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Sorpresivas elecciones argentinas

Sorpresivas elecciones argentinas

El domingo pasado, los argentinos votaron para elegir a un nuevo presidente, después de doce años de ser conducidos por Néstor Kirchner y luego por su viuda, Cristina Fernández de Kirchner. Hubo tres candidatos en la carrera: Daniel Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires, del peronismo kircheriano; el alcalde de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, del partido Cambiemos; y el congresista Sergio Massa, Unidos por una Nueva Alternativa.

El resultado sorprendió a muchos argentinos. Con 96% de los votos escrutados, Scioli obtuvo una ventaja marginal con el 36.7% de los votos, mientras que Macri obtuvo 34.5%. Sergio Massa, un ex aliado que se volvió rival de Cristina Fernández de Kirchner, llegó en un distante, pero importante tercer lugar, con el 21.3% de los votos.

Macri celebrando después de las elecciones

Por lo tanto habrá una histórica segunda vuelta. Y es que el único precedente de una segunda vuelta fue en 2003, pero no se completó ya que Carlos Menem se retiró, entregando la presidencia a Néstor Kirchner.

Es importante notar que el sistema electoral de doble vuelta o ballottage funciona de manera diferente a lo tradicional en Argentina, hecho a la medida del peronismo para dificultar la emergencia de la oposición. Lo común es que cuando ningún candidato logra mayoría absoluta (50% más un voto) en una elección, la elección se debe definir en un nuevo comicio entre los dos que recibieron más votos, en Argentina no es así, son menos exigentes. Para asegurar la victoria en la primera vuelta, el candidato tendrá que ganar el 45 por ciento de los votos o el 40 por ciento con una ventaja de 10 puntos porcentuales sobre el competidor más cercano. Esta fue una estrategia más del peronismo para mantenerse en el poder y obtener una victoria más fácil.

Sin embargo, aún con esta ventaja en el sistema electoral, el discípulo del kirchnerismo se enfrentará a una reñida segunda vuelta en la que se podría poner fin a lo que se denomina una era en Argentina.

Pero, ¿en qué estado deja la presidenta al país? El largo reinado de los Kirchner se caracterizó por su populismo económico. Desde que la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, asumió la presidencia en 2007, las políticas de la Argentina se han desplazado más hacia la izquierda y sus consecuencias han sido nefastas.

Durante la última década, Argentina ha desperdiciado el un auge de precios de los commodities (soya) que ha alimentado un crecimiento económico promedio anual de alrededor del 4%, cifra que la presidenta utiliza para defender su mandato. Pero en los últimos cuatro años, la economía se ha ralentizado (tuvo un crecimiento del PBI de sólo el 0.5% el año pasado), para este año se estima un crecimiento mínimo de 0.4% y una cáida de 0.7% el 2016, según el FMI. Las tasas de inflación se encuentran entre las más altas del mundo (las políticas de Fernández que incluyen los subsidios al gas y transporte, además de beneficios para las madres solteras y los periódicos aumentos de las pensiones han contribuido a una mayor inflación) y no todo es tan ideal como al gobierno le gustaría pregonar. 

Se ha destruido la economía, las exportaciones de carne han bajado de un 10% de la oferta global a 2% y ahora son menores que las del pequeño Uruguay. En el camino del desastre hicieron otro perro muerto con la deuda externa y se robaron los fondos de pensiones privados.  

El gobierno ha manipulado las estadísticas; es imposible tener una idea clara acerca de las tasas de pobreza oficiales o de la inflación. La actual presidenta dejará un país en una situación económica desesperada por un grave déficit fiscal, alta inflación y reservas de divisas críticamente bajas. 

Los gestos de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner durante un discurso en relación con los 
resultados de las elecciones primarias en Buenos Aires, Argentina

Además, el gobierno también está enfrascado en una batalla contra los hedgefunds estadounidenses que están en desacuerdo con la forma en que quieren reestructurar los US$ 100 mil millones de la deuda que incumplieron en 2001, fondos a los que el gobierno denomina como ‘fondos buitres’.

Asimismo, el mandato de Kirchner ha sido engullido por los escándalos de corrupción (empezando por el hijo de los Kirchner) y acusaciones de irregularidades que han erosionado la confianza de los ciudadanos, aunque sigue siendo popular con un gran segmento de la población, cooptada por los programas clientelistas.

