1

Pro-capitalismo no es lo mismo que pro-empresa

Desde mediados del siglo XX, las izquierdas europeas y sus colas latinoamericanas han ido recreando la historia, creando `relatos’ que ensalzaban, ocultaban y hasta defendían atrocidades como los genocidios de Stalin en Rusia y Mao en China. Se puso al comunismo y el socialismo en los altares, se le dio patente de corso a la dictadura castrista en Cuba. Recientemente, se hizo lo mismo con el régimen de Chávez en Venezuela y con los aprontes del socialismo del siglo XXI. Veamos la siguiente cita:

En los años setenta tuvo lugar un extraordinario fenómeno de confusión política y delirio intelectual que llevó a un sector importante de la inteligencia francesa a apoyar y mitificar a Mao y a su “revolución cultural” al mismo tiempo que, en China, los guardias rojos hacían pasar por las horcas caudinas a profesores, investigadores, científicos, artistas, periodistas, escritores, promotores culturales (…) la milenaria sociedad experimentó una orgía de violencia e histeria colectiva de la que resultaron cerca de 20 millones de muertos”.

“(…) mientras esto ocurría en el gigante asiático, en Francia, eminentes intelectuales, como Sartre, Simone de Beauvoir, Roland Barthes, Michel Foucault, Alain Peyrefitte (…) presentaban la “revolución cultural” como un movimiento purificador, que pondría fin al estalinismo y purgaría al comunismo de burocratización y dogmatismo e instalaría la sociedad comunista libre y sin clases”.

(De: La batalla de un hombre solo, El País, España, del ‘buen’ Mario Vargas Llosa).

De igual manera, en los temas económicos se crearon también una seria de relatos y mitos que han venido alimentando las mentes de varias generaciones, fundamentalmente, en el mundo occidental. En oriente, desde el despegue de Japón, el de los tigres asiáticos, las enseñanzas de Lee Kuan Yew en Singapur y el ‘gato’ de Deng Xiaoping, el Asia se alejó, en gran medida, del quehacer ideológico y se dedicó a crear riqueza y disminuir la pobreza.

En el caso de Europa, los relatos anti capitalistas se multiplicaron y penetraron en buena parte de la sociedad, por la gran diferencia en competitividad entre las innovadoras empresas americanas y las sobre reguladas empresas europeas. La opción por las distintas formas de socialismo en Europa creó estados omnipresentes y grandes, dentro de la concepción del ‘estado de bienestar’, hoy herido y enfermo. Veamos el siguiente video y su transcripción, en que el Director de Pre-grado de Economía de la Universidad de Harvard, diluye tres mitos sobre el capitalismo: (Transcripción, traducción y subtítulos hechos por Lampadia).

El video ha sido producido por Learn Liberty, un proyecto del Institute for Humane Studies (Instituto para estudios humanos): http://www.learnliberty.org/.

Si nos fijamos en la historia del mundo, una gran parte de las mejoras en la calidad de vida han llegado porque las empresas privadas han creado nuevos productos, han dado trabajo a la gente, han generado beneficios que han ayudad a las personas a salir de la pobreza y permitirles vivir vidas exitosas y productivas con estándares de vida razonable. Podemos tener mucho más de eso, y tener efectos beneficiosos en todo el mundo si damos un paso atrás en la regulación excesiva y tenemos un sistema mucho más capitalista.

Mi nombre es Jeff Miron y yo soy Director de Pregrado en el Departamento de Economía de la Universidad de Harvard. Quiero hablar de tres mitos sobre el capitalismo.

El primero es que ser pro-capitalismo no es lo mismo que ser pro-empresarial.

