1

Epidemia social y pandemia sanitaria

Epidemia social y pandemia sanitaria

Ernesto Bustamante
Exjefe del Instituto Nacional de Salud
Para Lampadia

El año 2020 el mundo sufre los embates de la pandemia de Covid-19, enfermedad causada por el coronavirus SARS-CoV-2. Hacia fines de agosto 2020 se ha detectado en el mundo casi 25 millones de infectados y Covid-19 ha causado más de 830 mil muertos. Para muchos esta pandemia es la madre de todas las epidemias. Pero ¿es así en realidad? ¿es esta la peor pandemia que ha sufrido la humanidad? ¿habrá fin de esta pandemia?

El Ébola en 2014 mató a 11,000 personas del África occidental y a muy pocos en otros continentes. El virus del Ébola mata al 50% de los que infecta, pero esa alta tasa de letalidad lo hace precisamente poco contagioso y las epidemias de Ébola son menos difíciles de contener.

En los dos últimos milenios ha habido varios ataques epidémicos de peste bubónica. Esta enfermedad es producida por una bacteria (Yersinia pestis) que infecta a pulgas que a su vez infestan a ratas. Las pulgas bloquean el estómago de las ratas infestadas y estas, hambrientas, muerden a humanos repetidamente, regurgitando sangre con bacterias, lo que provoca la transmisión rata-hombre. Pero hay una forma neumónica de la peste que puede ser transmitida de humano a humano mediante gotículas de saliva o moco. Por ello, erradicar las ratas o las pulgas (lo que sería, en todo caso sumamente difícil) nunca pudo ser una solución.

La peste acompaña al hombre desde hace decenas de miles de años pues se ha encontrado ADN de la bacteria en restos humanos prehistóricos. Se ha descrito tres grandes plagas recientes de peste bubónica: a) La plaga de Justiniano, que impactó el imperio Bizantino entre 541 y 549 y afectó Asia, Europa y África; b) La plaga medieval, que se inició en China en 1331 y mató la mitad de su población extendiéndose luego a Europa donde entre 1347 y 1353 mató la tercera parte de la población europea; c) La peste del siglo XIX que se inició en China en 1855 y mató a 12 millones solo en India. Hoy la peste bubónica es curable con antibióticos, pero a pesar de ello es endémica en ciertos países (entre ellos, Congo, Madagascar y Perú). En 2018 hubo en Lambayeque casos de peste tanto en formas septicémicas como neumónica.

La sífilis es una enfermedad infecciosa de transmisión sexual, originaria de América que llegó a Europa luego de la conquista. La primera epidemia europea de sífilis se originó en 1494 en Nápoles luego de una invasión de tropas francesas. Esta enfermedad es tratable hoy con antibióticos y se previene con condones y control de la promiscuidad. Pero no hay vacuna contra la sífilis. Según la OMS, en 2015 había 45 millones de sifilíticos en el mundo, de los que seis millones de casos eran nuevos y mató a más de 100 mil personas.

La viruela (llamada Smallpox en inglés, para distinguirla de la Great Pox, como entonces llamaban a la sífilis) fue una enfermedad causada por un virus que mataba al 30% de los que infectaba, causando gran sufrimiento en los que sobrevivían. No obstante, era fácil prevenir contagiarse pues la enfermedad solo infectaba a otros luego que aparecían los síntomas (y estos eran distinguibles y evidentes). Hubo grandes epidemias de viruela en Europa y -luego de la llegada de los europeos- también en América (lo que precisamente facilitó la conquista).

Las primeras vacunas contra la viruela se ensayaron en China en 1500. Fue precisamente gracias a la vacunación universal y al hecho de que no existe reservorio animal para este virus, que el último caso de viruela en el planeta ocurrió en 1977. Hoy ni siquiera se vacuna contra la viruela, lo que hace a su virus (y variantes posibles) como utilizable en guerra biológica, pues la población joven no tiene inmunidad contra la viruela.

