1

IKIGAI: ‘Tu razón de ser’ – ‘Tu sentido de propósito’

Desde el Japón nos llega un regalo de sabiduría milenaria sobre cómo entender nuestras vidas, cómo entender los elementos que pueden ayudarnos a comprender, una y otra vez, aquello que todos nos preguntamos durante nuestra existencia, cómo ser felices y sentirnos satisfechos de lo que vamos construyendo y, finalmente, dejando.

El ‘ikigai’ nos explica que para entender nuestra existencia podemos empezar por entender como combinamos los elementos que nos a cercan a tener vidas plenas. Para ello podemos ver las intersecciones de:

  • Lo que amamos o lo que nos gusta hacer
  • Lo que podemos hacer para vivir en un mundo mejor, como podemos contribuir a lo que el mundo necesita
  • Lo que podemos hacer bien, aquello en lo que somos buenos haciéndolo
  • Y aquello por lo que podemos recibir ingresos, por lo que nos pagan

Las áreas de las intersecciones entre cada dos de estos elementos son cuatro:

  • La combinación de lo que amamos y lo que el mundo necesita, determina nuestra MISIÓN
  • La unión de lo que amamos y lo que hacemos bien, define nuestra PASIÓN
  • Lo el mundo necesita de nosotros y aquello por lo que nos pagan, expresa nuestra VOCACIÓN
  • El producto de lo que hacemos bien y lo que genera nuestros ingresos, muestra nuestra PROFESIÓN

Avanzando en la definición de nuestro ‘ikigai’, debemos ver las cuatro intersecciones de los elementos, de tres en tres:

  • La unión, la intersección de lo que amamos, con lo que sabemos hacer bien, y lo que el mundo necesita de nosotros, nos permite lograr GOCE Y SENTIDO DE REALIZACIÓN, PERO SIN RIQUEZA (falta la fuente de ingresos)
  • Si combinamos lo que sabemos hacer bien con lo que amamos o nos gusta hacer, y lo que nos pagan por hacer, podemos sentir SATISFACCIÓN, PERO CON SENTIMIENTO DE INUTILIDAD (falta lo que el mundo necesita)
  • De la superposición de lo que amamos con lo que el mundo necesita y aquello por lo que nos pagan nos puede dar ENTUSIASIMO Y COMPLACENCIA, PERO SENSACIÓN DE INCERTIDUMBRE (falta lo que sabemos hacer bien)
  • Lo que amamos, junto con lo que el mundo necesita y aquello por lo que nos pagan, determinan que nos sintamos CONFORTABLE, PERO SENSACIÓN DE VACÍO (falta lo que amamos)

Finalmente, la superposición o combinación de los cuatro elementos, nos da nuestro ‘ikigai’. El propósito, o, mejor dicho, el sentido de propósito de nuestra vida, nuestra razón de ser, como explica esta filosofía, nuestro ‘ikigai’ puede cambiar durante nuestra vida, es casi imposible mantener un equilibrio paritario entre las cuatro fuerzas que determinan nuestra satisfacción de vivir, cada uno de nosotros tiene cierta inclinación que nos puede llevar a privilegiar el éxito profesional, a seguir nuestra vocación por encima de todo, a responder a nuestra pasión, o a desarrollar nuestro sentido de misión. Los pesos pueden ser unos de jóvenes y otros de mayores, pero lo que no puede faltar es tener o sentir: UNA RAZÓN PARA VIVIR.

Sin ella, como dice el artículo de Laura Oliver, publicado su artículo “¿Es este concepto japonés, el secreto de una vida larga, feliz y significativa?” por el World Economic Forum, cuando en la mañana te preguntes tu razón para despertarte, solo querrás volver a acostarte. Por eso, el ikigai conduce probablemente a una mejor vida “porque hará que uno tenga algo por lo que vivir”.

Ver video del World Economic Forum que muestra la importancia del ikigai en nuestras vidas:

El ‘ikigai’ es una forma de ver nuestras vidas que nos permite fijar mejor nuestros objetivos de vida, evaluar los momentos que vamos atravesando y reforzar nuestros empeños, en resumen, lograr una vida más satisfactoria. Lampadia




La Misión de Lampadia

La Misión de Lampadia

Al cumplir tres años de vida sentimos que hemos avanzado mucho, pero ahora vemos que lo que nos falta hacer es aún más de lo que teníamos planeado el primer día. Así como dicen que la felicidad no es una meta sino un proceso, así también la misión de una institución es un proceso para lograr un objetivo que nunca se alcanza, pero que debe retarnos con más fuerza cada día.

Mantenemos sentimientos muy positivos a muchas personas, pero en especial a nuestros lectores, principalmente a los jóvenes y a la gente de las regiones que está un poco más alejada de la información que se puede conseguir en Lima. En ese abrazo están todos, seguidores, gente que nos da consejos y también nuestros trolls que se multiplican en la medida de nuestro avance.

