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El populismo de AMLO en sus 100 primeros días

El populismo de AMLO en sus 100 primeros días

Desde que Manuel López Obrador, más conocido como AMLO, asumiera la presidencia de México el pasado 1 de diciembre (ver Lampadia: Tropezando con la misma piedra), han transcurrido poco más de 100 días. 100 días en los que su gobierno ha emprendido una serie de políticas que pueden ser divididas en dos grandes grupos, que, como se podrá constatar líneas más abajo, constituyen las mismas estrategias que el populismo latinoamericano ha implementado innumerables veces -desde la segunda mitad del siglo XX e inicios del XXI- para ganar adeptos con el electorado.

Un primer grupo lo constituyen aquellas políticas que se caracterizan por una animadversión hacia lo que se considera como “el enemigo de las grandes mayorías”, en este caso, de la clase trabajadora mexicana: la elite empresarial tanto nacional como extranjera y sus grandes inversiones. Al respecto, un reciente artículo de The Economist (ver artículo líneas abajo) resume muy bien las acciones emprendidas al respecto. Menciona “[AMLO] canceló la construcción de un aeropuerto internacional parcialmente construido, detuvo las nuevas inversiones privadas en la industria petrolera y cerró los ductos de combustible para prevenir el robo, una medida que causó escasez en gran parte del país”.

En línea con lo anterior, el diario británico hace un claro contraste con el gobierno predecesor, liderado por el entonces presidente Peña Nieto, cuya naturaleza fue totalmente distinta. Un estado que no paraba las inversiones extranjeras, que al contrario las promovía e impulsaba, porque sabía que a la larga generaría empleo formal y de calidad. Un estado que fomentaba la competencia de precios en sectores estratégicos como las telecomunicaciones, en vez de capturarlo a través de estatizaciones o controles de precios. Entre otras acciones. Un liberalismo que le trajo prosperidad al pueblo mexicano pero que ahora es completamente ausente en la mente de su nuevo presidente de corte izquierdista.

Ahora bien, el segundo grupo de políticas emprendidas por AMLO están relacionadas con lo que se conoce en ciencias sociales como “Estado de Bienestar” o “Estado Benefactor”. En palabra simples, este es un tipo de estado que emprende un conjunto de iniciativas cuyo fin último es garantizar el cumplimiento de los derechos “sociales” (pensiones, salud, educación, entre otros) para todos los habitantes de un país, a través de la redistribución de la riqueza.

Al respecto, como señala The Economist en el artículo mencionado anteriormente, AMLO ha duplicado los beneficios de las pensiones y ha reducido los requisitos para que más mexicanos puedan acceder a ellos. Asimismo, también ha empezado a otorgar dinero directamente, por ejemplo, a madres de familia que anteriormente eran benefactoras de cierto beneficio monetario por realizar labores de guardería, pero que ahora, en ausencia de fiscalización, puede terminar desnaturalizando sus incentivos a esforzarse en su trabajo. Y así con otras iniciativas que impulsan el esparcimiento irresponsable de dinero en México y que aparentemente explican la alta aprobación de AMLO en las encuestas.

Sin embargo, ¿Por qué son peligrosas todas estas políticas destinadas a lograr el tan ansiado “Estado de Bienestar”?

En América Latina sabemos que estas políticas de gasto social expansivo no son sostenibles en el tiempo porque se financian con colosales déficits fiscales que no están sustentados en inversiones productivas y que, por ende, solo generan a la larga endeudamiento público y situaciones de default en los países. Ahí están Argentina en el 2018, Brasil en 1998, México en 1994 y Perú en  1990, todos rescatados por el FMI.

En ese sentido, una estrategia de crecimiento que no esté basada en la inversión y por ende en el ahorro no puede durar mucho tiempo. Tal vez las políticas emprendidas por AMLO puedan generar un crecimiento artificial en el corto plazo por el efecto en el consumo privado, pero luego vendrá la deuda y los intereses, que, ante un endurecimiento de las condiciones financieras mundiales – evento altamente probable en los próximos meses- puede terminar quebrando su fisco, por haber gastado de manera irresponsable por largos período de tiempo y sin haber acumulado reservas.

Peor aún si las proyecciones para el crecimiento de la economía mexicana para este año, situadas en torno al 1.6%,  no son muy auspiciosas. Una mirada a la experiencia del populismo en América Latina no le haría mal ni a AMLO ni a sus asesores económicos y políticos. Lampadia

AMLO esparce dinero en sus primeros 100 días
Pesos a la gente

Cómo Andrés Manuel López Obrador está reformando el estado mexicano.

