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Solución a la guerra contra el terrorismo

“Las ideologías subyacen las estructuras que poseen los individuos para explicar el mundo que los rodea. Las ideologías contienen un elemento normativo esencial; es decir, explican tanto cómo es el mundo y cómo debiera ser. Mientras que los modelos subjetivos suelen ser una combinación de creencias, dogmas, teorías cuerdas y mitos, usualmente contienen también elementos de una estructura organizada que los hacen mecanismos económicos para recibir e interpretar información”

“Instituciones, ideología y desempeño económico” (2003)
– Douglass North, Premio Nobel de Economía 1993

Como dejan entrever las palabras del célebre economista Douglass North, las ideas son importantes no solo porque moldean las instituciones de las sociedades sino porque impulsan la movilización de las personas, grupos sociales e incluso Estados a determinadas políticas que bien pueden promover el desarrollo y el bienestar del ser humano o bien provocar su atraso e incluso autodestrucción, a través de la violencia o medios coercitivos. Ejemplos de esto último por ejemplo se dio con las ideas del comunismo marxista, cuya puesta en práctica no solo llevo al colapso político, económico y social de la Unión Soviética, sino que además se cargó con la vida de más de 100 millones de personas alrededor del mundo en el que se implementó. En nuestra región, estas ideas están tomando forma con el ‘socialismo del siglo XXI’ que desquició Venezuela.

Otro ejemplo, que será tema central del presente artículo, lo representan las ideologías jihadistas radicales islámicas que confluyen en torno al movimiento denominado “wahabismo”, promovido por Arabia Saudita, y que ha sido, en mayor y menor medida, responsable de los más grandes atentados terroristas en los últimos años, como el acontecido recientemente en Sri Lanka, los ataques del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, DC y el asedio de Mumbai en 2008.

Curiosamente en la lucha contra el terrorismo emprendida por EEUU ni si quiera se le ha prestado la debida atención a prohibir dicho movimiento – dejando que se enquiste en varias partes del mundo – dirigiendo más bien ingentes recursos hacia la lucha armada contra Al Qaeda y el Estado Islámico, sin considerar a Arabia Saudita entre los principales impulsores del terrorismo.

A continuación, compartimos un reciente artículo publicado en la revista Foreign Policy (ver artículo líneas abajo) que ofrece propuestas de solución para lidiar con este desenfoque en el que se ha imbuido el gobierno de EEUU, en una lucha que ha demostrado no tener mucho éxito a la luz de los recientes ataques subversivos acontecidos en varias regiones del mundo. Lampadia

La guerra global contra el terrorismo ha fracasado. Aquí está cómo ganarla.

Los ataques contra los terroristas y sus redes solo tienen éxito temporal, pero la estrategia a largo plazo debe centrarse en desacreditar las ideologías que atraen a los atacantes.

Un soldado de Sri Lanka monta guardia frente al Santuario de San Antonio en Colombo el 5 de mayo, dos semanas
después de una serie de explosiones de bombas en iglesias y hoteles de lujo que mataron a 257 personas.
LAKRUWAN WANNIARACHCHI / AFP / GETTY IMAGES

Brahma Chellaney
Foreign Policy
11 de mayo, 2019
Traducido y glosado por
Lampadia

Los bombardeos jihadistas en Sri Lanka el domingo de Pascua son el último recordatorio de que el terrorismo no es impulsado por la privación o la ignorancia. Al igual que con el ataque de café de 2016 a los extranjeros en Dhaka, Bangladesh, la matanza de los feligreses y los huéspedes de hoteles en Sri Lanka fue llevada a cabo por educados islamistas de familias ricas. Dos de los ocho terroristas suicidas de Sri Lanka eran hijos de uno de los hombres de negocios más ricos del país. Varios de los atacantes tenían los medios para estudiar en el extranjero.

Una razón por la que estos ataques siguen ocurriendo es que la guerra mundial contra el terrorismo liderada por EEUU ha fracasado, y se debe a que se ha centrado en eliminar a los terroristas y sus redes, no en derrotar la ideología jihadista que inspira los ataques suicidas en todo el mundo. Los atentados con explosivos en un lugar tan poco probable como Sri Lanka, un país sin antecedentes de terrorismo islamista radical, ponen de relieve hasta dónde puede extenderse la teología militarista y por qué el mundo necesita enfrentarlo desde sus raíces.

Cuando se trata del terrorismo islamista radical, las raíces ideológicas se remontan a menudo al wahabismo, una forma extrema del Islam sunita promovido por Arabia Saudita. El wahabismo legitima el jihad violento con su llamado a una guerra contra los “infieles”. Según el erudito musulmán saudí Ali al-Ahmed, aboga por que los no creyentes sean “odiados, perseguidos, incluso asesinados”. Tal es el poder de esta ideología insidiosa que los dos hijos de un magnate de las especias de Sri Lanka, Mohammad Yusuf Ibrahim, eligieron el martirio en lugar de una vida de confort y lujo, incluida la vida en una villa palaciega y el viaje en caros autos con chofer.

No se equivoquen: la idea falsa del wahabismo de un paraíso lleno de placeres sensuales para los mártires fomenta los asesinatos suicidas. Los supuestos beneficios que propugna hacen que un posible atacante crea que le serán entregadas 72 vírgenes en el cielo. (Esta afirmación no encuentra ninguna mención en el Corán, pero se encuentra en un supuesto hadiz del siglo IX, un registro de las tradiciones o dichos del profeta Muhammad).