El siguiente presidente tendrá que abordar estos problemas si quiere sacar adelante un país con tanto potencial como Argentina. La segunda vuelta dictará si continuará el legado de proteccionismo comercial, falso bienestar social y defensa de las prebendas de las dirigencias obreras con Daniel Scioli, autodenominado ‘centrista’, quien se ha comprometido a mantener el núcleo del “kirchnerismo”. Pero también ha prometido un cambio en el estilo para atraer más inversiones y aumentar la productividad, que parecen palabras huecas.

Los votos de Macri aparecieron casi por arte de magia

La otra opción es el pro-inversión Mauricio Macri, un ex ejecutivo del fútbol que saltó a la fama dirigiendo la mejor temporada del Boca Juniors. Se ha comprometido a poner fin de inmediato a las principales políticas de Cristina Fernández. Macri, actual alcalde de Buenos Aires, es hijo de inmigrantes italianos que lograron dirigir un conglomerado empresarial exitoso. Fue secuestrado por policías corruptos a cambio de un botín y fue entonces cuando decidió dedicarse a la política. Actualmente es el líder de Propuesta Republicana o PRO, un partido nacido tras la crisis de 2001 que unió a políticos de centro-derecha y jóvenes profesionales que antes no habían tenido experiencia en campañas, como un proyecto para renovar la política nacional. Su campaña ha prometido un cambio: el fin de la calamidad económica y las políticas de confrontación que han definido el mandato de los Kirchner.

Ahora solo queda esperar los resultados de la segunda vuelta. Según la primera encuesta publicada sobre la segunda vuelta, Macri ganaría con una ventaja de cuatro puntos (45.6% vs. 41.5%). Scioli ya giró en torno a recuperar el voto peronista que apoyó a Sergio Massa (el tercer puesto). Por su lado, Macri lidera una alianza de partidos no peronistas –Cambiemos-, que incluye a la histórica Unión Cívica Radical, a los liberales de la Coalición Cívica y a su propio grupo, con el fin de hacer un frente electoral común que plante cara al kirchnerismo, que controla buena parte del poder ejecutivo y legislativo en el país. 

El futuro del país está en manos de los argentinos. Mientras tanto, todos lloramos por Argentina. Lampadia

 

 

 




El análisis con contrabando de Levitsky

El análisis con contrabando de Levitsky

Comentado por Lampadia

Creemos que el artículo de Levitsky, que reproducimos más abajo requiere de ciertas puntualizaciones que desvirtúan buena parte de su análisis.

Esperábamos que un profesor de Harvard, que ha sido adoptado como gurú de la izquierda peruana, fuera un poco más informado y riguroso. Anteriormente hemos criticado a Levitsky por las mismas razones, pero parece que no le entran balas: Levitsky pontifica sobre el gasto social.

¿El fin del giro a la izquierda?

Por Steven Levitsky, La República, 05 de Abril de 2015

Ante los graves problemas que enfrentan los gobiernos de Bachelet, Kirchner, Maduro, y Rousseff, muchos comentaristas prevén el fin del giro a la izquierda latinoamericano.  La ola sin precedentes de triunfos izquierdistas que empezó con la elección de Hugo Chávez en 1998 se agota.

No todos los gobiernos de izquierda están en crisis. Siguen más o menos fuertes en Bolivia, Ecuador, El Salvador, Uruguay, y Nicaragua. [Bolivia creció más que el Perú el 2014, pero si analizamos la década del 2002 y el 2012, podemos comprobar que el Perú creció un promedio de 6.3% mientras que Bolivia lo hizo solo en 4.7%. El dato del último año ha sido aprovechado por la izquierda tradicional para afirmar que el modelo boliviano es mejor]. Sin embargo, es probable que la izquierda sufra una serie de derrotas electorales en los años que vienen.  Se iría primero en Argentina, donde ninguno de los candidatos presidenciales serios es kirchnerista (Macri, Massa, y Scioli son pragmáticos del centro o centro-derecha). Aunque no haya elecciones presidenciales cercanas en Brasil y Venezuela, Dilma Rousseff ha sufrido una fuerte caída de popularidad y podría enfrentar un juicio político.  Y el gobierno de Nicolás Maduro está atrapado en un callejón sin salida.  

Después de una década de triunfos sin precedentes, entonces, parece que la izquierda latinoamericana está perdiendo fuerza.  La ola empieza a retroceder.

