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El tobogán de la política

El tobogán de la política

Cecilia Blume
Para Lampadia

La inconsecuencia política de los peruanos es increíble. Nos pasamos la vida diciendo que odiamos la política y a los políticos. Pero una vez cada cinco años hay al menos 2,500 peruanos que súbitamente sostienen que lo que siempre han querido es hacer política y, sin saber bien ni lo que significa, pretenden acceder a los más importantes cargos del país y manejarlo. Hay, seguramente, un interés subalterno irresistible: el dinero, la posición y la impunidad. Es por eso que el desprecio por la política versus la postulación a cargos públicos debería ser estudiada por la escuela de sicoanalistas del Perú, a ver si logramos entender el verdadero “ser” de los peruanos.

Me explico mejor. Los partidos políticos por definición, no son otra cosa que un grupo de personas organizadas con una ideología común y afán de permanencia que, en teoría, busca llegar al poder para trabajar por el país implementando políticas públicas buscando el bien común. Los partidos están organizados, tienen idearios, elecciones internas; comparten, debaten y deberían presentar, ante terceros, una posición coherente y sólida. Aristóteles, Platón, Weber, Hobbs, Macchiavello, Marx, entre otros definen la política asentándola en el ejercicio del poder. ¿Cómo hace política un liberal?, ¿y un socialista?; ¿qué es para un comunista? ¿y para un partido ambientalista? Y, así, tendremos tantas definiciones de política como grupos, pues este ejercicio del poder será definido por la Constitución y la ley, pero también, por la ideología del partido que ejerza el poder.

Pero esto último no se da en Perú, donde la mayoría de nuestros partidos son vientres de alquiler que se licitan cada elección con bastante éxito.

Necesitamos partidos políticos de verdad cuyos miembros tengan una ideología común y que, de forma clara, comuniquen a los electores sus ideas sobre los distintos temas. Además, los partidos deben tener afán de permanencia, algo de lo que se carece en el Perú. Diríamos que “afán de permanencia” tienen AP, PPC, APRA y probablemente (a pesar de sus cambios de nombre) el partido de los Fujimori y algún movimiento que, para cada elección, represente a las izquierdas. 

El candidato a la Presidencia por Acción Popular, Jonhy Lescano, que ha militado en diversos partidos tales como Perú Posible y Solidaridad Nacional, ha señalado que no comparte ideología con Víctor Andrés García Belaúnde, Alfredo Barnechea, Manuel Merino ni Raúl Diez Canseco, todos líderes de Acción Popular, y que, además, en adelante, no cumpliría con el ideario del partido.

El candidato Forsyth fue regidor en La Victoria por Unidad Nacional, pero llegó a la Municipalidad de la mano de Somos Perú. Ahora Renovación Nacional le ha prestado su inscripción para la candidatura presidencial.  Daniel Salaverry antes aprista, de Fuerza Popular y de la bancada de Unidos por la República, hoy es candidato a la presidencia por Somos Perú.

El Congreso nos trae aún más sorpresas, ¿qué tienen en común Gabriela Salvador quien antes se presentó al Congreso por UPP, con José Elice, ambos del partido morado? ¿Y Daniel Abugattás, antes del partido nacionalista yendo ahora con el partido de Acuña? ¿Y en que se parecen políticamente Roberto Chiabra y Vanessa Terkes, del partido morado? ¿Doris Sánchez ahora con APP, luego de ser congresista de Perú Posible? ¿María Teresa Dulanto Guinea, ahora por Avanza País, antes, de Todos por el Perú? ¿Rómulo Mucho, congresista de Perú Posible, luego candidato por Orden y ahora de Avanza País?

¿Tienen estos candidatos una ideología común que los haga comulgar con el mismo partido político? ¿tienen ellos afán de permanencia o cada cinco años encuentran una oportunidad de chamba sin importar en que partido y con que candidato?

Estamos llenos de vientres de alquiler y de embriones prestos a ser implantados en cualquiera de ellos. Ese es el país que tenemos y esas personas nos gobernarán y decidirán sobre nuestra vida durante los siguientes cinco años.

