1

La moral del sombrero

La moral del sombrero

MIENTRAS TODO SUCEDE
Milagros Leiva
Para Lampadia 

Cesar Acuña se ha puesto en el centro del espectro político y ha dicho que él y su partido apuestan por la gobernabilidad y que apostar por la vacancia es entrar en un hoyo más profundo. También ha aceptado que Pedro Castillo Terrones no está preparado para gobernar pero que ineficiencia absoluta no es incapacidad moral. Que solo si se demostrara que el gobernante del sombrero es un corrupto apostaría por la vacancia. La izquierda de Verónika Cerrón también está en contra de sacar a Castillo de Palacio y ambos líderes pretenden dejar establecida que todo es una revancha política: aducen que Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País no aceptan la derrota. Es decir: Keiko, Rafael López Aliaga y Hernando de Soto son tres picones que le hacen daño al país. Reduccionismo puro y duro que esconde los enormes hechos que han pintado a Castillo caminando en el terreno del mal. 

¿Entre un Perú cayendo por el abismo y un presidente incapaz, es la vacancia el mal menor para un país que todos los días duerme abrazado a la incertidumbre? Esa es la pregunta que deberían contestar los políticos que acusan recibo: el Perú es un barco a la deriva dicen; ¿no importa que nos estrellemos? Acuña, Mendoza y seguidores del lápiz piden a los peruanos darle más chance a Castillo. Más oportunidad de aprendizaje. Ya no bastan 100 días para mostrar algo. Quienes defienden a Castillo tampoco confían en él, pero lo prefieren olvidándose que para salir adelante y trabajar en equipo uno de los principales requisitos es justamente la confianza. 

Polarizados y divididos por el mismo gobernante, los poderosos quieren encasillarnos en categorías: los pobres, los ricos, los blancos, los cholos, los provincianos, los limeños, la izquierda, la derecha, los brutos, los iluminados, los caviares, los radicales, los ignorantes, los achorados. ¿No piensas como yo? Entonces no sirves. A eso estamos llegando. A tronos de superioridad moral ficticios porque el problema principal es que al presidente Castillo no le interesa demostrar que es diferente. O bueno, sí es diferente: es tan soberbio que no habla con la prensa desde que inició su mandato y solo grita en las plazas como si siguiera en su rol sindicalista regalando verdades a medias. Es tan diferente que solo quiere imprimir su sello histórico porque no se quita el sombrero ni cuando ingresa a una Iglesia, pero no porque a la primera de bastos expulse de Palacio a quienes tienen fajos de dólares contantes y sonantes. Ni siquiera mueve una ceja cuando sus allegados tienen serios lazos con Movadef que es Sendero Luminoso. No le dice nada al pueblo cuando comandantes generales de nuestras Fuerzas Armadas denuncian intentos de socavar los ascensos con un secretario presidencial que “dirige” en su nombre. No, nada le interesa. Cree que el silencio es su escudo cuando es al revés. El silencio lo hace cómplice.

Castillo está empeñado en decirnos que ha sobrevivido a luchas cruentas y que está preparado para pelear. Se olvida que el pueblo al que invoca también ha sobrevivido a mafiosos que tomaron al Estado como un botín y que tampoco está dispuesto a entregar el Perú a un improvisado que trata al país como su chacra haciendo literalmente lo que le da la gana. 

  • ¿Podrá sobrevivir al primer intento de vacancia con una ministra que es más azuzadora de la protesta social que promotora de la inversión? 

  • ¿Podrá resistir con un ministro de Educación que hace todo menos garantizar el retorno a clases? 

  • ¿Podrá hacernos creer que le interesa la prosperidad cuando su ministro de Economía anda con picazón en el ojo y el hígado revuelto por el éxito ajeno? 

  • ¿Podrá convencernos de que ha entendido que a la mayoría de los peruanos su Asamblea Constituyente no nos interesa porque estamos quebrados y en duelo permanente? 

  • ¿Podrá sobrevivir si al final el Ministerio Público demuestra que él sí sabía el origen del dinero y que Perú Libre actuó como una mafia muy bien organizada? 

  • ¿Es realmente Castillo el presidente que el Bicentenario del Perú merece? 

  • ¿Es realmente un hombre que sabe distinguir el bien del mal, es un hombre moral? 

Estas son las respuestas que él mismo deberá contestar si es que el Parlamento alcanza juntar 52 votos para llevarlo a rendir cuentas. ¿Cuestión de votos o cuestión de honor? Esa también es una pregunta que los parlamentarios y sus líderes políticos tendrán que contestar. Lampadia

 



El presente virtual

El presente virtual

Mientras todo sucede
Milagros Leiva
Para Lampadia

Acabo de asistir a la graduación de mi sobrino Francesco vía YouTube en vivo. Las autoridades de Toronto daban la bienvenida a todos los alumnos que terminaron sus maestrías y que estaban enlazados a través de la plataforma mientras hablaban en un auditorio cuyos asientos vacíos nos hablaban de la espantosa situación que vivimos por culpa del Covid-19. Ese mismo día también acababa de exponer en un webinar y veía con sorpresa como en el mismo momento 2,500 participantes me escuchaban que hay que creer para crecer. La pandemia nos ha quitado la posibilidad de celebrar en grupo, de conectar nuestras energías en persona, pero la virtualidad nos ha devuelto a todos la enorme oportunidad de seguir creciendo y creyendo en nuestros sueños al margen incluso de los encierros.

