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¡Convertir la tragedia educativa en una oportunidad!

¡Convertir la tragedia educativa en una oportunidad!

Luego de que el Perú ocupara el último lugar en matemáticas, ciencias y comprensión lectora en la prueba Pisa 2012, Lampadia conversó con Hugo Díaz, miembro del Consejo Nacional de Educación, experto en temas educativos y consultor internacional, sobre la evidente tragedia de la educación peruana. Díaz señaló que deberíamos convertir esta tragedia  en una oportunidad para transformar la educación desde sus raíces, pero, precisó que el Estado no iba a poder hacerlo solo, sino que se requería una verdadera movilización nacional: desde las editoriales, las asociaciones privadas hasta los medios de comunicación. “De lo contrario en la próxima prueba Pisa estaremos igual o peor”

En cuanto al diagnóstico del porqué hemos llegado a esta situación, Díaz nos propone dos aproximaciones. Por un lado, el descuido del Estado y de los últimos gobiernos alrededor del tema educativo. Recordó, por ejemplo, que en 1990, después de la hiperinflación, que tomó cuerpo en los años 70 y se exacerbó en los 80, un maestro pasó a ganar 10 centavos en valores reales, por cada sol percibido por un docente en 1965. Menciona que esta situación evaporó los ingresos de los profesores y la carrera docente se volvió poco atractiva. “Los nuevos profesores venían  de centros públicos, con una formación mediocre, y comenzó a configurarse la actual realidad magisterial”, dijo.  Asimismo junto a este factor, el experto aseveró que la conducta del SUTEP, un sindicato de filiación marxista, con agenda política y vinculado a Patria Roja, también agravó la situación. “El Sutep tiene una parte de la responsabilidad porque nunca tuvo planteamientos pedagógicos ni  propuestas de nuevos métodos de aprendizaje. Se limitó a desarrollar un papel reivindicativo, a exigir pliegos de reclamos”, precisó, y a servir de mascarón de proa de la pequeña política peruana, agregaríamos nosotros en Lampadia.

Con respecto a la administración del sector, el especialista la calificó de ineficiente, mencionado una lista de proyectos frustrados que solo demuestran improvisación y falta de visión en las sucesivas conducciones del Ministerio de Educación. Recordó la propuesta del bachillerato que terminó en un fracaso, la propuesta de municipalización que fue inviable y la compra de 840 mil computadoras sin una  alternativa pedagógica de por medio. “Hoy la mayoría de computadoras no se utilizan”, dijo. En síntesis señaló que en la administración del sector puede haber habido gente preparada, pero que carecía de experiencia y una propuesta integral de reforma educativa.

El especialista comentó que los resultados de los países que consiguen los primeros lugares en las pruebas Pisa nos demuestran que la educación moderna apunta a desarrollar un estudiante crítico, que desarrolla capacidades emprendedoras, una cultura de la globalización y se adapta a los cambios tecnológicos y digitales. Sin embargo, prosiguió Díaz, si uno analiza el currículo escolar se encontrará con que la educación peruana sigue empantanada en los métodos memorísticos y repetitivos que niegan el desarrollo de una formación crítica.




Contrabando legislativo anti-universidades

Contrabando legislativo anti-universidades

En el siguiente editorial de El Comercio se analiza la manera cómo el oficialismo persiste tercamente en su intento de crear una Superintendencia de Universidades que tenga la facultad de controlar y planificar el desarrollo de las universidades, esta vez de contrabando, a través de una disposición final en el proyecto de ley para la organización del Ministerio de Educación. Es decir, se insiste en la propuesta de ahogar iniciativas de las universidades, cancelando la creatividad y la innovación que solo florecen cuando hay libertad en el sistema. Durante el debate de la ley universitaria, la sociedad civil y la oposición han sido firmes en plantear serias observaciones al proyecto, por lo que el oficialismo ha tenido que retroceder, aunque aún, sin llegar a encarpetar la iniciativa.

Pues bien, ante la falta de argumentos, algunos congresistas han decidido camuflar el misil contra la libertad universitaria creando la Autoridad Nacional de Educación Universitaria. Es decir, como no se puede avanzar en el proyecto universitario, se camufla el arma intervencionista en otra ley. En esta conducta se demuestra absoluta falta de respeto por la ciudadanía y se pretende generar un espacio de regimentación que ya ha fracasado estrepitosamente. Un ejemplo de estos yerros se analiza en un video de Xavier Sala, donde se demuestra que el retroceso económico actual de Europa tiene que ver con la pérdida de capacidad de innovar y, entre las causas del problema, está el recorte de la libertad de las universidades por la injerencia estatal.

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Loreto desaprobado en educación

Loreto desaprobado en educación

En el siguiente informe del Instituto Nacional de Educación (INIDEN), se analiza cómo Lima Metropolitana y las regiones del sur consiguen ciertas mejoras en las pruebas académicas que se toman a escolares, mientras que otras regiones, como Loreto, deterioran sus procesos de enseñanza y aprendizaje. En todo caso, una noticia para alarmarnos, sobre todo, cuando diversos organismos mundiales emiten informes en que el Perú sale desaprobado en el desarrollo de su capital humano. Es decir, en educación salud y otros. El Perú no puede dormirse en sus laureles. Si bien el sostenido crecimiento de la última década nos ha permitido reducir la pobreza y la desigualdad, si no abordamos la Agenda Pendiente en educación no habrá manera  de sostener la expansión del PBI. Como es de conocimiento público, el Sutep es una traba permanente a la reforma educativa y mientras el sindicato siga más comprometido con la ideología comunista que con la formación de los niños, no podremos avanzar. Este tema tiene que ser superado para afrontar la mejora educativa, una mala educación equivale a cortarles las piernas y las manos a nuestros niños. (Lampadia)

Leer informe completo del INIDEN




La mala educación

La mala educación

En el siguiente editorial de El Comercio se analiza la situación de la educación –a la luz del reciente Informe sobre Capital Humano del WEF- tanto en sus niveles básicos como superiores, estableciéndose que el Perú, no obstante su crecimiento económico, se muestra incapaz de superar los problemas que lo aquejan en este sector desde varias décadas atrás.

La permisividad gubernamental con la dictadura magisterial del SUTEP,  que impide la meritocracia en la escuela pública, y el intento de aprobar una ley universitaria que le permita al Estado controlar las currículas de los centros superiores y entrometerse en la vida interna, representan los principales proyectos que profundizarán el hoyo del sistema educativo. En el Perú no solo no hay propuestas de cambio y reforma sino que existen iniciativas que nos pueden empujar a una caída libre.

Leer editorial de El Comercio




Se descuidan avances en competitividad

Se descuidan avances en competitividad

A pesar de nuestro robusto crecimiento económico, el Perú muestra un retroceso en ocho de los doce componentes que conforman los pilares para la construcción de una economía competitiva a nivel internacional, manteniendo la ubicación 61 en el ranking de las economías más competitivas, pero retrocediendo en el puntajedel ranking global. 