En estas elecciones no hay mucho por hacer. Sugiero que tratemos de votar lo mejor posible. Miremos las hojas de vida de los candidatos y su trayectoria, pero, sobre todo, escuchémoslos y exijámosles a los partidos que expresen sus ideas y debatan ellos y sus candidatos. Pidamos referencias, entremos a las redes a ver qué opinan y seamos bien conscientes de que un mal congreso puede significar una peor calidad de vida para las generaciones futuras y un mal presidente……aunque a eso, ya estamos acostumbrados.

Lampadia




ACCIÓN POLULAR piedras sobre su tejado…

ACCIÓN POLULAR piedras sobre su tejado…

Jaime Lucioni Belaúnde
5 de agosto de 2020.
Para Lampadia

La actuación de los congresistas del partido político Acción Popular pasará a la historia, como una lamentable, triste, desilusionante, defraudante actuación contra los principios e ideología partidaria, contra sus correligionarios y los votantes que les depositaron su confianza.

Es muy decepcionante que, el partido más veterano del Congreso y el más votado en las últimas elecciones, por tanto, con la mayor representación parlamentaria, sea el ÚNICO partido político que ha emitido su voto en las tres opciones: 4 a favor, 7 en contra y 12 abstenciones en la moción de confianza al gabinete que preside el Premier Cateriano y sus ministros.

Han demostrando que es un partido político acéfalo, que carece de dirección, sin unidad, falto de concertación y diálogo, desprovisto de perspectiva y por lo visto, sin un futuro cierto para pretender gobernar el país.

Una bancada personalista, que se había reunido previamente con el Premier Cateriano, donde tuvieron oportunidad de seguir los protocolos en política, para plantearle las propuestas que consideraban; pudieron dialogar, negociar y consensuar lo que creían se debía incluir en el discurso y plan de gobierno, para emitir su voto a favor. Pero al tener tan dispares opiniones – que ni ellos mismos se ponen de acuerdo – mal podrían sentarse con terceros a consensuar con nadie.

Es muy triste ver que el Partido Acción Popular, fundado por Fernando Belaúnde Terry, dos veces presidente de gobierno y un gobierno de transición, va sin rumbo, no tiene organización, no tiene presidente… con unos congresistas sin el mínimo sentido de estado para actuar con coherencia y acepción de servicio.

Acción Popular ha firmado su acta de defunción, es imperiosamente necesario por la salud del país, que se renueve, se reestructure y que “limpie la casa” de los oportunistas, corruptos e improvisados.

Tenemos un Congreso oportunista que ha demostrado falta de madurez, dedicado a legislar para el corto plazo, con leyes apresuradas y mediáticas, con fines populistas, de protagonismo, creyendo que esas medidas les traerán más votos de cara a las inminentes elecciones generales.

Decepcionante este Congreso mediocre y aprovechado. Ha dejado al país a la deriva en plena pandemia, en momentos de la mayor crisis – Sanitaria y Económica – que nos haya tocado vivir. Esto no será olvidado; todo por defender algunos intereses particulares subalternos y por cálculos politiqueros, verdaderamente deleznables. Lampadia




La reforma política después de la pandemia

La Cuadratura del Círculo es un espacio producido por IIG – Infraestructura Institucionalidad y Gestión, con la colaboración de Lampadia como media partner.

Presentamos nuestro video sobre la reforma política después de la pandemia.

Participan Martin Tanaka, politólogo, como invitado, Jaime de Althaus, Fernando Cilloniz y Gonzalo Prialé. Las opiniones vertidas por los participantes no necesariamente representan la opinión institucional de IIG sobre los temas tratados.

Lampadia




El Atentado a Bolsonaro y sus Implicaciones Electorales

Sebastiao Mendonca Ferreira
Centro Wiñaq
Para Lampadia

El atentado y sus impactos

El 6 de septiembre, el ex-capitán del ejército y diputado federal Jair Bolsonaro, candidato a la presidencia de la república por el Partido Social Liberal, fue víctima de un atentado mientras realizaba una manifestación en la ciudad de Juiz de Fora, Minas Gerais. Bolsonaro se encuentra en cuidados intensivos y aún después de dos cirugías, su situación es grave y su fallecimiento no está descartado.

