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La vacancia debe seguir

La vacancia debe seguir

CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia

La presidenta del Consejo de Ministros (PCM), la anti minera Mirtha Vásquez, ha propuesto eliminar la vacancia presidencial por incapacidad moral de la Constitución. Es un despropósito que por fortuna no tiene posibilidad de aprobarse en el actual Congreso.

La vacancia por incapacidad moral tiene una larguísima tradición en el Perú, como ha recordado el constitucionalista Domingo García Belaunde. Desde la Constitución de 1839, casi desde la fundación de la República, hace más de 180 años, está en la Carta Magna.

En efecto, los artículos 81° y 82° de esa Constitución consideran la vacancia por “perpetua incapacidad física o moral”.

El juicio político existe prácticamente en todos los sistemas presidencialistas del mundo, incluyendo por supuesto, el de los Estados Unidos, paradigma del presidencialismo. Un ejemplo típico del impeachment es el de Richard Nixon, forzado a renunciar en 1974 cuando ya había los votos necesarios para destituirlo.

En América Latina se ha usado con frecuencia desde la década de 1990, cuando los Estados Unidos y la comunidad internacional prohibieron en la práctica los golpes militares, que era el mecanismo usual desde el siglo XIX para resolver las crisis políticas.

La vacancia por incapacidad moral –o cualquiera de sus variantes- se convirtió entonces en una suerte de válvula de escape para solucionar las crisis sin acabar con la democracia.

Fernando Collor de Mello se convirtió en el primero en ser vacado –renunció el día anterior a la votación- y hoy suman casi una veintena los presidentes que desde 1992 han tenido que abandonar el cargo por la aplicación de ese mecanismo.

El cientista político de la Universidad de Pittsburg Aníbal Pérez-Liñán, ha sintetizado la experiencia en su libro “Juicio político al presidente y nueva inestabilidad política en América Latina”.

Como señala Pérez-Liñán, “El juicio político al presidente ha surgido como un instrumento poderoso para desplazar presidentes ´indeseables´ sin destruir el orden constitucional.” Y “cuando los escándalos mediáticos perjudican al gobierno y crece la indignación popular contra el presidente, hasta a los legisladores leales les resulta difícil resistirse a la presión pública a favor de un juicio político.”

Se trata de un juicio político, no de un proceso judicial ordinario como, por ejemplo, argumentó el Lagarto en el primer proceso que le siguió el Congreso. El presidente tiene inmunidad y no puede ser procesado judicialmente durante su mandato. Además, como es evidente, en el Perú los procesos en el Poder Judicial duran años y décadas. Si se convirtiera en un juicio ordinario dejaría de cumplir con su propósito que es el de destituir rápidamente al presidente en caso necesario.

La incapacidad moral es, adrede, un término impreciso e indefinible, y está bien que sea así, porque es imposible constreñir las causales de la vacancia a definiciones específicas, como algunos necios han intentado hacer aquí.

La Constitución de los EE.UU., por ejemplo, establece en su artículo II que el presidente y otros funcionarios pueden ser destituidos mediante juicio político, por acusaciones de “de traición, cohecho u otros delitos y faltas graves.” Es decir, causas genéricas. Y tanto la Corte Suprema –que cumple funciones de Tribunal Constitucional- como el Senado han rehusado limitar esa definición vaga.

En conclusión, además de lo específico de la situación actual, donde para muchos es evidente que hay que vacar al incapaz que ocupa la presidencia, es indispensable mantener la figura de vacancia por incapacidad moral en el ordenamiento constitucional y legal. Lampadia




El juicio político ya no existe

El juicio político ya no existe

Jorge Trelles Montero
Para Lampadia

Con ocasión del proceso de vacancia último por permanente incapacidad moral del Presidente, decenas de voces de los congresistas ahí presentes, pero también de instruidos autores de artículos de opinión, objetaban los argumentos del abogado del Presidente, que trataba de explicar los fundamentos y límites Constitucionales del proceso de vacancia, con la frase “eso no se aplica porque este es un juicio político”. Con esto querían decir que era un proceso en el que todo valía, sin reglas ni ley. Esta negación de la racionalidad, necesaria hoy en día en los procesos humanos en general y que debería merecer la sanción de los Congresistas que la defienden “por incapacidad de instrucción”, recuerda a los juicios medievales donde se probaba la inocencia por la magnitud de las quemaduras del pobre inculpado y otras manifestaciones ajenas a la razón, pero directas manifestaciones de Dios. No había razón humana o lógica sino sometimiento a la creencia, a la indiscutible -aunque arbitraria para los mortales- decisión de Dios.

