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La agricultura peruana en perspectiva

Fernando Cillóniz
Gobernado Regional de Ica
Ica, 24 de agosto de 2016
Para Lampadia

El pasado

La agricultura ha estado presente en los principales  acontecimientos políticos, sociales, económicos, culturales y tecnológicos de la historia del Perú. Nuestros antepasados precolombinos – los Incas y sus predecesores – fueron extraordinarios agricultores. Cultivaron y conservaron la tierra con gran esfuerzo y dedicación, dominaron el manejo  del agua a la perfección, y respetaron y veneraron la tierra a tal extremo que la llamaron “Pachamama”  (Madre Tierra).

Nada pudo borrar el legado agrario de nuestros antepasados… ninguna guerra, crisis, o catástrofe; los andenes, caminos, tambos y acueductos fueron concebidos y construidos para la eternidad.

Gracias al desarrollo reciente de la informática y las telecomunicaciones, el mundo entero ha podido conocer la colosal obra de infraestructura agraria de los antiguos peruanos.

El potencial agrícola del Perú no es pues un recurso inexplorado o novedoso que deba descubrirse y desarrollarse para servir de fuente de alimentación, trabajo y prosperidad para los peruanos. La agricultura fue, y sigue siendo, una de las actividades fundamentales para el desarrollo económico y social de nuestro país.

A este respecto, es importante indicar que la agricultura peruana tuvo un par de décadas oscuras. Me refiero a la Reforma Agraria que se implantó en el año 1970 y que perduró hasta inicios de los años 90. En dicho proceso, se expropiaron las tierras de las principales empresas agrarias de entonces y se entregaron a cooperativas conformadas por los trabajadores de dichas empresas.

El resurgimiento del agro peruano

El hecho es que la Reforma Agraria fracasó rotundamente por cuestiones que no viene al caso explicar. Sin embargo, sí resulta relevante indicar que el resurgimiento de la agricultura empresarial del Perú, constituye un cambio radical y positivo de política económica y comercial, la cual está atrayendo el interés de muchos empresarios nacionales y extranjeros por invertir en tierras que fueron mal trabajadas por los beneficiarios de la mencionada Reforma Agraria.

A este respecto, cabe indicar que la Constitución vigente, promulgada en el año 1993, establece que cualquier persona natural o jurídica, nacional o extranjera, pueden hacer agricultura en el país, sin ninguna limitación. En efecto, esta misma constitución eliminó los límites a la tenencia de tierras que existían anteriormente.

Y por el lado de la política económica y comercial, es evidente que la sencillez, seguridad y predictibilidad de los asuntos fiscales y monetarios del Perú, resultan bastante atractivos para los empresarios que están invirtiendo en el sector rural del país. Igualmente atractivo resulta la política comercial internacional basada en el libre comercio y la reciprocidad entre el Perú y los diversos países del mundo.

No obstante, lo que ha cambiado significativamente con respecto al pasado son los mercados de destino de la agricultura alimentaria del país. La agricultura del pasado estuvo básicamente orientada a la alimentación de la población local. Ahora en cambio, aparte del mercado doméstico, la agricultura peruana está abasteciendo a los más distantes y exigentes mercados alimentarios del mundo.

El presente

En 1990 las exportaciones agropecuarias del Perú apenas llegaron a los US$ 300 millones. El año pasado (2015) el Perú exportó productos agropecuarios por valor de US$ 5,000 millones; es decir, 17 veces más.

Dichas cifras indican claramente que la agricultura peruana está inmersa en un proceso de crecimiento muy dinámico, por lo que hablar del presente implica una situación muy efímera y cambiante.

Efectivamente, es tal la velocidad del crecimiento de la agricultura empresarial en el país, que la situación cambia año a año; por no decir día a día. Es impresionante observar cuán rápidamente se están transformando las parcelas precarias en huertos y / o campos muy modernos y tecnificados con plantaciones de frutales como uvas de mesa, paltos, cítricos, granados, etc. y hortalizas como espárragos, pimientos, alcachofas, entre otras.

Y por el lado de los cultivos industriales, el proceso de modernización es similar. La capitalización y desarrollo de industria azucarera y etanolera se está llevando a cabo de manera muy acelerada, y lo mismo sucede con algunas plantaciones de algodón, maíz, arroz, etc.

Todo lo anterior está ocurriendo principalmente en la Costa del país, donde el clima, el agua y los suelos permiten hacer una agricultura altamente competitiva a nivel mundial. Sin embargo, la Amazonía – aunque con más limitaciones que la Costa – también está participando del resurgimiento de la agricultura peruana, básicamente a través de plantaciones de palma aceitera, café y cacao.

La región que menos está participando de este proceso de modernización y crecimiento agropecuario del Perú, es la Sierra. Ciertamente, la topografía agreste y el clima extremo de la región alto andina no son los más adecuados para hacer agricultura competitiva y rentable. Por ello, en algunos espacios reducidos, sobretodo en valles interandinos relativamente bajos, se están desarrollando operaciones empresariales en cultivos como arándanos, flores, paltos, y cultivos ancestrales como quinua, maíz blanco, entre otros.

El futuro

No me cabe la menor duda… el agro de los próximos años será diferente al que hemos vivido los peruanos últimamente. Muchos parceleros precarios venderán sus parcelas a empresas que pagarán precios cada vez más altos por ellas.

La explicación es muy sencilla. Ciertamente atraídos por los buenos precios, dichos parceleros están aprovechando la ocasión para vender sus parcelas, pero también porque han envejecido por el correr de los años y necesitan dinero para subsistir. Muchos inclusive han enviudado o enfermado, y sus hijos no quieren trabajar en el campo.

Ellos – los jóvenes – prefieren trabajar en las ciudades donde les va muy bien trabajando en empresas industriales, de construcción, o en los numerosos centros comerciales que se están construyendo por todos lados, donde – como dicen ellos mismos – “trabajamos con aire acondicionado”.

Por otro lado, muchos jóvenes están apostando por emprendimientos en negocios como manufacturas textiles, cuero y calzado, productos de madera, metal mecánica, etc. y en servicios como la gastronomía, transporte, informática, y comercio en general.

El agua también subirá de precio. Los altos costos del agua generarán una mayor consciencia por el buen uso del recurso hídrico. Se estima que cada año se tecnifican los sistemas de riego de 20,000 hectáreas en la costa peruana, lo cual permite avizorar un cambio radical en la eficiencia en el uso del agua, y consecuentemente, en la producción y productividad del agro nacional.

Algo parecido sucederá con las remuneraciones. Ante la gran demanda de mano de obra para atender el crecimiento de la fruticultura y horticultura de exportación, los salarios aumentarán significativamente respecto a los niveles actuales, a pesar de que éstos ya han aumentado bastante desde que empezó el proceso de modernización del agro, allá por los años 90.

Afortunadamente, por el lado de los precios de venta, el panorama se presenta favorable. Los productos agrícolas están subiendo de precio, y todo parece indicar que seguirán subiendo. Los Estados Unidos y Europa producirán menos alimentos, pero no por ello bajarán su consumo, lo cual será aprovechado por países como Perú, sobretodo en el rubro de frutas y hortalizas. La China producirá más, pero también consumirá más, y en vez de competidor, se convertirá en un mercado muy grande para nuestros productos.

He ahí un escenario realista de la agricultura peruana del futuro. La agricultura unipersonal irá desapareciendo y la agricultura empresarial irá creciendo. Y por ello, habrá mucho trabajo para los jóvenes del país y el mundo entero contará con más frutas y hortalizas provenientes del Perú.

Lampadia