Nada podría estar más lejos de la verdad. El punto del capitalismo es asegurarse que las empresas tengan que competir intensamente entre sí y eso beneficia a los consumidores. No es bueno para los negocios per se porque tienen que trabajar muy duro, muchas empresas entienden esto y odian el capitalismo. Ellos constantemente tratan de conseguir que el gobierno instaure diferentes reglas, restricciones, regulaciones que les ayuden, pero no son del interés de los consumidores. Así que el pro-capitalismo es bueno para los consumidores. Es a ellos a quienes, en última instancia, están tratando de ayudar.

Un segundo mito es que el capitalismo genera una distribución injusta de los ingresos.

Lo que el verdadero capitalismo hace es premiar a las personas que son productivas, las personas que trabajan muchas horas, las personas que tienen mucho talento. La gente que viene con buenas ideas, obtiene grandes recompensas gracias al capitalismo y las personas que no hacen ese tipo de cosas obtienen menos. El único punto negativo que podría ser preocupante es que algunas personas no son capaces de ganar mucho por su cuenta y algunas personas razonables apoyan cierto gasto anti-pobreza. Pero eso es completamente diferente a interferir con el capitalismo. La regulación de los precios, la limitación de cantidades, la imposición de todo tipo de cosas sobre las empresas, los que hacen que la economía sea menos productiva, nos brindan un pastel más pequeño. Y hacen que sea aún más difícil para nosotros operar programas que ayuden a aquellos que son menos afortunados.

El tercer mito es que el capitalismo fue el responsable de la reciente crisis financiera y la recesión.

Que, de nuevo, es casi exactamente lo opuesto a la realidad.

En primer lugar, nadie intelectualmente honesto piensa que tuvimos un grave capitalismo salvaje antes de la crisis, antes de que ocurriera la acumulación de sub-primes de alto riesgo, antes de que tuviéramos todo el problema del sector inmobiliario. Tuvimos enormes intervenciones gubernamentales que subvencionan riesgos, enormes intervenciones gubernamentales que alentaron e invirtieron en exceso en viviendas. Si uno trata de sacar conclusiones, parece sugerir mucho más claramente que interferir con el capitalismo genera crisis financieras, genera las recesiones. Porque lo que hemos experimentado estaba directamente relacionado con los incentivos para la ascensión de riesgos excesivos, los incentivos a la inversión excesiva de viviendas que fueron creados por el gobierno. El sector privado respondió a esos incentivos, así que, por supuesto, el sector privado no puede ser completamente absuelto de estar involucrado. Pero en el sentido de provocar la crisis, fue la mala política de gobierno la que lo causó, no que el sector privado o el capitalismo lo hicieron por sí mismos. Más importante aún, siempre que el gobierno hace bailouts a quienes tomaron riesgos excesivos, anima a la gente a hacerlo de nuevo en el futuro. Y nosotros fuimos, por desgracia, en esa dirección a través del TARP y a través de todas las políticas de la Reserva Federal, que ayudaron a los tomadores de riesgo y a Wall Street a no tener que pagar el precio real de todos los riesgos excesivos en que participaron.

Lampadia

 

 




¿Crisis china? ¡Miremos al monstruo sin soponcios!

¿Crisis china? ¡Miremos al monstruo sin soponcios!

Todos hablan de la crisis de China, la caída de su crecimiento, la reorientación de su economía, las debilidades de su sistema financiero, la corrupción, el efecto en el precio de los commodities y cuanto riesgo se pueda enumerar. Sin embargo, la realidad, por lo menos en términos del Perú, dista mucho de representar una crisis. Bien vista la naturaleza de China y su proceso político y económico, determina, más bien, una gran oportunidad para el Perú.

Primero veamos las proporciones. A precios corrientes, la economía china es 45 veces mayor que la peruana. Su disminuido crecimiento, estimado conservadoramente en un 7% para el 2015, equivale a tres veces (3.2) el PBI total del Perú. (Ver detalle en el siguiente cuadro):

Desde este punto de vista, podemos concluir, que el eventual volumen de cualquiera de nuestras exportaciones a la China, es solo una mínima fracción de los volúmenes que se mueven en el gigante asiático. Por lo tanto, mientras más cerca estemos, empresarios, agencias gubernamentales y gobierno, podremos cosechar mejores oportunidades de negocio. Sobre todo, habida cuenta de la ignorancia y lejanía de la mayor parte de occidente sobre este país continente. El riesgo que asusta a muchos, puede ser para nosotros una buena oportunidad.