No sé qué pasará en los siguientes meses con tantos alumnos que han perdido aprendizaje efectivo por no poder regresar a las aulas. ¿Cómo procesarán los nuevos conceptos sin hacer prácticas guiadas y sin poder intercambiar en persona las dudas y las interrogantes que surgen cuando algo nos sorprende? No lo sé. Creo que hemos perdido mucho en todo este tiempo. Yo creo en el contacto personal, en el apoyo de las miradas. En el festejo físico. ¿Volveremos a ser los mismos?

Sí me queda claro que nada podrá reemplazar un encuentro en vivo y en directo, pero tampoco hay que tener miedo de tomar los riesgos que la virtualidad nos impone. Ser flexibles a los cambios es una de las principales lecciones de este presente. Las reuniones de trabajo vía zoom, por ejemplo, han hecho más efectivo el manejo del tiempo; el trabajo a distancia ha demostrado que muchas cosas se podían hacer sin necesidad de requerir la presencia para echar a andar un proyecto.

Pero es en el campo de la salud donde las cosas se tornan más dramáticas y es en el adiós donde un FaceTime jamás podrá reemplazar el efecto de un abrazo. Durante esta pandemia he vivido uno de los episodios más dolorosos de mi vida. Mi hermana menor murió víctima del Covid-19 y no pude ir a su entierro. Prohibidos los peruanos de ingresar a Europa, tuve que usar las plataformas virtuales para despedirla por última vez. Confieso que sentí impotencia. Habría dado todo lo que tengo por abrazarla, besarla y despedirme. Me habría consolado más sujetando las manos de mis sobrinos, sus hijos. Pero nada pudo ser salvo ver su entierro a través de una pantalla. Muy pronto viajaré a Alemania para visitar su tumba, para rezarle en persona, para decirle cuánto la extraño, para abrazar a mis sobrinos, para recorrer sus calles, sus parques, sus objetos, sus recuerdos más íntimos en persona. Será un viaje duro, pero necesario. Puedes decirle a una persona cuánto lo sientes a través de una llamada o de un mensaje de texto, pero ni una sola palabra tiene el efecto de un abrazo presente en cuerpo y alma. Las palabras sobran cuando dos personas se funden en un abrazo, cuando las miradas se encuentran. Cuando dos almas enlazan sus energías no hay virtualidad que valga. Eso lo sé. Lampadia




La foto de Ayala

La foto de Ayala

MIENTRAS SUCEDE
Milagros Leiva
Para Lampadia

Ha contado el almirante Jorge Moscoso que fue en el Consejo de Ministros de aquel funesto 30 de setiembre del 2019 que el ex presidente Martin Vizcarra comentaba preocupado la crisis política y comentaba que el Congreso quería vacarlo. Moscoso levantó cinco veces la mano para opinar que se debía encontrar una salida a la crisis, que el choque de trenes era lo último que debía buscarse. El gobernante nunca le dio la palabra.

Ni bien vio salir a Vizcarra con cara de pocos amigos a dar el mensaje a la Nación el almirante comenzó a escribir su carta de renuncia. No lo dudó. Moscoso solo tenía tres meses como Ministro de Defensa, pero antes ya había logrado ser el Comandante General del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas del Perú y no podía traicionar su juramento. Lo que Vizcarra hizo al disolver un parlamento con la excusa de la “denegación fáctica” no era propio de un demócrata y no pensaba avalarlo. Por supuesto jamás se tomó una foto con el mandatario en ese día de espanto para la democracia, ni siquiera de “despedida”. Antes de marcharse a casa miró a los ojos de los Comandantes Generales de todas las armadas en el piso 12 del ministerio de Defensa, les dijo que había renunciado y que el presidente los convocaba a Palacio. Les aconsejó que preguntaran bien a sus conciencias si avalaban esa disolución, que meditaran su decisión y se retiró.

El desconcierto en el Perú era total. Moscoso y todos los peruanos verían después la foto de Martin Vizcarra junto a la cúpula del comando conjunto de las fuerzas Armadas. Allí estaba sentado muy tranquilo después de disolver el parlamento, protegido por los generales César Astudillo, Jorge Celis, José Luis Lavalle, Rodolfo García Esquerre, José Luis Lavalle y el almirante Fernando Cerdán. Cuenta la historia que esa foto fue tomada casi por inercia por un felpudo funcionario de Palacio y que los generales jamás imaginaron que segundos después la estarían viendo en televisión. La historia también cuenta que cuando la vicepresidenta Mercedes Araoz atrincherada en el Congreso vio la foto publicada en el twitter de la Presidencia entendió que todo estaba perdido para quienes interpretaban que lo hecho por Vizcarra era inconstitucional. Sin el apoyo de las Fuerzas Armadas es imposible gobernar.

