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Brasil en una Encrucijada

Sebastiao Mendonca Ferreira
Centro Wiñaq
Para Lampadia

El 7 de octubre próximo se realizarán las elecciones presidenciales en Brasil, en poco más de 40 días el país escogerá el próximo presidente para el período 2019-22. Si nadie logra más de 50% en la primera vuelta, el 28 de octubre, tres semanas después, se realizará la segunda vuelta con los dos más votados. Este será un proceso electoral muy breve para tomar una decisión con grandes implicancias para el futuro.

Con una economía semi paralizada y una situación fiscal insostenible, Brasil va necesitar de reformas políticas y económicas difíciles pero indispensables para viabilizar una nueva fase de crecimiento económico. La población respalda a Lava Jato y está clara sobre la necesidad de luchar contra la corrupción, pero tiene poca claridad sobre las condiciones necesarias para que sus aspiraciones comiencen a volverse una realidad. En esas condiciones, la población es una presa fácil para los discursos populistas, y los populistas abundan en Brasil.

Son 13 los candidatos a la presidencia, pero solo 5 tienen alguna posibilidad de llegar a la segunda vuelta, hasta ahora.

En la última encuesta de Data Folha (agosto)[i] el ex-presidente Lula da Silva lidera las intenciones de votos con 39%, seguido del diputado ultra-conservador Jair Bolsonaro con 19%. Sin embargo, Lula está condenado en segunda instancia y ratificado en tercera instancia, y según la ley, él no puede postular a ningún cargo público.

La única opción para que Lula pueda participar en las elecciones es que el Supremo Tribunal Federal (STF) anule su condena, o emita una resolución haciendo una excepción legal con nombre propio para viabilizar su candidatura. Considerando el gran poder económico y político de Lula, la probabilidad de que el STF, a estas alturas, tome tal decisión no es nula. Pero considerando también que tal decisión provocaría una crisis en el poder judicial del país (romper la ley para que un condenado en segunda instancia sea candidato) dicha probabilidad es muy baja.

Por lo tanto, el segundo escenario es el más probable. En ese escenario es el ex-alcalde de Sao Paulo, Fernando Haddad, quien será el candidato del PT a la presidencia.

Si se explora el escenario en que Lula no está presente, Bolsonaro salta a 22%, seguido por la ambientalista y populista Marina Silva con 16%, el populista tradicional Ciro Gomes con 10%, el socialdemócrata Geraldo Alckimin, ligado a Fernando Henrique Cardoso, con 9%, y el representante de Lula, Fernando Haddad, con 4%.

En ese segundo caso, sin la participación de Lula, habría que ver cuánto del electorado del PT efectivamente votaría por Haddad. Data Folha dice que el 31% de los encuestados se inclinarían a votar por un candidato indicado por Lula y un adicional de 8% podría hacerlo. Ello significa que Fernando Haddad tiene un gran potencial de crecimiento. Sin embargo, los otros candidatos populistas, Marina Silva y Ciro Gomes, ya están posicionados y van disputar férreamente el voto de los electores de Lula. Las encuestas del escenario 2 evidencian cómo ellos crecen más que Haddad con la ausencia de Lula. Además, el tiempo de campaña es muy breve y el electorado brasileño dedica por espacio mental a los temas electorales.

Afectado por su condena a 12 años y por su encarcelamiento, Lula orientó su partido a mantenerlo como su candidato hasta el final. El 15 de agosto, el PT ha inscrito a Lula como candidato a la presidencia y a Haddad como su vice-presidente. Con esta estrategia maximalista, el PT ha debilitado la imagen del candidato sustituto de Lula. Sin proponérselo, el PT ha estado enviando el mensaje de que Lula es insustituible y que nadie más en su partido tiene la estatura para ser un buen candidato presidencial. Durante todo este tiempo, los otros candidatos populistas (Marina y Ciro) han podido presentarse como dignos sustitutos de Lula y han fortalecido sus posiciones.