El autor del ataque fue Adélio de Oliveira, es un ex-militante del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), pero sin militancia política actual conocida[i]. Hasta estos momentos no se sabe si el acto fue una iniciativa personal o si hubo una organización por detrás de su accionar. Pero, sea una acción de un individuo mentalmente alterado o de una organización que lo manipuló, el objetivo político del atentado es indiscutible[ii].

En Brasil, los asesinatos políticos no son raros. Sólo en los últimos dos años, 36 regidores municipales han sido asesinados. La muerte de la regidora carioca del PSOL, Marielle Franco, ocurrido este año, ha sido el más renombrado, pero fue sólo uno más de esa larga lista de violencia política que es tradicional en Brasil. Sin embargo, esa violencia era y es típica de la “política local”. Los asesinatos de políticos y candidatos federales son muy raros en la historia política de Brasil.

El antecedente más próximo al atentado a Bolsonaro, ha sido un intento de asesinato del periodista conservador y candidato a diputado federal, Carlos Lacerda, ocurrido hace 64 años, el 5 de agosto de 1954. Lacerda, un periodista carismático, era uno de los principales críticos del cuarto gobierno de Getúlio Vargas, y un líder político reconocido a escala nacional.[iii]

En aquel entonces, Lacerda salió herido en el pie, pero el mayor Rubens Florentino Vaz, que lo acompañaba murió en el acto. Las investigaciones encontraron evidencias de que el hijo del presidente, Lutero Vargas, y jefe de la guardia personal de Getúlio, Gregorio Fortunato, estaban involucrados. El intento de asesinato disparó una crisis política que culminó con el suicidio de Getúlio Vargas, 19 días después. El atentado a Lacerda y el suicido de Getúlio cerraron los 34 años de la Era Vargas.

El actual intento de asesinato de Jair Bolsonaro, ha alterado el ambiente de la campaña electoral, introduciendo elementos emocionales y éticos en un momento crítico. Un candidato visto como un conservador radical, cuyas ideas generan preocupación en más de un sector político, de repente, es visto por la población como un ser humano que lucha por su vida después de un ataque criminal. Con 60 mil asesinatos por año, visibles en los noticieros, la experiencia de ser víctima de algún atentado criminal no es ajena ni distante para la población brasileña.

En los días siguientes, el atentado a Bolsonaro se volvió el tema central de las conversaciones políticas y de los comentarios de las redes sociales. Su estado de salud se volvió noticia, y el espacio ganado en la atención del ciudadano común ha sido significativo. Un porcentaje mayoritario de los electores podría no estar de acuerdo con las ideas de Bolsonaro, pero sí está en contra del intento de asesinato. Al ser la víctima, Bolsonaro ha ganado notoriedad y tiempo gratis en los noticieros más importantes de todo el país. Además, su tiempo de TV no es percibido como campaña electoral, lo que lo hace más significativo para el ciudadano no politizado.

El intento de asesinato a un candidato que estaba haciendo campaña, defendiendo sus ideas en forma pacífica, ha generado un sentimiento de rechazo al hecho, de simpatía hacia la víctima y de interés por sus ideas. La izquierda ha buscado contrarrestar ese sentimiento argumentando que el atentado a Bolsonaro es resultado de sus propuestas radicales. Aún que ese argumento hace sentido para los militantes de izquierda, el significado para la población (el mensaje implícito detrás del mensaje explícito, el meta-mensaje) es una actitud de indiferencia y crueldad hacia una persona que ha sido agredida y que está luchando contra la muerte. Esto le da a Bolsonaro una ventaja emocional sobre sus rivales de izquierda. Bolsonaro, a diferencia de la izquierda y la mayoría de los otros candidatos, no está vinculado a ningún caso de corrupción, lo que le da una ventaja moral ante la izquierda. La pérdida de esas dos ventajas (emocional y moral) de parte de la izquierda puede afectar significativamente las dinámicas de este proceso electoral[iv]. No está demás recordar que la izquierda, tradicionalmente ha buscado ganar y consolidar esas dos ventajas en sus estrategias electorales, y que sin ellas sus discursos políticos pierden fuerza.  