Según el Foro Económico Mundial, la competitividad está compuesta por el conjunto de instituciones, políticas y elementos que determinan el nivel de productividad de un país, la que establece el nivel de prosperidad que una economía es capaz de lograr. De acuerdo al Informe Global de Competitividad 2013-14, que presenta los resultados de la clasificación de competitividad basada en el Índice Global de Competitividad adoptado por el Foro Económico Mundial en 2004, en el Perú se ha registrado un estancamiento de nuestro avance durante el último año. Pero lo preocupante es que en la evaluación de las siguientes categorías: instituciones (n°109), infraestructuras (n°91), salud y educación primaria (n°95), educación superior y formación (n°86), eficiencia en mercado laboral (n°48) y preparación tecnológica (n°86), no solo, no se ha avanzando en relación a otras economías con las que competimos, sino que hemos obtenido una puntuación individual inferior en relación a la obtenida en el mismo ranking el año pasado. Es decir, hemos empeorado.

Lasreformas de mercado que emprendió el Perú en el pasado nos ha permitido tener una economía más competitiva que la mayoría de países del Mercosur y el Alba, como Argentina (n°104), Bolivia (n°98), Uruguay (n°85), Venezuela (n°134), Nicaragua (n°99), y Ecuador (n°71); pero aún nos encontramos lejos de Chile (n°34), que sigue a la cabeza de la clasificación regional, junto con Panamá (n°40), Costa Rica (n°54) y México (n°55), que se mantienen relativamente estables.

¿En qué nos fue bien?

A pesar de los buenos resultados obtenidos en los últimos años, el Perú mejoró una posición en cuanto al entorno macroeconómico (en comparación a otros países), pero obteniendo un puntaje individual inferior al del año pasado, por lo cual tampoco podemos dormirnos en este aspecto. Igualmente, se obtiene una mejora en relación a otros países en eficiencia en el mercado de bienes, pero sin mejorar un decimal en la calificación obtenida el año pasado. Es decir, en estas categorías mejoramos en términos relativos porque otras economías empeoraron.  Sin embargo, es rescatable la mejora que ha tenido el país en desarrollo del mercado financiero, a pesar del reducido tamaño de nuestro (aún incipiente) mercado de capitales, y la baja penetración relativa de la banca. También se registra una mejora en la categoría relacionada a tamaño de mercado, lo que sin duda ha sido un efecto del importante crecimiento de la clase media y el impulso que ha tenido la demanda interna en los últimos años.

La agenda pendiente

Es claro que el Perú necesita avanzar más agresivamente en los desafíos de largo plazo que incluyen reformas de fondo para mejorar sustancialmente las tasas de productividad, que constituyen el factor real que sostiene el crecimiento inclusivo en el tiempo. En particular, urge establecer una agenda para definir estrategiasque permitan reforzar aquellos puntos en los que es muy claro que no se ha avanzado, como la mejora de la educación, las infraestructuras, y la reforma de instituciones del Estado. En este sentido, el informe destaca que los países que encabezan el ranking como Suiza (que lo lidera por quinto año consecutivo), Singapur y Finlandia, se caracterizan por mostrar entornos institucionales robustos, infraestructuras avanzadas y educación de primera, lo que permite generar un entorno favorable para tener un excelente nivel de innovación y formación tecnológica. Por ello, no debería sorprenderle al Consejo Nacional de la Competitividad (CNC) los pobres resultados que el Perú ha obtenido en estos campos cuando el presente Gobierno ha hecho muy poco para mejorar el capital humano.




Del cuero salen las correas

Del cuero salen las correas

Mucha razón tiene el Presidente Ollanta Humala cuando dice que el país necesita recursos fiscales para afrontar la agenda del desarrollo. En su último mensaje a la Nación nos dijo “Tener una presencia efectiva del Estado en todos los confines de nuestra Patria demanda la generación de ingresos tributarios permanentes”.

Efectivamente, el Perú necesita contar con muchos recursos fiscales para cerrar las brechas económicas y sociales acumuladas durante las décadas perdidas de los años 60, 70 y 80. Estas brechas se expresan en temas vitales para el bienestar de nuestra sociedad, como educación, salud, infraestructuras, ciencia y tecnología y pobreza propiamente dicha. Seguramente, nuestros requerimientos superan los 200,000 millones de dólares.

Ahora bien, ¿de dónde sacamos los recursos para afronta tremenda agenda? El Presidente parece entender que la fuente de estos recursos es el aumento de la presión tributaria. Nos dijo que en los últimos años, esta había crecido de 13% del PBI al actual 16%, con un incremento de 1% durante el último año. Dos observaciones, primero, los recursos que el Estado obtiene del sector privado no equivalen al 16% del PBI, sino al 21.6%, pues hay que incluir el integro de la recaudación, considerando el canon, regalías y tributos locales, como lo hace el BCR en su indicador de “Presión Fiscal del Gobierno General”. (Ver nuestro artículo sobre el tema Entendiendo la estructura tributaria).

En segundo lugar, el aumento de la presión tributaria o presión fiscal, es paulatino y, solo alcanza niveles relativamente menores, quien sabe si 1 o 2% por año, hasta un límite que no podría, ni debería ser mucho mayor.

Entonces, ¿de dónde sacamos los recursos que necesitamos? Pues, del crecimiento de la economía.

En esencia, un 7% de crecimiento económico es un 7% de aumento de los recursos fiscales. Si crecemos 7% por 10 años, duplicamos los recursos fiscales. Así es como lo hemos estado haciendo y hemos pasado de un Estado mendigante, a uno con más recursos de los que hemos podido manejar adecuadamente. Por ejemplo, en el cuadro de más arriba podemos ver cómo, entre el 2008 y el 2012, la presión fiscal aumentó solo en 1.8%, mientras los recursos fiscales lo hicieron en 44.3%.

Sí, Señor Presidente, la fuente de los recursos que necesitamos está en el crecimiento económico, pues más allá de permitirnos una acción ambiciosa del Estado, permite la eliminación de la pobreza, la generación de empleo digno, y el bienestar general desde las actividades productivas y no solo desde los paliativos del asistencialismo.

El crecimiento económico es el medio más importante para salir de la pobreza y le toca a usted explicarlo a todos los ciudadanos.




“Siento que la generación más joven va a llevar al Perú al nivel que siempre hemos soñado”

“Siento que la generación más joven va a llevar al Perú al nivel que siempre hemos soñado”

A una semana del 28 de julio, podríamos decir que este cocinero es considerado casi un símbolo patrio. Muchos lo quieren como presidente, pero Gastón Acurio prefiere seguir en lo suyo: haciendo política desde su cocina. “Habría que estar loco para ocupar un cargo político”, bromea, y acaba una vez más con el sueño de aquellos que le escriben por el Twitter: “Sálvanos, Gastón”. La entrevista fue realizada por la periodista Ana Núñez.

-Contaste una vez que por un tema de “traumas, fantasmas y demonios” no soportabas antes el amargor de la aceituna negra. ¿Qué historia tuya hay detrás de esa antigua aversión a las aceitunas, Gastón?

Debe ser algo familiar… Es interesante, porque el peruano tiene un problema con el amargo. No hay un solo plato de la cocina peruana en donde el amargo sea un sabor importante. La cocina peruana es cítrica, picante y dulce. El amargo es una virtud gastronómica en Europa. Es un asunto cultural. Quizá por ahí vaya lo de las aceitunas. Pero es un tema de ir liberándose de estas murallas que vas construyendo en tu cabeza por miedos, influencia familiar o cultural, etc.

