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Rumbo al bicentenario

Datos demasiado grandes para el formato del archivo




¿Dónde están los recursos para hacer lo ofrecido?

¿Dónde están los recursos para hacer lo ofrecido?

Hace muchas semanas estamos pensando en escribir sobre lo poco que hemos aprendido de la aritmética básica de la economía. Esto se ha hecho especialmente evidente durante la reciente campaña electoral, tanto en los pliegos interrogatorios de los medios, incluyendo a los periodistas más destacados, como en la boca de los propios candidatos.

“Hay que invertir 6% del PBI en educación”. “Se necesita 3% del PBI en infraestructuras”. “La salud requiere 4% del PBI”. Etc. Etc. Nadie repara que desde un punto de vista proporcional, solo tenemos 100% para gastar. Y los que lo hacen, empiezan a ver donde se puede gastar menos para financiar tal o cual cosa o, lo que es peor, se propone alegremente el uso de nuestras reservas, la posibilidad de recurrir al endeudamiento público y/o al aumento de las tasas nominales de impuestos.

Lo sorprendente, es que nadie repara en el único pozo inmenso en el que podemos encontrar prácticamente todos los recursos que necesitamos: EL CRECIMIENTO DE LA ECONOMÍA. Por ejemplo, si crecemos al 7% anual, duplicaremos el presupuesto del Estado en 10 años, sin tomar en cuenta una mejor recaudación. Así lo hemos hecho con cierta facilidad durante muchos de los últimos años y así lo posibilita nuestro potencial productivo y de mejora de la productividad.

Con un enfoque en el crecimiento como fuente de recursos para aumentar la inversión del Estado, tanto el uso de reservas como el del endeudamiento, cobran relevancia como puentes temporales para superar inflexiones o baches y, hasta para adelantar ciertos procesos de inversión comprometiendo recursos futuros específicos para, por ejemplo, ‘el adelanto social’ vinculado a los proyectos de inversión privados en el desarrollo de recursos naturales. El análisis del uso de los recursos del Estado no puede ser estático, tiene que ser dinámico en el tiempo.

Cuando alguien nos hable de que el Estado haga mayores inversiones en cualquier rubro, debemos pedirle que lo haga desde un enfoque de crecimiento, con la visión de un modelo ‘ganar-ganar’. De lo contrario, estaría pretendiendo que repartamos la ‘torta actual’, distribuir lo que tenemos, establecer decisiones arbitrarias en la asignación de gastos o hacer un mal uso de nuestras reservas y/o capacidad de endeudamiento.     

Como hemos explicado en Lampadia, durante los últimos 20 años nuestra economía ha crecido alto y sostenido. Esto permitió que los ingresos corrientes del Estado crezcan en 46 veces entre 1990 y el 2000 y, 167 veces hasta el 2015

El siguiente artículo de José Carlos Saavedra de Apoyo Consultoría nos permite abordar este tema tan importante aprovechando sus razonamientos y también, demostrando con tanta facilidad en análisis estáticos.

“No hay lonche gratis”

José Carlos Saavedra, Director de análisis macroeconómico de Apoyo Consultoría,

El Comercio, Domingo 26 de junio del 2016

Glosado por Lampadia

 

“El Estado (el sector público) solo dispone de los recursos que recauda a través de impuestos, más aquellos que puede conseguir endeudándose”.

Según una encuesta de Ipsos realizada en abril de este año, la población desearía que el próximo gobierno se concentre en mejorar la educación, la salud y la seguridad ciudadana. 

En línea con eso, Peruanos Por el Kambio ha propuesto incrementar el presupuesto público de educación a 6% del PBI, el de salud a 4% del PBI y el del Ministerio del Interior a 2% del PBI al 2021. Es decir, el plan es incrementar el presupuesto en esos tres rubros, de 8% hasta 12% del PBI en cinco años. Sin duda, esto permitiría financiar mejoras significativas.

Un incremento de 4% del PBI del presupuesto en cinco años, que representa unos US$ 6,900 millones, no es ningún problema si se relaciona con un crecimiento, incluso mediocre, de 4% anual, que daría un incremento acumulado del presupuesto de US$ 7,600 millones. O sea, aún sobraría algo más para otras inversiones. (Estos cálculos se basan en un PBI de US$ 173,000 millones al 2015 y en ingresos del Estado de 20% del PBI).

Si crecemos al 7% anual el incremento acumulado del presupuesto sería de US$ 14,600 millones. 