En 1918 apareció una variedad del virus de la influenza (o gripe; no confundir con el resfrío común). Esta pandemia (mal llamada gripe española) mató entre 50 a 100 millones de personas en el mundo; más que durante cuatro años de la primera guerra mundial). Sin embargo, no fue la última pandemia de gripe. Hubo otras. La llamada gripe de Hong Kong mató en 1968 a un millón de personas en todo el mundo (100,000 de ellas, en los EEUU).

Muchas de estas pandemias tuvieron dos aristas: la social y la sanitaria. En épocas en que lo sanitario no era muy sofisticado, más impactaba el pánico, el miedo e imperaba la brujería, el creer en curas milagrosas. Hoy, en cambio, el pánico persiste, y el uso de las curas milagrosas es parecido, pero es aminorado en las sociedades donde la epidemia se logra controlar sanitariamente y reducir a niveles “aceptables”. Ayuda también a paliar la epidemia social el saber, o creer, que hay una vacuna en camino. No obstante, en esta época de comunicaciones instantáneas y masivas se requiere un nivel de control sanitario mínimo. No es aceptable para las sociedades convivir con diez mil contagios por día y menos cuando la gente conoce las cifras locales e internacionales.

Existen siete variedades de coronavirus humanos: cuatro producen el 30% de los resfríos comunes; en 2003 apareció el SARS-1; en 2012 el MERS; y en 2019 el SARS-CoV-2. Nunca se pudo lograr una vacuna eficaz contra ninguno de los seis coronavirus anteriores al de hoy.

El brote de SARS-1 en 2002 solo causó 8,098 contagios en el mundo. El virus desapareció pues se aisló a los pacientes antes que pudiesen contagiar y propagar la enfermedad. El infectado solo contagiaba recién desde unos días después de la aparición de síntomas. Para entonces el infectado contagioso ya estaba en cama; es decir, había hecho autocuarentena.

Esa es precisamente una diferencia destacable respecto de la forma como infecta y contagia el SARS-CoV-2. El coronavirus del 2019 empieza a contagiar a otros, o es capaz de hacerlo, desde que infecta; mientras que la enfermedad, si aparece, recién se manifiesta varios días después. Es precisamente por ello que es tan importante detectar tempranamente al infectado: para que no tenga capacidad de propagar la enfermedad, contagiando mientras uno se siente bien; pues una vez detectado, este y sus contactos -sea los inmediatos o los rastreados- deben ser aislados.

La forma de identificar al infectado (aún sin que tenga síntomas) es detectando la presencia o ausencia del ácido nucleico (ARN) viral. No hay otra forma. Detectar anticuerpos sintetizados contra el virus es un método que identifica tarde al infectado -pues ya tuvo oportunidad de contagiar a varios otros- y corresponde a una estrategia de detección que se ha usado equivocadamente en el Perú desde el inicio de la pandemia.

No hay vacuna contra Covid-19, aún no. Lo que hay es casi 200 candidatos a ser vacuna, Si se demuestra su eficacia (que debiera ser mayor de 50%) y ausencia de efectos adversos severos, esta podrá ser una alternativa viable. Pero vacuna no hay, no todavía.

Mientras tanto, el objetivo de una estrategia sanitaria debe ser disminuir la cantidad de nuevos contagios a un nivel que sea socialmente aceptable. Digamos 100 a 200 casos nuevos por semana a nivel nacional (en vez de los 10,000 casos nuevos por día que tenemos hoy). Ello se puede lograr mediante tácticas focalizadas de muestreo masivo con pruebas moleculares que detecten infectados antes que hayan contagiado a muchos. Estos detectados deberán ser aislados en sus domicilios -con sus familiares- por 15 días dándoseles apoyo alimentario. Se debe aislar también a sus contactos más recientes, a los que bien se puede rastrear mediante simples preguntas (no necesariamente con tecnología digital).

Solo con un nivel de “normalidad” como la descrita (100 a 200 nuevos contagios por semana) la epidemia social se podrá controlar en el Perú, mientras esperamos los meses o años que deban transcurrir hasta que tengamos acceso a una vacuna eficaz y segura, que pueda controlar la epidemia sanitaria. Es precisamente la epidemia social -exacerbada por la destrucción de la economía y el cambio de los planes de vida de muchos- la que ocasiona angustia extrema y que en algunos lleva a la abierta irresponsabilidad.