El retroceso de la izquierda tiene dos causas principales. El primero es el desgaste natural después de haber gobernado por tres o cuatro periodos presidenciales. Pocos partidos ganan más de tres elecciones presidenciales consecutivas (en EEUU, la última vez fue hace casi 70 años), y en democracia, casi ninguno gana más de cuatro.  Después de tres periodos, los gobiernos pierden los reflejos políticos; se distancian de la gente, y muchas veces, crece la corrupción.  Aun cuando no son muy corruptos (como en el caso de la Concertación en Chile), la gente se cansa.  Tarde o temprano, el desgaste afecta a todos los gobiernos. Doce años (Argentina) o 13 años (Brasil) en el poder es mucho.  Nada es permanente en la democracia.   Nadie gobierna para siempre.  

El segundo factor que debilita  a la izquierda latinoamericana es el fin del boom de las materias primas.  El tremendo éxito electoral de la izquierda en Brasil (reelecto en 2006 y 2010), Chile (reelecto en 2006), Venezuela (reelecto en 2006 y 2012), Argentina (reelecto en 2007 y 2011), Bolivia (re-electo en 2009 y 2014), Ecuador, (re-electo en 2009 y 2013), y Uruguay (re-electo en 2009 y 2014) fue facilitado por el boom económico que empezó en el 2002. El boom se acaba, y algunas economías han caído en recesión. Las crisis económicas –serias en Brasil y Argentina, infernal en Venezuela–generan descontento. Y los electores descontentos no suelen reelegir a sus gobiernos.   

Es probable, entonces, que el desgaste natural y el fin del boom económico pongan fin al giro a la izquierda. El proceso ya está en marcha en Argentina y Brasil, pero llegará también a países como Bolivia y Ecuador. En política nada dura para siempre.

Pero la década izquierdista ha sido un tremendo éxito para las fuerzas progresistas latinoamericanas. Con la excepción del chavismo venezolano (que dejará el país en ruinas), los gobiernos de izquierda latinoamericanos dejarán dos legados positivos.

Primero, demostraron que la izquierda puede gobernar. La imagen de una izquierda incapaz de gobernar había estado ampliamente difundida en América Latina. Debido a los fracasos de Allende en Chile, Siles Suazo en Bolivia, el sandinismo en Nicaragua, y Alan García en el Perú, la izquierda regional estaba asociada con crisis fiscal, hiper- inflación y desgobierno.

Esa imagen cambió en los 2000.  En Chile, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet gobernaron bien, espantando el fantasma de Allende. Lula gobernó bien en Brasil. [Ver en Lampadia: Luces y sombras de la visita de Lula al Perú]. Tabaré Vázquez y Pepe Mujica gobernaron bien en Uruguay. El FMLN ha gobernado bien en El Salvador. En Bolivia, las políticas macroeconómicas del gobierno de Morales han sido bastante responsables – y bastante exitosas.  

Los gobiernos de Lagos y Bachelet, Lula, Funes, y Vázquez y Mujica destrozaron la imagen de una izquierda incapaz. En Brasil, Chile, y Uruguay, la tasa de crecimiento económico aumentó con los gobiernos de izquierda. Y según los Indicadores de Gobernancia del Banco Mundial, los tres países mejoraron en términos de rendición de cuentas, estado de derecho, y corrupción.  

El segundo legado de los gobiernos de izquierda son las políticas redistributivas. La redistribución desapareció de la agenda pública en América Latina en los años ochenta y noventa. Quedó fuera del Consenso de Washington. Los viejos estados de bienestar –casi todos disfuncionales– fueron desmantelados pero no reconstruido, y la política social se limitó a las políticas antipobreza focalizadas.

La izquierda colocó el tema de la redistribución en la agenda.[La redistribución nunca ha estado fuera de la agenda, para eso son los impuestos que los gobiernos deben saber usar en beneficio de la población. Levitsky considera que redistribución es el asistencialismo, poca veces sostenible, como justamente se ha hecho evidente en el ícono de las políticas redistributivas de nuevo cuño: Brasil]. En Argentina, Brasil, Chile, y Uruguay, gobiernos izquierdistas aumentaron el salario mínimo, expandieron los sistemas salud y seguridad social, ofreciendo pensiones y seguro médico a millones de personas –informales, desempleados, y pobres rurales– que jamás los habían recibido, y mejoraron los ingresos de millones de familias a través de programas de transferencias condicionales.