La persistencia de Lula en ser el candidato del PT ha contribuido a la polarización política favoreciendo al candidato ultra conservador, Jair Bolsonaro, opuesto a Lula. No es gratuito que, faltando seis semanas para la elección, Bolsonaro tenga 22% de intención de voto y Haddad, el candidato sustituto de Lula, tenga solo 4%. El PT va tener que hacer una campaña excepcional de demolición de las imágenes de Bolsonaro, Marina Silva y Ciro Gomes para poder llegar a la segunda vuelta. El PT sabe destruir las reputaciones de sus críticos y rivales. Esta es, en realidad, una de sus mayores habilidades, pero no es fácil destruir a varios candidatos en pocas semanas sin que el suyo no resulte afectado en ese combate. Además, según la encuesta de Data Folha, en una segunda vuelta, Bolsonaro derrotaría a Haddad. Entonces, si Haddad llega a la segunda vuelta, la victoria del PT no estará asegurada.

En el caso de que el PT no llegue a la segunda vuelta, y la disputa sea entre Bolsonaro y Marina Silva o entre Bolsonaro y Ciro Gomes, el PT tendrá la opción de apoyar al rival de Bolsonaro, llevando a que un populista, no muy distinto del PT, gane el gobierno federal. Ello permitiría al PT arribar a acuerdos políticos con esos candidatos y tener buenos aliados en Brasilia, mientras busca reconstituir sus fuerzas.

Hay un candidato liberal, Joao Amoêdo, que merece una atención especial. Amoêdo es un empresario que ha creado un partido político llamado “Novo”, es decir, nuevo. Amoêdo es contrario al financiamiento público de los partidos políticos, ha rechazado dicho financiamiento público para su campaña en la TV y ha apostado en hacer campaña electoral solo con donaciones privadas, operando en las calles y en las redes sociales. Un casi desconocido, Amoêdo ha comenzado a crecer en las últimas tres semanas y ya tiene 2% de intención de voto. Amoêdo apoya a Lava Jato, a la economía de libre mercado, y tiene el plan de gobierno y el discurso electoral más coherente con los desafíos del país. Sin embargo, es poco probable que en cuatro semanas logre crecer lo suficiente para llegar a una segunda vuelta. Lo atractivo de Amoêdo para los sectores más educados de la clase media, es que él se presenta como una nueva forma de hacer política en Brasil, y la gente está harta con la forma corrupta de hacer política en Brasil.

Gane quien gane las elecciones, van a presentarse dos opciones: O se hacen las reformas fiscales y legales, o el Brasil sigue en el estancamiento o va hacia una segunda crisis económica en el corto plazo.

  • Si gana un conservador (Bolsonaro) o un liberal (Amoêdo) las probabilidades de reforma son mayores, pero la oposición estará asegurada.
  • Si gana Haddad, es decir Lula, el escenario más probable es una crisis institucional, económica y política en el corto plazo, con la destrucción de Lava Jato y el desencadenamiento de un conflicto político abierto.
  • Si gana otro populista (Marina o Ciro), su dilema va ser difícil pues, para salir del estancamiento y evitar la crisis, va tener que hacer una serie de reformas que son opuestas a su discurso electoral, y si no hace las reformas las perspectivas no serán positivas para nadie.

El dilema de los populistas puede representarse en una frase conocida en Brasil:

  • Si corres el bicho te alcanza, si te quedas quieto, el bicho te come
    (Se correr o bicho pega, se ficar o bicho come).

En cualquiera de los casos, el ambiente social, político y de negocios en Brasil no será tranquilo ni agradable en los próximos años. Sin embargo, desde el 2013 el país ha ingresado a un período de profundos cambios políticos: se desencadenó la mayor operación anti-corrupción (Lava Jato) y las mayores movilizaciones de la historia brasileña, surgieron nuevos movimientos políticos, y se cerró la Era PT. Es muy probable que ese proceso continúe y que se desarrollen corrientes de pensamiento liberales y conservadoras que en el futuro puedan constituirse en alternativas de gobierno al populismo que ha dominado la política brasileña por muchas décadas. Lampadia 

 

[i] Data Folha es vista por muchos analistas como una encuestadora amiga del PT, pues sus resultados son casi siempre más favorables al PT que los resultados de las demás encuestadoras.