En cuanto a la ralentización de su crecimiento, es evidente que en el nuevo escenario global después de la crisis del 2008, obligaba a China a ajustar su economía para evitar un sobre calentamiento y promover un mayor consumo interno. Hasta entonces su economía estaba Impulsada por las exportaciones y la inversión. Este ajuste lo emprendieron solo pocos meses después de la caída de Lehman Brothers (setiembre 2008). Hoy tienen una economía menos orientada a la industria, con mayor énfasis en el sector de servicios y al consumo interno.

Otra debilidad identificada en China ha sido el llamado “shadow banking”, que supuestamente habría llegado a representar el 50% de las transacciones financieras del país. Últimamente se ha reportado que el shadow banking se habría reducido ya a la mitad.

En términos de corrupción, evidentemente uno de los problemas más difíciles de atacar, el nuevo Primer Ministro, Xi Jinping, ha demostrado una serie de acciones que hacen ver que su compromiso de luchar contra esta plaga, sería una realidad.

Sobre la demanda de commodities, podemos ver en el siguiente cuadro, que si bien China planea reducir su ritmo de crecimiento con una economía más cercana al consumo interno y el sector servicios, su crecimiento proyectado, sobre la base del inmenso tamaño de su economía, asegura una importante demanda de commodities para por lo menos los próximos 15 años:

China es un monstruo en el buen sentido de la palabra. Por sí mismo y con mayor razón, en relación a nuestra economía. Ha demostrado una capacidad de manejo económico extraordinario. Sin lugar a dudas podemos decir que tenemos China para rato. Efectivamente, debemos convertirnos en un verdadero socio estratégico de este país, el cual puede ayudarnos en nuestro camino hacia el desarrollo integral, duradero y sostenible. (Ver en (L): China e India, dos excelentes socios para el Perú.

Tenemos mucho que aprender del Asia, de Lee Kuan Yew, el maestro de Deng Xiaoping y creador del nuevo Estado Meritocrático de Singapur, modelo del mejor servicio civil del planeta (ver en Lampadia (L): Instalemos un Estado Meritocrático en el Perú). También tenemos que aprender del propio Deng, que supo sublimar (una suerte de evaporación) la más feroz ideología de la historia, la revolución cultural de Mao y los extremismos a los que sometió a su propia población, para llevar a la China por la senda del desarrollo y la disminución de la pobreza. Lampadia




El día de la ira y la ilusión

El día de la ira y la ilusión

Por Carlos Alberto Montaner

(El Comercio, 09 de Noviembre del 2014)

Hace 25 años ocurrió el entierro simbólico del comunismo. Una esperanzada muchedumbre de alemanes corrió hacia el Muro de Berlín y lo demolió a martillazos. Era como si golpearan las cabezas de Marx, Lenin, Stalin, Honecker, Ceaucescu y el resto de los teóricos y tiranos responsables de la peor y más larga dictadura de cuantas ha padecido el género humano. Por aquellos años un libro riguroso pasó balance del experimento. Se tituló “El libro negro del comunismo”. Nuestra especie abonó los paraísos del proletariado con unos cien millones de cadáveres.

