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Las recetas de Obama para reducir la desigualdad

Las recetas de Obama para reducir la desigualdad

Barack Obama abordó en su presentación anual ante el Congreso el tema de la desigualdad en EEUU, planteando propuestas específicas para atacar este problema a partir de los factores que afectan la movilidad social y las oportunidades de progreso. En Lampadia consideramos útil rescatar estas ideas para mejorar la igualdad de oportunidades en el Perú. Si bien hemos disminuido la desigualdad, con el crecimiento económico de los últimos años, falta aún mucho por hacer. 

La semana pasada, Barack Obama en su discurso al Congreso colocó como un tema de Estado la creciente desigualdad que viene atravesando EEUU. Se ha generado un consenso entre las diversas fuerzas políticas sobre la necesidad de ejecutar políticas para reducir la desigualdad, pero las discrepancias surgen en la forma cómo se debería abordar este problema de manera que no se dañe el crecimiento económico y los incentivos para seguir generando riqueza. Dada la sensibilidad política y visibilidad que viene adquiriendo este tema, el presidente norteamericano presentó en el Congreso algunas propuestas para mejorar la igualdad de oportunidades y la movilidad social:

  • Ejecución de reformas educativas con especial énfasis en la educación temprana de alta calidad.
  • Mejora del acceso de los desempleados crónicos a programas de reconversión laboral y capacitación.
  • Reforma de prácticas laborales que discriminan a las mujeres.
  • Exigencia de mejora del salario mínimo de los trabajadores vinculados a contratos con el Estado (esto ha generado una gran polémica entre economistas americanos).
  • Mejorar del acceso a los sistemas de pensiones.

En efecto, como señala un reciente artículo de The Economist, en EEUU se vienen difundiendo diversos estudios que muestran que la movilidad social, entendida como la capacidad de un ciudadano nacido en un hogar pobre de salir de la pobreza al llegar a adulto, no ha cambiado mucho en los últimos 40 años. Incluso en EEUU la movilidad social sería menor que la registrada en muchos países europeos, como Dinamarca, donde un niño pobre tiene el doble de posibilidades de llegar al quintil superior de ingresos. Pero además se encuentra que la movilidad social es también variable entre regiones: la probabilidad de que un niño pobre de San José, California alcance en quintil más rico al llegar a la adultez es de 12,9% (casi como en Dinamarca); en Charlotte, Carolina del Norte, esta probabilidad es solo 4,4%. La movilidad social es mayor en lugares donde hay buenas escuelas, menor segregación (por raza o ingresos), mejor capital social y mayor participación de la comunidad, entre otros. 

En el caso peruano, lo que hemos observado es que la apertura comercial y la economía de mercado han generado empleos más productivos, mejores ingresos laborales, y un episodio de crecimiento en el que se ha llegado a una situación en la que los pobres han sido los que más se han beneficiado. Así, múltiples estudios independientes (Ver artículo Libre mercado reduce la desigualdad en el Perú) y las cifras oficiales del INEI han reportado que la desigualdad en el Perú se ha reducido junto con el crecimiento de la economía, la reducción de la pobreza y la consolidación de la clase media. Sin embargo, no debemos caer en la complacencia, pues aún hay mucho por avanzar para dar un salto cualitativo hacia un escenario de mayor igualdad de oportunidades. Las reformas que plantea Obama para los norteamericanos son perfectamente aplicables para el Perú, pues se requiere una verdadera gesta por la educación y políticas muy activas de capacitación laboral para mejorar las oportunidades y la movilización social.

Muchos economistas temen que el nivel de vida de aquellos que no están en la élite se estanque durante un largo tiempo. Justamente, las políticas específicas para reducir drásticamente la desigualdad de oportunidades, y con ello, favorecer las posibilidades de movilidad social, son las que debemos impulsar para promover una sociedad más justa sin dañar los incentivos para la generación de riqueza.

Finalmente, no debemos olvidar que la desigualdad presenta realidades diferentes en los países del norte -como en EEUU y Europa- en relación a los países del hemisferio sur. En los países emergentes, la globalización ha permitido un proceso acelerado de convergencia, el cual debe fortalecerse con políticas activas orientadas a perfeccionar el sistema educativo y la capacitación.




La desigualdad en perspectiva

La desigualdad en perspectiva

El tema de la desigualdad está nuevamente tratándose en todos los medios. Sin embargo, cuando se sigue el debate en los medios internacionales, hay que tener cuidado en distinguir la realidad de los países desarrollados de aquella de los emergentes.

