1

‘Acuerdo de gobernabilidad’

‘Acuerdo de gobernabilidad’

Para superar el impasse del ‘adelanto-no adelanto’

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Mario Ghibellini, Patricia del Río y otros sostienen que un acuerdo Ejecutivo-Congreso sobre una agenda legislativa “no tendrá sentido mientras no se defina si este gobierno dura hasta el 2021 o se acaba en el 2020”. En realidad, es al revés, por lo menos en el mundo de la lógica. Si se logra un acuerdo entre Poderes, por definición ya no hay “crisis política”, que es la causa alegada por el presidente para solicitar el adelanto de elecciones. Si no hay crisis política, no tiene sentido pedir adelanto. De allí el temor a llegar a un acuerdo, que es lo fundamental.

En realidad, la crisis política ha sido gestada precisamente por el pedido de adelanto de elecciones, de modo que es una petición de principio. Lo reconoce el propio Ghibellini: “El afán del jefe de Estado por adelantar las elecciones para el próximo año y la negativa de una mayoría de parlamentarios a aprobar la modificación constitucional que lo permitiría es, en efecto, el corazón del conflicto entre los dos poderes”.

Evidentemente no hay salida si nos mantenemos dentro de la dicotomía ‘adelanto de elección’ – ‘no adelanto de elección’. La única manera de definir o resolver ese impasse, es emancipándonos de él por medio de un ‘acuerdo de gobernabilidad’ que:

  • Fije una agenda de reformas y leyes basada en:
    • Los 6 proyectos de ley de reforma política pendientes que no fueron materia de cuestión de confianza, y que sin duda son muy importantes precisamente para la gobernabilidad de los siguientes gobiernos.
    • Reformas fundamentales como la bicameralidad y la reelección de congresistas y autoridades sub-nacionales, tal como acertadamente propuso ayer El Comercio, algo que, dado el referéndum que las descartó, solo se podría lograr mediante acuerdo entre los dos poderes.
    • El Plan Nacional de Competitividad 
  • Eventualmente, de ser necesario, conforme un gabinete conversado o de consenso.

Si se alcanzara un ‘acuerdo de gobernabilidad’, por definición la llamada “crisis política”, pretexto para el adelanto de elecciones, desaparecería. Siempre habrá diferencias y fricciones, por supuesto –sólo en una dictadura deja de haberlas-, pero un acuerdo de esa naturaleza asegura que importantes reformas económicas y políticas se aprobarán, relanzando las perspectivas del país al mediano y largo plazo, y acabando con la incertidumbre que en el corto plazo ya paraliza todas las decisiones de inversión privada y pública.

Por lo demás, repetimos, la crisis política actual es la que ha sido generada por el propio pedido de adelanto de elecciones. Al 28 de julio no había una crisis política insalvable. Ella ha sido hiperbolizada. Sí la había un año y medio atrás, cuando Fuerza Popular tenía 73 congresistas y funcionaba como un puño. Hoy tiene solo 54, está internamente dividida y su lideresa fue enviada a la cárcel (más bien ahora el pedido de adelanto de elecciones ha empoderado al ala dura de Fuerza Popular). Tampoco es cierto que el Congreso no respetara la esencia de los 6 proyectos de reforma política. La mantuvo –con algunos pequeños cambios sugeridos por el propio Salvador del Solar- en cinco de los proyectos; y en el de Inmunidad, si bien no aceptó que fuera levantada por la Corte Suprema, sí propuso una fórmula intermedia que resulta un avance (plazo perentorio, vencido el cual resuelve el TC, y eliminación de la inmunidad para los congresistas tuvieran procesos al momento de ser elegidos -95% de los casos-, algo que no estaba ni en el proyecto del Ejecutivo).