Para la inversión en educación también debe considerarse el aporte del setor privado, que ya contribuye con 3% del PBI. Lamentablemente, el ministro de educación actual no considera que el sector privado pueda dar aportes valiosos, ni siquiera validando experiencias exitosas que puedan adoptarse en el sector público. Grave error.

Sin embargo, como bien decía el Nobel de Economía Milton Friedman, “no existe tal cosa como un lonche gratis”. Es decir, estas propuestas implican una cuenta que todos deberemos pagar como sociedad. Entonces, cabe preguntarse si el Estado tendrá recursos suficientes para cumplir con las metas mencionadas.

Fijar las metas de gasto público como porcentaje del PBI puede generar confusión sobre la disponibilidad de dinero que realmente tiene el gobierno para gastar. El PBI representa el valor de la producción de toda la economía peruana, que incluye al sector público y al privado.

El Estado (el sector público) solo dispone de los recursos que recauda a través de impuestos, más aquellos que puede conseguir endeudándose. El monto que recauda el Estado Peruano equivale actualmente a solo el 20% del PBI total, un porcentaje bajo cuando se compara con otros países de la región. Este es el tamaño de la torta que el Estado debe asignar a diferentes rubros, como educación, salud, seguridad, infraestructura, programas sociales, justicia, etc.

Muy bueno el análisis de J.C. Saavedra, pero no repara en el crecimiento.  

Sumas y restas

Esta primera aclaración es muy importante, pues la meta de gasto al 2021 mencionada anteriormente (12% del PBI en educación, salud y seguridad) implicaría utilizar 60% de lo recaudado en estos tres rubros.

El restante 40% de los recursos recaudados, u 8% del PBI, debería alcanzar para todo lo demás. Actualmente, ‘todo lo demás’ (que incluye entre otras cosas el gasto en programas sociales, infraestructura de transporte) cuesta 15% del PBI, así que tendría que bajar a poco menos de la mitad. Imposible.

¿Qué quiere decir esto? ¿Qué no se debe gastar más en educación, salud o seguridad? No. Quiere decir que, si realmente queremos que el Estado gaste más en estos rubros, la recaudación como porcentaje del PBI debe aumentar. Al ser gastos permanentes, tienen que financiarse con ingresos permanentes, no con deuda.

El problema en el Perú no es que el gobierno dé poca importancia a estos tres rubros en la distribución del presupuesto, sino que el Estado dispone de recursos limitados. El presupuesto en educación es un ejemplo claro. Cuando este se compara con el de otros países de la región, como porcentaje del PBI es uno de los más bajos (3.7% del PBI). Pero cuando se lo compara como porcentaje del presupuesto (17% del presupuesto), el Perú ya no está en la cola. De hecho, bajo esta medición se puede decir que el Estado peruano gasta en educación una mayor porción de sus recursos que sus contrapartes en Argentina, Brasil, Colombia y Ecuador.

Algunas alternativas

Si realmente se quiere incrementar el presupuesto en educación, salud y seguridad como está planeado, tarde o temprano el nuevo gobierno deberá buscar nuevas fuentes de ingresos fiscales permanentes, y priorizar aquellas que distorsionen menos la economía.

En términos generales, hay tres alternativas: subir tasas impositivas, reducir la evasión tributaria y eliminar algunas exoneraciones. De ellas, reducir la evasión tributaria es la medida políticamente más viable y la manera más sana para incrementar la recaudación permanentemente.

Nuevamente, con una visión estática, pierde la oportunidad de explicar la importancia del crecimiento económico.

Reducir la evasión del IGV y del Impuesto a la Renta que pagan las empresas permitiría financiar buena parte del incremento del presupuesto planeado por el gobierno entrante. Esto requiere un esfuerzo enorme por parte del Estado, en términos de coordinación, fiscalización y focalización. Pero sobre todo, requiere que, como sociedad, estemos dispuestos a pagar la cuenta de las reformas y dejemos de evadir tanto.

Evidentemente, hay que privilegiar el crecimiento como base de la expansión sostenible del gasto y además, considerar una participación adicional del sector privado en el financiamiento de muchas de nuestras necesidades a través de APPs, OXI y otros mecanismos de apoyo.

Esperamos que nuestros trolls no digan ahora que solo hablamos de crecimiento económico. Ya hemos dicho cien veces que este no es el objetivo del desarrollo, pero sí es el medio para lograrlo. Cosa que deberíamos tener muy clara cuando hablemos de la acción del Estado.