Las consecuencias de estos programas han sido enormes.  En Brasil, 20 millones de personas salieron de la pobreza bajo el gobierno de Lula. Y el nivel de desigualdad cayó. [Siendo que Levitsky escribe en La República, debería nutrirse de información sobre el Perú para sustentar sus afirmaciones. En nuestro caso, según varios especialistas como Juan Mendoza de la UP y la ex Ministra de Inclusión Social, Mónica Rubio, así como el propio INEI, la disminución de la pobreza de los últimos años se originó por la inversión privada hasta en un 80%. Solo el resto se habría debido a los abundantes programas sociales asistencialistas. Ver en (L): Al menos80% de la reducción de la pobreza es por el crecimiento y EVOLUCIÓN DE LAPOBREZA MONETARIA 2009-2013].

Aunque la pobreza disminuyó en toda América Latina, la economista Nora Lustig y sus colegas muestran que los gobiernos social democráticos en Brasil, Chile, y Uruguay lograron reducir la pobreza y la desigualdad más que en otros países.

El buen rendimiento de los gobiernos de izquierda se ve en los resultados electorales: entre 2000 y 2014, los gobiernos de izquierda fueron reelectos en 19 de 20 oportunidades (la única derrota fue en Chile en 2010, donde el candidato, Eduardo Frei, no era de izquierda). La izquierda ganó cuatro veces consecutivas en Brasil, tres veces en Argentina, Bolivia, Ecuador, y Uruguay, y dos veces en El Salvador.

Estos triunfos se deben, en parte, al boom económico. Pero también se deben a la democracia.   Por la primera vez en la historia, la izquierda latinoamericana puede ganar y gobernar hoy sin golpes de Estado. [¿Se deben a la democracia? ¿A cuál? ¿A aquella que se basó en cambiar las constituciones a la medida de los gobernantes “democráticos”, que instauraron las reelecciones permanentes, que cooptaron a la población con programas asistenciales de reparto condicionado (como Juntos en el Perú que no cumple con los condicionamientos) y que finalmente, concentraban el poder en manos del ejecutivo, eliminando o debilitando la división de poderes, consustancial a una democracia real?].

La izquierda no debe olvidar esta lección.  El giro a la izquierda fue posible porque la consolidación de las instituciones democráticas abrió caminos al poder que no existían antes. Para la izquierda, apoyar a gobiernos (como el venezolano) que pisotean a estas instituciones sería sabotear a su propio futuro.




La Argentina va camino a otro desastre

La Argentina va camino a otro desastre

“La economía argentina hoy en día sufre recesión, desempleo, inflación, déficit fiscal, atraso cambiario, brecha del dólar blue (negro), default, riesgo país alto, reservas en baja, y déficit energético. Estas son las diez plagas que enfrenta la economía argentina y que no van a ser fácil dejar atrás”, sentenció crudamente Miguel A. Kiguel en el diario La Nación hace unos días. Esta es la situación a la que el peronismo, esta vez con los Kirchner (Néstor y Cristina) han postrado a la Argentina. Desde hace 11 años gobiernan ininterrumpidamente a esta nación que se ha sumido en una crisis económica, social y política.

Argentina sigue atascada en el populismo instaurado por Perón, fielmente interpretado por los Kirchner. Esa estrategia política y su correspondiente manejo económico están nítidamente expresados en una carta que Perón le dirige al General chileno Carlos Ibáñez del Campo, quien acababa de ser elegido presidente de su país (1952): “Mi querido amigo: dele al pueblo, especialmente a los trabajadores, todo lo que pueda. Cuando le parezca que ya les está dando demasiado, deles más. Verá los resultados. Todos tratarán de asustarlo con el espectro de un colapso económico. Pero todo eso es una mentira. No hay nada más elástico que la economía, a la que todos temen tanto porque nadie la entiende”. Ver en Lampadia (L): Despegue y caída de dos grandes de AL).

Lo increíble es que esos presupuestos que tantas veces han llevado a la quiebra y al default a la Argentina, sigan vigentes y la arrastren en pleno siglo XXI a una nueva y severa crisis. Con solo decir que hoy Uruguay (diez veces más chico) exporta más carne que el país de las pampas y los gauchos.