La reacción del electorado

Una encuesta nacional, realizada por IBOPE poco después del atentado, da elementos sobre como el electorado está reaccionando. El IBOPE es una de las encuestadoras más respetables del país y los resultados, aún que iniciales, son claros. Bolsonaro, quien venía subiendo ligeramente, dio un salto de 4 puntos porcentuales en solo una semana y de 6 puntos en 20 días.

Faltando solo tres semanas para las elecciones, las tendencias se muestran muy favorables al candidato conservador. No solamente sus intenciones de voto han aumentado sino el porcentaje de sus electores que no dejarían de votar por él, por ningún motivo, ha pasado de 41% a 54%, un aumento de 13 puntos, evidenciando una reacción de mayor firmeza política de parte de su electorado.

El otro elemento importante de esos últimos días es la oficialización de Fernando Haddad, como el candidato del Partido de los Trabajadores, PT, en sustitución de Lula da Silva. Lula ha hecho inscribir su candidatura aún en contra de la legislación brasileña, presionando políticamente al poder judicial. Sin embargo, sus 17 habeas corpus y sus inúmeras maniobras políticas no lograron anular sus sentencias en 1ª, 2ª y 3ª instancias, y el PT ha tenido que cambiar de candidato la semana pasada.

Con la oficialización de Haddad como el representante de Lula, su intención de voto pasó de 4% a 6% y a 8%. El crecimiento de Haddad era previsto, pues corresponde a la transferencia de los votos de Lula. Pero, mover solo cuatro puntos es una variación menor de lo esperado. Sin embargo, en un contexto en que sus rivales populistas (Ciro Gomes y Marina Silva) y el candidato del PSDB (Geraldo Alckmin) están estancados, ese crecimiento puede mantenerse en las próximas semanas. Si ello ocurre, la disputa de la segunda vuelta será entre Bolsonaro y Haddad/Lula.

Aún es muy temprano para analizar las posibles segundas vueltas, pero las encuestas pueden dar una idea de cómo los electores están reaccionando hoy y como podrían reaccionar en aquél entonces. Lo destacable de los escenarios mostrados por el IBOPE es que Bolsonaro mejora notablemente sus posibilidades en la segunda vuelta. Antes del atentado, Bolsonaro perdía para casi todos y solo empataba con Haddad. Ahora, Bolsonaro gana a casi todos y solo empata con Marina Silva. Sin embargo, Marina ha venido cayendo desde antes del atentado y sus probabilidades de llegar a una segunda vuelta son cada día menores.

Conclusiones

Lula ganó las elecciones del 2002 evitando el radicalismo de sus campañas anteriores (Lula, paz y amor). Sin embargo, ahora Lula y el PT se han radicalizado y él ya advirtió que, de ganar las elecciones, una de sus acciones será vengarse de quienes lo traicionaron, enjuiciaron, condenaron y enviaron a la prisión. El PT es ahora un factor de polarización política e de inestabilidad institucional. Además, los petistas tienen una evaluación (errónea) es que ellos perdieron el poder por ser programáticamente moderados y por buscar una alianza con los grandes empresarios en vez de seguir el camino de Chávez y Maduro[v]. Su postura actual es de llevar a cabo una revancha si regresan al Palacio del Planalto. De esto están avisadas todas las otras fuerzas políticas y las instituciones del país. Fuera de los petistas, y algunos grupos de extrema izquierda, nadie quiere el regreso de la Era PT.