Fundada en el siglo XVIII por el clérigo Muhammad ibn Abd al-Wahhab, el wahabismo siguió siendo una forma marginal del Islam hasta los albores del auge de los precios del petróleo en los años setenta. Rebosante de fondos, Arabia Saudita ha gastado US$ 200,000 millones para financiar las madrassas de Wahabi (seminarios religiosos), mezquitas, clérigos y libros para promover su forma de Islam y ganar influencia geopolítica. Pero el auge de los precios del petróleo no fue el único factor que contribuyó a la rápida expansión del wahabismo. La exportación de esta ideología de fomento de la jihad también fue promovida por los EEUU y sus aliados para frenar, por ejemplo, la amenaza del comunismo soviético: la CIA, según el autor Robert F. Kennedy Jr. (el sobrino del ex presidente de EEUU John F. Kennedy), “alimentó el yihadismo violento como un arma de la Guerra Fría”.

Poco a poco, el wahabismo ha ido apagando las diversas tradiciones islámicas más liberales en los países no árabes con grandes comunidades musulmanas y ha creado un entorno tóxico en el que el extremismo puede prosperar.

Las interpretaciones pluralistas del Islam se están reprimiendo, de modo que esta tensión de línea dura se abre camino. Al promover el fundamentalismo islámico militante, Arabia Saudita y sus socios ideológicos han promovido efectivamente el terrorismo islamista moderno. El patrocinio del extremismo ha fomentado el odio, la misoginia y la violencia, y ha profundizado las diferencias entre los sunitas y los chiítas. Y esa división, a su vez, ha afectado a la geopolítica regional e incitado a los ataques anti-chiítas en países predominantemente sunitas como Arabia Saudita y Pakistán.

En este contexto, ya es hora de reorientar la guerra mundial contra el terrorismo. La política antiterrorista de los EEUU debe centrarse no solo en enemigos como el Estado Islámico y Al Qaeda, sino también en los amigos monarcas árabes que impulsan una agenda jihadista, entre otros medios, haciendo la vista gorda a las organizaciones benéficas en sus países que financian la militancia islamista en todo el mundo. A pesar de las medidas tomadas por Arabia Saudita y otros países de la región para interrumpir el financiamiento del terrorismo, las organizaciones benéficas con sede en el Golfo Pérsico, como reconocen los informes anuales sobre el terrorismo del Departamento de Estado de los EEUU, continúan desempeñando un papel en el patrocinio de grupos terroristas.

Arabia Saudita – quizás el mayor patrocinador del Islam radical y uno de los estados más represivos del mundo – ha enfrentado poca presión internacional incluso sobre los derechos humanos.

De hecho, la prohibición total a las exportaciones de petróleo iraní ordenada por el gobierno del presidente de los EEUU, Donald Trump, a partir del 3 de mayo recompensará financieramente a Arabia Saudita y a los otros países que financian la jihad. Irán, sin duda, es una fuerza regional desestabilizadora. Pero ciertamente no es “el principal patrocinador estatal del terrorismo”, como lo llama la administración Trump. Los actos más grandes de terrorismo internacional, incluidos los recientes atentados con bombas en Sri Lanka, los ataques del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, DC y el asedio de Mumbai en 2008, fueron llevados a cabo por organizaciones sunitas brutales con conexiones al wahabismo patrocinado por Arabia Saudita, pero ninguno por Irán. De hecho, todas las principales organizaciones terroristas islamistas, a pesar de sus diferentes filosofías y objetivos jihadistas, obtienen su sustento ideológico del wahabismo, la fuente de la jihad sunita moderna.

EEUU enumera a Irán, Sudán, Siria y Corea del Norte como patrocinadores estatales del terrorismo, pero no a Arabia Saudita, a pesar de que Trump califica al país como “el mayor financiador de terrorismo del mundo”. Recientemente, la administración de Trump agregó a la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán a su Lista de organizaciones terroristas extranjeras. Pero todavía falta en esa lista una de las principales fuerzas exportadoras de terrorismo —el ejército de Pakistán— que mantiene lazos con los grupos terroristas transnacionales, incluido el proporcionar, como Trump ha reconocido, “un refugio seguro para los terroristas que cazamos en Afganistán”.

La politización de la guerra global contra el terrorismo debe terminar para que pueda comenzar un ataque internacional concertado y sostenido contra la ideología pervertida del Islam radical. Tal ofensiva es esencial porque, mientras el violento jihadismo sea percibido como una ideología creíble, los terroristas suicidas estarán motivados para llevar a cabo ataques horribles.

De hecho, la única manera de derrotar a un enemigo impulsado por una ideología perniciosa es desacreditar esa ideología. Occidente ganó la Guerra Fría no tanto por medios militares sino por difundir las ideas de la libertad y del capitalismo que ayudaron a absorber el elemento vital del llamamiento internacional del comunismo, por lo que es incapaz de satisfacer el anhelo popular generalizado por una vida mejor y más abierta. Lampadia




Macron asume liderazgo global y reforma laboral

El nuevo presidente de Francia pasa de las ofertas electorales y de las palabras en los medios, a la acción, dando un extraordinario ejemplo de liderazgo. A pesar de que en los últimos días registró una fuerte caída de popularidad en las encuestas, reunió a todos sus embajadores para aleccionarlos sobre el nuevo rol de Francia en el mundo y un par de días después presentó su ‘revolución’ laboral.

Los dos anuncios representan cambios revolucionarios.

  • Que Francia se comprometa con el mundialismo, que se anuncie su intención de refundar un orden global estable y justo, ocupando, de algún modo, el espacio político abandonado por el EEUU de Trump y el espacio de políticas públicas abandonado por el Reino Unido, representa un hecho verdaderamente extraordinario.
  • Que Francia, la de las regulaciones laborales ‘pro-trabajador, pero sin-empleo’, que el adalid del socialismo europeo, liberalice su mercado laboral, ha requerido dos condiciones, llegar al fondo del pozo con altísimas tasas de desempleo, y de la emergencia de un líder con visión, sentido de misión y coraje.