Era predecible. En la URSS, en 1989, fracasaban todos los esfuerzos de Gorbachov por rescatar el modelo marxista-leninista. En Hungría, un partido comunista, dirigido por Imre Pozsgay, un reformista decidido a liquidar el sistema, abría sus fronteras para que los alemanes de la RDA pasaran a Austria y de ahí a la fulgurante Alemania Federal, la libre. En Checoslovaquia, Vaclav Havel y un puñado de intelectuales valientes animaban el Foro Cívico como respuesta a la barbarie monocorde de Gustáv Husák. En junio, cinco meses antes del derribo del muro, los polacos habían participado en unas elecciones maquiavélicamente concebidas para arrinconar a Solidaridad, pero, liderados por Lech Walesa, la oposición democrática ganó 99 de los 100 escaños del Senado. El dictador Jaruzelski les tendió una trampa y acabó cayendo en ella.

¿Qué había pasado? El sistema comunista, finalmente, había sido derrotado. Los países que primero lo implementaron, y que primero lo cancelaron, eran empobrecidas dictaduras, crueles e ineficaces, que se retrasaban ostensiblemente con relación a Occidente en todos los órdenes de la convivencia. Ese dato era inocultable. Bastaba comparar las dos Alemanias, o a Austria con Hungría y Checoslovaquia, los restantes segmentos del Imperio Austrohúngaro, para confirmar la inmensa superioridad del modelo occidental basado en la libertad, el mercado, la existencia de propiedad privada y el respeto por los derechos humanos. El día y la noche.

El comunismo era un horror del que escapaba todo el que podía, mientras los que se quedaban ya no creían en la teoría marxista-leninista, aunque aplaudieran automáticamente las consignas impuestas por la jefatura. Por eso Boris Yeltsin pudo disolver el Partido Comunista de la Unión Soviética en 1991, con sus veinte millones de miembros, sin que se registrara una simple protesta. La realidad, no la CIA ni la OTAN, había derrotado esa bárbara y contraproducente manera de organizar la sociedad. Me lo dijo con cierta melancolía Alexander Yakovlev, el teórico de la perestroika, en su enorme despacho de Moscú, cuando le pregunté por qué se había hundido el comunismo: “Porque no se adaptaba a la naturaleza humana”. Exacto.

¿Y los chinos? Los chinos, más pragmáticos, se habían dado cuenta antes. Les bastó observar el ejemplo impetuoso y triunfador de Taiwán, Hong Kong y Singapur. Eran los mismos chinos con diferente collar. Mao había muerto en 1976 y la estructura de poder inmediatamente habilitó a Deng Xiaoping para que comenzara la evasión general del manicomio colectivista instaurado por el Gran Timonel, un psicópata cruel dispuesto a sacrificar millones de compatriotas para poner en práctica sus más delirantes caprichos. Cuando el muro berlinés fue derribado, los chinos llevaban una década cavando silenciosamente en busca de la puerta de escape hacia una incompleta prosperidad sin libertades.

¿Por qué no cayeron o se transformaron las dictaduras comunistas de Cuba y Corea del Norte? Porque estaban basadas en dinastías militares centralizadas que no permitían la menor desviación de la voz y la voluntad del caudillo. El Jefe controlaba totalmente el partido, el Parlamento, los jueces, militares y policías, más el 95% del miserable tejido económico, mientras mantenía firmemente las riendas de los medios de comunicación. El que se movía no salía en la foto. O salía preso, muerto o condenado al silencio. El aparato de poder era solo la correa de transmisión de los deseos del amado líder. No cabían las discrepancias y mucho menos las disidencias. Eran coros afinados dedicados a ahogar los gritos de la población.

Esta terquedad antihistórica ha tenido un altísimo costo. Cubanos y norcoreanos han perdido inútilmente un cuarto de siglo. Si las dos últimas tiranías comunistas hubieran iniciado a tiempo sus transiciones hacia la democracia, ya Cuba estaría en el pelotón de avanzada de América Latina, sin balseros, damas de blanco o presos políticos, y Corea del Norte sería otro de los tigres asiáticos. Lamentablemente, las familias de los Castro y la de los Kim optaron por mantenerse en el poder a cualquier costo. Los muros continuaban impasibles desafiando la razón y el signo de los tiempos.