No es que estas personas desconozcan que hay que usar mascarilla, mantener distancia social y hacer aseo frecuente de manos. No es que se necesite armar campañas de comunicación multimillonarias explicando lo que ya conocen hasta los niños de cinco años de edad. No es con arrestos policiales o con enormes multas.

La angustia producto de la epidemia social hará fútiles estos esfuerzos. Hay que combatir la epidemia social construyendo una realidad sanitaria aceptable, que permita la reactivación de la economía, a costa de muy pocas bajas, mientras esperamos la vacuna. Lampadia




Concierto de irresponsabilidades

Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Para Lampadia

En medio siglo, desde mi óptica, he visto muchas irresponsabilidades en la política peruana: la dictadura estatista de Velasco que llega con el respaldo de cierto sector oligárquico por su odio al APRA y se sustenta en el libreto que le crea la izquierda. La tibieza belaundista frente a Sendero que le permite crecer y jaquear al país. La nefasta heterodoxia económica de Alan García que nos llevó a la hiperinflación. El saltó al vacío del elector peruano en los 90. El retorno de Alan (aunque tenga el atenuante de haber demorado otra irresponsalidad peor), la elección de Humala.

Sin embargo, todas estas irresponsabilidades cometidas por alguien o por un sector del país, tenían fuerzas de contención, dialécticas o contra fuerzas que las atenuaron o las corregían, así sea en el mediano plazo.

Nunca había visto que la irresponsabilidad estuviera concertada. Que a la irresponsabilidad de uno le siguiera la del otro y que, una a una, compitan por ser la más audaz.

Me refiero a la irresponsabilidad de quienes ganaron la elección el 2016. Ninguno de ellos y en particular los del gobierno entendieron la responsabilidad del mandato conferido. Habían derrotado a la izquierda y no se dieron cuenta de lo que ello implicaba. Obtuvieron el 80 % del voto y no lo entendieron. En lugar de dialogar, pelearon. En lugar de sumar, se restaron mutuamente. En vez de aliase, se distanciaron y hoy día, sus líderes están detenidos.

Pero la mayor irresponsabilidad ha sido dejar que los perdedores, que usan la democracia como mera coartada burguesa para llegar al poder, que los seguidores encubiertos de Maduro, los beneficiados de Odebrecht que hoy desconocen a sus benefactores o los revolucionarios de cocktails y consultorías, pongan la agenda, decidan y marquen la pauta, con la lamentable complicidad de un sector de la prensa y una parte del establishment empresarial.

Destruir la credibilidad del Congreso por la imagen de unos de sus miembros no es más que la última irresponsabilidad que nos toca ver. Alterar el equilibrio de poderes y buscar el sometimiento del Congreso es eso mismo. Pedir su cierre o hacer cuestión de confianza para lograrlo, por cualquier causa, solo es consecuencia de lo anterior. Es tirar por la borda el mandato popular para entregárselo al efímero aplauso de las redes sociales. Es desconocer el mandato de las urnas y proclamar ganador al derrotado. Es permitir que por la ventana se consiga lo que no se consiguió en la elección popular.

Vizcarra y sus válidos, pasarán a la historia como aquellos que abrieron la puerta para que entre el enemigo y el caos. Tremenda irresponsabilidad que la historia juzgara.

El Congreso tiene la oportunidad de asumir el rol de contrapeso que le toca. Debe contener el exabrupto. En el camino debiera sacrificar algunos peones de baja calidad para tener más legitimidad en su cometido y demostrar que es un poder del Estado y no una banda de amigos. No puede sumarse al concierto de irresponsabilidades.

La nuestra es la responsabilidad de hablar en voz alta. De no ser cómplices con nuestro silencio, aun a riesgo de parecer defensores de una clase política menos que mediana. Aquí, en esta columna, no nos sumaremos al concierto de irresponsabilidades. Bregaremos por la institucionalidad y la Constitución, mientras quede un carácter disponible para escribir. Lampadia




Despropósito en la ONP

La ONP planea dejar de lado los procesos de tercerización que permitieron notables mejoras de la atención a los jubilados. Según nuestra información se estaría por cambiar los procesos de Atención al Cliente en los 34 Centros de Atención al Público, cambiando el modelo de outsourcing por uno de atención directa.