-¿Así como superaste el problema con el amargo, lograste matar esos fantasmas, esos demonios?

Nooo, no quiero. Ni hablar. A los demonios hay que dormirlos un poquito y que se despierten de vez en cuando, cuando las causas lo ameriten. ¿Cómo valorar el cielo si no conoces el infierno?

-¿Has estado en el infierno?

Sí. Si el demonio habita en ti, en el sentido de esta dualidad que tiene el ser humano, que la llevas dentro, y que se expresa en los momentos más inesperados y te termina dominando a veces…

-¿En qué momento de tu vida te sentiste dominado por el lado oscuro de esa dualidad?

Cuando empecé, porque recibí un mal ejemplo en mi formación. El cocinero de ahora no tiene nada que ver con el cocinero que tuve como profesor. La imagen del cocinero de antes es la de un personaje histérico, ególatra, vanidoso, ensimismado en su mundo puramente culinario; egoísta en el sentido que no revela sus recetas. A mí me metió un patadón un día un jefe de cocina porque me demoré en… Era normal en la formación de aquella época.

-¿Era normal…?

Sí, o sea, “apúrate, huevón”  ¡Plafff! Esas son cosas que aprendes a no hacerlas, ¿no? Pero de lo que es difícil sustraerse es de esta obsesión por que todo salga perfecto y que los convertía en ogros irascibles cuando algo no salía bien. Cuando abrí mi primer restaurante, entonces, sí pues, gritaba como un loco cuando algo no salía bien; hasta que terminé un día en la clínica por un ataque de estrés y ahí se acabó. Ahora nadie grita y lo más importante: si algo no sale bien, mañana saldrá mejor. No pasa nada.

-Mario Vargas Llosa escribió un artículo que tituló “El sueño del chef”. Ahí cuenta la historia del niño que a los 8 años gastaba sus propinas en ingredientes de cocina y que luego lograría una hazaña cultural y social al frente de la gastronomía peruana. Pero olvidó decirnos cuál es ese sueño tuyo, Gastón…

Yo tengo muchos sueños, me levanto con la ilusión de hacer algo nuevo cada día. Son sueños que buscan crear, producir y que están relacionados con lo que me gusta hacer y con el impacto que eso puede generar en mi entorno, en mi país. Y sí, pues, creo que el sueño más grande que tenemos miles –porque yo me siento parte de una generación– es que podamos vivir el momento que el Perú siempre debió tener.

-¿Cuál es ese momento?

Ser un país protagonista en el mundo, un país capaz de inspirar al mundo, que sea reconocido por su cultura, por sus productos, pero también por sus logros como sociedad. Hay muchas batallas por librar aún, pero estamos en el camino.

-Batallas libradas junto a tu “ejército de cocineros”, como los llamas…

Lo fascinante es que ahora ya no es solo de cocineros sino de toda una generación. Los peruanos finalmente hemos perdido el miedo en el sentido más histórico. Nuestra multiculturalidad se ha convertido en un ingrediente de seguridad y eso se traduce en música, moda, arte, cultura, empresarios comprometidos, etc. Ahora creemos en nosotros mismos, condición número uno para conquistar una libertad económica, que es lo que nos falta. Tenemos libertad política, la emocional la hemos logrado recientemente, y ahora vamos por la libertad económica.

-Tienes una preocupación especial por el tema educativo. En el 2007 creaste el Instituto de Cocina de Pachacútec y ahora te has propuesto crear una universidad. Pero, aún con estos esfuerzos, el nivel de educación en nuestro país sigue siendo uno de los últimos en el mundo.

Si tienes claro que la educación es la mejor herramienta para saldar deudas sociales, para que los jóvenes que no tuvieron oportunidades puedan competir, tienes dos caminos: eludir esa responsabilidad o enfrentarla. Mi responsabilidad en lo personal es intentar hacer la mejor universidad del mundo. Tenemos 25 hectáreas cerca de Santa María y la idea es que ese desierto, en cien años, sea como Berkley, una universidad de estudiantes y profesores de todo el mundo, vanguardista en todo sentido, que genere luz, cambio, líderes. Pero, claro, entiendo lo que dices. Por eso pienso que debemos tener objetivos y un plan de 50 años.

-¿Cuáles serían esos objetivos?

El primer objetivo es que la educación pública en el Perú sea mejor que la privada; el segundo, que la educación en el Perú sea la mejor de América Latina. Logrado esto, para que sea una de las mejores educaciones del mundo hay un paso. Pero debe haber una obsesión en todos los peruanos para que ni un talento en las ciencias, en las artes, en la cultura, se pierda por falta de oportunidades. Ese es un pasivo muy grande que el Perú no se puede dar el lujo de asumir.

-Dicen que la gastronomía es al Perú como el fútbol a Brasil o Argentina. Quizá por eso las críticas a nuestra comida, como las de Martín Caparrós, hacen sonar tambores de guerra. ¿Cómo las tomas tú?

Es importante decirlo mil veces: no hay mejor herramienta para progresar que la crítica. La buena y la mala. La bienintencionada e incluso la malintencionada, que te permite conocer a tus enemigos. Y mal haríamos en promover intolerancia frente a una crítica en un discurso gastronómico cuya bandera es la tolerancia, y que en ningún momento ha dicho que somos mejores que otros, sino simplemente que queremos ser cada día mejores. Lo importante es explicar que las críticas no son una amenaza sino una oportunidad para mejorar.

-Hubo también quienes aprovecharon la intoxicación de Morrisey para desprestigiar a la comida peruana. ¿Este suceso te parece una anécdota menor o es preocupante para la imagen de nuestra gastronomía?

No, es una alerta de que hay que seguir trabajando en lo que se conoce técnicamente como la inocuidad alimentaria. Es cierto que existe la posibilidad de que personas que no han desarrollado los anticuerpos puedan sufrir algún tipo de intoxicación si toman el agua que nosotros estamos acostumbrados a tomar, pero la realidad es que lo que le pasó a este señor le pudo haber pasado en cualquier país del mundo. Y si además aparentemente (Morrisey) tenía una debilidad estomacal… Pero todo eso ya pasó, ya fue. Entonces no era tan importante.

-Estamos a ocho años del bicentenario y quizá sea momento de replantearse la pregunta de Zavalita. ¿Se sigue jodiendo el Perú?

No, para nada, estamos en buen camino. Faltan muchas batallas que luchar, pero el 2021 es una fecha icónica, una meta, una ilusión que para la generación a la que pertenezco implica muchas cosas. Soy muy optimista con la generación más joven, siento que esa generación va a llevar al Perú a los niveles que siempre hemos soñado en todos los terrenos: en la política, en la cultura, en la actividad empresarial, en la investigación, etc. Creo que el 2021 el Perú va a ser un país querido y reconocido en el mundo.

-¿Jornadas como la del miércoles en el Congreso, el día de la llamada “repartija”, no te hacen sentir que en lo político las cosas no mejoran?

