1

Madre de Dios en crisis

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 24 de mayo de 2019
Para Lampadia

El último operativo de interdicción en La Pampa – Madre de Dios – fue un “éxito”. Un éxito relativo. Por eso el entrecomillado. En efecto – desde una perspectiva policial y militar – es evidente que se lograron los objetivos.

Acabo de estar por allá. Lo he visto con mis propios ojos. Ya no hay actividad minera en La Pampa. Lo que antes albergaba a miles de mineros ilegales, se ha convertido en un desierto. El cementerio de motores y equipos calcinados es estremecedor. Las secuelas del mercurio están a la vista. Inmensos arenales amarillentos contrastan con la exuberancia y verdor del bosque amazónico. La imagen de los árboles muertos es aterradora. Miles de mantas y botellas de plástico han quedado esparcidas por todos lados. La Pampa está muerta.

Lo que hay ahora – y no se previó – es el “Efecto Globo”. Es decir, “se presiona, por un lado, pero se explaya por otro”. Efectivamente, los mineros de La Pampa se han ido a otros espacios cercanos. Muchos residentes locales pronostican que nada impedirá que se siga haciendo minería en la región. “El oro rinde más que la coca” advierten con resignación.

Pero la situación es más grave aún. La delincuencia se ha esparcido a otras zonas de Madre de Dios. El turismo de naturaleza – la actividad más emblemática de la región – está sufriendo cada vez más asaltos y robos. Incluso, crímenes.

La agricultura y la ganadería también están en crisis. Resulta que para transportar Diesel en Madre de Dios se necesitan una serie de permisos que demoran una eternidad. Y como se sabe, nuestro Estado – además de corrupto – es tremendamente inoperante para esos menesteres. El hecho es que los agricultores y ganaderos están atrapados entre la necesidad de transportar petróleo para sus tractores, y la codicia de ciertas autoridades por chaparlos infraganti. Es decir, el Estado contra agricultores y ganaderos. ¡Abusivos!

A propósito de abusos ¡qué brava está la corrupción en Madre de Dios! No hay conversación con lugareños donde no salga el tema a relucir. Una vez más, debo aclarar que no todos los funcionarios públicos de Madre de Dios son corruptos. Pero eso sí; son los menos. El hecho es que es muy difícil vivir y trabajar formalmente en aquella alejada y maravillosa región de nuestro país.

Ahora bien. Pasemos a cosas positivas. El Centro de Innovación Productiva y Transferencia (CITE Minería y Medio Ambiente) y el Centro Tecnológico Minero (CETEMÍN) han instalado en Puerto Maldonado una planta piloto de concentración gravimétrica de oro aluvial que no utiliza mercurio ni ningún químico contaminante. ¡Ahí está la solución!

¡EUREKA! Madre de Dios podría convertirse en una potencia aurífera limpia y sostenible. Sin mercurio. Sin contaminación ambiental. Primero se tala el bosque de manera controlada e itinerante, y se realiza el negocio forestal. Luego se extrae el oro aluvial, sin contaminar el medio ambiente. Y finalmente, se repone el bosque con especies debidamente seleccionadas.

Madre de Dios bio-diversa, turística, forestal, ganadera, agrícola, industrial, comercial… y minera. He ahí la imagen del futuro deseado de la economía de Madre de Dios. Ellos no merecen la crisis que están sufriendo. Madre de Dios merece ser lo que su nombre sugiere. Un lugar divino. Un lugar para vivir y trabajar, maravilloso. Lampadia




Omisión de Funciones… salvo honrosas excepciones

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 29 de marzo de 2019
Para Lampadia

Si la ley se aplicara en nuestro país, el Estado estaría atiborrado de denuncias por Omisión de Funciones. Veamos a qué me refiero. Es función del Estado servir a la ciudadanía a través de los siguientes servicios públicos: educación y salud, agua y desagüe, recojo y tratamiento de basura urbana, infraestructura de transportes y comunicaciones, cuidado del medio ambiente, justicia, seguridad ciudadana, entre otros.

¿Y cómo es la nuez? Pues…

  • Muy pocos peruanos tenemos agua potable continua. Algunos tienen agua esporádicamente. Y muchos – simplemente – no tienen acceso a ninguna red de agua potable.
  • La infraestructura de transportes deja mucho que desear.
  • La crueldad y el maltrato son denominadores comunes en los servicios de salud pública. La corrupción está enquistada en casi todos los hospitales del Estado.
  • La basura está tirada por calles y plazas, y nuestros ríos y mares están llenos de plásticos.
  • La educación pública está muy lejos del nivel que merecen nuestros estudiantes.

Y en cuanto a los servicios de justicia ¿qué quieren que les diga? Últimamente, la prensa y la televisión se han ocupado inextenso de la corrupción en este sector. Ante tal nivel de podredumbre cabe preguntarse ¿qué justicia podemos esperar los peruanos? Y ¿qué decir de la inacción del Estado frente a su función de brindarnos seguridad? ¿Qué hace el Estado frente a los frecuentes bloqueos de carreteras, sabotajes anti petroleros, barras bravas, infracciones de tránsito, comercio ambulatorio, invasiones de tierras, y demás delitos flagrantes?

En general, el Estado se hace de la vista gorda ante muchos casos como los mencionados en el párrafo anterior. En ese sentido – en términos jurídicos – el Estado incurre sistemática y recurrentemente en delitos de Omisión de Funciones… salvo honrosas excepciones.

¿Cuáles son esas honrosas excepciones? Pues aquí van dos que merecen nuestro máximo reconocimiento. Dos extraordinarios ejemplos de lo que significan los principios de autoridad y justicia. Dos ejemplos que deben marcar la pauta respecto al orden y legalidad que queremos la gran mayoría de peruanos.

Me refiero – en primer lugar – a la estupenda intervención del Estado en el desalojo de esos infames personajes de La Pampa en Tambopata. Por fin se acabó la terrible afectación ambiental en esa parte de nuestra preciosa y sagrada Amazonía. Y ¡qué decir de la trata de menores y demás casos de lumpen y miseria humana que se habían enquistado en aquel – otrora – majestuoso paraje de Madre de Dios! Un Estado justo, firme y respetado… ¡eso es lo que queremos los peruanos!

Y, en segundo lugar – aunque no por ello menos importante – debo referirme al alcalde Forsyth de La Victoria, y reconocer su liderazgo y compromiso en el ordenamiento del emporio comercial de Gamarra. Ojalá tuviéramos más alcaldes como él. Loor también a la Policía Nacional del Perú por su efectividad e inteligencia en aquel mega operativo. ¡Impecable! Un aplauso para estos dos grandes ejemplos de autoridad y justicia de parte del Estado.

Sin embargo, la pregunta es ¿por qué tantas Omisiones de Funciones, y por qué tan pocas honrosas excepciones? ¡Tanto les cuesta a nuestras autoridades seguir el ejemplo de Tambopata y La Victoria! La Omisión de Funciones en el Estado es un sancochado de ineptitud, cobardía, sabotaje, populismo, victimización, chantajismo, corrupción… y muchas lacras más. Lampadia