La Maniobra del PT para sacar a Lula de prisión

Sebastiao Mendonca Ferreira
Centro Wiñaq
Para Lampadia

Los hechos

En pleno domingo, 8 de julio, aprovechando un momento de descanso y de distracción mundialista, un grupo de petistas (un abogado, tres parlamentarios y un juez provisional) armaron una jugada deshonesta para liberar a Lula. Tres diputados del PT elaboraron un pedido de Habeas Corpus para la liberación inmediata de Lula y lo presentaron a su ex-colega de partido el juez provisional, Rogerio Favreto, circunstancialmente responsable del Tribunal Regional Federal 4 (TRF-4), el mismo juzgado que tres meses atrás confirmó por unanimidad la condena de Lula y amplió su sentencia a 12 años de prisión. Los congresistas ya sabían que el juez Favreto estaría “de guardia” el domingo y que sería él quien procesaría el Habeas Corpus y lo presentaron como parte de una maniobra política compleja.

Por una oportuna intervención de Sergio Moro, el juez el Pedro Gebran Neto, vocal del 8º Tribunal del TRF-4, rechazó la orden del juez Favreto por incompetente para cambiar en forma unipersonal lo que había sido una decisión colegiada.

El juez Favreto, emitió una segunda y una tercera orden, exigiendo que la Policía Federal liberara a Lula en forma inmediata, dándole en una hora de plazo, o estaría cometiendo desacato a una orden judicial. La Policía Federal, ponderando lo irregular de la situación, no obedeció al juez Favreto y respondió que esperaría una decisión de los jueces permanentes del TRF-4, antes de tomar cualquier acción para modificar el estatus del prisionero Lula da Silva.

Ese mismo domingo, minutos más tarde, el juez Carlos Flores, el presidente del TRF-4, emitió una sentencia negando la orden del juez provisional Favreto, y declarándolo incompetente para alterar una decisión colegiada.

Dos días después, el 10 de julio, el Superior Tribunal de Justicia, STJ, corte federal de 3ª instancia del país, evaluó la decisión del juez Favreto sobre el pedido de Habeas Corpus y declaró nula su decisión. La presidente del STJ calificó el intento de los abogados petistas y del juez Favreto como una maniobra teratológica, es decir monstruosa, y ha felicitado al juez Sergio Moro por su oportuna intervención cautelar. Con la intervención del STJ se ha confirmado que no existe una controversia entre jueces de 2ª instancia, sino un intento ilegal de anular las tres sentencias de condena de Lula. Con esto se cierra el incidente judicial, pero quedan secuelas y preocupaciones.

Antes de explicar el juego político detrás de todo esto conviene recordar algunos hechos:

  1. Lula fue condenado por el juez Sergio Moro por corrupción y lavado de activos (el primero de los 8 juicios hoy en proceso).
  2. La defensa de Lula apeló a la segunda instancia, el TRF-4. Pero los tres jueces del TRF-4 confirmaron la sentencia del juez Moro, por unanimidad, encontraron a Lula culpable además de lavado de activos y ampliaron la sentencia a 12 años de prisión.
  3. La defensa de Lula apeló al STJ (3º instancia), por medio de un Habeas Corpus, y el STJ decidió, también por unanimidad, confirmar la sentencia del TRF-4.
  4. La defensa de Lula presentó otro Habeas Corpus al Supremo Tribunal Federal solicitando la liberación de Lula, y el STF decidió, por mayoría, mantener la sentencia del TRF-4 y el encarcelamiento de Lula.
  5. Un total de 4 juzgados y 15 jueces han respaldado la prisión de Lula.

