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Brasil inicia un largo camino de catarsis

‘El país del futuro’ ha tenido que registrar en sus fichas de historia otra postergación del gran futuro que le espera desde hace mucho tiempo, al haber caído en dos crisis simultaneas, una económica con una recesión no vista desde 1930 y, otra política, con el descrédito de toda la clase política y buena parte de la empresarial, bajo el liderazgo del partido izquierdista más importante de todo Latinoamérica, el famoso y soberbio Partido de los Trabajadores (PT) que el 2003 llevó a su mentor, Luiz Inácio Lula da Silva a la presidencia de Brasil en su cuarto intento.

En nuestra opinión, más allá de las situaciones difíciles y costosas que encierran estas crisis, el mayor drama del Brasil es haber perdido su mejor oportunidad de consolidarse como un país desarrollado. Los tres lustros iniciales del siglo XXI fueron, para muchos países emergentes, el escenario más propicio para dar un sólido salto económico y social hacia delante. Ver en Lampadia: ¡Fora Dilma!.

La oportunidad de Brasil fue excepcional, pero no fue el único que la malogró en la región. Casos muy parecidos, con distintos énfasis y ritmos de reversión, los tenemos en Venezuela, Argentina, Ecuador y Bolivia. Los países que mejor aprovecharon esta gran oportunidad son los de la Alianza del Pacífico, México, Colombia, Chile y el Perú, que después de sus reformas de los años 90, estuvo listo para transformar las oportunidades en realizaciones. Veamos el reporte de The Economist sobre la situación de nuestro inmenso vecino.  

Brasil: La gran traición

Dilma Rousseff ha decepcionado a su país.

Pero también lo ha hecho toda la clase política.

Publicado por The Economist

23 de Abril de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

El Congreso de Brasil ha sido testigo de algunas escenas extrañas en su historia. En 1963, un senador apuntó una pistola a su archi-enemigo y mató por error a otro senador. En 1998 un proyecto de ley fundamental falló cuando un congresista pulsó el botón equivocado en su dispositivo de voto electrónico.

Pero el espectáculo en la cámara baja de este 17 de abril sin duda cuenta entre las más bizarras. Uno por uno, 511 diputados tomaron el micrófono en un salón repleto de público y votaron por la destitución de la presidente, Dilma Rousseff. La moción para formular cargos contra Rousseff en el Senado fue aprobada por 367 votos a 137, con siete abstenciones. 

La votación se produce en medio de una situación desesperada para el país. Brasil está luchando con su peor contracción económica desde la década de 1930. Se espera que el PIB caiga en 9% desde el segundo trimestre de 2014, cuando se inició la recesión, hasta fines de este año. La inflación y la tasa de desempleo se encuentran en torno a 10%.

El fracaso no es sólo culpa Rousseff. Toda la clase política ha defraudado al país a través de una combinación de negligencia y corrupción. Los líderes de Brasil no van a recuperar el respeto de sus ciudadanos o superar los problemas de la economía a menos que haya una limpieza exhaustiva.

La votación del domingo no fue el fin de Rousseff, pero su salida está más cerca. Brasil no debería llorarla. La incompetencia en su primer mandato, 2011-2014, ha hecho que la difícil situación económica del país sea mucho peor. Su Partido de los Trabajadores (PT) es la fuerza motriz detrás de una gigantesca trama de soborno centrado en Petrobras, la petrolera controlada por el Estado, que canalizó el dinero de sus contratistas a políticos y partidos. Aunque Rousseff no se ha implicado personalmente en esta perversión, sí trató de proteger a su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, de la persecución.

Lo más alarmante es que gran parte de quienes están haciendo campaña por su destitución son peores que la presidente de muchas maneras. Si el Senado vota por  enjuiciarla, probablemente a mediados de mayo, Rousseff tendrá que hacerse a un lado hasta por 180 días. El vicepresidente, Michel Temer, de otro partido, se haría  cargo hasta el fin del mandato, si es que el Senado le quitar definitivamente el cargo. Temer puede proporcionar un alivio económico a corto plazo. Su Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) es más amigable con las empresas que el PT.

Pero el PMDB está también vinculado con los casos de corrupción. Uno de sus líderes es el presidente de la cámara baja, Eduardo Cunha, quien presidió el show del juicio político ha sido acusado por el Tribunal Supremo por aceptar sobornos del esquema de Petrobras. La mancha de corrupción se extiende a través de muchas partes de Brasil.

No hay manera rápidas de enderezar esto. Las raíces de la disfunción política de Brasil se remontan a la economía basada en la esclavitud del siglo XIX, a la dictadura del siglo XX y a un sistema electoral viciado que hace campañas ruinosamente caras y que protege a los políticos de rendir cuentas.

En cualquier otro país, un cóctel de declive económico y conflicto político podría inflamar conflictos mayores. Sin embargo, Brasil tiene asombrosas reservas de tolerancia. Divididos, como están, en torno a los errores y los aciertos del juicio político, los brasileños han mantenido su ira bajo control. Las últimas tres décadas sugieren que el país puede soportar una crisis sin recurrir a golpes o colapsos mayores.

El hecho de que el escándalo Petrobras haya atrapado a algunos de los más poderosos políticos y empresarios del país es una señal de que algunas instituciones, especialmente aquellas que hacen cumplir la ley, están madurando. Una de las razones por la que los políticos se encuentran en tal problema es que una nueva clase media, mejor educada y más asertiva, se negó a respaldar la impunidad.