Recientemente Barack Obama declaró que la desigualdad es “el mayor desafío de nuestro tiempo”, y tiene razón para la realidad de su país. La distancia entre ricos y pobres ha venido aumentando en EEUU como resultado de: 1) un desempleo que se ha mantenido al borde del 10% durante varios años; y, 2) el efecto de las mismas fuerzas de mercado que han generado un importante ascenso en los países emergentes que compiten en el mercado global de empleo. El destacado economista Tyler Cowen, en su libro Average is Over (publicado el año pasado) explica que EEUU ha entrado en una etapa de “híper-meritocracia” en la que una nueva división del trabajo generada por la revolución tecnológica, la mecanización del trabajo y las posibilidades de la tercerización en mercados internacionales ha hecho que la fuerza laboral norteamericana tenga que competir con los salarios más bajos que se pagan en India o China, o incluso con un increíble avance tecnológico que está logrando mecanizar el trabajo humano. Pero ojo que estamos hablando de una realidad muy diferente a la nuestra. Como señala John Stossel de Fox Business Network en un potente artículo sobre la desigualdad en EEUU, el 90% de los americanos ubicados debajo de la línea de pobreza posee Smartphones, televisión por cable y automóviles. De hecho, el 70% posee hasta dos automóviles.

La realidad es otra para los países emergentes abiertos a la economía global. La globalización ha permitido un proceso acelerado de convergencia entre los países en desarrollo y los países avanzados de Europa y Norteamérica. Pero lo que vemos acá es un aprovechamiento de un sector de la izquierda local para extrapolar incorrectamente el contexto de la desigualdad del hemisferio norte con el objetivo de desacreditar el modelo de desarrollo peruano, incluso afirmando con mentiras, como lo hizo el jueves 23 de enero una columnista de La República, que: “En el contexto del crecimiento económico peruano la tendencia no es diferente, amenazando la gobernanza democrática y la inclusión social”. Esta es una mentira descarada que debemos denunciar. Como hemos reportado anteriormente en el artículo “Libre mercado reduce la desigualdad en el Perú”, numerosos estudios del tema muestran que la distribución del ingreso en el Perú ha mejorado en el contexto actual de alto crecimiento económico (Lopez-Calva y Lustig– 2010, Jaramillo y Saavedra – 2011), mientras que también se encuentra  evidencia de que la desigualdad se deterioró entre 1970 y 1993, es decir, en las décadas en las que primó el modelo estatista, con controles de precios, reforma agraria y barreras proteccionistas al comercio. Pero lo más destacable es que incluso se encuentra evidencia (Ver Yamada y Castro) que en el periodo 2006-2010, los programas de transferencias como JUNTOS solo explicaron un cuarto de la mejora en la distribución, mientras que las fuerzas del mercado y el crecimiento económico generaron el 75% de la reducción de la desigualdad en el ingreso y el consumo.

Como señala Augusto Townsend en un reciente artículo publicado en El Comercio sobre el tema, EEUU ha sido históricamente un país tolerante con la desigualdad por ser congruente con el ideal de libertad del “sueño americano” y la posibilidad de progresar con el esfuerzo individual. Sin embargo, con el extenso programa de rescate del Gobierno al sistema financiero luego de la crisis del 2008 empezó a primar una percepción negativa del origen de esta desigualdad. En cambio, en el caso peruano, lo que apreciamos son grandes prejuicios anti-empresariales y la agenda ideologizada de un sector que arguye que las reformas de mercado han incrementado la desigualdad, cuando las cifras oficiales del INEI y todos los estudios independientes evidencian lo contrario.

El Perú aún tiene mucho que avanzar para reducir la única desigualdad en la que debería concentrarse el Estado: la desigualdad de oportunidades. Para ello, aún queda pendiente el impulso a una verdadera agenda de reformas basada en el perfeccionamiento de las instituciones públicas, la reducción de la brecha de infraestructuras y una gesta nacional por la Educación. El crecimiento económico impulsado por la inversión privada, la apertura comercial y la competencia han logrado reducir la desigualdad en términos económicos y sociales, logrando la convergencia de grupos que históricamente han vivido excluidos y en pobreza, pero urge aplicar las políticas adecuadas que permitirían una inclusión más agresiva. (Ver Triángulos del Futuro, acción para el desarrollo).  Lampadia