Pero quién ha construido el desarrollo del Perú en los últimos 12 años, ¿la política o la sociedad? Es la sociedad civil la que ha construido el desarrollo del Perú trabajando duro, creando, haciendo, arriesgando. Pero más allá de un gobierno, de una casta política, el sistema no está acompañando esa energía. La gran oportunidad es hacer que a quienes les estamos entregando el poder estén a la altura de esa responsabilidad, pero no podemos descorazonarnos porque algunos ejemplos no lo estén. Lo que quiero decir es que en realidad somos los ciudadanos los que tenemos el poder.

-Ese poder ciudadano, concentrado básicamente en los jóvenes, le ha enmendado la plana al Congreso esta vez; ha logrado rectificar cuestionables acciones políticas. Esto es esperanzador, cuando menos…

Hoy más que nunca este poder ciudadano no está dispuesto a ser un mero espectador de las decisiones que se toman en este Perú que estamos construyendo con gran sacrificio. Hoy los jóvenes están llenos de sueños para sus vidas y su país, no creen en ideologías extremas ni sueñan con que el Estado les regale nada. Pero sí creen en la democracia como un sistema que debe ser conducido por gente preparada e intachable. Por eso es que salen a las calles a reclamar cuando ven que sus supuestos líderes no están a su altura. Esto no puede ser más esperanzador para el futuro del Perú. Son los jóvenes los que llevarán al Perú a lo más alto que jamás hayamos imaginado.

-La clase política está muy desprestigiada en nuestro país. La gente no se siente representada por ella. ¿Compartes este sentimiento de rechazo?

A mí no me gusta generalizar. Creo que hay políticos buenos y políticos malos. Como hay empresarios buenos y empresarios malos. Y creo que la política tiene más tribuna de la que debería, porque la realidad es que hay muchas historias de gente que hace política sin tener cargos políticos, gente que está haciendo cosas muy buenas por su país. Pero sí es cierto que la democracia se debilita mucho cuando se descubre una doble moral, y nuestra democracia está muy frágil todavía. Cada 12 años, siempre hay algún problema… Estamos en el año 13, así que tenemos que trabajar para fortalecerla.

-¿Desde tu lugar, desde tu cocina, desde tus institutos, estás haciendo política también?

Cuando los cocineros salimos a promover el Perú, estamos haciendo política, política cultural, política económica. En mi campo, desde la cocina, hacemos política todos los días, intentando elevar la imagen del Perú en el mundo, intentando promover nuestros productos en los mercados, intentado integrar a las cadenas productivas que estaban históricamente olvidadas en nuestra actividad económica. Para un médico, hacer política es luchar por que la salud llegue a todos por igual; para un profesor, buscar que sus alumnos cada día tengan una mejor formación. Pero un cargo político… habría que estar loco, ¿no?

-¿Habría que estar loco para aceptar un cargo político?

Sí, hay que haber nacido para ser político y yo no he nacido para eso. Mi terreno es la cocina y de ahí no me voy a mover.

-Un gran sector de la población, sin embargo, desearía que ocupes un cargo político. Algunos te quieren de presidente. En el Twitter hay un hashtag “Sálvanos, Gastón”…

(Ríe). ¿De verdad? Qué bárbaro… La verdad, sería muy malo que un cocinero tenga la arrogancia y la vanidad de querer ser presidente. Muy malo. Hay mucha tarea que demanda conocimiento, pasión, trabajo, dentro del terreno de la cocina, y que puede ser muy bueno para el Perú. Si nuestra huancaína tiene la universalidad del ketchup algún día, ¿eso no es bueno para el Perú? Claro que es bueno. Qué tiene que ver eso con creerse una suerte de mesías, para lo cual tienes que tener otro tipo de habilidades…

-¿Habilidades que crees que no tienes…?

Nooo, para nada. La del político es una personalidad distinta, es diferente. Yo no tengo la menor intención… A veces parece, quizá, porque hablamos cosas… Los cocineros no podemos tomar una posición política porque representamos a todo el país. Obviamente, si hay temas de corrupción o que atenten contra la democracia, seremos los primeros en salir al frente. Pero no estamos en esa situación. La crítica que podría hacerles, eso sí, es que se pelean mucho. Deberían estar discutiendo ideas en pro de objetivos y no peleándose. Por eso no quiero ser político…

-Steven Levitsky escribió hace poco que una candidatura tuya tendría la capacidad de “jalar” el caudal de votos “paniagüistas”.

No, ya los candidatos están más o menos claros…

-Pero varios de ellos, como García y Toledo, están enfrentando investigaciones y procesos por corrupción, y quizá no lleguen al 2016.

Yo creo que el 2016 competirán cuatro o cinco candidatos. Probablemente, haya outsiders, pero digamos que, en la derecha, Keiko representará la candidatura. En el centro, creo que quien se ha ganado la posibilidad de aglutinar las fuerzas de la izquierda y la derecha moderada en ambos casos es Lourdes Flores. En el caso del partido de gobierno, me parece que se perfila el señor Abugattás o Jaime Delgado. Y en el Apra, y esta es mi opinión, creo que, por la lealtad que le ha mostrado a su partido, quien se ha ganado el derecho de postular es el señor Mulder.

-¿Y a Alan dónde lo dejas?

Eso es lo que va a ser. Yo te digo lo que debería ser…

-¿Y en ese partidor de ninguna manera podrías estar tú?

Para nada. En ese escenario político del 2016 ya hay candidatos y creo que en todos los casos, salvo que aparezca un outsider, el camino será el mismo y seguirá siendo perfectible. En mi opinión, la mejor opción siempre es el centro, porque –por su propia naturaleza– es un punto en común, el que busca sin apasionamientos y sin una ideologización extrema encontrar caminos que respondan a los objetivos de todos y, según sea el momento, puede girar hacia un lado u otro para cumplir esos objetivos sin la prisión que puede significar una ideología. Una opción que busque abrazar a todos es la ideal.

-¿Estás satisfecho con lo avanzado por Ollanta Humala en sus dos primeros años de gobierno?

Como todos los gobiernos, tiene cosas buenas y cosas malas, pero creo que hay una buena capacidad de autocrítica, lo que es importante para ir corrigiendo cosas. Tenemos un buen ministro de Economía, tenemos a ministerios que funcionan mejor que otros, pero nada es perfecto, hay que ir avanzando. Hemos tenido gobiernos realmente desastrosos. Personalmente, creo que hay que estar alertas en cosas muy importantes, como la defensa de un modelo que tiene que ir perfeccionándose en el tiempo y que apuesta por la libertad en todo sentido, económica, política, de credo, de opción sexual.

-¿Puede ser el 2016 el momento para que finalmente el Perú tenga una presidenta o crees que en cuanto a gobernantes no tiene nada que ver un asunto de género?

Pienso que el tener una presidenta sería un mensaje muy saludable dentro y fuera del Perú. Históricamente, la mujer ha cumplido y cumple un rol admirable. Yo voy pertinentemente a Pachacútec y sé cuál es el rol de la mujer en la familia, en sacar adelante a sus hijos, etc. Tener una presidenta sería muy esperanzador.