The Economist
7 de marzo, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

CIUDAD DE MÉXICO. “El poder aturde a los inteligentes y vuelve locos a los tontos”. Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, repite este adagio a menudo, como un reproche a los políticos que prometen mucho y logran poco. El 4 de marzo, el día 94 de su mandato presidencial, volvió a twittear la frase para demostrar que el poder no lo ha sorprendido ni enloquecido, y que mantendrá su promesa de transformar México.

López Obrador, o AMLO, como se le conoce, ya ha traído cambios considerables.

  • Canceló la construcción de un aeropuerto internacional parcialmente construido
  • Detuvo las nuevas inversiones privadas en la industria petrolera y cerró los ductos de combustible para prevenir el robo, una medida que causó escasez en gran parte del país.
  • Ha revivido la política de no injerencia de México en los asuntos de otros países al reconocer al dictador de izquierda de Venezuela, Nicolás Maduro, en lugar del jefe de su legislatura, Juan Guaidó, como el presidente del país. La mayoría de las grandes democracias reconocen a Guaidó.
  • AMLO ha recortado los sueldos de altos funcionarios y burócratas, incluido el suyo, y ha subastado sus autos.
  • Viaja por avión comercial.

A más de tres cuartos de los mexicanos les gusta lo que ven. Casi 100 días en el cargo, AMLO es más popular que cualquier presidente en esa etapa, excepto Vicente Fox, el primer presidente de la era democrática, en 2001. Aunque AMLO está restringido a un mandato de seis años, espera que su Movimiento Para la Regeneración Nacional (Morena) de corte izquierdista esté en el poder durante mucho más tiempo.

Su plan para lograr esto implica restaurar al estado a su posición anterior como principal asegurador del bienestar de los mexicanos. Los presidentes más recientes pensaron que una de sus funciones principales era crear condiciones para que las empresas y los grupos de la sociedad civil brinden prosperidad y bienestar. Enrique Peña Nieto, el predecesor de AMLO, invitó a los extranjeros a invertir en petróleo e introdujo la competencia en las telecomunicaciones, lo que redujo los precios. Pero el crimen y la corrupción durante su presidencia eclipsaron esos logros. Dejó el cargo como el presidente menos popular de México. Bajo AMLO, el estado tomará la iniciativa y el crédito. Sin embargo, debe conciliar esa ambición con la necesidad de contener el gasto y evitar los déficits presupuestarios.

El estatismo de AMLO no excluye la cooperación con el sector privado. Como alcalde de la Ciudad de México a principios de la década de 2000, trabajó estrechamente con empresas, por ejemplo, para reconstruir el centro de la ciudad. Muchos de los proyectos de infraestructura que planea, como el “tren Maya” a través del sur, necesitarán financiamiento privado o extranjero. Pero nadie dudará que el tren viene de él.

AMLO ha comenzado por dar más dinero directamente a las personas.

  • Su gobierno ha duplicado los beneficios de pensión y ha hecho que más personas sean elegibles para ellos.
  • Estableció un precio mínimo para los frijoles cultivados en el estado de Zacatecas. Eventualmente, la mayoría de los cultivos principales en México tendrán precios de apoyo.
  • El gobierno otorgará becas y subsidios a 2,3 millones de jóvenes adultos.
  • Para mantener un superávit presupuestario, AMLO ha ralentizado la introducción de estos programas, por ejemplo, elevando las pensiones para los habitantes de la ciudad mayores de 68 años, no 65 como él esperaba.

Donde los grupos no estatales gastan el dinero del gobierno para promover sus objetivos, AMLO quiere recortar al intermediario. Los ministros tienen prohibido canalizar dinero a través de “intermediarios”, como contratistas, sindicatos u ONG. Bajo Peña, unos 10,000 grupos de la sociedad civil obtuvieron 30 mil millones de pesos ($ 1,6 mil millones) en seis años; más fue a contratistas, proveedores de cuidado infantil y otras “estructuras paralelas”, como los llama AMLO. Gran parte de su dinero terminó en los bolsillos de los amigos de los políticos, sostiene. Ahora todo el apoyo gubernamental “será entregado directamente a los beneficiarios”. Esto tiene una recompensa política. “Los votantes dirán: ‘AMLO me dio este dinero'”, señala Luis de la Calle, un economista.

El cambio viene al cuidado de los niños. El programa “habitación de los niños” creado por Felipe Calderón, presidente de 2006 a 2012, paga 950 pesos mensuales por niño a las mujeres que brindan servicios de guardería en sus vecindarios, a menudo en sus hogares. Unas 300.000 madres utilizan el programa. Muchos no se dan cuenta de que el estado está subsidiando el proyecto de ley.  AMLO planea corregir esto (y ahorrar algo de dinero) pagando directamente a las madres 800 pesos mensuales.