Perú le gana por goleada a Brasil

Perú le gana por goleada a Brasil

En el siguiente editorial de El Comercio  se comparan los modelos económicos y sociales de Perú y Brasil –tal como lo hemos hecho reiteradamente en Lampadia-y se muestran los datos de reducción de pobreza y desigualdad de cada experiencia. Nuestro país, a diferencia de los resultados en el fútbol, le gana por goleada alos cariocas.  Entre los años 2001 y 2011, las cifras son contundentes: la pobreza se redujo en el Perú de 54.7 a 27.8% (26.9), mientras en Brasil bajó de 37.5 a 20.9 (16,6%). La pobreza extrema bajó 18,1 puntos porcentuales en el Perú y, en Brasil solo 7,1.  Algo más. A pesar de los chorros en gasto social del estado brasileño, la desigualdad se redujo prácticamente en la misma proporción que en el Perú. Por todas estas consideraciones, seguimos sin entender la admiración que el Presidente Humala parece guardar con el modelo brasileño que, debido a su excesivo gasto público y el proteccionismo de su economía, comienza a desacelerarse de manera tan alarmante que genera algunas interrogantes sobre la pujanza de los países emergentes. La idea de que nadie es profeta en su tierra parece cumplirse en este caso. Nuestro modelo que reduce la pobreza y la desigualdad sin paragón en la historia de América Latina no es profeta en su propia tierra, con su propio Presidente, sino en el mundo entero, en todos los organismos internacionales. El Presidente Humala está para enseñarle a Brasil y no para aprender del país carioca. Lampadia

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Brasil rumbo a Perú 2014

Brasil rumbo a Perú 2014

En una reciente declaración realizada durante su visita a Lambayeque, el presidente Ollanta Humala enfatizó la importancia de la política social para el gobierno y señaló que el crecimiento económico no era lo más importante. Esto resulta preocupante, pues declaraciones como esta dan da pie a que se descuiden las políticas que promuevenel crecimiento o peor aún, que se lleven a cabo políticas erradas que terminen por desalentarlo.

Más aún, si el gobierno hace énfasis en el desarrollo social, resulta de vital importancia no descuidar el crecimiento de la economía.El crecimiento económico es esencial para la reducción de la pobreza. Después de décadas de proteccionismo y atraso, la liberalización de la economía, que permitió el aumento de la inversión privada, redujo significativamente la pobreza y la desigualdad. Entre los años 2002 y 2010 la pobreza cayó en el Perú en alrededor de 23 puntos porcentuales y hay estudios que muestran que el crecimiento económico explica el 75% de la reducción de la desigualdad económica.

Imagine usted que para saciar el hambre visita su pizzería favorita y comparte con un amigo una pizza chica. Seguramente disfrutará la comida, pero es poco probable que salga con el estómago lleno. Imagine, por el contrario, que su amigo y usted piden una pizza tamaño familiar.Sin importar cómo la distribuyan, en la mayoría de casos ambos saldrán más que satisfechos. La razón es obvia: mientras más grande sea la pizza mayor será el tamaño de la tajada. Ver artículo: Del cuero salen las correas.

Del mismo modo, una economía más grande y robusta lleva a una mejor situación para los ciudadanos. Con crecimiento económico hay una economía más grande que, a la larga, termina beneficiando a todos. Incluso en presencia de un crecimiento desigual, que requiera llevar a cabo inversiones que permitan sacar provechoa los menos favorecidos, una economía más grande significa que habrá más recursos para llevar a cabo estas políticas. En otras palabras, con crecimiento económico hay más pizza para repartir.

Ahora comparemos brevemente al Perú con Brasil. Nuestro país, a pesar de tener un menor nivel de gasto social como porcentaje del PBI, ha logrado reducir la pobreza mucho más rápido que nuestro vecino, cuya relación entre gasto social y PBI es mucho más alta. Para muestra un botón: entre 1999 y 2009 Brasil ha tenido un gasto social equivalente al 23% de su PBI y ha reducido la pobreza extrema, definida como la población que vive con menos de un dólar por día por persona, de 5.7% a 3.6%; mientras que el Perú, con un gasto promedio de 9.3% del producto ha reducido la pobreza extrema de 6.2% a 1.6%. Esto es una reducción de la pobreza muchísimo más grande que la de Brasil y con solo una fracción de la inversión. No dejen de releer: Luces y sombras de la visita de Lula al Perú.

A pesar del mayor gasto social de Brasil con respecto al Perú, nuestros resultados en reducción de pobreza son largamente superiores. En contra de lo aseverado por Lula, lo que está detrás de esto es que el Perú ha crecido más de 6% anual promedio, mientras que Brasil no llega al 4%.

Por lo anterior, resulta primordial que el gobierno no deje de alentar la inversión privada y generar confianza, pues solo así podremos mantener el ritmo de crecimiento económico de los últimos años y cumplir con la agenda pendiente en educación, salud e infraestructuras. Según cifras del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), el año pasado la inversión representó el 26.7% del PBI y la inversión privada 21.5%, todo un record.El reciente reconocimiento al país por el cumplimiento anticipado de los ODM (Objetivos del Milenio) debería ser un llamado a seguir creciendo. 