Hoy queremos reiterar nuestra misión, nuestro compromiso con la sociedad y nuestro objetivo primordial, empoderar a los peruanos. Gracias. Lampadia  

La Misión de Lampadia

  • Defender la economía de mercado, la inversión privada, el desarrollo y la modernidad.
  • Promover el Estado de Derecho y la meritocracia para los funcionarios públicos.

Nuestro compromiso con la Sociedad

Durante las últimas dos décadas se ha producido una profunda transformación de la vida nacional, tanto en lo económico, como en lo social e institucional. Lamentablemente, esta transformación no está acompañada por una adecuada conciencia social, debido fundamentalmente a la falta de liderazgo y comunicación de nuestra clase dirigente.

Hay una gran confusión sobre nuestra nueva realidad y mucha angustia e incertidumbre sobre el porvenir.

El Perú ha pasado de tres décadas (60s, 70s y 80s) de estancamiento económico, empobrecimiento, escasez de recursos, frustración, violencia y falta de esperanza en el futuro, a una nueva realidad marcada por el crecimiento, la inversión, la creación de riqueza, la disminución de la pobreza y la desigualdad, la abundancia de recursos, la paz, y por una nueva capacidad de soñar con un futuro de prosperidad.

Sin embargo, a los ciudadanos, especialmente a los jóvenes que ya no proyectan sus vidas fuera del Perú, no se les ha explicado los condicionantes de la nueva realidad, no se han mostrado las relaciones causa-efecto que la han creado, no se discute sobre nuestras potencialidades, no tenemos claras las prioridades de acción colectiva y de las políticas públicas que puedan consolidar el bienestar general.

Así es que mientras la economía nacional se debilita, el entendimiento de nuestra realidad se hace cada día más confuso. En la vida política y mediática se entrecruzan distintos lenguajes y distintas dimensiones de análisis, muchas veces producidas con propósitos específicos de manipulación y beneficio de parte.

En este contexto, LAMPADIA pretende, con veracidad y rigurosidad, aportar luces sobre nuestra realidad. Queremos comunicar y compartir información, cifras, hechos relevantes y opiniones sobre el Perú y el mundo de hoy y mañana para contribuir a la formación de una conciencia nacional más informada que propicie la convergencia de nuestras acciones para la construcción de un Perú de éxito y bienestar para todos.

Nuestro Objetivo:

Lograr que los peruanos optemos por una Sociedad de Libre Mercado​

 ° No tenemos Derechos Reservados – Información Libre °

 




Greenpeace: sobre como destiñó sus banderas

Greenpeace: sobre como destiñó sus banderas

La renuncia de Patrick Moore, fundador de Greenpeace, ha conmovido la opinión pública internacional. En su renuncia, que compartimos (en video y transcripción) más abajo apreciamos como hasta las más nobles de las causas puede ser corrompidas por agendas políticas, manipulando información por medio del sensacionalismo y la desinformación.

Por ejemplo, en el caso del Perú, recordemos cómo a fines del año pasado Greenpeace, asociación ambientalista internacional, cometió un grave delito contra uno de los patrimonios de la humanidad: nuestras Líneas de Nazca. Invadieron la reserva cultural y arqueológica para perpetrar un show mediático que no está a la altura de una supuesta ejemplificadora institución internacional.

El Gobierno de Perú inició acciones legales contra la organización ambientalista Greenpeace por los daños causados. También fue denunciado el argentino Rodrigo Miguel Abad, fotógrafo de The Associated Press, por quien la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) pidió al poder judicial peruano que reconsidere la acusación penal ya que se encontraba en el lugar realizando su actividad laboral y que “las limitaciones al libre ejercicio profesional y la movilización de los periodistas se oponen a la libertad de prensa”. En Lampadia hemos rechazado este abusivo pedido, ver: Associated Press (AP) pretende exculparse de atentado de Greenpeace.

Lo más lamentable es que una institución de gran renombre como Greenpeace se vea envuelta en un escándalo como este, que realizó con alevosía e irresponsabilidad. Este es un claro ejemplo de cómo la corrupción se infiltra en todas partes para manipular sus agendas políticas. Lampadia

Ver video:

 

Transcripción del video:

Por qué me fui de Greenpeace:

Patrick Moore, fundador de Greenpeace

En 1971, ayudé a fundar un grupo ambientalista en el sótano de la Iglesia Unitaria en Vancouver Canadá. Quince años más tarde, se había convertido en una potencia internacional. Llegábamos a los titulares todos los meses. Me volví famoso y salí inmediatamente por la puerta. La misión, una vez noble, se había corrompido. Las agendas políticas y el alarmismo vencieron a la ciencia y la verdad.