Hace unos días el general en retiro Rodolfo García Esquerre protagonista de esta fotografía y quien entonces era el número uno de la FAP me contó que en esos minutos de crisis todos los generales y almirantes conversaron y decidieron dar el respaldo. Que todo sucedió muy rápido y que en efecto fueron fotografiados al vuelo. ¿Fueron usados para el golpe final? La respuesta se escribe sola. ¿Qué habría pasado si ellos al igual que el almirante Moscoso le hubieran dicho NO a Vizcarra? Esta respuesta es materia de otro análisis.

Ahora regresemos al presente. ¿Han visto en estos días la foto del ministro de Defensa Walter Ayala junto a los comandantes generales? De manera insólita el hombre que jamás debió llegar a ese ministerio y que ha tratado de influir en los ascensos junto al impresentable Bruno Pacheco secretario general de la Presidencia (según narran los generales José Vizcarra y Jorge Chaparro sus pases al retiro de manera injustificada no es otra cosa que una venganza política por haberse negado a ascender a los conocidos del presidente) se tomó una foto con la cúpula militar y la tuiteó al mejor estilo de Martin Vizcarra. Estuve investigando cómo así los generales aceptaron esta fotografía después de tanto escándalo y la verdad es incómoda y pinta de cuerpo entero al ministro lechuga.

La verdad es una sola: Walter Ayala citó a los generales al piso 12 y les contó que había renunciado, se despidió, les deseó lo mejor y les pidió una última foto del recuerdo para su archivo personal. Los comandantes generales le estrecharon la mano, le desearon también lo mejor y accedieron a la foto del adiós. Jamás imaginaron que segundos después esa foto aparecería en el tuit personal de Walter Ayala. En la imagen el único que sonríe es él. Por supuesto el ministro nunca se fue y hasta hoy ninguno de los generales ha vuelto a mirarle la cara. Ayala no se atreve a convocarlos al piso 12.

Horas después a los comandantes generales les volvieron tomar una foto pero esta vez el personaje protagonista era el presidente. Convocados a Palacio fueron imaginando que el gobernante les hablaría de la salida del ministro Ayala, del alejamiento del secretario Pacheco, del escándalo que nunca debió suceder; imaginaron que el presidente les diría que de ninguna manera quiso influir en los ascensos y que todo fue un mal entendido. Nada de eso pasó. El hombre del sombrero habló de todo menos de sus camaradas venidos a menos Ayala y Pacheco. Nada de la crisis, nada de las invitaciones al retiro. Habló de Dios, de la Patria, de la familia, del Perú y por supuesto llegó el momento de la foto que minutos después obviamente estaría en un tuit de la cuenta personal del presidente. En la imagen el rostro adusto de los militares vale más que mil palabras. Pedro Castillo Terrones levanta la mano y ensaya una mueca feliz que se estrella con la realidad.

¿Hasta cuándo los militares serán usados con fotografías políticas que sirven para mantenerse “bien” en el poder? No lo sabemos, lo que sí es real es que en Ayacucho, en la presentación populista de los primeros cien días de gobierno, no solo llamó la atención la ausencia de la primera ministra Mirtha Vásquez. Los altos mandos tampoco lo acompañaron. ¿Imaginan ustedes la cara de los generales mientras Castillo anunciaba la venta del avión presidencial? ¿Imaginan ustedes que ellos asistan “felices” a tomarse fotos en Ayacucho después del tremendo golpe a la institucionalidad castrense que acaba de cometer Castillo? Imposible. Por eso no hay foto que le sirva al gobernante para bajar la temperatura. Los jefes militares son obedientes al jefe supremo que es el presidente, pero tampoco son bobos. Lo están demostrando. Lampadia




El silencio de los inocentes

El silencio de los inocentes

Mientras todo sucede
Milagros Leiva
Para Lampadia

Pronto serán dos años y siguen sin ir a la escuela. De hecho, ya se cumplieron 600 días, pero de eso ningún poderoso quiere hablar. Ni siquiera el presidente que dice tener palabra de maestro. ¿Es justo que los pequeños de la casa estén encerrados sin poder ir a la escuela porque al ministro Gallardo, sí, al poderoso de Educación le interesa más el aspecto sindical de su sector que declarar prioridad uno abrir las escuelas? Dirán los ayayeros de turno que estoy mintiendo, que algunos colegios ya comenzaron con la asistencia por horas y que por algo se comienza. Migajas. Migajas oficiales para contener el lamento y la indignación de los padres frente a un camino sin retorno. 