Este es un error enorme que va a costarle al Estado (a todos los peruanos) un sobrecosto de cerca de $20MM anuales para una tasa de valor ganado a todas luces negativa con el nuevo administrador estatal. ¿Que no hemos aprendido nada? ¿dónde esta la responsabilidad del Estado? ¿Quién asumirá los costos? ¿El asegurado? La irresponsabilidad de decisiones similares sin un adecuado balance beneficio-costo solo trae pobreza y mediocridad con un serio impacto económico que se traduce en mayores costos de proceso, menor productividad, pérdida de experiencia, necesidad de reaprendizaje y nuevo entrenamiento, riesgo laboral y sindical con el incremento de puestos estatales y riesgo logístico en la cobertura del servicio donde estado siempre ha demostrado ser ineficiente. En suma, un sobrecosto absolutamente innecesario cuya factura será pagada nuevamente por el contribuyente de a pie, mediante el perjuicio de los jubilados.

Los procesos de tercerización agregan valor en particular ahí donde el Estado no es eficiente y permiten contratar operadores que obligan a gestionar en función de estándares específicos necesarios para cada componente del proceso de atención, en este caso de los jubilados. La tercerización de los procesos en el modelo ya desarrollado con la experiencia en la ONP en la atención al público suele fijar estándares de proceso para optimizar los niveles de colas, las demoras máximas en todos los procesos, y establecer penalidades por las fallas.

En cambio, lo que propone ONP con este retroceso hacia una gestión directa, conducirá a que el personal de la entidad responderá a los procesos burocráticos tradicionales donde nadie asume responsabilidades ni puede ser castigado ante fallas del servicio. Se premia la ineficiencia y se desincentiva el estimulo a mayores productividades. Es simplemente el regreso al limbo de la ineficacia en los servicios públicos.

Desde la creación de la ONP, este servicio se viene desarrollando bajo el modelo de tercerización, habiéndose logrado significativos progresos tales como la disminución en los tiempos de atención y los tiempos de espera en los centros de atención al público, se lograron tres premios de Creatividad Empresarial, medición del servicio por indicadores de gestión prediseñados y contratación en función de ‘Service Level Agreements’ (SLA), o estándares de calidad de servicio.

Sin embargo, desde el 2015, la ONP incorporó personal propio para las atenciones de Inicio de Trámite (parte del proceso de Atención al Público), con malos resultados, veamos:

a. DETERIORO DE LA ATENCIÓN:

  • El tiempo para otorgar una cita pasó de 4 días a 10 días.
  • Los tiempos de espera del público en las oficinas para ser atendidos en el Inicio de Tramite se incrementaron en 167% (de 3.27 minutos a 11.15 minutos).
  • Los tiempos de atención se incrementaron de 25 a 72 minutos por atención.

b. MAYORES COSTOS:

  • La productividad mostrada por el personal de la ONP extrapolada a todo el servicio de Atención al Público generaría un costo anual de S/. 64’260,000.84 contra los S/. 25’670,227.12, del servicio tercerizado, es decir, un sobrecosto del 150% en personal.
  • En el piloto de una parte del proceso se utilizó el doble del personal para realizar la misma operación, es decir, se paso de 41 personas en la empresa tercerizada a 80 personas directas de la ONP.

c. RIESGO OPERATIVO:

Existe un riesgo de sindicalizar la atención al público, teniendo el sindicato recién formado en la ONP, un incentivo perverso y arma de mayor poder para negociar a costa del perjuicio al pensionista.

d. EN ADICIÓN:

