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Más ricos en un país pobre

Más ricos en un país pobre

Jaime Spak
Para Lampadia

El título de este artículo puede parecer irónico o hasta cierto punto una falta de consideración a mis compatriotas.

Pero acá no me refiero a la riqueza material sino por el contrario, a la verdadera riqueza que debemos de incrementar en un país, y es la educación.

  • Un país es rico, cuando todos los jóvenes en edad escolar pueden asistir al colegio y tener una educación de calidad.
  • Un país es rico cuando caminas por la calle y no temes que te puedan asaltar.
  • Un país es rico cuando ves que los conductores no se cruzan la luz roja y la gente respeta la cola.
  • Un país es rico cuando puedes conversar con cualquiera de tus compatriotas sin mirarlo por encima del hombro.
  • Un país es rico cuando pagas algo y si te dan exceso de vuelto, le indicas que se equivocaron y devuelves.
  • Un país es rico cuando los gobernantes y funcionarios públicos acaban sus mandatos siendo admirados y no con mandatos de detención.
  • Un país es rico cuando las instituciones funcionan adecuadamente.

Si la mayoría de los peruanos obraran de esta manera, cada día seríamos más ricos.

La mayor ironía que estamos enfrentando es que el presidente Castillo, siendo un maestro, utilizó su famosa frase de campaña “no más pobres en un país rico”. Pero se olvidó que nuestro país no es rico, es muy pobre pues la educación así lo refleja.

Se olvidó que se hace llamar “el profesor Castillo “pero hasta el momento no nos enseña nada, solo que rehúye a la prensa y nadie sabe qué piensa, y tenemos la impresión que no tiene idea como gobernar.

Sería lógico que siendo profesor y presidente, haga de la educación su prioridad.

Es inconcebible que cambie a su ministro de educación, un maestro premiado mundialmente por su capacidad, para reemplazarlo por un octogenario sindicalista que no tiene ningún mérito para ejercer ese cargo.

¿Qué propuesta para mejorar la educación ha hecho en estos primeros 100 días? Ninguna.

El único logro (para él) fue que su sindicato el Fenate sea reconocido por el ministerio de trabajo para poder competir con el Sutep el botín de la Derrama Magisterial.

Estamos yendo por el camino equivocado, la riqueza de un país no se da por decreto o por deseos.

Se da por una política coherente y una planificación para que el crecimiento genere bienestar en la población.

No hay mayor riqueza que generar sino es con la educación.

La decencia es una palabra que se ha devaluado en el Perú, en donde la mayoría le saca la vuelta al otro ya por default.

El famoso “pueblo” está sufriendo una gran decepción.

Lo único que vemos es un presidente que pareciera que tiene dos personalidades, una cuando está en frente a una tribuna y sigue con la cantaleta de encender la pradera, sin darse cuenta que la campaña electoral ya terminó.

Luego ingresa a Palacio y se da cuenta de la barbaridad que dijo y envía a sus ministros a traducir sus infelices declaraciones.

Soy una persona optimista y varias veces pensaba que algo iba a cambiar.

Ahora estoy convencido que no es posible que haya cambio alguno.

Para que eso suceda, uno debe de tener la suficiente capacidad para entender los errores que comete y el señor Castillo no creo que la tenga.

Siento que los peruanos hemos pisado una cáscara de plátano y nos hemos caído y los que han permanecidos parados en lugar de ayudar a levantarnos, se ríen de nuestro infortunio y nos pisan en la cabeza para que no podamos reaccionar.

El Perú tiene grandes recursos mineros, una excelente agricultura, una gran gastronomía, una cultura milenaria, restos arqueológicos únicos en el mundo, etc.

Sin embargo, no entienden que su mayor activo es la gente.

Y lo único que falta para lograr que la gente tenga riqueza es la educación.

Debemos de desterrar las frases: “campesino el patrón ya no comerá de tu esfuerzo “o “no más pobre en un país rico “.

Yo deseo que nuestro lema sea “con la educación lograremos una riqueza que nadie nos la podrá expropiar”.