La agenda para un ‘acuerdo de gobernabilidad’ está ya dada, en parte, en el Plan Nacional de Competitividad y Productividad aprobado y publicado el 28 de julio. Allí se plantean reformas formalizadoras e inclusivas tales como el régimen único tributario para las MIPYME, la modernización del Régimen MYPE laboral y una reforma del sistema de salud. El MEF está estudiando la posibilidad de la universalización del sistema de pensiones vía el aporte de las personas con una parte del IGV que pagan cuando compran algo, que sería revolucionario. En el Plan se propone, además, una Estrategia Nacional de Zonas Económicas Especiales y un nuevo modelo de contrataciones y gestión de la inversión pública, entre muchas otras propuestas. Además, hay proyectos pendientes como la ley general de hidrocarburos y la del régimen especial agrario, que no admiten dilaciones.

El presidente no puede lanzar dos planes tan importantes como el de Competitividad y el Plan Nacional de Infraestructura, y a renglón seguido desentenderse convocando a adelanto de elecciones. Si no se empiezan a ejecutar, quedarán como letra muerta.

Además, formarían parte de la agenda de un ‘acuerdo de gobernabilidad’, por supuesto, las reformas políticas pendientes, que son muy importantes porque permitirían asegurar que el próximo gobierno y los sucesivos tengan gobernabilidad. Allí figuran, por ejemplo, la elección del Congreso junto con la segunda vuelta presidencial, para aumentar la posibilidad de que el presidente tenga mayoría parlamentaria y no se repita lo que hemos vivido; y que la insistencia del Congreso en una ley observada por el presidente tenga que aprobarse con los 2/3 de los votos y no con la mitad como es ahora, para que el presidente tenga poder de veto ante leyes inconvenientes o populistas.

Si se adelanta la elección general esas reformas, que son constitucionales, ya no se podrían aprobar, de modo que el próximo gobierno podría caer en la misma trampa de gobernabilidad en la que cayó el presidente Kuczynski y en la que, antes que él, cayeron Billinghurst, José Luis Bustamante y Rivero, Fernando Belaunde y el propio Alberto Fujimori. Con el agravante de que los congresistas, escogidos a las apuradas por los partidos, muy probablemente serán de un nivel muy pobre.

En suma, resulta vital que el presidente Vizcarra y el presidente del Congreso, Pedro Olaechea, avancen hacia un ‘acuerdo de gobernabilidad’ que suprima la incertidumbre y cambie las perspectivas futuras del país. Lampadia




Mejores regulaciones para una mejor sociedad

Mejores regulaciones para una mejor sociedad

En una reciente publicación de Expreso, la embajadora de la Unión Europea en Lima, Irene Horejs, afirmó que “Hay mucha gente [peruana] de negocios y otros que son pobres, pero son muy trabajadores y disciplinados, pese a lo que se pueda pensar en Lima.

Es una lástima que en el Perú menospreciemos a nuestra propia gente y tengamos una visión de ellos como de gente floja o de mala educación. Un ejemplo de esta actitud se pudo apreciar  en una entrevista de Raúl Vargas y Patricia del Río (en RPP, hace pocos meses), al sicoanalista Jorge Bruce que comentó que cuando los peruanos iban a EEUU “…los civilizaban…”.

Peruanos en Italia organizan ‘flash-mob’ de marinera en Roma
Fuente: Il Messaggero Italo-Peruviano

Lo anecdótico de la entrevista fue que Vargas y del Río llevaron la conversación a otros escenarios, ‘cuando un taxista tacneño cruza la frontera hacia Chile, se detiene en un semáforo en rojo en medio del desierto, así no venga ningún carro a muchos kilómetros, ¿también lo civilizan?’. ‘Y en Lima los taxistas que pasan al Callao, ¿también los civilizan?’

En Lampadia queremos enfatizar que no hay manera que ‘te civilicen’ instantáneamente en EEUU, ni en Chile, ni en El Callao. Como hemos dicho antes (ver en Lampadia: La fuerza del migrante: emprendimiento y libre mercado), lo que está mal no somos los peruanos, lo que no funciona es el sistema.

