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LA TIRANIA DE LA IGUALDAD en las redes sociales

LA TIRANIA DE LA IGUALDAD en las redes sociales

“Es bueno que todos se expresen, pero no es bueno que no sepamos diferenciar entre la opinión experta de la opinión común.”

Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Para Lampadia

Tomamos prestado de la obra de Axel Kaiser el título de esta columna, para referirnos a una nueva tiranía de la cual han sido víctima la razón, la inteligencia y el sentido común.

Las redes sociales han igualado a las personas. Eso no es malo. Puede y debiera ser bueno. Que no importe donde vivo, en qué móvil accedo, que edad tengo, como pienso, en qué trabajo, qué conozco o qué estudie, es algo bueno porque permite a todos ejercer sus libertades de expresión y opinión de manera amplia, sin restricciones y sin condiciones.

El sentido de la igualdad en el ejercicio de estas libertades ha alcanzado dimensiones impensables hace apenas una o dos décadas. Un tweet, una imagen de Instagram, un video de tik tok, un post de Facebook o un mensaje por WhatsApp pueden ser enviados por cualquier ciudadano al margen del percentil económico al que pertenezca, por encima de la formación o deformación que tenga. Valen igual. Pueden ser compartidos, apreciados o denostados sin distinciones, clasificaciones o segmentos.

La pregunta es. ¿Es esto bueno en todos los casos?

Creo que no. Veamos.

  • La medicina es una disciplina que la ejercen quienes han estudiado entre 6 y 10 años, más que otros profesionales. Quienes destacan dejaron de vivir varios años para profesionalizarse y perdieron otros más en especializaciones, posgrados, prácticas y en miles de casos atendidos. Ni qué decir si ejercen la docencia o la investigación.  ¿La opinión de un experto en medicina acerca de un tratamiento médico puede ser igual que la de cualquier hijo de vecino que tienen la posibilidad de llenar también 140 caracteres en un tweet?
  • La criminología es una especialidad. Investigar el crimen, perseguir el delito y lograr que se procesen a delincuentes no es una disciplina que pueda ejercer cualquier policía, fiscal o abogado. Es una tarea especializada que requiere de estudios, práctica, experiencia, acreditaciones y otras habilidades adicionales. ¿La opinión de un fiscal experimentado, un abogado reputado en el tema o un policía experto puede ser igual que la fobia de cualquier facebookero que lanza un post y condena a una persona por su animadversión política o social hacia ella o porque sigue una consigna mediática?
  • La economía es una ciencia social. Quienes la dominan no solamente han estudiado a Adam Smith, el más celebre economista de la historia, sino que entienden los efectos de las políticas públicas sobre los precios, el consumo, las inversiones, la inflación o el tipo de cambio, entre otros temas. ¿Puede la opinión de un experto en esta materia, con muchas millas de recorrido sobre el tema valer igual que la de cualquier alcalde, regidor, congresista o político iletrado en la materia que formula alguna iniciativa económica sin medir sus consecuencias, viendo únicamente sus efímeros beneficios electorales?
  • La política también es una disciplina social. Tiene a quienes la estudian y a quienes la practican. Los primeros analizan como se comporta, mientras que los otros son los que se comportan y saben cómo hacerlo, en una y otra dirección, para la izquierda o para la derecha. Ambos conocen la disciplina y saben, al igual que los obispos franceses aterrados mientras guillotinaban a Luis XVI, que es, “un oficio de demonios”. Siendo así, ¿puede ser igual la opinión de un politólogo experto o la de una vieja política con 30 años en la vida pública que la de un pulpín que está buscando chamba en alguna municipalidad, lista parlamentaria o candidatura presidencial gracias a sus piruetas retóricas en YouTube?
  • El derecho constitucional es una rama del derecho, distinta del derecho penal, civil o laboral. Quienes la conocen saben que tiene principios, reglas de interpretación especiales, criterios, características y elementos diferentes, que se conocen en la especialización en la materia, ni siquiera en la formación jurídica común. ¿Puede ser igual entonces la opinión de los juristas que tienen asiento en los grandes debates iberoamericanos de la disciplina que la de cualquier “tik toker” o agitador que sólo la invoca porque es “trendy” decir que “hay que cambiar de Constitución”?

En todos estos casos y en cualquier caso en que se enfrenten opiniones comunes con opiniones expertas, especializadas y con experiencia, igualar opiniones es malo. Considerar que ambas opiniones son iguales es una tiranía. Todos pueden opinar, pero las opiniones no pueden valer lo mismo.