Palabra de ingeniero…. Lampadia




A sus 12 años nos habla de la educación del futuro

A sus 12 años nos habla de la educación del futuro

Mientras el Perú no da pie con bola en la orientación de la educación, en una sentida y sesuda presentación en el reciente CADE por la Educación de IPAE, un niño de 12 años, Pablo Arango, de segundo de secundaria, nos habla del futuro, de cómo lo ven los niños y, con dulzura e inocencia, nos compromete a todos los peruanos a responder con algo mucho mejor de lo que hoy día les damos.

Pablito, estudiante del Callao, fue presentado en el CADE como un experto en educación por Marisol Bellatín, fundadora del innovador Colegio Aleph junto con León Trahtemberg y Fiorella de Ferrari. Con gran presencia de ánimo, Pablito nos dio mensajes muy importantes:

  • Necesitamos innovar el modelo educativo
  • Hoy no aprendemos para la vida
  • Queremos más tecnología en las aulas
  • Capaciten a los maestros
  • Pinten las aulas con colores claros
  • Horarios flexibles
  • Debemos trabajar por proyectos
  • Más integración en la clase, se aprende mejor en equipo
  • Más educación cívica
  • Queremos un estudiante que sea innovador, creativo, líder y que busque soluciones

“Yo soy la voz de todos los estudiantes y futuros emprendedores del Perú. Escúchennos, necesitamos cambiar la forma como se aprende en nuestro país”.

Los adultos hemos fracasado en nuestros intentos de sensibilizar a los sucesivos gobiernos de la necesidad de hacer una verdadera revolución educativa en el Perú.

En CADE 1995, el colombiano Juan Luis Londoño nos habló por primera vez de la necesidad de emprender un ‘shock’ educativo. Esto se ha pedido sucesivamente en diferentes formas: “Necesitan emprender un Big Bang”, nos dijo Lant Pritchett en CADE 2014, etc.

El mensaje no entra, los funcionarios públicos ‘del pasado’, empezando por los ministros de educación, no están dispuestos a darles ‘futuro’ a nuestros niños.

Será pues Pablito, en nombre de todos los niños del Perú, el que tendrá que ser escuchado. Comprometámonos a ayudar a Pablito para que se haga, por fin, una gran revolución educativa en el Perú. Lampadia




Retroceso que nos alejará del futuro que viene

Retroceso que nos alejará del futuro que viene

El Congreso aprobó la Nueva Ley Universitaria en contra de la opinión de todos los estamentos de la sociedad y acto seguido, el Presidente de la República, Ollanta Humala la promulgó dos días después en una ceremonia festera. Todo el país advirtió sobre los posibles daños de esta ley, Lampadia recogió algunas observaciones e hicimos nuestro propio análisis en  ¿Mejor educación con prepotencia?  y en Legislando para espejismos). Esta “Norma Contra-Propósito” es un nuevo intento para dotar al Estado de facultades controlistas en algo que requiere libertad, bajo el pretexto de “elevar la calidad de la educación superior” (pero sin lugar a dudas la ley producirá el efecto inverso).

Esta medida contradice el espíritu del reciente paquete de medidas reactivadoras de la economía que pretende desamarrar las manos de los ciudadanos y empresas. Por un lado se hace alarde de la desburocratización, y por otro, en lo más sensible, la educación universitaria, se pretende regimentarla con un proceso dirigido marcialmente, con insultos y descalificaciones a los  opositores y con una proclamación, que parece estar más vinculada a demostrar “aquí mando yo” que a crear el espacio de desarrollo que se necesita para que nuestros jóvenes sean parte del mundo global. Sorprende ver a un técnico de las credenciales de Jaime Saavedra, en el rol de pregonero de esta nefasta ley. (Ver: Ministro de Educación cumpliendo libreto político).

Es evidente que nuestras autoridades no forman parte del mundo global, del que también parecen querer apartar a nuestras generaciones futuras. Esta irresponsable de ley no resiste el menor análisis, si se le aplica un test de adecuación a lo que se hace en el mundo más avanzado en educación superior.