Líneas más abajo glosamos dos notas de El País de España, para reseñar ambos hechos. Esperamos que nuestros académicos, políticos y periodistas, tan apegados a las políticas tradicionales de la Francia conservadora, cerrada y estatista, tomen nota de esta ‘nueva revolución francesa’ y se den un baño de modernidadLampadia

Macron se propone “refundar” un orden global “estable y justo”

El presidente fija ante los embajadores franceses la lucha contra el “terrorismo islamista” como prioridad

El País de España
Marc Bassets
París 
30 de agosto, 2017
Glosado por
Lampadia

El presidente Emmanuel Macron habla a los embajadores franceses reunidos en París.

YOAN VALAT (AFP) / VÍDEO: REUTERS-QUALITY

El presidente francés, Emmanuel Macron, se rebela contra la lenta decadencia internacional que los apóstoles del declive atribuyen a Francia. No se resigna. En su primer discurso en la reunión anual de los embajadores franceses en el extranjero, Macron les instó a proyectar a su país como una potencia que debe “mantener su rango en un orden mundial que se tambalea profundamente” y estar en condiciones de impulsar una “refundación” de este orden. En Europa, en Próximo Oriente entre suníes y chiíes o entre israelíes y palestinos, y en África, sobre todo, pero también en Asia y en América, la Francia de Macron quiere contar. La prioridad: la lucha contra el “terrorismo islamista”.

Podría denominarse la doctrina Macron, la visión geopolítica del nuevo presidente francés, su idea del papel de Francia en el mundo. ¿La receta? Un poco de poder militar y mucha diplomacia. Europeísmo y multilateralismo, pero, al mismo tiempo, una reafirmación de la independencia de su país y de su posición central en la mayoría de conflictos. Continuismo respecto a sus antecesores en la V República, pero con un estilo personal —la audacia del novato, en parte— que le lleva a romper inercias. Finalmente, la aspiración a presentar Francia como potencia única, con una misión particular.

“Hoy tenemos el deber de refundar un orden colectivo, estable y justo, con nuestros aliados y todos nuestros socios”, dijo Macron a los embajadores.

Pocos líderes europeos mundiales podrían o querrían pronunciar una frase similar. No la canciller Angela Merkel, cuyo país perdió toda vocación universalista. Ni el Reino Unido, enredado en la madeja del Brexit. Estados Unidos, como Francia, cree que sus valores fundacionales son un mensaje para toda la humanidad, pero con Donald Trump esta idea ha quedado aparcada. Hay un vacío, una ausencia de visiones globales, y Macron está dispuesto a ocuparlo.

Desde su elección en mayo, Macron ha sido hiperactivo en el exterior.

En el discurso ante los embajadores, el presidente fijó como prioridad de su presidencia la lucha contra el “terrorismo islamista”, un término que otros gobernantes, como Barack Obama, evitaban. “Nada sería más absurdo que negar el vínculo entre los actos terroristas que vivimos y una lectura a la vez fundamentalista y política de un cierto islam”, justificó.

La idea de fondo: el orden global está averiado y Francia puede ayudar a repararlo. A Macron le gustaría que su país fuese como los EEUU de los años noventa: ‘la nación indispensable’, en palabras de Bill Clinton. No es el primero en proponer una refundación del sistema internacional. Nicolas Sarkozy propugnó la “refundación del capitalismo”, sin éxito.

Macron explicó a los embajadores que el orden que él pretende reformar “está fundado en la mundialización, que se ha convertido en ultraliberal, y en la hiper-potencia de un solo Estado”. La suya es una diplomacia arraigada en la tradición francesa e inspirada en de Gaulle y Mitterrand, presidentes que buscaron resaltar la autonomía francesa.

Con unos índices de popularidad menguantes, Macron se siente cómodo en la política exterior. Pero sabe que, como decía el político estadounidense Tip O’Neill, “toda política es local”. El jueves su Gobierno presentó su reforma laboral. Es su primera prueba.

Y salió el nuevo Código Laboral

Macron flexibilizará el despido y la contratación para reducir el paro

Ayer, Macron presentó una reforma laboral que flexibilizará la contratación y el despido con el objetivo de atraer nuevas inversiones y reducir un desempleo crónico.

Llega el momento de la verdad: la hora de la reforma, palabra fetiche en un país que, como decía el filósofo Raymond Aron, “de vez en cuando hace una revolución pero nunca reformas”. Quizá por eso Macron dijo hace unos días que “los franceses odian las reformas”, y tituló su libro programático Revolución.

Se fija un techo para las indemnizaciones por despido ‘improcedente’:

  • Hasta diez años de trabajo: un mes de salario por año trabajado
  • De diez a treinta años: un mes y medio por año trabajado (tope de veinte meses)
  • Las indemnizaciones por despido legal, no improcedentes, aumenta un 25%

“Nuestro objetivo es simple: favorecer la creación de empleo aportando mucha más seguridad y visibilidad a los jefes de empresa en la decisión de contratar, y más garantías a los asalariados”, dijo el primer ministro ÉdouardPhilippe.

Este sería el primer capítulo de una serie de reformas, que incluirán el seguro de desempleo y la formación profesional.

El País de España, Marc Bassets, París 31 de agosto, 2017

Lampadia

 




El autonombrado Califato avanza incontenible ante indecisión mundial

El autonombrado Califato avanza incontenible ante indecisión mundial

Cuando las tropas iraquíes lograron expulsar a los combatientes de ISIS de Tikrit, se pensó que este era el comienzo del fin del grupo extremista que en el 2014 sorprendió al mundo con amenazas exacerbadas y una ofensiva inesperada que pronto le permitió tomar la estratégica ciudad de Mosul (la segunda en importancia en Iraq) e incluso llegó a las puertas de Bagdad.