La Primera Guerra Mundial y la Paz en el Mundo

La Primera Guerra Mundial y la Paz en el Mundo

Esta mañana (4 de agosto de 2014), se celebraron importantes ceremonias para conmemorar el inicio de la Primera Guerra Mundial que empezó el 28 de julio de 1914 con el intento de invasión de Serbia por parte del Imperio Austro-Húngaro. El detonante del conflicto se produjo un mes antes en Sarajevo, con el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria. Un episodio particular que provocó que se desatara una guerra que involucró a casi toda Europa y luegose extendiera por todo el mundo.

La ceremonia oficial se desarrolló en Lieja, Bélgica, con la asistencia de los 28 Estados de la Unión Europea y la otra en Glasgow, Reino Unido. Después de esta última, según el Financial Times, David Cameron (Primer Ministro Británico) declaró: “Habían en juego, importantes principios. Europa no podía ser dominada por ninguna potencia, los países más pequeños tienen derecho a existir y ser independientes, y estos problemas, aún nos confrontan estos días (…)”.

El siglo XXfue una gran frustración para la humanidad, que venía de la llamada “gran paz europea”, con el inicio de esta espantosa guerra (La Gran Guerra) y no recuperamosla paz hasta la caída del Muro de Berlín y la implosión del Imperio Soviético (1989-1991). Entre tanto tuvimos la Segunda Guerra Mundial, la guerra de Corea y la de Vietnam. El mundo pasó por los genocidios de Hitler, de Stalin (purgas que habrían llegado a 40 millones de rusos), de Mao (el mayor asesino del siglo XX, que habría sido responsable de la muerte de más de 60 millones de chinos), de las perversidades de Pol Pot y, de tantos otros horribles crímenes en varios países africanos como el genocidio en Ruanda. Un siglo con el que la humanidad no se puede sentir orgullosa, notoriamente así, los europeos. Posteriormente, en la última década del siglo, en el medio de Europa, se desató la terrible guerra de los yugoeslavos.

Probablemente, el siglo fue salvado por la acción y el ejemplo de personajes que no podemos dejar de mencionar, como Rosa Parks, Martin Luther King, Alexander Dubcek, Lech Walesa, el Papa Juan Pablo II, Boris Gorbachov, Margaret Thatcher, Ronald Reagan, el ciudadano desconocido de Tiananmen y sobre todo Nelson Mandela.

Cien años después de la Gran Guerra, la humanidad no aprende.Otra vez tenemos conflictos y matanzas inaceptables en medio mundo. Entre otros, en Europa, en Ucrania, Rusia pretende imponer su expansionismo. Assad en Siria masacra a su propia población. En Sudan del Sur se matan unos a otros. En Gaza tenemos otro horrible episodio de este interminable conflicto entre Israel y Palestina.

A raíz de este último conflicto, Ricardo Lagos, ex presidente chileno, contó hace un par de días, en una entrevista en El País de España, una anécdota de una reunión internacional que se llamó “Madrid + 20”, donde, “20 años después de los acuerdos de la Organización de Seguridad [ONU], se juntaron palestinos e israelíes. (…) Un americano que estuvo en ambas reuniones dijo: ´20 años atrás no veíamos la luz al final del túnel. Hoy todos sabemos cuál es la luz al final del túnel.Dos Estados con fronteras reconocidas por los dos Estados. El único problema es que ahora no podemos encontrar donde está el túnel´”.

Lo que está pasando con Rusia, Siria, y el Medio Oriente no es broma, cualquiera de estos conflictos puede terminar en el quiebre de la paz mundial. Lamentablemente el liderazgo global deja mucho que desear (ver en Lampadia: La caída de nuestros líderes es una tragedia). Esperemos que podamos superar esta etapa y que, finalmente, podamos construir un siglo mejor que el anterior. Los seres humanos de todo el planeta, tenemos tareas mucho más importantes que afrontar.Lampadia