Focalización: un atentado contra la igualdad

Focalización: un atentado contra la igualdad

Chile es un país más rico y más desigual que el Perú. El siguiente artículo escrito por Claudia Sanhueza y Fernando Atria en el blog “Conversando sobre políticas sociales” que Sanhueza publica en La Tercera, se analiza la situación de un país que ha hecho grandes esfuerzos por desarrollar el paradigma de la focalización para reducir la desigualdad. Sin embargo, su análisis desafía el concepto tradicional que se tiene de la focalización como modelo de intervención pública. Resulta muy interesante poner en contexto este análisis en el Perú, ya que en los en los últimos años se han creado programas e incluso ministerios sobre el paradigma de la focalización como mecanismo de convergencia y reducción de brechas sociales. (LAMPADIA). 

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Crecimiento permite notables avances en ODM

Crecimiento permite notables avances en ODM

A pesar de que el Perú es en la actualidad uno de los pocos países que ha logrado cumplir anticipadamente algunos de Los Objetivos del Milenio (ODM),la señora Rebeca Arias del PNUD le baja la llanta a los logros alcanzados por nuestro país contradiciendo la evidencia mostrada por el INEI, CEPAL, y el BID en lo relacionado a reducción de la desigualdad. 

Es un logro importante que nuestro país haya tenido éxito en reducir dramáticamente los indicadores de pobreza, mortalidad infantil, y desnutrición, entre otros. El Perú se había comprometido a disminuir la pobreza y la pobreza extrema a la mitad de los niveles registrados en 1991 para el año 2015; es decir, a tasas de 27.3% y 11.5%. Esta meta se ha cumplido con creces antes del “deadline”, ya que al 2012 la pobreza total alcanzóel 25.8% y la pobreza extrema el 6% de la población. Igualmente, al 2012 la desnutrición crónica se redujo en el área urbana un 62% mientras que en las zonas rurales -más alejadas del mercado-, un 32%. Lo destacable es que el milagro económico peruano, que sorprende al mundo con sus altas tasas de crecimiento del PBI y de inversión privada e inclusión social, se ha dado en un proceso sostenido de reducción de la desigualdad, algo que Rebeca Arias, coordinadora residente del PNUD, también debería destacar.

Además sorprende que El Comercio, en vez de destacar tremendos logros, enfatice en un titular que el Perú es un país desigual, desnaturalizando una noticia que debería alegrarnos.En Lampadia ya hemos explicado que en un contexto comparado, el Perú es uno de los países con más éxito en reducir la desigualdad, al pasar de tener un coeficiente de GINI de0.545 en 1,999 a uno de 0.45 para el 2,012, según datos del INEI y de la CEPAL. ¿Cuándo vamos a aprender a informar a la opinión pública sobre los logros de nuestro país con objetividad y sin meterle cabe a nuestro modelo de desarrollo?

El crecimiento económico experimentado en los últimos 15 años por el Perú no solo ha sido solo pro pobre y ha reducido la desigualdad, sino que se ha llegado a la situación de que sean los pobres los que más se beneficien. Así, de acuerdo al BID, entre el 2005 y el 2011, el crecimiento de los ingresos de la población fue mayor en los deciles más pobres, los del 1 al 5, mejoraron en promedio en 10.9%, mientras que los menos pobres lo hicieron en 7.8%, ¿Dónde está la desigualdad?

Rebeca Arias se equivoca también al enfatizar la importancia de JUNTOS, ya que varios estudios reseñados en notas anteriores dan cuenta de que este programa solo explicó un cuarto de la reducción de la desigualdad, mientras que las fuerzas del mercado y el crecimiento económico explicaron el 75% de la mejora en la distribución del ingreso y el consumo.

Los reconocimientos a los logros del Perú no nos inhiben de plantear la necesidad y urgencia de que afrontemos cuanto antes, y con la mayor dedicación posible, una agenda pendiente en reformas vitalesen educación, infraestructuras e instituciones para la construcción de un mejor futuro para todos y seguir mejorando la igualdad de oportunidades.




Libre mercado reduce la desigualdad en el Perú

Libre mercado reduce la desigualdad en el Perú

En el artículo “Todos somos prisioneros del aumento de la desigualdad” el columnista británico Tim Harford analiza la evolución de la desigualdad en EE.UU. y otros países avanzados para concluir falazmente que: “La verdad incómoda es que las fuerzas del mercado -es decir el resultado de contratos libremente acordados-  son probablemente la razón fundamental de una gran parte de la desigualdad. ”Sin embargo, esta afirmación no se condicecon la reducción de las tasas de pobreza a nivel mundial y la significativa reducción de la desigualdad entre países ricos y pobres.

Si bien es cierto que dentro de EE.UU. la distancia entre los ricos y los pobres ha aumentado, como consecuencia dela nueva división del trabajo generada por la revolución tecnológica, el ascenso de países emergentes que compiten en el mercado global, y el desempleo que en EE.UU. se ha mantenido cerca del 10% varios años, la globalización ha permitido un proceso acelerado de convergencia entre los países emergentes y los países desarrollados. En el caso de Europa, el extenso “Estado de Bienestar” mal manejado y políticas fiscales insostenibles tuvieron como consecuencia la generación de más desigualdad en el largo plazo, al estancarse el producto y aumentar el desempleo, que en España bordea el 25% y 55% en el caso de los jóvenes.  

