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La izquierda sin caretas

La izquierda sin caretas

No a la Alianza del Pacífico, no a la Constitución del 93, no al modelo económico, no a Castilla. Sin caretas, la izquierda ataca nuestro proceso de desarrollo por aire, mar y tierra. El menor crecimiento económico por la caída de la confianza ciudadana y el descenso de la popularidad presidencial han reavivado las ambiciones políticas de la izquierda agrupada FRENAIZ, que insisten en un cambio de modelo económico, en el relevo de Miguel Castilla y la alucinación de que dirigentes izquierdistas retornen al régimen que critican desde el día en que fueron licenciados. Sin temor a equivocarnos, se puede afirmar, que buscan un cambio de timón gubernamental, porque creen que el gobierno de Humala es “un espacio en disputa”.

Para alcanzar sus objetivos se le imputa a Castilla la responsabilidad del menor crecimiento no obstante que todas las encuestas nos indican que la desaceleración se explica fundamentalmente por una dramática caída de la confianza.Lo acusan de la disminución del canon, pero sabemos que la causa está en la reducción de los precios de los metales.

La izquierda se ha propuesto magnificar todos los problemas y escalarlos a niveles de crisis. Aquí en el Perú al menor crecimiento quieren llamarle crisis. Y, a pesar de que Estados Unidos se recupera, Europa se estabiliza y China se ajusta convenientemente, siguen hablando de crisis y nos pintan un apocalipsis, porque explotamos nuestros recursos naturales. Confunden la estructura de las exportaciones con la participación de los sectores primarios en el PBI. Nos dicen que exportamos piedras pese a que nuestra industria ha crecido siete veces, las exportaciones no tradicionales se han multiplicado en más de 200% en la última década y como dice Richard Webb, la economía peruana se está diversificando a todo galope. Los argumentos económicos no importan, juegan con las fotos y esconden las películas, los procesos de avance del país. Solo vale la ideología y la búsqueda del poder.

Exigen la renuncia del Ministro Castilla. Alucinan a Félix Jiménez, con el mamotreto de la Gran Transformación, sentado en el despacho, pero el Perú ya no es la ficción con la que construyen sus ilusiones. Exigen el cambio de la Constitución, porque saben que el modelo constitucional ha desterrado al estado empresario y representa el marco jurídico sobre la cual ha prosperado la economía de mercado, permitiéndonos reducir la pobreza y la desigualdad sin precedentes en la historia.

Asimismo enfilan contra la Alianza del Pacífico contraponiéndola con la CAN, el Mercosur, Unasur y CELA, porque  en esta alianza se reúnen México, Colombia, Chile y Perú, las cuatro naciones con más apertura comercial, crecimiento y desarrollo, pero también con mayor estabilidad democrática a diferencia de los países bolivarianos, donde unos dictadorzuelos se han apoderado de sus respectivas sociedades en medio de colas, desabastecimiento y carencias de hasta  papel higiénico.

A la izquierda no le interesa el Perú. Solo vale la ideología y el interés partidario. Pero el problema histórico para ella es que el modelo que propone ya fracasó en el país en toda su magnitud entre los 60 y 80s, cuando el 60% de los peruanos se empobreció y Sendero Luminoso llegó a controlar un tercera parte del territorio.Tampoco aprenden de las experiencias de otros, ni de las buenas, ni de las malas. Como dice Fernando de Szyszlo, falta amor por el Perú.




Es hora de sintonizar la política y la economía

Es hora de sintonizar la política y la economía

Al finalizar el segundo año de la administración del presidente Ollanta Humala, el país enfrenta una gran decepción con sus cuadros políticos y con las instituciones de gobierno. Esta situación coincide con la prevalencia de la crisis internacional y sus múltiples impactos, así como con un notorio enfriamiento de nuestra propia economía, tanto por factores externos e internos.

Mientras tanto, en el balance de los ciudadanos, corroborado por los inversionistas y analistas del exterior sobre la economía peruana, es sin lugar a dudas bastante positivo, especialmente en cuanto a la naturaleza de su evolución reciente. La visión del futuro económico peruano sigue siendo muy positiva. Nuestro potencial de desarrollo y crecimiento son muy importantes, hecho que puede constatarse mediante cualquier análisis riguroso de nuestra realidad.

Esta falta de sintonía, de tono, entre nuestra coyuntura política y las capacidades económicas del país, configuran una brecha autodestructiva que es menester se enfrente a la brevedad y con la mayor apertura de mente posible, pues es tarea de todos. Pero, quienes tienen una mayor responsabilidad al respecto son nuestros gobernantes, empezando por el Presidente de la República, pero incluyendo también a los congresistas y líderes regionales. Por eso se espera que con ocasión de las Fiestas Patrias, los representantes de los ciudadanos hagan un acto de contrición y propósito de enmienda.

Nuestro modelo de desarrollo económico y social, iniciado hace un par de décadas, muestra impresionantes resultados a favor de los pobres. Se ha reducido la pobreza, la desigualdad, la desnutrición infantil, el crecimiento de los ingresos y del empleo es mayor en las regiones y en la sierra y la selva. Lamentablemente esto se acompaña con un deterioro permanente y creciente de la situación  política. Las deficiencias del espacio público son muchas y allí están las diversas interpretaciones de los politólogos y constitucionalistas sobre esta situación, que pueden servir de base para empezar un debate nacional. Sin embargo, una cosa es fundamental: la voluntad de la Primera Magistratura de la Nación, es decir, del Presidente de la República, para enfrentar la crisis política, de modo que todas las instituciones, los partidos, los políticos y los líderes de la sociedad civil, asuman su responsabilidad para sintonizar la gestión pública con el enorme potencial que tenemos para seguir reduciendo la pobreza y la desigualdad y, finalmente, alcanzar el desarrollo y el bienestar general.

Esta situación es también una excelente oportunidad para reaccionar y comprometernos con las rectificaciones necesarias de nuestras instituciones tutelares. De ninguna manera puede justificarse el que se aproveche la coyuntura para propiciar un mayor desorden a costo de nuestra democracia, que debe saber enfrentar y corregir sus errores, sin salirse de los cánones establecidos.

Consideramos que una actitud presidencial, que promueva esa actitud, se convertiría en una herramienta fundamental para iniciar la recuperación de la confianza de los ciudadanos en el Estado. Hasta hace poco muchos sostenían que la política y la economía marchaban por cuerdas separadas, pero esa situación parece haber llegado a su fin. Allí está una de las causas de la evidente desaceleración económica.  En todo caso, Señor Presidente, usted tiene la palabra. ¡Qué mejor momento que el mensaje de Fiestas Patrias!

El Perú en general se enriquece, los pobres abandonan la pobreza, pero la política se empobrece. ¡Esto no puede seguir! ¡Tenemos que ponernos a la altura de nuestras responsabilidades! ¡Viva el Perú!