Publicado por La República, 21 de julio de 2013




“La opción preferencial por los pobres es el fundamento de todo lo que hacemos”

“La opción preferencial por los pobres es el fundamento de todo lo que hacemos”

La República, 8 de julio del 2013

Jim Yong Kim, presidente del Grupo Banco Mundial, visitó el Perú esta última semana. A su paso por la Pontificia Universidad Católica del Perú, en donde tuvo un encuentro con alumnos, profesores y autoridades, pudimos conversar. Un hombre nacido en Corea del Sur, criado y educado en las mejores escuelas y universidades de los Estados Unidos, hablaba bien el castellano aunque prefería contestar preguntas en inglés. Médico y antropólogo de profesión, su compromiso en la lucha contra la miseria y la pobreza no es nuevo en su hoja de vida. Conoce bien el Perú, en donde hace 20 años desarrolló un programa contra la TBC. Su cariño y reconocimiento por el padre Gustavo Gutiérrez, quien estuvo presente como un invitado especial durante su presentación, fue una sorpresa para muchos. Un banquero que cree en la opción preferencial por los pobres no se ve todos los días. Aquí la entrevista realizada por la periodista Rosa María Palacios.

 

La estructura del Grupo Banco Mundial, que agrupa a 5 instituciones, ¿ha tenido un propósito de cambio en los últimos años?

Hay un cambio importante. En el pasado veíamos la ayuda para el desarrollo como la existencia de cuánto dinero daban los países ricos a los países pobres. La ayuda al desarrollo, hoy en más de 20,000 millones de dólares, parece mucho dinero, pero si vemos la necesidad en África, solo en infraestructura, ya se está cerca de eso. En la India solamente en los siguientes 7 años la inversión es de un billón de dólares. Entonces, la asistencia no es suficiente y la única manera de salir del subdesarrollo y promover la prosperidad compartida es a través de una alianza entre el sector privado y el sector público para llegar realmente en países que tienen aspiraciones de desarrollo.

Sabemos que hay dicotomías en el mundo, especialmente en América Latina, donde algunos países solamente hablan de aspiraciones sociales y otros solamente del sector privado. Realmente pienso que para que los países puedan ser competitivos con otros países en la región, a futuro, la gente tiene que despertar e invertir, usar el capital, y tener, también, por supuesto educación, salud, seguridad social. El sector privado crea muchos empleos en el mundo. Entonces todo el mundo tiene que encontrar una manera de encontrar el equilibrio, de invertir en las personas, invertir en la educación y al mismo tiempo estar muy concentrados en mejorar las condiciones de tal manera que el sector privado pueda ser exitoso y crear los empleos que la gente necesita.

El Grupo Banco Mundial, a través del BIRF, les presta a países de ingresos bajos y medios como el Perú. AIF presta a países muy pobres, básicamente al África, pero a mejores tasas de interés y con un porcentaje importante de donación. ¿No hay un incentivo perverso para mantener a los países en ingresos más bajos y así obtener mejores condiciones?

Por supuesto que no. El foco principal es ayudar a los países a continuar creciendo y sacarlos de la pobreza. Como usted sabe, pensamos que nuestra ventana de préstamos para los países de bajos ingresos es importante, pero también celebramos cuando los países se gradúan de esos préstamos de costo mucho más bajo en comparación con otros préstamos del banco. Tenemos nuestra misión y nuestra misión es terminar con la pobreza. Si todos los países del mundo llegan al punto de que no necesitan nuestros préstamos, para los más pobres eso va a estar muy bien. Pero nosotros pensamos que van a necesitarlo por mucho más tiempo y además sabemos que en los países más pobres los préstamos que hacemos son cruciales y especialmente cruciales porque los préstamos que hacemos se centran todos en asegurar que no solamente tengan un impacto sino también en que usemos esos préstamos para apalancar fondos de sectores privados y gubernamentales, y esto es una gran ventaja. Damos préstamos a países y nos aseguramos a la vez de que también mejoramos el gasto nacional y del sector privado.

El Grupo Banco Mundial y el Estado Peruano tienen una alianza para los próximos años. ¿Cuáles son las prioridades del banco en el Perú?

He tenido muchas reuniones con líderes aquí y por supuesto con el presidente Humala y la primera dama Nadine Heredia. Hemos hablado mucho de mejorar los programas sociales. El compromiso del gobierno de invertir más en salud, educación y protección civil es muy alentador para nosotros. Estamos tratando de enfatizar entonces que los países en América Latina no deben pensar que el mundo está dividido entre los países que invierten mucho en recursos sociales y aquellos países que se enfocan solo en el sector privado. Yo no puedo enfatizar suficientemente que tenemos que centrarnos en ambos. Además, hay que hacer inversiones en el sector social pero no solo contar los dólares invertidos con cifras como cuántos hospitales  o escuelas se han construido. Lo que estamos tratando de hacer es diferente. Cada dólar extra que se gasta en salud tenemos que asegurar de que se centre en gasto que realmente mejore la salud de la gente. Yo he estado yendo a países en otras partes del mundo y he descubierto que hay una epidemia de construcción de hospitales. “Hospitalitis” dicen algunos, y es perfectamente comprensible desde la perspectiva política que todos los políticos quieran entregar un hospital a una región pero esa no es la mejor manera de gastar el dinero en la salud.  En la educación, lo que estamos viendo es que se construyen escuelas pero los niños que se sientan en las bancas. ¿Están aprendiendo? Esa es la pregunta. La buena noticia en el Perú es que he visto a las ministras de Educación, de Salud, de Inclusión Social y hay un gran compromiso de racionalizar, ser eficaces en estos gastos. También estamos trabajando en mejorar el entorno del negocio y asegurarnos especialmente de que las empresas pequeñas y medianas tengan lo que necesitan directamente del IFC pero también el trabajo con funcionarios gubernamentales para construir un ambiente que será muy abierto y que invite a la inversión.

Existe el temor de que las políticas públicas de inclusión social sirvan solo para mejorar el ingreso de los pobres en forma transitoria, generando asistencialismo temporal, y una clientela política pero no ciudadanos a largo plazo. ¿Cómo enfrenta ese dilema el Banco Mundial?

Los tipos de programas que hemos estado defendiendo son los llamamos de transferencias condicionadas de efectivo. Grandes programas en México, como Progreso y Oportunidades, o en Brasil, programas como Bolsa Familia. La clave de nuestros programas es que hacen transferencias de efectivo pero estas dependen, por ejemplo, de asegurarse de que los niños van al colegio, de que reciban nutrición, de que los padres comprenden la lectura, etc. No es solamente la transferencia de dinero sino que está relacionado con la educación y con la salud. Esto es realmente importante. Pero indudablemente el siguiente nuevo paso de ser receptor de estas transferencias de dinero, de llevar a los niños al colegio, de asegurarse de que no estén malnutridos, etcétera, es entrar al mercado formal del empleo. Por ejemplo, en México el Ministro de Finanzas ha dicho muy claramente que el objetivo es el moverse hacia la formalidad y están trabajando en eso de tal manera que la gente que se ha beneficiado de estos programas pueda graduarse y terminar en el mercado del empleo.

¿En un trabajo pendiente?