Esta esperanza se desvaneció pronto. A fines de mayo, los yihadistas lanzaron una campaña en dos frentes con un éxito inusitado: en Iraq, se hicieron de la provincia de Anbar y de su capital, Ramadi; en Siria, derrotaron a las fuerzas del dictador Bashar al-Asad y asaltaron la histórica ciudad de Palmira. Los cables internacionales estallaron: “ISIS controla ahora un territorio del tamaño de Italia”

 

 

A pesar, de estar bajo un constante bombardeo aéreo, perder cerca de 10 mil combatientes (sus mejores tropas) y de un duro revés en Kobane (la ciudad kurdo-siria en la frontera con Turquía) a la que no pudo tomar tras someterla a un asedio inclemente, el ISIS ha demostrado en los últimos meses su resistencia y dominio sobre el campo de batalla. Por si esto fuera poco, en Libia milicias que han jurado lealtad al autonombrado Califato de Irak, Siria y Levante operan en diversas regiones, al igual que lo hace el criminal Boko Haram en Nigeria, que le ha ofrecido su apoyo. Los ataques en Túnez, Francia y Dinamarca demuestran que sus éxitos militares le siguen sumando partidarios en todo el mundo

El Califato parece empoderado, mientras que las ciudades y territorios que controla se ejecuta la persecución y asesinato de las minorías cristianas y musulmanas chiitas, de las mujeres, la destrucción de los legados culturales de la humanidad, se instala el terror, la intolerancia y la aplicación de una interpretación del Islam cada vez más reñida con los preceptos de esta fe y con el respeto por los derechos humanos. Un video propalado hace unos días por la BBC mostraba como los habitantes de Mosul son sometidos a una serie de vejaciones, en especial las mujeres. En el reportaje se ve la voladura de una Mezquita Chií del siglo XIV y como son confiscadas las propiedades de cristianos y otras religiones. El terror es el método de gobierno de esta dictadura teocrática, que se ha hecho de un importante armamento y fuentes de dinero.

Los avances del Califato parecen haber sorprendido y confundido a los débiles líderes occidentales que no esperaban una reacción de este tipo. Tras meses de afirmar que se estaba debilitando a los yihadistas y a punto de lanzar una ofensiva sobre Mosul, se ha tenido que reenfocar las prioridades. Se han buscado a los responsables de esta situación y el blanco predilecto ha sido el ejército irquí. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, no fue nada diplomático al señala que las fuerzas armadas iraquíes “no habían demostrado una voluntad para pelear”. Una pobre manera de lavarse las manos.

Es la segunda vez que ante una ofensiva de ISIS, el ejército iraquí se repliega en desbandada, primero en Mosul y ahora en Ramadi. Preocupante, pues los líderes occidentales que están rehuyendo tomar acciones más efectivas, creían que este cuerpo estaba en condiciones de hacer frente a los yihadistas y derrotarlos.

Como se pregunta la BBC “¿Se trata entonces de una falta de voluntad del ejército iraquí o está fallando la estrategia de la coalición internacional? Barack Obama había indicado previamente que ISIS no estaba ganando, que sus victorias eran un ‘revés táctico’. Pero tal como señala el corresponsal en asuntos de seguridad de la BBC, Frank Gardner, ‘la incómoda realidad es que la coalición tampoco está ganando”.

Es cierto. Por el momento no se avizora un triunfador en esta contienda. Al final del día, sin embargo, quien controla el terreno es el Califato, un territorio que sigue expandiéndose.

Es por ello que los analistas afirman que “con cada victoria y cada avance ISIS se acerca a convertirse en un ‘Estado funcional’, dice Gardner. Y esto, agrega, es una señal del fracaso de algunas de las potencias mundiales que se embarcaron con mucha renuencia en la reacción  contra ellos. ‘Me parece que la estrategia de la coalición contra ISIS siempre ha sido algo inexistente’, dice Charlie Winter, analista del Quilliam, un centro de estudios contra el extremismo con sede en Londres. ‘Desde el principio se dedicó a bombardear las posiciones de ISIS con la esperanza de matar a algunos de sus líderes, acabar con algunas unidades de artillería, esas cosas (… ). Pero aparte de eso, ha sido un sonado fracaso´”, agrega.

Por su lado, los Kurdos han conseguido derrotarlos y no han permitido que avancen sobre su territorio. Es justamente esa la táctica que mejor ha resultado, actuar sobre el terreno, con fuerzas que luchan valientemente, a veces en inferioridad de condiciones, pero con apoyo aéreo de los Estados Unidos. Así se han conseguido algunas victorias importantes.

El dilema de la coalición anti Califato pasa por responder a este problema: ¿quién pondrá las fuerzas terrestres? Los Chiíes, financiados y entrenados por Irán, están dispuestos a hacerlo, pero esto genera el recelo de los suníes y de las naciones que los albergan como Arabia Saudita, por ejemplo. Los Kurdos están dispuestos a pelear, pero no mucho más allá de su territorio. Nadie quiere armar y apoyar a las tropas sirias de Al-Asad. Así, todos miran a la primera potencial militar del mundo: Los Estados Unidos, que desde que incumplió su amenaza de intervenir en Siria por el uso de armas químicas, luego de ser confrontado por Rusia (que tiene una agenda alejada de la paz global), quiere manejar las cosas a control remoto.