La futura Superintendencia Nacional de Educación Superior (SUNEDU) se encargará de emitir licencias de funcionamiento, supervisar la calidad del servicio (según sus paradigmas), pudiendo cerrar programas y universidades, así como otras muchas disposiciones restrictivas de la libertad académica. Cuando el país se enfrenta a un gravísimo problema de deficiencia educativa a nivel escolar, nuestros legisladores se voltean de espaldas y miran a las universidades, donde tenemos problemas no generalizados y hemos tenido avances sustanciales. En vez de arreglar lo que es un desastre, lo escolar, prefieren enfrentarse a unos cuantos mafiosos a costa de abandonar lo prioritario e incapacitar lo que estaba mejor.

Esta Ley es un retroceso inspirado en los cuarteles del velascato, va en dirección opuesta al rumbo de la educación superior a nivel mundial que busca su mayor libertad para facilitar la creatividad y adaptación al acelerado cambio del mundo moderno, aprovechando al máximo las nuevas tecnologías.

Alejados de la modernidad

Esta Ley regimenta un espacio que debería ser el más libre posible. En él se forman los futuros líderes de un mundo que aún no conocemos ni sabemos cómo va a ser. La norma pretende formar a los jóvenes bajo unos conceptos y sistemas diseñados por burócratas que ni siquiera conocen el mundo de hoy. Es imposible que este grupo de funcionarios pueda prever las necesidades del mercado laboral, linda con la estupidez asumir que un modelo educativo único es el mejor y que “un no académico” debe decirnos si se requieren tesis de bachiller, o si una carrera de economía debe durar 5 años (Perú) o 4 (EEUU) o 3 (Alemania). Sobre todo, cuando lo importante será la educación continua con el máximo de educación a distancia, que la hará más efectiva, económica e inclusiva.

The Economist ha publicado recientemente el artículo “Destrucción Creativa”, mostrando la nueva visión mundial de las universidades en la que el creciente costo de la educación superior, la constante demanda por capacitación laboral, y la tecnología unen fuerzas para imprimir un cambio sobre las tradicionales universidades presenciales al introducir cursos online masivos y abiertos, un sistema que permite educar a una fracción del costo. La Nueva Ley Universitaria evitará que los peruanos se beneficien de estas innovaciones. Leon Thrahtemberg hace una crítica similar (Ver: No basta parchar el pasado).

La Ley añade el voto universal, secreto, y obligatorio para la elección del Rector y Vicerrector, con el propósito de “fortalecer su participación en el gobierno de la universidad” (regreso al pensamiento de Córdova de los años 60), que politiza el espacio universitario.
La nueva “Ley deja sin efecto el Decreto Legislativo 882 en lo que respecta al ámbito universitario”, sin embargo mantiene la reinversión de utilidades, la cual permitió que se lograran altísimos avances en infraestructura educativa, como es evidente. Lamentablemente, la misma ley restringe su aplicación en forma importante.
El economista Gustavo Yamada calculó que el retorno de la educación superior en el mercado laboral, multiplica por 5 la esperanza de ingresos. Esto es muy importante para los más pobres, quienes tienen en la educación el mejor mecanismo de movilidad social.

Tampoco estamos aprovechando las mejores prácticas de otros países. Por qué seguimos inventando la pólvora. Por ejemplo, Polonia, para salir del desastre del comunismo soviético, importó e hizo suyas 80,000 páginas de leyes y regulaciones europeas. Hoy se distingue, por sus excelentes instituciones y por uno de los mejores niveles educativos del mundo, habiendo superado, en solo seis años, los indicadores del promedio de la OCDE. (Ver: Polonia la nueva estrella europea).

La nueva ley es incorrecta y trasnochada. Como dicen los especialistas como Thrahtemberg, la mejor reforma que puede hacer el Estado es realmente subir el nivel de las (principales) universidades públicas. Si ellas, como hoy las mejores universidades privadas, se convierten en auténticas antorchas del saber, las malas universidades del sector privado y público se verán forzadas a igualarse o quebrar. Lampadia