El especialista en Educación Paul Neira ya lo dijo. No se podrán recuperar los dos años perdidos, los chicos no están aprendiendo ni siquiera el 50% de lo previsto frente a la virtualidad, pero hoy mejor se habla de nombrar a los maestros contratados renunciando a la evaluación continua en lugar de curar la herida. Somos conscientes de que lo ocurrido es una herida abierta y sangrante, ¿verdad? Nadie (ni siquiera usted con sus más infinitos temores) podrá justificar ante los menores de edad que fue la desidia del Estado lo que impidió el retorno. Estamos en la cola, pero no importa. Tenemos a un ministro de Educación que más despacha con su hija, pero eso tampoco importa. El daño es irreversible porque el tiempo ya se perdió.

  • ¿Se han dado cuenta de que se ha normalizado no ver a los niños con sus mochilas y loncheras en las calles? 

  • ¿Se han dado cuenta como los pocos parques que existen en el Perú se han convertido en academias donde los chicos estudian lo que pueden?

No vemos a los pequeños uniformados, pero sabemos que están en sus casas. Están encerrados, entre cuatro paredes, estudiando frente a una pantalla que no termina de reemplazar la enorme experiencia del aula. Encerrados en espacios pequeños, sin jugar con los amigos, sin hacer deporte, sin levantar la mano y aprender incluso a ruborizarse delante de los demás. En la mayoría de casos sin supervisión porque sus padres trabajan. 

Seamos sinceros. ¿No es acaso un abuso y una vulneración absoluta a sus derechos todo lo que está sucediendo? Los niños no cierran carreteras, no votan, no paralizan una ciudad. Por eso estamos abusando.

Basta de subestimarlos. Basta de pensar que como son menores se contagiarán en el recreo. Los chicos saben usar las mascarillas y saben cuidarse. Solo hagan un ejercicio. Pregunten a sus hijos o sobrinos: ¿prefieres ponerte la mascarilla, lavarte siempre las manos y guardar distancia o mejor sigues en la casa sin ir a la escuela como estos casi dos años? La respuesta la estoy imaginando y usted también. Unámonos por ellos, levantemos la voz por los menores de edad. Es hora de que regresen al colegio, pero el retorno es para ayer, no para el 2022 como la mediocridad del Minedu lo anuncia sin espantarse.

La prioridad son los alumnos, no la cuota de poder en el magisterio. De nosotros depende convertir el silencio de los inocentes en un grito de absoluta defensa del derecho a la Educación.  Lampadia




Los conejos de la improvisación

Los conejos de la improvisación

Mientras sucede
Milagros Leiva
Para Lampadia

“No gobernaré desde la Casa de Pizarro porque creo que tenemos que romper con los símbolos coloniales para acabar con las ataduras de la dominación que se ha mantenido vigente durante tantos años. Cederemos este Palacio al nuevo Ministerio de las Culturas para que sea usado como un museo”

Existió ese día. 28 de julio del 2021. En su primer mensaje a la Nación el presidente Pedro Castillo y su sombrero inseparable sacaban el primer conejo sorpresa: no despacharía en Palacio. Vladimir Cerrón y todos los seguidores del lápiz aplaudieron excitados. Limitado e improvisado, el nuevo gobernante se fue a vivir a Breña y despachó en penumbra. Lamentablemente para sus seguidores hoy se ha confirmado que Palacio seguirá siendo Palacio y que su anuncio fue un simple show para las galerías. Un show que supo a trago amargo por la improvisación, pero que auguró muy bien lo que sería este gobierno.

“El Gobierno del Perú ha nombrado al señor Richard Rojas García como Embajador en Venezuela. A su vez, el Gobierno de dicho Estado ha nombrado al embajador Alexander Yánez Deleuze como su Jefe de Misión en Lima”. Comunicado Oficial 022-21.

Cómo olvidar este día. 15 de octubre del 2021. Richard Rojas, el hombre jefe de campaña, el que había acompañado sin descanso durante nueve meses a Castillo, el que según narración propia fue quien dio la idea de no sacarse jamás el sombrero, podía dormir feliz. ¡Era embajador! Qué importaba que Panamá no hubiera aceptado sus credenciales, que importaba que el mundo diplomático observara estupefacto su nombramiento; Rojas cantaba “Alma llanera” a todo pulmón. El problema es que no contó con la astucia del fiscal que lleva su mismo nombre. Investigado como uno de los dinámicos del Centro, Richard Rojas tuvo que someterse a la audiencia donde el Poder Judicial le sentenció impedimento de salida por seis meses. Perú Libre habló de venganza, él apenas articuló palabra y el ministro de Justicia Aníbal Torres salió en defensa del sombrero palaciego y restó importancia diciendo que Rojas no había sido nombrado embajador (¿quiere decir que los comunicados de Cancillería son mamarrachos?) y que jamás existió resolución con firma presidencial. En cristiano: otro escándalo.

“Mi agradecimiento a Ricardo Belmont por sumarse al equipo del #GobiernoDelBicentenario. Su experiencia profesional y política estará al servicio del Perú, asumiendo la asesoría del Despacho Presidencial. Lograremos un buen trabajo, pensando siempre en el desarrollo del país”.