  • Como parte de la transformación digital, el servicio de outsourcing atiende casi un 30% de las transacciones en forma automatizada, siendo la institución de mayor RPA (Robotic Process Automation) en el Perú.
  • El proceso tercerizado ha demostrado ser mucho más eficiente, con personal motivado, con un esquema de compensación variable orientado al logro de resultados (disminución de los tiempos de atención y de espera así como en la satisfacción del pensionista y la calidad en la atención brindada). El esquema de pago fijo de la ONP ha disminuido drásticamente la productividad, con lo cual la ONP ha perdido valor en este proceso.
  • El servicio requiere 40% más de capacidad de atención en las mañanas lo cual exige personal a tiempo parcial, modalidad que no es posible con personal directo.
  • Dejar la tercerizacion requiere hacer más de 12 concursos diferentes (limpieza, equipos de computo, suministros, materiales de oficina, sistemas, gestores de colas, mantenimiento, etc.).

Este cambio hacia el deterioro de la calidad de servicio a los jubilados de la ONP es un tremendo despropósito. No hay manera de justificar semejante desarrollo, excepto por intereses subalternos y el abandono de una de las poblaciones más necesitadas y sufridas del país, los viejitos. Lampadia




La defección de la clase dirigente

EDITORIAL DE LAMPADIA

Los siguientes comentarios de Simon Kuper (en su artículo del Financial Times, ‘Have we reached peak liberal resistance?’, 26 de setiembre, 2018), describen el comportamiento que se empieza a percibir entre la clase urbana acomodada en EEUU con el populismo de Trump y, en el Reino Unido con el Brexit:

  • La clase urbana educada abandona la política, tal como lo hizo la clase trabajadora blanca en décadas anteriores.
  • Resulta que los liberales urbanos acomodados (a diferencia de, digamos, los hispanos pobres) pueden vivir bien bajo Trump.
  • Están en el lado correcto de la creciente desigualdad de EEUU.
  • Se sienten mal por Estados Unidos, pero bien consigo mismos.
  • Las personas educadas continuarán encontrando buenos empleos en Londres.
  • Se arriesgan a ser políticamente marginados después del Brexit.
  • Los debates liberales en universidades, medios de comunicación, partidos políticos y grupos de expertos se sentirán irrelevantes.
  • Los liberales urbanos educados se irán al exilio interno, cultivarán sus jardines en la azotea, llevarán a sus hijos a las escuelas adecuadas, buscarán el café perfecto y se dedicarán al activismo local, por ejemplo acerca de las ciclo vías.
  • Se separarán gradualmente del sentimiento de nación compartida.
  • “No es mi gobierno”, será la actitud.
  • La élite liberal tiene sus patios de recreo (cafés hipster y patinaje sobre ruedas) y se le permitirá prosperar con la condición de que no se inmiscuyan en la política.
  • Vi una versión anterior de esto en el apartheid de Sudáfrica: los liberales urbanos se sentaban alrededor de sus piscinas burlándose del gobierno que los privilegiaba, mientras que las criadas negras servían pastel.
  • Es una forma de vida sorprendentemente sostenible.

Según nuestra forma de pensar en Lampadia, esto es algo muy pernicioso, pero el que se de en países desarrollados, con altos estándares de vida, por malo que sea, no descalabra la sociedad, y menos, condena a su población más pobre a perennizarse en la pobreza.

Pero que eso se de en un país como el Perú, que está a medio camino de desarrollo, y que no ha logrado remontar la pobreza a niveles soportables, es una desgracia incapacitante del conjunto de la sociedad. Es una irresponsabilidad insoportable e intolerable. Algo que debemos combatir todos los días, hasta superarla.

Efectivamente, en el Perú, la clase más acomodada, no participa de la vida pública y hemos dejado que los enemigos de la modernidad y el desarrollo copen todos los espacios donde se inspiran las políticas públicas.

Por ejemplo, luego que Lampadia develara la infiltración del pos-extractivismo, esa teoría jalada de los pelos que propone producir lo mínimo de todo y no exportar alimentos, ningún gremio empresarial, los entes encargados de promover la producción de bienes y servicios, se dignó analizar y combatir el brulote.

En general, las universidades están ajenas al debate de políticas públicas, excepto las politizadas, como la PUCP, que copó de asesorías el Ministerio de Educación y cuyos representantes del pensamiento económico, son en gran medida, anti globalización, anti comercio internacional y anti minería.

