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Necesitamos avanzar… no perdamos el tiempo

Fernando Cillóniz B.
Gobernador Regional de Ica
Ica, 4 de agosto de 2017
Para Correo Ica y
Lampadia

El título del presente artículo proviene del discurso presidencial del 28 de julio pasado. A ese respecto, cualquiera diría que los peruanos estamos 100% de acuerdo con nuestro presidente. Sin embargo, no… no hay tal unanimidad. Quizás… de la boca para afuera, sí. Pero en los hechos… ¡nada que ver! Yo diría que muchísimos peruanos – ¿alrededor de la mitad? – no actúa en concordancia con el sentir de nuestra máxima autoridad gubernamental.

Pero ¿quiénes son, y dónde están? esos peruanos que no sienten la necesidad de avanzar… y que no tienen problema con perder el tiempo. Pues están en todos lados… ¡dentro del mismo Estado! El Congreso de la República – por ejemplo – está plagado de ese tipo de gente. ¿Los Ministerios?… ¡ni se diga! Y lo mismo ocurre en los municipios y gobiernos regionales. Todo el aparato estatal está plagado de gente que todo lo observa, todo lo cuestiona, todo lo traba. Es la burocracia indolente – y en muchos casos corrupta – la que tanto daño nos hace

Inclusive, instituciones tutelares como la Fiscalía, el Poder Judicial y la Policía Nacional coadyuvan a aletargar el proceso de desarrollo de nuestro país. Y ¿qué decir de la Contraloría General de la República?… sobre todo, la que estuvo bajo el mando del Contralor anterior. ¡Qué manera de trabarlo todo!

Yendo a temas puntuales, los iqueños necesitamos avanzar con la creación de una autoridad de transporte urbano regional. Es verdad que el tráfico vehicular en Lima y Callao es un caos. Y me parece bien que se cree una Autoridad de Transporte Urbano para corregir dicho caos. Pero ¿acaso el tráfico en Ica y Chincha no es igual… o peor? En realidad, la gestión de transporte urbano en todo el país es un fracaso. Un fracaso municipal. Entonces, es un acierto del Gobierno Central tomar al toro por las astas, y resolver el problema desde arriba.

Ahora bien… si desde el Gobierno Central se pudo intervenir el transporte urbano – que repito… es una función municipal – ¿por qué no intervenir el recojo de basura en Ica? donde – evidentemente – la Municipalidad Provincial local ha fracasado. A este respecto, el Gobierno Regional de Ica ha alcanzado al Ministerio del Ambiente toda la sustentación necesaria para asumir dicha función, pero – hasta ahora, lamentablemente – han primado los trabadores de siempre. ¡Una lástima! Pero no nos daremos por vencidos. Parafraseando a PPK. Por el bien de los iqueños… necesitamos avanzar… no perdamos el tiempo. ¡Intervengamos el recojo de la basura en Ica… ya!

Construcción de carretera Chincha – Ica

También necesitamos avanzar en mejorar nuestra infraestructura logística. Me refiero a nuestras carreteras, ferrovías y puertos. En ese aspecto, los iqueños estamos muy complacidos de lo que viene ocurriendo en nuestra región. Aunque cabe criticar la demora de ciertos funcionarios del Ministerio de Transportes y Comunicaciones en la tramitación de la Iniciativa Privada Autosostenible (IPA) presentada por la firma OHL para la construcción de la Autopista Ica – Desvío Quilca; la cual incluye una vía de evitamiento de la ciudad de Ica… el tramo de mayor congestión de la carretera Panamericana Sur.

Por lo demás, la región Ica está avanzando. La autopista Chincha – Ica será muy pronto, una realidad… al igual que la doble vía Ica – Guadalupe. Antes de que acabe el 2018, nuestras cinco provincias tendrán carreteras pavimentadas hacia Huancavelica y Ayacucho. La modernización del puerto de Pisco está en marcha, y la Iniciativa Privada Autosostenible del puerto de Marcona avanza a paso firme. Tenemos un súper aeropuerto en Pisco, y el tren de cercanías Barranca – Ica está en plena fase de diseño. Ica va camino a convertirse en la región con mejor infraestructura logística de todo el país.

¡Sí, pues! Necesitamos avanzar… no perdamos el tiempo. En todo caso, es nuestro deseo que más gente venga a Ica a degustar los mejores piscos del mundo. Lampadia




El futuro de las economías compartidas

El futuro de las economías compartidas

Cuando en 1994 se fundó Amazon, y eBay el año siguiente, aprovecharon la conectividad de Internet para crear nuevos mercados de manera más eficiente. Al principio, eso significó nuevas formas de compra y venta de libros y objetos de colección; pero ahora el comercio electrónico está en todas partes, ofreciendo productos y servicios de todo tipo, convirtiéndose en una fuerza global en logística y retail. Del mismo modo las empresas de economías compartidas de hoy, que se encuentran en sus inicios, algún día serán igualmente ubicuas. 

