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Ceplan se pronuncia contra la Alianza del Pacífico

Ceplan se pronuncia contra la Alianza del Pacífico

Cuando el Presidente Ollanta Humala entregaba la presidencia pro-tempore de Unasur en Surinam ratificó la posición del Perú de no contraponer bloques políticos y comerciales como Unasur, Mercosur, el Pacto Andino con la Alianza del Pacífico y cuando la semana pasada se anunciaba el cierre de las negociaciones comerciales de la misma Alianza del Pacífico con la liberalización del 92% de partidas arancelarias a partir del 2014, en el Perú, se desató una campaña mediática contra la Alianza, coronada por el Ceplan (Centro Nacional de Planeamiento Estratégico), que le echó un balde de agua fría al optimismo que nos despierta el acuerdo comercial entre Chile, Colombia, México y Perú.

Los supuestos “riesgos de la Alianza del Pacífico para el Perú”, según el Ceplan, radicarían en que no se ha tomado en cuenta “las diferencias relativas entre los miembros; los intereses de promoción de cada uno de los países y qué tanto se pueden profundizar los términos de inversión intrarregional y encadenamiento productivo”. En otras palabras, para el Ceplan un acuerdo comercial solo es válido cuando no existen “diferencias relativas”. Es decir, cuando los países tienen una misma estructura productiva. Con ese argumento no debiéramos haber celebrado ningún acuerdo de integración comercial con EEUU, Europa, Corea del Sur, China, etc., que han traído tantos beneficios a los peruanos. Curiosos argumento de la época en que por estas tierras se enseñoreaban las paralizantes ideas de la  teoría de la dependencia.

Los ataques contra la Alianza del Pacífico han provenido, inicialmente, de los llamados países del Alba– encabezados por Venezuela-, opuestos frontalmente al libre comercio y embarcados en la exclusiva integración política de sesgo autoritario en contra del mercado. ¿Cómo entender entonces la posición del Ceplan? ¿Una entidad del Estado puede contravenir abiertamente nuestras políticas de Estado? ¿Los planteamientos del propio Presidente de la República, de los ministros y de la Cancillería? Nadie lo entiende.

Pero, ¿cómo se puede dudar de los beneficios para el Perú de la Alianza del Pacífico? Como ya hemos informado dicha alianza representa un mercado de 200 millones de personas, un producto bruto interno cercano a los 2 millones de millones de dólares (35% de toda Latam) y las exportaciones totales de este bloque suman casi el 50% del total latinoamericano. ¿Cómo se puede dudar si Costa Rica acaba de incorporarse al acuerdo mientras Panamá, Canadá y España pugnan por participar en el proceso?

Las dudas entonces podrían originarse en criterios ideológicos contra el libre mercado, pero como ya sabemos sin ningún asidero en la realidad. En nuestro artículo No al club de pobres hemos destacado la potencia desde nuestras políticas de apertura comercial iniciadas en  los noventa: En 1990, cuando los aranceles eran del orden del 66%, aparte de las prohibiciones de importación, nuestras exportaciones totales eran US$ 3,200 millones. Hoy que los aranceles están en un promedio efectivo menor de 2%, nuestras exportaciones superan los US$ 45 mil millones. Algo más: En 1990 el comercio exterior representaba el 20.8% del PBI; hoy representa el 47.1% del PBI. Gran crecimiento, pero lejos aún de los indicadores de integración de los países más exitosos.

Durante el 2011, del total de $45,900 millones que exportamos, US$ 29,800  millones correspondieron a los países con los que ya tenemos tratados de libre comercio. Si tomamos el volumen comercial con los países que estamos negociando acuerdos similares y la CAN, más del 90% de nuestro comercio internacional está respaldado y a salvo del proteccionismo, por acuerdos comerciales

El pronunciamiento del Ceplan, sin haber demostrado la inconveniencia del libre comercio, es pues un pronunciamiento contra el interés general de los peruanos que se han beneficiado de una impresionante reducción de la pobreza y la desigualdad por el modelo económico que tiene una columna estratégica en el libre comercio. Pero también es un pronunciamiento contra una política de Estado que encabeza el presidente Ollanta Humala y la mayoría de partidos políticos que ratificaron en el Congreso el Acuerdo Marco de la Alianza del Pacífico.