El enfoque de pesos-para-la-gente no siempre puede ayudar a los beneficiarios previstos. AMLO dijo que pondría fin a los subsidios para los refugios para mujeres, pero no explicó cómo daría dinero a las víctimas de abuso doméstico. Después de una protesta, se retiró.

Parecer generoso mantendrá su popularidad solo si mantiene otras promesas, especialmente el reducir el crimen y la corrupción, y mantener la economía fuerte. Su dirigismo, y su sospecha de instituciones independientes, pueden hacerlo más difícil.

Todavía no hay señales de que la tasa de homicidios, que el año pasado fue más alta que en Colombia y Brasil por primera vez, esté en descenso. La gran idea de AMLO para reducirla es establecer una guardia nacional, que deba tener 150,000 miembros para el 2024. Esto puede ayudar, pero no compensará las fallas de la policía estatal y local. AMLO se ha resistido al nombramiento de un fiscal independiente contra la corrupción. Cualquier escándalo socavaría su afirmación de que solo su honestidad inspirará probidad en otros.

La mayor amenaza para su popularidad es la economía. El banco central ha revisado su proyección de crecimiento del PBI para este año, del 2,2% al 1,6%. La inversión extranjera directa en el último trimestre de 2018 estuvo un 15% por debajo de su nivel del año anterior, en parte porque los inversionistas desconfían de AMLO y porque los recortes de impuestos en los Estados Unidos hacen que las inversiones estadounidenses sean más atractivas para las empresas estadounidenses.

AMLO no logró convencer a los inversionistas de que resolverá los problemas de Pemex, el gigante petrolero estatal, que proporciona una quinta parte de los ingresos del gobierno pero tiene una deuda alarmantemente alta. Eso pone en riesgo la calificación crediticia de grado de inversión de México. El 2 de marzo, S&P Global, una agencia de calificación, rebajó la perspectiva de la deuda soberana de México de estable a negativa. Una recesión en los Estados Unidos el próximo año, que algunos analistas consideran probable, podría causar una en México. Eso supondría problemas para un presidente que necesita crecimiento para pagar sus programas sociales.

Pero por ahora, millones de mexicanos aplauden un golpe de suerte, y al presidente, como él espera. Marcos Velázquez, un reparador en la Ciudad de México, dice que su madre acaba de ver el doble de su pensión. Ambos votaron por AMLO, y no se arrepienten. A diferencia de los políticos del pasado, dice Velázquez, AMLO ha traído “un cambio real”. Lampadia




Tropezando con la misma piedra

Tropezando con la misma piedra

AMLO, Manuel López Obrador, el nuevo presidente mexicano, confirmó en su discurso de investidura sus planteamientos pos-electorales que han alarmado a los inversionistas y han afectado los mercados internos.

En un artículo de hace un par de días, The Economist (ver traducción de Lampadia), habla de ‘errores de novato’, pero AMLO no es ningún novato, ha postulado a la presidencia por tercera vez, y previamente fue alcalde de la ciudad de México. Lo complicado son sus ideas de corte del socialismo del siglo XXI. Ideas que han sido contrastadas con la realidad en varios países y en varias ocasiones con tremendos fracasos.

AMLO plantea un gobierno fundacional, dirigido a luchar contra la corrupción, pero malogra su oferta optando por el borrón y cuenta nueva, cuidando el futuro, dejando intocados a los corruptos del pasado. Es cierto, que salva el tema sugiriendo que en un referéndum se podría cambiar el enfoque.

Por el lado de las medidas de impacto económico planteó, por ejemplo:

  • Reducir los ingresos de los funcionarios del Estado por debajo de su propia remuneración, que sería previamente recortada en un 40%. Un error gravísimo, el error del segundo gobierno de García en el Perú, una medida populista que solo trae consecuencias negativas. Los estados necesitan contar con sus ciudadanos más preparados y tener políticas meritocráticas del corte de las de Singapur, que tiene los mejores y mejor remunerados funcionarios públicos del planeta.
  • AMLO ha ofrecido incontables subsidios para los adultos mayores, los jóvenes (quiere eliminar la presencia de NINIS), y zonas geográficas.
  • Una zona franca a lo largo de toda la frontera con EEUU para evitar la migración de los mexicanos.
  • Ha sido muy crítico con la apertura del mercado energético y las privatizaciones de servicios públicos.
  • Ha decretado la reversión de la reforma educativa.
  • Creará 100 universidades públicas
  • Desarrollará obras de infraestructuras muy ambiciosas
  • Construirá una nueva refinería en Tabasco, su zona de origen

En general, su discurso de investidura fue una alegoría contra el ‘pérfido e inefectivo neoliberalismo’, ofreciendo una suerte de cuarta revolución política para la creación del nuevo México.