En efecto, en los pueblos primitivos la explicación no es racional sino mágica o religiosa.  La afirmación “lo mismo es pensar y ser” la escribe Parménides, en Elea, al Sur de la Italia actual, hace solo poco más de 2,500 años y era una voz que casi no se oía al costado de la gritería religiosa que explicaba al mundo con categorías distintas a las racionales desde la lejana aparición del Homo sapiens. Solo en el siglo XIX Kant podrá decir que el hombre, gracias a su razón, es el único animal que no tiene necesidad de un señor que lo mande y le diga qué debe hacer. Nada salvo la racionalidad lo puede obligar.

Felizmente los tiempos han cambiado. La explicación y justificación de lo que es y de lo que debe ser es ahora racional y la explicación mágica o religiosa es la que casi no se oye. La razón, hoy en día, lo fundamenta y lo explica todo y, también, afirma y justifica lo inexplicable, los límites de ella misma.

Esta característica esencial de lo humano también ha llegado al Derecho y a la justicia. Las leyes que hemos decidido que nos gobiernen y los procesos a través de los cuales se deciden controversias o se establecen culpas necesitan ser racionales para existir. Además, como consecuencia de su racionalidad, las leyes se organizan jerárquicamente; las más importantes no solo prevalecen sino fundan las otras, las menos importantes.

Y esto hace que, en el caso de la vacancia del Presidente Vizcarra por permanente incapacidad moral, en un ejercicio superficial de racionalidad, menos prolijo que los que puede hacer el experto constitucionalista, aparezcan cuando menos los siguientes problemas:

En primer lugar, la conducta sancionable debe ser clara y distinta. “Nadie será procesado ni condenado por acto u omisión que al tiempo de cometerse no esté previamente calificado en la ley de manera expresa e inequívoca como infracción punible”, reza el derecho fundamental de la persona en nuestra Constitución. Nada más lejos de la expresión “permanente incapacidad moral”, que establece la misma: ¿Se refiere a la incapacidad mental, como sostienen algunos, porque en el texto se acompaña de la incapacidad física?  ¿O porque para muchos el ser humano nunca es un incapaz moral permanente (en efecto, para los católicos, por ejemplo, gracias a la venida de Dios hijo, el ser humano siempre puede librarse del pecado a través del arrepentimiento y la confesión, nunca es un inmoral permanente)?  ¿Puede sostenerse del criminal más perverso, que lo será siempre?

Quizá por eso en la Constitución de 1979 la causal era “incapacidad moral”. No existía la calificación “permanente”. Pero en la anterior a esa, la del 33, sí existía el adjetivo “permanente”. Podemos pensar que, si la Constitución del 93 retoma la calificación “permanente”, es porque se refiere a la condición mental de la persona y no a su condición ética. Al revés, cuando la del 79 suprime la calificación “permanente”, es porque se refiere a la condición ética de la persona.

Otro problema surge si optamos por suponer que la incapacidad moral permanente es una conducta voluntaria y no un estado mental que le impide desempeñarse como Presidente. En efecto, las únicas conductas sancionables por las que el Presidente puede ser acusado durante su mandato las establece el art.117 de la Constitución y ahí no figura la “permanente incapacidad moral”. Además, en todos estos casos el Congreso acusa al Poder Judicial, quien es quien juzga y condena. Discutible que la unidad y exclusividad de la función jurisdiccional, como atribución del Poder Judicial y que aseguran la observancia del debido proceso y la tutela jurisdiccional (art.139 inc. 1,2 y 3 de nuestra Constitución), se violen en este extraño proceso de vacancia a cargo del Poder Legislativo.