Las consecuencias de haber persistido en estas ideas se expresan nítidamente en las siguientes cifras:

Además de sumir a la Argentina en una de sus peores momentos económicos, la corrupción corroe al régimen kirchnerista, tal vez como nunca antes. La semana pasada el juez Claudio Bonadio, que investiga las irregularidades fiscales cometidas por la empresa Hotesur, administradora del hotel Alto Calafate, propiedad de la presidenta del Gobierno, Cristina Fernández, allanó las oficinas de la empresa. Como informó el diario La Nación, Hotesur “recibió 14.5 millones de pesos (1.7 millones de dólares) por parte del empresario kirchnerista Lázaro Báez en concepto de alquiler de habitaciones entre los años 2010 y 2011. Lázaro Báez es el mayor concesionario de obras públicas en la provincia patagónica de Santa Cruz (…) [existe] la sospecha de que el hotel podría haber sido usado por Báez para lavar dinero (…) [y] esas operaciones de lavado podrían afectar a la presidenta. Así mismo están las declaraciones oficiales de los Kirchner sobre el escandaloso incremento de su patrimonio mientras gozaban del poder.

Y por supuesto, nada funciona bien en este país. Como ha descrito con certeza el célebre cronista argentino, Martín Caparrós, la Argentina de los Kirchner “no puede ni organizar un partido… de fútbol”. “Hay una cosa que se llama partido de fútbol –y sucede tanto, en tantos sitios. La FIFA tiene 209 países afiliados; las Naciones Unidas, pobres, solo 192. (…).  Cada fin de semana las federaciones nacionales de todo el planeta organizan más de cien mil. Todos se parecen: una cancha, dos equipos, un árbitro, noventa minutos de juego y, alrededor, más o menos simpatizantes de los dos. Todos lo hacen, salvo la Argentina”. 

La Argentina está haciendo del absurdo una forma de autogobierno. Las soluciones a los problemas que enfrenta son de antología. Por ejemplo la de impedir que las barras del equipo visitante asistan a los partidos. “En principio, fue un remedio extraordinario contra la violencia en las tribunas. Era cierto que había que pararlo. Es un mecanismo interesante: a su imagen y semejanza, hay quienes proponen, que se liquiden los problemas de la educación cerrando las escuelas, que se enfrente la delincuencia callejera encerrándose en casa. Para acabar con las peleas acabaron con lo que distinguía al fútbol criollo, esos duelos de hinchadas intercambiando chanzas y cantitos, revoleando banderas, compitiendo a la par de sus equipos. La medida era difícil de sostener; solo la justificaba su condición supuestamente provisoria, pero su provisoriedad se volvió permanente”.

Parece de fábula, un mundo macondiano, pero no es fantasía esa es la forma en que el populismo kirchnerista gobierna. Y no es que el fútbol sea un tema que escape a las competencias de la presidenta. Como recuerda Caparrós, “el fútbol, en la Argentina, es un asunto de Estado. Literal: lo subvenciona a través de los derechos de televisión. Con unos 100 millones de euros al año se asegura el monopolio de sus transmisiones, que utiliza para soportar su propaganda y para poner a los equipos más populares en el mismo horario de los programas que pueden criticar sus políticas. Lo que no consigue es organizar eso que sí organizan más de doscientos países en el mundo: un partido”. Así de dramático. De esta forma el peronismo homenajea al populismo romano: “pan y circo”.

El problema es que a once meses de las próximas elecciones nada hace pensar que el país mejore. La oposición se presentará dividida. La Unión Cívica Radical, luego de meses de debate no se unirá a Mauricio Macri, el gobernador de Buenos Aires (la única figura que podría enfrentar a los peronistas). Como indica Antonio Navalón: “Argentina tendrá una campaña electoral interesante. No será entre la alucinación de la Unión Cívica Radical y los peronistas, sino peronistas contra peronistas, con la única diferencia de cómo miran o dejan de mirar a Kirchner y el hecho de que Argentina fue el primer país que demostró cómo se puede acabar con las mayores reservas de oro, carne y de trigo, porque a fin de cuentas, el ejercicio de la soberanía nacional nunca tuvo límites. El problema es que la campaña electoral está teñida por la demanda sin fin de las centrales sindicales (verdadero poder fáctico argentino), la necesidad de negar la realidad por parte del Gobierno y en ese juego por caerle bien y estar cerca, pero no lo suficiente de los candidatos peronistas, para saber quién ganará contra ella, pero con su apoyo. El problema está en que los piqueteros, los que piden, los que practican el asalto libre a los supermercados, serán las fuerzas del orden en la nueva elección”. Bajo este panorama, solo un milagro salvará a la Argentina.