Así es cómo sucedió:

Cuando estaba estudiando para mi doctorado en ecología en la Universidad de British Columbia, me uní a un pequeño grupo de activistas llamado “Don’t Make a Wave Committee” (Comité: No hagas olas). Estábamos en el apogeo de la Guerra Fría y en medio de la guerra de Vietnam. Me radicalicé por estas realidades y por la emergente conciencia sobre el medio ambiente. La misión de la “Don’t Make a Wave Committee” era lanzar una campaña en alta mar en contra de las pruebas de bombas de hidrógeno en Alaska, un símbolo de nuestra oposición a la guerra nuclear. Durante una de nuestras primeras reuniones, alguien dijo “paz”. Una respuesta fue: “¿por qué no la hacemos una paz verde?” y nació un nuevo movimiento. Green (o verde, en español) fue por el medio ambiente y también para el pueblo. Nombramos a nuestro barco “The Greenpeace” y me uní a la tripulación de 12 personas para un viaje de protesta. No pudimos detener esa prueba de la bomba de hidrógeno, pero fue la última que los EEUU detonaron. Tuvimos una gran victoria.

En 1975, Greenpeace dio un gran giro lejos de nuestros esfuerzos anti-nucleares y se dispuso a salvar a las ballenas, navegando en alta mar para hacer frente a los balleneros rusos y japoneses. Las imágenes que mostramos, jóvenes manifestantes situados entre los arpones y las ballenas que huían, fueron publicadas en la televisión de todo el mundo. Las donaciones públicas llegaban a chorros.

A principios de los años 80 ya estaban haciendo campañas en contra de los desechos tóxicos, la contaminación del aire, las competencias de cacería y la captura de orcas vivas. Pero empecé a sentirme incómodo con el curso que estaban tomando mis colegas directores.

Terminé siendo el único de los seis directores internacionales con un estudio formal en ciencias. Ahora estábamos abordando temas que involucraban asuntos complejos de toxicología, química y salud humana. No necesitas un doctorado en biología marina para saber que debemos salvar a las ballenas de la extinción. Pero cuando se analiza qué productos químicos deben ser prohibidos, se necesita saber algo de ciencia. Y la primera lección de la ecología es que todos estamos interconectados.

Los seres humanos son parte de la naturaleza, no ajenos a ella. Muchas otras especies, agentes patógenos y sus portadores, por ejemplo, son nuestros enemigos y tenemos la obligación moral de proteger a los seres humanos de estos enemigos. La biodiversidad no es siempre nuestro amigo.

Además me di cuenta de otra cosa: a medida que nos convertíamos en una organización internacional con más de 100 millones de dólares al año en donaciones, se había producido un gran cambio en la actitud. Se había desvanecido la “paz” en Greenpeace. Ahora sólo parecía importar la parte “verde”.

Los seres humanos, para usar el lenguaje de Greenpeace, se han convertido en “los enemigos de la Tierra”. Los temas cotidianos del movimiento se convirtieron en: acabar con el crecimiento industrial e intentar prohibir muchas tecnologías y productos químicos útiles. La ciencia y la lógica ya no dominaban. El sensacionalismo, la desinformación y el miedo eran lo que utilizamos para promover nuestras campañas.

El colmo fue cuando mis colegas directores decidieron que teníamos que trabajar para prohibir el elemento cloro en todo el mundo. Nombraron al cloro como el “elemento del diablo”, como si fuera malo, pero era absurdo. La adición de cloro al agua potable es uno de los mayores avances en la historia de la salud pública y cualquier persona con un conocimiento básico de la química sabía que muchos de nuestros productos farmacéuticos más eficaces tenían un componente de cloro. No sólo eso, si esta campaña anti-cloro fuese exitosa, los que más sufrirían no serían nuestros donantes millonarios. Los individuos y los países ricos siempre encuentran una forma de evitar estas locuras. Los que sufren son los países en desarrollo, la gente a quienes presumiblemente estamos tratando de ayudar.

Por ejemplo: Greenpeace se ha opuesto a la adopción del arroz dorado, una variedad modificada genéticamente de arroz que contiene beta caroteno. El arroz dorado tiene el potencial de prevenir la muerte de 2 millones de niños pobres en el mundo cada año, pero eso no le importa a la multitud Greenpeace. Los OMG (organismos modificados genéticamente) son malos, por lo que el arroz dorado debe ser malo. Al parecer, que mueran millones de niños no lo es. Este tipo de pensamiento rígido y retrógradosuele atribuirse a los no-iluminados y anti-científicos, pero he descubierto, desde adentro, que puede infectar a cualquier organización, incluso a las que tienen nombres tan nobles como Greenpeace.

Soy Patrick Moore, de la Universidad de Prager.