Finalmente, queremos enfatizar que el 100% del presupuesto del estado es dinámico en una economía exitosa que crece y hace lo mejor de sí misma para beneficio de todos sus ciudadanos.

Lampadia




La Educación en el Perú: La brecha que tenemos que cerrar

La Educación en el Perú: La brecha que tenemos que cerrar

La verdadera riqueza de los peruanos es para los jóvenes, ya que los mayores no hemos logrado hasta ahora ser un país rico en todas sus expresiones. Sin embargo, en los últimos 25 años, si hemos construido la base para lograr el bienestar general.

Por esta razón es que en Lampadia consideramos tan importante ser muy ambiciosos en las metas que debemos ponernos, para asegurar que nuestros jóvenes continúen mejorando y puedan liderar un futuro con una base amplia de conocimientos y criterio analítico que nos ponga al mismo nivel de los países más ricos del planeta.

Todos nos acordamos de los nefastos resultados de PISA 2012, organizado por la OECD, prueba en la cual obtuvimos unos resultados desastrosos: ocupamos el último lugar en matemáticas, ciencias y comprensión lectora, el puesto 65 de los 65 países convocados. Si vamos un poco más atrás, en la prueba Pisa del 2009, el Perú ocupó el penúltimo lugar en ciencias y el antepenúltimo en matemáticas y comprensión lectora. Es decir, en el trascendente tema de la reforma educativa hemos sufrido una verdadera caída libre. (Ver en Lampadia: ¡Se agrava la tragedia educativa!).

Esto afecta principalmente a los niños pobres que dependen de la escuela pública. Es por eso que análisis como el recientemente publicado por el IPE (ver en nuestra sección Documentos: IPE – Educación), son tan importantes. Nos ayudan a evaluar más de cerca la educación pública de nuestros jóvenes y a asegurarnos de hacer todo lo posible para que los resultados de la siguiente evaluación PISA tengan una mejora significativa.

Con ese criterio hemos criticado la gestión educativa del actual gobierno, como largamente insuficiente para el reto que tenemos por delante. También hemos hecho propuestas, como reiterar la necesidad de hacer un shock educativo, un ‘Big Bang’, que nos permita un salto cualitativo. Ver en Lampadia: Educación para los nuevos tiempos. Una propuesta que resume nuestro pensamiento es que debemos celebrar ‘Un Pacto Social por la Educación’:

La mala educación ha sido siempre un problema muy grave, pero en el mundo de hoy, en la sociedad del conocimiento y de la cuarta revolución industrial, en la que los ciudadanos del mundo se benefician de la democratización de la tecnología moderna, una mala educación condena a los jóvenes a una situación de atraso que creará una brecha cada vez mayor.

Sin embargo, analizando los gráficos del IPE, podemos observar algunas mejoras. La primera es en la asistencia al sistema educativo, el cual ha aumentado considerablemente en los últimos años (ver gráfico inferior). El caso más notorio es en la escuela inicial, la cual mejoró de 73% de cobertura en el 2011 a 81% en el 2014. Esta mejora es positiva, pero debe continuar mejorando, sobretodo en educación inicial y primaria, primordiales para el desarrollo de comprensión de lectura y razonamiento matemático.

Según la ECE (Evaluación Censal de Estudiantes, del Ministerio de Educación), las reformas educativas han tenido un efecto positivo en la calidad de la enseñanza y esto se ha visto reflejado en un mejor rendimiento en Lectura y Matemáticas.

Uno de los problemas más graves es la brecha de infraestructuras, la cual impide un mayor alcance educativo a los niños de las zonas más alejadas. Como se puede apreciar en el gráfico inferior, los locales educativos públicos  que cuentan con servicios básicos de luz, agua y teléfono tienen un alcance bajísimo en la zona rural (de tan solo 26% al 2014). 

Se puede apreciar que en los últimos años el gasto público dirigido a la educación ha venido en aumento, especialmente desde el 2012. Ojalá esto siga con la misma tendencia al alza y podamos ver mejoras en los próximos años.