Una forma de capturar este espíritu sería la celebración de nuevas elecciones. Un nuevo presidente podría tener un mandato para iniciar reformas que los gobiernos han eludido durante décadas. Los votantes también merecen una oportunidad para deshacerse de todo el Congreso infestado de corrupción. Sólo nuevos líderes y legisladores pueden llevar a cabo las reformas fundamentales que Brasil necesita, en particular, una reforma del sistema político propenso a la corrupción y al gasto público descontrolado.

Pero lo cierto es que el camino de la renovación a través de las urnas está plagado de obstáculos. Teniendo en cuenta el historial del Congreso, es poco probable que pase la enmienda constitucional necesaria para auto disolverse y realizar elecciones generales anticipadas. El tribunal electoral podría pedir una nueva votación presidencial, en razón de que el dinero del soborno de Petrobras habría ayudado a financiar la reelección de Rousseff y Temer en 2014. Pero es poco probable.

Por lo tanto, existe una alta posibilidad de que Brasil esté condenado a arrastrarse con la actual generación de desacreditados líderes. Pero sus electores no deben olvidar este momento. Porque, al final, tendrán la oportunidad de ir a las urnas, la cual deberán usar para votar por algo mejor.

Los siguientes gráficos publicados por The Economist el 18 de abril, ayudan a entender la situación del gigante sudamericano:

Lampadia

 




“Los demócratas hemos dejado sola a Venezuela”

“Los demócratas hemos dejado sola a Venezuela”

Andrés Pastrana, Sebastián Piñera y Felipe Calderón se unen a la oposición a Maduro en un foro sobre la democracia

Por Alfredo Meza

(El País (España), 26 de Enero de 2015)

Después de la frustrada visita al líder opositor venezolano Leopoldo López este domingo en la cárcel militar de Ramo Verde, Andrés Pastrana, presidente de Colombia entre 1998 y 2002, subió al vehículo que lo llevaría de regreso a Caracas junto a Sebastián Piñera, expresidente de Chile, y a la opositora venezolana María Corina Machado. Pastrana y Piñera estaban en Venezuela para participar este lunes en el foro Poder ciudadano y la democracia de hoy, organizado por Machado. Cuando transitaban por la vieja autopista Francisco Fajardo, cerca de la Universidad Central de Venezuela, la opositora venezolana le pidió al chófer que cambiara de ruta para mostrarle a los exdirigentes una larga cola de personas ante un supermercado. Según la oposición al régimen, un símbolo de la política errónea de Maduro y de los desabastecimientos que sufre el país en productos básicos; según el Gobierno, la representación de un “golpe económico” que intenta derrocar su mandato. Era la una y media de la tarde.

Pastrana, que antes de llegar al máximo cargo en su país se desempeñaba como periodista, preguntó a un niño de siete años en la inmensa fila formada fuera del hipermercado estatal Abastos Bicentenario. Había llegado a las siete de la mañana y esperaba comprar pollo. “Él estaba triste porque se había acabado”, recuerda el exgobernante. “Esas son las cosas que a uno lo impactan de un país tan rico como Venezuela. Yo conocí una Venezuela distinta”.

Fue la segunda impresión que se llevó Pastrana ese día. La primera le había sucedido incluso mucho antes de llegar a la antesala del penal que aloja a López desde hace casi un año (preso por los disturbios sociales de principios del año pasado). Junto a Sebastián Piñera, Pastrana había intentado acompañar a los familiares a la visita del domingo, pero un cordón de funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana les impidió el paso por órdenes del vicepresidente Jorge Arreaza. “Lo más impactante de esa negativa fue comprobar que López es un preso político. No se trataba de solicitar una entrevista a través de la cancillería, sino comprobar que a un ciudadano común y corriente se le impide visitar a un preso”.

Este par de episodios le permiten suponer que en su país, así como en el resto de América Latina, hay poca conciencia acerca de la verdadera situación de Venezuela y de las condiciones en las que se hace oposición. “Yo siempre he dicho que los demócratas del continente hemos dejado sola a Venezuela”, dice Pastrana a este periódico. Y mientras afirma eso se prepara para criticar al Gobierno de su país, que se mantiene, según su criterio, al margen o no ha querido expresar sus diferencias con las decisiones de Maduro. “Me ha llamado la atención cómo se persigue en este país a mis compatriotas. Y frente a eso no hay respuesta”.

Pastrana ha sido muy crítico con el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y con la canciller María Ángela Holguín en todos los frentes y no solo con la situación venezolana. Hasta el momento le ha parecido que las conversaciones de paz que se adelantan con la guerrilla de las FARC en La Habana le han dado a ese grupo privilegios inaceptables.

El Gobierno de Nicolás Maduro no le ha dado precisamente una bienvenida cordial a Pastrana. “Nosotros hemos venido a compartir con la oposición nuestras opiniones sobre la democracia y no entendemos por qué ha reaccionado de esta manera”, explica el expresidente. La de Maduro, dice, es una actitud muy distinta de la Chávez, con quien polemizó y mucho durante su gestión.

Los muros y la libertad

El expresidente mexicano Felipe Calderón completó la terna de exgobernantes que asistieron al foro Poder ciudadano y la democracia de hoy, organizado por Corina Machado. Calderón envió un emotivo mensaje a Leopoldo López y en general a todos los venezolanos contrarios al régimen. Tanto en su intervención como en las conclusiones quiso remarcar una idea: “No te rindas, querida Venezuela, porque sabemos que la libertad vendrá. Y al mundo le digo que no siga construyendo muros como el que hoy aíslan a este país y Cuba. Sigamos atentos a lo que aquí ocurre”.

El expresidente costarricense Oscar Arias envió un comunicado en el que no fue menos crítico que sus colegas. En referencia al desabastecimiento, afirmó que el de Venezuela “es un Gobierno corrupto, ineficiente y obsesionado con ocultar su fracaso”.