El supuesto “hecho nuevo” presentado por el juez Favreto para justificar su decisión unipersonal de liberar a Lula era porque Lula ‘es un pre-candidato y como tal necesita estar en libertad para defender plenamente su candidatura’, aunque la ley electoral brasileña prohíbe a los corruptos ser candidatos, y Lula está condenado por corrupto. No le interesó al juez Favreto los sustentos de la sentencia de Lula pues primaron sus intereses políticos. Con este argumento, todos los asesinos, corruptos, traficantes y estupradores pueden declararse pre-candidatos y solicitar su libertad inmediata.

La defensa de Lula es muy sofisticada y extraordinariamente activa. Ya ha presentado cerca de 80 apelaciones intentando liberar a su defendido o bloquear los otros 7 juicios. Adicionalmente el PT ha presentado 143 Habeas Corpus adicionales. Hasta el momento Lula ha perdido todas las apelaciones, pues carecen de sustento y son, muchas veces, son simplemente ilegales. Esta maniobra dominical, calificada por la presidente del STJ como teratológica (monstruosa) es la más grave de todas, pero no será la última, pues conociendo al PT, podemos decir que muchas otras vendrán en los próximos meses.

 El plan A del PT

Fue armado para liberar a Lula, montar una manifestación en su respaldo y crear un incidente político por su nuevo encarcelamiento. La presidente del PT, Gleisi Hoffman, estaba en el Sindicato de los Metalúrgicos en Sao Paulo, esperando la noticia de su liberación. Los líderes del PT lo planificaron con su militancia en función de la presencia del juez Favreto como juez provisional a cargo del TRF-4. El PT sabía que la anulación de una sentencia colegiada, confirmada por la 3ª instancia (STJ y TRF) era ilegal, y que muy probablemente sería anulada en pocas horas. Por ello, la gestión fue hecha el domingo para aprovechar que las instancias judiciales no estarían en sesión.

Para la sorpresa del juez Favreto, la Policía Federal no obedeció sus órdenes en forma inmediata, esperando por una decisión del presidente del TRF-4, el juez Carlos Flores. Como comenté antes, el juez Flores declaró que el juez Favreto era incompetente para la decisión, que la pre-candidatura de Lula era conocida a meses y que no había ningún hecho jurídico nuevo que justificara su liberación.

El juez provisional Favreto fue militante del Partido de los Trabajadores, PT, de 1991 hasta 2011, es decir, veinte años. Favreto no ingresó al TRF-4 por concurso público, sino que fue nombrado por Dilma Rousseff. A pesar de que esos hechos son de conocimiento público, el juez Favreto no se inhibió de pronunciarse respecto a su líder político, sino que se dedicó a forzar la ley y manipular las instituciones.

El plan B del PT

Consistía en generar una controversia judicial entre dos jueces de 2ª instancia (Favreto y Gebran) que justificara una intervención de los jueces de 3ª instancia, más politizados, donde el PT tiene mayor influencia, especialmente en el Supremo Tribunal Federal. Sucede que el juez Dias Tóffoli, ex-abogado del PT y nombrado por Dilma Rousseff, va asumir la presidencia del STF. Hombre de confianza del PT, Dias Tóffoli acaba de liberar al importante líder petista José Dirceu (el probable artífice de toda esta maniobra por la liberación de Lula). El PT quería aprovechar el ingreso de Dias Tóffoli al STF para “resolver” la discrepancia. Lo que cortó ese plan ha sido la decisión del presidente del TRF-4 declarando incompetente a Favreto y la sub-siguiente decisión del STJ anulando la tesis de la controversia jurídica. El STJ fue enfático diciendo que no había controversia jurídica y que el tema de la prisión de Lula ya estaba resuelto. Ahora, el PT va tener que montar otro plan para liberar a Lula y viabilizar su candidatura.

 El plan C del PT

Consistía en buscar pretextos para atacar al juez Sergio Moro y a los jueces del TRF-4 que condenaron a Lula. En los tres días siguientes al incidente, Moro ha recibido decenas de amenazas de muerte, y varios pedidos de juicio administrativo, por haber alertado al TRF-4 de la maniobra del juez Favreto. Además, el STJ ha abierto una investigación a Rogerio Favreto, Pedro Gebran Neto y Sergio Moro, para ver si alguno de ellos ha cometido actos ilegales en los hechos recientes.