Obama ha sido claro al respecto. No desea que soldados norteamericanos combatan en el terreno. Hace unos días autorizó el envío de 450 nuevos instructores militares a Iraq, los que ya suman 3,100. Sin embargo, no tienen autorización para luchar. Ha prometido, además mejor armamento y logística para que los irquíes expulsen al ISIS de su territorio, pero la amenaza de estos asesinos, va mucho más allá de Iraq.

La promesa de Obama retirarse de Iraq y Afganistán, más la sombra de Vietnam y el ‘síndrome de Chamberlaine’ (creer que se puede lograr la paz sin actuar y confrontar), parecen atar a Obama. Como ha señalado El País de España, que bajo esta perspectiva, afirma que “los militares [en Irak] son asesores (advisers en inglés), según la terminología del Pentagono. Es una palabra con ecos históricos inquietantes. La guerra de Vietnam comenzó con unos centenares de advisers estadounidenses en los años 50, con el presidente Dwight Eisenhower. Con John F. Kennedy, que llegó a la Casa Blanca en 1961, subieron a 16,000. Cinco años más tarde eran medio millón”.

Mientras las indecisiones continúan el ISIS se hace fuerte y este estratégico territorio, lleno de riquezas culturales, históricas y económicas claves para la economía mundial, sigue sojuzgado por uno de los movimientos más atávicos y crueles que ha engendrado la humanidad. ¡Cómo se extraña la visión y el liderazgo de un Winston Churchill! Lampadia

 




La autocensura se impone en Europa, Cajamarca y Arequipa

La autocensura se impone en Europa, Cajamarca y Arequipa

“Yihadistas quieren asesinarme. Pero me niego a ser condenado a una tiranía del silencio sepulcral”, sostiene con serena valentía Flemming Rose, el editor danés que publicara el 2005 en la revista Jyllands-Posten unas caricaturas satíricas sobre el Islam, entre ellas, una en que se ve a Mahoma escondiendo una bomba en su turbante. Esta decisión le valió a Rose que fuera sentenciado a muerte por Al Qaeda y por grupos radicales islamistas.

Pero aparte de estar en esta lista negra y vivir temiendo ser asesinado, “Rose ha sido llamado un nazi, un odiador de musulmanes y un Satanás danés. Ha convivido de manera simultánea con las amenazas de muerte y cargado con las ‘culpas’ por la muerte de 200 o más personas en todo el mundo musulmán que protestaron por la publicación de las caricaturas. Desde entonces, el periodista danés ha estado en el centro de las discusiones entre el respeto a la diversidad cultural y la protección de las libertades democráticas, en especial las de la libertad de expresión”, señala en la introducción.

 

 

Rose nos visitó hace pocas semanas para participar en el evento de Mont Pelerin. En su reciente libro publicado por Cato Institute, (The Tyranny of Silence) La tiranía del silencio: Cómo una caricatura encendió un debate global sobre el futuro de la Libertad de Expresión, emprende una”búsqueda personal” para explicar como una decisión aparentemente trivial sobre la publicación de caricaturas encendió un debate de enorme trascendencia para el futuro de la democracia y en la que denuncia la distintas formas de la autocensura se han apoderado de las consciencias de los ciudadanos, políticos, periodistas e intelectuales occidentales.

El libro ha tomado enorme importancia luego del asesinato en París de 12 miembros de la revista Charlie Hebddo. Tras la matanza, quedó claro que los postulados de Rose eran correctos. La efímera reacción de occidente mostró que no se debe ceder ante la bárbara censura que nos quieren imponer los radicales. Aún así, las discusiones sobre si deben permitirse las sátiras contra el Islam y otras religiones sigue candente. Y lo que es peor, la autocensura crece. Muchos diarios norteamericanos y europeos, por ejemplo, se excusaron de reproducir las caricaturas de Charlie Hebddo arguyendo que estas herían la susceptibilidad de los musulmanes o que podían incitar al odio. 

Precisamente, es sobre esta postura que Rose levanta su voz. Como describe en su libro, galerías famosas, como la Tate de Londres retiró una instalación que contó con la Biblia, el Talmud y el Corán despedazados. Los administradores del Museo pensaron que la muestra ofendería a los musulmanes. Tras el asesinato del cineasta holandés Theo Van Gogh, algunos políticos de ese país pidieron que se dieran leyes que reprimieran la incitación. Estos políticos, incluso, afirmaron que de estar en vigencia esas normas Van Gogh no habría sido asesinado puesto que su película, en la que criticó el trato a las mujeres en el Islam, nunca se habría difundido.

Rose afirma que este camino es peligroso para la democracia y recuerda que “la República de Weimar tenía leyes que prohibían la incitación al odio para proteger a los judíos. Goebbels, fue condenado por sus comentarios antisemitas, y Julius Streicher, editor de la publicación nazi Der Stürmer, fue encarcelado dos veces”.

“Estas leyes fueron ineficaces, porque convirtieron en héroes a Goebbels y Streicher. Cada vez que la revista de Streicher fue llevada a la corte (36 veces en una década), atrajo la atención de los medios de comunicación. Las multitudes lo vitorearon (…). Pero las leyes también fracasaron porque las agresiones verbales contra Judíos fueron acompañados de agresiones físicas. En los primeros cuatro años de la República de Weimar, Rose observa, hubo 400 asesinatos políticos. Mientras que los casos de incitación al odio fueron procesados, la gran mayoría de los ataques a judíos no lo eran”.  