Por ello, es irresponsable que la izquierda no pensante utilice la evolución de la desigualdad en los países de Europa y EE.UU. como un ejemplo para desacreditar el modelo de economía de mercado y apertura comercial en el caso peruano, arguyendo equivocadamente, que las reformas de mercado han incrementado la desigualdad, cuando las cifras oficiales del INEI y todos los estudios independientes evidencian lo contrario.

Así por ejemplo, estudiosos del tema,reportan que la distribución del ingreso en el Perú, mejoró hacia finales de la década pasada, en un contexto de alto crecimiento económico (Lopez-Calva y Lustig– 2010, Jaramillo y Saavedra – 2011).Por el contrario, el estudio de Figueroa (1993) sostiene que la desigualdad se deterioró entre 1970 y 1993, es decir, en las décadas en las que primó el modelo estatista, con controles de precios y barreras proteccionistas al comercio. Es destacable que otro estudio (Yamada y Castro)encuentra evidencia que en el periodo 2006-2010, desde la entrada en vigencia del TLC con EEUU, la desigualdad del ingreso medida con el coeficiente de Gini se redujo entre 8% y 11%, mientras que el consumo se desconcentró entre 10% y 11%. Este estudio muestra, además, que los programas de transferencias como JUNTOS solo explican un cuarto de la reducción de la desigualdad, mientras que las fuerzas del mercado y el crecimiento económico explican el 75% de la mejora en la distribución del ingreso y el consumo. También se destaca que el crecimiento del ingreso en este periodo se concentró en los percentiles 20 al 50, lo cual es consistente con el crecimiento de la clase media emergente.

Entonces, queda claro que la apertura comercial y la economía de libre mercado no han generado una mayor concentración de la renta en los ricos, haciendo a los pobres más pobres. Por el contrario, el crecimiento económico impulsado por la inversión privada y la competencia ha tendido a generar empleos más productivos y con ello a incrementar los ingresos laborales, reduciendo el subempleo y la informalidad.

En la última década, hemos experimentado un crecimiento más beneficioso para los pobres de lo que usualmente ocurría, incluso de lo que es usual en el mundo. No solo ha sido solo pro pobre sino que se ha llegado a la situación de que sean los pobres los que más se beneficien. Así, por ejemplo Richard Webb documenta que el jornal agrícola más que se duplico en la última década, mientras que la tasa de crecimiento promedio del sector rural en los últimos 20 años ha sido de 7.2%, muy por encima del promedio de solo 1.4% registrado entre 1900 y 1994. Igualmente, en las zonas rurales se ha registrado en el último lustro un aumento muy significativo en la demanda por vehículos, sobre todo por mototaxis y bicicletas, cuya tasa de crecimiento se encuentra sobre el 40%.

Lo paradójico es que siendo el Perú un país tan heterogéneo en la dimensión geográfica, étnica y cultural, ha sido a través de la economía de mercado que se está logrando reducir la desigualdad,logrando la convergencia de grupos que históricamente han vivido excluidos y en situación de pobreza. El mercado ha hecho su trabajo en reducir el nivel de desigualdad en términos económicos y sociales, pero es tarea del Estado impulsar las reformas en educación, infraestructuras e instituciones, así como en el mercado laboral, para reducir también lapeor de las desigualdades: la de oportunidades.




El país demanda unidad y liderazgo

El país demanda unidad y liderazgo

Ante la desazón del país por el debate sobre los efectos de la crisis económica internacional, el presidente del Consejo de Ministros, Juan Jiménez Mayor, convocó a un diálogo luego de dos años de gobierno en que el oficialismo se negó a conversar con las demás fuerzas políticas y, por el contrario, se mostró más proclive a la confrontación.  Frente a la iniciativa, el fujimorismo y el aprismo respondieron que se dialogaba, pero con la renuncia de Jiménez de por medio. 

La conducta del oficialismo y la oposición nos demuestra que en nuestro sistema político nadie está dispuesto a arriar banderas en función del Perú. Las excomuniones y las heridas previas parecen pesar mucho más que el interés del país y se confirma el terrible abismo que existe entre el modelo económico y social que reduce la pobreza y la desigualdad y el accionar de los políticos. En una reciente entrevista de Lampadia, Felipe Ortiz de Zevallos, una de las reservas morales e intelectuales del país, señala que “la política, lamentablemente, se ha venido desenvolviendo por carriles poco vinculados a la economía y a la sociedad. Y es más pasadista que futurista”. (Ver entrevista a FOZ: El Perú está recuperando el tiempo perdido). En otras palabras, desnuda un pernicioso desenganche entre la política y la economía.