Esa maniobra por liberar a Lula en base a una decisión unipersonal, en un fin de semana, con un “hecho nuevo” inventado, fue la agresión más seria que el sistema judicial brasileño ha recibido en años. La jueza Laurita Vaz, presidenta del Superior Tribunal de Justicia, STF, expresó su profunda extrañeza por la decisión del juez provisional y la calificó de teratológica, es decir, monstruosa. En la sentencia de anulación de la decisión del juez Favreto, la juez Vaz sostuvo: Reafirmo la absoluta incompetencia del juez provisional para deliberar sobre una cuestión que ya fue decidida por este Superior Tribunal de Justicia y por el Supremo Tribunal Federal Ella también calificó la intervención del juez Sergio Moro como oportuna y precautoria. Además, ha ordenado a Lula que, en un plazo de cinco días, comunique al poder judicial si él, de alguna manera, ha participado de la maniobra, pues si él ha participado en esa maniobra, va estar sujeto a nuevas sanciones.

Esta maniobra fue preparada por el PT sin acuerdo con los abogados de defensa de Lula, quienes la consideraban inconveniente, dentro de su estrategia jurídica. Sin embargo, predominaron los intentos de los líderes del PT de crear un hecho político. La preocupación de los abogados era que un incidente de ese tipo podría dificultar nuevas apelaciones. Sin embargo, el PT confía que, cuando Dias Tóffoli asuma la presidencia del STF, en setiembre y tal vez en julio, ellos podrán reabrir el juicio a Lula y anular su sentencia para que él pueda salir libre y ser candidato.

Como lo expresó la presidenta del Superior Tribunal de Justicia, STJ, la jueza Laurita Vaz, esa maniobra del PT representó una agresión seria a la institucionalidad jurídica del país e intento de manipulación de la Policía Federal. La maniobra ha servido para evidenciar a todos los líderes políticos e instituciones del país hasta donde el PT está dispuesto a violentar la institucionalidad para lograr sus objetivos políticos. Es decir, ya saben que están en una guerra avisada.

La sensación que esta maniobra ha dejado en la sociedad brasileña es que el PT tiene importantes mecanismos para romper la institucionalidad jurídica del país, y que apuesta todo en la candidatura de Lula. Con casi 30% de la población dependiente de la Bolsa Familia y con la imagen generalizada de corrupción de la clase política, Lula tiene buenas posibilidades en un proceso electoral. Con 62% de anti-voto, él difícilmente ganaría una segunda vuelta, pero el nivel de polarización que producirá va a ser muy perjudicial.

Por ahora el PT ha perdido una batalla, pero una batalla no es la guerra, y el sistema judicial brasileño tiene muchas vulnerabilidades: no es una estructura sólida ni transparente, las doctrinas que orientan a los jueces son contradictorias y se prestan a múltiples interpretaciones y maniobras. En la 2ª instancia, los jueces federales tienen tradiciones meritocráticas, pero en el STF los nombramientos son politizados y ocurren por los intereses de los presidentes de turno. Los 13 años de gobierno del PT han llevado a que una fracción muy significativa de la composición del STF sean jueces con inclinación política e ideológica hacia el PT.

Los próximos 5 meses de enfrentamiento jurídico y electoral van a tener un impacto de largo plazo sobre la sociedad brasileña. El PT va jugar todas sus cartas para fracturar el sistema y permitir la candidatura de Lula.

La barrera para la candidatura de Lula es que los abogados y jueces petistas, hasta ahora, no logran romper el sistema jurídico del país, ni logran el control del STF. Si lograran el control del STF, con la presidencia de Dias Tóffoli, Lula logrará postular. Si fuera así, las elecciones brasileñas se darían en un ambiente de inseguridad jurídica excepcional.

Con un PT radicalizado por su sentimiento de revancha y amplios sectores de la clase media decididos a evitar que la tragedia venezolana se repita en el Brasil, la polarización política es lo único previsible en estos momentos. Son 33 años de democracia continuada que ha permitido el desarrollo de elementos de expresión política. ¿cuanto capital institucional ha logrado la sociedad en ese período?