El populismo latinoamericano que fue inventado en Argentina, fue alimentado y fortalecido, para que su inventor termine siendo víctima de su propia creación. Sindicatos monopolistas que cual camisas de fuerza aterran a los mediocres políticos de turno.

Como dice Álvarez, ha llegado el momento de decirle adiós al populismo en América. Ver en L: Deshagámonos del populismo. Lampadia




El kirchnerismo es un señor todo transpirado

El kirchnerismo es un señor todo transpirado

Por: Alejandro Borensztein

(Clarin.com, 29 de Junio del 2014)

No creo en las teorías conspirativas. Estoy convencido de que en la madrugada del 20 de julio de 1969, Neil Amstrong anduvo caminando por la superficie de la Luna y no actuando de astronauta en unos secretos estudios de televisión instalados en el desierto de Arizona, como algunos insisten. Me la juego con los ojos cerrados que los americanos no se dejaron hundir la flota naval en Pearl Harbour para justificar su entrada a la Segunda Guerra y mucho menos que ellos mismos se tiraron abajo las Torres Gemelas como excusa para invadir Afganistán. Las grandes teorías conspirativas necesitan de tantos cómplices que resulta impensado que no haya aparecido ni uno solo con ganas de deschavarlo todo. Si Neil Amstrong no hubiera caminado por la Luna, se hubieran enterado, desde las amantes de los cameraman del estudio en Arizona hasta el delivery que les llevaba la pizza a los científicos que laburaban en la NASA. Creo que, en general, las cosas suelen ser tan lineales como parecen.

Lo mismo vale para el fútbol. No tengo ninguna duda de que la FIFA es una corporación de rufianes. Sin embargo, estoy seguro de que no existió ninguna conspiración para cortarle las piernas al Diego en el ‘94, ni para sacar a Luis Suárez de este Mundial 2014. Uno se comió un pastillón y el otro se manducó un italiano. Es cierto que la pena que le dieron al uruguayo debería haber sido menor, pero como mínimo y sin ninguna duda, le cabían 3 o 4 fechas. Suficiente para dejarlo afuera de la competencia.

¿Es injusto? Un poco sí. Al fin y al cabo Pelé se comió un pibe entero a los 15 años y, así y todo, le dejaron jugar 4 mundiales de los cuales ganó 3.

Como referencia, vale recordar que cuando el boxeador Mike Tyson se masticó la oreja de Evander Holyfield fue castigado con 15 meses de suspensión, y encima tuvo que garpar 3 palos verdes de multa y otros 3 palos a Holyfield por el pedazo de oreja que le arrancó (menos mal que no le mordió un huevo porque se hubiera hipotecado para toda la vida).

De cualquier modo, más que una conspiración de la FIFA para sacar del Mundial ‘94 a aquella Argentina imparable, o desarmar a este Uruguay que vino a arruinarles la feijoada a los brasileños, en ambos casos se trató de una gran estupidez cometida por dos irresponsables. Punto.

Valga toda esta explicación para entender lo que nos pasa con el juez Griesa y la Corte Suprema de EE.UU.

Los fondos buitre, en su momento, se compraron nuestros bonos a precio vil, no aceptaron la quita propuesta en la reestructuración de la deuda y pretenden cobrarlos tal como dice el papelito. Son unos jodidos, pero es así. El sistema lo permite.

No se trata de una gigantesca conspiración financiera imperialista contra nosotros, como intenta instalar el Gobierno, sino del resultado de un desaguisado fenomenal que el mismo Gobierno viene cocinando hace una década.

Nuestros chambones tuvieron diez años para negociar algo con aquellos sátrapas, pero prefirieron hacerse los guapos desde los balcones y los atriles. Conclusión: hablando de orejas, ahora nos tienen a todos agarrados de los lóbulos. En esta partida de truco, los buitres tienen el siete de espadas (fallo de Griesa en primera instancia), el ancho de basto (fallo de la Cámara) y el as de espadas (rechazo de la Corte al reclamo argentino). Nosotros teníamos a Moreno, Boudou, Lorenzino, Kicillof y un par de cuatro de copas más.

Así no íbamos a ganar nunca.

Pudimos negociar algo mejor cuando los buitres no tenían ningún fallo a favor. O cuando en el Banco Central había el doble de las reservas que hay ahora. Pero no. El verso de la liberación, el “vamos por todo” y la lucha contra las corporaciones, los medios y Luis Majul siempre fue más importante.