Pero las cosas no deben seguir así. El jefe de Estado reduce su popularidad de manera alarmante, el Congreso empeora su imagen y las demás instituciones tutelares tienen una alta desaprobación y, en medio de la crisis del sistema político, se presenta la desaceleración del crecimiento. La reducción del canon minero puede convertirse en el combustible para la demagogia de los extremistas –que se oponían frontalmente a las inversiones mineras- que agitarán a las “masas” para radicalizar a las regiones y provincias contra el gobierno central. Es necesario, pues, evitar un escenario de convulsión social que, ante la debilidad del Ejecutivo y el Congreso, podría crear serios problemas de gobernabilidad.

¿Cómo enfrentar esta situación? Es evidente que con la unidad, el consenso o concertación de la mayoría de peruanos. Por ejemplo, en un reciente comunicado de la CONFIEP se afirma que “hoy, el desempeño de la economía global se convierte en un factor de incertidumbre que requiere de mayor trabajo y unidad de todos los peruanos. Es tiempo de redoblar el esfuerzo conjunto, público y privado, para impulsar el desarrollo”. Es decir, es hora de que los peruanos pongamos a un lado nuestras diferencias y coloquemos sobre la mesa los intereses del país, la defensa de la democracia y la economía de mercado. Pero para avanzar en ese proceso se requiere el liderazgo y la convocatoria del Presidente Ollanta Humala en su calidad de primer magistrado del país. Ante una clara invitación al diálogo y la concertación, estamos seguros que todos responderían positivamente.

La desaceleración del crecimiento no implica la parálisis de nuestra economía, y mucho menos, que los peruanos estemos impedidos de realizar el potencial de desarrollo y bienestar general que hemos viabilizado durante los últimos 20 años. Sin embargo, puede ser el caldo de cultivo de los pesimistas y de los enemigos de las libertades políticas y económicas. No obstante, si todos los peruanos asumimos nuestra responsabilidad ningún radicalismo podrá amenazar nuestro modelo económico y social que sorprende al mundo por sus excelentes resultados en su desarrollo productivo, reducción de la pobreza y la desigualdad. 




¡Irresponsables pretenden aprovecharse del caos!

¡Irresponsables pretenden aprovecharse del caos!

El escándalo político nacional que desató la elección en el Congreso del Defensor del Pueblo y los miembros del Tribunal Constitucional (TC), causado, principalmente, por la voluntad obsesiva de Gana Perú y el oficialismo por controlar el TC, con la complicidad de Perú Posible, del fujimorismo y del devaluado PPC, de pronto, parecería ser parte de un juego maquiavélico que busca desprestigiar a la clase política, al Congreso y a las instituciones para generar el caos público e interrumpir el sistema democrático y la economía de mercado.

¿Alarmismo injustificado? De ninguna manera. Ya se conoce que sectores nacionalistas han comenzado a recolectar firmas para “cerrar el Congreso” en Chiclayo. En un reciente comunicado de Patria Roja en el  que se convoca a una revuelta nacional para este 27 y 28 de julio, se sostiene que “frente a la crisis del  Estado neoliberal se hace urgente y necesaria una nueva Constitución para refundar la república sobre nuevas bases”. Algo más. Nicolás Lynch de Ciudadanos por el Cambio, en un reciente artículoen La República, escribe lo siguiente: “una reforma política inmediata que la sociedad organizada le exija al Congreso y una Nueva Constitución, elaborada por una Asamblea Constituyente, que se elija el 2014…”.

Como se ve, por la boca muere el pez. Alguna mano negra o algún seguidor de Montesinos pretende sacarle partido al caos político desatado por el oficialismo palaciego y la torpe comparsa congresal. Al margen de la especulación de si todo esto fue causado adrede para interrumpir la democracia, es evidente que se quiere aplicar a pie juntillas el Manuel Bolivariano que pasa, precisamente, por generar crisis políticas y de representación, convocar a una Asamblea Constituyente e instaurar un autoritarismo que se perpetúa en el poder mediante reelecciones indefinidas. Así pasó en Venezuela, Bolivia y Ecuador.

En el colmo del delirio, Lynch agrega: “Hay que regresar al último acuerdo de paz entre los peruanos que es la Constitución de 1979…” ¿Cuál acuerdo de paz? ¿El de esa constituyente regimentada por las botas militares? ¿Se refiere a la hiperinflación incontrolable, las colas y escaseces  motivadas por el control de precios? O, quizá se refiera al hecho de que Sendero Luminoso controlaba una tercera parte del territorio nacional, asesinaba a autoridades locales, hacía volar edificios y casas en los pueblos más alejados y Tarata y Palacio de Gobierno. ¿A eso se refiere Lynch? Tanto delirio y tanta irresponsabilidad son difíciles de entender.