Hemos creado una selva enmarañada de reglas absurdas que se sobreponen, que nadie conoce y además una suerte de ‘reino de la impunidad’. Veamos el ejemplo de lo sucedido en el proceso electoral, en el que nuestros congresistas nos regalaron un excelente ejemplo de cómo las malas reglas pueden malograr cualquier proceso. (Llegó un momento en que todo el país discutía si alguien había entregado una botella de agua, o no). Ver en Lampadia: El Perú sucumbe a la ‘urdimbre regulatoria’.

Esto ha llevado a muchos a ignorar y hasta resentir las leyes que deberían poner orden en el país. Es hora de que los líderes políticos y las instituciones que rigen nuestra normativa, vean que tengan buenos fundamentos y que nos inspiren a cumplirlas, y así lograr que nos ordenemos con capacidad y autoridad moral para evitar la impunidad generalziada.

Volviendo a la calidad de nuestra gente, hoy tenemos cerca de tres millones de nuestros compatriotas viviendo afuera. Ellos (una muestra de 10% de la población) son hoy día un ejemplo de la verdadera naturaleza de los peruanos: no se pasan las luces rojas, respetan las leyes, educan a sus hijos, participan honradamente en la política de los países que los acogen y son solidarios pues envían regularmente dinero a sus familiares en el Perú (US$ 3,000 millones anuales). Nunca nos olvidemos de que lo malo en el Perú no somos los peruanos, sino el SISTEMA. Ver en Lampadia: Un mensaje para nuestros queridos jóvenes.

Los peruanos somos excelentes personas, así lo prueba el comportamiento de la gran mayoría de los tres millones de compatriotas que viven en el exterior,  que Irene Horejs corrobora con su afirmación, “Sobre todo en España e Italia donde los peruanos van a  trabajar. No es una comunidad problemática y más bien traslada nuestros valores culturales y contribuyen con sus economías”.

¡Lo que está mal no es el hombre, es el sistema! No dejemos que un sistema mal planteado desmejore el desarrollo de nuestro potencial como líderes, profesionales y jefes de familia. Debemos exigir las mejores condiciones regulatorias para ser las mejores personas, también en nuestro país.

Una de las grandes tareas del nuevo gobierno debe ser rediseñar prácticamente desde cero las normas que regulan a los ciudadanos, empresas y procesos sociales y políticos. 

Lampadia

 




Corrupción: El Perú a media tabla en AL

Corrupción: El Perú a media tabla en AL

Es indudable que la percepción de corrupción en el Perú es hoy una de las mayores preocupaciones de la población, debidamente sustentada en sólidos fundamentos de nuestra debilidad institucional y social.

Transparencia Internacional acaba de publicar su índice al respecto para el año pasado y por lo tanto es muy importante revisarlo y difundir sus implicancias sin hacer tergiversaciones ni falacias.

En el siguiente cuadro podemos apreciar la ubicación del Perú en el conjunto del continente americano. Como podemos apreciar, el Perú se ubica en el puesto 13 de 26 países de la región, con un puntaje de 36 en una escala de 0 a 100, donde 0 es el máximo de corrupción y 100 es lo más limpio. 

En Lampadia, muy preocupados con este aspecto de nuestra vida ciudadana, hemos creado una biblioteca virtual o repositorio sobre: El Estado del Siglo XXI, en el que estamos creando y consolidando contenidos que nos ilustran adecuadamente sobre la naturaleza y contenido de las reformas institucionales que necesitamos priorizar a fin de superar esta gran falla institucional.

Líneas abajo compartimos el índice de Transparencia Internacional y analizamos sus componentes e implicancias. Pero tenemos que llamar la atención sobre esa vocación derrotista de nuestros medio que, o no informan debidamente los indicadores nacionales o que los distorsionan para crear angustia una suerte de auto-flagelamiento.