Bien en contenedores, falta el resto

Bien en contenedores, falta el resto

La inversión privada en los puertos muestra resultados positivos, a pesar de los obstáculos que encuentra en su camino. Esto acaba de ser corroborado por la CEPAL para el caso del transporte de contenedores, según el ranking de  Movimiento portuario contenedorizado de América Latina y el Caribe 2012, en el que El Callao destaca entre los terminales marítimos más dinámicos de la región, como puede verse en la siguiente tabla:

 

Este crecimiento hubiese sido imposible sin los capitales privados que han permitido que el Perú cuente hoy con infraestructuras portuarias modernas, inmensamente superiores, en eficiencia, calidad y costos, a los que teníamos antes.

Sin embargo, la modernización de todos nuestros puertos sigue siendo untema pendiente. Aún nos falta andar un buen trecho para dejar atrás la penosa herencia portuaria del intervencionismo estatal y las mafias sindicales.

Qué diferencia con lo que hoy reporta la CEPAL: Los muelles del Callao, manejados por los operadores privados, DP World y APM Terminals, registraron en el 2012 un incremento de 35% en movimiento de contenedores con respecto al 2010. Por su lado, Paita también subió 35% en el mismo período. Estos resultados sitúan al Callao entre los puertos más importantes, tanto en términos de volumen de carga, como en cuanto al ritmo de crecimiento.

Este éxito, que ya se vio antes en la concesión del puerto de Matarani en Arequipa, debe hacernos reflexionar sobre la necesidad de llevar más inversión privada a los puertos que aún están en manos del estado, removiendo los obstáculos que la desalientan, como el Decreto Legislativo 1147 de mayo pasado (2013), que transfirió las competencias de la Autoridad Portuaria Nacional (APN)a la Dirección de Capitanías y Guardacostas de la Marina (Dicapi), incluyendo los procesos de inversión portuaria (Ver: ¿Alguien quiere fuerzas armadas empresariales?).

También deberían ser descartados de plano aquellos intentos estatistas que, desde el Ejecutivo y el Congreso, enrarecen el clima de inversión en los puertos, como el de septiembre pasado (2012), cuando el gobierno informó que el MTC estaba evaluado la posibilidad de que la empresa estatal Enapu sea “socio” forzoso en las siguientes concesiones portuarias; o como el proyecto de ley presentado por el legislador Dammert para “fortalecer y modernizar” Enapu.

Obligar a los inversionistas a asociarse con Enapu supone renunciar a lograr el mayor nivel de competitividad portuaria, que el Perú, por su posición geográfica y por su estructura de comercio internacional, está obligado a aprovechar.  Según el último Reporte Fiscal Mensual del MEF, en el 2012 Enapu fue la última de las 35 empresas estatales en ejecución presupuestal, con 4.8%, y tuvo además pérdidas equivalentes al 169% de su patrimonio (Correo, 24, junio 2013). A juicio de Gonzalo Prialé, presidente de AFIN, esta propuesta ahuyentaría al empresariado “dado que ninguna empresa en su sano juicio va a querer tener como socio a una compañía estatal quebrada e ineficiente como Enapu que poco o nada puede aportar al negocio”. (Ver: Participación de Enapu en concesiones ahuyentará a inversionistas privados).

El proyecto Dammert, propone “declarar de interés nacional el desarrollo de la empresa nacional de puertos”, para que el estado compita con el sector privado en la actividad portuaria, destinando recursos públicos con ese fin. Esta propuesta es regresiva y solo conlleva una oferta política, sin un contenido tangible de mayor eficiencia o competitividad. Por otro lado sería inconstitucional, pues contravendría el rol subsidiario del Estado.

La inversión privada ha sido decisiva para la modernización de nuestros principales puertos: Donde antes imperaban la corrupción y explotación laboral (puntos y contrapuntos), ineficiencia, altos costos y grandes demoras para el transporte, ahora hay muelles equipados con maquinaria de última generación que brinda servicios eficientes y competitivos. Falta profundizar este proceso en los demás puertos. Basta de populismo vacío.