La pandemia, la persecución del crimen en la administración pública, los problemas en la economía, los enfrentamientos políticos y las crisis constitucionales, entre otros temas que no hemos mencionado en esta columna, han puesto en evidencia esta tiranía.

No ha importando nada que el señor X sea un experto en epidemiología a nivel mundial, o que el señor Y sea un economista considerado a nivel mundial, que la señora Z sea una política con 30 años de ejercicio de esta labor y formación para el efecto o que el señor W sea un constitucionalista reconocido a nivel Iberoamericano. Sus opiniones han sido puestas en el mismo lugar que las de cualquiera que sólo puede decir que pertenece a la “generación del Bicentenario” o de quienes creen que “se metieron con la generación equivocada”, para citar los ejemplos más comunes de las últimas semanas.

Es bueno que todos se expresen, pero no es bueno que no sepamos diferenciar entre la opinión experta de la opinión común.

Si no cree usted que esta reflexión es válida y cree que toda opinión es igual, lo invito a que pruebe las consecuencias de la igualdad mal entendida. Hágase operar con cualquier médico (no busque al más experimentado), busque un curandero para enfrentar el Covid (no vaya a la farmacia ni al centro de salud), encomiéndele sus ahorros a cualquier financiera o cooperativa (no pregunte por la solvencia del Banco), confíele su caso a cualquier picapleitos (los hay en las puertas de los Juzgados) o entréguele el gobierno de su distrito, su región o del país a cualquiera, si es neófita mejor. Después me cuenta, pero no se queje. Lampadia




Opiniones versus ideas

Opiniones versus ideas

En nuestro mundo, hay que celebrar cuando una idea se destaca en los mares de opiniones que nos abruman.

Nuevamente, la sabiduría de Sergio Melnick, nos permite entender el ambiente en el que hoy, muchas opiniones  terminan formando las guías de acción de la sociedad, pero, como explica Melnick:

“Las opiniones por su parte son solo eso: opiniones. Pueden ser aisladas, no requieren fundamentos sólidos, son personales, no pertenecen a un cuerpo de conocimiento que es cultivado por académicos e intelectuales de verdad.

  • Son fáciles de transformar en eslóganes atractivos.
  • Son pasto seco para el fuego de la ignorancia.
  • Es el paraíso del populismo.

Lo grave es cuando las políticas públicas son hechas en base a opiniones en vez de ideas”.

En cambio, “las ideas tienen historia, están todas interrelacionadas, pertenecen al mundo de la consciencia, y junto a la pregunta, son un matrimonio inseparable”.

Este es pues, otro llamado a nuestras clases dirigentes a analizar y comunicar ideas basadas en estructuras de pensamiento, que puedan iluminar el camino de los millones de peruanos que trabajan arduamente.

Ver video sobre la historia de una idea de Google: 

Aportar ideas sustentables, es parte de la educación, que debe ser el objetivo más importante para la construcción de nuestra nación. Leamos a Melnick:

Opiniones versus ideas

Sergio L. Melnick
La Tercera de Chile
6 de mayo de 2018

En nuestro país todos hablan con pachorra de sus “ideas” cuando en lo concreto en la mayoría de los casos son apenas opiniones. Las ideas tienen historia, están todas interrelacionadas, pertenecen al mundo de la consciencia, y junto a la pregunta, son un matrimonio inseparable. La paradoja en la era del conocimiento, es que las preguntas crecen más rápido que las respuestas. Tener ideas es tener dudas, más que certezas. Esa brecha que crece se llama en la literatura el “gap de la ignorancia”. Es decir, nos hacemos cada vez más ignorantes en términos relativos, en otras palabras, en relación a lo que se conoce o se puede conocer.

No existen las ideas aisladas; todas pertenecen a modelos de realidad, que requieren la prueba lógica de la coherencia, y la evidencia de la consistencia. Las ideas son parte de teorías, y éstas están basadas en el conocimiento, experiencia, y los test de realidad. Pero la teoría no es la realidad, eso es fundamental de reconocer, y que los ignorantes jamás entienden. Es un error típico de la juventud que al encontrarse con las primeras ideas las confunden con la realidad y empiezan a sostener que “las cosas son así”. Se hicieron dueños de la verdad, olvidaron las preguntas.