“La historia de la República de Weimar”, argumenta Rose, “es en realidad una historia acerca de un Estado muy débil que no fue capaz de proteger los derechos de sus ciudadanos”. La solución, según Rose, es permitir las críticas verbales y visuales, pero  impedir cualquier uso de violencia física

Lamentablemente, los políticos europeos, no han aprendido de esta experiencia y por eso Rose sostiene que la autocensura ha empeorado en Occidente. Para el periodista danés este es “el espectro del ‘thought-crime’ (crimen de pensamiento) orwelliano. Pero en Europa, sostiene, “La libertad no es probable que sea liquidadade repente… Más bien, se producirá de forma gradual y sin que se exacerbe” si es que las cosas siguen discurriendo de esta manera.

Este debate, aunque parezca lejano es bastante actual en Latinoamérica. Una región que sufre ataques permanentes a la libertad de expresión desde el Estado. Así sucede en Venezuela, Ecuador, Argentina y Bolivia.

E increíblemente, también en el Perú, en especial en las regiones. Lo padecimos sin darnos cuenta en Cajamarca y ahora lo vivimos en Arequipa. Por ejemplo, cuando los radicales cortaron el agua a Celendín, durante los sucesos de Conga, ningún medio nacional quiso publicarlo y hacerlo de conocimiento del país, a pesar de nuestros avisos, pues sus corresponsales en la zona no les confirmaron la noticia. Estaban amenazados. Se les dijo a los medios que tuvieran corresponsales incógnitos cuando se produjeran convulsiones políticas, pero obviamente no lo han hecho.

El último caso es el de los violentos ataques al proyecto de Tía María. Los medios nacionales, desconectados de la realidad, por la debilidad de sus corresponsales, siguen refiriéndose a las trifulcas como protestas de los ciudadanos. No quieren registrar que en gran medida son movimientos políticos promovidos por líderes ajenos a la zona y producto de todo tipo de amenazas y ataques abiertos a mucha gente. Por ejemplo, ¿cuántos medios nacionales han dado cuenta en Lima de la marcha violentista que amenazaba con violaciones y canibalismo en Cocachacra? ¿Cuántos han reproducido el informe de Lampadia al respecto? Ver nuestro informe: Criminales anti Tía María amenazan con violaciones y canibalismo. La Gobernadora Regional de Arequipa, Yamila Osorio, ha declarado antes de ayer que los radicales han preparado una relación de  viviendas de las personas que no acataron el paro en los pueblos de la zona del proyecto y que serían atacadas en las próximas horas. Hoy, 29 de abril, la Gobernadora ha publicado en Twitter las fotos y nombres de las familias que ya fueron atacadas ayer. En cuanto a la autocensura o distorsión de los eventos violentistas, esta mañana en RPP, Patricia del Río, cuando le comentaron los mensajes de la Gobernadora dijo: “Hay violencia en ambas partes ¿no?”. Eso es distorsión o autocensura.

Esto no es broma, en Europa y EEUU, el mal islamismo genera la autocensura. En el Perú, los radicales de izquierda, promovidos con el tono eclesiástico del ex cura Arana y las poses académicas de Pedro Francke, hacen lo mismo, impiden el trabajo libre de los medios e imponen el miedo en la población. Lampadia




“Cada vez más gente cree que tiene derecho a no ser ofendida”

“Cada vez más gente cree que tiene derecho a no ser ofendida”

Entrevista a Flemming Rose

Por Sebastián Salazar Núñez

(El Comercio, 04 de Abril de 2015)

Por los shorts cargo y medias alzadas podría confundírsele con un turista cualquiera. Sin embargo, el séquito de seguridad que lo acompañó en Lima despejó esa imagen inmediatamente.

¿Qué lo llevó a publicar esas caricaturas?

Creo que es bastante importante decir que estas caricaturas no aparecieron de la nada. No se trataba de ofender a musulmanes y ver cómo reaccionarían. No. Fue en respuesta periodística a un fenómeno que vimos que sucedía.

¿Cuál era el contexto?

En aquel entonces hubo un debate en Dinamarca sobre autocensura relativa al islam. Hubo varios casos de autocensura y para averiguar si existía en realidad este fenómeno, comisionamos las caricaturas. Solo cuatro de las 12 mostraban al profeta.

¿Publicaron inmediatamente las caricaturas?

Luego de comisionar las caricaturas, las recibimos y tuvimos una discusión sobre si había suficiente evidencia periodística para escribir una historia en torno a ella. Encontramos varios casos similares respecto del islam: uno en Dinamarca, uno en Suecia y dos en Londres. En todos ellos, el miedo a las consecuencias generaba una autocensura. Todo esto en el lapso de 10 días.

¿Cómo ve la tendencia ahora?

Creo que hoy la gente se inclina más hacia la autocensura por el miedo. Hay ejemplos en Francia. Museos que cancelan exhibiciones, obras en teatros que salen de cartelera. Y esa sensación de intimidación creció después de lo que pasó en “Charlie Hebdo” y en Copenhague.

¿Se arrepiente de su decisión?

No me arrepiento de haber comisionado esas caricaturas. El periodismo trata de poner el foco en temas importantes. Y la publicación de esas caricaturas inició un debate muy importante: el papel de la libertad de expresión en una sociedad multicultural y multiétnica. Por supuesto que me arrepiento de la violencia, las matanzas y no creo que una caricatura valga una vida humana, pero la cuestión es qué hacer cuando muchas otras personas creen que está bien matar por una caricatura.

¿Cómo ha cambiado su vida?

Ahora tengo que vivir con seguridad y entiendo que probablemente tendré que vivir con eso el resto de mi vida. Estoy en el top 10 de personas que deben asesinarse de Al Qaeda. Es indignante, es … increíble.

¿Cuáles son entonces, a su juicio, los límites de la libertad de expresión?

