sigue avanzando y nuestra población va consolidándose hacia una estructura de ingresos que para el 2030 debería tener al 70% con ingresos medios de más de US$ 3,000 anuales por persona y otro 10% con ingresos altos de más de US$ 15,000 al año; y que para el 2050 debería tener el 50% y 40% respectivamente, solo 10% de pobres, según los estudios del HSBC-b, publicados en Lampadia. El mismo HSBC-a dice que para lograr este resultado debemos crecer al 5.5% por año y privilegiar las políticas que mejoren la educación, las instituciones, las infraestructuras y el clima de inversión(Agenda Pendiente).Ver proyección de la estructura poblacional:

No es aceptable que la izquierda quiera parar nuestro proceso positivo de desarrollo pro-pobre y, menos aún, que quiera sabotear el gran potencial de desarrollo integral que nos espera, si asumimos de una vez por todas, la agenda pendiente, y potenciamos la inversión productiva en minería, energía, bosques, acuicultura, agricultura y sus encadenamientos con un sector industrial y de servicios altamente competitivos. 




La izquierda sin caretas

La izquierda sin caretas

No a la Alianza del Pacífico, no a la Constitución del 93, no al modelo económico, no a Castilla. Sin caretas, la izquierda ataca nuestro proceso de desarrollo por aire, mar y tierra. El menor crecimiento económico por la caída de la confianza ciudadana y el descenso de la popularidad presidencial han reavivado las ambiciones políticas de la izquierda agrupada FRENAIZ, que insisten en un cambio de modelo económico, en el relevo de Miguel Castilla y la alucinación de que dirigentes izquierdistas retornen al régimen que critican desde el día en que fueron licenciados. Sin temor a equivocarnos, se puede afirmar, que buscan un cambio de timón gubernamental, porque creen que el gobierno de Humala es “un espacio en disputa”.

Para alcanzar sus objetivos se le imputa a Castilla la responsabilidad del menor crecimiento no obstante que todas las encuestas nos indican que la desaceleración se explica fundamentalmente por una dramática caída de la confianza.Lo acusan de la disminución del canon, pero sabemos que la causa está en la reducción de los precios de los metales.

La izquierda se ha propuesto magnificar todos los problemas y escalarlos a niveles de crisis. Aquí en el Perú al menor crecimiento quieren llamarle crisis. Y, a pesar de que Estados Unidos se recupera, Europa se estabiliza y China se ajusta convenientemente, siguen hablando de crisis y nos pintan un apocalipsis, porque explotamos nuestros recursos naturales. Confunden la estructura de las exportaciones con la participación de los sectores primarios en el PBI. Nos dicen que exportamos piedras pese a que nuestra industria ha crecido siete veces, las exportaciones no tradicionales se han multiplicado en más de 200% en la última década y como dice Richard Webb, la economía peruana se está diversificando a todo galope. Los argumentos económicos no importan, juegan con las fotos y esconden las películas, los procesos de avance del país. Solo vale la ideología y la búsqueda del poder.

Exigen la renuncia del Ministro Castilla. Alucinan a Félix Jiménez, con el mamotreto de la Gran Transformación, sentado en el despacho, pero el Perú ya no es la ficción con la que construyen sus ilusiones. Exigen el cambio de la Constitución, porque saben que el modelo constitucional ha desterrado al estado empresario y representa el marco jurídico sobre la cual ha prosperado la economía de mercado, permitiéndonos reducir la pobreza y la desigualdad sin precedentes en la historia.

Asimismo enfilan contra la Alianza del Pacífico contraponiéndola con la CAN, el Mercosur, Unasur y CELA, porque  en esta alianza se reúnen México, Colombia, Chile y Perú, las cuatro naciones con más apertura comercial, crecimiento y desarrollo, pero también con mayor estabilidad democrática a diferencia de los países bolivarianos, donde unos dictadorzuelos se han apoderado de sus respectivas sociedades en medio de colas, desabastecimiento y carencias de hasta  papel higiénico.

A la izquierda no le interesa el Perú. Solo vale la ideología y el interés partidario. Pero el problema histórico para ella es que el modelo que propone ya fracasó en el país en toda su magnitud entre los 60 y 80s, cuando el 60% de los peruanos se empobreció y Sendero Luminoso llegó a controlar un tercera parte del territorio.Tampoco aprenden de las experiencias de otros, ni de las buenas, ni de las malas. Como dice Fernando de Szyszlo, falta amor por el Perú.