Del mismo modo, los medios televisivos, parte del mundo empresarial, están entregados a conducciones periodísticas activistas de claro tinte anti economía de mercado. Éstos han entronizado como referentes de la opinión pública nacional, a personajes como los congresistas Arana, Lezcano, Becerril, Scheput y García Belaunde.

Curiosamente, en el Congreso, (excepto el congresista Olaechea, que no tiene presencia mediática) nadie defiende la Constitución de 1993, atacada diariamente por el Frente Amplio y Nuevo Perú. Una Constitución que permitió sacar al país de ser un ‘Estado Fallido’ en 1990 y llevarlo hasta el 2011, a tornarse en una ‘Estrella Internacional’.

Desde el 2012 hemos revertido la dirección de las políticas. Públicas que nos permitieron progresar. Aun así, nuestra clase dirigente no ha salido a la palestra.

Recientemente en Lampadia, hemos publicado el ‘Manifiesto de Powell’ y el ‘Manifiesto de The Economist’. Ambos reclaman, en sus contextos, el involucramiento de sus clases dirigentes, y nos permiten entender en perspectiva, las consecuencias de sus ausencias en la salud económica, social e institucional de sus países. Los dos documentos son muy aleccionadores.

Sin embargo, las clases dirigentes de EEUU y Gran Bretaña, pueden darse el lujo de no estar a la altura de sus responsabilidades, pero ese no es nuestro caso.

En el Perú, los que están mejor, la clase dirigente que no milita en la política, está obligada a participar, directa o indirectamente, en la construcción de un país próspero, máxime, teniendo el Perú un potencial de desarrollo tan grande. No hacerlo es un desentendimiento con sus propios hijos y nietos, y una traición a una sociedad que les permitió lograr el bienestar individual que hoy gozan. Lampadia




Congresistas consolidan destrucción de las pensiones

Congresistas consolidan destrucción de las pensiones

Alonso Polar Campos decía: “En todas partes se cuecen habas, pero en el Perú, solo se cuecen habas”.

Ayer los congresistas de todos los partidos aprobaron casi por unanimidad la insistencia de la ley que permite el retiro del 95.5% de los fondos privados de pensiones a los 65 años.

En Lampadia hemos aportado varios argumentos, debidamente sustentados, para tratar de hacer reflexionar a los congresistas sobre las múltiples implicancias de seguir adelante con esta norma, que el propio Ejecutivo había observado y calificado de inconstitucional. Además, por supuesto, han habido otras muchas sugerencias en el mismo sentido, igual o mayormente calificadas que las nuestras.

Por supuesto, también hemos tenido en el país, la difusión de opiniones a favor de la eliminación del sistema de pensiones con argumentos libérrimos, medios que solo le ponían música al ruido de la calle y un gremio que nunca involucró en el debate a los afiliados del sistema.

Como hemos dicho muchas veces, el daño de esta norma será inmenso, especialmente para los adultos mayores que, eventualmente, no tengan sustento de vida y a sus hijos que tendrán que apoyarlos. Esta barbaridad normativa dejará definitivamente sin pensiones a los trabajadores independientes, que no se pudieron incorporar al sistema y que con mejoras adecuadas podrían haber llegado a ser parte del mismo. Ver en Lampadia: El IGV como aporte al Fondo de Pensiones y formalización del empleo.

Finalmente, queremos mostrar un ejemplo del nivel de irresponsabilidad  y manipulación de la prensa nacional, compartiendo con ustedes la portada del diario de negocios del Perú (parte de la oferta periodística de el Grupo El Comercio), el diario Gestión:

Lampadia




Réquiem por las pensiones decentes y seguras

Editorial de Lampadia

 

El tema de las pensiones privadas tiene múltiples derivaciones e impactos en la vida de los ciudadanos y del país en su conjunto. Esto no es suficiente para que los miembros de la Comisión de Economía del Congreso, antes de votar una ‘reforma’ mayor, traten el asunto de manera seria, para que abran un debate técnico de alcance nacional, ni para que inviten a especialistas que puedan evaluar los pros y contras del proyecto, así como las posibles alternativas a la iniciativa de marras.