Los representantes del proyecto bolivariano usando el deterioro de la clase política (algo evidente y que nadie puede negar) pretende acabar con la democracia y la única institución que ha funcionado en el Perú: el mercado. Su enemigo real es la libertad económica consagrada en la Constitución de 1993, pero terminar con ella, solo es posible enterrando a la democracia. De allí la esencia autoritaria del proyecto bolivariano.

Tratar de comparar la Constitución del 93 con la de 1979 es como comparar el cielo con el infierno. Antes de los noventa no solo nos azotó la hiperinflación y el terrorismo, sino que nuestras reservas internacionales eran negativas, hoy suman  US$ 68 mil millones (ver artículo Quieren bajarle la llanta a la prosperidad). Otro dato para estremecernos: cerca del 60% de los peruanos era considerado pobre en tanto que hoy solo el 25%. La inflación promedio era de 1,187% mientras que ahora solo es de 2.5%.  ¿Cuál acuerdo de paz? La maniobra bolivariana es más que evidente.

El modelo político y económico peruano se ha caracterizado por un impresionante crecimiento económico, reducción de la pobreza y la desigualdad, pero ese desarrollo no ha sido acompañado por una eficiente gestión pública de los políticos y de las instituciones. Se puede decir, entonces, que el mercado ha funcionado, pero los políticos han fallado.

Necesitamos, pues, una reforma política para que el espacio público acompañe y potencie todos los círculos virtuosos del desarrollo y del bienestar general. Pero de ninguna manera podemos dejar pasar la maniobra bolivariana. Queda claro, pues, que la indignación de los peruanos contra la clase política también tiene que ser contra los animadores del proyecto bolivariano que pretende resucitar el viejo velasquismo que convirtió a la mayoría de peruanos en mendigos.

Deberíamos aprovechar esta crisis para reflexionar sobre los ajustes que requieren nuestras instituciones públicas, empezando por los partidos políticos (Ver: La Trampa del Corto Plazo) y la estructura del propio Parlamento. En un momento de dificultad, la gente de buena voluntad, tiene que saber sacra lo mejor de cada uno. ¡Ojalá estemos a la altura de las circunstancias! L




Oportunidades para todos

Oportunidades para todos

Esta fue una buena década para América Latina. El crecimiento económico promedió 4,2%. Así, 70 millones de personas dejaron la pobreza. La estabilidad macroeconómica, políticas comerciales más abiertas y un clima de inversión favorable apuntalaron y proyectan un sólido crecimiento de cara al futuro.

De manera crucial, los logros económicos están siendo compartidos de forma muy amplia. Un reciente informe del Banco Mundial reveló que el número de personas de clase media en América Latina creció en 50 millones entre el 2003 y el 2009, un aumento del 50%. Este es un logro notable para una región caracterizada por la desigualdad en la distribución de la riqueza.

De cara a mi próximo viaje a América Latina, es tangible que esta región emerge como uno de los motores de crecimiento a escala mundial. Sin embargo, aún queda mucho por hacer para asegurarse que todos los latinoamericanos compartan la creciente prosperidad.

Si bien la desigualdad está disminuyendo, América Latina sigue siendo la región más desigual del mundo. Durante el período 2008-2010, ocho de los diez países con mayor índice de desigualdad en el ingreso se encontraban en la región (según el coeficiente de Gini que mide la desigualdad). La movilidad intergeneracional también sigue siendo limitada: el origen económico y social de los padres de un joven, o si este nace en un ambiente urbano o rural, determina su futuro en gran parte.

Además, en aquellos países que se han beneficiado del auge de las materias primas en la última década, los frutos no han llegado a toda la sociedad, lo que alimenta las tensiones sociales o la frustración entre aquellos que se sienten postergados.

De no solucionarse, la desigualdad seguirá atizando la volatilidad en toda la región. Buscar un crecimiento compartido no es solo lo correcto desde una perspectiva social y política: es un imperativo económico.

Para que las promesas en torno al crecimiento se vuelvan realidad, los diseñadores de políticas deberán garantizar, junto a la comunidad internacional, incluido el Banco Mundial, que los avances económicos beneficien a todos los latinoamericanos.

Publicado por El Comercio, 1 de julio, 2013




¿Agenda Comercial paralizada?

¿Agenda Comercial paralizada?

El Perú es uno de los países latinoamericanos que cuenta con más acuerdos comerciales, hecho que causa admiración entre algunos mandatarios de la región. Por ejemplo, en la última reunión de la Alianza del Pacífico, Juan Manuel Santos, presidente de Colombia –según información de El Comercio- le hizo saber al presidente Humala que sentía una sana envidia por la política comercial peruana, que cuenta con una veintena de acuerdos comerciales que cubren  más del 90% de nuestro comercio exterior.