Ahora ya estamos jugados. Salga como salga, siempre va a salir peor que como hubiera salido hace unos años. Algo parecido nos pasó con el Club de París: nos costaba 6.000 palos verdes en el 2009 y terminamos garpando 9.700 hace unos días.

Unos piolas bárbaros. Si esto es la liberación, yo me quedo con la dependencia de acá a la China.

El discurso de patriotismo pedorro y bravucón sólo sirvió para que a todos nos termine costando más caro. Envolver la torpeza propia en la Bandera celeste y blanca es mezclar todo con todo. Una especialidad del Gobierno. Blatter, La Haya, Mujica, Griesa, Lijo, Lanata. Da lo mismo.

Ahora se aprovecha el Mundial para presentar a nuestros jugadores como parte de la “década ganada” y al problema de la deuda como un asunto futbolero. El Gobierno es el país, el país es la Selección, la Selección es Messi, o sea Messi es la Compañera Jefa. Se chorean hasta el utilero.

¿Ejemplo? La imagen de Néstor bajando el cuadro de Videla es un gesto progresista e inolvidable. El zurdazo de Messi al segundo palo del arquero brasileño en el 4 a 3 amistoso de 2012 también lo es. Mezclar ambas imágenes en una propaganda que el Gobierno pasa en los entretiempos de los partidos del Mundial no es ni progre, ni bello, ni nada.

Es fascismo puro, hecho y derecho.

Saquemos la bandera y la camiseta de la Selección del medio de todo esto. Ya sabemos que el mundo de las finanzas es desalmado y que el Juez Griesa terminó ensañándose contra nosotros. Habría que averiguar por qué este señor cambió de actitud ya que durante años ayudaba a la Argentina. De todos modos, el problema no es el tipo que nos ataca sino el que nos defiende.

Y nos defiende la versión más degradada del kirchnerismo.

Hoy el kirchnerismo es un señor todo transpirado con un alicate en la mano dudando entre cortar el cable azul que desactiva la bomba o el cable rojo que la hace explotar. Luego de once años, ya aprendimos que siempre eligen el rojo y después le echan la culpa a la gigantesca conspiración interplanetaria que atenta contra el proyecto nacional y popular.

Para colmo, transforman un petardo en una ojiva nuclear. Como con la 125 y las retenciones móviles. Un tema que se podía haber resuelto en una simple negociación entre un subsecretario de Agricultura y el portero de la Rural, pero que esta gente, con la épica y el atril, lo llevó hasta la puerta de la Tercera Guerra Mundial. Al pedo porque igual perdieron.

Lamentablemente no creo en las conspiraciones. A veces las cosas suceden de puro burros nomás que son.

Posdata: ahora, encima de todo, Boudou. Otra vez el cablecito. ¡¡Era el azul, boludo!!




Argentina a punto de caer en otro default

Argentina a punto de caer en otro default

En septiembre del 2012, la justicia norteamericana determinó que Argentina estaba obligada a cumplir con las deudas que mantenía con un grupo de acreedores que no formaron parte de los dos canjes de deuda (de los años 2005 y 2010, respectivamente) que realizó el gobierno de Cristina Fernández para reestructurar sus obligaciones externas luego del default que experimentara en el 2001. Argentina apeló esta decisión. La semana pasada, la Corte Suprema de EEUU desestimó la impugnación que pretendía evitar el pago del íntegro de sus acreencias a los tenedores de bonos que compraron la deuda y hoy reclaman el pago total de estas acreencias. Argentina, por lo tanto,  está obligada a pagar US$ 1,3 billones de dólares más intereses a más tardar el 30 de junio.

Sin embargo, uno de los mayores problemas es que los acreedores que aceptaron las reestructuraciones de los años previos podrían invocar la cláusula de “tratamiento igualitario”. De darse este escenario, Argentina tendría que pagar el 100% del valor nominal de todos los bonos (para combatir este escenario el gobierno pretende descalificar a los bonistas que no canjearon su deuda como “fondos buitres”). Con ello, la deuda argentina crecería a niveles estratosféricos. Según cifras oficiales, sin este efecto, la deuda se encuentra en 45% del PBI, lograda luego del canje y expropiación de los ahorros privados de los pensionistas (ver: Medias verdades y grandes mentiras). A pesa, de las declaraciones de la presidenta Cristina Fernández, quien manifestó que “la vocación es pagar, lo cual hemos demostrado pagando todas las obligaciones sin acceder al mercado de capitales” (al que, en verdad, no tienen acceso), el Ministerio de Economía de la Argentina acaba de anunciar que no podrán cumplir, ni siquiera, con el próximo vencimiento del canje de la deuda “refinanciada” a fin de mes en Nueva York, por lo que caerían en default.

