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Intelectuales europeos cierran filas en defensa de la Libertad

Intelectuales europeos cierran filas en defensa de la Libertad

EL PAÍS ha rendido este miércoles homenaje a las víctimas del atentado contra Charlie Hebdo en un acto de reivindicación de la libertad de expresión celebrado en la sede del diario en Madrid. El acto de solidaridad y reflexión ha sido presentado por el director del periódico, Antonio Caño, y en él han participado también el presidente de EL PAÍS y de Prisa, Juan Luis Cebrián; el escritor y filósofo francés Bernard-Henri Lévy; el embajador de Francia en España, Jérôme Bonnafont; y los tres viñetistas del diario, Peridis, Forges y El Roto. También se ha reseñado un mensaje grabado del historiador británico Timothy Garton Ash y se ha leído un testimonio del escritor español Juan Goytisolo.

Antonio Caño: “De la existencia de Charlie Hebdo depende la nuestra. Su libertad es nuestra libertad. Al matarlos, mataron algo de nosotros también. Hay ocasiones en las que no hay espacio para la duda. No caben preguntas. Cualquier pregunta es el comienzo de una justificación. Aquí no tenemos dudas, por eso hemos convocado este acto”.

El Roto: “El homenaje de esta mañana es como un acto casi religioso, un momento de solidaridad con los compañeros, pero también con nosotros mismos. Es el momento de hacer un propósito, de trabajar con la misma valentía y libertad con la que ellos lo hicieron. Tratar de que nuestro trabajo sea útil para hacernos más libres. Larga vida al periodismo y larga vida a Charlie Hebdo”.

Forges: “Los viñetistas hacen titulares cotidianos. Es la evidencia de lo que está sucediendo.

Peridis: recordó cómo en su primer viaje a Francia tras el mayo del 68 quedó maravillado por “el prodigio de imaginación y desenfado” de las revistas satíricas francesas. “Hay que reflexionar sobre lo que haces y lo que puede provocar y ofender. El límite está en la ofensa que infliges a los demás”.

Antonio Caño leyó el texto de Juan Goytisolo (experto en el mundo musulmán): “La violencia ciega no admite excusa alguna. No se defiende ninguna causa política, religiosa ni ideológica con ráfagas de ametralladora. La defensa de la libertad de opinión concierne a todos los ciudadanos del mundo independientemente de su nacionalidad, creencias y filiación política. Los autores de las matanzas de Charlie Hebdo y Porte de Vincennes son los verdugos de una demencial yihad, no esos mártires a cuya gloriosa condición aspiran. Los verdaderos mártires son sus víctimas”.

Timothy Garton Ash: “Tenemos que ser valientes, asegurarnos que la intimidación violenta no triunfe. Aseguremos que el veto de los asesinos no prevalezca. Es importante decir que entre los millones de europeos que se han manifestado ha habido muchos musulmanes. No hace falta aclarar que lo que hagamos en defensa de la libertad de expresión, incluyendo la reproducción de los dibujos de Charlie Hebdono no va dirigido de ninguna manera contra el islam. Al contrario; es esta libertad de expresión que defendemos la que permite a los musulmanes expresar sus más profundas creencias”.

Jérome Bonnafont, Embajador de Francia: “España es un país que conoce particularmente bien el valor de la reconquista de la libertad. Esta es una guerra contra el terrorismo. Es una guerra dura que vamos a conducir con nuestros socios europeos, que va a necesitar medidas excepcionales, pero no un estado de excepción. Vamos a luchar con las armas del Estado de derecho. Fue un ataque contra el corazón de la democracia. Es una responsabilidad de toda Europa”.

Lévy: “Hemos descubierto que en Europa todavía podemos ser ejecutados por un dibujo”.

Juan Luis Cebrián, presidente de EL PAÍS y de Prisa: “Tenemos miedo, pero nuestras decisiones no las va a guiar el miedo. No hay fuerza en el mundo capaz de hacer callar a la libertad de expresión en las democracias. Lo que estamos viviendo es un ataque a los valores de la Ilustración, los valores europeos representados en Europa por la Revolución francesa. Hay que reclamar más tolerancia, menos fanatismos religiosos. Que el obispado de Córdoba deje de agredir a los españoles de Al Andalus. Es una ofensa innecesaria. Actitudes como esa son las que abonan las actitudes del odio y el fundamentalismo”.