En una apurada sesión de la comisión, prácticamente entre gallos y media noche, se aprobó un proyecto por el cual los afiliados, al momento de su jubilación, a los 65 años, podrían retirar el 95.5% de su fondo sin condicionamiento alguno.

Este implica la muerte del sistema privado de pensiones por tres razones fundamentales:

  • Primero, porque la esencia del sistema es lograr pensiones decentes y seguras para los peruanos y, si ya no habrán pensiones, al retirarse los fondos, no hace ningún sentido mantener el ahorro forzoso.
  • Segundo, porque al no haber fondos de largo plazo, basados en las pensiones que tienen ese mismo horizonte, los fondos privados ya no podrán utilizarse en algunas inversiones de largo plazo, como las referidas a las inversiones en infraestructuras, tan importante para todos los peruanos.
  • Tercero, porque con este eventual dispositivo, terminaremos recreando un sistema de reparto en el cual los trabajadores peruanos tendrán las mismas pensiones miserables e injustas del sistema público de la ONP.

Además, en este absurdo futuro, labrado por la más supina irresponsabilidad de algunos congresistas, los trabajadores peruanos que entienden la necesidad de contar con una pensión, especialmente los de una mayor capacidad de ahorro, empezarán a comprar algún sistema de protección a operadores internacionales, perdiéndose en el Perú la importantísima disponibilidad de fondos de inversión de largo plazo.

Es cierto que detrás de este acontecimiento hay una cadena de errores, como que el sistema haya hecho más publicidad de la fortaleza individual de los operadores, que del sistema mismo. O que en las sucesivas reformas por las que pasó el sistema, no se haya involucrado a los afiliados y, que la población haya percibido cómo un grupo pequeño de empresas se trenzaba con las distintas instancias del gobierno.

De igual manera, es muy criticable la forma como el regulador, la SBS, ha teñido su gestión de poca transparencia y respeto por los afiliados, como en el reciente caso de la publicación de la tabla de mortalidad.

Por otro lado la gente involucrada con el sistema, empezando por la Asociación de las AFP, no ha tenido ninguna disposición para evaluar propuestas externas a la asociación sobre la posición estratégica del sistema, en especial sus debilidades, como la falta de afiliaciones de los trabajadores independientes que requería una urgente solución alternativa. En esa línea está, por ejemplo, la propuesta de Lampadia de utilizar parte de los pagos del IGV para los aportes a los fondos individuales. Ver en Lampadia: Una pensión para todos, como se debe y El IGV como aporte al Fondo de Pensiones y formalización del empleo.

Invocamos a los miembros del Pleno del Congreso de la República a convocar un debate nacional serio sobre los impactos del sistema, sus debilidades y las alternativas de mejoras.

No podemos salir del actual esquema por la puerta falsa. Si se continua con lo aprobado por la Comisión de Economía, solo nos quedará recitar: “¡Volverán los oscuros gallinazos…!” Lampadia

 




Desastre en cámara lenta

Desastre en cámara lenta

Por Paul Krugman

(Gestión, 03 de Diciembre del 2014)

Parece que al fin la economía estadounidense está saliendo del profundo hoyo en el que se sumió durante la crisis financiera global. Pero el otro epicentro de la debacle, Europa, no puede decir lo mismo. El desempleo en la eurozona está estancado a un nivel que casi duplica el de Estados Unidos, mientras que la inflación está muy por debajo de la meta oficial y la deflación se ha convertido en un riesgo rampante

Los inversionistas ya han tomado nota: las tasas de interés europeas se han desplomado. Entre ellas, los bonos de largo plazo alemanes, cuyo rendimiento es de apenas 0.7% anual. Esa es la clase de tasa que solíamos asociar con la deflación japonesa y, efectivamente, los mercados están señalando que esperan que Europa experimentará su propia década perdida.

¿Por qué está Europa en tan grave situación? La sabiduría convencional entre los encargados de la política económica europea dice que estamos ante el precio de la irresponsabilidad: Algunos gobiernos no se comportaron con la prudencia que una moneda común requiere, que eligieron aferrarse a doctrinas económicas fallidas.