Creo que hay tres tipos de limitaciones. El más importante es incitación a la violencia. La gente no debería estar permitida de incitar a la violencia. En segundo lugar, la difamación. No se debería ser libre de deliberadamente mentir para arruinar la reputación de otras personas. Y finalmente, creo que las personas en una democracia tienen derecho a su privacidad. Que la prensa no debe tener el derecho de escribir lo que quiera sobre las vidas privadas de los ciudadanos. Esos son los tres tipos de limitaciones que defendería.

¿Cómo ha afectado a las personas que le son cercanas?

Por suerte, mi esposa es rusa [ríe], así que es dura. Mis hijos son mayores y no viven en casa y doy gracias por eso. Claro que están preocupados, pero nunca me han dicho que deje de hacer lo que hago, a pesar de las consecuencias. Habría sido muy difícil para mí si lo hubieran hecho.

¿A qué cree que se debe este fenómeno de autocensura?

Bueno yo lo llamo “fundamentalismo de agravio”. Cada vez más gente sinceramente cree que tiene derecho a no ser ofendida. En una democracia se tiene varios derechos: votar, libertad de religión, de movimiento etc., pero el único derecho que no se debería tener es el de no ser ofendido. Pero más gente cree que tiene ese derecho y ‘juega’ la carta de la ofensa cada vez más. En todo el mundo. Pero no es solo con el islam. En Europa es el islam, pero en la India son nacionalistas hindúes, en Rusia, por ejemplo, Pussy Riot. Es un fenómeno mundial creciente.

¿Por qué cree que esto ocurre?

Creo que se basa en políticas de identidad, ya que a las personas en un mundo globalizado les resulta muy difícil responder a la pregunta: “¿Quién soy?”. Todos buscamos identidades para protegernos y tener un sentido propio. Cuando encontramos una identidad, la queremos proteger contra cualquier ofensa. El resultado es que al final se vuelve más importante qué nos distingue de los demás que aquello que compartimos con otros seres humanos. En mi libro exploro mi experiencia con este fenómeno, pero no me limito a Dinamarca o Europa. Se trata de lo que pasa en otras partes del mundo con distintas religiones e ideologías y sobre distintos períodos de la historia. Sobre las guerras de la religión en Europa, sobre el comunismo en Rusia soviética, la Alemania de Weimar y diferentes episodios históricos en los que se revisa la libertad de expresión, las limitaciones de esta y, más ampliamente, de la libertad.

¿Cómo se debería dar pelea en ese campo?

Es un desafío para la sociedad completa. No es una batalla que los periodistas puedan ganar o perder solos. Esa es una de las cosas que aprendí con mi experiencia. Yo me sentía seguro en un periódico grande y con reputación y pensé que podíamos ganar la batalla. Pero tengo que reconocer que no podemos ganar la batalla sin amplio soporte. Se necesita el apoyo de la mayoría de la sociedad para ganar esta batalla que concierne a la libertad de expresión. No es solo para la prensa o para los políticos, sino también para la sociedad civil.




El silencio, el fanatismo y la vida

El silencio, el fanatismo y la vida

Tras el atentado perpetrado en Francia contra la revista Charlie Hebdo, Occidente giró su mirada hacia el islamismo replanteando su postura frente al reciclado avance histórico de fanatismos de todo tipo

REFLEXIONES DE EMANUEL TANAY

TerritorioDigital.com

Lunes 19 de enero de 2015

POSADAS:

Desde San Ignacio, Olga Leiciaga remitió a Letras esta pieza de Claude Benoit. La profesora Benoit da clases académicas en el Departamento de filología francesa de Valencia (España) y en esta oportunidad aborda el mensaje de Emanuel Tanay, sobreviviente del holocausto nazi, en relación a la cíclica resurrección funesta del fanatismo.

El doctor Emanuel Tanay, nacido en 1928, es actualmente un reconocido psiquiatra forense radicado en los Estados Unidos.

Escrito por Javier Arguindegui

El silencio

“Un hombre cuya familia pertenecía a la aristocracia alemana antes de la Segunda Guerra Mundial fue propietario de una serie de grandes industrias y haciendas. Cuando se le preguntó ¿cuántos de los alemanes eran realmente nazis?, la respuesta que dio puede guiar nuestra actitud hacia el fanatismo. ‘Muy pocas personas eran nazis en verdad’, dijo, ‘pero muchos disfrutaban de la devolución del orgullo alemán, y muchos más estaban demasiado ocupados para preocuparse. Yo era uno de los que sólo pensaba que los nazis eran un montón de tontos.

Así, la mayoría simplemente se sentó a dejar que todo sucediera. Luego, antes de que nos diéramos cuenta, los nazis eran dueños de nosotros, se había perdido el control y el fin del mundo había llegado. Mi familia perdió todo. Terminé en un campo de concentración y los aliados destruyeron mis fábricas. Se nos dice que la gran mayoría de los musulmanes sólo quieren vivir en paz’”.

El fanatismo

“El hecho es que los fanáticos dominan el Islam, tanto en este momento como en la historia. Son los fanáticos los que marchan. Se trata de los fanáticos los que producen guerras. Se trata de los fanáticos los que sistemáticamente masacran cristianos o grupos tribales en África y se van adueñando gradualmente de todo el continente en una ola islámica. Estos fanáticos son los que ponen bombas, decapitan, asesinan. Son los fanáticos los que toman mezquita tras mezquita. Se trata de los fanáticos los que celosamente difunden la lapidación y la horca de las víctimas de violación y los homosexuales. Se trata de los fanáticos los que enseñan a sus jóvenes a matar y a convertirse en terroristas suicidas.