¿Logrará la lucha contra la corrupción, desencadenada por Lava Jato, producir un cambio positivo en el sistema político del país, o la alianza entre el populismo y la corrupción logrará revertir el proceso y bloquear las posibilidades de progreso del país? Los próximos meses van dar elementos para responder a esa pregunta.  Lampadia




Perspectivas sobre las reformas en la India

Desde la postulación de Narendra Modi, hemos seguido el desarrollo de India que, dados sus antecedentes y planteamientos, nos hacían prever un giro sustancial hacia la economía de mercado con especial énfasis en el sector privado. Bastaba ver su lema: “No red tape, only red carpet for investors” (nada de tramitología, solo alfombras rojas para los inversionistas). Ver en LampadiaLa visión de país y reformas que el Perú necesita.

Ahora, en menos de un año, el primer ministro indio Narendra Modi, llamado ‘modifier’ por su afán reformista, buscará la reelección. Si bien su gobierno se atribuye el mérito de que India sea la principal economía de más rápido crecimiento del mundo, la percepción de los votantes no es tan optimista.

Sus reformas y su lucha contra la corrupción, especialmente el desbarajuste que se produjo con el retiro del 86% de los billetes, para detener el dinero negro, han originado que cada vez más indios sienten que la economía ha empeorado, según los resultados de una encuesta del Banco de la Reserva de la India (RBI). Los resultados de la encuesta mostraron que la opinión pública sobre el empleo también se ha debilitado desde hace tres meses. Y el aumento de los precios está aumentando sus problemas. “… los sentimientos sobre la situación económica general del período actual empeoraron con respecto a la ronda anterior, ya que el 48% de los encuestados consideró que la situación se había deteriorado”, dijo el RBI en su informe publicado el 6 de junio.

Modi siempre se ha presentado como un hombre que quiere hacer negocios. “ustedes saben los cambios que hemos realizado y la mejora en nuestras calificaciones soberanas. Más valioso que estos números es el hecho de que el pueblo indio ha acogido con satisfacción las reformas del gobierno “, dijo Modi en enero de 2018, dirigiéndose a los líderes mundiales en el Foro Económico Mundial.

Desde entonces, los inversionistas extranjeros han retirado más dinero que en el año de la última crisis financiera mundial, la rupia se ha devaluado y, recientemente, la agencia calificadora Moody’s advirtió sobre una rebaja si las finanzas de la India se extienden más allá de su objetivo.

La verdad es que la India es la mayor democracia del mundo y, probablemente, el país más difícil de gobernar. Con mayor razón, las dificultades del gobierno para implantar reformas, constituyen un reto de proporciones inmensas. Modi busca impulsar la competitividad de un país que tiene una población del mismo tamaño que la China y que por décadas ha sufrido por ser muy proteccionista, estar plagado de procesos burocráticos asfixiantes, con problemas religiosos, étnicos y políticos, que ningún gobernante quisiera enfrentar.

Sin embargo, las dificultades para avanzar y validar el proceso parecen estar acumulándose. El mundo necesita que la India pueda consolidar su proceso de crecimiento. El artículo que compartimos líneas abajo del Financial Times describe las dificultades, que esperamos puedan superarse.

Modi ahora tendrá que duplicar los esfuerzos para garantizar que los votantes compren su narrativa antes de las elecciones del próximo año. Una gran batalla de percepción se avecina. Lampadia

India: Narendra Modi busca más ‘potencia de fuego’ económico

El crecimiento es sólido, pero se necesitarán más reformas para producir los resultados prometidos por un gobierno que espera reelegirse el próximo año.

Amy Kazmin en Nueva Delhi
Financial Times
24 de junio, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Un empresario que dice que los negocios están en su sangre, Ajay Gandhi, de 61 años, no piensa muy bien del establishment político de la India. Él lo culpa de las regulaciones bizantinas y una burocracia intrusiva que deja a las empresas privadas frente a lo que él dice que son “obstáculos inimaginables en cualquier [otra] parte del mundo”.