La apertura comercial es una de las reformas económicas más importantes de los últimos 20 años, ha permitido, entre otros importantes impactos, que nuestras exportaciones no tradicionales (2003 – 2012), crezcan 252% mientras las tradicionales solo 96%. Es decir, el libre comercio le está permitiendo al país crecer de manera sostenida, diversificando su estructura productiva y, sobre todo, reduciendo la pobreza y la desigualdad.

Sin embargo, las críticas al gobierno por haber paralizado la Agenda Comercial  son cada vez más frecuentes. Por ejemplo, Eduardo Ferreyros, Gerente General de Comex y ex ministro de Comercio Exterior y Turismo, dice que, desde que Ollanta Humala, asumió el gobierno, en julio del 2011, la agenda comercial del Perú está paralizada.

Al respecto se ha informado que no obstante que algunos países han manifestado su voluntad de firmar acuerdos de libre comercio, como la India, Turquía e Israel, no hay avances significativos. Por su lado, en el gobierno se defienden señalando que la Agenda Comercial no está paralizada sino que todos los esfuerzos están concentrados en la negociación del Acuerdo Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés).

José Luis Silva, titular del MINCETUR, sobre el acuerdo con la India, “en el primer trimestre del 2013 sabríamos si se aprueba el informe de factibilidad” (diciembre 2012). “Seguimos evaluando, va más allá de lo técnico, hasta lo político. Estamos consultando a los gremios empresariales para conocer las sensibilidades” (21 de febrero 2013).

“En la época en que fui ministra, llegamos a negociar hasta 10 tratados de libre comercio en paralelo y con el mismo personal”, declaró Mercedes Aráoz, también ex ministra de Comercio.

En el afán de esclarecer el tema aquí les presentamos tres interesantes artículos publicados los últimos días:




Sierra y selva rurales lideran crecimiento por primera vez en nuestra historia

Sierra y selva rurales lideran crecimiento por primera vez en nuestra historia

En el informe del INEI sobre la Evolución de la Pobreza Monetaria 2007 – 2012, vemos que la pobreza el 2012 se redujo a 25.8%, y que los ingresos del decil más pobre crecieron 42.9% entre los años 2007 y 2012, mientras que los del decil más rico aumentaron en 7.1%, lo que confirma que nuestro crecimiento viene favoreciendo en mayor medida a los sectores más pobres. Esto es lo que los especialistas llaman crecimiento pro-pobre, algo que pocos países logran durante sus despegues económicos.

La misma tendencia de mejora de los ingresos en los sectores más pobres se muestra en los deciles 2, 3 y 4 donde los incrementos fueron de 47.4%, 44.9% y 41.4%, respectivamente.

Pero no solo se trata de un crecimiento pro-pobre sino también de un “crecimiento pro-regiones”, puesto que los ingresos en la sierra y la selva crecieron más rápido que los de la costa. En la sierra rural el ingreso promedio mensual creció 47.8% en el período 2007-2012 y el de la selva rural 41.4%. El menor crecimiento de los ingresos se registró en Lima Metropolitana y la costa urbana con 12.8% y 12.2%, respectivamente. Todo esto confirma la información que sobre inversión, ingresos y empleo de los últimos 10 años, hemos publicado en Lampadia. (Ver Diez millones de peruanos la hacen).

Esta realidad también se corrobora por el estudio de Macroconsult ¿Qué implicancias tuvo el crecimiento económico de la última década en la evolución de la pobreza y desigualdad?, que establece que nuestro crecimiento ha favorecido, sobre todo, a los más pobres, así como en el libro de Richard Webb Conexión y despegue rural , que señala que el crecimiento de los ingresos en la sierra rural entre 1994 y el 2011 se incrementó a un ritmo de 7.2% anual, mientras que durante los 100 años previos lo hizo solo a un ritmo de 1.4%. El informe del INEI sobre el tema señala que durante los últimos años, este proceso se ha acelerado aún más, pues en el período 2007-2012, la sierra rural ha elevado su tasa de crecimiento a 9.6% por año y el de selva rural a 8.3%.

Para mantener un acelerado ritmo de reducción de pobreza, les guste o no a los enemigos del modelo económico, tenemos que buscar un crecimiento alto y sostenido, y además avanzar en la agenda pendiente, en educación, infraestructuras, instituciones y clima de inversión, como nos lo acaba de recordar Tony Blair. En cuanto a la reducción de la pobreza, es importante tomar en cuenta que según el Banco Mundial, el 80% de su reducción se explica por el crecimiento.

Nuestro objetivo de crecimiento debiera ser de 8 a 10% anual. Ya sabemos qué se requiere para ello, solo hay que reconocer la realidad del Perú de los últimos años y no estar jugando a mezclar el agua y el aceite en búsqueda de un Dorado imaginario.