Ahora, es importante notar que los resultados de PISA 2015 serán publicados en diciembre de 2016. La próxima evaluación de PISA será en 2018. En ésta, la OECD afirma que las capacidades de lectura serán el principal dominio. Estamos advertidos. Como hemos reiterado líneas arriba, los logros actuales son largamente insuficientes. Tomemos las medidas correctivas necesarias para llevar a cabo una verdadera reforma educativa. Lampadia

 




Salim Ismail: Tecnología y Organizaciones Exponenciales

En su reciente visita al Perú, Salim Ismail, uno de los embajadores de Singularity University, dio una conferencia sobre las Organizaciones Exponenciales, la tecnología y los grandes desafíos de la humanidad ante la tercera revolución industrial. Estas son algunas de las ideas que nos transmitió:

  • Los líderes actuales defienden el statu quo
  • Hacia el 2020 el 50% de los empleos de cuello y corbata se reemplazarán por robots
  • La inteligencia tiene 12 dimensiones
  • No sabemos que es ‘conciencia’, ¿cómo podríamos crear vida?
  • La innovación se daba solo en las compañías grandes, hoy sucede en las muy pequeñas
  • La banca se disolverá en 15 a 20 años
  • La e-tablet de India estará al alcance de todos casi sin costo (US$ 10)
  • La realidad virtual es disruptiva de la realidad
  • Las universidades todavía enseñan conocimientos, no habilidades
  • Los fracasos enseñan, son indispensables
  • El mundo del futuro será de los emprendedores
  • Para la innovación se necesita un ambiente de conectividad

En Lampadia hemos creado un repositorio sobre: ‘Revolución Tecnológica’, pues los peruanos debemos tomar conciencia del mundo en que vivimos y prepararnos para evitar los impactos negativos que este desarrollo pueda traer y, aprovechar las oportunidades que nos ofrecerá.

El conferencista expuso un panorama amplio y concreto sobre la realidad de un mundo que ya ha cambiado y en el que muchos desarrollos se aceleran exponencialmente. Esto implica que los modelos de negocio, las habilidades y las maneras de entender el liderazgo, la gestión, la producción y el talento se han quedado anticuadas (pertenecen a un mundo lineal).

Ismail explicó los rasgos que distinguen a las Organizaciones Exponenciales: “Encontramos que hay 3 elementos principales en estas empresas: el primero es lo que llamamos MTP (Massive Transformative Purpose u Objetivo de Transformación Masiva) que son las metas de las empresas que están impactando a millones de personas mediante el uso de tecnologías y que se alejan por completo de los estándares convencionales de las compañías tradicionales. El segundo elemento tiene que ver con los agentes externos como la disponibilidad, el manejo y relación entre el público y la comunidad, los algoritmos empleados y el compromiso. El tercer elemento que distingue a estas empresas son sus procesos internos, como interfaces, tableros electrónicos y la tecnología social”. Ver en Lampadia: Más sobre la revolución tecnológica que estamos viviendo – Organizaciones Exponenciales (I)

Además, habló sobre los grandes avances tecnológicos en distintas áreas como: Inteligencia artificial, robótica, biotecnología, nanotecnología, medicina, neurociencias, energía y computación. La aceleración del cambio ya está en camino, nos habló de las 6D: Digitalizado, Delusorio (engañoso), Disruptivo, Desmaterializado, Demonetizado y Democratizado.

Ver la presentación completa de Salim Ismail en la sección Documentos de Lampadia, Organizaciones Exponenciales.




El 2021 está cerca

El 2021 está cerca

Por Gastón Acurio

(Perú 21 – Cheka, 15 de Enero de 2015)

Una de las grandes virtudes de las sociedades desarrolladas es su capacidad, a lo largo de la historia, para afrontar, sin temor ni vergüenza, los desafíos que la vida va colocándoles en el camino poniéndose de acuerdo en cómo enfrentarlos, resolviéndolos y, a partir de ahí, seguir para adelante. Son sociedades que están constantemente reinventándose, empujando sus talentos siempre hacia el límite, construyendo acción y conciencia cívica día tras día, avanzando y avanzando sin cesar.

Ojalá esta hubiera sido la actitud de nuestra sociedad durante el siglo XX. Todo un siglo entero en el que las idas y venidas políticas nos llevaron de forma incomprensible e inaceptable a ubicarnos a la zaga económica y social del planeta, a tal punto que, para muchos, el siglo XX para el Perú fue el siglo perdido. Sin embargo, el siglo XXI no lo hemos empezado mal.