La desilusión del contador con base en Hyderabad es aún más profunda porque pensó que India estaba en la cúspide del cambio en mayo de 2014, cuando Narendra Modi llegó al poder respaldado por una comunidad empresarial harta de la parálisis política de la anterior administración dirigida por el Congreso. El premier tenía una reputación, construida durante la presidencia de Gujarat, por crear un clima acogedor para la inversión privada. Su abrumador mandato nacional generó esperanzas de una serie de reformas favorables al mercado.

“Está identificado estrechamente con la comunidad comercial y empresarial: son sus principales partidarios”, dice Gandhi, que emplea a unas 270 personas en sus compañías de software y contabilidad. “No son de una ideología izquierdista… Pensé que entenderían las áreas con cuello de botella para los negocios y los abordarían”.

Después de cuatro años turbulentos, Gandhi se siente decepcionado. El año pasado, India subió 30 puntos en el informe de Ease of Doing Business del Banco Mundial al rango 100 de 190 países.

“Me demostraron que estaba equivocado”, dice. “Hay 1,000 factores irritantes que enfrenta todo negocio que solo se puede ver a nivel del suelo. Pero ellos [el gobierno de Modi] no tienen oído para eso, y no tienen un ojo para eso. Solo están mirando los titulares”.

El debate sobre el récord económico de Modi promete intensificarse a medida que el primer ministro, que subió al poder con promesas de más empleos y oportunidades, postule para un segundo mandato en las elecciones nacionales que ahora están a menos de 12 meses de distancia.

Lo que no está claro es si su historial económico ayudará u obstaculizará sus perspectivas. India se está recuperando de los embates de su prohibición draconiana de efectivo y una transición difícil a un nuevo sistema impositivo. Ahora que está recuperando algo del impulso perdido, la economía enfrenta una nueva amenaza de la turbulencia global.

Modi mismo estableció expectativas muy altas. Los votantes se preguntarán sí ha cumplido.

En los últimos cuatro años, la administración de Narendra Modi ha invertido en programas de infraestructura y bienestar social © AFP

La pregunta puede parecer extraña para los de afuera. India es la economía más grande y de más rápido crecimiento en el mundo con un producto bruto interno que crece un 7.7 % en el primer trimestre de 2018.

En los últimos cuatro años, la administración ha impulsado una nueva declaración de bancarrota, reordenó el régimen impositivo previamente intrincado y fortaleció su marco de política monetaria. Ha invertido en carreteras y ferrocarriles e intentado hacer que los planes de bienestar social sean más eficientes. Los partidarios del gobierno dicen que estos esfuerzos han puesto a India en camino para un crecimiento estable y acelerado.

“Llevamos a cabo las reformas estructurales que han establecido el escenario para un alto crecimiento sostenido en el futuro para que podamos crecer durante décadas sin ciclos de auge y caída”, dice Jayant Sinha, el ex viceministro de Finanzas, quien dirigió el ahora abandonado esfuerzo por privatizar la transportista estatal Air India. “No hay otro gobierno en los últimos cuatro años en ninguna parte que haya intentado una agenda de reformas que sea tan radical, [o] impactante, como la de la India”.

Hace apenas dos años, Arvind Subramanian, el principal asesor económico del gobierno, pronosticaba con un fuerte optimismo que la India estaba preparada para un crecimiento del PBI de entre el 8 % y el 10 %. Ese es el rango, según la mayoría de los economistas, necesario para generar suficientes puestos de trabajo para su joven población, y para alcanzar el status de renta media-alta en las próximas décadas.

Pero en lugar de reformar los mercados de trabajo y tierras altamente regulados de la India, o privatizar empresas estatales ineficientes, el tiempo y la energía se desviaron hacia la caprichosa prohibición de efectivo de Modi, cuando el 86 % de los billetes se cancelaron abruptamente en un intento de erradicar el dinero negro. Los críticos argumentan que la administración también fue lenta en hacer frente a la gravedad de la crisis de la deuda mala de la India, un gran lastre para el crecimiento.