Si me preguntan a mí (y a un buen número de otros economistas que han estado analizando en profundidad el tema), esta conclusión es esencialmente correcta, salvo por una cosa: se han equivocado en la identidad de los malos actores. Es que la mala conducta en el núcleo de este desastre en cámara lenta no viene de Grecia, Italia o Francia, sino de Alemania.

No niego que el Gobierno griego haya actuado irresponsablemente antes de la crisis o que Italia tenga un gran problema con su productividad estancada. Pero Grecia es un país pequeño cuyo desorden fiscal es único, mientras que los problemas de largo plazo de Italia no son la fuente de la corriente hacia la deflación que sufre el continente.

Si intentamos identificar a los países cuyas políticas económicas estuvieron bastante desalineadas antes de la crisis y que han dañado a Europa desde entonces, y que se rehúsan a aprender de la experiencia, todo apunta a que Alemania es el peor actor. En particular, consideremos la comparación con Francia.

Este país recibe mucha mala prensa, en especial a través de críticas a su supuesta pérdida de competitividad. Pero se está exagerando la realidad, pues nunca se sabrá por la prensa que su déficit comercial es pequeño. Claro que existe un problema y lo que habría que preguntarse es qué lo está causando.

¿La competitividad francesa ha sido erosionada por el excesivo aumento de costos y precios? Pues no. Desde que el euro entró en escena, en 1999, el deflactor del PBI francés (el precio promedio de los bienes y servicios producidos) ha crecido 1.7% anual, en tanto que los costos unitarios laborales lo han hecho en 1.9%.

Ambos números están en línea con la meta de inflación del Banco Central Europeo, que está ligeramente por debajo de 2%, y similar a lo ocurrido en Estados Unidos. Por su parte, Alemania está muy desalineada, pues el aumento de sus precios y sus costos laborales es de 1% y 0.5%, respectivamente.

Y no solo en Francia los costos están donde deberían estar. España vio que sus costos y precios crecieron durante la burbuja inmobiliaria, pero en estos momentos todo el exceso ha sido eliminado luego de años de doloroso desempleo y restricciones salariales. El aumento de los costos en Italia ha sido un poco elevado, pero no está tan desalineado hacia arriba como el de Alemania lo está hacia abajo.

En otras palabras, en la medida en que existe un problema de competitividad en Europa, este está siendo abrumadoramente causado por las políticas de “empobrecimiento del vecino” que ha venido aplicando Alemania, que en efecto están exportando deflación al resto del continente.

¿Y la deuda? ¿Acaso no es la Europa no alemana la que está pagando el precio de la pasada irresponsabilidad fiscal? En realidad, ese es el caso de Grecia y de nadie más. Y es especialmente erróneo en el caso de Francia, que no está enfrentando ninguna crisis fiscal y que puede obtener préstamos de largo plazo a una tasa de interés récord de menos de 1%, que apenas es ligeramente superior a la alemana.

Pese a ello, los encargados de la política económica europea parecen determinados a culpar a otros países y otras políticas por sus tribulaciones. Es verdad que la Comisión Europea (CE) tiene previsto un plan para estimular la economía con inversión pública —aunque los desembolsos son tan diminutos que el plan es casi una broma—. Entretanto, la CE está advirtiendo a Francia, que tiene los costos de endeudamiento más bajos de su historia, que podría recibir multas por no recortar lo suficiente su déficit presupuestario.

¿Y si se resuelve el problema de la demasiado pequeña inflación en Alemania? Una política monetaria muy agresiva podría lograrlo (aunque no contaría con ello), pero los funcionarios monetarios de este país están advirtiendo contra tales políticas porque podrían hacer que los deudores se salgan con la suya.

En suma, lo que estamos viendo es el poder inmensamente destructivo de las malas ideas. La culpa no es totalmente de Alemania —aunque es un jugador muy importante en Europa, solo es capaz de imponer políticas deflacionarias porque gran parte de la élite europea cree en la misma falsa narrativa—. Y uno tiene que preguntarse qué causará que la realidad termine por abrirse paso.