Por último, hay el problema del debido proceso sancionatorio. Si contra toda razón y lógica aceptásemos que el proceso está a cargo del Congreso, este no podría llevarse válidamente a cabo, porque el procedimiento regulado en el art. 89-A del Reglamento del Congreso viola las principales garantías de cualquier debido proceso sancionatorio y lo que de él se obtuviese solo podría ser la nulidad de todo lo actuado. Las garantías del juez imparcial, de la separación de los que investigan y los que juzgan, de la debida probanza, de la interdicción penal múltiple y tantas otras, que están en la base de la actividad procesal sancionatoria, no existen en el escuálido y solitario artículo único del Reglamento del Congreso. Lampadia




“Europa no puede confiar en EEUU”

La verdad es que en Lampadia estamos hartos de tener que seguir reportando todas las semanas sobre los desvaríos y amenazas de Donald Trump a la armonía y sensatez de la geopolítica global, pero los peruanos debemos conocer de primera mano los acontecimientos que perfilan nuestro futuro.  

Cada nuevo paso de Trump, genera una nueva decepción o escándalo. Las últimas reacciones contra este advenedizo de la política estadounidense, fueron luego de su visita a Europa. Veamos los calificativos que se ganó:

Angela Merkel afirmó que Europa ya no podía “confiar en EEUU”, palabras que parecen marcar el final de una alianza que definió el orden mundial desde la Pos-guerra.

La canciller alemana advirtió que “Los tiempos en los que podemos contar con los demás parecen haberse terminado, como he experimentado en los últimos días. Nosotros los europeos tenemos que tomar nuestro destino en nuestras propias manos. Por supuesto, tenemos que tener relaciones amistosas con EEUU y con el Reino Unido y con otros vecinos, incluido Rusia. Pero tenemos que luchar por nuestro propio futuro.”

Fuente: RTS Project Earth

Angela Merkel, ha criticado la actitud de Trump hacia el acuerdo climático, “La discusión sobre el cambio climático ha sido muy complicada si no muy poco satisfactoria. No hay ningún indicio de que Estados Unidos vaya a continuar actuando según lo establecido en el Acuerdo de París”.

Fuente: Washington Times

La actitud de Trump durante su primer viaje por Europa como presidente, solo puede ser descrita como desastrosa. Nadie lo describió mejor que el periódico alemán Der Spiegel en un descarnado editorial que afirma que Trump es “incapaz” y “un riesgo para el mundo”:

“Donald Trump no es apto para ser presidente de Estados Unidos. No posee el intelecto requerido y no comprende el significado del oficio que ocupa ni las tareas asociadas con él. No lee. No se molesta en leer archivos importantes e informes de inteligencia y sabe poco sobre los temas que ha identificado como sus prioridades. Sus decisiones son caprichosas y se entregan en forma de decretos tiránicos”.

Es un hombre sin moral. Como se ha demostrado cientos de veces, es un mentiroso, un racista y un tramposo. Me siento avergonzado de usar estas palabras tan agudas y fuertes. Pero si se aplican a alguien, se aplican a Trump. Y una de las tareas de los medios es continuar diciendo las cosas como son: Trump tiene que ser removido de la Casa Blanca. Con rapidez. Él es un peligro para el mundo”.

Y es que el mundo se tiene que unir en contra de Trump. Es la mayor amenaza para los Estados Unidos y el resto del mundo. En Lampadia vimos hace tiempo quién era Trump y en junio de 2015 publicamos en nuestro ticker: “Debemos declarar a Donald Trump persona non grata a la humanidad”. 

Como afirma un reciente artículo de Bernard-Henri Lévy en Project Syndicate (glosado líneas abajo), “El malestar de la opinión pública es cada vez más evidente. (…) Tal vez la masa de la oleada populista se convierta otra vez en el gran pueblo estadounidense, un pueblo de ciudadanos. Cuando eso suceda, Trump será historia.” Lampadia

Europa no puede confiar en EEUU y afronta una vida sin Reino Unido, dice Merkel

“Debemos tomar el destino en nuestras propias manos”, dice el canciller alemán​

Fuente: Financial Times

 “Por supuesto que necesitamos tener relaciones amistosas con EEUU y con el Reino Unido, y con    otros vecinos, incluida Rusia”, dijo Merkel. Pero agregó, “tenemos que luchar por nuestro      propio  futuro”.