A pesar del nefasto ruido político que día a día contamina nuestro ánimo, lo cierto es que, como sociedad, hemos logrado algunas cosas muy importantes. Lo primero es que nos miramos al espejo con dignidad y orgullo de ser peruanos. Nos aceptamos como un país multicultural que finalmente encuentra en su mestizaje maravilloso su gran arma, y no, como antes, su gran defecto.

Lo segundo es que creemos en el futuro del Perú. Ya no soñamos con emigrar; nuestros hijos quieren hacer sus sueños realidad en su patria. Lo tercero es que creemos en nuestra capacidad individual para salir adelante. Ya no le creemos al Estado papá que, durante todo el siglo XX, nos engañó con el cuento de que él dirigiría y controlaría nuestro destino con generosidad y sabiduría.

Hoy los peruanos creemos en nuestro trabajo como la gran fuerza motora de nuestros sueños y es así que en este siglo hemos ido construyendo el camino ascendente de nuestra economía. Y, por último, gracias a este enorme esfuerzo de toda la sociedad, hemos logrado sentar las bases de aquello que distingue por encima de todo a las sociedades más estables y desarrolladas del mundo: las bases para la creación de una gran clase media peruana.

En efecto, al comienzo de este siglo, los peruanos emprendedores nos pusimos a trabajar mirando con optimismo el futuro mientras aceptamos que las políticas públicas estuvieran orientadas al desarrollo de las grandes inversiones privadas, de manera que le dieran un impulso poderoso a la economía peruana.

Luego los peruanos hemos seguido trabajando sin desmayo, sacando adelante nuestros sueños, convirtiendo nuestras pequeñitas empresas en medianas y grandes, y una vez más aceptando que con nuestros impuestos se diera un nuevo impulso económico, esta vez orientado a los más desfavorecidos de la sociedad, con programas sociales importantes dirigidos a nuestros ancianos desprotegidos, a nuestros niños en sus escuelas, a nuestros jóvenes talentosos en su formación.

Y es así como llegamos a este 2015 que parece ruidoso, alborotado y más propio del siglo XX que a un 2015 coherente con todo lo acontecido y logrado en este siglo, pero que nos encuentra a los ciudadanos sin la menor intención de renunciar a lo avanzado. Hemos trabajado muy duro para salir adelante, hemos apostado por desarrollar la gran industria y luego por la inclusión social. Ahora toca el gran paso final: el apoyo decidido a esa gran clase media, que será la base de un siglo XXI marcado por la prosperidad y grandeza definitiva del Perú.

Dejemos que las grandes inversiones sigan su rumbo, dejemos que los programas sociales sigan incluyendo a más peruanos, pero ahora enfrentemos con la misma decisión de las sociedades más desarrolladas el gran desafío: la creación de una gran clase media. Crear las condiciones para que los millones de micro y pequeños empresarios prosperen rápidamente; para que nuestros jóvenes puedan llevar su talento a lo más alto, sea estudiando, entrenando o emprendiendo; para que nuestros científicos tengan todos los recursos necesarios para el desarrollo de tecnologías de última generación; para que nuestros artistas, intelectuales y deportistas nos deslumbren con su arte, su sabiduría, sus victorias.

El año 2021 está cerca y de ninguna manera podemos ni debemos permitir llegar al bicentenario de nuestra independencia sin tener algo más que celebrar que nuestra independencia política. De ninguna manera debemos resignarnos a lo logrado y al ritmo de lo ya alcanzado.

Tenemos que soñar en grande y aspirar a más. Mucho más. Si queremos que el año 2021 sea de verdad el punto de quiebre definitivo de un Perú que avanzará inexorablemente hacia la victoria, tenemos que mirarnos al espejo ahora y enfrentar nuestros desafíos individuales y colectivos con más coraje y fuerza que nunca.

Somos la generación elegida para cambiar un siglo perdido por un siglo ganado. Asumamos que toca a nosotros sacrificarnos para lograrlo, que somos nosotros los que tenemos que dejar atrás egos, apetitos, rencores, heridas, egoísmos, miedos. Hemos logrado avanzar, claro que sí, pero debemos avanzar mucho más. El 2021 está cerca. Dejemos de pelear. Es hora de trabajar.




Sacudiéndonos el 2014

Sacudiéndonos el 2014

Un año más se nos va. Un año 2014 difícil, en el que habríamos podido hacer mucho más como país para alcanzar nuestros objetivos de crear riqueza y oportunidades para todos si es que cada uno en su trinchera –políticos, trabajadores, intelectuales, empresarios– nos hubiéramos mantenido enfocados en dicho objetivo en vez de distraernos en batallas efímeras que solo nos llenaron de dudas y desconfianzas que, al final, terminaron pasándonos la factura.