Cebrián juntó dos musulmanes y un judío Ibn Hazm, poeta (siglo XI), Averroes, filósofo (siglo XII), y su contemporáneo Maimónides, médico, a los que ha considerado ejemplos de tolerancia y de lucha contra el fundamentalismo en la época que les tocó vivir. Recordó una cita de Ibn Hazm: “Podéis quemar mis papeles, pero no podéis quemar mis pensamientos”.




¿En qué siglo estamos?

¿En qué siglo estamos?

Por: Juan Goytisolo. Columnista Del Diario “El País”

(El Comercio, 31 de Agosto del 2014)

¿Hasta dónde llegará la barbarie del cinismo político y el fanatismo religioso que provocan la huida de centenares de miles de personas para poner sus vidas a salvo de los bombardeos y amenazas de exterminio?

La victoria estratégica de El Asad al renunciar a sus innecesarios arsenales de armas químicas y proseguir el implacable machaqueo de su artillería y barriles cargados de explosivos en las zonas aún controladas por quienes se rebelaron en 2011 contra los abusos de su dictadura muestra que su objetivo de eliminar a estos, divididos en pequeños grupos reñidos entre sí e incapaces de ofrecer una alternativa política creíble, se ha llevado a cabo conforme a sus planes: reducir el conflicto a un enfrentamiento entre los suyos y los terroristas ayer de Al Qaeda y hoy del Estado Islámico (EI). En otras palabras, dar a escoger a Estados Unidos y sus aliados entre lo malo y lo peor.

Me había propuesto no escribir más sobre el fracaso de las oprimidas sociedades árabes en canalizar sus ansias de mayor libertad y justicia hacia una hoja de ruta democrática que distinga la esfera religiosa de la política, pero la emergencia del califato islámico proclamado en Mosul introduce un elemento nuevo y mortífero en las guerras sectarias que ensangrientan hoy los estados creados al fin de la Primera Guerra Mundial sobre las ruinas del Imperio Otomano por los acuerdos Sykes-Picot.

Proponer como ideal político un retorno al siglo VII en todos los ámbitos de la sociedad es pura insania pero esta, como sabemos, se contagia fácilmente y buena prueba de ello son los tres millares de yihadistas europeos agrupados tras la bandera negra del EI. Las prédicas inflamadas del autoproclamado califa no pueden ser tomadas a risa. La ocupación de vastas regiones de Siria e Iraq, tras poner en fuga al desmoralizado Ejército de Bagdad y atenazar los bastiones del Ejército Libre de Siria, muestra que la amenaza es real. La descomposición de las sociedades de Sham y Mesopotamia por las luchas sectarias de esa nueva Guerra de los 30 –¿o 100?– años propicia los peores extremismos. La utopía regresiva se sirve del valor de los símbolos y el alcance de las nuevas tecnologías. La decapitación ante una cámara del periodista norteamericano James Foley, que reproduce la de Daniel Pearl por Al Qaeda en Pakistán, contiene deliberadamente todos los elementos de un filme de horror: capucha, navaja, confesiones de la víctima antes de su bien escenificada ejecución.

El fusilamiento de centenares de cristianos y la condena a la esclavitud de sus mujeres actualiza de forma siniestra las viejas leyes de guerra de los beduinos de antes del Profeta.

Tras la conquista de Mosul sin combate, el Estado Islámico dispone de armas eficaces y dinero procedente del saqueo del Banco Central de Iraq y aplica al pie de la letra su medieval programa ecuménico. Los cristianos son forzados a escoger entre la conversión o la confiscación de sus bienes y a veces la pena capital. El fusilamiento de centenares de ellos y la condena a la esclavitud de sus mujeres actualiza de forma siniestra las viejas leyes de guerra de los beduinos de antes de la venida del Profeta. Los crímenes contra la humanidad de El Asad y la represión violenta de los sunitas por los funestos Al Maliki son su mejor coartada. La antigua convivencia de religiones en un marco político común cede el paso al odio, la destrucción y la muerte. Tal vez el ejemplo más cruel de ellos sea el de los yazidíes. Yo conocí hace años a un miembro de ese credo y los avatares de los suyos a lo largo de los siglos llamaron poderosamente mi atención. Su mitología, sus ritos, sus tabúes son distintos de los musulmanes y cristianos y entroncan con la antigua religión zoroastriana.

Ahora huyen desperdigados por el noreste de Siria y el Kurdistán en medio de la indiferencia general. Una página de la historia humana (o inhumana) corre el riesgo de desaparecer con ellos: con esos refugiados varados en el monte rocoso de Sinjar sobre los que los helicópteros estadounidenses dejan caer misericordiosamente sus paquetes de alimentos y garrafas de agua.

Vivir para creerlo: ¿en qué siglo estamos?