Una lástima, que el socio más grande de la Alianza del Pacífico, se dirija al socialismo que siempre tropieza con las mismas piedras. Lampadia

Errores de novato
AMLO, el presidente electo de México, está enviando señales preocupantes

Andrés Manuel López Obrador tiene malas ideas y peores planes para implementarlas

The Economist
29 de noviembre de 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Desde que ganó las elecciones presidenciales de México en julio, Andrés Manuel López Obrador, un populista de izquierda, ha estado en el poder, pero no en el gobierno. En octubre, AMLO, como se le conoce, convocó a los mexicanos a votar sobre si cancelar un gran aeropuerto en construcción para la Ciudad de México. Una pequeña muestra votó para desecharla; prometió hacerlo, evitando así la expansión de los vínculos entre México y el mundo exterior. Su partido Morena y sus aliados, que controlan el Congreso desde septiembre, aprobaron una ley que prohíbe que cualquier funcionario gane más que el presidente, que planea tomar un recorte salarial del 60%. AMLO será inaugurado el 1 de diciembre; los augurios de su mandato de seis años ya parecen preocupantes.

Los votantes eligieron a AMLO por desesperación, habiéndolo rechazado como presidente dos veces antes. Los chanchullos abundan, la tasa de homicidios es la más alta registrada, más del 40% de los mexicanos son pobres según la definición del gobierno y el crecimiento económico reciente ha sido decepcionante. En AMLO, un ex alcalde de la Ciudad de México, muchos mexicanos vieron un posible salvador. Él fulmina contra la clase gobernante tecnocrática. Vuela con ahínco en clase económica y ha puesto a la venta el avión presidencial. Él jura mejorar a los necesitados, frenar el crimen y aplastar la corrupción. Pero lo está haciendo al revés.

El fiasco del aeropuerto ilustra tanto su mentalidad como sus métodos. Durante mucho tiempo se ha opuesto al nuevo aeropuerto, prefiriendo una alternativa que es técnicamente inviable. Su consulta, administrada por su partido en lugar de la comisión electoral, fue una farsa. Solo el 1% del electorado participó. Después de una declaración, él honraría la votación cancelando un proyecto que ya está desarrollado en un 30% y en el que ya se han gastado US$ 5 mil millones, los bonos y la moneda de México se han desplomado. Eso llevó al Banco Central a elevar las tasas de interés el 15 de noviembre. Incluso antes de asumir el mandato presidencial, AMLO ha dañado la economía.

Algunos de sus planes para combatir la corrupción y el crimen son contraproducentes; otros son alarmantes. Su límite en los salarios públicos expulsará a las personas con talento del gobierno y aumentará la tentación de aceptar sobornos entre los que se queden. Peor aún, quiere crear una Guardia Nacional, supervisada por el ministerio de defensa, para combatir a los criminales. Los soldados son terribles en el trabajo policial. En México, hacer que lo hagan también es inconstitucional, como lo reafirmó recientemente la Corte Suprema. Sin aminalarse, AMLO propone cambiar la constitución para permitirlo.

Bien, mal o indiferente, sus ideas no obtendrán el escrutinio que merecen. Al proponer a muchos de ellos directamente en la gente, reduce la posibilidad de que el Congreso o cualquier otro organismo controle su poder. AMLO organizó una segunda votación de baja participación entre el 24 y el 25 de noviembre, que selló diez de sus proyectos favoritos, incluida una costosa refinería en su estado natal de Tabasco. Planea someter a votación lo de la Guardia Nacional, esta vez supervisada por la comisión electoral, junto con otras dos preguntas: si se creará un consejo de empresarios para asesorarlo y si se iniciarán acciones judiciales por corrupción contra presidentes recientes. El primero es demasiado trivial para votar; el último es el acto de un demagogo. Las sociedades que respetan el imperio de la ley no deciden por plebiscito si procesan o no.

No todas las ideas de AMLO son malas. Él legalizaría el cannabis recreativo y daría pasantías a jóvenes, lo que podría reducir el crimen. La contratación pública centralizada podría desalentar la corrupción. Su jefe de personal y los ministros de finanzas y asuntos exteriores entrantes son competentes. Sin embargo, un presidente serio en la lucha contra la villanía daría más prioridad al fortalecimiento de las instituciones, en particular asegurando la independencia de los fiscales de la influencia política y mejorando las fuerzas policiales estatales y locales. Por desgracia, AMLO parece desinteresado en la creación de instituciones. México siempre ha tenido muy pocos controles sobre el presidente, sin tratarse de un presidente con tendencias mesiánicas. Los mexicanos pueden terminar lamentando esto. Lampadia