El tema es que, tal como van las cosas, es posible que, si no hacemos una honda reflexión autocrítica en ese sentido, el próximo año puede ser similar o incluso peor. Y es que todo indica que, el próximo año, la política ocupará nuestras vidas mucho más de lo deseable y necesario. Tal parece que los escándalos políticos se incrementarán, lo cual sin duda afectará aún más a la ya escasa confianza del ciudadano hacia el político, y abrirán con ello una peligrosa puerta a discursos extremistas que siempre están allí agazapados, esperando su hora.

Tal parece que la cercanía de las elecciones del 2016 no hará del 2015 un año en el que se debatirán ideas, visiones, estrategias o metas acerca de cómo caminar hacia el 2021 todos unidos en un objetivo común, sino, más bien, seremos meros espectadores de efímeros combates cargados de golpes bajos que buscarán, por encima del Perú y su destino, destruir la imagen y reputación de adversarios políticos a los que, en un país donde todos deberíamos ser aliados, se les verá absurdamente como enemigos.

Ahora bien, ¿podemos hacer algo al respecto? ¿Podemos evitar, por ejemplo, que sigan los escándalos políticos? Todo indica que no, que están allí y que su destape en algunos casos será inminente. ¿Y podremos evitar un 2015 de batallas políticas por el poder, efímeras y sin sustancia? Pues parecería que tampoco. Pareciera que, por más que pidamos más ideas y menos insultos, menos palabras y más acción, nuestros políticos seguirán enfrascados en su mundo y batallas.

¿Y, entonces, hay algo que podamos hacer para evitar que escándalos y golpes bajos terminen afectando a la economía de todos los peruanos? Pues sí que lo hay. Los ciudadanos tenemos un arma infalible, con la que, en la medida que la usemos, podremos no solo evitar que la mala política dañe nuestras vidas, sino que incluso podremos influir positivamente sobre ella para que siga el paso y ritmo de los ciudadanos a los que debe servir. Un arma que en los últimos 20 años nos ha venido acompañando fielmente, en las buenas y en las malas, y que ha sido la que, sin duda, ha construido todo lo bueno que el Perú hoy puede mostrar al mundo. Un arma poderosa e indestructible, que no sabe de insultos, miedos o incertidumbres. Un arma que nos ha demostrado ser aliada incondicional de nuestro destino: el trabajo. Sí. Sí podemos vencer la incertidumbre política que parece querer amenazar nuestra economía el próximo año. Y podemos hacerlo como siempre lo hemos hecho los ciudadanos del Perú: trabajando. Desde el pequeño empresario que trabaja de sol a sol para sacar adelante su sueño hasta el trabajador que está a su lado, soñando con un día independizarse y ser como él. Desde el pequeño agricultor en el campo que, como nunca antes, ve una luz para sus productos hasta el empresario exportador que ve cómo el Perú y sus productos son cada día más reconocidos. Desde el intelectual o el científico que investiga en silencio fórmulas para poner en valor lo nuestro hasta las compañías peruanas que empiezan a aplicar la teoría del valor compartido para toda la cadena en la que participan. Desde el profesor universitario o de escuela, que poco a poco va recuperando el reconocimiento a su labor por parte de la sociedad, hasta el estudiante que, por encima de ideologías, ocupa su corazón y mente con ideas y proyectos para su futuro y el de su país. Todos unidos, trabajando por objetivos personales que se entrelazan con el gran objetivo común, el Perú como nuestro hogar, como la tierra de la cual nuestros hijos nunca más tendrán que partir. Si, como ciudadanos que nos levantamos muy temprano a trabajar, somos capaces de unirnos y situarnos por encima de insultos y escandaletes políticos, entonces podremos evitar que estos afecten nuestro ánimo y confianza en el mañana; podremos evitar que se despierte ese yo cortoplacista que habita dormido en quienes nos tocó vivir aquellos tiempos de Sendero o hiperinflación; podremos mantener ese espíritu que nos hace levantarnos día tras día con ganas de querer aprender, estudiar, crear, hacer, avanzar. Sí. Sí es posible que la economía del Perú no se vea afectada por las señales inciertas de la política. Depende de nosotros y de lo único que nos haga grandes y libres. Nuestro trabajo.