La canciller alemana habló un día después de que los líderes de las naciones del G7 se enfrentaron en una cumbre en Sicilia. Donald Trump, en su primera visita a Europa como presidente de Estados Unidos, se negó a decir si apoyaría los acuerdos climáticos de París, que Barack Obama prometió que Estados Unidos adoptaría en 2015.

Merkel calificó las discusiones como “muy insatisfactorias”, agregando que “no hay indicación de que Estados Unidos se quede en el acuerdo de París”. Trump escribió en Twitter que tenía la intención de decidir sobre el acuerdo de París la próxima semana.

Durante el viaje a Europa, Trump también apuntó a Alemania por su superávit comercial con Estados Unidos, lo que llevó a Merkel a rechazar las críticas como “inapropiadas”.

El presidente estadounidense también se enfrentó con jefes de Estado europeos a principios de semana en una cumbre de la OTAN en Bruselas, donde los reprendió por no cumplir un objetivo de gastar el 2 % del producto bruto interno en defensa.

Trump, que llamó a la OTAN “obsoleta” en la campaña presidencial del año pasado, no respaldó el Artículo 5 del compromiso de la alianza de seguridad con la defensa mutua, incluso cuando se encontraba frente a un nuevo monumento en la sede de la OTAN en honor a la defensa mutua.

  Patrick McGee en Frankfurt y George Parker en Taormina, Financial Times
  28 de mayo, 2017, Traducido y glosado por Lampadia

¿No hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista? Veamos las opciones de los estadounidenses para salir de Trump:

Cómo despertar de la pesadilla Trump

Project Syndicate
BERNARD-HENRI LÉVY
Fundador del movimiento “Nouveaux Philosophes”
24 de mayo, 2017
Traducción: Esteban Flamini
Glosado por Lampadia

El pueblo estadounidense tiene tres formas de escapar del mal trago de la presidencia de Donald Trump. Pero que lo haga, y cuándo, es una cuestión irreductiblemente política, no una que dependa de posibilidades legales.

  • En primer lugar, está el método nixoniano, donde el presidente, desgastado por la lucha, asustado y deseoso de evitar el proceso legal en su contra que empieza a organizarse, renuncia al cargo.
  • En segundo lugar, está el artículo 4 de la 25.ª Enmienda de la Constitución, ratificada en 1967, que detalla un mecanismo para que el vicepresidente y el gabinete puedan actuar en reemplazo de un presidente muerto o impedido de gobernar por motivos de salud.
  • Por último, queda el recurso al juicio político, un tema del que se habla cada vez más abiertamente en Washington. El juicio político es un procedimiento para la destitución de un presidente, vicepresidente u otros altos funcionarios del ejecutivo sospechados de “traición, cohecho u otros delitos y faltas graves”.

Pero hay dos grandes razones para dudar de que un juicio político vaya a librar al mundo de Trump. En primer lugar está el equilibrio de poder en el Senado: haría falta que al menos 19 senadores republicanos se unieran a los demócratas para condenar a Trump. Por el momento, hay como mucho cinco dispuestos a hacerlo.

En segundo lugar, los jefes del Partido Demócrata son reacios a ver al ultraconservador vicepresidente Mike Pence asumir el puesto que quedaría vacante tras la caída de Trump.

En las democracias posmodernas, el único jefe es la opinión pública. Y la opinión pública funciona según una lógica propia.

  • ¿Cuánto tiempo más tolerará el pueblo estadounidense las dosis casi diarias de nuevas pruebas de conflictos de intereses?
  • ¿Y los vínculos financieros con Rusia de Trump y sus colaboradores?
  • Y para terminar, está la grosera obstrucción de la justicia que supone el despido del director del FBI, James Comey.

El malestar de la opinión pública es cada vez más evidente.

El peor de los casos nunca es inevitable. Tal vez la masa de la oleada populista se convierta otra vez en el gran pueblo estadounidense, un pueblo de ciudadanos. Cuando eso suceda, Trump será historia. Lampadia