Sí, pero lo estamos viendo ocurrir. Estamos viendo que estas inversiones terminan en que la gente verdaderamente se gradúa de estos programas y entrar en el sector formal del empleo.

En el pasado, una de las principales críticas al Banco Mundial, y en general a toda la política de créditos internacionales, es que direccionaban la política pública no de acuerdo a los intereses del Estado y el gobierno nacional, sino de acuerdo a los intereses del Banco. ¿Qué tan válida es esa crítica sobre el pasado? ¿Hay un futuro distinto?

Sí, hay una larga historia en América Latina de una crítica muy acuciosa al Banco Mundial por ser ideológico, por tener una solución única para todo y por defender a algunos países sobre otros. Pero hay una cosa importante, y esto forma parte importante de lo que voy a decirle. A inicios de los 90 uno de los primeros viajes que hice a Washington DC, luego de graduarme en la Universidad, fue para participar en una manifestación contra el Banco Mundial. El movimiento se llamaba “50 años son suficientes”. Estábamos protestando para que se cerrara el Banco Mundial en sus 50 Aniversario. Las críticas entonces eran muy parecidas a las que todavía se hacen hoy día: que el Banco Mundial es muy prescriptivo (daba recetas), que tiene una solución de talla única, que lo más importante son los préstamos, y que todo resultaría con el crecimiento.

Yo creo que hay muy pocas organizaciones que han cambiado tanto  como ha cambiado el Banco Mundial en este sentido. Ahora somos líderes en defender transferencias de dinero en salud, educación, medio ambiente, y promover una salud y educación de calidad. Todas estas cosas son nuevas en los últimos 20 años. Entonces, estoy muy contento de que perdiéramos el argumento por el que protestamos hace muchos años porque ha habido enormes cambios en el Banco Mundial.

¿Por qué el Banco Mundial es un mejor socio que otras organizaciones de cooperación?

Una de las cosas más importantes en el Banco Mundial es que podemos trabajar con el sector público y privado a la vez y ofrecerles garantías. Para darle un ejemplo, nuestra agencia MIGA (Organismo Multilateral de Garantías de Inversión, en español) da garantías para que una inversión extranjera pueda cobrar sus seguros en caso de que el país decida nacionalizar su compañía. Nosotros a la vez procuramos que esto no ocurra porque sabemos que si un país hace eso, que comienza a nacionalizar sus industrias, el sector privado verá que hay muchas decisiones arbitrarias y será un entorno en el que no puede confiar. Si eso ocurre, sabemos por experiencia –lejos de si uno está por o en contra de la inversión privada– lo que pasa: el costo país sube, los precios suben, el costo del capital sube, la cantidad de inversión baja y la gente que más sufre es la gente más pobre. Quiero agregar que hoy he almorzado con el padre Gustavo Gutiérrez aquí. Él es uno de mis héroes. Cuando fundamos la Organización Partners in Health, que traje al Perú hace  más de 20 años, nuestro modelo se basó en algo que él dijo: una opción preferencial por los pobres.

¿No es una idea católica?

Sí, pero es el fundamento de todo el trabajo que hacemos. Yo todavía creo en mi propio papel, en  mi trabajo, es esa elección preferencial por los pobres. Si vemos la vida ahora, ¿qué quieren los pobres? Quieren un empleo, un buen empleo, quieren acceso a buena salud, a buena educación para que a sus hijos les vaya mejor que a ellos. Esto lo vemos en todos los países del mundo. Entonces mi trabajo como Presidente del Banco Mundial está muy incrustado en esta idea de una opción preferencial por los pobres y por eso es que estoy promoviendo la inversión del sector privado en países como el Perú. La economía necesita crecer, el gobierno necesita impuestos para dar servicios, la gente necesita empleo. No estoy pensando en la educación como gasto, sino como inversiones cruciales,

fundamentales para crear capital humano. Hay que invertir en la gente, y es así que se va a echar los cimientos para el crecimiento.

Es la primera vez en mi vida que un banquero me habla de la opción preferencial por los pobres.

(Risas)

Chile, nuestro vecino, está por salir del subdesarrollo. Si usted tuviera que hacer una apuesta por el Perú, ¿qué horizonte ve? ¿20, 30 años para que el Perú esté en el mismo lugar?

Espero que sea mucho menos que eso. El asunto es que hay tanta gente con talento aquí en el Perú. Pienso que el Perú además tiene un espíritu empresarial intenso. Cuando veo la intensidad de todos, desde los choferes hasta la gente que vende en el mercado y la gente en las instituciones académicas yo siento un impulso enorme hacia hacer las cosas de manera más eficaz, más rápido, así como lo vi en Corea hace 20 años. Entonces mi esperanza es que la conversación comience a ocurrir entre el gobierno, el sector privado y la sociedad civil en condiciones en que las comunidades puedan hablarse entre sí en vez de centrarse solamente en enfrentar los problemas de unos y otros o a la gente de aquí versus la gente de allá. La pregunta que deben hacerse es: ¿con quién estamos compitiendo? Con los coreanos, los chinos, los chilenos, los brasileños. ¿Qué es lo que tenemos que hacer para asegurarnos de que estamos próximos de todos ellos? En los siguientes 5, 10, 15 años yo tengo una gran fe de que el Perú tendrá respuestas y podrá convertirse en un país desarrollado donde haya prosperidad compartida y no exista pobreza.  

“MUCHOS PAÍSES EN EL MUNDO QUISIERAN TENER LOS PROBLEMAS DEL PERÚ”

–Usted ha visitado el Perú en otras oportunidades. ¿En este viaje ha percibido cambios favorables o desfavorables? ¿Cómo evalúa la situación peruana hoy?

–He estado hoy en Carabayllo, Hace veinte años, cuando llegué en 1993, en Carabayllo no había servicio de teléfono, teníamos que ir a Comas y pararnos en línea para utilizar el único teléfono público que había. No podíamos imaginar que tendríamos cobertura 4G en celulares en Carabayllo. Las instituciones se han construido. Están ahí.  Hasta nos sirvieron vino fabricado en Carabayllo. Si nos vamos a los cerros todavía podemos ver asentamientos humanos, pero cuando estuve ahí, hace 20 años, todo Carabayllo era un asentamiento humano. Las cosas han cambiado tremendamente. Sé que en el sector privado y en la sociedad civil hay un diagnóstico muy articulado de los problemas y críticas a la situación peruana. Pero, desde mi punto de vista, puedo constatar que hay muchos países en el mundo que quisieran tener los problemas que tiene el Perú. Mucha gente habla de la fragmentación social, de la pobreza, de los problemas de la inequidad pero están muchísimo mejor que hace 20 años, y más aún, las perspectivas de crecimiento son muy buenas.