La izquierda apunta contra Ministro Castilla

La izquierda apunta contra Ministro Castilla

La izquierda se ha propuesto pescar a río revuelto en la actual coyuntura intentando convertir el menor crecimiento de nuestra economía en una “crisis económica” que desemboque en un cambio del modelo. Los errores de comunicación del gobierno, sobre todo, en el asunto de las llamadas “vacas flacas” ayudan a los intereses de los zurdos. En todo caso, allí está la última encuesta de Datum, en la que el 61% de la población considera que estamos en “crisis económica”. Ni corto ni perezoso, Salomón Lerner Ghitis, de Ciudadanos por el Cambio y de FRENAIZ, pide la renuncia del Ministro de Economía Miguel Castilla argumentando que “impide que el Mandatario cumpla sus promesas” y que es un “topo del anterior del gobierno”.

El cinismo de Lerner es digno de ripley. ¿Acaso Castilla no fue su ministro de Economía cuando él era Primer Ministro? O, ¿acaso era un Primer Ministro  pintado en la pared?

Todo indica, pues, que Lerner y sus amigos pretenden seguir disputando espacios estatistas dentro del actual gobierno y de allí que enfilen sus misiles contra Castilla. Se trata de propaganda a favor del estatismo. En ese afán, la izquierda insiste con la maniobra confusionista de convertir el menor crecimiento en una falsa crisis.

Quizá valga entonces aclarar que es una crisis y quién es la madre  y el padre de la misma. En el artículo Quieren bajarle la llanta a la prosperidad mostramos con absoluta claridad qué significa una crisis. Por ejemplo, a fines de los ochenta teníamos  reservas internacionales negativas, hoy gozamos de más de 65 mil millones de dólares. Cerca del 60% de la población era pobre, mientras que ahora solo lo es el 25%. El ingreso per cápita era de  US$968 y ahora es más de US$ 6,600 y la mortalidad infantil ha bajado a la cuarta parte.  Semejantes cifras establecen las diferencias entre una crisis y una economía en crecimiento y prosperidad. Pero, ¿quiénes eran los padres de la crisis a fines de los ochenta? El estatismo y la falta de libertad económica que nos propone Lerner, a pesar de las actuales desgracias de Venezuela y Argentina. Y, ¿quiénes son los padres del crecimiento? Pues el mercado y la libertad.

Si en la última década crecimos por encima del 6% del PBI y el 2013 creceremos por encima del 5%, no existe ningún criterio económico para confundir la desaceleración económica con una crisis. En todo caso, los peruanos ya saben quiénes son los padres de las crisis económicas y todos contemplamos apenados los problemas de nuestros vecinos del eje bolivariano.

Ojalá nuestra izquierda aprenda pronto a pescar en los ríos de la prosperidad.




Siomi sin careta en Caretas

Siomi sin careta en Caretas

“Para qué educar bien cuando necesitamos obreros que extraigan minerales, cuando necesitamos gente que talen los árboles. Esta es la democracia del modelo neoliberal. Prometer en las campañas que vamos a cambiar las cosas, que vamos a transformar las cosas y llegar y seguir manteniendo los procesos que el neoliberalismo nos ha impuesto”. Palabras del ex Premier Lerner el 19 de julio 2013, Hotel Riviera, en “La Junta” de Fuerza Ciudadana, ala universitaria del colectivo que agrupa a varias fuerzas de izquierda. Reportado por la revista Caretas en su edición del 25 de julio, ver facsímil. 

Increíbles expresiones del ex Primer Ministro del actual gobierno que, aparentemente, maneja varios discursos, como manejó antes sus militancias o amistades en diferentes tiendas políticas.

Hace poco Lerner criticaba al gabinete Valdés, que lo sustituyó, afirmando que sus políticas alentaban los conflictos sociales, sin reconocer, que durante su frustrada gestión, casi todo el Perú estaba entrecortado por las tomas simultáneas de carreteras en Tumbes, Cajamarca, Ayacucho, Andahuaylas y Moquegua. Un su corto premierato, no logró que los radicales le dieran una tregua y, ahora organiza y reorganiza a las cúpulas de izquierda en Ciudadanos por el Cambio (por el Cargo, según Aldo Mariátegui) y en el recientemente formado FRENAIZ (Frente Amplio de Izquierda) para participar en los próximos procesos electorales.

Lerner trabajó con el velascato, apoyó y financió a Toledo, a Humala, a la Villarán, a Ciudadanos por el Cambio y, ahora al FRENAIZ, para luego, mientras representa al Perú en Unasur, dedicarse a sembrar una política subversiva entre nuestros jóvenes.

No siga por ese camino señor Lerner, a ver si vuelve a reinventarse.