Existió este otro día. 18 de octubre del 2021. Ricardo Belmont sale y agradece al presidente haberlo elegido asesor, anuncia inversiones inimaginables, critica a la prensa, se ríe de los caviares. Pedro Castillo tuitea feliz. Escribe casi una pastilla para levantar la moral mientras cinco dinámicos están fugados y un reglaje a políticos y periodistas empaña su gobierno. Tres días después del tuit, el mismo Belmont que luchó por ser presidente en más de una oportunidad sale de Palacio y dice que no tiene resolución que mostrar, que el nombramiento como asesor solo ha sido de palabra. En resumen: Castillo seguirá sin asesor oficial, por ahora. Mañana quizá llamen a Andrés Hurtado, el popular Chibolín.

Si algo hemos aprendido en estos ochenta y seis días de gobierno es que reina el desmadre y la informalidad. Que cualquier nombramiento que no calce puede tener la explicación más surrealista y que cualquier escándalo será siempre una buena cortina para tapar la mediocridad. Para muestra los tres conejos que acabamos de recordar. La pregunta final es una sola: ¿Castillo es consciente de sus metidas de pata o sus conejos aparentemente improvisados son simples maniobras para distraer y ocultar que en efecto no está preparado para gobernar? Lampadia




Divide y no reinarás

Divide y no reinarás

MIENTRAS SUCEDE
Milagros Leiva
Para Lampadia

Varios días caminé hasta mi trabajo porque prefería guardar el dinero del taxi. Decidí que a mal tiempo buena cara y me incentivé diciendo que haría ejercicios caminando desde el malecón Balta hasta Aramburú con la Vía Expresa. No tenía dinero salvo el que juntaba para comprarle ropa y leche a mis bebés. Creo que Hernán Vidaurre se dio y por eso me alimentaba mientras trabajábamos juntos en RPP. Nunca le dije nada, pero las galletas y el jugo que me invitaba eran mi mejor lonche. Siempre le agradecí, no me quejé. Yo estaba hundida, quebrada, pero sabía que tenía que trabajar. Sabía que tenía que ahorrar y que no debía perder la ilusión, menos la esperanza.

Me levanté, poco a poco. Volví a juntar soles para mantenerme, para ayudar a mis padres, para criar a mis mellizos. No le eché la culpa a mi destino, perdoné mis errores y seguí caminando. No quería limosnas porque no creo en ellas, me amarré la cabeza y volví a comenzar. Cuento esto porque detesto el discurso que victimiza y no empodera. Me harta la siembra del odio para cosechar revuelta. Nadie tiene la culpa de nacer blanco, negro, amarillo o sabe Dios qué color. Nacemos, punto. Y tenemos dos caminos: o nos fortalecemos y aprendemos que cada día es una oportunidad o morimos víctimas. La falta de liquidez no tiene porque avinagrarnos el alma. No estoy diciendo que nos pongamos una venda frente a la injusticia y la corrupción que empobrece, que sigamos caminando indiferentes pensando solo en nuestro bienestar. No. Lo que estoy diciendo es que el odio y la división no son el camino para reactivar un país sino el trabajo arropado con ilusión y efectividad. No gana quien prioriza el YOSOY y TÚESTÁSMAL, triunfa el que sabe trabajar en equipo, el que prioriza el NOSOTROS con humildad.

Levante la mano quien no ha tenido un sol en la billetera un día cualquiera y ha respirado hondo por sentirse quebrado. Yo levanto la mano. Levanto mi mano con el puño cerrado, pero no digo palabra de maestro porque Pedro Castillo ha ensuciado esta frase. Yo grito palabra de resistente que debe trabajar porque nada cae del cielo. Nada señores ni siquiera la presidencia. Lo justo es prepararse sin perder tiempo en el resentimiento. Vivir sin buscar solo contradicciones, caminar buscando armonía, detestar el caos y le mediocridad. Confieso que no he nacido pobre, que tengo agua y desagüe desde que tengo uso de razón y que además he tenido el privilegio de educarme bien, pero sé que existen miles de peruanos en extrema pobreza, que duermen y se levantan con frío, que desayunan poco y mal. Y sé que millones están hartos de esperar, asqueados de tanto corrupto, impotentes de tanta falta de patriotismo. ¿La solución es vender un discurso de odio? De ninguna manera. Si divides no reinarás. Tarde o temprano tu cabeza rodará. Algún día (espero que no tarde) llegará un líder que una a todos los peruanos y que no se ponga el sombrero de la arrogancia para enemistarnos más. Ya lo estoy esperando. Lampadia




El fantasma de Maraví

El fantasma de Maraví

Milagros Leiva
MIENTRAS TODO SUCEDE
Para Lampadia

Iber Maraví ha jugado con la memoria de los peruanos, de los que todavía no entienden el gran daño que nos hizo Sendero Luminoso durante más de veinte años. En sus descargos ha dicho de todo para marear al pueblo, para pasar por víctima, por el hombre que no tiene sentencias y sí atestados en la Dircote (según él pueden obedecer a testimonios hechos bajo tortura). No importa que el mismo Sutep le diga mentiroso y le aclare que fue miembro fundador de Conare que es Movadef y que en origen y final es Sendero Luminoso. No importa nada, solo mentir para que algo quede y se salve de la censura. Maraví quiere permanecer como Ministro y cuenta con el apoyo del presidente Pedro Castillo.