Las religiones sin duda tienen ideas, pero no necesariamente evidencia empírica que las sustenten, por más que traten de documentar los milagros, que los hay, los hay. Las religiones se basan en dogmas esenciales, a partir de los cuales se van deduciendo silogísticamente las nuevas ideas. Por cierto, muchos religiosos se vuelven fundamentalistas también.

La crítica cartesiana del siglo 17 apunta justo a ese aspecto: si los dogmas (o supuestos) son incorrectos todo lo que se deduce coherentemente a partir de ellos no es válido.

Las opiniones por su parte son solo eso: opiniones. Pueden ser aisladas, no requieren fundamentos sólidos, son personales, no pertenecen a un cuerpo de conocimiento que es cultivado por académicos e intelectuales de verdad.

  • Son fáciles de transformar en eslóganes atractivos.
  • Son pasto seco para el fuego de la ignorancia.
  • Es el paraíso del populismo.

Lo grave es cuando las políticas públicas son hechas en base a opiniones en vez de ideas.

Los ejemplos son recurrentes. Por ejemplo, cuando se habla de la justicia, la educación, la salud, la economía, etc. “Yo considero que esto es injusto y debe ser reparado”, escuchamos a diario. El tema de la justicia, que no es lo mismo que el derecho, no es cosa de simples opiniones. Las raíces de esa idea son muy profundas. Hemos visto una discusión pública sobre el tema de la filosofía en la educación media. Puras opiniones, poco fundamento.

El siglo 21 es cada vez más complejo, más tecnológico, más rápido. Los problemas cotidianos como el tráfico, el crecimiento económico, los sistemas de pensiones, la salud, las telecomunicaciones, no se mejoran con opiniones y menos voluntaristas. Las soluciones modernas pasan por la inteligencia artificial, los complejos mercados financieros globales, los sistemas satelitales, el manejo ecológico global, y tantos otros.

Pero es cada día más difícil el análisis de esos temas en tiempos de Twitter, Facebook, y de cuñas de TV. Los intelectuales no tienen espacio relevante en los medios de comunicación.

En este marco, la política toma cada vez peores decisiones como bonos al por mayor, aumento de parlamentarios, regulaciones cada vez más absurdas, y tantas otras propias del populismo. Por eso el sistema va a colapsar de una u otra manera.

El único camino posible es entrar a picar a fondo en el tema de la calidad de la educación en el siglo 21. Basta de eslóganes añejos del siglo pasado, empecemos a mirar al futuro. Lampadia




India, la gran estrella de oriente a seguir

India, la gran estrella de oriente a seguir

En Lampadia estamos siguiendo el desarrollo de India desde la campaña política de su actual Primer Ministro, Narendra Modi. En esta ocasión hemos glosado el exigente artículo sobre India de Martin Wolf que reconoce lo que ha significado que un país tan grande y complejo, haya podido mantener una democracia (la más grande del mundo) en convivencia pacífica.

Por décadas, la India estuvo encerrada muy cerca de políticas comunistas que devinieron en un empobrecedor proteccionismo y reglamentarismo que según Wolf, adolece de un nivel de informalidad laboral que llega al 98% (no es un error, solo el 2% se considera formal). Su desarrollo antes de Modi, bajo la dirección de la dinastía de los Gandhi, solo logro crear una suerte de islas de excelencia, como el caso de Bangalore en manufactura y tecnología, Bollywood en la cinematografía y una élite de científicos y tecnólogos.

En cuanto a la economía de India, Wolf se presenta contradictorio: por un lado califica a su gobierno como continuista, si bien reconoce una oposición política inhibidora de las más importantes reformas, pero al mismo tiempo destaca como positivas sus perspectivas de corto y largo plazo.

En el Perú estamos muy lejos de India, debemos seguirla más de cerca, será un factor decisivo en la evolución de la economía global como indicamos en: Una mirada a los motores de la economía global (El mundo está mejor de lo que nos informan).

India: Una luz en la sombría economía mundial

Por Martin Wolf

Publicado en Financial Times

15 de marzo de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

 

El país ha pasado de un socialismo con entrada restringida a un capitalismo sin salida.

La capacidad de esta enorme y pobre nación de sostener una democracia viva ha sido una de las maravillas políticas del mundo. Sin embargo, su rendimiento económico no ha estado a la altura de lo que pudo haber sido. Sin embargo, la India es ahora la economía grande de mayor crecimiento en el mundo.

