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Educación pública sigue a la deriva

Educación pública sigue a la deriva

El futuro de la educación pública del Perú continúa siendo incierto. A dos años del actual gobierno, las reformas anunciadas están virtualmente paralizadas por la excesiva lentitud con que se ejecutan. Los cambios ofrecidos se han quedado en buenas intenciones. Mientras tanto los hijos de los pobres siguen recibiendo una educación de mala calidad que los condena a permanecer en la pobreza.

La actual administración ha admitido que el mayor problema de la educación pública es su baja calidad y que la solución pasa por reestructurar el ejercicio de la docencia en el sector público, pero poco o nada ha avanzado en esa dirección.

Una investigación de los economistas Arnette Beltrán y Janice Seinfield (“La Trampa Educativa en el Perú” – Universidad del Pacífico) señala que la situación es tan crítica que se debería declarar en emergencia la educación para iniciar ya la evaluación necesaria para separar a los maestros incompetentes

Beltrán y Seinfield alertan que si se aplican los plazos fijados por la ley magisterial aprobada por la actual mayoría parlamentaria, el Perú tardaría ¡nueve años! en depurar el magisterio.

Dicha ley establece que la evaluación de directores de colegios y maestros debe hacerse a partir su desempeño docente, pero es imposible porque el sistema educativo carece de experiencia y especialización para hacerlo. Por ello el concurso de este año para  directores se hará solo con pruebas de conocimientos teóricos. La evaluación de desempeño, califica además la experiencia en cargos directivos, la capacidad de liderazgo y las buenas prácticas.

Otro cambio estancado es el de la educación rural. El año pasado, el gobierno anunció que iba a destinar 1,200 millones de soles para fortalecerla, pero no pudo invertir ni 100 millones.

Hugo Díaz, experto internacional y vicepresidente del Consejo Nacional de Educación, informó a Lampadia que el estudio de Beltrán y Seinfield confirma una realidad dramática que él pudo constatar hace unos años, en una evaluación de 18 preguntas que hizo a alumnos del 5º de secundaria de colegios privados y a estudiantes de Educación del último año: Las notas de los escolares duplicaron a las de los futuros maestros, quienes se equivocaron en el 60% de  operaciones de suma y resta.

El año pasado –según Díaz-, el MEF (Ministerio de Economía y Finanzas) ofreció financiar un programa de formación de especialistas en evaluación de desempeño docente con apoyo de la Universidad Católica de Chile, una de las mejores del mundo en esa especialidad, y a pesar de haber traído tres veces a dos expertos, el MINEDU descartó la ayuda y las cosas siguen igual.

El MEF también ofreció financiar un programa que replicara la exitosa experiencia colombiana en educación rural, que tiene 60 años de desarrollo, un gran reconocimiento internacional y numerosos premios. Inclusive se costeó el viaje de 15 funcionarios del MINEDU a Colombia con ese fin, pero tampoco se aprovechó.

“Lo grave es que nuestras autoridades educativas no tienen idea sobre qué hacer con la educación rural”, subrayó Díaz.

Tenemos uno de los peores niveles de educación escolar del mundo porque el Sutep la ha secuestrado; y porque el estado es ineficiente. El presupuesto de educación se ha triplicado en 12 años hasta llegar al 6% del PBI (sumando las inversiones públicas y privadas), además un millón de alumnos de las escuelas estatales han migrado a las privadas, y sin embargo nada ha cambiado.

Esta situación demanda soluciones urgentes para enfrentar la crisis educativa. La más urgente es poner fin a la injerencia del Sutep en la educación pública. Una segunda solución sería darle directamente a los padres de familia el dinero destinado a la educación pública, mediante el sistema de vouchers que existe en otros países, para que ellos elijan a qué escuela deben ir sus hijos (ver Una impostergable revolución educativa y La gran reforma pendiente).

Hugo Díaz ha llegado al respecto a una conclusión que muchos peruanos compartimos: “En la medida en que no haya voluntad política y un compromiso real de impulsar el cambio, serán remotas las posibilidades de alcanzar una educación pública de buena calidad”.