Ha obrado bien la ex fiscal de la Nación y hoy congresista Gladys Echaiz, le ha dicho con todas sus letras que quizá no tiene sentencias porque en aquella época jueces y fiscales dejaban pasar hechos delictivos porque no querían morir. Vivían amenazados en Ayacucho. Pero de eso el profesor Maraví, el hombre que se describe como un luchador social, prefiere no hablar. Y existe algo peor: la masacre de Lucanamarca. Existe el fantasma de Maraví. ¿No entienden a qué me refiero? No se preocupen. El ministro ha sido hábil. No ha contado los detalles para no levantar indignación.

Recordemos entonces.

Todo comenzó a las ocho de la mañana. Fueron 60 miembros de Sendero Luminoso y estaban armados con hachas, machetes, cuchillos y armas de fuego. Querían vengarse e iniciaron un ataque cruel y despiadado. A lo largo de un trayecto de sangre pasaron por Yanaccollpa, Ataccara, Llacchua, Muylacruz y terminaron en Lucanamarca, un pueblo ayacuchano que jamás olvidará el 3 de abril de 1983. Yo tampoco puedo olvidarlo porque hasta ese pueblo llegué para escuchar testimonios durante las audiencias de la Comisión de la Verdad. Fue una demencial incursión, eso me dijeron los campesinos a los que pude entrevistar. Sesenta y nueve campesinos brutalmente asesinados.

Recuerdo los relatos perfectamente. Sendero se vengó de este pueblo que no se subordinó y los terroristas no tuvieron reparos en asesinar a machetazo limpio a mujeres y hombres, ancianos y también bebés. Destriparon a mujeres embarazadas sin remordimiento. Sendero quería demostrar que era un hueso duro de roer y que estaba dispuesto a todo. Abimael Guzmán reconoció que esa masacre “fue un error”, “un exceso”. Jamás pidió perdón. Cráneos partidos, cuerpos quemados con agua hervida, sesos regados. Sangre, mucha sangre. Gritos, estertores, lamentos de un pueblo que vivió en agonía la peor de las pesadillas, un pueblo que aprendió impotente el concepto de la crueldad.

El punto es uno solo: los testimonios obtenidos sindican directamente a Hildebrando Pérez Huarancca como el responsable del ataque. Los testigos entrevistados por la Comisión de la Verdad y Reconciliación identifican con este nombre al líder senderista y lo describen como el hombre que ingresó llevando dos pistolas, con voz de mando. Era un profesor. Eso dijeron. Alto, flaco, mestizo. Blanquiñoso, de ojos vivos y pelo lacio, así lo describieron.

Hildebrando Pérez es el suegro de Iber Maraví.

¿Y eso qué importa? Podrán decir. Es su suegro, pero no significa nada. Se equivocan en un punto absolutamente neurálgico. El actual ministro de Trabajo que está a punto de ser censurado ha dicho que nada tiene que ver con el suegro, que no lo conoció, que desapareció de la vida de su esposa y que muerto está. ¿¿Muerto?? Maraví se ha preocupado de mencionar a Hildebrando como un terrorista cualquiera y no como el monstruo de Lucanamarca. ¿Acaso no era el momento perfecto para condenar a Sendero por esa espantosa masacre? ¿No recuerda ministro Maraví que “a los niños recién nacidos les sacaron las tripas y pisaron sus cabezas hasta que salgan sus sesos”? ¿No recuerda los testimonios? ¿Usted que ha leído la CVR por qué no cuenta los detalles y de paso los condena? No me he cansado de decirlo en mi programa y lo escribo ahora: Si el ministro sabe que Hildebrando Pérez ha muerto nos puede explicar cómo, cuándo y dónde falleció. ¡¡¡La Dircote todavía lo da por fugitivo!!! ¿Puede explicárselo a los familiares de esos 69 peruanos que merecen conocer la verdad sobre el verdugo? Cuéntenos Maraví, diga toda la verdad. ¿Qué sabe de ese terrorista? ¿Cómo murió? ¿O también debemos enterrar a Lucanamarca y hacer de cuenta que nada malo pasó solo porque a usted le da la relagada gana de ser ministro cuando sabe que con eso nos afrenta? Lampadia




El hábito del sombrero

El hábito del sombrero

MIENTRAS TODO SUCEDE
Milagros Leiva
Para Lampadia

Pedro Castillo Terrones nunca usó sombrero hasta que comenzó la segunda vuelta. Hoy no se lo saca ni para ir al baño, literalmente. Cuenta su entorno que tampoco se lo saca en las reuniones de los Consejos de Ministros. No se lo saca en los aviones, en las cenas, en ninguna aparición pública y es tanta la confusión que hasta un periodista argentino lo ha confundido con un mariachi. Su cerebro nunca descansa de esa prenda que hoy se ha convertido en un símbolo de su gobierno. En efecto estamos en el gobierno del Sombrero y no habría mayor problema si debajo de esa prenda popular tuviéramos a un presidente con metas tan claras y tan definidas que no duda en comunicárselas al pueblo peruano. ¿Deben ser las personas juzgadas por su apariencia, por cómo se visten? Yo creo que no. ¡El hábito no hace al monje!, el problema es cuando el monje solo usa el hábito para ser reconocido como tal.