Ya se ven signos de este proceso. Todos hemos escuchado de Airbnb, el servicio de alquiler de apartamentos en línea. La empresa cuenta con sólo 600 empleados, pero manejan más de un millón de propiedades en alquiler, ya es más grande que las mayores cadenas hoteleras del mundo. Por supuesto, lo que Airbnb ofrece es diferente a los hoteles; pero si ofreciera otros servicios complementarios como, por ejemplo, un servicio de limpieza o comidas, podrían convertirse en competidores aún más cercanos de lo imaginado.

La visión que subyace en el modelo de Airbnb (y en una economía compartida en general) es que el mundo está lleno de bienes y recursos subutilizados. ¿Cuánto tiempo pasamos en realidad usando las cosas, nuestros autos, bicicletas, apartamentos, casas de playa, o yates – que tenemos? ¿Qué valor generan los edificios de oficinas o las aulas durante la noche?

Las respuestas varían según el activo, pero las cifras de utilización tienden a ser sorprendentemente bajas. Pero estos números están cambiando. A medida que el Internet permite nuevos modelos creativos de negocios, aumenta no sólo la eficiencia de un mercado sino también la utilización de nuestros diversos activos. Algunos claros ejemplos de éxito con un asombroso crecimiento son Airbnb y Uber. Otros más pequeños, como Rent the Runway (alquiler de ropa y accesorios de diseño), pueden encontrar nichos rentables.

Tal vez, el término economía “compartida” es engañoso. La mayor parte de los intercambios no son gratis. Más bien, es una empresa “peer-to-peer” (persona-a-persona), con gente común alquilando o vendiendo servicios entre sí, a través de una plataforma operada por una empresa.

Sin embargo, se trata de algo más que dinero. También hay una importante dimensión social que es un aspecto importante de la economía compartida. Esto se ve cada vez más a medida que avanzamos hacia una economía en la cual todos estamos, generalmente, más conectados e interdependientes.

Ciertamente, las personas que comparten son impulsadas ​​por el sentido común económico. Pero también están motivados por la experiencia social de encontrarse con otros, creando algo juntos. Al compartir un trayecto en el auto de alguien, o alquilar un barco para el fin de semana, hay una interacción muy diferente a la transacción más impersonal, comercial, normal, de compra y venta.

Esta es una diferencia importante entre la economía compartida y la convencional; la experiencia social es una parte inseparable de compartir. En la economía convencional, la conexión personal suele estar deliberadamente minimizada con el fin de normalizar el servicio y asegurar que la calidad y las condiciones sean siempre las mismas. En la economía compartida, la conexión personal es una parte importante del valor. De hecho, sin la experiencia de conocer a la persona que comparte muchos de los servicios probablemente no funcione, porque el intercambio depende de la confianza.

Muchos de los elementos que son necesarios para hacer que la economía compartida tenga éxito también son cruciales para que prospere una economía global intensamente conectada: Los valores sociales, la confianza, la reputación… Estos serán factores que ganarán en importancia en todo tipo de negocio.

No hay duda de que compartir recursos puede contribuir al bien común en una serie de formas, desde las perspectivas económicas, hasta ambientales y sociales. Varios estudios muestran que los beneficios ambientales son altos en muchos esquemas de intercambio, como la eficiencia de los recursos y el potencial de ahorro de energía que podría resultar de compartir un auto o el intercambio de bicicletas en las ciudades. Casi todas las formas de compartir son económicas y pueden conducir a ahorros o ganancias para los individuos y las empresas. En términos de bienestar subjetivo e impactos sociales, la experiencia demuestra que compartir también puede ayudarnos a sentirnos conectados con los vecinos o compañeros de trabajo, e incluso construir comunidades que pueden hacernos sentir más felices.

Muchos de sus defensores ven la economía compartida como un camino hacia el logro de la prosperidad generalizada y un primer paso esencial en el camino hacia economías más localizadas y sociedades igualitarias. Si lo analizamos bajo el lente de la sostenibilidad, sin embargo, algo que las instituciones públicas están empezando a hacer, entonces las verdaderas posibilidades de compartir recursos dentro y entre los distintos países del mundo son muy amplias y abarcan una gama muy amplia: para mejorar la equidad, reconstruir la comunidad, mejorar el bienestar, la democratización de la gobernanza nacional y mundial, defender y promover los bienes comunes globales e incluso a señalar el camino hacia un marco internacional más cooperativo.

Aún no hemos llegado, por supuesto, y el entendimiento popular de una economía compartida hoy en día se centra claramente en las formas más personales de dar y de intercambio entre los individuos o por medio de empresas en línea, que es principalmente para el beneficio de los grupos de altos ingresos en las naciones económicamente más avanzadas del mundo. Pero ahora, este modelo económico está siendo ampliado para incluir al rol de los gobiernos en compartir infraestructura pública, el poder político y los recursos económicos dentro de los países. Esto es un destello de esperanza para naciones emergentes, donde la economía compartida se está moviendo lentamente, pero en la dirección correcta.

Ya se están planteando preguntas en cuanto a qué significa compartir recursos para las personas más pobres del mundo en desarrollo y cómo una economía compartida puede propagarse a nivel mundial como una solución a nuestras carencias. Puede que falte mucho tiempo para que la idea de compartir económicamente llegue a una escala global, pero parece que vamos en buen camino. Lampadia