A Jair Bolsonaro le conviene la polarización con el PT pues le permite canalizar los temores que el regreso de la “Era PT” genera en amplios segmentos políticos y sociales. Al PT también le conviene la polarización con Bolsonaro pues le permite reactivar su desgastado discurso político y captar los temores al conservadorismo. De consolidar la polarización PT-Bolsonaro, ello neutralizaría a las fuerzas moderadas que tradicionalmente han canalizado a la mayoría de los votos a nivel nacional, y el PT encontraría, en dicha polarización, una forma de recuperar parte de la importancia que tuvieron un día en la política de Brasil.

Sin embargo, Haddad puede chocar con barreras para seguir creciendo, quedando en un tercer o cuarto puesto, permitiendo así que Ciro Gomes, Marina Silva o Geraldo Alckmin se constituya en la alternativa a Jair Bolsonaro. Si ocurriera algo así, el PT perdería vigencia, y la política brasileña estaría marcada por esa nueva polarización. En ese contexto, y con Lula en prisión, el PT tendría gran dificultad para prevenir un proceso sostenido de decadencia política.

Un atentado a un candidato siempre altera la agenda y el tono de la campaña. El componente racional de la campaña se debilita y el emocional se fortalece, facilitando el uso de ataques y de etiquetas personales como recurso de lucha política. En este caso, el impacto principal es de mayor polarización, cerrando los espacios para los candidatos del centro político, tanto populistas como liberales, y haciendo más difícil su crecimiento relativo. La reciente encuesta de IBOPE da indicios de que esto es lo que ya está sucediendo. Las simpatías y rechazos al atentado opacan los posibles argumentos racionales justo en la fase final de la disputa, en que lo emocional tiende a fortalecerse. En una campaña polarizada, la primera vuelta termina parecida a una segunda vuelta, forzando a todos a alinearse a dos opciones polares.

Es difícil apostar por un resultado específico para estas elecciones. Las tendencias son favorables a Bolsonaro, pero Lula tiene una base electoral sólida, una militancia numerosa, mucha astucia política y muchos recursos económicos e institucionales. Las próximas encuestas permitirán ver hacia donde está marchando las preferencias de la población. Veremos si la victimización de Bolsonaro es pasajera o no, y si el representante de Lula ha podido sostener su crecimiento respecto a sus actuales pares. Mientras tanto, los analistas exploran las posibilidades en juego y la bolsa de valores (BOVESPA) sube o baja ante cada indicio en una u otra dirección.

 

[i] El Partido Socialismo y Libertad, PSOL, se formó el 2004 como una disidencia radical del Partido de los Trabajadores, PT. El PSOL, es un partido que es conocido por protagonizar la invasión de tierras y edificios, y que se define a si mismo como honesto y se posiciona a la izquierda del PT. Actualmente, la intención de voto del candidato del PSOL, Guilherme Boulos, fluctúa entre 0% y 1%, según IBOPE, y la frustración de sus militantes es notable.

[ii] Lo más probable es que el PSOL no tenga responsabilidad alguna en el acto de su ex-militante. Sin embargo, esto lo sabremos solo de acá a unas semanas.

[iii] Getúlio Vargas gobernó el Brasil cuatro veces: (1) en 1930 llegó al gobierno por medio de una rebelión militar, (2) se eligió presidente de 1934 a 1937, (3) se hizo dictador de 1937 a 1945, y (4) se eligió presidente de nuevo en 1951.

[iv] Los comentarios que siguen se basan en el supuesto de que el candidato Jair Bolsonaro sobreviva al atentado del cual fue víctima. Caso él fallezca, las implicaciones de su muerte modificarían significativamente los escenarios posibles.

[v] En realidad, el PT perdió el poder por la polarización que generó su intento de destruir la alternancia democrática y por usar la corrupción como la principal fuente de financiamiento de su proyecto político. No fueron los grandes empresarios quienes conspiraron para tumbarse al PT. Ellos se sentían felices con los recursos subsidiados del BNDES. Fueron las investigaciones de Lava Jato que pusieron en evidencia la corrupción generalizada del PT, y fue la ruptura con su aliado histórico el PMDB, de Michel Temer, que fracturó su coalición política y creó las condiciones para el Impeachment de Dilma Rousseff.