Cuenta la historia que sobre el forro de su abrigo de Brooks Brothers el presidente Abraham Lincoln hizo bordar: One Country, one destiny (un país, un destino). Un hombre que enfrentó la Gran Depresión con un talento innato para comunicar, así era Roosevelt quien dejó un legado tan grade en Estados Unidos que todos los gobernantes que lo sucedieron jamás han dejado de mencionarlo. Castillo todavía no borda nada en su sombrero. ¿Pero qué frase elegiría? ¿Divide y reinarás? ¿Salvo el poder todo es ilusión? ¿El hijo del pueblo que quiso, pero no supo? ¿No soy comunista, pero parezco? De saque ha demostrado ser un gobernante silente. No da mensajes a la Nación explicando al pueblo sus desafíos, a cambio lee discursos, pero cuando se sale del libreto el enredo es tan bochornoso que hasta vergüenza da.

¿Castillo es una gran incógnita? No necesariamente. Entre idas y venidas, está demostrando que la izquierda unida también puede ser vencida por la ineficacia y mediocridad puesta al servicio de la Nación. El amiguismo ha sido tan burdo en el nombramiento de puestos claves que sorprende le enorme incapacidad para convocar al talento. Varios líderes de izquierda hoy aseguran con un paternalismo desbocado que a Castillo hay que comprenderlo y hasta perdonarlo. Que es un maestro rural, que no tiene experiencia alguna en gestión y sí en reclamos, pero que lo cívico es esperar a que aprenda. El problema es que la crisis y la enorme incertidumbre y crispación no resiste aprendizaje de largo aliento; peor cuando se observa que en su gobierno existe básicamente un desgobierno.

¿Qué conejos han salido hasta hoy de este sombrero político? Un primer ministro que osa enfrentarlo, un líder del partido que a la primera le corrige la plana en un tuit y varios ministros que balbucean explicaciones diversas de la ineficacia ante una prensa incrédula. ¿Qué otros conejos saldrán? Peor aún: ¿podrá el sombrero protegerlo de la tormenta judicial que se avecina?

La Fiscalía ya fijó posición: Perú Libre es una organización criminal que entre otras cosas lavó dinero para financiar la campaña. ¿Castillo sabía de los fondos? ¿Se sacará el sombrero para contar la verdad? ¿Tendrá un conejo de la suerte o la colaboración de algún eficaz terminará por despeinarlo? Lampadia




La libertad no tiene castillo

La libertad no tiene castillo

Milagros Leiva
Para Lampadia

Fue la seguridad de Hugo Chávez la que peor me trató en una cobertura periodística. Eran tiempos de Alejandro Toledo y de la Cumbre del Grupo de Río. Yo estaba en el Cusco tratando de cumplir mi misión: una entrevista con el poderoso venezolano. Intenté acercarme a él en Sacsayhuamán, pero sus agentes no solo me cargaron en peso, también me arrancaron una mata de cabellos porque yo terca me mantenía firme ejerciendo el oficio. Tanto fue mi dolor que termine gritando mientras veía un mechón de mis cabellos en manos de un agente; solo recuerdo que el gobernante volteó y reprendió a su seguridad accediendo a responder mi cuestionario. Yo triunfé por terca, él aceptó por culpa. La entrevista, dicho sea de paso, fue abortada ni bien comencé a preguntarle por la libertad de expresión. Acusándome de agente del imperialismo y de que trabajaba en un periódico de derecha, Chávez interrumpió el interrogatorio. La crónica de ese encuentro la escribí en diario El Comercio, medio en el que escribía.

Tengo que reconocer que no me extrañó la violencia de la guardia chavista. El líder de “la revolución bolivariana” despreciaba tanto a los periodistas que no solo cerró medios de comunicación, hoy muchos de los informadores viven exiliados en Estados Unidos. No me sorprendió porque el rechazo a la prensa es típico de las dictaduras, la crítica no está permitida.