Es difícil juzgar lo que está sucediendo en términos de resultados y políticas. Cuatro conclusiones. En primer lugar, el partido nacionalista Bharatiya Janata del gobierno del Primer Ministro hindú, Narendra Modi, en el poder desde 2014, representa la continuidad en lugar de la transformación a favor del mercado que muchos partidarios ingenuamente esperaban. En segundo lugar, las perspectivas de corto plazo parecen favorables en relación tanto con el pasado inmediato y con lo que está ocurriendo en casi todas partes. En tercer lugar, la performance a medio plazo también parece estar avanzando decentemente, siempre que el gobierno ponga en práctica las reformas que se han esbozado. Sin embargo, en cuarto lugar, también se enfrenta a riesgos, externos e internos. El éxito no debe darse por sentado.

Consideremos el carácter del gobierno. Está centralizado en la oficina del primer ministro. Su orientación es más hacia la gestión de los mercados y proyectos que hacia políticas. No ha mostrado ninguna inclinación radical hacia la privatización o reestructuración de los ineficientes monopolios públicos. Se sigue gastando grandes sumas de dinero en subsidios ineficientes. Para ser justos, la cámara alta, que no controla el gobierno, hasta ahora ha bloqueado toda la legislación del gobierno orientada a hacer lo correcto.

Cuando el gobierno llegó al poder, la economía estaba sufriendo de una rápida inflación y de un déficit fiscal considerable. Gracias a la caída de los precios del petróleo, la inflación ha bajado a menos del 6 %. El déficit fiscal del gobierno central bajará a 3.5 % el próximo año. La economía sólo creció un 5.3 % en 2012-13. Se prevé que alcance el 7.5% en 2015-16.

Los resultados parecen satisfactorios. ¿Seguirá siendo así? Probablemente, porque el Banco Central debería ser capaz de recortar las tasas de interés por debajo de 6.75% en los próximos meses. Sin embargo, el optimismo a corto plazo debe ser calificado: en primer lugar, las exportaciones, estancadas desde hace años, ahora están cayendo; en segundo lugar, el crecimiento del crédito se ha desacelerado fuertemente; y, en tercer lugar, la inversión bruta se redujo de 39 % del PBI en 2011-12 a 34.2 % en 2014-15. Esto es de vital importancia y al menos se ha estabilizado. 

India puede sostener el crecimiento actual en el medio plazo. Según el FMI, su PBI per cápita (ppp), es sólo de 11 % con respecto al de EEUU (el de China es 25%). Esto indica un amplio margen para un rápido crecimiento que los ponga al día. Las mejoras están en camino. Ellas incluyen una acelerada inversión en infraestructuras; una mayor apertura a la inversión extranjera directa; una administración más eficaz; la consolidación y recapitalización de los bancos del sector público; un buen código de quiebras; libertad a los estados para competir en las políticas a favor del crecimiento; prestación de asistencia pública por medio del sistema de identificación por medio de un número único; y, no menos importante, mejoras en los impuestos sobre bienes y servicios.

Sin embargo, la India no debe ser complaciente. El país ha pasado de un socialismo con entrada restringida a un capitalismo sin salida: el cierre de empresas y el despido de los trabajadores es extremadamente difícil. Esta última es una razón por la que los puestos de trabajo en el sector privado suman el 2% de la población activa. Los mercados de tierra, trabajo y capital están muy distorsionados. La alta protección en las fronteras restringe la capacidad de participar en cadenas globales de valor. Importantes mercados de productos no son competitivos. Incluso el sector de tecnología de la información parece estar perdiendo dinamismo. La calidad general de la educación es deficiente. En general, todavía se necesita una enorme cantidad de cambios. Es probable que al final, la creciente presión de la clase media, impulse las muy necesarias reformas.

El último riesgo se deriva del “Tea Party” del BJP con sus elementos chauvinistas e intolerantes. Los musulmanes representan el 14 % de la población. Uno de los milagros de la post-independencia de India es la forma en que la gente, dividida por religiones, castas y opiniones, ha logrado vivir lado a lado, democráticamente y mayormente en paz. Este es un logro extraordinario. Para que esto dure, los s políticos deben recordar que gobiernan para todos los indios, incluyendo aquellos que no les gusta o con los que están en desacuerdo. La tolerancia de las diferencias es importante en todas las democracias. En una tan grande y compleja, como la India, esto es  verdaderamente vital. Lampadia