Por ejemplo: en el programa de Las 5 a las 7, de RPP, del pasado 27 de enero, los productores del programa le alcanzaron a su conductora, Patricia del Río información equívoca que la llevo a afirmar que  según Transparencia Internacional “El Perú aparece entre los países más corruptos de América Latina (…) Venezuela es el peor, pero eso no es un consuelo”. Lo que es más, publicaron el mensaje erróneo en la leyenda del programa y la propalaron durante largos minutos. Ver la imagen:

Una emisora de ese nivel, con la gran audiencia que disfruta a nivel nacional, debe tener más cuidado con la calidad de la información que hace suya.

Como hemos mostrado más arriba, el Perú no figura entre los países más corruptos de la región. Estamos a media tabla. Eso, por supuesto no es un consuelo ni una negación de nuestras falencias. Veamos algo más de información:

El índice de Corrupción 2015 analiza la percepción de la corrupción en el sector público en 168 países. Se basa en las opiniones de expertos de corrupción en el sector público. Los países pueden obtener un puntaje más alto si mantienen un gobierno abierto donde el público confía en sus líderes, mientras que una puntuación baja es un signo de prevalentes sobornos, falta de castigo a la corrupción e instituciones públicas que no responden a las necesidades de los ciudadanos.

Dinamarca ocupó por segundo año consecutivo el primer puesto en el índice, mientras que Corea del Norte y Somalia tuvieron el peor desempeño, anotando tan sólo 8 puntos cada uno. Los países con los mejores puntajes comparten características fundamentales: altos niveles de la libertad de prensa; acceso a la información presupuestaria para que el público sepa de dónde viene el dinero y cómo se gasta; altos niveles de integridad entre las personas en el poder; que los poderes judiciales no diferencien entre ricos y pobres y que sean verdaderamente autónomos de las demás identidades del gobierno.

Los países con los peores puntajes en los últimos 4 años incluyen a Libia, Australia, Brasil, España y Turquía. Brasil es el país que más cayó en las Américas (siete puestos), principalmente por el escándalo de Petrobras, la cual ya ha llevado a la detención de más de 100 personas, entre políticos y ejecutivos de algunas de las empresas constructoras más grandes del país.

Por otro lado, Uruguay y Chile son vistos como los países menos corruptos de América Latina (puestos 21 y 23, respectivamente), aunque este último anotó tres puntos menos que en la última encuesta.

En el caso del Perú, obtuvo el puesto 36, que está a la mitad de la lista. Sin embargo, como se puede observar, hay mucho por mejorar. Específicamente en el ámbito político, los partidos políticos, el parlamento y el sistema judicial. Hemos caído dos puestos con respecto al año pasado (puesto 38) y debemos cambiar esa tendencia, volviéndonos más ‘limpios’.

Además, como afirma el informe, el 85% de las personas que participaron en la encuesta consideran que las medidas del gobierno para luchar contra la corrupción en el país son ineficaces y consideran que el nivel de corrupción ha aumentado en los últimos años.

Esperamos que las elecciones den inicio a una nueva gobernanza, más limpia y transparente, y que nos permita desarrollar todo nuestro potencial. Lampadia

 

 




Paul Krugman rompe mitos

Paul Krugman rompe mitos

El premio nobel de economía, Paul Krugman, dio por zanjado un debate que desde hace un tiempo enrarece el clima de inversiones en el Perú. Como se ha señalado en Lampadia, existe la intención, errada a nuestro parecer, de lanzar un plan de industrialización (ver: Entorno favorable a la inversión en vez de protección).  Recién estrenado el gobierno de Ollanta Humala, su entonces premier, Salomón Lerner, realizó una serie de declaraciones anti mineras en las que manifestaba la supuesta necesidad de darle “valor agregado” a nuestras exportaciones. Desde hace dos años que estamos esperando que el Espíritu Santo nos “ilumine” con un nuevo modelo de desarrollo. Ahora que parece haberse posado sobre el  Ministerio de la Producción, se anuncia un Plan Industrial o plan de Diversificación Productiva.