Escribo todo esto porque últimamente he visto al presidente Pedro Castillo, a su primer ministro Guido Bellido y a varios miembros del partido Perú Libre como actores de un gobierno donde el veto a la prensa está formado por tres ejes fundamentales: silencio, burla y agresión. Un gobernante elegido en democracia que no respeta a la prensa ingresa al terreno del autoritarismo, quiera o no. El presidente Castillo prefiere tuitear a dar conferencias y es tan silente con las críticas que su mutismo termina convirtiéndose en un estruendo político. Uno podría pensar que se está acostumbrando a su nuevo rol, que las conferencias le quitan tiempo pues trabaja sin descanso y que incluso se toma tiempo antes de contestar; nada más lejos de la realidad. Castillo fue un candidato que azuzó a sus seguidores contra los periodistas, no dio entrevistas salvo contadas veces que lo dejaron mal parado y hoy ensaya un estilo que ya despertó alertas en la comunidad periodística. No habla, pero tampoco deja que le pregunten y si los periodistas osan acercarse agredidos quedarán. Allí están las reporteras de RPP y TV Perú para contarlo.

¿Puede un gobernante dejar de contestar a los periodistas? La respuesta es no, pero Castillo cree que sí. Aunque la incertidumbre de tanta crisis política dispare el dólar, prefiere seguir con su estrategia de campaña: hablo y digo lo que quiero en la plaza, pero jamás a un periodista que llegue cargado de preguntas. Y mientras todo esto sucede se va de viaje a México y Estados Unidos, dejándonos el cadáver del terrorista Abimael Guzmán en la morgue sin entierro a la vista y un rosario de preguntas sobre su gobierno que sabe Dios si algún día contestará. La libertad de prensa en el Perú hoy no tiene castillo y quienes están en el Ejecutivo buscan tener a los periodistas controlados y si se puede encerrados en una mazmorra; olvidan que el derecho a la información siempre encuentra una ventana para triunfar. Olvidan que mientras exista independencia no importan los silencios ni los desprecios, mucho menos los cantos del poder; lo que realmente importa es la búsqueda de la verdad. Lampadia




Un llamado a poner fin a los excesos y maltratos

El esposo de Keiko Fujimori, Mark Vito Villanella y su abogada Giuliana Loza han confirmado, en entrevista con la conductora Milagros Leiva, versiones que la propia periodista tenía acerca de las condiciones carcelarias de las personas vinculadas a Keiko Fujimori.

  • Resulta que Ana Vega, con más de 70 años y problemas de salud, ha sido recluida en una celda chica, sucia, con un hueco en el piso como inodoro.
  • Vicente Silva Checa durmió los tres primeros días de su reclusión en el piso porque no le dejaron ingresar el colchón y no le permitieron ingresar una botella de agua ni sus pastillas, siendo diabético.
  • A la propia Keiko Fujimori no le permitieron comer la primera noche de la detención preliminar. Leiva informó que Keiko durmió en el suelo. Mark no lo confirmó y dijo que si es cierto Keiko no se lo iba a decir.  

Según denuncia del mismo Villanella y su abogada ante el Defensor del Pueblo, el juez no elevó en 24 horas, como corresponde de acuerdo a ley, la apelación de la sentencia de cárcel a Keiko Fujimori. No lo había hecho desde el 17 de noviembre, en que se presentó la apelación, hasta el pasado 24.

Los procesos están plagados de excesos. Se criminaliza conductas que no son delito y se abusa de la detención preventiva, como ya ha señalado el Tribunal Constitucional. Se allanó indebidamente las oficinas de un estudio de abogados. Ahora se ha citado nuevamente a la fiscalía a los empresarios que aportaron a la CONFIEP por donaciones formales que se hicieron a una campaña de defensa de la economía de mercado.

Sin embargo, el presidente del Poder Judicial, el Magistrado Víctor Prado, afirma que los procesos judiciales son impecables y ajustados a la ley y la Constitución. “La ley es igual para el más grande y el más chiquito” (El Comercio). Así debe ser, sin duda, pero que sea igual no significa que sea justa, más bien parece que es injusta para todos. Además, una cosa es la letra de la ley, y otra su aplicación. Si, por ejemplo, manifiestamente no se cumplen las normas como las sentencias del Tribunal Constitucional, no se puede hablar de justicia. El presidente del Poder Judicial debiera reconocer las fallas de aplicación de la justicia y enmendarlas.

Por su lado, el presidente Vizcarra debería llamar a poner freno a la criminalización de las organizaciones políticas. Y también a los maltratos carcelarios, que ultrajan la dignidad humana de las personas y expolian sus derechos humanos. No es posible que una democracia se comporte de esta manera. Recordemos que el ministerio de Justicia maneja el INPE.  

Debería considerarse la instalación de cárceles adecuadas para personas que se someten a largos períodos de reclusión preventiva para investigaciones durante las que se debe considerar la presunción de inocencia, máxime si los encausados son miembros de partidos políticos, que pueden correr riesgos distintos a los de un reo por crímenes comunes. Por supuesto, la reforma carcelaria está pendiente para todos los reos, que sufren condiciones inaceptables.

Si se vela por aplicar el debido proceso y se aplica condiciones adecuadas para las eventuales reclusiones, nadie tendría justificación alguna para excluirse del ámbito de la ley. Como vemos, una situación bastante lejana de la realidad actual. Lampadia