Arvind Subramanian, el principal asesor económico, © AFP

Ahora, el FMI y Moody’s, la agencia de calificación, pronostican que la India crecerá entre un 7% y un 8% este año y el próximo. Eso es saludable para los estándares mundiales pero muy lejos del crecimiento de dos dígitos necesario en los próximos años para que Nueva Delhi eleve su ingreso per cápita (sólo fue de US$ 1,709 el año pasado según el Banco Mundial) más cerca de los US$ 8,123 de China.

Yashwant Sinha, padre de Jayant, que fue ministro de Finanzas, “dejamos pasar el 2014, el 2015. El 2016, llegamos con el martilleo de la desmonetización y el martillo de un impuesto a los bienes y servicios fallidos. Ahora estamos viendo una tasa de crecimiento tibia de poco más del 7 %”.

TN Ninan, presidente del periódico Business Standard, “en este nivel de ingreso per cápita, crecer un 7 % no es algo súper impresionante”, dice. “Si estuvieras haciendo algo bien, deberías estar creciendo a un 9% o 10 %”.

Ahora un clima económico mundial más volátil con precios del petróleo en alza, amenazas de guerras comerciales e inestabilidad del mercado financiero ha expuesto las vulnerabilidades macroeconómicas de la India, en particular sus frágiles finanzas públicas y el creciente déficit en cuenta corriente.

Jahangir Aziz, jefe de investigación de mercados emergentes en JPMorgan: “El déficit fiscal se está ampliando y no hay una potencia de fuego adicional dentro de la política fiscal o monetaria para proteger a la economía”.

Como reflejo del nuevo nerviosismo, los inversores de carteras extranjeras retiraron 6,700 millones de dólares de los mercados de la India entre el 1 de abril y el 4 de junio, como parte de un cambio cada vez mayor desde los mercados emergentes hacia los EEUU.

Adi Godrej, presidente del grupo de bienes de consumo del mismo nombre:
“En India, si haces demasiado, desestabilizas las cosas” © AFP

Modi llegó al poder con la primera mayoría de partido único de cualquier gobierno indio en 30 años. “Pudo haber hecho lo que quisiera, nadie lo debatía”, dice Gandhi.

Pero el primer ministro tenía poco apetito por las reformas que podrían erosionar su popularidad. Un intento inicial de revisar la controvertida ley de adquisición de tierras de 2013 en la India, que según los negocios hace que sea demasiado caro obtener tierras para la industria, fue abandonado luego de una protesta de los agricultores.

La India atrajo US$ 40 mil millones en IED en 2017 según la ONU, pero como porcentaje del PBI es aún más bajo que en su punto más alto hace una década, mientras que el crecimiento del empleo es lento. Mientras tanto, montones de deudas incobrables en los bancos estatales han sido olvidadas. Se cree que los préstamos incobrables llegaron a su punto máximo, pero la limpieza llevará años.

Las esperanzas se desvanecieron para una revisión de las leyes laborales que hacen que sea casi imposible para las grandes empresas despedir a los empleados, reglas que los economistas dicen que han impedido la creación de empleos y la manufactura a gran escala.

El movimiento más audaz de Modi hasta ahora también es quizás el más extraño: la prohibición de efectivo de noviembre de 2016. Con la gran economía informal severamente perturbada, los empleos perdidos y el crecimiento afectado, los indios todavía debaten si los beneficios superan los dolorosos costos.

India en números

7.7%: Aumento del PBI en el 1T de 2018, menor que lo previsto

US$ 40 mil millones: IED atraída en 2017

US$ 1,709: El ingreso per cápita de la India (China US$ 8,123)

Modi cedió ante las quejas de las pequeñas empresas y redujo muchos requisitos para las empresas con ingresos de menos de US$ 300,000.

Rajiv Kumar, vicepresidente del grupo de expertos del gobierno NITI Aayog, insiste en que las acciones de Modi darán frutos. Lampadia




Los compromisos de la Cumbre de las Américas

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