En su última presentación en Lima, Paul Krugman, ha desbaratado enfáticamente las ideas que son bandera de los economistas heterodoxos de la izquierda tradicional peruana desde hace décadas: Que somos un país primario exportador, que no producimos valor agregado y que hay que alejarse de la minería y los sectores extractivos. Este pensamiento ha sido desmitificado por el destacado Premios Nobel de Economía, hasta hace poco citado por esa izquierda para justificar sus planteamientos. Krugman no puede ser calificado de neoliberal, más bien representa a una de las líneas del neo-Keynesianismo. Al respecto, señala: “Se preocupan demasiado por la dependencia en la exportación de los commodities, pero no es necesario migrar hacia una estructura exportadora manufacturera en el corto plazo. La historia económica demuestra que esto no es tan crítico como la gente piensa. Más que la composición de los envíos al exterior, lo que realmente importa es que la economía sea productiva. Tener exportaciones con valor agregado no es necesariamente crucial. (…) La fijación de los peruanos con la industrialización es una prioridad mal puesta (…). Ser una nación industrializada no es necesariamente el camino que deben seguir. Perú puede ser una nación productiva con un sector de servicios altamente productivo, sin tener que tener una gran base industrial”, indicó, según reseña Gestión.

Además, hace un claro llamado de atención a los economistas nacionales, como el actual Ministro de la Producción, Piero Ghezzi, quien paradójicamente señalaba el mismo día de la presentación de Krugman, “que en cuatro semanas estará listo el plan nacional de Diversificación Productiva (nombre que prefiere al de Plan Nacional de Industrialización”, como informó Gestión. Esta iniciativa está diseñada para supuestamente “permitir la creación de ‘nuevos motores’ y capacidades productivas para impulsar la economía nacional”, indicó Ghezzi.

Esa misma mañana, cuando Patricia del Río le hizo una muy buena pregunta: “(…) [Se señala] qué la industrialización no es una buena idea porque hay que fortalecer las industrias extractivas y uno se pregunta: ¿Por qué tiene que ser uno u lo otro?” El Ministro respondió: “(…) el Perú no puede producir iPhones, el Perú tiene que empezar a diversificarse a través de sus fortalezas, somos fuertes en recursos naturales y tenemos que crecer en sectores más o menos cercanos”.

El premio nobel descartó la necesidad de este tipo de políticas, como también ha indicado Lampadia. En una entrevista con El Comercio, Krugman señaló: “Si tratas de forzar una diversificación, la economía doméstica va a ser moldeada por la demanda interna y será muy difícil que surjan sectores exportadores exitosos. Claramente, no queremos regresar a la época de sustitución de importaciones. Eso no funcionó y yo en ningún caso lo apoyaría”.

Krugman sugiere que, por el contrario se “miren las limitaciones generales al crecimiento. Es decir, desregular donde sea apropiado, mantener un entorno macroeconómico estable, mejorar la educación y facilitar un ambiente de formación de capital [clima de inversión]. Pero nada de eso significa decir que la manufactura debería tener tal porcentaje sobre el total del PBI. El mercado debe hallar por sí solo cuál debe ser ese porcentaje”.

Sobre el rumbo de nuestra economía, Augusto Townsend le preguntó: “Hace algunos días Nouriel Roubini nos dijo que el crecimiento del Perú se debía más a méritos propios que a la buena suerte. ¿Qué opina? Krugman respondió: “Ciertamente han tenido suerte (…). La buena performance del Perú no se puede explicar solo diciendo que se trata de una economía razonablemente orientada a la exportación, sino que se ha visto una clara restauración de un ambiente interno positivo para los negocios”.

También señaló: “El Perú ha atravesado por varios ciclos de política irresponsables. Pero ahora último ha experimentado un lapso relativamente largo de políticas razonables”.

Krugman enfatizó además que: “las trabas a la inversión sin duda  son un problema, pero también lo es la deficiente educación. (…) Por ejemplo, el Perú brinda menos años de educación que sus vecinos”.  Lampadia