Perú va a crecer al 6% el próximo año. No solamente hay una industria nacional sino que también la gente cree en el Perú, incluso más que en sus vecinos, a veces más ricos y están pensando en distintos tipos de actividades. Los peruanos mismos harán actividades de valor agregado, no solo de extracción. Esto es fantástico y por eso salgo de esta visita con muchísimo optimismo de lo que los peruanos pueden hacer. Los peruanos tienen que hablarse entre sí, sociedad civil, gobierno, sector privado tienen que hablarse entre sí. Es mucho más  fácil hacerlo cuando se tiene 6% de crecimiento. Por favor, comiencen a hacerlo, comiencen a pensar en cómo ese diálogo puede llevar a centrarse en las estrategias del futuro. En el país donde yo nací, Corea del Sur, no hay recursos naturales y no sufre la “maldición de los recursos naturales”. Por eso, tiene que reinventarse constantemente. Fueron de la televisión blanco y negro a la televisión a color, de ahí a los microchips, a los teléfonos celulares y ahora la cultura. Estos raperos coreanos no son una coincidencia. Forman parte de la industria de la cultura en Corea. El Perú tiene todas estas oportunidades, para  pensar juntos cómo van a echar los cimientos de la siguiente era de crecimiento. Este es el momento de hacerlo, por favor, tengan estas conversaciones.

Publicado por La República, 8 de julio del 2013




Basta de fracasos en educación

Basta de fracasos en educación

La crisis de la educación es ya un mal crónico. Lo tenemos claro hace décadas. Desde el estado y la sociedad, se han planteado objetivos de todo tipo en el Acuerdo Nacional y en muchos CADE por más de 30 años, los hemos discutido en todos los foros académicos y de reflexión nacional,  hay consenso en cuanto a la naturaleza de la crisis (mala educación) y la imperiosa necesidad de superar el problema. Sin embargo, no avanzamos, peor aún: en algunos casos retrocedemos, como sería ahora con el mal proyecto de reforma universitaria.

Por alguna razón no hemos logrado movilizar los recursos necesarios, ni priorizar la gestión, ni convocar la mejor gente para su manejo, y tampoco hemos tenido un buen liderazgo.  Es evidente que no podemos seguir así. Frente a esta realidad, surge por sí sola la pregunta ¿Por qué fracasamos si somos absolutamente conscientes del problema?

Los economistas José Gallardo y Piero Ghezzi, en un artículo firmado por ambos (Ver La paradoja de la inacción), señalan que la falta de acción del estado ante el problema educativo, entre otros, se origina  en la ausencia de “grupos de interés influyentes que logren que el gobierno priorice la resolución de problemas impostergables”. Ante este escenario plantean la posibilidad de crear una burocracia especializada, de un nivel equivalente a las que manejan la macroeconomía, (MEF y BCR).

Efectivamente, los peruanos aprendimos con mucho dolor, del resultado del populismo y de las malas políticas públicas que produjeron inflación, déficit fiscal, sobre endeudamiento público y empobrecimiento. Hace ya un par de décadas que mantenemos un manejo macroeconómico prudente, que ha permitido no solo la recuperación de nuestras finanzas, sino también que la sociedad en conjunto haya aprendido y aquilatado su importancia, respaldando a dos equipos sólidos, como los mencionados, que de alguna manera son como grandes pilares que sostienen la carpa bajo la cual se protege la salud de la República. Según la recomendación de Gallardo y Ghezzi, deberíamos construir un equipo igual, sólido y fuerte, para que vele por un mejor manejo de la educación.

De igual manera, Jaime de Althaus (Ver Reforma sin liderazgo) nos recuerda que los eventuales “afectados” por las necesarias reformas de la educación y el servicio público, como el SUTEP, están organizados y se movilizan para proteger sus privilegios, mientras que las grandes mayorías que se beneficiarían con los cambios, no tienen capacidad organizativa y no representan públicamente sus intereses. Así es como la educación pública sigue en manos de un sindicato que promueve la lucha de clases y que no tiene propuestas pedagógicas.

En cuanto a la educación superior, en el Congreso de la República se está debatiendo, sin mayor participación ciudadana, un proyecto de reforma universitaria que tiene la oposición de prácticamente todas las universidades del país. Lamentablemente, con la disculpa de la calidad educativa, otra vez grupos políticos alejados del interés nacional, pretenden hacer una reforma a tontas y locas, en su pequeño mundo, mal hecha, y por supuesto con el bonito ropaje que siempre le ponen a los proyectos que solo terminan creando lo contrario de lo que ofrecen, como son las llamadas Normas Contra-Propósito. (Ver Normas Contra-Propósito).

Con toda razón, las universidades peruanas están rechazando el intervencionismo y la regimentación que pretende el proyecto de  ley. A estas alturas debiera ser evidente que, en la sociedad del conocimiento, en el mundo del acelerado cambio tecnológico, en el reino de la innovación, donde las influencias de la globalización tienen una dinámica imparable y no predecible, es absurdo y ridículo, intentar uniformizar la educación mediante la planificación estatal y sujetarla a procedimientos burocráticos estatales. Esto se aplica también a los demás estamentos educativos.

Como señala el periodista Mirko Lauer (Ver Invasión legislativa en las universidades), “es inimaginable que un proyecto tan rechazado como el que comentamos sea aprobado al caballazo en una democracia”.

Todos los peruanos debemos exigir el más amplio debate sobre los temas educativos y que se convoque a los mejores cuadros para diseñar y ejecutar nuestra salida de la trampa de la mediocridad y la inacción (Ver Una impostergable revolución educativa).




Tenemos que mantener el crecimiento si queremos reducir la pobreza

Tenemos que mantener el crecimiento si queremos reducir la pobreza

El INEI acaba de informar que el 2012 la pobreza se redujo en dos puntos: de 27.8% pasamos a 25.8. Es decir, medio millón de peruanos dejaron de ser pobres. Si bien estos datos nos indican que seguimos en la ruta correcta, sin embargo, debemos formulamos algunas preguntas porque, es evidente, que la velocidad con que se ha venido reduciendo  la pobreza ha descendido significativamente. Por ejemplo, el 2006 la pobreza cayó en 6.5%, el 2007 en 6.7%, el 2008 en 5.1%, el 2009 en 3.8%, el 2010 en 2.7%, el 2011 en 3%, y ahora 2%.

El menor ritmo de reducción de la pobreza, se produce no obstante que durante los últimos años hemos incrementado sustancialmente el gasto social. Por ejemplo, solo el 2012 el incremento ha sido de 51%.

Lampadia conversó con dos economistas para establecer las correctas relaciones entre pobreza y crecimiento y absolver las preguntas que surgen con el informe del INEI. Miguel Palomino, director del IPE, confirma que estamos en el camino correcto porque seguimos reduciendo la pobreza, sin embargo sostiene que al desacelerarse en el crecimiento económico, se está desacelerando la reducción de la pobreza. Agrega que, en la medida “que hemos avanzado bastante en arrinconar a la pobreza, cada vez se hará más difícil reducirla, algo que solo puede superarse con más crecimiento”.

Por su lado, César Peñaranda, presidente Instituto de Estudios Económicos de la CCL, explica que el 80% del total de reducción de la pobreza se debe al crecimiento de la economía en tanto que solo el 20% a los programas sociales. “Si se desacelera la economía el ritmo de reducción de la pobreza también disminuirá”. Peñaranda agrega que para evitar desaceleraciones necesitamos crecer a un ritmo de 8% anual.