El hecho cuantificable y duro es que la mayoría pacífica, la ‘mayoría silenciosa’ es intimidada e imperceptible. La Rusia comunista estaba compuesta de los rusos, que sólo querían vivir en paz. Sin embargo, los comunistas rusos fueron responsables por el asesinato de cerca de 50 millones de personas. La mayoría pacífica era irrelevante. La enorme población de China era también pacífica, pero los comunistas chinos lograron matar la asombrosa cifra de 70 millones de personas. El individuo japonés medio antes de la Segunda Guerra Mundial no era un belicista sádico. Sin embargo, Japón asesinó y masacró, en su camino hacia el sur de Asia Oriental, en una orgía de muerte que incluyó el asesinato sistemático, a 12 millones de civiles chinos, la mayoría muertos por espada, pala y bayoneta.

Y, ¿quién puede olvidar Ruanda, que se derrumbó en una carnicería? ¿Podría no ser dicho que la mayoría de los ruandeses eran amantes de la paz?”.

La vida

“Las lecciones de la historia son con frecuencia increíblemente simples y contundentes. Sin embargo, a pesar de todos nuestros poderes de la razón, muchas veces perdemos el más básico y sencillo de los puntos: los musulmanes amantes de la paz se han hecho irrelevantes por su silencio.

Los musulmanes amantes de la paz se convertirán en nuestro enemigo si no se pronuncian, porque al igual que mi amigo de Alemania, se despertarán un día y encontrarán que los fanáticos los poseen, y el fin de su mundo habrá comenzado. Los alemanes, amantes de la paz, japoneses, chinos, rusos, ruandeses, serbios, afganos, iraquíes, palestinos, somalíes, nigerianos, argelinos, y muchos otros han muerto a causa de que la mayoría pacífica no se pronunció hasta que fue demasiado tarde.

En cuanto a nosotros, que somos espectadores ante los eventos en desarrollo, debemos prestar atención al único grupo que cuenta: los fanáticos que amenazan nuestra forma de vida”.




Un ataque asesino contra la libertad de expresión

Un ataque asesino contra la libertad de expresión

Financial Times

Publicado por El Comercio, – Portafolio, 09 de Enero de 2015

El sangriento asalto a las oficinas de la revista satírica francesa “Charlie Hebdo” solo puede provocar la más profunda repugnancia. El ataque fue una atrocidad terrorista que cobró la vida de al menos 12 personas inocentes.

Nuestra primera respuesta debe ser llorar a las víctimas, cuatro eran dibujantes reconocidos de la revista y dos eran agentes de la policía. Pero esto es más que una tragedia humana. Fue un acto calculado de intimidación, un ataque a la libertad de expresión, pilar de toda sociedad democrática. Fue un ataque concebido para sembrar una forma insidiosa de autocensura. Debe ser rotunda y desafiantemente condenado.

Casi una década ha pasado desde que un periódico danés atrajo la ira de los musulmanes por la publicación de caricaturas que satirizaban al Profeta Mahoma. Lo que comenzó con protestas pacíficas y boicots de productos de consumo se ha convertido constante y paulatinamente en violencia. Ésta no es la primera vez que “Charlie Hebdo” ha sido atacado por publicar sus caricaturas que satirizan al Islam. Sus oficinas fueron bombardeadas hace tres años.

Pero los acontecimientos del miércoles marcan un nuevo y siniestro paso en la escalada del conflicto entre la fe y la libertad de expresión. Imágenes de tres hombres enmascarados armados con fusiles AK-47 en el centro de una capital europea, matando a tiros a policías y buscando a sus víctimas por las oficinas de la revista, producen escalofríos en todo el mundo occidental.

Para los servicios de seguridad en Francia y en toda Europa, este ataque generará muchas preguntas. No está claro si los asaltantes ya estaban en la mira de las autoridades francesas y si estaban recibiendo ayuda de grupos militantes extranjeros.

Muchos de los recientes ataques yihadistas – en Sidney y Ottawa – fueron realizados por “lobos solitarios”. La naturaleza coordinada del asalto del miércoles – y también el hecho de que los atacantes escaparon en lugar de recurrir a tácticas de asedio y suicidio – sugiere un modus operandi menos familiar.

En los días venideros, muchos observarán el impacto de este evento en la sociedad francesa. En un momento de profundo malestar político y económico, el partido Frente Nacional antiinmigrante liderado por Marine Le Pen puede beneficiarse de una nueva explosión de sentimiento antiislámico. El ataque es un desafío a las autoridades estatales que ahora deben encontrar a los agresores y llevarlos ante la justicia. Pero el reto más grande es cómo los políticos y el público pueden acoger los valores seculares y centrales de Francia y expresar su desafío sin avivar el fuego de la venganza ciega.

En toda sociedad democrática, siempre debe haber espacio para un debate civilizado acerca del tacto y del decoro cuando se trata de burlarse de cualquier religión. Pero lo que no puede impugnarse es el derecho fundamental de todos los ciudadanos a expresarse libremente dentro del marco de la ley. En una época que se caracteriza por el crecimiento de la religión y por la creciente politización de la fe, toda religión debe estar abierta a la opinión, al análisis y la sátira.

En el último cuarto de siglo ha habido muchos intentos por utilizar la intimidación para silenciar la sátira y la disidencia. El régimen iraní estableció el precedente cuando emitió una fatwa contra el escritor Salman Rushdie en respuesta a su libro “Los versos satánicos”. Corea del Norte acaba de utilizar la violencia cibernética para evitar la distribución de una película poco favorecedora sobre su líder Kim Jong Un.

Ahora tenemos el espectáculo atroz en París. La respuesta del mundo libre ante esto debe ser inquebrantable. “Charlie Hebdo” tal vez sea una publicación muy diferente a la nuestra, pero la valentía de sus periodistas – y su derecho a publicar – no puede ser puesto en duda. Una prensa libre no vale nada si sus practicantes no se sienten libres para expresarse.