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Impactos sociales virtuosos de la minería

Impactos sociales virtuosos de la minería

Dos informes recientes confirman Los impactos sociales virtuosos de la minería: La Encuesta Demográfica y de Salud Familiar 2012 (ENDES), realizada por el INEI, y de la Evaluación Censal de Estudiantes de Segundo Grado 2012 (ECE).

Los resultados de la ENDES indican que las provincias que tienen una mayor influencia minera registran los menores índices de desnutrición crónica infantil, y los de la ECE señalan que esas mismas zonas mineras también tienen los más altos rendimientos de aprendizaje escolar.

Según la ENDES, tres de las seis regiones que tienen los más bajos índices de  desnutrición infantil son mineras: Tacna (3.3%), Arequipa (6.9%) y Moquegua (8.5%) y Las otras tres son Lima-Callao (6,1%), Ica (8,0%) y Tumbes (8.5%).  Ver cuadro:

 

Los resultados de la ECE en comprensión de lectura,  indican que Moquegua, Tacna y Arequipa, en ese orden, presentan más de un 50% de Nivel 2, satisfactorio, superando inclusive a Lima. Coincidentemente las tres regiones figuran entre las de mayor producción minera.

En la sierra, las dos regiones con más alta comprensión de lectura son Junín y Pasco, también mineras y/o metalúrgicas. En cuarto lugar figura Cajamarca, que tiene menos de dos décadas de actividad minera aurífera. Ver cuadro:

 

En Matemáticas, Moquegua y Tacna prácticamente duplican a Lima en el porcentaje de alumnos con rendimiento satisfactorio, y en la sierra las tres regiones con mejores resultados son Junín, Pasco y Cajamarca, igualmente mineras.

Las cifras reseñadas confirman una tendencia positiva en nuestros indicadores sociales, que quedó registrada en el último Índice de Desarrollo Humano (IDH) de Naciones Unidas, publicado el 2009, en el que se podía apreciar que, al contrario del mito que dice que las zonas mineras son las más pobres, las provincias mineras muestran los mejores indicadores de desarrollo humano.

A la luz de estos resultados, es incomprensible la inacción de nuestras autoridades frente a la paralización de alrededor de 20 proyectos mineros por US$ 25 mil millones, debido a trabas burocráticas, a las llamadas “protestas sociales”, y a la indolencia del gobierno.

Es difícil cuantificar cuánto pierde exactamente el país por esta parálisis, pero se estima que si esas inversiones se hubiesen ejecutado en su momento, hoy nuestra economía no estaría creciendo 6% anual, sino tal vez 8%. También hemos perdido la oportunidad de incrementar los volúmenes de nuestras exportaciones mineras, lo cual hubiese compensado la actual caída de los precios de nuestros minerales.

Es un hecho que el crecimiento económico que hemos alcanzado en la última década, con el consiguiente bienestar de nuestro pueblo, es resultado, en gran parte, de los recursos que ha producido la minería. Por eso es autodestructivo que esas grandes inversiones sigan paradas. Como decimos en Lampadia, es un imperativo moral aprovechar al máximo los ingentes recursos naturales con que ha sido bendecido el Perú (Recursos naturales: Bendición, no maldición).