Lo que Argentina está experimentando, incluyendo sus problemas de deuda, es consecuencia directa, o si se quiere, la resaca de su modelo estatista-autoritario, cuyas políticas intervencionistas han sumido a este país en alta inflación, escasez generalizada, falta de divisas y caída de la producción y exportaciones. El país atraviesa una recesión que se agudiza día a día. El último trimestre del 2013, la actividad económica se contrajo en 0.5% del PBI y, durante el primer trimestre del presente año, la caída fue de 0.8%.

Pero la falta de transparencia de las estadísticas nacionales hace  que sea muy difícil conocer con exactitud la magnitud de sus problemas económicos. De acuerdo a cifras oficiales, el año pasado Argentina cerró con una inflación de 10,5%; sin embargo, mediciones extraoficiales de un proyecto de la prestigiosa MIT dan cuenta de que la inflación alcanzó el 23%  (la cuarta economía con mayor inflación en el mundo). En lo que va del año, el crecimiento del nivel de precios ya alcanza el 40%. Asimismo, el control de cambios en Argentina que mantiene con los dientes una tasa oficial de 8 pesos por dólar (junio 2014), mientras en el mercado negro, la cotización supera los 12 pesos. Se espera que luego del 30 de junio, ante el eventual  default, el tipo de cambio se dispare.

Como escribió el influyente periodista Andrés Oppenheimer en un reciente artículo recogido por Lampadia: “Durante los últimos 11 años, Fernández de Kirchner y su difunto esposo, el ex presidente Néstor Kirchner han dilapidado la mayor bonanza económica que ha vivido este país en la historia reciente. (…).Pero en lugar de invertir en educación, salud e infraestructura, el gobierno de Fernández de Kirchner derrochó esta bonanza externa en una fiesta populista de subsidios masivos y corrupción. Como muchos lo anticipamos, la economía se desplomó. (…). La inflación es del 33% anual, las reservas extranjeras han caído al valor de cuatro meses de importaciones, y la economía está virtualmente en recesión.”

Ha trascendido que en el actual contexto de la crisis de deuda,  los fondos NML y Aurelius (llamados “fondos buitre” por la Fernández) estarían dispuestos a negociar formas de pago con el Gobierno de Fernández de Kirschner. La propuesta argentina sería abonar inicialmente el 20% de lo reclamado y patear el resto con bonos de largo plazo (la misma estrategia que pretende usar para saldar la estatización de Repsol). Sin embargo, ante la potencial moratoria, en la última semana ya se han registrado movidas de inversionistas que buscan activar los Credit Default Swap (CDS), los cuales son seguros que adquieren los inversores para cubrir sus eventuales pérdidas. Más allá del impacto que esto tenga en el riesgo país y en el valor de los títulos públicos, Argentina está en un serio problema porque la Corte Suprema de EEUU tampoco aceptó el pedido del gobierno para evitar que los acreedores accedan a información de los activos del Estado argentino, basándose en el argumento de “soberanìa”. De hecho, el fallo de la Corte señaló que la soberanía argentina no se infringe si a los acreedores se les permite ubicar sus activos con el objetivo de embargarlos. Por esto es que en marzo del año pasado, Cristina Fernández, en vuelo a Roma para saludar el nombramiento del Papa argentino, se vio obligada a dejar el avión presidencial en Marruecos y tomar un vuelo comercial hasta Roma, evitando así otro embargo como el del buque escuela de la marina meses antes.

Algunas lecciones de esta tragedia: hay que saber escoger a los amigos, (Argentina participó de la fiesta del ALBA). Al final todas las deudas se pagan, puedes engañar una vez a muchos, pero no muchas veces a todos. Afortunadamente, Argentina es un país muy rico y puede recuperarse relativamente rápido, pero para ello tiene que deshacerse de la improvisación y los experimentos económicos, y en especial de la mafia del gobierno peronista (empezando por su Presidenta). Pero sobre todo, hacer un esfuerzo por lograr un gobierno capaz, humilde y decente. Lampadia