En síntesis, se puede afirmar que el Perú sigue enrumbado y reduciendo la pobreza. Pero la desaceleración del 2012 puede convertirse en una tendencia real si es que no impulsamos todos los instrumentos de que disponemos para seguir fortaleciendo nuestra economía. Ahora bien, es justo reconocer que hay un contexto internacional adverso con una economía desacelerada y con precios de commodities a la baja, pero nada justifica, por ejemplo, la paralización de más de 41 mil millones de dólares en proyectos mineros, de hidrocarburos, infraestructuras y otros, sin que el Estado muestre voluntad y decisión para resolver las trabas correspondientes.Tampoco es justificable la lentitud para promover las asociaciones público-privadas en el tema de las infraestructuras, y la falta de enfoque y acción para afrontar la Agenda Pendiente en Educación, Infraestructuras, Instituciones y Clima de Inversión, tal como hemos planteado en Lampadia (La Agenda Pendiente), el HSBC en su documento “The World in 2050” (“El mundo en el 2050”), y Tony Blair hace unos días en la UPC.

Esperemos que por falta de visión, liderazgo y decisión, no se esté configurando, una vez más,  la trampa en la que hemos caído a lo largo de toda nuestra historia, “la de las oportunidades perdidas”. Esta vez tenemos una población muy atenta y demandante de progreso y bienestar, que ha renunciado a migrar del país, y que planea construir acá su futuro con el esfuerzo que se puede apreciar todos los días a lo largo y ancho de todo el Perú. Ahora no podemos fallar.




Índice de Competitividad Regional – INCORE 2012 – IPE

Índice de Competitividad Regional – INCORE 2012 – IPE

Hay diversos factores que explican el desarrollo económico. La literatura económica ha pasado por diversas etapas en las cuales se le ha dado mayor importancia a distintos factores como el capital, la tecnología, la educación, la innovación, entre muchos otros. Ver documento completo




El injusto medio

El injusto medio

El presidente Humala dijo esta semana que su gobierno busca “un equilibrio” entre dos cosas. Por un lado, las políticas económicas que a grandes rasgos se implementan en el Perú desde que se hicieron las reformas estructurales que disminuyeron el rol del Estado en la economía a “su mínima expresión” (en la visión del presidente). Y, por el otro lado, las políticas de los setenta, cuando –este nombre no lo mencionó pero sí estuvo en la mente de todos sus oyentes– Juan Velasco Alvarado hizo una real revolución de nuestra economía que convirtió al Estado en el protagonista absoluto de la misma por los siguientes 20 años.

Necesitamos “aprender” de ambas experiencias, dijo el presidente, para no caer ni en un “extremo” ni en otro.

La referencia al equilibrio entre los dos extremos hace pensar que, al proponer esto, tal vez el presidente tuviese en mente alguna versión de la idea del “justo medio” aristotélico. Si este es el caso, se trataría de una versión espuria de lo que esta teoría significa. Y es que el “justo medio” no quiere decir que, por ejemplo, entre la valentía y la cobardía, o la generosidad y la avaricia, o la felicidad y la desgracia, lo bueno para el hombre es buscar lo que esté a la mitad. No. La valentía, la generosidad y la felicidad hay que buscarlas todo lo que se pueda. El “justo medio” es lo que está a la mitad de dos extremos igualmente malos, no de dos cosas cualquiera que se opongan.

Decimos esto, porque, al menos si nos atenemos a los resultados documentados de los dos tipos de políticas económicas a las que el presidente se refirió, lo que él ha dicho cuando afirmó que hay que buscar un equilibrio entre el estatismo de los setenta y la economía (semi) libre que tenemos hoy, es el exacto equivalente a decir que hay que buscar un equilibrio entre reducir y aumentar la pobreza, entre disminuir e incrementar los ingresos promedio de la población, entre destruir y generar empleos, entre ver bajar y subir la productividad, y demás.

No se trata de ideologías. Se trata de realidades documentadas. Si uno toma en cuenta todo el período en que rigió el modelo de los setenta –desde que asumió el mando el general Velasco hasta comienzos de los noventa– las cifras son abrumadoras. En 1970, el Perú tenía un 35% de su población viviendo bajo la línea de pobreza. Para 1991, el 56% de los peruanos padecía esta situación (INEI-IPE). Según cifras del BCR, por otro lado, demoró 30 años que el país volviese a recuperar –en el 2004– el PBI per cápita que tenía cuando las reformas del velascato comenzaron a dejar sentir sus mayores efectos hacia 1974.

Si se considera únicamente la década que nombró el presidente, por otra parte, la cosa no mejora. Y no mejora, sobre todo desde el punto de vista de los pobres. Solo desde el mencionado 1974 hasta finales de la década, los salarios reales tuvieron una caída de alrededor del 35% (INEI-IPE). Por su parte, la inflación, ese ladrón silencioso del poder adquisitivo de la gente, aumentó de 6% en 1969 al 74% en 1979 (BCR-IPE). Además, la productividad cayó durante la década (luego de haber subido consistentemente durante los cincuenta y sesenta), lo que se confabuló con los controles de precios y los impedimentos a las importaciones para generar escasez: el gobierno militar, por ejemplo, tuvo que prohibir la compra de carne durante 15 días de cada mes.

Todo esto, para no hablar de indicadores más abstractos –y, por ejemplo, de cómo la deuda pública se incrementó del 15% del PBI en 1969 al 41.3% en 1979– y concentrarnos solo en los que se reflejan más directamente en la calidad de vida de las personas. En los indicadores, esto es, que enseñan cómo estas políticas se tradujeron, para decirlo en una sola palabra (como lo ha hecho Nadine Heredia, confiamos que con sinceridad), en mucho “sufrimiento”.

La experiencia a partir del desmontaje de la economía estatista, por otro lado, ha sido la opuesta. Solo en los últimos ocho años, como paradójicamente lo resaltó el mismo presidente Humala en el mismo discurso, un cuarto de la población peruana ha salido de la pobreza, habiéndose reducido el porcentaje de peruanos que la sufre al 27%. En las últimas dos décadas el PBI per cápita ha pasado de US$1,500 a US$6,700 aproximadamente. Únicamente desde el 2003 a acá el promedio de los sueldos se ha incrementado a un 7% anual. Y la inflación, que había llegado a la aberración del 7,492% anual en 1990, cerró el año pasado en 3.7%.

Por lo demás, como agudamente lo ha resaltado Jaime de Althaus, al menos para lo que toca a sus funciones propias –y no a hacer negocios– nuestro Estado es hoy mucho más fuerte que en los setenta. Como hay mucha más inversión y producción, tiene mucho mayores ingresos fiscales. Solo en la última década el presupuesto del que puede disponer cada año para apoyar a quienes tienen menores recursos –incluyendo en la salud y la educación– se ha triplicado de US$15,000 millones a US$45,000 millones.

Si en algo, en fin, estamos de acuerdo con lo dicho por el presidente es en que hay que “aprender” de ambos modelos. Sí, hay que aprender. Y luego hay que usar el resultado de este aprendizaje para, uniéndolo al instinto de vida, luchar por mantenernos tan alejados como se pueda de lo que solo trajo pobreza y sufrimiento, y profundizar en el camino de lo que hace tiempo nos viene volviendo un país que tiene cada vez más oportunidades para más peruanos.

Tomado de El Comercio, 28 de abril, 2013